¿Podemos amar lo que otro desprecia? Sentarse a ver una película de Nicole Holofcener parece ser siempre una buena decisión (quien haya visto Amigos con Dinero y Encuentros en New York estará de acuerdo); con Una Segunda Oportunidad no sólo lo reafirmamos sino que nos regodeamos en nosotros mismos, sabiendo que elegimos más que bien. Lo mejor que nos puede pasar es empatizar con los personajes durante los primeros minutos. Eva (Julia Louis-Dreyfus) y Albert (James Gandolfini) tienen en pantalla una química clara y disfrutable, desde la primera escena a la última que comparten. Eva es una mujer divorciada, masajista a domicilio, pasa sus días trabajando, lidiando con la idea de que su hija pronto se marchará a la universidad, y compartiendo tiempo con su amiga Sarah (Toni Collette, qué bueno ver a alguien actuar tan bien sólo con gestos…). Albert, divorciado y con una hija a punto de marcharse a estudiar, es un hombre relajado, excelente padre y dueño de un humor sutil, de esos que enamoran aunque la barrera del físico a veces no deje ver todo lo que una persona puede ofrecer...
Demasiada mujer para tan poca película… Lo que le falta a este film es lo que le sobró a la princesa Diana…corazón. De todas las cosas que se dijeron, y se podrán decir de Lady Di, es innegable que tenía un espíritu inquebrantable y una convicción que podía llevarla a exponerse a un campo de minas (desminado, pero con riesgo de muerte incluido) para defender la causa por la que luchaba. Conocida en su momento como la mujer más famosa del mundo, realizar una película sobre ella no parecía una tarea fácil… y definitivamente no lo fue. Ni el director de La Caída ni la excelente actriz Naomi Watts pudieron hacer nada con estas dos horas de largometraje, sólo preguntarse si habrá valido la pena siquiera intentarlo. Nunca vemos a Diana en pantalla, es decir, por más que el peinado sea parecido, que la ropa sea la misma, el andar y el caminar sugerentes también, siempre vemos a Naomi interpretando. Los diálogos pretenden transmitir “cosas importantes” pero está claro que alguien se olvidó de decir a los actores que deberían utilizar otro tono, otra impronta, y al final nos queda la misma sensación que muchos tuvimos cuando supimos la noticia de su muerte: un vacío difícil de llenar...
Un viaje necesario… ¿Si pudieras volver a vivir cualquier momento, podrías lograr que tu vida fuera perfecta? Esta pregunta la formula, a través de su nueva película Cuestión de Tiempo, Richard Curtis, el guionista de Cuatro Bodas y un Funeral, Bridget Jones y Un Lugar Llamado Nothing Hill, y el director de Realmente Amor. Hablamos de alguien que sabe cómo hablarnos de amor, cómo mostrárnoslo. Al ver una película del neozelandés, sentimos que nos aconsejan sobre el amor, en todas sus formas y relaciones, y sobre lo que podemos hacer nosotros para llenarnos de él...
Lo mejor de los caminos, está en recorrerlos… Para Duncan, un adolescente de catorce años bastante tímido y cuyos padres están divorciados, el verano no parece muy prometedor. El nuevo novio de su mamá, interpretado de manera impecable -y saliendo de su esquema habitual- por Steve Carell, lo califica con un 3. Difícilmente algo que comience con un 3 pueda convertirse en algo bueno, ni siquiera un viaje a una casa en la playa para pasar todo el verano. No obstante, quizás sea la oportunidad para Duncan de sentirse un 10 por primera vez en su vida. Los directores y escritores Nat Faxon y Jim Rash (guionistas de otro gran film, Los Descendientes), también forman parte del excelente casting de esta película. Aquí nos proponen acompañar a Duncan por ese camino hacia sí mismo, y cada paso que él da nos llena a nosotros de nostalgia, de reflexiones, de sonrisas y en algunos casos de carcajadas que -hay que decirlo- la comedia norteamericana, bien escrita, siempre logra. No estamos frente a un guión pretencioso, ni siquiera inteligente, pero si ante una buena historia. Si a eso le sumamos actores de primera línea con diálogos precisos y nunca sobreactuados, tenemos ante nosotros la posibilidad de disfrutar de una muy buena película a lo largo de un poco más de una hora y media. Instalado en la casa de la playa, junto a su mamá, su novio y la hija de él (Zoe Levin), Duncan tendrá que encontrar la manera de sobrellevar el verano y todo lo que ello implica: el novio de mamá lo menosprecia en cuanta situación puede, tiene una relación con su madre (Toni Collete) más distante de lo que ambos quisieran, cuenta con una vecina alcoholizada las 24hs (aplausos y muchos para Allison Janney), la posibilidad de hacer amigos, la oportunidad de conquistar a su hermosa vecina (AnnaSophia Robb), y sobre todo deberá encontrar ese lugar de pertenencia que todo adolescente -y cada uno de nosotros- necesita. En uno de los muchos y geniales momentos con referencias a los años 80, el personaje interpretado por Sam Rockwell, Owen, pide un héroe para un problema en uno de los toboganes del parque acuático: tiene que ser fuerte, rápido y salir victorioso de toda batalla, como nos pedía Bonnie Tyler en su famosa canción “I Need a Hero”, cualidades que a primera instancia parecieran no coincidir con nuestro protagonista. Sin embargo, a través del film Duncan va encontrando esa fuerza para salir airoso de cada situación que se le presenta, ayudado en mayor parte por Owen y el “staff” de este parque acuático. Lo mejor de los caminos -dicen- está en recorrerlos. Tal vez Duncan haya empezado el suyo solo, de espaldas hacia lo que está por venir, aunque gracias a dos grandes guionistas posiblemente lo encontremos al final de frente a lo que hay que dejar ir…