Hipersomnia es la historia de Milena (Yamila Saud), una joven que anhela ser una actriz consagrada. Tras realizar un casting bajo extrañas condiciones, obtiene el papel principal en una obra de teatro dirigida por un director un tanto extravagante (Gerardo Romano). El personaje que tiene que interpretar es de una prostituta y cuando inicia los ensayos algo raro le sucede: se queda dormida. Al despertar, lo hará en la cama de una habitación con otro aspecto físico y rodeada de un grupo de chicas que aseguran conocerla. Milena, en medio de la confusión, se dará cuenta de que esa habitación es una prisión. Un prostíbulo. Aunque esos sueños solo duran algunos minutos, el problema se agravará y no podrá evitar que el lapsus sea cada vez más frecuente, costándole distinguir la realidad del sueño. El director Gabriel Grieco construye esta historia a través de dos planos antes mencionados: la realidad y el sueño. El cine de género deslumbra cuando Milena vuelve a esa casa desconocida, junto a las otras chicas, como esclava sexual con momentos de horror y muerte. Grieco nos introduce al mundo oscuro de la prostitución y la trata de mujeres a través de las interpretaciones de un elenco juvenil reconocido en el cine y la televisión. Aunque al principio no logra desarrollar de manera clara estos conceptos, al avanzar, el relato alcanza un cierre. Un conjunto de actrices bellas y conocidas, encerradas en un lugar de tortura, la narración en dos planos y el desarrollo de un plan de escape hace recordar, sin lugar a dudas, a la película Sucker Punch de Zack Snyder (2011) con la diferencia de que en este film las chicas están aisladas en un manicomio. En las escenas de suspenso hay pocos diálogos, una acertada música instrumental acompaña la historia de manera exacta. Tal vez el punto débil de esta propuesta sea la desacertada elección de la protagonista. La poca expresión ante las escenas dramáticas y la marcada puntuación en sus diálogos no ayuda al verosímil de este universo. Sólo logra destacarse cuando está rodeada de grandes actores como Gerardo Romano o Gustavo Garzón. El elenco está conformado por Jimena Barón, Peter Lanzani (otra excelente interpretación como empleado del prostíbulo), Daniel Valenzuela, Vanesa González, Nazareno Casero, Naiara Awada, Florencia Torrente, Sofía Gala, Candela Vetrano, y Fabiana Cantilo. Cabe destacar la participación especial de la Cantilo como la mala de la película. La acertada dirección actoral hace que logre un tono equilibrado en los diálogos y gestos del personaje que compone, además de interpretar la canción del final. La trama de este film, al principio, pareciera girar alrededor del concepto hipersomnia. Sin embargo, a medida que avanza, esta noción se va desfigurando. Cuando el público cree encontrar el hilo conductor de la historia, la misma da un vuelta de tuerca y todo lo que sabíamos en un principio desaparece, dejando al espectador abierto a la reflexión y expectación. Por Mariana Ruiz @mariana_fruiz
– Tengo que seguir mi camino. – ¿Por qué, Shane? – Cada uno es lo que es, Joey. No se puede romper el molde. Yo lo intenté y no resultó. – Quédate con nosotros, Shane. – Joey, matar no es vida. No hay vuelta atrás. Por suerte o por desgracia, yo llevo esa mancha… imborrable. No hay vuelta atrás. Shane de George Stevens (1953) Este dialogo será el leitmotiv de Logan y marcará el destino de Laura (interpretada por la joven actriz Dafne Keen) una pequeña mutante clasificada como X-23. Tras haber escapado del laboratorio que la mantenía cautiva y ayudada por una enfermera del lugar, Laura será perseguida por un grupo llamado Los Reavers (algo así como “los raptores”) liderado por Donald Pierce (Boyd Holbrook), un ciborg fanático de Wolverine. En un fututo donde no han nacido mutantes y acompañada por otros niños que son producto de experimentos científicos, Laura se convertirá en un espécimen de la nueva generación X. En este escenario se cruzará con un viejo Logan (Hugh Jackman) que trabaja como chofer de una limusina para sobrevivir, quien cuida y esconde, junto a Caliban (Stephen Merchant), a un senil Charles Xavier (Patrick Stewart). A pesar de su condición, el Profesor X logrará convencer a Wolverine de sumarse a la cruzada de Laura para protegerla y llevarla a un lugar de refugio y salvación. A partir de aquí, el desarrollo de la película narrará escapes constantes a pura acción, pero también, habrá lugar para la reflexión y la contemplación. Durante la persecución Logan no solo confrontará a sus perseguidores, también entrará en juego la lucha contra la vejez, contra un cuerpo que no le responde y contra heridas que cicatrizan de manera lenta. Abatido por tantos años vividos, la eternidad le cae por su propio peso, está solo y comprende que los buenos tiempos no volverán. Hugh Jackman, una vez más pone el cuerpo para interpretar a este superhéroe y lo hace de manera magnifica. Logra transmitir sus experiencias a través del tiempo, pasando por tres siglos, siendo testigo de guerras, así como de todos los sucesos históricos que fueron transformando al mundo. Diecisiete años han pasado desde la primera vez en que Wolverine (surgido de los comics de Marvel) es presentado en carne y hueso en la pantalla grande, en la saga X-Men (2000) dirigida por Bryan Singer. El director James Mangold refuerza esa interpretación mostrando el abatimiento que tiene este hombre. Sus miedos, el sufrimiento que siente por estar vivo, haciendo una analogía con los pistoleros de las películas de Western. Escenarios áridos que parecen del viejo oeste, en donde el protagonista enfrenta a sus contendientes y es ovacionado por el pueblo porque protege a los más frágiles. En este caso un grupo de niños. Sangre, acción y violencia caracterizan a esta película, en la que Wolverine como un animal herido trata de sobrevivir y si tiene que matar para defenderse lo hará una y otra vez. Logan es un filme logrado desde lo técnico, desde el guion y la dirección actoral, pero también es una espectacular despedida del personaje (Jackman y Stewart declararon que no volverán a interpretar a Logan y Charles Xavier). Un escenario adecuado para mostrar revelaciones, un gran homenaje a las películas del viejo oeste, pero sobre todas las cosas, una muy interesante reflexión sobre encontrar el sentido de lo que hacemos, especialmente cuando entra en confrontación con lo que somos. El director logra una eficaz combinación entre road movie, western, película de superhéroes y drama familiar. Como dice Shane: … matar no es vida. No hay vuelta atrás. Por suerte o por desgracia, yo llevo esa mancha… imborrable. En esta entrega veremos esa mancha en todo su esplendor, acompañaremos a Logan a cargarla a cuestas, la confrontaremos y la reconoceremos. Logan tendrá un final como solo él lo merece. Por Mariana Ruiz @mariana_fruiz
En una granja de Nueva Zelanda, una familia cansada de que sucedan hechos paranormales, decide escapar de los espíritus que, según ellos, acechan su casa o, al menos, esto le informan a la compañía aseguradora. Entonces, un grupo de expertos entrará en escena y tomará el control del caso. Este grupo de investigadores conformados por dos científicos, Liam (Jed Bropy) y Scott (Jeffrey Thomas), junto a una joven médium, Holly (Laura Petersen), con un gran equipamiento técnico se adentrarán en el hogar para observar y tomar nota de todo lo que suceda. Se dedicarán a registrar cada movimiento, cada sombra, cada sonido e intentarán corroborar su origen paranormal. El director, Jason Stutter – con experiencia en films de clase B como Diagnosis: Death en 2009 y Predicament en 2010 – intenta relatar una historia verosímil, con suspenso en cada escena sin caer en lugares comunes. El espectador, al igual que los protagonistas, experimentaran los fenómenos paranormales a través del equipo técnico (como las cámaras de seguridad con detectores de movimientos) dejando siempre la puerta abierta a la duda y la especulación. Sin embargo, cuando todos los elementos parecen estar en su lugar y la resolución se empieza a vislumbrar, la historia cae por su propio peso y el final termina siendo poco favorable e inesperado. Abandona por completo el ritmo construido dando lugar a la acumulación de clichés y lugares comunes, transmitiendo la sensación de que los realizadores optaron por tomar la salida de emergencia. En la mayor parte de su metraje La presencia es una película que trabaja el verosímil y el ritmo construyendo una atendible historia de terror, pero al final todos esos esfuerzos se diluyen. Por Mariana Ruiz @mariana_fruiz
La película comienza con el retorno de Santiago (Pablo Ríos) a la casa de sus padres: Ernesto (Osmar Nuñez) y Carmen (Mirella Pascual). Tras varios años de ausencia, se encuentra con un extraño panorama familiar, cada uno está en su propio mundo. Sus padres tratan de lidiar con las dificultades del día a día persiguiendo los propios intereses y fantasías, retirados mentalmente del entorno en el que se encuentran, e incluso, del regreso de su hijo. Un fiel can, la ayudante de toda la vida (Maria Ines Sancerni) y un peón (Jorge Román) completan el cuadro familiar. En un pueblo escondido de la provincia de Santiago del Estero la directora y guionista Julieta Ledesma cuenta esta historia envuelta en la demencia, la alucinación y el delirio que enfrentan personas aisladas en respuesta a las cargas del pasado que llevan sobre sus hombros. Se vislumbra una buena dirección de actores, una excelente fotografía, con paisajes casi inhóspitos de la provincia. El filme presenta pocos diálogos, las escenas se basan en largos silencios y miradas que reemplazan las palabras. En su defecto hay actos que incluyen violencia animal o sugerencias sexuales que redundan sobre hechos que ya habían quedado claros. La falta de diálogos que dinamice el relato, así como presentar temas inconexos a la historia principal, torna a la película monótona y sin un destino definido. Vigilia es un producto muy bien realizado desde el punto de vista técnico, pero no exhibe un relato que brinde a esa técnica un contenido atractivo y efectivo. Por Mariana Ruiz @mariana_fruiz
Esta es la historia de tres amigos que conviven en una casa. Rama (Sergio Podeley) presencia un accidente de moto. Un hombre queda moribundo y antes de morir le susurra a Rama su última palabra: Lucy (interpretada por una inexpresiva Valeria Correa). A partir de ese momento, se embarcará en la búsqueda de esa chica, el destino lo llevará a enfrentarse al dueño de un acuario. Y para ganarse la confianza de Lucy, se dedicará al estudio de las clasificaciones de los peces. Iván (Federico Liss) es integrante de un grupo de Heavy metal. Su sueño es llevar al conjunto a su máxima expresión para que puedan ser teloneros del grupo Almafuerte y poder conocer en persona a Ricardo Iorio. En su camino por cumplir el sueño se interpondrán la novia, la madre y hasta sus propios compañeros de banda. Su convicción es inquebrantable y nada impedirá que cumpla su sueño. A Chacho (Gustavo Pardi) le apasiona la actuación y quiere vivir de esa profesión. Abandono la empresa de su padre para dedicarse a la carrera de actor y poder realizar castings. A través de las imágenes fotográficas, el director Federico Sosa nos muestra escenarios naturales de una Buenos Aires conocida. Logra acertadas escenas al describir los paisajes urbanos. Por medio de las conversaciones que tienen los amigos cuando se juntan, el director presenta el día a día de cada uno y como se desarrollan en su entorno. La puesta de cámaras crea un juego de imágenes que lleva al espectador a un espacio reconocido y ayuda a la verosimilitud. Podeley, Liss y Pardi forman una triada natural al momento de desplegar los actos. Sosa diferencia muy bien las personalidades de cada personaje. Y uno como espectador puede destacarlos sin inconvenientes. Este filme comienza con una intriga: saber quién es la tal Lucy. Una historia que se acentúa por sobre las demás. A partir de este hecho, Rama se lo contará a sus amigos, de una manera particular, como un acontecimiento aislado y como si fuera algo normal. Yo sé lo que envenena es una comedia que expone los problemas cotidianos de un grupo de amigos que podrían estar comenzando los treinta. Y cuando se empieza una nueva década aparecen los conflictos, las crisis. En definitiva se trata de una película que muestra el camino que cada uno recorre para poder cumplir los sueños. Por Mariana Ruiz @mariana_fruiz
Sentadas a la mesa en un estudio de arte, cuatro adolescentes colorean y, son entrevistadas por la propia directora: Cecilia Kang. Ella les pregunta sobre que les gustaría ser cuándo sean grandes y que les parece la profesora, entre otros temas. Mientras las chicas responden, la cámara abandona el plano de sus rostros, iniciando una secuencia de planos detalle: manos, pinceles, paletas, dibujos. La directora introduce, de esta manera, el tema que abordara durante el filme, colocándose, momentáneamente, en la posición de entrevistadora, mientras otra persona registra la acción que se desarrolla. En un abrir y cerrar de ojos nos encontramos al otro lado del mundo. Ahora las personas no son adolescentes sino mujeres maduras y ancianas. Cecilia vuelve a tomar el control de la cámara. De aquí en adelante Corea es nuestro centro, exploramos esa cultura en el marco de las costumbres y orígenes familiares de la directora y hasta se atreve a mostrar la historia de su hermana cómo modelo de vida. Un paseo que realizan las mujeres. Una visita al cementerio. Un ritual de respeto y memoria. Fotografías junto a las tumbas de sus padres. Acciones que sin lugar a dudas producen un extrañamiento hacia el que desconoce esas costumbres, aunque inmediatamente se genera una sensación de entendimiento. El filme está correctamente realizado, el trabajo de fotografía es preciso tanto de día cómo de noche. Sin embargo, el espectador puede quedar algo desconcertado, ya que no se brindan referencia alguna al momento de cambiar de un país al otro. La directora sabe lo que quiere contar, pero no lo muestra de manera efectiva, siendo la única entendida en estos cambios. Esta situación obliga a revisar escenas para entender el parentesco que tienen entre si las mujeres que presenta en la película, su relación con la directora y, sobre todo, la línea continua del relato. Con un poco más de contextualización en las escenas, el filme se vería de otra manera. Igualmente queda bien expresada la crisis que Cecilia tiene por encontrar su identidad, el lugar al cual pertenecer, la lucha interna consigo misma. Cecilia Kang tiene en claro su relato, sabe lo que quiere decir, a lo que apunta, aunque no la desvele la cabal comprensión del potencial público. Por Mariana Ruiz @mariana_fruiz
Giacomo Casanova (1725-1798) –aquí interpretado por John Malkovich- nació en Venecia; fue escritor, diplomático, bibliotecario y agente secreto italiano, sin embargo, su vida es conocida por haber sido un hombre con múltiples conquistas amorosas a lo largo de toda su vida. La película comienza con la llegada de Elisa (Verónica Ferres) al palacio en el que se encuentra un Casanova anciano, enfermo y casi moribundo. Ella ingresa al lugar con la sola intensión de leer, si o si, las memorias que ha escrito este particular personaje. A lo largo de la trama se descubrirá porque esta tan interesada en esos escritos. A través de ellos, podemos conocer a Casanova en su juventud cortejando damiselas de todas las edades, argumentando amor por todas ellas y hasta dándose el gusto de batirse a duelo. El Director Michael Sturminger (quien ya había conformado una dupla con Malkovich en el filme The infernal comedy del año 2010), hace honor al nombre de la película introduciendo diferentes variaciones de planos-secuencias. Ejemplo de esto, es la escena que comienza con Elisa viajando en un carruaje antiguo, ambientada la época en escenarios naturales, representando un antiguo pasado, el acto termina desarrollándose en el escenario de un teatro rodeado de utilería con solo un abrir y cerrar de puertas. En este juego de representaciones y, de manera paralela a lo que se desarrolla arriba del escenario (estamos frente a una ópera filmada), se destaca la historia que ocurre entre el público y los actores. Una espectadora (María João Bastos) que inesperadamente termina observando la obra detrás del escenario, interactúa con el propio John Malkovich que espera su pie para volver a escena. La realidad de la obra se entremezcla con la del espectáculo, la ficción y la vida real toman el mismo curso en un divertido dialogo. John Malkovich, una vez más, debe interpretar al personaje y pasar a ser él mismo tal cómo lo hizo en la película ¿Quieres ser John Malkovich? (Spike Jonze, 1999). Siempre es John Malkovich haciendo de sí mismo y, como buen actor de teatro que es, se interpreta de manera excepcional. Su gestualidad, el tono de su voz y los movimientos de su cuerpo crean una perfecta armonía dando lugar a la verosimilitud del personaje que está interpretando en ese momento. Es Casanova en el palacio, en la ópera y es John interactuando en el teatro. Estamos ante un filme fuera de lo común, en donde el director eligió filmar la opera para acercarla al público en general, de forma que no sea una monótona recreación de la vida de Casanova. También, acompañan actores y cantantes liricos, quienes en conjunto hacen de esta película un impresionante retrato de la vida de Giacomo Casanova. Por Mariana Ruiz @mariana_fruiz
Zaneta (Klaudia Dudová), una joven madre perteneciente a la etnia romaní, lleva a cabo una lucha diaria para darle a su pequeña hija una mejor calidad de vida. Junto a David, su pareja, vive una realidad que la sociedad Checa no visibiliza habitualmente. Esto se evidencia con el constante desafío de insertarse en un sistema que los encuentra sobreviviendo gracias al auxilio estatal, con poca experiencia laboral y escasos estudios. Cuando todos estos problemas se entrelazan seguidos por las pésimas condiciones de vida que tienen, roces familiares y desconfianza en la pareja. Ella busca una salida extrema poniendo en riesgo su vida y la de su familia. Zaneta, no se ve impedida de seguir luchando al enfrentarse con los prejuicios sociales y la exclusión laboral que sufre por ser de condición de gitana. El director Petr Václav formado cómo documentalista, ha realizado otro filme referido a esta situación en la que viven los gitanos (Marian – 1996). En esta oportunidad realizó un interesante trabajo de casting para que la película sea interpretada por no actores y así descubrir a través de sus interpretaciones la realidad en la que viven, plasmándola en la pantalla de la manera más verosímil posible. Václav nos muestra los lugares menos reconocibles del país europeo, viajamos a los extremos de la vida en la ciudad, nos hace sentir el frío en la piel. Cabe destacar los diálogos familiares que se expresan tan naturalmente cómo si fuéramos observadores de un conflicto interno en el que estamos demás. Sin embargo, algunas historias familiares quedan sin resolver y no sabemos cuál fue el destino de cada uno, puedo citar como ejemplo a la hermana de Zaneta que también vivía con ella antes de que la tuviera que dejar por no poder mantenerla. Esta es una película que describe una realidad social desconocida, muestra el deseo por mejorar y evitar el estereotipo con el que, a veces, el Estado y la propia sociedad los estigmatiza. El permanente movimiento de un lugar a otro, el no querer traicionar las costumbres y el esquivar los malos caminos hacen de Zaneta una mujer que busca, más allá de las dificultades, una puerta de salida. Por Mariana Ruiz @mariana_fruiz
El hijo de Dios (Argentina – 2015) Dirección y guión: Mariano Fernández y Gastón Girod / Fotografía: Gastón Girod / Edición: Carlos M. Cambariere / Música: Maxi Prietto / Intérpretes: Paula Soria, Juanki Lo Sasso, Ignacio Ballone, Agustín Repetto, Marina Artigas / Duración: 92 minutos. El suelo de tierra fragmentada, seca de tanto calor, no impide que los habitantes de Betania, un pueblo detenido en el tiempo, se arriesgue a jugar al futbol, a pesar de su prohibición. Este pueblo, bajo el poderío de Pilatos (arquero y comisario) en complicidad con el párroco local (réferi ocasional) juega todos los años, principalmente en tiempos de Pascua, un partido con el objetivo de mantener el orden y el control sobre los habitantes del lugar. En una ciudad, donde se ignora esta realidad, un grupo de amigos decide pasar un tiempo juntos, la excusa es ir a pescar. Pero durante ese viaje, ya entrados en el interior bonaerense, el motor del auto se descompone. Allí, aparecerá un extraño personaje que los ayudará a reparar el coche y los conducirá hacia Betania. Así comienza un viaje de sorpresas en el que estos amigos se enfrentan con modales y léxicos que no son propios de ellos. Tendrán que adaptarse y aceptar el enfrentamiento que las autoridades le impondrán para intentar lograr su libertad. La dupla de directores Mariano Fernández y Gastón Girod relatan la historia de futbol desde lo más profundo que tiene el fanático con respecto por este juego: la pasión. Una pasión que desborda y se transforma en religión. Recurriendo a referencias, actitudes y nombres bíblicos, construyen un escenario decorado al mejor estilo de las películas de vaqueros: duelos, un pueblo que quiere ser “libre”, una dama en apuros, y por supuesto, un héroe. En un pueblo donde la corrupción manda y hay un orden establecido, los habitantes esperan a que un mesías cambie las reglas del juego. El filme, es una acertada mezcla de géneros (bíblico/western), con muchas referencias futboleras ideales para la apreciación de los fanáticos. Cabe destacar la dirección de arte de Danna Caldara y la fotografía de Gaston Girod, en una suerte de cuadros con movimientos. Estas imágenes son bien acompañadas por la musicalización que nos incorpora al pueblo y nos hace sentir parte del él. Un partido/duelo muy bien editado y unos actores que están a la altura de lo que se quiere contar, cierran esta propuesta que sin pretender lo que no es, cumple con lo que promete. Una historia atrapante de noventa minutos… con dos de adición. Por Mariana Ruiz @mariana_fruiz
Hermes Vanth (interpretado por el actor Carlos Echeverría) es un médico que trabaja en el Hospital Rivadavia de la Ciudad de Buenos Aires. Dado que la mayor parte del tiempo se encuentra dentro del mismo, es normal para él convivir con la muerte. De repente, la multiplicación de víctimas fatales, de manera inexplicable, desatan una primera alarma en los inquietos pensamientos del Doctor. La muerte de personas cercanas, la cantidad inusitada de accidentes fatales de la que es testigo, y la recurrente aparición de un misterioso anciano en el momento de cada muerte, inducen a Hermes a concluir que la situación que está viviendo es algo más que un raro caso estadístico. En busca de algunas respuestas se embarca en un mundo matemático, religioso y hasta mítico. Producida y dirigida por Sergio Mazurek (esta es su segunda película como director, antes había realizado Lo siniestro en 2009) Ecuación, los malditos de Dios pretende ser un filme de terror, pero, el susto y el espanto se quedan cortos. La película tiene un comienzo prometedor con el personaje principal corriendo y saliendo de una Iglesia y la aparición de un cura (Roberto Carnaghi) que indica misterio e intriga. Con estos elementos, el espectador espera ver los hechos que llevan al Dr. a esta situación. Si, los hechos se presentan, pero no de la manera esperada. Algunos interrogantes que se generan no se desarrollan y quedan en la nada. El vocabulario (científico podríamos llamarlo) que utilizan los personajes para explicar estos sucesos, también generan confusión y no ayudan a entender lo que realmente sucede. Todo esto conjugado con la poca expresión que tienen los actores quienes, parecieran estar en una obra de teatro, en donde, se ve las marcas de cuando se tienen que parar, caminar, detenerse, etcétera. Vale destacar la fotografía de Leonel Pazos Scioli en tonos oscuros que generan un ambiente de suspenso, para mostrar que estamos dentro de un relato de género fantástico. Ecuación, los malditos de Dios es una película que intenta ser, pero no lograr despegar. De todas maneras es bueno que los directores de cine sigan apostando a películas de género, no tan constantes en el cine argentino, contando historias fantásticas entre habitantes de nuestra ciudad. Por Mariana Ruiz @mariana_fruiz