La permanencia del amor Cuando Madalena escribe sus cartas de amor lo hace a la luz de una lámpara a kerosene y con una pluma. Vive en un pueblo fantasma situado en Brasil, con escasos habitantes, todos de edad muy avanzada como ella. Amasa el pan con dedicada calma para llenar la estantería de una despensa sin clientes. A fuerza de rutinas cariñosas, Madalena (Sonia Guedes) se va revelando pasional y tan llena de vida como los paisajes desamparados que la encuadran a la espera de una mirada que les dé materialidad. De pronto llega Rita, una hermosa (no, hermosísima Lisa Favero) y fresca veinteañera dedicada a la fotografía. Pero no llega en plan de rebeldía para sacudirlo todo, sino que su aparición es el motivo por el cual se nos descubren los silencios y se llenan los espacios vacíos...
Honestamente no sé nada de fútbol más que las reglas básicas del juego y algún que otro enfrentamiento entre hinchadas y/o dirigentes que me llega por cuestiones mediáticas más que por interés propio. Sin embargo me sucede lo mismo que con casi todos los deportes, disfruto viéndolo. Desde mi ignorancia en materia deportiva lo percibo como el más pasional de todos (y la pasión incluye de forma inevitable la violencia) pero exceptuando las veces que mi abuelo y mi hermano me llevaron a ver a Talleres de Remedios de Escalada (hinchas fanáticos, socios del Club) conozco lo que conoce cualquiera, los equipos famosos, las rivalidades ya populares...
De la imagen intangible Luc Besson ama a la mujer, indiscutiblemente. Es un director que, a lo largo de su filmografía, se ha encargado de elevar la imagen femenina a un ideal inalcanzable, incorruptible, tanto en la ficción como en sus dos biopic: Juana de Arco y su último trabajo, La Fuerza del Amor. Sin embargo, su cine de estética estilizada (no quiero usar la palabra esteticismo porque no aplicaría del todo), con cierto aire kitsch -mucho más presente en trabajos anteriores-, funciona perfectamente en la primera, dada la distancia histórica que obliga el cine épico, pero en La Fuerza del Amor le juega en contra. Primero, porque estamos ante una historia que nos toca de cerca pese a las distancias. Birmania sufrió una dictadura que se prolongó durante 40 años y Aung San Suu Kyi (Michelle Yeoh, El Tigre y El Dragón) fue quien se enfrentó al poder dominante, trayéndoles la democracia. Salvando las obvias diferencias históricas, me atrevo a decir que estamos ante una suerte de Evita Birmana, algo que La Fuerza del Amor parece expresar con el plano de la salida de la líder al balcón para su primer discurso. Dicha escena es comparable con la del musical Evita de Alan Parker. El problema es que esta puesta en escena artificial atenta contra el film por la contemporaneidad del suceso que obliga a un realismo más tangible...
A cada oficio se lo identifica inmediatamente con alguna parte del cuerpo; si decimos “obrero” hay brazos, si decimos “psicólogo” hay oídos, para “artista”, las manos, para “fotógrafo”, los ojos. También la totalidad de la persona suele desaparecer detrás del rol. El protagonista, el sommelier Charlie Arturaola, parte de la pérdida del sentido de su paladar para encontrar su completa identidad. En efecto, desde el comienzo, él es un paladar andante mejor considerado por su capacidad de degustación que por lo que dice y, aunque es presentado como un personaje reconocido internacionalmente, a quien las mejores bodegas piden opinión, no encaja en ninguna parte, ni siquiera en su matrimonio. Por otro lado, en un entorno típico de la high society rebosante de esnobismo, con hombres y mujeres extremadamente elegantes, Charlie es un “sudaca”...
La película de Rajko Grlic es una de esas comedias melodramáticas que, a partir de una historia central, se bifurca en otras que involucran a varios personajes, para terminar confluyendo en un punto común. En este caso, ese punto es el deseo y la fluctuación del deseo entre los protagonistas de la película, que son dos hermanos: Nikola (Miki Manojlovic) y Braco (Bojan Navojec) y sus respectivas esposa y ex esposa, Anamarija (Daria Lorenci) y Marta (Ksenija Marinkovic)...
¡Qué cagada escribir una crítica sobre una película doblada! La noche anterior a la función de prensa un gran amigo y colega me avisó que la estaban proyectando al español y eso me predispuso muy mal a la experiencia, pero que Bobby y Peter Farrelly llevaran al cine al clásico terceto me generaba una expectativa imposible de resistir. ¿Entonces qué me pasó? Si bien por un lado la cuestión del doblaje me trasladó a mi infancia, cuando los veía por la tele al mediodía antes de Pepe Biondi, esto sólo corre para los personajes principales, Larry, Curly y Moe (Sean Hayes, Will Sasso y Chris Diamantopoulos respectivamente) cuyas voces dobladas me generaron esa melancolía; por el otro necesité oír la voz original de Larry David (en el papel de la Hermana Mary-Mengele) o de Jane Lynch (como la Madre Superiora) a quienes nunca escuché doblados y que tienen un fantástico “decir” para la comedia. Ni contar los chistes que se pierden al ser trastocados por cuestiones idiomáticas. Ahora lo positivo: me divertí muchísimo pese a todo (aunque no recomiendo verla de otra forma que no sea en su idioma original)...
Si anteriormente hablé de La Plegaria del Vidente como un policial negro fallido -que respondía al género desde su estética y estructura narrativa pero era deficiente a nivel actoral y, en algunos tramos, en su montaje-, Las Voces es un thriller que pareciera erigirse dentro del estilo solo desde su imaginario visual pero que transita, errante, una historia que se vuelve más y más incoherente a cada minuto. Desde el comienzo, todo parece indicar que estamos ante un relato tétrico con elementos dignos del terror: una anciana en coma (Ana Celentano pésimamente maquillada), voces siniestras que provienen de su audífono y una niña que asegura que su abuela -pese a su estado- le habló de su abuelo perdido -un misterioso ventrílocuo (Jean Pierre Noher en su papel menos creíble)-; todo esto mientras la película divide, mediante un montaje alterno, el pasado y el presente...
La puteada argentina Tomando como base el caso real de El Loco de la Ruta -un asesino serial de prostitutas que perpetró sus crímenes en la ciudad de Mar del Plata a fines de la década del noventa-, La Plegaria del Vidente es una película de género que responde claramente a las características del policial negro...
Si bien ambos mediometrajes fueron producidos en distintas épocas -En el Futuro fue filmado en el 2010 y Accidentes Gloriosos, al año siguiente- la proyección en conjunto de los dos ofrece un díptico de amor y muerte, unidos también por una estética y tono general similar. Filmadas en blanco y negro, con cierto aire surrealista y una iluminación expresionista, ambas películas se desarrollan mediante el montaje de planos, por lo general estáticos, que retratan pequeños momentos de historias en apariencia inconexas. También han sido premiadas en las ediciones 67ma y 68va del Festival de Venecia y participado en las 13ra y 14ta del BAFICI, respectivamente...
Si bien ambos mediometrajes fueron producidos en distintas épocas -En el Futuro fue filmado en el 2010 y Accidentes Gloriosos, al año siguiente- la proyección en conjunto de los dos ofrece un díptico de amor y muerte, unidos también por una estética y tono general similar. Filmadas en blanco y negro, con cierto...