No todo lo que brilla es oro, y filmar en condiciones extremas no hace a una buena película. Tampoco exponer a los actores a condiciones climáticas extremas para conseguir mejores actuaciones. El Renacido (The Revenant) es una gran apuesta de Alejandro González Iñárritu, director de Birdman (ganadora como Mejor Película en la edición pasada de los Oscar), pero que no llega al nivel de obra maestra por el flojo guión que no acompañó a las actuaciones ni a una fotografía descollante del gran Lubetzki. Leonardo DiCaprio vuelve a mostrar maestría actoral sin ser su mejor personaje. Hugh Glass era un cazador furtivo que en 1823 formó parte de una expedición por los bosques de Norteamérica en busca de pieles, que en esa época era un negocio más que redituable. En medio de una discusión con sus compañeros, luego de ser atacado por una tribu de Arikaras, Glass decide explorar el bosque solo en busca de un camino soportable para sus compañeros y recibe el ataque de una osa grizzly que defendía a sus cachorros. Este hecho casi lo mata, pero logró salvarse por su resistencia y experiencia en situaciones extremas (y dicha escena es de lo mejor de la película). En un estado moribundo, sus compañeros deciden cargar con él para, en el peor de los casos, darle un entierro digno en civilización. Pero en su camino está Fitzgerald, el antagonista del film: un hombre que formaba parte de la expedición y no contento con las decisiones de Hugh, se interpone en su camino hasta que llega la hora de imponer su ley. Este salvaje y descontrolado personaje, interpretado de gran manera por Tom Hardy, decide acelerar la muerte de Glass, y en el intento no sólo lo deja vivo, sino que le da un buen motivo para renacer luego de la experiencia con la osa, ir a buscarlo y cobrar venganza. El Renacido trata de cómo Glass debe poner a andar su cuerpo, pese a las condiciones nefastas en las que se encuentra, esquivar a los Indios y sobrellevar la fiereza con que la madre naturaleza le tratará de impedir llevar a cabo su objetivo: la venganza. En el guión está claro el objetivo del film (pese a lo testarudo y caprichoso que se vuelva el relato): la intensión es contar la valentía y el esfuerzo de un hombre frente a la naturaleza y cómo el instinto vuelve ciego al hombre, un animal sin poder de raciocinio en busca de lo más deseado, es decir, la supervivencia sin importar el costo de la misma. Pero más allá de esta declaración de principios, de esta fidelidad a narrar esta historia tan extrema, el sobrante de metraje es evidente. No solo por las extensas escenas donde se ve sufrir en demasía al protagonista, sino porque las subtramas se vuelven irrelevantes. Por ejemplo, la historia de los Indios Arikaras, tribu que está en búsqueda de una tal Powaqa, hija del jefe, no toma el valor necesario como para que importe en los momentos donde cruzan al relato principal. Toman un carácter de nimiedad en el que el espectador llega a preguntarse: “¿y esto para qué fue?”. Otro de los elementos fallidos que posee el film es el de una historia que no justificaba los reiterados flashbacks en clave de revelación que atormentaban a Glass. Esto genera una extensión sin sentido y que solo ayuda al relleno de muchas escenas. El ritmo de la película comienza muy bien, y le devuelve al público la ansiedad con la que llegó al cine, pero empieza a cansar una vez establecida la meta del protagonista. Queda claro que Alejandro González Iñarritu ha evolucionado en muchos aspectos como director pero ha mermado en otros. Subido al caballo de “filmar diferente”, asume riesgos para lograr un tipo de relato más realista, pero se pierde un poco el foco de lo que se está viendo cuando enfrenta al personaje de DiCaprio a la soledad del bosque y a las tormentas de nieve que lo acechan constantemente. La trama consigue ser interesante al comienzo y al final cuando se enfoca más en la acción, pero Iñárritu y su ego siempre serán más fuertes y buscarán lo arriesgado, lo extremo y ahí es donde se pierde claridad mientras la película carece de sentido. Por el lado del reparto, Leonardo DeCaprio asumió el personaje de Hugh Glass, un hombre que figura entre los grandes personajes de la historia norteamericana como Jesse James y Buffalo Bill. El antecedente cinematográfico de este personaje es una película de 1971: Man in the Wilderness, dirigida por Richard C. Sarafian y protagonizada por Richard Harris y John Huston, que también está inspirada en la historia de Glass. DiCaprio, motivado por ganar el Oscar que se le hace esquivo hace años, tomó este papel y se expuso a condiciones climáticas extremas que se reflejan en la pantalla y el esfuerzo en interpretar a Glass finalmente está dando sus frutos en la temporada de premios. Lamentablemente, y pese al gran nivel actoral expuesto en El Renacido, si este año se hace dueño del premio a Mejor Actor, no será por el mejor papel de su carrera. El inolvidalble Howard Hughes es difícil de superar. Tom Hardy también exhibe un nivel actoral sobresaliente. Su John Fitzgerald es tan lineal como complejo. Uno de los mejores papeles del protagonista de Mad Max: Furia en la carretera, que cierra un gran año en su carrera, lástima su paso por Leyenda. Los momentos donde aparece Hardy son una bocanada de acción que vuelve a introducir al espectador en lo importante de la historia. Antes de cerrar, ovación de pie para introducir a Emmanuel Lubezki al texto. Dentro de la extensa duración (157 minutos), Lubezki vuelve a demostrar por qué es uno de los directores de fotografía más importantes de la actualidad. Gravity (2013), dirigida por Alfonso Cuarón y ganadora del Oscar a Mejor Fotografía en 2013, marcó un antes y un después en su trayectoria y aquí logra un empate técnico con aquel trabajo. Toda la película está iluminada con luz natural y al experimentar lo logrado por Lubezki, no queda más que aferrarse a la belleza visual en los momentos donde el guión cae y pierde interés la historia.
Semana rara para los estrenos porque el mismo día que se renueva la cartelera llega fin de año y la mayor parte del 31 de diciembre y 1ero de enero los cines no están abiertos. Lo mismo sucede con el nuevo film de Ron Howard: raro. La película está basada en los hechos reales que inspiraron Moby Dick. La irregularidad siempre ha dominado la trayectoria de Ron Howard y esta película, con el estreno de su nueva obra, prueba esa afirmación. En el Corazón del Mar (In the Heart of the Sea) no es un buen film, no es de los mejores del director de Apollo 13, pero tampoco es malo, tiene puntos altos y puntos bajos. Por momentos atractiva, por momentos aburrida al extremo. La nueva película de Ron Howard, mal vendida por la elección de los planos y las imágenes que seleccionaron para los pósters, no cuenta mucho sobre la enorme ballena, sino que se destaca por lo conflictivo de las relaciones humanas y cómo surge lo mejor y lo peor en una tragedia como la del Essex en 1820. Esta embarcación viajó de Nantucket, una isla ubicada a unos 50 km al sur de Cape Cod, Massachusetts, hacia el sur del Océano Pacífico en busca de aceite de ballenas y se vio enfrentado a una bestia agresiva y malvada que quería destruir la embarcación y dejar a la deriva a los tripulantes del Essex. Estos hechos inspiraron a Melville a crear la novela de Moby Dick menospreciada en su lanzamiento. A diferencia de Rush, un film apasionante por sus personajes y el conflicto entre ellos: la personalidad de los protagonistas y su afán por triunfar, el nuevo trabajo de Howard no está en el nivel esperado. Lo que no quiere decir que sea una mala película. Solo que el director, en su andar irregular, venía de una excelente exhibición de arte, de escuela de cine y su nivel cayó en este film. Chris Hemsworth es un marino curtido que desea tener el mando del Essex, pero George Pollard Jr., interpretado por Benjamin Walker (Abraham Lincoln: Cazador de vampiros) es quién toma el mando de la embarcación sin una experiencia concreta en el alta mar. El film, por el contrario de lo que se vendió y promovió el film, cuenta la historia de estos dos hombres que provienen de distintas clases sociales y deben aprender a colaborar entre sí cuando una enorme ballena destruye el barco que tripulaban y los deja a la deriva en el océano. La ballena, la cual quedó bautizada como Moby, no tiene grandes apariciones, más que la de generar el conflicto principal. Como se mencionadaba antes, al contrario de lo que fue vendido en tráilers y gráficas, la bestia no tiene tanta presencia ni es tan diabólica, solo es un animal que defiende lo suyo, su hábitat y su existencia. Una de las cosas más interesantes, pero que no ayuda mucho a la fluidez del relato, es como está narrada esta historia. Todo comienza con una entrevista que el joven escritor Herman Melville (Ben Whishaw) le hace, en 1850, al último sobreviviente del Essex, Tom Nickerson (Brendan Gleeson). Nickerson, que en ese entonces era un novato y al momento del encuentro con Melville es un hombre torturado que se entrega al alcohol debido a le tocó vivir en aquella aventura, no posee verdaderas ganas de abrir sus pensamientos ni a su mujer, y mucho menos al desconocido escritor. Este lo convence (dinero mediante) y los secretos del trágico viaje comienzan a fluir. Los 122 minutos que dura el film no son tan tortuosos gracias a las secuencias de acción que Howard filmó con toda la clase que lo caracteriza: hermosos encuadres y gran montaje, pero en general, gran parte del film gira alrededor del conflicto entre los náufragos y la odisea que enfrentan luego de quedar a la deriva. Hay escenas innecesarias que no aportan mucho a la historia y es donde más flaquea el metraje. Desde los aspectos más técnicos, la cámara toma un papel protagónico cuando, en varias escenas, se mete adentro del mar para mostrar un poco que sucede allí abajo donde las ballenas son atacadas. Por el lado de la fotografía, hay un uso decente de los efectos digitales y el formato 3D, y las pocas secuencias que se aferran al recurso están muy bien realizadas. Si quieren ver algo similar y con más riesgos y aventuras, el director John Huston narró este conflicto en el clásico de 1956, protagonizado por Gregrory Peck, en el rol del famoso Capitán Ahab y el inolvidable Orson Welles cómo padre Mapple. El film, como se anunció en un principio, no es bueno ni malo, solo es un reflejo de la carrera de Howard: tiene momentos muy buenos e intensos y otros que son innecesarios, que no aportan nada a la historia. En ese marco, Ron consigue una obra decente pero, comparada a otras de su filmografía, debería quedar, como se dice en el fútbol, mitad de tabla para abajo.
“Abrams y su equipo tomaron una franquicia desgastada y recuperaron su sentido de magia y de mito”, publicó Daily Telegraph sobre la nueva entrega de Star Wars. ”Un verdadero triunfo” y “un auténtico clásico” fueron otros de los elogios que recibió el séptimo episodio de la historia creada por George Lucas. Está claro que la primera trilogía es, fue y será una revolución en el modo de ver, sentir y hacer cine. Además fue pionera en como extender las sensaciones, el cariño que uno puede ir generando hacia una obra de arte e instalar esa pasión en la vida de cada uno al adquirir cuanto producto se le cruce por los ojos y hacer perdurar ese cariño muchos años después del estreno. Todo ese amor fue pasando de generación en generación y su actual director, J.J. Abrams lo supo plasmar en Star Wars: El Despertar de la Fuerza. Esta nueva entrega tiene todo lo que tiene que tener una historia que involucre a la República, los Rebeldes, el lado oscuro y esta nueva versión del imperio llamada La Primera Orden. Es para el fan, es para el nuevo espectador: ese joven con ganas de hacer volar su imaginación. Es una remake y una secuela. ¿Cómo es esto? La película le da continuidad a la historia que inicio allá por 1977, pero a su vez, construye el nuevo film de una manera similar al Episodio IV. Hasta acá voy a contar sobre este aspecto porque sería relatar demasiado de lo que se debe disfrutar en pantalla. En los tiempos de mucha remake, spin-off, secuela y reboot, Star War es todo eso pero pensando en el espectador y en los números por lo cual se rige el negocio del cine. Todo comienza en Jakku, cuando Poe Dameron, en una misión de suma importancia, debe ir en busca del mapa que indica donde se encuentra el último Jedi, Luke Skywalker –repite el MacGuffin de Una Nueva Esperanza-. Descubierto por La Primera Orden, el mejor piloto de la Resistencia, Dameron, debe entregar esa información a BB-8, el nuevo androide que llegó para conquistar a grandes y chicos. Este Astromech que queda varado, debe encontrar ayuda y allí es donde se cruza con Rey, una chatarrera que fue abandonada en ese planeta cuando era pequeña. Ambos, con la ayuda de un Stormtrooper que decide buscar un nuevo camino alejado de planes de La Primera Orden, se embarcan en una aventura que posee de todo: comedia, drama familiar, el camino del héroe, y lo más esperado, se toparan con los secretos de La Fuerza y el malvado y enfurecido Kylo Ren. El drama familiar es la verdadera historia de Star Wars. Olviden la Fuerza, las referencias religiosas, incluso cualquier profundidad filosófica. Hasta de la lucha por el poder. Star wars es una telenovela traducida a épica galáctica que se extiende por tres generaciones de familias enfrentándose y reconciliándose. Y esta idea es fundamental para entender El Despertar De la Fuerza. También vuelve las batallas. Hay que atacar, contraatacar y evadir persecuciones. También hay duelos de espadas laser, los mejores de las siete películas. Sin tanta acrobacia como en el episodio I, II y III, pero con más dinamismo y coordinación que en la trilogía original. Y hay humor, más de lo esperado y encima funciona de forma impecable. Los personajes, los nuevos y los viejos, son tratados con amor, afecto y respeto a la historia, a su carácter y a su historia. Pero se destacan tres: BB-8, Kylo Ren y Rey. El pequeño astromech, que ya tiene una replica en el mercado capaz de manejar desde el celular, es parecido a una pelota de fútbol, de lo más divertido de la película y el personaje más expresivo. Bill Hader y Ben Schwartz aportan su voz para contruir las expresiones de este adorable personaje. El villano de turno es Kylo Ren. Desde la apariencia, ya es aterrador. Todo un conflicto interno lo conduce al lado oscuro. Enojado con su destino, obsesionado con el poder y entregado a la voluntad de Snoke, Kylo Ren, interpretado por Adam Driver, es un villano a la altura de las circunstancias. Por último se destaca Rey, la gran protagonista de esta historia. Eso se supo desde que se publicó el póster de El Despertar de la Fuerza para IMAX. La joven actriz, Daisy Ridley, posee un carisma sin igual. Su sonrisa, su mirada, todo se vuelve un imán de sensaciones. Aprobó con crecer en un primer gran papel en pantalla. Pasó mucho en el medio en estos treinta años de historia en aquella Galaxia muy, muy lejana. Pero de la mano de Lawrence Kasdan, el guionista, y J. J. Abrams, el director, han desarrollado una historia muy similar al esquema de Star Wars: Una Nueva Esperanza, empezando por un planeta desértico, alguien que pasa una información en un pequeño robot hasta… El concepto en el que sostuvo la trilogía inicial: la esperanza. Aquí me voy a permitir unas líneas: la parte más ingrata de esta actividad de analizar las películas es que cuando ves algo que verdaderamente te gustó y te llena de felicidad, hay que reconocer que no todo es color de rosa y que el film tiene algunas fallas. Primero que para explicar algunos puntos argumentales esenciales habrá que esperar al Episodio VIII y que aclare muchas cuestiones que quedaron en el aire. No debe ser algo que se les haya pasado por alto, solo un gancho para mantener atrapado al espectador, pero en Star Wars eso no es necesario. Por otro lado la relación entre los nuevos personajes está bastante forzada. Sobre todo la de dos de ellos que prefiero no ser tan específico y dejar que el espectador saque sus propias conclusiones. J.J. Abrams, el director más querido por los fans de Star Wars hoy. Eso si ya viste El Despertar De La Fuerza. El director de Misión Imposible 3, creador de una serie que forma parte de la revolución de las series; Lost y quién dirigió dos películas de Star Trek, prometió hace más de un año y medio que iba a hacer una película que recupere el espíritu original de esta historia. Y no mintió. Corrigió defectos pasados e introdujo nuevos personajes sobre los que puedan descansar futuras entregas. El significado o el impacto cultural de lo que armó JJ en el episodio 7 es inconmensurable. Como ya demostró en Star Trek y aquí confirma que sabe complacer a la industria y el público por igual, pero no del todo que sea capaz de contar cosas o generar emociones propias. Pero ya que vamos a seguir soñando sobre las cruces de la Fuerza y la familia Skywalker, quizás, en el futuro, debería explorar nuevos rincones de esa Galaxia muy muy lejana y salirse, solo un poquito, del esquema y la fórmula del éxito. Atrás quedan las precuelas, sus debates cuestionando cruelmente los efectos, la dirección de actores y Jar-Jar Binks. De nuevo está Han Solo al mando del Halcón Milenario, su coequiper Chewbacca, la General Leia Organa y… de fondo, esa melodía de John Williams que se niega a envejecer. Todo está armado para que usted, fan desde que tiene uso de razón, se emocione y la vea más de una vez en el cine. Pero también es para su hijo, su hermano o sobrinos que se van a enamorar de la historia de Rey, Finn, Poe Dameron y BB-8.
Sin importar lo agotado que está el tema, las películas sobre la guerra entre Estados Unidos y organizaciones terrorista ubicadas en Afganistán, Pakistán o Yemen, no dejan de estrenarse, pero siempre con algo diferente por ofrecer. Máxima precisión (Good Kill, 2015) es el nuevo film del director de Gattaca, Andrew Niccol y que vuelve a tener como protagonista a Ethan Hawke interpretando a Tom Egan. El título original de la película remite a la frase que repiten los operadores cuando el misil que acaban de lanzar da en el blanco previsto y arrasa con los enemigos de turno. Tom, un nostálgico ex-piloto, trabaja en el centro de la CIA en Langley, Virginia, y su trabajo consiste en disparar estos misiles desde unos cubículos ubicados en las afueras de Las Vegas. La jornada laboral del protagonista comienza a molestarle de manera acentuada. Comienza a replantearse su trabajo y a sentirse disconforme con su presente. De este modo, su estado afecta la rutinaria vida que posee con su familia, y sobre todo con su mujer, la hermosa Molly (January Jones). Una película correcta que por momentos pesa lo estructurado y silencioso de la narración. El director intenta reflejar la psiquis del personaje y lo logra a costa del ritmo narrativo. Sin dudas es uno de los mejores films de Niccol; Simone, El señor de la guerra, El precio del mañana y La huésped e completan su irregular carrera de este realizador. No está nada mal la interpretación de Ethan Hawke. Después de haber volado tres mil horas en un F-16, de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, el Major Tommy Egan está comprometido con su nueva tarde de combatir las fuerzas hostiles. Exhibiendo su destreza en los controles, el empuje de sus pies y la frialdad para ejecutar su trabajo, se podría decir que Hawke está en racha y “Good Kill” es un nuevo buen desempeño a su carrera. Bruce Greenwood, como el Coronel Jack Johns y Zoë Kravitz, su indignada co-equiper, se mueven todo el tiempo como iniciadores de situación para que el personaje de Hawke tome la posta. Desde un lado y el otro, desde el deber de ejercer el trabajo encomendado sin cuestionamientos por el lado del Coronel, hasta el de cuestionar por qué y hasta cuándo, proveniente desde los reclamos de su compañera. Todo sucede en una misma cabina donde el silencio es casi ensordecedor. Un film que no es malo, pero tiene sus deficiencias. Honesto, provocador y comprometido que se sostiene en la buena madera de Hawke para estos papeles donde el interior del personaje suele ser lo más perturbador e inestable.
En el cine, como en otras cuestiones de la vida, siempre es bueno ir de menor a mayor, aprender de los errores, corregir falencias y potenciar los aciertos. El James Bond de Daniel Craig llegó a su punto más alto en Spectre, el cuarto film que lo tiene como protagonista y que presenta a la mejor versión del agente secreto en muchísimos años. Lástima que no acompañó la película. Con el empuje de un mensaje críptico, James Bond se introduce en pleno México durante el Día de los Muertos y descubre una siniestra organización criminal llamada Spectre. Pese a que es suspendido por M por los destrozos ocasionados, el agente 007 decide averiguar que hay detrás de estar organización criminal, mientras su jefe debe pelear contra fuerzas políticas que intentan eliminar el servicio secreto. Dirigida por Sam Mendes, el mismo que dirigió Skyfall (2012), la película llega al punto cúlmine de la historia que se viene construyendo desde Casino Royale. Allá por el 2006 el estreno sorprendía con un Bond más cercano a Jason Bourne (The Bourne Identity, 2002) que al pensado por Ian Fleming y que tan bien se interpretó en cine mucho años antes por otros actores. Pero en esta ocasión, y mejorando lo realizado por sus compañeros y por él mismo, Mendes logra que Craig jamás convierta al personaje en un chiste, pero a su vez mantiene el perfil de anti-héroe que se había presentado en Casino Royale. La única diferencia es que este Bond tiene más que ver con Bond. Fleming una vez reconoció que quería que sea “un hombre extremadamente aburrido, carente de interés al que las cosas le sucedieron.” También quería que Bond sea un “objeto contundente.” Bueno, con Craig todo esto se consiguió. Su poderío físico, su frialdad y las pocas chispas que fue tirando con Mendes detrás de las cámaras demuestra que, a pesar de haber sido criticado durante mucho tiempo, hoy sea uno de los mejores. Pero el problema para esta versión es que su mayor conflicto tiene que ver con una cuestión interna, emocional. Excelente la primera escena donde Craig y la cámara deslumbran en la coodinación de sus acciones y en el despliegue. Desde su introducción en aquella muchedumbre hasta la caída de aquel helicóptero, todo es una genialidad. Hay más, por supuesto, incluyendo persecuciones automovilísticas en diversas locaciones y una pelea de gran tamaño con Dave Bautista encarnando a un matón que desea detener a Bond sin importar el costo. Una suerte de Jaws contemporáneo. Pese a los cuatro guionistas que posee la película: John Logan, Neal Purvis, Robert Wade y Jez Butterworth, el film es débil en la construcción de los personajes que rodean al protagonista. Mal perfilados y poco interesantes. La hermosa Léa Seydoux, que interpreta a Madeleine Swann, no tiene consistencia, no está del todo bien construida ni mucho más para ofrecer que su bella figura. Christoph Waltz, villano de lo más prometedor de la grilla cinematográfica del 2015, solo quedó en eso, una promesa. El némesis de Bond, más relacionado con un conflicto familiar, no genera empatía ni antipatía, solo está y es una consecuencia de la narración. Lo mismo sucede con los papeles de Monica Bellucci y Ben Whishaw. Ralph Fiennes cumple en su función como el nuevo M, un superior que trata de mantener a Bond dentro de la ley pero a su vez es su mayor protector ante las nuevas normativas que empezaran a regir en breve. El encargado de cumplirlas el nuevo régimen es el joven C (Andrew Scott). Quizás sea el personaje más relevante de Spectre, joven y ambicioso integrante del Servicio de Inteligencia que no cree en los métodos primitivos de Bond ni de los otro 00. Representa la idea de sustituir a los viejos espías por tecnología de última generación y reemplazar a los agentes por drones. En Argentina el estreno de Spectre tendrá lugar en 215 salas en todo el país, incluyendo las de formatos especiales como el IMAX, Monster, XD y Extremo. Sin dudas, esta saga está pensada para romper taquillas. Dentro de los países en los que se estrenó, la película ya recaudó U$80.1 millones y sólo en Reino Unido obtuvo U$63.8 millones en su primera semana de estreno. Así se aseguró un nuevo récord de taquilla de ese país en toda su historia. Al marcar un nexo con anteriores películas de la saga, seguramente los fans la pasarán de mil maravillas. ??Un hermoso espectáculo cinematográfico que no pueden perderse, pero con la certeza de que el film que lo tiene por cuarta vez a Daniel Craig en el papel de James Bond, nació para ser taquillera y romper cuanto récord se le interponga. No caben dudas que Spectre rendirá en los números, pero no en todos los corazones.
El mejor estreno de la semana, sin duda, es Puente de Espías. Esta película marca el regreso de Spielberg a la pantalla grande luego de Lincoln y con el querido Tom Hanks. Esta dupla, que tantos buenos recuerdos ha dejado en la memoria de todos, vuelven con un thriller hablado: una historia ambientada a fines de los 50, en plena Guerra Fría, donde todo el caso se relata en largos diálogos del abogado protagonista, James Donovan. El film se centra en la historia real de James Donovan, un abogado de Nueva York que se encuentra sumido en el centro de la Guerra Fría cuando la CIA lo envía en una misión casi imposible de negociar: la liberación de un piloto estadounidense que fue capturado. Donovan recibe la peculiar “oferta” de representar legalmente a Rudolf Abel, un inmigrante ruso detenido en Brooklyn, que fue acusado de espionaje y ahora enfrenta la pena de muerte. Lo que en principio era una defensa publicitaria, luego se convierte en una chance para realizar un intercambio que quedará en manos de Donovan. Cine clásico en su esplendor. Eso es lo que plasma Steven Spielberg en esta película que recuerda a grandes cineastas que marcaron a fuego la historia del cine mundial: Alfred Hitchcock, Howard Hawks y John Ford, entre otros. No solo por la narrativa transparente y el nulo uso de la tecnología CGI, sino por el excelente uso narrativo de la fotografía. Calidez, frialdad y tensión, todo eso es reflajado a través de la luz de esta cinta que entretiene durante más de dos horas de metraje. No es para menos, Janusz Kaminski, habitual colaborador de Spielberg en este área y ganador del premio Oscar por su labor en Rescatando al Soldado Ryan (Saving Private Ryan, 1998) y en La lista de Schindler (1993), se hizo cargo de la iluminación del film. Toda una obra de arte. Para las personas de la generación de Spielberg, los primeros años de la era nuclear y el enfrentamiento entre los Estados Unidos y la Unión Soviética representan una parte importante de la infancia. Con el paso del tiempo, es posible que esas historias se hayan aferrado a su inventiva o hayan dejado una deuda por saldar con la humanidad aunque sea en la ficción. Esto es lo que arrastró todos estos años Spielberg: se encargó de contar, como director de cine, diferentes historias para interpretar el por qué el mundo está en la situación actual. Puente de Espías no es la excepción. Tom Hanks vuelve a trabajar bajo las órdenes de Spielberg por cuarta vez. Rescatando al Soldado Ryan, Atrápame si puedes (Catch Me If You Can, 2002) y La Terminal (The Terminal, 2004) fueron las anteriores ocasiones y todo es color de rosa en el historial. Diferentes films, mismo resultado. En esa ocasión, Hanks no se guarda nada. Desde la primera escena en la que aparece el abogado Donovan, especialista en seguros, el actor impregna a su personaje el interés por el poder que éste posee, gracias a la palabra que utiliza a la hora de defender un caso. El trabajo del actor es excelente, y a su vez se ve potenciado por el del otro protagonista, Mark Rylance. No muy reconocido en el cine, Rylance, quien interpreta al coronel Rudolf Abel es considerado como el más grande actor de teatro de su generación. Ha disfrutado de una carrera que hasta ahora lo tenía alejado de Hollywood, pero a partir de Puentes de Espías, eso se terminó. En la primera escena de Abel, se pueden ver tres versiones de él en un cuadro: el propio coronel sosteniendo un pincel, su imagen reflejada en un espejo, y un autorretrato que él está pintando cuidadosamente. Spielberg demuestra una vez más que todavía le sobra talento para reflejar las diversas identidades que tiene un agente secreto en plena Guerra Fría. El inicio ya da muestras que lo que se viene, tanto para el actor como para el film en general: algo emocionante. Durante todo la película, Rylance mantiene esa frialdad y pasividad tan arraigada que genera altos niveles de curiosidad. Con el guión de Matt Charman, reescrito por Joel y Ethan Coen, el film logra la completud. Lejos de ser una unión azarosa, la colaboración de los hermanos Coen le aporta a la historia ese toque de humor que tan bien le hizo a la estructura de la película. Como se mencionó antes, el metraje supera las dos horas y no se siente cansancio ni aburrimiento. Puente de Espías, aunque polémico, puede situarse entre los mejores estrenos del año. Sin caer en el tono político profundo ni en enfrentamientos armados, el film explota en esa combinación de humor y suspenso cuando explora las contradicciones de la política, la guerra y el honor. Nunca deja de ser entretenida y las actuaciones elevan el film entre los mejores de Spielberg. Cine en estado puro.
Es difícil comenzar este artículo sin toparse desde el primer párrafo con la idea de que Johnny Deep ha encontrado un buen papel y realizó un trabajo memorable. Luego de años de interpretar personajes olvidables y manteniendo una fama intacta basada en viejos laureles, pero que nada tiene que ver con el buen desempeño en el plató, quién interpretó a el joven manos de tijer encontró un personaje que le devolvió esa mística. Ojo, no es el único que logra un papel para el recuerdo; Joel Edgerton deja todo en la cancha. Pacto Criminal (Black Mass), basada en el libro The True Story of an Unholy Alliance Between the FBI and the Irish Mob de Dick Lehr y Gerard O’Neill, cuenta la historia real de Jimmy Whitey Bulger (Johnny Depp), un famoso y buscado gángster norteamericano de raíces irlandesas, quien desde 1975 se convirtió en “informante” del FBI con el objetivo de revelar los secretos de la mafia italoamericana. Como estaba bien lejos de renunciar a su vida delictiva, pidió que a cambio de información no le prestaran atención a los delitos cometidos por él y su grupo. Bandera blanca para el accionar de Whitney Bulger, hermano de John P. Bulger (Benedict Cumberbatch), político respetado que no mezclaba la profesión de ambos, solo mantenía el vínculo familiar. Con el correr de los años, este pacto se convirtió en uno de los grandes escándalos que involucra a agentes del FBI, entre ellos, John Connolly (Joel Edgerton), quién compartió gran parte de su infancia con el mafioso irlandés. Al igual que sucedió con La ley del más Fuerte (Out of the Furnace, 2013), Pacto Criminal tiene su punto más alto en el buen desempeño de los actores. A los ya mencionados hay que agregar a casi todos a la lista del buen desempeño actoral: W. Earl Brown, Rory Cochrane, Jesse Plemons y Peter Sarsgaard como los gangsters de Bulger; David Harbour, Kevin Bacon y Corey Stoll del lado del FBI. ¿Por qué casi todos? Benedict Cumberbatch pasa desapercibido, sin ton ni son. Su personaje, con un potencial mucho mayor del exhibido, solo se luce en una escena con interpretado por Joel Edgerton y nada más. Sí, justo con John Connoly, el agente del FBI de poca monta y exhibe una transformación a un gánster que trata de disimular su paso al lado oscuro para resaltar tanto como el retorno de Depp a las ligas mayores de la buena actuación. Dakota Johnson, al igual que Cumberbatch, queda desperdiciada. Algunas de las sub-tramas puede que hayan quedado sin importancia debido al recorte de casi una hora de película. WBL207_027.tif No es casualidad que el film no se destaque por la trama; no tiene puntos de giro, ni una destreza superlativa en la narración. Al director, Scott Cooper, le gusta describir, profundizar y explotar el potencial de sus personajes por sobre cualquier otra cosa. En La Ley del más Fuerte, como en Loco Corazón (Crazy Heart, 2010), sucede lo mismo. En las tres películas, los personajes toman más peso que la historia en sí. Jeff Bridges, por su papel en Loco Corazón, ganó un Oscar y un Golden Globe como Mejor actor. ¿Sucederá lo mismo con Depp? Los rumores, desde que se pudo ver el film en diferentes festivales, lo ponen como un serio candidato a quedarse con el premio que supo ganar Bridges bajo el ala de Cooper. La similitud con los recordados films de mafia italoamericana como Buenos Muchachos (Goodfellas, 1990) y Casino (1995) es constante. Tanto la música como el tratamiento del color, el vestuario y el montaje son un grato punto en común con varias escenas de estas recordadas películas. Hace tiempo que no se disfruta un film que retrate desde adentro los códigos y costumbres de los mafiosos con sangre italiana. La última película que supo explotar de gran manera este subgénero fue, oh casualidad, Los Infiltrados (The Departed, 2006). Resulta que las dos cintas, Pacto Criminal y la ganadora del Oscar a Mejor Película en 2006, se basan en la vida de James Bulger y su duradera alianza con el FBI. El capo mafioso interpretado por Jack Nicholson en la película de Martin Scorsese está inspirado en el mismo que Johnny Depp. Establecidos los pro y los contra de ver una nueva película de Scott Cooper, con la información brindada en este artículo, solo queda ir a disfrutar del desempeño de los actores que, aunque reiterativo, dejan todo en la cancha, en las calles de Boston, en Massachusetts y en la sala de tu cine de confianza.
El director de Titanes del Pacífico (Pacific Rim, 2013) y El Laberinto del Fauno (2006) vuelve al género fantástico y al terror con esta obra que reúne lo mejor de su inventiva: monstruos, sangre, una historia de amor y ese rechazo a dejar el mundo de los vivos. La Cumbre Escarlata (Crimson Peak) seguramente estará en esa lista de lo mejor del año y El Lado G te cuenta un poco de que se trata el film. Guillermo del Toro nació con una imaginación propia de un genio. Cada obra en la cual se ve involucrado resulta de una variedad de colores, personajes y creatividad únicas. Cine, series y videojuegos: todo lo que toca, más allá de si el resultado final es bueno o muy bueno, tiene ese algo muy propio del director mexicano que hace del producto algo incomparable. La Cumbre Escarlata es una muestra más de esta afirmación: el tratamiento de fantasmas, el buen uso de la abundante sangre, las locaciones y las enormes referencias a la historia del cine, lo dejan claro. Previo a transitar por la pérdida de un familiar, Edith Cushing (Mia Wasikowska), una bella aspirante a escritora, conoce a Thomas Sharpe (Tom Hiddleston), un caballero británico venido a menos que acude al padre de la joven (Jim Beaver), con el fin de obtener apoyo financiero para proyectos personales relacionados con la arcilla y la construcción de una máquina. Edith comienza una relación con el señor Sharpe y juntos, ya como marido y mujer, se mudan a Allerdale Hall, la residencia de Thomas, ubicada en Cambria, Inglaterra. Se trata de una mansión en la que se percibe cierto nivel de lujo perdido a causa del paso del tiempo y el poco mantenimiento del inmueble. Allí vivirán con Lady Lucille (Jessica Chastain), la enigmática hermana de Sharpe. La mansión y sus cimientos, un terreno de arcilla que tiñe de sangre la misma nieve, empieza a manifestarse y la nueva señora de la casa comienza a recibir visitar poco agradables. En La Cumbre Escarlata, Del Toro mezcla terror, romance y fantasía para crear un homenaje a clásicos del género como La Casa Embrujada (1963) y El Resplandor (1980). Además, el apellido de la protagonista, Cushing, hace referencia al difunto actor Peter Cushing, quien supo interpretar de gran manera a personajes de la factoría Hammer Productions, productora recordada por grandes películas de horror: La Maldición de Frankenstein (1957), Drácula (1958), El Perro de los Baskerville (1959) y La Momia (1959). El film vuelve a dejar en claro que Guillermo del Toro sabe seleccionar a su grupo de trabajo para construir las ideas que tiene en su imaginario. La dirección de arte y fotografía, de la mano de Brandt Gordon y Dan Laustsen respectivamente, es un trabajo soberbio de parte de ambos. La paleta de colores elegida por Gordon para usar en la mansión es de un detalle sublime: ese rojo arcilla tan espeso y sangriento que se contrapone con el clima amenazante de la tormenta de nieve, funciona como un personaje por sí solo. Todo este trabajo no funcionaría tan bien si el desempeño del director de fotografía no estuviese a la misma altura. Ambos logran darle un nivel de protagonismo a la propia mansión y lo que habita dentro de ella. Detrás de Thomas existe una figura mucho más oscura, siniestra y manipuladora, la hermosa Lady Lucille, una Jessica Chastain que se roba toda la película. Sí, era hora de que dejara de aparecer en películas de astronautas. Esa personalidad fría, con mirada amenazante y un gran talento para el piano, seduce al espectador desde la primera aparición hasta la última. Se trata del personaje más valioso del film y el más memorable. El resto del elenco posee una correcta participación, salvo Charlie Hunnam que estuvo un poco desperdiciado. Su personaje, el doctor Alan McMichael, enamorado de Edith pero nunca descontrolado por haber perdido su cariño, se mete en el trabajo de detective, inspirado por las novelas que lee en sus tiempos libres, y se inmiscuye en una investigación para descubrir qué hay detrás del señor Sharpe, y así poder brindar ayuda a su amiga y amada. Pero poca es su participación en escena, es una figura que podría haber brindado mucho más. Con respecto a la trama, no hay mucho que agregar, ahí no radica lo bello y atrapante del film. En lo estético y en lo visual se encuentra el principal atractivo para ir al cine a disfrutar de esta ¿cálida y hermosa? historia de amor. El mexicano más simpático y competitivo del coleccionismo nerd volvió con un film muy diferente a su última obra, Titanes del Pacífico (2013), pero en un nivel alto como ya tiene acostumbrado a su público. Muchos querrán que retome la saga de los robots gigantes que combaten monstruos, y otros, más inclinados por el director detallista y romántico en lo narrativo que supo dirigir El Laberinto del Fauno, se encontrarán rebosantes de felicidad. Pero para todo cinéfilo, los dos perfiles le quedan de lujo y es una nueva excusa para ir al cine a ver una verdadera obra de arte.
No hay dudas que Peter Pan, titulada así en Brasil, Chile y Argentina, entre otros, es una película para chicos. Este film es una precuela de la obra homónima del escritor escoses James M. Barrie, que fue escrita en 1904 y llevada al cine muchísimas veces. La más recordada es la versión dirigida por Steven Spielberg, Hook, en 1991. Se estrena en 221 salas en todo el país. En esta ocasión, Joe Wright toma el timón de este barco no volador y confecciona una película íntegramente para los más bajitos. Da la sensación que la fecha de estreno hubiese sido más apropiada en julio pasado, en plena vacaciones de invierno, pero la propuesta es interesante: siempre tiene que haber algo para los niños en cine, no van solo 15 días al año. Protagonizada por Hugh Jackman (X-Men, Australia), Garrett Hedlund (Tron: Legacy), Rooney Mara (La Chica del Dragón Tatuado, Red Social) y el pequeño Levi Miller, Peter Pan cuenta la historia de un huérfano inglés que es raptado por piratas y trasladado al país de Nunca Jamás. Allí, Peter tendrá que luchar junto a Garfio (sí, el que todos conocemos como malo) y Tigrilla contra el malvado pirata Barbanegra, para poder traer la paz de nuevo a Nunca Jamás. Peter Pan (Miller) es un huérfano, abandonado por su madre en un orfanato cuando era bebé, que se vuelve rebelde e imparable. Travesuras constantes es la regla en el compartamiento del joven. Hasta que un día es raptado y llevado a Nunca Jamás. Allí, Peter, junto a otros esclavos, niños en su mayoría, es obligado a trabajar en una mina de polvo de hadas que el capitán Barbanegra (Jackman) regentea. Durante el trabajo, Peter conoce a Garfio (Hedlund), quien se convertirá en su cómplice a la hora de escapar. Juntos, se unirán a la tribu de nativos y Tigrilla (Mara) para poder vencer a Barbanegra y restaurar así la paz en Nunca Jamás. “La historia antes de la leyenda”, ese fue el camino que tomó Joe Wright, el director de Orgullo y Prejuicio (2005) y Expiación (2007). Encaró por el camino que transita Hollywood en los últimos años, escarbar en las historias no contadas de personajes ya conocidos, el famoso año cero de Peter Pan. El resultado es un tanto confuso. Si bien la película no es mala, tampoco llega a ser un gran producto excepto para los niños. Muchas luces, mucho color y todo muy motivador, ideal para el hijo, el primo o el ahijado: ver a chico de su altura y edad poder volar y enfrentar a un gran número de piratas acompañado de hadas mágicas. Entre lo más interesante del film están los momentos de cada uno de los actores: Hugh Jackman es un actor excelente que de vez en cuando elige malos proyectos. En este caso, quiso desafiar al propio destino y se comprometió con este Barbanegra al bordo de la sobreactuación. Se nota, y desde que empezó a filmar la película, que el personaje le encanta y está entusiasmado con el estreno. Las reiteradas publicaciones en Instagram mientras interpretaba al pirata deja en evidencia al actor. Ojo, no es una mala crítica, es respetable y valorable el compromiso de este para el personaje. Rooney Mara no se destaca demasiado más allá de su belleza y ahí no hay con que darle, es preciosa y está correcta. Para la platea masculina, también dará el presente Cara Delevingne, encarnando a las sirenas. Garfio, que aún no es Capitán, interpretado por Garret Hedlund, no llega a darle la potencia que necesita el personaje ni con esa voz tan particular. El casting falla en ese sentido y se lo percibe durante todo el metraje. Sobre el debut del pequeño Miller como protagonista, no está nada mal, y si se lo compara con el Peter Pan de la versión de 2003, film que pasó desapercibido por los cines. Es una excelente interpretación. Un encanto los momentos donde musicalizan la película con temas de Nirvana y The Ramones. Por lo menos una para los más grandes entre tanto CGI mal usado y sobrecarga de color. La película no llega a cumplir las expectativas y no genera un enganche para continuar la saga. Claro está que si es un éxito de taquilla, habrá una segunda parte donde se pueda explorar más la relación entre Garfio y Peter. Sin dudas es un film recomendado para poder disfrutar de la sonrisa de los más chicos, de alimentar sus sueños y generar ese primer acercamiento con los clásicos de la literatura.
La segunda entrega de la saga juvenil que adapta las novelas escritas por James Dashner, llega a las salas con el nombre de Maze Runner: Prueba de Fuego (Maze Runner: The Scorch Trials) y con cierto desgaste interno ya que afrontó, durante mucho tiempo, rumores de cancelación. Según sus protagonistas, “varias escenas del film fueron bastante complicadas de filmar”, lo que provocó cierto fastidio en parte del reparto. La película está dirigida por Wes Ball, quién supo hacerse cargo de la primera entrega -de la cuál salió más airoso que de su secuela-, y como guionista, T.S. Nowlin. Ambos debutaron en sus respectivos puestos con la saga de los jóvenes corredores. Thomas (Dylan O’Brien) y el resto de los muchachos deben averiguar la verdad sobre quiénes los tenían cautivos y con que fin. Buscar pistas sobre la misteriosa y poderosa organización conocida como C.R.U.E.L. es parte de la misión principal pero para eso deberán volver a escapar y afrontar un viaje por el desierto. Allí se enfrentarán a “La Llamarada” y a otros peligros del desierto apocalíptico y de los personajes que habitan en él. Formando equipo con miembros de la resistencia, la misión es de vida, muerte o algo parecido. Esta segunda entrega consigue ser muy entretenida por el suspenso que tiene en ciertos fragmentos; cuando logran escapar de esa especie de prisión y el ingreso a ese edificio abandonado con aspecto a shopping. Además, para quienes hayan jugado al videojuego revelación del 2013, The Last Of Us, habrá una relación cercana en la escena de los edificios. 1c72e4_maze_runner_prueba_de_fuego Las secuencias de acción son buenas y desde el aspecto visual está muy bien lograda como la estrenada el año pasado, Correr o Morir. Es coherente que se destaque en los FX ya que Ball trabajó mucho tiempo en esa área antes de tomar el puesto de director. El inconveniente de este film, al igual que su predecesora, es que decae llegando al acto final. Todo fue extremadamente anunciado y predecible, y el final no tuvo la emotividad suficiente como para hacer un cierre correcto. El reparto está formado por Dylan O’Brien, Nathalie Emmanuel, Ki Hong Lee, Thomas Brodie-Sangster, Rosa Salazar, Kaya Scodelario , Giancarlo Esposito y Barry Pepper. Todos estuvieron correctos en los papeles que les tocó encarnar, pero quién sorprendió fue Espósito (Do The Right Thing, Breaking Bad), en un papel poco habitual para él, por lo menos hasta ahora. No deslumbra actoralmente pero no le quedó tan mal esa especie de anti-héroe que quiere redención. Nada para trascender desde este aspecto, solo queda desearle que para la tercera parte, La Cura Mortal, lo hagan mejor. screen_shot_2015-07-24_at_09.21.33 Las nuevas amenazas que deben enfrentar estos adolescentes, y que se mencionaron más arriba, son el punto más alto del film. En su primera aparición, hay ciertas similitudes con el film dirigido por Danny Boyle, Exterminio (24 Days Later), donde los chicos deben volver a correr para librarse de sus hambrientos perseguidores. La construcción de la escena: el lugar, el juego de luz y sombra, más los efectos de sonido, generan un ambiente verdaderamente amenazante y de lo mejor en los 131 minutos de película. En una de las escenas, pasando la mitad de la film, la similitud con el juego The Last Of Us (2013) es imposible de no advertida para quienes lo hayan jugado. Para los que no lo conocen, es un videojuego del género survival horror donde el sigilo y la estrategia son las herramientas principales para ir resolviendo las diferentes instancias. El juego fue desarrollado por la empresa Naughty Dog para la plataforma Playstation 3 y, el año pasado, fue lanzado para Playstation 4. Desde los protagonistas de la escena -hombre y mujer, ella más pequeña de estatura-, los edificios, las cloacas, hasta el aspecto y el sonido de monstruos, todo tiene una connotación clara al videojuego que fue elegido el mejor del año 2013. scorchtrials-7-gallery-image-1940x1043 No hay dudas que a esta película le va a ir bien en la taquilla y que la tercera, pese a los rumores de cancelación de Prueba de Fuego, va a salir tarde o temprano. El film es un escalón más abajo de lo que habían hecho con la primera entrega de la saga, en la cuál, la trama de Correr o Morir perseguía un mismo objetivo durante toda la cinta y pese a los giros que tuvo, siempre mantuvo interés y no fue tan predecible. Esta secuela por momentos hace caer al espectador en el aburrimiento en varios fragmentos del film. Repito, la película no está mal y se destacan los efectos especiales, el suspenso y la acción, pero la trama, allá va, se fue corriendo.