“Amanda”, de Mikhaël Hers Por Marcela Barbaro El director francés Mikhaël Hers (Memory Lane, 2010; This summer felling, 2015) presenta una historia contemporánea, que lleva por título el nombre de su protagonista, Amanda, y que habla sobre los procesos de pérdida, el amor y los vínculos, en el seno de una familia que sufre las consecuencias de un ataque terrorista. Amanda (la encantadora debutante, Isaure Multrier) tiene siete años y conoció la música de Elvis Persley a través de su madre Sandrine (Ophélia Kolb), quien le contó una anécdota sobre el cantante al finalizar un concierto. Una noche cuando los fanáticos esperaban e insistían en que el ídolo vuelva a salir al escenario, alguien les dijo: “Elvis has left de building” (Elvis ha dejado el edificio), una frase que anunciaba el final del show, y la evidencia de que no volverían a verlo. Además de estar con ella, comparte la vida junto a su tío David (Vincent Lacoste), un joven de 24 años, hermano de Sandrine, que se dedica a pequeños trabajos en un edificio y en el parque local. David comienza a salir con una joven llamada Lena (Stacy Martin), a quien conoce recientemente, pero nada le impide dividirse y pasar el tiempo libre junto a su sobrina. Pero aquella felicidad apasaible, durante los primeros veinte minutos, cambariará abruptamente, cuando un ataque terrorista sorprende en la ciudad y en plena luz del día. Entre las víctimas que deja, se encuentra Sandrine. A partir de ese momento, nada será igual y David quedará junto a Amanda, asumiendo el dolor que comparten. En su tercer largometraje, Mikhaël Hers opta por un formato clásico y en 16 mm, sin profundizar ni dar detalles del ataque. Sólo ofrece una muestra breve de la escena, lo suficiente para modificar el cambio de tono dentro del relato. Sin embargo, lo que se presenta el escenario apto para un drama intenso, Hers lo trabaja con los matices necesarios para alejarlo del melodrama. Los personajes principales transitan juntos un duelo sorpresivo y obligado, y en ese sentir profundo y subjetivo, deambulan por la ciudad, y se mueven de casa en casa, en busca del equilibrio que perdieron. Ya no son los mismos, y el espectador, acompaña ese cambio interno y paulatino. Uno de los logros de la película, es la elección del actor Vincent Lacoste junto a la pequeña Multrier. La interpretación del binomio familiar, transmite con naturalismo, la vivencia de la pérdida y la complicidad del amor que sienten. Las escenas fluyen en su devenir con ciertos subrayados musicales, destacando los pequeños detalles que hacen a los vínculos, y a los procesos individuales que les permitirán crecer. En su paso por los Festivales internacionales, Amanda recibió en Venecia el premio Magic Lantem; fue elegida como mejor película y mejor guión en el Festival Internacional de Tokyo, y se llevó el Gran Premio del Jurado en el Festival Internacional de Santiago de Chile, 2018. Amanda hace un largo recorrido por el proceso de cambios que atraviesan sus protagonistas, desviándose hacia otras subtramas, como el abandono de la madre de David y Sandrine. Si bien la historia gira en torno a la niña, el relato no se narra desde su punto de vista, pero permanece influido por aquella frase sobre Elvis, que funciona como una metáfora en la vida de Amanda. Una pequeña, que a pesar de no volver a ver a quien amaba, la vida la sigue iluminando de otra manera. AMANDA Amanda. Francia, 2018. Dirección: Mikhaël Hers. Guión: Mikhaël Hers, Maud Ameline. Intérpretes: Vincent Lacoste Isaure Multrier Stacy Martin OphéliaKolb Marianne Basler Jonathan Cohen Greta Scacchi. Fotografía: Sebastien Buchman.Edición: Marion Monnier. Sonido: Dimitri Haulet, Vincent Vatoux, Daniel Sobrino. Música: Anton Sako, Matthieu Sibony. Duración: 106 minutos.
“Que sea ley”, de Juan Solanas Por Marcela Barbaro Luego de su presentación en los Festivales de Cannes y San Sebastián, donde recibió el premio Otra Mirada, llega a la cartelera el documentalQue sea ley, dirigido por el cineasta Juan Solanas (aquí la entrevista en San Sebastián). Como indica su título, la temática aborda la lucha sostenida de millones de personas para conseguir la Ley sobre la Interrupción voluntaria del embarazo en la Argentina, alzando su voz en apoyo al Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. “De 320 millones de mujeres en América Latina, solo el 8 por ciento puede interrumpir libremente su embarazo. En Argentina muere una mujer cada semana, oficialmente la cifra asciende a 3030 muertes por abortos clandestinos. La mayoría son jóvenes y con bajos recursos económicos”. Los datos duros se inscriben en la pantalla en letras blancas de imprenta mayúscula, casi como un grito, una denuncia que espera la reacción frente a una realidad que debemos cambiar. A partir de allí, el documental parte de la jornada de vigilia y movilización que se gestó en el 2018, cuando se llevó Proyecto de Ley al Parlamento, con media sanción de la Cámara de Diputados. El seguimiento de la sesión, rescata los principales discursos de algunos senadores, entre ellos el de Fernando “Pino” Solanas (padre del director, a quien realza al citarlo en varias oportunidades). A los tonos de las ponencias, intercala la realidad de la calle, la vivencia de ese afuera del Congreso compuesto por un colectivo de mujeres cubriendo las calles de verde. Los planos eligen narrar una lucha mancomunada, de la que rescata e imprime su mística, su poder de convicción y los espacios ganados al patriarcado y al poder. A esos rostros, le suma declaraciones frente a cámara de referentes del feminismo, la política, la iglesia y la medicina. Divido en capítulos temáticos que organizan el desarrollo del relato, Solanas recorre 4 mil kilómetros por el país para atesorar cientos de testimonios de las víctimas y sobrevivientes, como de los familiares de las mujeres fallecidas. En primera persona somos testigos de las humillaciones, los maltratos y el escarmiento al que fueron sometidas miles de las mujeres condenadas a la desigualdad, a la falta de libertad y al poder de decisión sobre su propio cuerpo. Que sea ley no esconde la subjetividad ni la postura militante de su realizador frente al tema. ¿Debería hacerlo? No, necesariamente. Solanas, toma partido y se compromete con la causa y con la gravedad de lo que muestra. Tampoco deja de representar el lado opuesto autodenominado “pro vida”, a quienes registra en sus marchas embanderados en celeste, mientras una pastora evangelista apela a sus conciencias. A pesar de la adversidad de una Ley que el Senado rechazó, el documental no se resigna en mostrar ese intento fallido como el fin de un sueño, al contrario, funciona reforzando la esperanza de lucha y la certeza profunda de lo conquistado en el campo de los derechos de la mujer. Con un gran esteticismo visual y una banda sonora que refuerza el impacto visual, el trabajo de edición va uniendo las piezas de todos capítulos, para aunarse en un pedido conjunto que emociona y contagia: QUE SEA LEY! QUE SEA LEY Que sea ley. Argentina, 2019. Guion, edición, fotografía, cámara y dirección: Juan Solanas. Música: Paula Moore. Duración: 87 minutos. Distribuidora: Cinetren.
“¿Quién mató a mi hermano?”, de Ana Fraile y Lucas Scavino Por Marcela Barbaro Desde la elección del título hasta el signo de pregunta del afiche publicitario, la indagación jugará un rol central en la construcción de sentido. ¿Quién mató a mi hermano?, documental de los realizadores Ana Farile (Unfueguito, la historia de César Milstein -2010)y Lucas Scavino, es un relato de denuncia que apela a visibilizar la lucha de familiares y amigos de Luciano Arruga, para hallar la veracidad sobre su muerte. Luciano fue desaparecido el 31 de enero de 2009 por la policía bonaerense, como figura en la causa. El hecho trágico dio luz la corrupción y connivencia de la justicia, el gobierno y la policía en plena Democracia. Durante cinco años, Vanesa Orieta, la hermana de Luciano, junto a su madre, amigos y organismos de Derechos Humanos, hicieron lo imposible por encontrarlo. En el camino padecieron amenazas, indiferencia y manipulaciones que los alejaban del esclarecimiento de los hechos. Finalmente, los restos del joven de 16 años fueron hallados el 17 de octubre de 2014, enterrados como NN en un cementerio municipal. Actualmente, la causa sigue abierta, y sólo hay un policía detenido. El documental apuesta a la indagación como núcleo que acciona el desarrollo de la historia; y a la búsqueda de sus protagonistas para conocer la verdad, en una suerte de investigación paralela a la justicia. Desde el inicio, la cámara recorre el barrio “12 de octubre”, donde Luciano vivía y registra los últimos lugares en los que estuvo. En ese transitar se intercalan testimonios de familiares y gente cercana, escenas del juicio oral, e imágenes del destacamento donde fue torturado. También aparecen personalidades claves en el caso, que creyeron en ellos: Adolfo Pérez Esquivel y miembros de la APDH, Nora Cortiñas e integrantes del CELS. En esa reconstrucción de los hechos, la voz de Vanesa Orieta guía el relato y pone rostro a un dolor profundo que potenció su lucha inclaudicable. Se organizaron marchas, movilizaciones, y diversas actividades en nombre de su hermano. Las imágenes la muestran reclamando justicia en los medios, y la acompañan en el viaje a la ONU en Ginebra, para denunciar el crimen caratulado de lesa humanidad. “Elegir contar esta historia es, para nosotros, una ocasión para sensibilizar masivamente a grupos de personas que podrán conocer por primera vez, o traer una vez más a la memoria, una historia fundamental de ser contada: la historia de la desaparición forzada en democracia en Argentina de Luciano Arruga, y de cómo sus familiares y amigos lucharon hasta encontrarlo”. La complejidad del tema y las aberraciones cometidas, tienen peso e importancia por sí mismas. También respeto. Los directores parten del documental clásico, para dar forma a un discurso apelativo que interpela al espectador en su rol de testigo y partícipe de ésta sociedad. ¿Quien mató a mi hermano?visibiliza la violación e incumplimiento de los Derechos Humanos dentro del Estado, y enfatiza el esfuerzo de una familia humilde, abusada por sus orígenes, que logró resistir frente a todo y alcanzar gran parte de la verdad. La imagen de Luciano quedó en la memoria de remeras, pancartas, grafitis y en un grito multitudinario: “Luciano Arruga, Presente. Ahora y siempre!.” ¿QUIEN MATO A MI HERMANO? ¿Quién mató a mi hermano? Argentina, 2019. Dirección y guion: Ana Fraile y Lucas Scavino. Montaje: Lucas Scavino/Fotografía y Cámara: Ana farile y Victoria Panero/ Música: Pablo Bregante y Daniel Calabrese. Duración: 88 minutos.
“La internacional del fin del mundo”, de Violeta Bruck y Javier Gabino. Por Marcela Barbaro La historia argentina se ha caracterizado por la constante persecución, hostigamiento y desaparición hacia quienes lucharon por alcanzar ideales de vida más justos e igualitarios para todos. Una y otra vez, se intentó eliminar y callar las voces que promovían los derechos humanos y las reformas laborales en contra de la explotación y la esclavitud. Sobre esos temas que sentaron las bases de la izquierda en la Argentina, se construye La internacional del fin del mundo, de los documentalistas Violeta Bruck y Javier Gabino, integrantes del colectivo Contraimagen y autores de “Memoria para reincidentes” (2012). La película transita entre el pasado y el presente a través de un diálogo que refleja el paralelismo entre los problemas acaecidos en la Argentina de principios del siglo XX, y las dificultades del presente; en ambas etapas se visibilizan las consecuencias de la falla del sistema capitalista, la exclusión de las políticas neoliberales y los efectos de la globalización. La internacional del fin del mundo parte de la vida de cuatro jóvenes argentinos de origen muy diverso, para desarrollar los cimientos de un partido y de una forma de pensamiento opuesto al Imperialismo, y ejercido a través de la lucha obrera. Ellos fueron: Pedro Milesi, Mateo Fossa, Mika Etchebéhère y Liborio Justo. A partir de ese proceso de búsqueda, Violeta Bruck guía el documental entrevistando a destacados investigadores, activistas y familiares que reconstruyen la cronología de los hechos que se suscitaron en Buenos Aires, a partir de la influencia de la revolución rusa de 1917. Los testimonios, silenciados por la historia oficial en relación a la semana trágica, la Patagonia rebelde, la Reforma Universitaria y la crisis del treinta, acompañan las fotos y documentos de archivo, los audios, las filmaciones de época, y las imágenes actuales, que integran el relato. Desde lo formal, el documental se nutre del lenguaje clásico, pero también se aleja por momentos, a través de reconstrucciones de época ficcionales y el relato en off. Un estética, que recuerda los recursos narrativos y herramientas discursivas del documentalismo actual, entre ellos el ciclo “Algo habrán hecho por la historia argentina” conducido por Felipe Pigna y Mario Pergolini. Además, cuenta con escenas inspiradas en el libro “El verdugo en el umbral” del gran escritor argentino, Andrés Rivera. La riqueza del material subraya el rol y la dialéctica de sus cuatro protagonistas: Pedro Milesi, un referente obrero que es parte de los principales acontecimientos de lucha en el país, hasta ser el consejero de Agustín Tosco durante el Cordobazo. Liborio Justo, el hijo del dictador Agustín P. Justo, se rebela contra su familia, y hará el “primer escrache” hacia un presidente de Estados Unidos. Mateo Fossa, un destacado dirigente obrero del gremio de la Madera será el único argentino que tendrá un encuentro con León Trotsky en México. Y Mika Etchebéhère, una joven feminista y comunista que participa en la Revolución Española donde logra ser la “primera mujer capitana”. La internacional del fin del mundo comienza y termina con un cartel que dice “que si bien la historia transcurre en Buenos Aires, podría transcurrir en cualquier lugar del mundo”. Esa universalidad, parte de aquella transformación social que comenzó con los bolcheviques y maximalistas, y que fue tomando distintos rumbos. Una ideología de lucha que la traslada, como una suerte de espejo, hacia las marchas de mujeres con pañuelo verde peleando por el derecho al aborto, legal, seguro y gratuito, como también a los miles de trabajadores despedidos que resisten en asambleas y movilizaciones. Sin duda, rescato la intencionalidad de los documentalistas, porque apuestan a la vigencia de lo pendiente. LA INTERNACIONAL DEL FIN DEL MUNDO La Internacional del fin del mundo. Argentina.2019. Dirección, guión y montaje: Violeta Bruck y Javier Gabino . Dirección de Fotografía y cámara: Lucas Martelli. Dirección de sonido: Andrés Perugini. Producción: Violeta Bruck, Dolores Contreras, Giselle Ventrice. Música original: Matias Gali, Lucas Olarte, Patricio Bonfiglio. Arte y escenografía: Natalia Rizzo, Iara Rueda. Pos-producción de imagen: Javier Gabino.
“El retiro”, de Ricardo Díaz Iacoponi Por Marcela Barbaro El realizador de Industria Argentina (2011) Ricardo Díaz Iacoponi, presenta su segunda película, El Retiro, una comedia dramática costumbrista que gira en torno a los procesos de cambio que transita un hombre al jubilarse. Luego de 50 años como médico obstetra, Rodolfo (Luis Brandoni, en un papel hecho a su medida) decide retirarse y optar por la jubilación. El comienzo de su nueva etapa será algo conflictiva, ya que su dedicación al trabajo durante tantos años, hizo que descuide a su familia. Un descuido, que lo distanció de su única hija, Laura (Nancy Duplaá), una cantante profesional con quien tiene muchas diferencias. En el medio de ese proceso de adaptación, Yanina, la señora que lo ayuda en la casa, le deja a su hijo de 8 años (Marcos Da Cruz) junto a un carta, donde le pide que lo cuide hasta que ella regrese de un viaje a Santiago del Estero. Frente a la sorpresa y al desafío de hacerse cargo del chico, Laura decide ayudar a su padre y convivir con ellos. Durante su estadía, darán lugar a sus deudas pendientes. Filmada en la localidad de Berazategui y con participación de algunos vecinos, la película carga con una impronta barrial que recuerda el formato narrativo de El Kiosko (2019) de Pablo Gonzalo Perez, pero sin ejercer ninguna crítica social, sino más bien ejerciendo una bajada de línea “moralista”, que la aleja de toda empatía con el espectador. En relación al tema, el realizador vuelve a abordar la cuestión de la “recuperación”, como hizo en Industria Argentina, pero con grandes diferencias. Si en la primera, remitió a la pérdida laboral, donde los trabadores se hacían cargo de la fábrica en un esfuerzo mancomunado, en El Retiro la recuperación es netamente individual, subjetiva y de índole familiar. Protagonizada por Luis Brandoni, Nancy Duplaá, Gabriel Goity y Soledad Silveyra, el gran elenco de actores, a pesar de ponerse la película al hombro, no logran salvar el ritmo y el tono pretérito que se maneja a lo largo del relato. La dificultad y la sorpresa de El retiro radica en su carácter anacrónico, que remite a ciertas producciones nacionales anteriores a la década del 90, donde la referencia a lugares comunes, la metonimia, lo predecible y el costumbrismo formaban parte de su estructura. Sin duda, es un cine alejado de los nuevos paradigmas visuales, temáticos y estilísticos actuales. Un cine, que considerábamos extinto. EL RETIRO El retiro. Argentina, 2019. Dirección: Ricardo Díaz Lacoponi. Guion: Ricardo Díaz Lacoponi, Daniel Cúparo, Fernando Castets. Intérpretes: Luis Brandoni, Nancy Dupláa, Gabriel Goity, Soledad Silveyra, Marcos da Cruz. Duración: 90 minutos.
“Margen de error”, de Liliana Paolinelli Por Marcela Barbaro Cuál es el margen de error en el amor? Ese porcentaje desfavorable que nos hace pisar el palito y confundirnos. En esa línea, la realizadora cordobesa Liliana Paolinelli (Por sus propios ojos, 2007; Lengua materna, 2010 y Amar es bendito, 2013) presenta Margen de error, una comedia romántica que ahonda sobre el universo femenino y las dificultades del amor entre mujeres. Iris (Susana Pampín) tiene 54 años, es bioquímica y está en pareja desde hace 23 años con Jackie (Eva Bianco). Ellas no conviven y preservan su independencia. Pero la vida organizada y tranquila de Iris se altera con la llegada de la hija de una amiga tucumana, Maia (Camila Plaate), de 18 años, que viene a estudiar a Buenos Aires. Durante unos días la aloja en su casa hasta conseguir un departamento. Maia comienza la facultad y se vuelve muy cercana a Iris, mientras explora su homosexualidad con distintas chicas que conoce, hasta enamorarse de una mujer mayor. Iris, que acompaña esa etapa iniciática, intuye que “esa mujer mayor” podría ser ella. La mera posibilidad o margen de error, la desestabiliza y comienza a ilusionarse y fantasear como una adolescente. La mirada femenina y detallista de Paolinelli construye un relato clásico bien llevado, donde combina el humor, el drama y el romance de forma bien dosificada y efectista, a través de los diálogos y las distintas situaciones que se van sucediendo. A la trama, se suma un destacado trabajo compositivo y estético en las imágenes, como también, la buena elección del grupo de actrices, encabezado por Susana Pampín y Eva Bianco. La historia gira en torno a encuentros y desencuentros, confusiones y enredos. En casi toda la película, la presencia masculina es ínfima, poniendo el foco en el universo lésbico y en algunos temas de sus trabajos anteriores. El triángulo amoroso, por ejemplo, recuerda los conflictos de Amar es bendito, donde el deseo y el amor se entrelazan. Presentada en la Competencia Argentina de la última edición del BAFICI 2019, la realizadora destaca el origen de la película: “Cuando era joven me juntaba bastante con un grupo de lesbianas de 50 años. En la película quise evocar el contraste generacional, tal vez por haber llegado a la edad que tenían mis amigas de entonces y a las que yo veía muy mayores”. Margen de error juega con esa confusión que le da nombre a su título, para explorar con libertad los sentimientos de una mujer adulta que se permite dudar, experimentar y desconocerse en el caos sentimental que le produce alguien nuevo. Un caos interno e íntimo, que está contenido en una puesta en escena tan calculada, que le resta pasión a esa adrenalina, del querer atreverse. MARGEN DE ERROR Margen de error. Argentina, 2019. Dirección y guion: Liliana Paolinelli. Intérpretes: Susana Pampín, Camila Plaate, Eva Bianco; María Pessacq, Victoria Carreras. Montaje: Lorena Moriconi. Fotografía: Soledad Rodriguez. Sonido: Leandro de Loredo y José Caldararo. Música: Juan Ignacio Bouscayrol. Duración: 82 minutos.
“Viaje al cuarto de una madre”, de Celia Rico Clavellino Por Marcela Barbaro La ópera prima de la realizadora andaluza, Celia Rico Clavellino, nos ofrece una historia pequeña, íntima y muy bien narrada sobre el vínculo entre una madre y su hija, quienes transitan una etapa de cambios que deberán asumir, no sólo cómo familia sino para crecer individualmente. Filmada, prácticamente, dentro del departamento donde ellas conviven, la película inicia con un plano fijo que las encuadra juntas y recostadas en el sillón de su living. Una imagen acogedora que demuestra su apego afectivo y la dependencia mutua que la une. Ellas parecen entrelazar sus cuerpos bajo un cordón invisible, que deberá cortarse. Leonor (Anna Castilllo) tiene veinte años y trabaja como planchadora en una casa de costuras, donde su madre fue una gran modista, pero no está confirme con lo que hace ni seguir ese legado. Sale con amigas, y descubre que hay otras realidades más allá de la vida en el pueblo y de su hogar. Leonor necesita dejar su casa e independizarse, pero le pesa el estado de soledad y tristeza de su madre, Estrella (Lola Dueñas), tras la ausencia de su padre. Ambas, comparten ese duelo de diferentes maneras. Para Estrella, quien parece negarlo, el deseo de su hija de irse, representará otro abandono. Asumir la instancia del nido vacío, será una nueva oportunidad para sí misma. Si en la primera mitad de la película, prevalece el punto de vista de Leonor, con sus frustraciones, sentimientos encontrados e inseguridad, en la segunda parte, lo haremos a través de la mirada de Estrella, quien acompaña los cambios de su hija, con tal dedicación y sensibilidad, que ella misma se va modificando. Casi como un juego de espejos o de causa y efecto, el amor que las une, lo hace posible. En Viaje al cuarto de una madre, la realizadora se acerca a sus personajes y los contiene en planos cerrados, dentro de un ambiente donde no hay lugar para alguien más. Trabaja con la riqueza de los gestos, con la mirada puesta en los detalles y en las sutilezas que enriquecen una narración cargada de matices. Por eso mismo, la evolución del relato que, aparenta ser mínima y apacible, responde a un proceso interno y subjetivo de las protagonistas, en relación a la maduración. En ese devenir de independizarse y afianzar la identidad que se busca, el “viaje” entre los cuartos, primero ocupados y luego vacíos, funciona como el síntoma de un proceso inevitable de libertad. A una puesta en escena minuciosa, de acciones mínimas, se suma la química entre la dupla de actrices, principalmente, a través del la gran Lola Dueñas (Hable con ella, Volver; Los abrazos rotos, Mar Adentro, entre otras), ofreciéndonos una interpretación tan natural y auténtica, que permite gran empatía con el personaje. Luego de su paso por los Festivales Internacionales, la película ha recibido 4 nominaciones a los Premios Goya, que incluye: Mejor dirección novel y Actriz (Dueñas); el Premio a la Juventud en el Festival de San Sebastián y varias nominaciones en los Premios Feroz, Gaudí y Platino. En su debut en el largometraje, la directora Celia Rico Clavellino, quien había sido premiada anteriormente por su corto Luisa no está en casa (2012), ofrece una mirada interesante sobre los roles, los vínculos matriciales y el paso del tiempo. VIAJE AL CUARTO DE UNA MADRE Viaje al cuarto de una madre. España, 2018. Dirección y guion: Celia Rico Clavellino. Intérpretes: Lola Dueñas, Anna Castillo, Pedro Casablanc, Noemí Hopper, Marisol Membrillo, Susana Abaitua, Ana Mena, Adelfa Calvo, Silvia Casanova, Maika Barroso. Montaje: Fernando Franco/Música: Paco Ortega. Fotografía: Santiago Racaj. Duración: 91 minutas.
“El verdadero amor”, de Claire Burger Por Marcela Barbaro Luego de ser presentada en la 75 edición del Festival de Venecia, se estrena C’est ça l’amour de la realizadora francesa Claire Burger, acercándonos a una historia contemporánea sobre las distintas formas de amar y reinventarse frente a una crisis familiar. Mario (Bouli Lanners) es funcionario público, ama el arte y a su familia por sobre todas las cosas. Está casado hace veinte años con Armelle (Cécile Remy-Boutang), con quien tiene dos hijas Niki (Sarah Henochsberg) de 18 años y Frida (Justine Lacroix) de 14. Pero la armonía familiar se quiebra ante la ida de su esposa. Mario no pierde las esperanzas de recuperarla y se queda a cargo de la casa y de las hijas. Nunca imaginó que el abandono sería tan agobiante, ni el fracaso (como marido y padre) un desafío a superar. Mientras intenta restablecerse, se atreve a participar en una obra de teatro alternativa, donde buscará su propio equilibrio y el de su familia. Basada en su historia personal, Burger construye un relato intimista con gran realismo, donde expone el proceso de pérdida de un hombre frente al rumbo incierto de su vida y del hogar que construyó. Una situación, que hace síntoma en el comportamiento de sus hijas, y en la dificultad de los vínculos entre ellos. Desde el inicio, la película transcurre en dos espacios bien diferenciados, el teatro y la casa de Mario, ambos lugares se intercalan y retroalimentan a medida que avanza la historia. El desarrollo de uno incide en el otro. Así vemos cómo el avance la obra se une al proceso evolutivo del personaje. Una combinación predecible, que funciona descomprimiendo el drama. Centrada en el proceso interior y subjetivo de los personajes, la elección de los planos cercanos acompaña y refleja el proceso de madurez que transita el grupo familiar. Cada encuadre, parece contener la fragilidad y exponer el amor que hay entre ellos. Pero esa misma cámara, también funciona como testigo dentro de los ensayos de teatro, donde Mario se conecta con su realidad y la de los otros. El verdadero amor cuenta con destacadas interpretaciones, principalmente la de Bouli Lanners, en un papel que le exige traducir la frustración a través del rol que asume. Y en ese punto, la película ahonda sobre el cambio de roles en el seno familiar (cuando una madre se va y el padre se hace cargo) y cómo esos roles naturalizados en la sociedad, responden a procesos culturales y estereotipos de género. En su primer película en solitario, Claire Burger demuestra solidez y una mirada interesante en relación a la dificultad de los vínculos, el amor y el arte. EL VERDADERO AMOR C’est ça l’amour. Francia, 2018. Dirección y guion: Claire Burger. Intérpretes: Bouli Lanners, Justine Lacroix, Cécile Rémy-Boutang, Antonia Buresi, Célia Mayer,Lorenzo Demanget, Tiago Gandra, Laure Ballarin, Sarah Henochsberg. Edición: Claire Burger y Laurent Sénéchal/ Fotografía: Julien Poupard. Duración: 98 minutos.
“La última búsqueda”, de Pepe Tobal Por Marcela Barbaro Las irregularidades en materia de aviación dieron lugar a las recordadas Whisky Romeo Zulú (2004) y Fuerza Aérea Sociedad Anónima (2006), dirigidas por el ex piloto y director Enrique Piñeyro. En ambas, se puso en agenda denuncias sobre la falta de control y mantenimiento que llevaron al accidente de Lapa, entre otras cuestiones. Bajo esa línea temática, el estreno de La última búsqueda del realizador Pepe Tobal, da luz a otra tragedia aérea que tuvo lugar el 3 de noviembre de 1965. Aquel día, el avión TC-48 de la Fuerza Aérea Argentina con destino a Estados Unidos, desapareció entre Panamá y Costa Rica, llevando a bordo 68 personas, entre ellos 54 cadetes de la Escuela de Aviación Militar en Córdoba, y 14 tripulantes y autoridades. Hasta el día de hoy, nunca se supo la verdad de los hechos y ni se encontró la aeronave con sus integrantes. El documental acompaña la búsqueda que realiza Cecilia Viberti, hija del capitán Esteban Viberti, quien perdió a su padre cuando tenía 9 años. En todos estos años, ella nunca dejó de buscar ni investigar los hechos, debido a que las Fuerzas Armadas dieron oficialmente cerrada la causa, luego de 7 días de búsqueda, argumentando que el avión cayó al mar y sus ocupantes fueron devorados por los tiburones. En aquella jornada fatídica, junto al TC48, volaba el T-43 que llevaba al resto de los cadetes, algunos de ellos, presentes en el documental, recuerdan a sus amigos, y narran que sólo se enteraron de una aviso de emergencia dado por el otro avión, cuando se incendió uno de los motores. La última búsqueda reconstruye la historia un viaje de egresados, teñido de tragedia, que es una tradición dentro de las Fuerzas Armadas de Aviación. Los hechos se exponen a través de imágenes de archivo, fotos de la época, y testimonios a cámara de familiares o compañeros de los cadetes; a la vez que denuncia la indiferencia e ineficacia oficial. El halo de misterio que subiste alrededor de la causa, y la versión que el avión cayó en medio de la selva de Talamanca en Costa Rica, motivó a Cecilia Viberti a contratar una expedición privada, con quienes emprendió la travesía a través de un territorio inconmensurable, habitado por indígenas, animales y una exuberante vegetación, que dificulta cualquier tipo de hallazgo. Filmada en Córdoba, Buenos Aires, Panamá y Costa Rica, el documental da cuenta de la desidia y negligencia de los responsables, como del encubrimiento de la situación. Tobal se acerca a los familiares, a quienes acompaña el dolor de una búsqueda tan solitaria como impune. La misma impunidad que los conecta a la reciente tragedia del submarino Ara San Juan, a quien rinde homenaje a la memoria de sus tripulantes, sosteniendo, en ambos sucesos, la imposibilidad de cerrar historias cuando se carece de respeto, verdad y justicia. LA ÚLTIMA BÚSQUEDA La última búsqueda. Argentina, 2018. Dirección: Pepe Tobal. Guion: Pepe Tobal. Intérpretes: Cecilia Viberto. Dirección de fotografía: César Boretti/ Sonido: Santiago Rozadas/Música: Horacio Burgos/Montaje: Eduardo Sánchez, María Eugenia Aparicio. Duración: 1.40 minutos.
“Notti Magiche”, de Paolo Virzi Por Marcela Barbaro En el campeonato Mundial de Fútbol Italia 90, la canción oficial Un’estate italiana, alcanzó fama internacional con un estribillo que repetía: Notti magiche, inseguendo un gol Noches mágicas, persiguiendo un gol, Sotto il cielo di un’estate italiana. Bajo el cielo de un verano italiano E negli occhi tuoi, voglia di vincere. Y en tus ojos, ganas de vencer Un’estate, un’avventura in più. Un verano, una aventura más Aquel Notti magiche, cantado una y otra vez por millones de fanáticos, da nombre a la nueva película del realizador italiano Paolo Virzi, recordado por La prima cosa bella (2010); El Capital Humano (2013); Loca alegría (2016) entre otras. En esta oportunidad, la propuesta parte del contexto futbolístico de aquel verano del 90 en Roma, para narrar una aventura tragicómica que habla sobre el cine, los guionistas y el paso del tiempo en relación a las imágenes y las palabras. Mientras un grupo de personas mira el partido en el que Italia pierde contra Argentina por penales, un auto cae al río Tiber en el que iba un famoso productor de cine, Leandro Saponaro (el gran Giancarlo Giannini), a quien la policía halla muerto en su interior. Los sospechosos del asesinato son tres jóvenes aspirantes a guionistas que entablan amistad en un concurso de guiones donde participan como finalistas: Antonino (Mauro Lamantia) procedente de Sicilia, Luciano (Giovanni Toscano) de la Toscana y Eugenia (Irene Vetere) de Roma. Al ser citados a declarar, el interrogatorio deviene en un extenso flashback donde se irá revelando los sucesos de aquella noche, en la que los tres jóvenes se introducen en el ambiente de las figuras consagradas de la época gloriosa del cine italiano, con quienes intercambian diferencias generacionales. Al igual que en Loca de alegría y en El Capital humano, se combina la tragedia con el humor, el exceso de diálogos y el uso recurrente de la parodia sobre ciertos estereotipos intelectuales del cine. Las grandes referencias y guiños intertextuales al universo cinéfilo, forman parte de una mirada que recorre la historia del cine italiano, donde resaltan Fellini, Mastroiani, y hasta la mismísima Ornella Mutti que aparece en escena. Otra forma recurrente en sus películas, es el manejo de los matices entre sus personajes, principalmente con el trio de amigos. Mientras que Antonio es un intelectual memorioso de Messina con cierta inocencia, que linda con lo nerd y la inexperiencia; Luciano, por el contrario, tiene calle, ama a las mujeres, es histriónico y verborrágico. Eugenia, que siempre los une, es adicta a los fármacos, viene de una familia adinerada y tiene baja autoestima. Esas diferencias, también se reflejan en relación a la procedencia de clase y a sus orígenes, algo que subyace en relación a si los personajes provienen del norte o del sur de Italia. Paolo Virzi centra la historia en relación a un campeonato de fútbol como sinónimo de la fiesta y la aventura colectiva que se vivía acorde a los tiempos de Berlusconi, durante los cuales, la industria cinematográfica había perdido su lugar de esplendor, junto a los grandes realizadores que pasaban a la historia. La mirada del realizador italiano muestra algo de nostalgia por los viejos tiempos, principalmente por el universo felliniano y los destacados autores, sin abandonar el humor en escenas donde reúne a viejos y consagrados popes del cine dentro de un bar, en el que compiten entrecruzando diálogos entre ellos. Diálogos, donde participan los jóvenes guionistas que manejan nuevos códigos en relación a las demandas de los tiempos actuales. En esa confrontación generacional se escucha: “quieren ser guionistas pero no saben ser espectadores”. Notte magiche dispara en varias direcciones y es intensa en todo sentido. Si bien se enmarca en la categoría de cine dentro del cine, desde lo formal y por el ritmo que sostiene, termina superponiendo temas y se prolongan demasiado. Paolo Virzi plantea un escenario algo caótico, donde sabe moverse, para combinar géneros, saltos temporales y una diversidad de personajes con los que rinde homenaje a la commedia all´italiana. NOTTE MAGICHE Notte Magiche. Italia, 2018. Dirección: Paolo Virzì. Guion: Francesca Archibugi, Francesco Piccolo, Paolo Virzì. Intérpretes: Mauro Lamantia; Ornella Mutti; Giancarlo Giannini; Irene Vetere; Giovanni Toscano; Roberto Herlitzka. Fotografía: Vladan Radovic. Edición: Jacopo Quadri. Música: Carlo Virzì. Sonido: Alessandro Bianchi.Duración: 125 minutos.