“María Callas: En sus propias palabras”, de Tom Volf Por Mariana Zabaleta Todo paseante por la ciudad se detiene quizás un instante por las, casi extintas, disquerías. El olor ya se asemeja al de los anticuarios. Algunos rubros populares ahora se mezclan en almacenes-depósitos, anticuarios atiborrados de joyas del pasado. El tiempo supo reservarles el lugar de aquella piedra preciosa que se debe solo al paseante que se esmere en develarla. La esfinge Callas siempre mira impávida desde las portadas. Un icono popular de un género reservado para las altas cumbres de nuestra aristocracia occidental. Callas era una artista integral, trasgrediendo todas las barreras establecidas. Ni los horizontes de ser artista, de ser mujer, se ser amante y amiga, ninguno supo contener tamaña vitalidad. Sus orígenes Americanos le dieron el porte de icono, la sangre Griega coronó a la Diosa de cólera y templanza. “Casta diosa, que con tu esplendor de plata iluminas estos antiguos y sagrados bosques, vuelve hacia nosotros tu hermoso semblante sin nube y sin velo.” Su voz mezcla de secreta alquimia y vocación artesana es hito de las voces de la humanidad, escuchar su canto nos conecta con historias de tiempos antiguos. Callas como Norma es la voz de la gran sacerdotisa ancestral, frágil misteriosa y distante. La propuesta de Volf adorna la imagen con maestría, resulta sorprendente y de gran belleza la imagen en bruto (sus bordes delatan la existencia de las cintas como un tesoro). La voz en off permite que María y Callas se debatan el hilo conductor de esta biografía. Por momentos histriónica su rostro se convierte en las máscaras del teatro más antiguo. La tragedia griega marca el pulso de su arte y su divismo, pura Callas. Por el contrario también podemos ver su privacidad natural, suave y profunda; insondable, altiva y fuerte: pura María. Una perla notable (entre tantas) para los espectadores cinéfilos, podremos contemplar parte de su allegada relación con Pasolini, comprendidos comparten el detrás de escena como amigos adolescentes. La Medea del Siglo XX conquista la merecida pantalla. “Templa, oh Diosa, templa estos ardientes corazones, templa su celo audaz, y derrama sobre la tierra la paz que en el cielo haces reinar.” MARÍA CALLAS: EN SUS PROPIAS PALABRAS Maria by Callas. Francia, 2017. Dirección y Guión: Tom Volf. Intérpretes: Maria Callas, Fanny Ardant, Joyce DiDonato, Aristotle Onassis, Vittorio De Sica, Pier Paolo Pasolini, Luchino Visconti, Omar Sharif, Brigitte Bardot, Jean Cocteau. Producción: Tom Volf, Emmanuelle Lepers, Gaël Leiblang, Emmanuel Chain y Thierry Bizot. Distribuidora: Mirada Distribution. Duración: 119 minutos.
“Wiñaypacha”, de Oscar Catacora Por Mariana Zabaleta Contar historias hace que las lenguas perduren, un ejercicio complejo que Óscar Catacora emprende al momento de encontrar los “modos” de expresar y documentar por sobre lo sagrado. Lo complejo de la puesta esta tanto en las formas (Happy Hourextremadamente cuidadas), como en los sucesos que se muestran. No podemos evitar notar que el guion parece un hilo muy fino, casi nada del valor de esta puesta se suspende sobre dicho hilo. Son los precios que se pagan por ingresar en lo sagrado, velar lo vedado. Un mundo íntegramente orgánico (solo la presencia de fósforos marca un presente incluso lejano), el misterio del ritual brilla sobre lo cotidiano. Willka y Pahxis son el Sol y la Luna, sus cuerpos yacen juntos en un lecho pequeño, sus quehaceres se encuentran necesariamente ligados, la inmensidad de la cordillera Andina también parece una frágil bola de nieve. En ella los cuerpos componen escenas complejas, enmarcadas con gran esmero resaltando el ojo pictórico de Catacora. La voz en esta lengua ancestral no puede ser sometida a un guion, más bien recita, canta, hechiza, reza, ritualiza. Lanzados a la naturaleza inmutable pasajes poetas de tiempos remotos. Mitologías. Carnavales. El lamento resuena atemporal en el eco de la montaña. La escritura hace al hombre desmemoriado. Después de tantos años de distancia ante estos dichos Socráticos se sigue intentando documentar para engordar la memoria. Una memoria ya saturada de sujetos, todos inaugurando mundos complejos y vitales que forman perlas en el espiral de la eternidad. La música, la coreografía, los animales en escena, no pueden ser pensados como una mera “puesta”. Anida en ellos el pulso del instante, el gesto en escena. El enunciador se hace presente enmarcando los escenarios y a sus protagonistas. Estamos en compañía, alguien con respeto nos señala la vida y la muerte sobre las nubes. WIÑAYPACHA Wiñaypacha. Perú, 2017. Guión, fotografía y dirección: Oscar Catacora. Intérpretes: Vicente Catacora y Rosa Nina. Edición: Irene Caijas. Sonido: Edwin Riva y Rosa Oliart. Diseño de producción: Hilaria Catacora. Distribuidora: Zeta Films. Duración: 86 minutos. 1 marzo, 2019 Compartir Facebook Twitter Contar historias hace que las lenguas perduren, un ejercicio complejo que Óscar Catacora emprende al momento de encontrar los “modos” de expresar y documentar por sobre lo sagrado. Lo complejo de la puesta esta tanto en las formas (Happy Hourextremadamente cuidadas), como en los sucesos que se muestran. No podemos evitar notar que el guion parece un hilo muy fino, casi nada del valor de esta puesta se suspende sobre dicho hilo. Son los precios que se pagan por ingresar en lo sagrado, velar lo vedado. Un mundo íntegramente orgánico (solo la presencia de fósforos marca un presente incluso lejano), el misterio del ritual brilla sobre lo cotidiano. Willka y Pahxis son el Sol y la Luna, sus cuerpos yacen juntos en un lecho pequeño, sus quehaceres se encuentran necesariamente ligados, la inmensidad de la cordillera Andina también parece una frágil bola de nieve. En ella los cuerpos componen escenas complejas, enmarcadas con gran esmero resaltando el ojo pictórico de Catacora. La voz en esta lengua ancestral no puede ser sometida a un guion, más bien recita, canta, hechiza, reza, ritualiza. Lanzados a la naturaleza inmutable pasajes poetas de tiempos remotos. Mitologías. Carnavales. El lamento resuena atemporal en el eco de la montaña. La escritura hace al hombre desmemoriado. Después de tantos años de distancia ante estos dichos Socráticos se sigue intentando documentar para engordar la memoria. Una memoria ya saturada de sujetos, todos inaugurando mundos complejos y vitales que forman perlas en el espiral de la eternidad. La música, la coreografía, los animales en escena, no pueden ser pensados como una mera “puesta”. Anida en ellos el pulso del instante, el gesto en escena. El enunciador se hace presente enmarcando los escenarios y a sus protagonistas. Estamos en compañía, alguien con respeto nos señala la vida y la muerte sobre las nubes. WIÑAYPACHA Wiñaypacha. Perú, 2017. Guión, fotografía y dirección: Oscar Catacora. Intérpretes: Vicente Catacora y Rosa Nina. Edición: Irene Caijas. Sonido: Edwin Riva y Rosa Oliart. Diseño de producción: Hilaria Catacora. Distribuidora: Zeta Films. Duración: 86 minutos.
“Happy Hour: Dale espacio a tu deseo”, de Eduardo Albergaria Por Mariana Zabaleta Horacio (Pablo Echarri) es un profesor de literatura, confesado escritor frustrado. Su afinidad por los relatos es el puntapié del film, su voz en off comienza por describirnos su acomodada y colorida vida en Rio de Janeiro. Una esposa exitosa, laburo en la universidad, los monos predadores colgados de las ventanas, ¿qué más se puede pedir? Una vida que se dice acartonada se muestra por demás como un set de grabación. La película es honesta, no habrá ni un ápice de realismo, solo entregarnos a contemplar una típica comedia de enredos (y no tanto), crisis personales y matrimoniales en puerta. Solo ello y gracias a la suave brisa costeña se inunda de frescura la pantalla. Un porteño en Rio lleva consigo la nostalgia, y como somos buenas personas, los “Argentinitos” preferimos poner las cartas sobre la mesa: Horacio confiesa a su mujer la intensión de estar con otras mujeres. Con la fama de predadores mundiales a cuestas, Horacio prefiere hacer las cosas más “dramáticas”. La cantinela del amor libre y la fidelidad (presentada como una histórica farsa) parece ser un tema resuelto para la idiosincrasia brasilera. ¿Estereotipos? Todos, pero sin maldad. Entonces con una mujer exitosa, en pleno auge en su carrera política, los roles se invierten. Horacio no deja de gatillar escenas con su cara de compungido, recordando esos payasos que tienen de chistoso lo más triste. De fondo algún que otro tango nos invita: “Y a vos te vi tan triste vení, volá, sentí. El loco berretín que tengo para vos…” Entre tanto chicle-delirio varias escenas rozan lo surrealista aportando los momentos más memorables y funcionales a la cinta. Sin dudas otro espumoso hito de nuestro, siempre cercano, cine shampoo HAPPY HOUR Happy Hour: Dale espacio a tu deseo. Brasil/Argentina, 2019. Dirección: Eduardo Albergaria. Intérpretes: Pablo Echarri, Letícia Sabatella, Luciano Cáceres y Aline Jones. Guión: Eduardo Albergaria, Carlos Arthur Thiré y Fernando Velasco. Fotografía: Marcelo Camorino. Música: Darío Eskenazi. Edición: Karen Akerman. Dirección de arte: Marcus Figueiroa. Sonido: Martín Grignaschi. Distribuidora: Primer Plano. Duración: 104 minutos. Apta para mayores de 16 años.
“Niñas araña”, de Guillermo Helo Por Mariana Zabaleta Tomando el cielo por asalto, tres adolescentes chilenas trasgreden con fuerza la férrea división de clases de una sociedad muy estática. Guillermo Helo concreta su primer largometraje con gran soltura y avidez de dar espacio y protagonismo a los habitantes más invisibilizados de la sociedad chilena. La vida dentro de las “tomas” es una realidad de varias generaciones de sudamericanos, en cada país (incluso cada región geográfica) la constitución y consolidación de estos barrios se da de maneras muy diversas. En el caso retratado por Helo podemos ver un barrio conformado por trabajadores agrarios que debieron migrar a las inmediaciones de Santiago, ciudad capital reconocida por su infraestructura moderna. La montaña de fondo constituye, en cada zona lindera a la cordillera, diversos cordones urbanos: “altos y bajos” los barrios muchas veces son cara (turística) y contracara (oculta) de la gran ciudad. Solo tres adolescentes podrán quebrar todo el entramado de mecanismos que garantizan el aislamiento controlado de las zonas “altas” de Santiago. Comienzan mezclándose con la gente en los shoppings para realizar hurtos pequeños, actividad latente en la camaradería de todo grupo adolescente. El robo casi como un juego, superando la impotencia a la que son sometidos los jóvenes de los barrios más carenciados. Las chicas redoblan la apuesta, el barrio y sus restricciones (por ser mujeres, por ser adolescentes, por ser bastardas) les queda pequeño. El trío constituido por Avi, Cindy y Estefany son nuestras Spring Breakers justicieras. Irrumpen en los desolados departamentos de los ricos para despacharse de todo y todos bajo la simple y lúdica consigna de “pasarla piola”. Solo ellas tienen “la postura” y “la perso” suficiente para quebrar el límite, aquello que el poder del dinero determina como lo privado. Semejante ímpetu cautiva rápidamente a los medios locales, inteligentemente retratados por Helo, estos ingresan al barrio ávidos de material para alimentar a la opinión pública. Esta presencia hace uso y desuso de la vulnerabilidad e idiosincrasia de los vecinos y familiares de las protagonistas. Una cuestión más a destacar, en la constitución del guion, es que retrata otro de los factores más complejos de la vida en los barrios más populares. Los vecinos constituyen pactos de convivencia y orden, con ello las figuras de poder y abuso siempre se hacen presentes y el mercado ilegal de tierras es una realidad de todos los habitantes de los barrios. Laburantes que día a día batallan con la desigualdad anhelando que la “pena” no cale profundo en la vida de sus hijos. Esta aventura no concluye del todo, Avi se ve impulsada al mundo, su ímpetu la lleva hacia un destino Sin techo ni ley. NIÑAS ARAÑA Niñas araña, Chile, 2017. Director: Guillermo Helo. Guion: Daniela Aguayo, Ticoy Rodríguez y Guillermo Helo. Intérpretes: Michelle Mella, Javiera Orellana, Dominique Silva, Patricio Contreras, Francisca Gavilán, Pablo Schwartz, Pablo Macaya, Francisco Diaz, Marcelo Castro. Duración: 94 minutos.
“Familia al instante”, de Sean Anders Por Mariana Zabaleta La carrera de Mark Wahlberg como productor y actor va, paulatinamente, tomando ribetes esquizofrénicos. Este proto-millennial inicio su carrera como cantante y bailarín de hip-hop en los dulces 90’s. Inmediatamente calificado como sex symbolcoronó cuartos adolescentes posando con Kate Moss en publicidades de Calvin Klein. People no lo hizo esperar galardonándolo como el número 1 en el listado de “mejores encantos de los 90” por encima de Cameron Diaz, George Clooney e incluso Brad Pitt. Hollywood no pudo esperar más para consumir tanta frescura: Un poeta entre reclutas, Diario de un rebelde (junto a Di Caprio) y la entrañable Boogie Nights, consolidaron un arco actoral reconocido por tanto por el público masivo como por la crítica. ¿Qué nos trae Familia al instante? Su reciente estreno cuya participación va desde la producción hasta el protagónico (compartido con Rose Byrne conjugando en una pareja muy “progre”). Una cruzada constante que Wahlberg está manteniendo dentro de los marcos de lo “políticamente correcto” tensionando los límites del humor y el thriller americano. Este año un drama familiar “corte americano” nos trae las peripecias de una pareja joven para “seleccionar” y posteriormente concretar la potestad sobre tres desamparados niños latinos. Para Charles Ingalls, y su pintoresco reparto familiar, tampoco fue sencillo encontrar una comunidad que ofreciera amparo ante tantos prejuicios. Es hora de que Norteamérica se ponga los pantalones de la casa, criar a los hijos de las “víctimas del sistema”; drogadictos narcotraficantes y terroristas no pueden dar “familia” a sus futuras generaciones. Así vemos desfilar un sinfín de estereotipos de “familias progres” que no excluyen “los dos papas”, la “mama luchona CIO internacional” y los fanáticos religiosos. Un sistema de adopción acelerado permite a estos sujetos de buenas intenciones “matchear” y después “conectar” con el bebe/niño/adolescente que cuaje con sus expectativas. Distopía perversa, se permite jugar con la buena fe del espectador que no flaqueara en querer ver una familia realizada para los niños desamparados. Golpe bajo y efectista, el mayor resguardo de la propuesta es no dejar caer al espectador en emociones fuertes, todo dramatismo se verá consecutivamente compensado con algún chiste o escena hilarante que no deja margen a la diferencia, a la tensión. ¿Qué tiene su director Sean Anders, que no tenga el otro predilecto de Wahlberg, Peter Berg? Guerra de papás – Día del atentado; Guerra de papas 2 – Horizonte profundo; Familia al instante – Milla 22: Mark no deja de tomar las riendas de la gran casa, el teatro de la guerra tiene muchas trincheras, la familia norteamericana está mutando al compas de las nuevas y futuras conquistas. FAMILIA AL INSTANTE Instant Family. Estados Unidos, 2018. Dirección: Sean Anders. Intérpretes: Mark Wahlberg, Rose Byrne, Octavia Spencer, Isabela Moner, Iliza Shlesinger, Eve Harlow, Tom Segura, Tig Notaro, Julie Hagerty, Britt Rentschler, Gary Weeks, Allyn Rachel, Randy Havens y Carson Holmes. Guión: Sean Anders y John Morris. Fotografía: Brett Pawlak. Música: Michael Andrews. Distribuidora: UIP (Paramount). Duración: 119 minutos.
“Las Hijas del Fuego” de Albertina Carri Por Mariana Zabaleta Roadmovie tortillera. Un grupo de chicas se suben a una combi escolar en busca de una historia, una película que se dice proyecto se consuma en una serie de escenas eróticas, pornográficas y video-poemas. Casi como El origen del mundo de Courbet esta oda al desnudo femenino se esfuerza por mostrar lo carnoso y húmedo del erotismo femenino. Algo de liberación resuena un tanto añejo, un gesto de revelación que se torna un giro tras otro giro, más otro giro, ya sin sentido. Carri adora a Itziar Ziga, escritura-perra: cine-perra. La bien nombrada (por nada menos que por Virginie Despantes y Paul Beatriz Preciado) vena más licantropa del activismo feminista contemporáneo, conduce el impulso sanguíneo desde donde Carri abreva. La estrategia de lucha guerrillera construye en el presente maquinaria, el cine se abre paso en la empresa de conformar una feminidad reciclada: “donde no queda nada, ni bio ni crudo, donde todo ha sido ya cocido (por el ojo de la cámara) por no decir vomitado, desde el basurero de la heterosexualidad normativa; el kiosko del patriarcado”. Desde el nuevo milenio el viejo continente nos trae el glamour basurero (con reflujo): literatura, cine y arte perfomativo (entre otros lenguajes artísticos) que abordan aventuras de perras sin trabajo y sin perspectivas de tenerlo, la sumisión solo será complemento del deseo. La colectividad es un tema importante que, al igual que Ziga comienza en la periferia. El sur es el escenario de origen, donde una perra se organiza, muerde y empieza a vivir sin rumbo fijo. Constituye una manada de animales fronterizos: maquina colectiva de coger. El trabajo de Albertina Carri mostraba su vitalidad en la fragmentariedad, su voz cabalgaba sobre las siluetas y sombras para entregarnos un instante alejado de los espacios comunes de la linealidad. Las Hijas del Fuego no entrega esto, se obstina en mostrar y narrar, por momentos con poética elegancia, el mundo de lo íntimo como el espacio de lo político. LAS HIJAS DEL FUEGO Las hijas del fuego. Argentina, 2018. Dirección y guion: Albertina Carri. Intérpretes: Disturbia Rocío, Mijal Katzowicz, Violeta Valiente, Rana Rzonscinsky, Canela M., Ivanna Colonna Olsen. Producción: Gentil. Fotografía: Inés Duacastella, Soledad Rodríguez. Duración: 115 minutos.
“La casa del eco”, de Hugo Curletto Por Mariana Zabaleta Nunca sabrás si estás despierto. El genio es maligno cuando no da respiro, cuando no podemos asirnos de ninguna pista para distinguir el sueño de la vigilia. Alejo Ruiz no puede transitar la vigilia, algo terrible aconteció. No hay arquitecto, ni genio humano, que pueda dimensionar los recovecos del edificio-mente. Hugo Curletto nos invita a perdernos, junto a Alejo, siguiendo las pistas del eco, aquel que viene del futuro y del pasado. Una propuesta que tiene su fuerte en un guion complejo, para nada lineal, más bien la superposición de episodios compone una postal surrealista. Rota la barrera del mundo interno, la caída del muro quebró, más bien acotó, las distancias entre el recuerdo, el sueño y el presente del protagonista. No habrá certezas subjetivas que se confundan con verdades objetivas, transitar un guion construido bajo estas premisas es un desafío, alejado de los rutinarios horizontes de expectativa que todo espectador conduce a la sala. Es por ello que estando desprevenidos la confusión constante conduce al tedio y al aburrimiento, para alejarnos de ello la puesta apuesta al thriller psicológico dando lentamente varias vueltas de tuerca. Alejo como Segismundo: un “vivo cadáver”, un animado muerto, emprende acompañado la búsqueda de una parcela de pinar que su padre le ha legado. Lo que no sabe, como buen capitalino, es que bajo los pinares ninguna vida se engendra, la acides de la resina todo lo mata. Construir un relato-edificio sobre arenas movedizas será imposible, mejor dejarse llevar por el vaivén de la imagen. LA CASA DEL ECO La casa del eco, Argentina, 2018. Dirección y Guion: Hugo Curletto. Intérpretes: Pablo Tolosa, Guadalupe Docampo, Gerardo Ottero, Gina Cavagna. Duración: 97 minutos.
“Dovlatov”, de Aleksev German Por Mariana Zabaleta Hay mucho extrañamiento en la obra de Aleksev German, nada de ésto ensucia la puesta, impoluta se regodea en amplios planos en exterior e interior con una cuidadísima ambientación. Podremos disfrutar de los paisajes inhóspitos y helados de la Unión Soviética. Si algo destaca es la necesidad de recrear los espacios y dinámicas de los artistas dentro del régimen, muy a nuestro pesar, es clara la necesidad de contrastar y poner en tensión la antigua y acartonada figura del artista dentro de un régimen estrictamente obrero. Si, Dovlatov cuya obra está teñida de ironía y crítica hacia los límites estrictos del poder soviético se muestra como un artista casi inmaduro, sometido al vaivén de su humor desinteresado y conflictivo para con sus compañeros y familia. Es llamativo pensar la obra de este escritor, cuya idiosincrasia parece retratada como la de un nativo de Central Park, en oposición a lo que podemos a groso modo saber sobre la historia de la literatura rusa. El desarrollo de teorías críticas y técnicas en Rusia es vital para la renovación de la literatura universal, este Dovlatov parece apartado de dichas enseñanzas, criado por fuera del concepto integral que conjuga a la literatura con la practica social. Incluso estos apartados son ridiculizados en varios episodios, al tener que escribir para el periódico de una fabrica la consigna de referirse grandilocuentemente sobre la vida del obrero le parece un absurdo, una tarea a la cual el cuasi millennial escritor renuncia con desdén. Dicen que no hay profetas en su propia tierra, esta película retrata concretamente como el iluminado y sentimental espíritu del artista romántico no tiene lugar en la colectiva y siempre productiva madre Rusia. El espíritu de Dovlatov lo conduce al lugar indicado, su exilio en EE.UU resuelve sus conflictos con la Unión de Periodistas Soviéticos, refugiándose en brazos de nada menos que The New Yorker. El post-realismo que su obra destiñe solo podía tener lugar de desarrollo alejado de los conceptos matrices de comunidad y la diada trabajo-vida, la ironía y la ridiculización del mundo obrero soviético lo colocó necesariamente por fuera del paradigma existencial y creativo de sus coétaños. La película de German se coloca en plena empatía con el escritor, una puesta que es calificada de crítica no explota la confrontación político-ideológica del escritor más que como un pesar propio del genio artístico más burdo. DOVLATOV Dovlatov. Rusia/Polonia/Serbia, 2018. Dirección: Aleksev German. Intérpretes: Danila Kozloysky, Artur Beschastny, Milan Maric, Anton Shagin y Helena Suiecka. Duración: 120 minutos.
“Hasta que me desates”, de Tamae Garateguy Por Mariana Zabaleta Una película de pretensiones. Sin conocer el trabajo de su directora los títulos reponen todo, una estética cargada de gloss juega con un guion que al instante reconocemos predecible. La relación entre Eros y Tanatos siempre se encuentra presente. Esta vez su vinculo refuerza la presencia del erotismo en la pulsión de muerte, nada deriva en fecundidad, todo gesto se reduce a la expresión de un dolor plástico. Bañados en patinas de estetismo estos cuerpos se muestran lánguidos, personajes sin carácter en busca de mostrar cierto enigma quedan flotando por Buenos Aires. Fantasmas de una fantasía que no logra acumular la fuerza necesaria para presentarse. Nuevamente el sadismo como deriva del trauma, el diagnostico se convirtió en la enfermedad. Presupuestos que pesan a la trama y al espectador. Tragedia se concreta porque se sabe desde el comienzo, lo importante es la tensión erótica que se debería lograr en la progresión de la cinta. Algunos quedaran satisfechos, otros solo sentirán la porosa frialdad de la piel sintética. Esta reseña corresponde a la presentación de Hasta que me desates en la Competencia Argentina del 31º Festival de Mar del Plata. HASTA QUE ME DESATES Hasta que me desates. Argentina, 2017. Dirección: Tamae Garateguy. Intérpretes: Martina Garello, Rodrigo Guirao Díaz, Paula Carruega, Naiara Awada y Jazmín Rodríguez. Guión: Miguel Forza de Pauls. Fotografía: Connie Martin. Música: Sami Buccella. Edición: Eliane Katz, Martin Busacca. Dirección de arte: Sheila Szulaski y Jimena Mejuto. Sonido: Guillermo Picco y Pablo Gamberg. Duración: 82 minutos.
“Historias de ultratumba”, de Jeremy Dyson y Andy Nyman Por Mariana Zabaleta El inglés victoriano es un sujeto supersticioso, Conan Doyle y Dickens fueron reconocidos espiritistas e interesados en materia de actividad paranormal. Cuentos que estremecen, relatos que nunca dejaron de transmitirse vía oral. Ambos escritores supieron ver el acervo folclórico y la veta critica que este género permitía. Historias de ultratumba nos devuelve esa atmosfera de tensión y nostalgia, la niebla puebla de fantasmas algunas escenas recordando viejas postales victorianas. Dyson y Nyman van por todo: dirigen, escriben e interpretan. Se puede conceder que el producto final entretiene, también estremece (solo apenas) pero conforma. El inicio nos pone en secuencia con grandes tópicos de la literatura gótica, que se irán desarrollando en las descripciones psicológicas de los diversos personajes. Una historia contiene a otras, como cajas dentro de cajas, imágenes en movimiento se fagocitan entre sí. Su protagonista, el profesor Goodman, es un hombre de ciencia. Paradójicamente se dedica (en una especie de reality show) a desenmascarar estafadores o víctimas de la superstición. Su férreo racionalismo generará una tensión continua frente a la emocional y sublime experiencia paranormal. Los personajes de Historias de ultratumba saben de ello, conviven con los resquicios góticos que sobreviven en la ciudad. Los eventos paranormales desencadenan emociones desbocadas, el terror los conduce a la agitación, la angustia, la paranoia. Para Goodman estas sensaciones tienen sus explicaciones psicológicas, a medida que avanzamos en el film la línea entre lo racional y lo irracional se quiebra. La miseria humana, sombras del pasado, imágenes de la vergüenza todas ellas alimentan las penitencias. En el camino Goodman (como el viejo Scrooge) deberá enfrentarse a los hechos, ponerse cara a cara con lo paranormal implica mirar hacia adentro; ante lo que se nos a-parece. A pesar de tal homenaje las historias presentadas por Dyson y Nyman no llegan a cautivar como la de los grandes escritores. Aunque, cabe destacar, que contienen la imprescindible nota de picardía y gracia que atempera el tono general de miseria. HISTORIAS DE ULTRATUMBA Ghost Stories, Reino Unido, 2017. Dirección: Jeremy Dyson, Andy Nyman. Guion: Jeremy Dyson, Andy Nyman. Intérpretes: Martin Freeman, Alex Lawther, Jill Halfpenny, Andy Nyman, Paul Whitehouse, Nicholas Burns, Daniel Hill. Duración: 98 minutos.