Asistir a una cantidad indeterminada de acontecimientos espontáneos registrados en sus lugares originales es lo que separa la ficción de la realidad, pero cuando ésta última se ve vulnerada por la presencia del artificio cinematográfico la distinción deja de ser tan evidente. A través de la realidad manipulada de un grupo de adolescentes nicaragüenses, Alejo Hoijman nos acerca a sus actividades cotidianas, a su mundo de caminantes erráticos y aburridos exploradores expectantes quienes se adueñan de todo el espacio disponible. Dueños del escenario en el que deambulan, los otros, ese otro mundo ya resuelto, sólo son el síntoma de la existencia que habita fuera de la dupla protagónica: Maicol y Bryan. Ante la libertad de la naturaleza, la tecnología irrumpe sin entrar en cuadro, no pertenece a este universo casi simbiótico de despertares. Sólo se hará presente desenvainando todo su potencial de artificio en el momento en que sentados de frente a una notebook, Maicol y Bryan se ven en pantalla. Esa imagen dentro de la imagen es la que termina por derribar la ilusión de estar presenciando la realidad inalterable. Con una cámara que muta de personalidad, a veces nos regala tomas subjetivas que nos habilitan la entrada a la selva: ese denso follaje húmedo repleto de animales, futuras víctimas de los asaltos de violencia hormonal de Maicol o bryan; mientras que en otras oportunidades, nos aleja tanto hasta el punto de posicionarnos en planos hiper estáticos que retratan a sus personajes tan paralizados como una pintura. Los abundantes planos medios cortos y primeros plano recortan los rostros curtidos de los más adultos y revelan la ansiedad en los de los más jóvenes. En este pueblo de pescadores de tiburones, en donde ya casi nadie los caza, los adolescentes deberán aprender el oficio para ganarse la vida. Entre charlas sobre un futuro incierto pero inevitable; el dinero, el amor y el destino, son los grandes tópicos que tanto como sus aspiraciones se hacen presentes en esta historia de descubrimientos personales. Por Paula Caffaro redaccion@cineramaplus.com.ar
Acostumbrados a los reiterados fallidos en las traducciones de títulos que sufren los filmes al ingresar a nuestro mercado, el sentido de El sueño de Walt no sólo modifica al original Saving Mrs Banks sino que propone un punto de vista opuesto al verdaderamente pensado por su realizador. Más allá de todo comentario y salvedad, me niego a posicionarme en la vereda impuesta por la traducción, y comento plantada en el camino de la verdadera historia; aquella que bien se resume en gestos precisos y contundentes de la gran Emma Thompson. Si no fuera por la reivindicación de la figura paterna, no tendría sentido alterar el título original de esta película para llamarla El sueño de Walt. Pero el relato gira en torno a una cuestión mucho más profunda, la cual remite al pasado sombrío de una niña por demás imaginativa y soñadora que cargará a partir de la muerte de su padre con la culpa de no haber podido salvarlo. Con características propias del cine hollywondese clásico, Saving Mrs Banks, tiene todo lo que el manual de cine propone que hay que hacer. Con su estructura impoluta y un buen manejo de la intriga, la película se desarrolla sin demasiados sobresaltos, los cuales cuando se hacen presentes, logran la carcajada de varios espectadores o su llanto emocionado. Si de traspasar la “ilusion cinematográfica” hablamos, Saving Mrs Banks lo logra en contados momentos, que sin llegar a grandísimas escenas dramáticas puede llegar a conquistar el pathos de algún sensible incurable. El filme no será recordado a través de los años pero lo que hay que destacar es la actuación de la Sra Emma Thompson quien a través de su perfecto inglés y una caracterización impecable, le da vida a P.L Travers/Helen Goff, la creadora de la maravillosa Mary Poppings. A lo largo del relato, que propone idas y vueltas a un pasado en Australia, vamos descubriendo quien es quien, y lo más importante no es reconocer identidades sino identificar a éstas como las responsables de una de las historias más memorables de la narrativa infantil clásica. Por Paula Caffaro redaccion@cineramaplus.com.ar
INSTANTES DE AVENTURA El prolífico actor estadounidense Ben Stiller vuelve a probar suerte en el mundo de la realización con La vida secreta de Walter Mitty un filme enérgico que intenta retratar la insípida cotidianeidad de un neoyorkino promedio. Sin demasiadas novedades pero con intensa narratividad, la película muestra como el poder de los sueños puede llegar a convertirlos en realidad. Con aires de galán hollywoodense, Ben Stiller encarna la piel de Walter Mitty, un típico newyorker que transita sus días laborales atrapado en el laboratorio de revelado y archivo fotográfico de la revista Life. Lejos de pretensiones de grandeza, las aventuras más arriesgadas sólo suceden en su mente. Retrato de un soñador incurable, Walter Mitty sólo necesita amor. la-vida-secreta-de-walter-mitty-pelicula-imagen-2 Con un eje de comedia romántica americana, La vida secreta de Walter Mitty seduce con la elección musical (Arcade Fire y David Bowie entre otros) y el despliegue de efectos especiales que sin contradicciones ni artilugios forzados, se amalgaman en perfecto equilibrio con la narración. Inmersos en la diégesis fílmica no nos parece extraño ver como dos personajes surfean en pleno World Trade Center ni como la redacción de una oficina de prensa pueda convertirse en la cima de una montaña nevada. Apoyadas, también, por bellos escenarios reales, las escenas fluyen con gran naturalidad. Ben Stiller es un director que ha visto y participado de la producción cinematográfica hollywoodense de las últimas décadas, por ese motivo y por el humor que lo caracteriza, se anima a reponer en varios pasajes del filme, guiños al espectador quien fácilmente puede hallar conexiones con películas como Matrix, La Guerra de las Galaxias o El Increíble Caso de Benjamin Button. Aunque con varios lugares comunes y una extensión algo excesiva, el filme logra momentos de increíble tensión y otros tantos de sensibilidad que hacen de Walter Mitty una especie de personaje adorable en quien todos podemos identificarnos, situación que permite un fácil acceso a su mundo secreto, del cual, casi sin querer, todos formamos parte. Por Paula Caffaro redaccion@cineramaplus.com.ar
La desaparición de dos niñas será el desencadenante de la creciente locura de Keller Dover (Hugh Jackman) un padre desesperado ante el evento más doloroso de su vida. Que junto a Franklin Birch (Terrence Howard), padre de la otra pequeña, pronto se convertirán en cómplices de una decisión abrupta y poco eficaz. La sospecha es un thriller psicológico de alto impacto que entre sus oscuras escenas recrea casi en tiempo real el derrotero de dos familias que sufren la ausencia de las integrantes más indefensas de la casa. Marcado por la ira y la impotencia de un padre angustiado, el tiempo fílmico se desarrolla con gran estilo presentando un desafío para el espectador a quien le urge saber dónde se encuentran las muchachitas. Combinando ambientes densos, cargados de bosques tenebrosos y lluvias heladas, el clima de La sospecha se torna opresivo. Las decisiones escenográficas y del equipo artístico en todo su conjunto, dan vida a un guión inteligente con ribetes inesperados que lejos de lugares comunes introducen temáticas intelectuales como son la defensa por mano propia, la venganza y el secuestro de niños. Con actuaciones magistrales como las de Jackman y Viola Davis, La sospecha se destaca por su reparto actoral y el ya mencionado libro dramático. Sin ser pretenciosa logra sostener la intriga hasta último momento en donde con movimientos de cámara y gran destreza en la realización, descubrimos un final sorprendentemente estridente. Por Paula Caffaro redaccion@cineramaplus.com.ar
Enough said es el título original del filme de reciente paso por el Festival de Cine de Mar del Plata y posterior estreno en Buenos Aires bajo el nombre de Una Segunda oportunidad. Más allá del siempre controversial cambio de sentido de las traducciones, en esta oportunidad, el verdadero título de la película hubiera arrojado espectaculares coincidencias con lo que en ella se narra. Una madre cuarentona que a pesar de estar divorciada hace diez años, no logra rehacer su vida. Una hija que se va de casa para comenzar la universidad. Una amiga cuyo matrimonio agotado la ha matado en vida. Una fiesta al aire libre que cambiará su vida. Llena de lugares comunes y diálogos pre fabricados Una segunda oportunidad no aporta nada nuevo a la vieja fórmula de la comedia romántica para jóvenes adultos. Con situaciones de naturaleza acartonada la trama del filme no logra llegar al espectador, que luego de los primeros minutos de película, rápidamente puede detectar el funcionamiento de la trama dramática, que lejos de sorprender, condensa en muy poco tiempo todas las respuestas posibles. Con un discurso que intenta apelar a los sentimientos y al viejo cuento del “no hay edad para el amor”, su extensa duración la convierte en aburrida y predecible; escenario que no cambiará con el correr del metraje. Por Paula caffaro redaccion@cineramaplus.com.ar
PEGAJOSAS VACACIONES DE UNA FAMILIA MODERNA Con inconfundible mirada femenina las directoras Ana Guevara y Leticia Jorge, recrean en una comedia naturalista, las aguadas vacaciones de Lucia, su hermano Fede y su padre Alberto quien, como buen cuarentón divorciado, sabe poco y nada de la vida de su hija adolescente. El auto está listo, los bolsos cargados, salimos a la ruta… pero la lluvia no cesa. Lucia es una nena de 14 años que, dentro de su mundo de efervescencia hormonal y apatía crónica, lo que más desea es pasar horas charlando con su mejor amiga, fumar un pucho a escondidas y recibir su primer beso. Pero Alberto, lejos de colaborar en este duro proceso de cambios, no hace más que entorpecer su escasa vida social. La opera prima de Ana Guevara y Leticia Jorge resuelve con sutileza escenas que fácilmente podrían parecer vacías, acompañando con acertados encuadres de justa duración y con una banda sonora que colabora con el ritmo interno de las acciones, las cuales se desarrollan con naturalidad y exactitud. Es para destacar la fluidez de la narración que avanza claramente en 3 momentos: primero mostrando a Lucia en relación con su entorno familiar, luego con su mejor amiga y finalmente enfrentándose al golpe de su primer fracaso amoroso que la deja literalmente sumergida en sus propios pequeños conflictos. Por Paula Caffaro redaccion@cineramaplus.com.ar
VALINSKY Y LA BRÓTOLA DE LA DISCORDIA Cuando las cosas no van del todo bien, hacer un viaje suele ser una opción. En este caso, el camino a la playa en búsqueda de serenidad, reunirá fortuitamente a cuatro personajes quienes desconocen el cambio de su fortuna. Sebastián Dietsch y Ionathan Klajman co dirigen Mar del Plata, una comedia romántica nacional en la cual la amistad y el reconocimiento del fracaso son los temas privilegiados. Joaquín (Pablo G.Pérez) es un treintañero que, recientemente separado, tiene la posibilidad de viajar a Mar del Plata. Llama a David (Gabriel Zayat) para pedirle el auto y casi sin pensarlo el viaje se inicia de a dos. A su vez Elena (Lorena Damonte), su ex, y Lautaro (Pablo Caramelo), su marido, también emprenden el camino a la ciudad balnearia. No será difícil pensar que la vida de estos cuatros personajes se entre cruzará al compás del movimiento marino. Joaquín es verborrágico y un tanto apático, David tiene alma de niño, Elena sufre en una relación gastada y Lautaro prefiere evitar el tema. Con diálogos fluidos y oportunos, las escenas se suceden rítmicamente. Sin lugar al silencio, los gags y las referencias a situaciones locales típicas son los condimentos que recrean esta historia sencilla en la cual todos nos podemos sentir un poco identificados. Con bellas composiciones y la siempre presente brisa de mar, Mar del Plata entretiene y colabora a reflexionar acerca de aquellas cosas que son y las que pudieron haber sido, las que fueron y las que nunca serán. Con cierta nostalgia a un pasado adolescente, el poder de la voluntad y el fracaso, son temas a superar con una gran sonrisa y en compañía de un buen amigo de toda la vida. Por Paula Caffaro redaccion@cineramaplus.com.ar
Que llegue a la cartelera cinematográfica un filme argentino de género suele ser un motivo de celebración, lamentablemente este no es el caso. El segundo largometraje del realizador Aldo Paparella, Olvídame, exhibe una catarata de caprichos sin sentido; que lejos de resaltar la gran labor ejecutada por el excelente equipo técnico, muestra un traspié tras otro. Con el afán de llevar a escena fragmentos de una mente complicada la totalidad del filme queda caduco. Con excesiva ornamentación injustificada, los planos barrocos se cargan de elementos innecesarios que entorpecen el equilibrio visual y desorientan, aún más, al espectador que, a duras penas, puede hilar una historia. El abuso de fundidos a negro deja inconclusas casi la totalidad de las escenas que al ser de tan poca duración narrativa quedan a medio camino. No terminamos comprender lo que acaba de suceder que ya, inmediatamente aparecerá una nueva escena en donde tampoco se entenderá cuál es su finalidad. Su pretencioso guión delirante queda sobrecargado e ilegible. Con largos parlamentos en un castellano forzado más que pesar, dan risa. Los pasajes místicos y las sentencias en otras lenguas, que nadie se encargó de subtitular, son aburridos y estancos. Quedan así, desafortunadamente opacadas las actuaciones de grandes actores nacionales como lo son Antonella Costa y Carlos Kaspar. ¿Cuál es la historia de Olvídame? Narra la desventurada vida de una prostituta de pueblo (Costa) que, de manera torpe, nos desayunamos que es abusada sexualmente por su padre, el Dr.Atlas (Kaspar). A su vez, Víctor (Gonzalo Valenzuela) muestra su lado macabro asesinando jóvenes devotas de su escuelita de evangelización. Tal vez la trama pueda seducir, no podemos negar la atracción por lo perverso, sin embargo, el deseo se suprime con el avance de la cinta, a medida que descubrimos la sucesión de actuaciones maniqueas y exceso de escenas eróticas. La abrumadora e injustificada carga de secuencias sexuales sólo parece tener sentido si las decisiones estéticas y narrativas estuvieran representando un filme pornográfico. Olvídame no es un thriller, tampoco es una película condicionada solo se queda a medio camino, sin rumbo…. Paparella se propone trabajar sobre grandes temas de la literatura cinematográfica como ser el incesto, la religión, las culturas autóctonas y la prostitución, entre otros, como el suicidio y el femicidio. ¿No será mucho? Fetichismo exacerbado y grosero que denigra la figura de la mujer y la rebaja a mero objeto sexual. No es por moralista que destaco este punto, el cual no me parece menor a la hora de comentar un filme en tiempos en los cuales el femicidio está a la orden del día. El único motivo de valoración positiva es el gran esfuerzo del equipo de producción que logró recrear espacios ficticios de gran veracidad en locaciones poco vistas en la filmografía nacional. Si la intención fue dar vida a una película de género, el intento quedó trunco. Muy lejos de satisfacer a cinéfilos expectantes, Olvídame es digna de su título: un filme para el olvido. Por Paula Caffaro redaccion@cineramaplus.com.ar
¿Quién es Jasmine French? Si de autores hablamos, no podemos dejar de mencionar al multi premiado realizador Woody Allen, quien con todos los rasgos estilísticos que lo caracterizan, vuelve a la escena cinematográfica, con Blue Jasmine un filme intimista que relata una vida de extravagancias con fecha de vencimiento. Jasmine (Cate Blanchett) es una mujer de la alta sociedad neoyorkina que tras las vueltas del destino ha sido expulsada de Manhattan hacia la casa de su hermana Ginger (Sally Hawkins) quien reside en San Francisco. Enfermando a la gente con su paranoia y acompañada por la colección completa de valijas Louis Vuitton, aterriza en un barrio de gente común en donde todo su glamour se verá opacado por las actividades de la vida cotidiana. Lejos de las lujosas tertulias en su piso de Park Avenue, Jasmine está obligada a transitar una nueva vida en donde tendrá que enfrentarse a desafíos impensados algunos meses atrás. Carente de efectivo tendrá que buscar un trabajo, pero el mayor obstáculo que deberá superar es conocerse a sí misma. ¿Quién es? ¿A dónde va? ¿Cuál es su destino? Al compás del mejor jazz, la historia de Jasmine danza entre Xanax y Martini’s. Inmersa en un círculo neurótico de desamor, lo único que hace es tropezar una y otra vez. Las respuestas están en el conocimiento de su propio ser, que, en este juego psicológico, es su único enemigo. El incontable caudal de dinero que poseía pudo darle todo lo que ella quiso y más, pero lo que no podrá brindarle la falta de él, es una vida propia.
Luego de District 9, Neill Blomkam escribe y dirige Elysium un filme estadounidense de ciencia ficción que narra, de forma espectacular (en el sentido romano del término espectáculo), la historia de Max (Matt Damon), un terrícola que vive su adultez en el superpoblado e infectado Los Ángeles del año 2154. Pero no todo es mugre y enfermedades, en el cielo de esta Tierra devastada se halla la esperanza de un mundo mejor. Elysium es el mundo de los multi millonarios y, en cierta medida, los elegidos. Rodeados de lujos extravagantes y con la posibilidad de vida eterna, los elysios sobreviven en una atmósfera controlada y en condiciones perfectas de temperatura. Presentada la dicotomía, no es extraño que la trama del filme trabaje sobre todo tipo de estrategias, cuyos fines sean los de mezclar las dos realidades y dar nacimiento al conflicto trágico. Por eso, el protagonista (un seudo latino pobre) lucha contra su destino, y, de batalla en batalla, intenta cumplir su objetivo: llegar a Elysium. Cansado de su rutinario empleo fabril, comete un error que será la causa del comienzo de la trama. Es recurrente la tematización de la política corrompida, la lucha indiscriminada por el poder, las enfermedades, la pobreza estructural, etc; en este género cinematográfico, que lejos de ofrecer originalidad se queda en el show de efectos especiales y happy endings insostenibles. También es infaltable la presencia del elemento filosófico, que si bien, puede pasar desapercibido para el espectador medio, lo cierto es que se halla presente; y, en mayor o menor medida, elevan la simple trama a categorías éticas con un poco más de vuelo. Por un lado vemos que por más lujo que exista en Elysium, las batallas aún son cuerpo a cuerpo, en donde el héroe debe exponer toda su humanidad ante el mal encarnado en un hombre-máquina superpoderoso, que no sucumbirá ante ninguna clemencia de piedad, pero que, casi mágicamente y como salvación de último minuto, el héroe logra vencer. Mientras esperamos ver con que gadget ultrasónico nos sorprenderá el antagonista al intentar vencer al héroe, nos desayunamos con la novedad de que el arma letal será un sable al mejor estilo kun fu. En Elysium la tecnología es de avanzada pero las fuerzas armadas se defienden con armas milenarias. Por otro lado, y siguiendo con la presencia filosófica de elementos hallados en la superficie textual, se advierte que la temática central de la película, (motivación primordial de todos los sujetos actuantes) es la de recuperar la armonía que el futuro se encargó de destruir. No es casual que el nombre del filme sea Elysium, ya que dicho vocablo remite a la definición de campos elíseos: sección del inframundo de la mitología griega. Hegel fue uno de los filósofos vinculados al movimiento romántico que expuso en toda su bibliografía esta necesidad del mundo moderno de recuperar el equilibro griego. El encuentra en aquella ancestral cultura el modelo perfecto de unicidad. Elysium podría ser perfectamente la representación de dicho anhelo. Pero, ¿será posible el perfecto equilibro en el futuro? Lo cierto es que si pudiéramos resumir en una oración de que trata Elysium sería: Anhelos inconscientes de un pasado que supo ser armónico y de exquisito equilibrio. Tal vez lleguemos a Elysium pero, ¿Qué hay después? El relato concluye con este interrogante que dejará pensativo a más de uno, ya que se sabe que la vida eterna no es para el cien por ciento de la humanidad.