El texto de la crítica ha sido eliminado por petición del medio.
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A Nuestras Mejores Pesadillas ¿Qué pasa con The Cabin in the Woods? Tiene fecha de estreno prevista para diciembre, ya puede conseguirse online y hubo algunas funciones privadas. Muchos la vieron, la están comentando por todos lados y ya tiene sus detractores (que le otorgan un mísero “es divertida” en el mejor de los casos) y sus fervorosos defensores que la consideran una de las mejores películas del año. Entre los segundos me encuentro yo. Pero lo más importante es que ALGO pasa con esta película. Cuando la vi supe inmediatamente que tenía que escribir sobre ella. Estas son mis impresiones...
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Lo que sangra y se retuerce El Capitalismo es un dedo en el culo para los que están arriba y para los que están abajo, y esto puede ser excitante y placentero o molesto y doloroso según nos ubiquemos. El poder económico es una herramienta de excitación esencial para unos pocos. Allá los que disfrutan, aquí los que nunca llegan. Cronenberg ofrece un retrato mórbido de estos infinitamente más potentados que cualquiera de nosotros, generalmente representados por actores de rostros angulosos, lampiños, con perfectos peinados y trajes impagables, resguardados tras vidrios polarizados y por guardaespaldas que parecen haber sido cortados con la misma tijera. Packer (Robert Pattinson) es un joven economista de la Wall Street ya sin nada más que probar ni padecer, con una arrogancia desmedida que le permite ubicarse por encima del considerado hombre más poderoso de la tierra. Pero ese mundo altivo al que pertenece se verá rodeado por la masa despojada, cuadro del apocalipsis inminente de un mundo cada vez más fragmentado. Las naciones tercermundistas están resurgiendo y las grandes potencias mundiales enfrentándose a golpes económicos que conllevan a crisis sociales, con un claro incremento de la violencia física y simbólica aunque también con una mayor toma de conciencia motivada por las desproporcionadas diferencias de derechos entre unos y otros...
Falsa ingenuidad Esta película atrasa siglos, no por la temática que aborda (que de todas formas es incomprensible que aún siga siendo causante de escándalos) sino por la forma en que lo hace. En este caso cuando utilizo el término forma no me refiero a las formalidades técnicas de la cinematografía ni cuando me hablo de su atraso estoy pensando en estilos pertenecientes a épocas pasadas. Quiero decir que el abundante aire de ingenuidad que rodea a la película y especialmente al protagonista, un pibe que pareciera ser la versión humana de algún corderito salido de una de Disney, con voz suave y bonachona, no me lo creo ni me parece natural...
Sentencia Sibila No puedo pasar por alto los intrínsecos recuerdos que este documental despertó en mi y que hace rato están queriendo ser evocados. No pude identificarme con nadie más que con la propia directora, porque más allá de que esto sea producto de la subjetividad de la cámara y su voz siempre detrás de ella, la búsqueda que originó este documental (aunque me gustaría llamarlo de algún modo más íntimo, tal vez diario como se lee sobre el final en una nota) me toca muy de cerca. Sibila no es un documental biográfico sobre Sybila Arredondo, exiliada chilena que en Perú formó parte de la agrupación Sendero Luminoso, por lo que fue acusada de terrorismo y puesta en prisión durante 15 años. No. Es la historia de Teresa Arredondo anhelando conformar un cuadro familiar quebrado a fuerza de silencios y reproches por la militancia política de su tía. Si alguien vivió una experiencia similar durante su infancia o adolescencia sabe perfectamente que el carecer de ciertas informaciones –peor aún si se es consciente de ello- nos deja en un estado total de incertidumbre. A veces los adultos en el intento de salvaguardar a los más chicos de asuntos delicados, creyendo erróneamente que estos no tendrán la capacidad de procesarlos, terminan logrando un efecto contrario que como un boomerang se les vuelve en contra con el tiempo...
El erotismo (no) es cosa de adultos El amor apasionado sólo puede tener lugar en los primeros años de la pubertad o pre-adolescencia, porque es la etapa en la que el descubrimiento del otro, y por lo tanto el deseo sexual latente, nacen de una curiosidad por completo ignorante. Si bien ante cada amante vamos a estar descubriendo siempre un cuerpo nuevo y nuevas sensibilidades, en esos años lo desconocemos todo, el otro es una isla por conquistar, es un misterio...
De niños y hombres Juan está volviendo a la Argentina en 1979 para reunirse con sus padres luego de un corto exilio. Ahora va a tener que llamarse Ernesto. Tiene once años, es hijo de un matrimonio de militantes montoneros y transita sus días entre planes de contraofensiva, balas escondidas en cajas de maní con chocolate, discusiones demasiado adultas para su comprensión y una infancia madurada de golpe. Juan va a transitar lo que se denomina un relato de iniciación narrado con una solidez que sorprende.
El Cuervo Si Todos Tenemos un Plan tiene un gancho, es la presencia de Viggo Mortensen. Lo cierto es que habrá más espectadores interesados en ver al actor estadounidense trabajando en una producción nacional y hablando “como nosotros”, antes que preocuparse por la película en sí. Que en la película haya guiños sobre el fanatismo del actor por San Lorenzo pone en evidencia cierto grado de cholulismo por su presencia. Esas realmente no fueron buenas ideas, la primera escena en la que se hace referencia a esto distrae de lo que está sucediendo en plano –en cierto grado importante para la trama- y termina convirtiendo a una situación dramática en un gag cómico. Así también distrae la presencia de Mortensen en un film que, sin llegar a ser malo, tampoco termina siendo un gran thriller. Cumple, entretiene, tiene algunos huecos perdonables en el guion y se rescata sobre todo por un nivel bastante parejo de actuación y un villano impecable, interpretado por Daniel Fanego...