Vuelo nocturno, de Nicolás Herzog Por Paula Caffaro Entre fotografías de época, archivos audiovisuales y reconstrucciones ficcionales, el documental de Herzog es un relato que recupera la historia de las musas que dieron inspiración a El principito (Antoine Saint-Exupéry) a partir de una serie de grabaciones que el escritor y aviador le envío a Jean Renoir durante 1941. El palacio San Carlos, la Galería Güemes, entre otros espacios argentinos, son representados a través de un inteligente contraste de imágenes que entrelazan pasado y presente mediante un montaje que resalta no sólo las transformaciones arquitectónicas, sino también los cambios físicos en las expresiones de los rostros de Edda y Susana Fuchs, las llamadas “princesitas argentinas”. Hay un recorrido fetichista por una serie de espacios y objetos que Saint-Exupéry vió y tocó del cual Herzog se sirve para recrear, mediante fragmentos desordenados, los motivos y razones por las cuales el escritor y aviador francés se enamoró en Argentina. Y el flechazo no fue solamente romántico, sino más bien poético. Los olores, visiones y texturas de un aterrizaje inesperado que devino en mágica fantasía como resultado de un vuelo que jamás creyó emprender. La mirada de dos niñas en un palacio que parecía encantado. Vuelo nocturno repone, a través de experiencias y sensaciones en primera persona, una suerte de puzzle en el que cada pieza encaja a la perfección. Sin embargo, así como el cuento mítico del francés versaba acerca de historias que podrían nunca haber sucedido, la película de Herzog parece ir por el mismo rumbo. Es decir, podríamos estar ante la presencia de un falso documental bien logrado y no ante las fuentes verídicas de la verdadera historia. Porque más allá que los testigos mantienen en su memoria viejos relatos de tradiciones orales, tal vez, el mito superó la realidad. Y es ese juego de saberes y misticismo donde el film se emparenta de forma más cercana a la historia que repone. Los lazos de unión son precisos y se fundamentan sobre las bases de la enseñanza que Saint-Exupéry nos legó: lo esencial es invisible a los ojos, aún ante la presencia de mil pruebas. VUELO NOCTURNO Vuelo nocturno. Argentina, 2016. Guión y dirección: Nicolás Herzog. Fotografía: Gastón Delecluze y Leonel Pazos Scioli. Música: Ezequiel Luka y Gerardo Morel. Edición: Sebastián Miranda y Nicolás Herzog. Duración: 70 minutos.
7 Deseos, de John R. Leonetti Por Paula Caffaro El film de terror 7 deseos es el instructivo perfecto para todo aquel que quiera aprender cómo destrozar la trayectoria de un género. Volviendo hacia atrás en tanto desarrollo argumentativo y mostrando las peores facetas de un suspenso mal construido, la película de John R. Leonetti es verdaderamente lo peor que se ha visto en el último tiempo. La trama se desarrolla desde un punto de vista que ya todos conocemos, y sin ningún tipo de innovación o ápice de experimentación, los hechos parecen encadenarse por obra y gracia de un manual de instrucciones el cual dicta cómo hay que continuar. De hecho, tal repertorio de fórmulas, por momentos, coincide con una interpretación paródica del propio film, aspecto inteligente que creo, ni a eso llega. Clare es una adolescente del montón que sufre un evento trágico durante su infancia y es condenada a vivir con su padre, un tipo que vive de la recolección de los deshechos que otros arrojan a la vía pública. Es en ese quehacer cotidiano que llega a las manos de la joven una misteriosa caja musical con inscripciones chinas. Sumergida en su angustia, pronto ella y la cajita se vuelven muy cercanas, porque ésta última le está cambiando la vida. La pregunta es qué le pedirá a cambio. Con un mix entre Mil maneras de morir (programa de televisión de corte bizarro emitido por cable que cuenta formas insólitas de morir) y la saga Destino final, 7 deseos, parece rescatar de cada uno de esos dos productos lo peor de sus contenidos. Sin una profundidad artística que valore, al menos, los aspectos cinematográficos, la película muestra un devenir repleto de clichés en el que nada, pero nada, sorprenderá. De hecho, la cuestión de los siete deseos no genera más que la conformación de un tiempo cronológico que ubica al espectador a la espera de que la protagonista, por favor, pida su último deseo. Aburrida y sin nada que aportar, 7 deseos, es una buena película para ir al cine a dormir o llevar a tu próxima cita. Si en la charla post película expresa algún sentimiento de empatía con film, ya sabés lo que tenés que hacer. 7 DESEOS Wish Upon. Estados Unidos, 2017. Dirección: John R. Leonetti. Intérpretes: Sherilyn Fenn, Joey King, Ryan Phillippe, Elisabeth Röhm, Shannon Purser, Ki Hong Lee, Sydney Park, Alice Lee, Daniela Barbosa, Michelle Alexander, Raegan Revord, Sean Jones, Natalie Prinzen-Klages, Josephine Langford, Mitchell Slaggert, Guión: Barbara Marshall. Música: Toby Chu. Dirección: 90 minutos.
Mi villano favorito 3, de Pierre Coffin y Kyle Balda Por Paula Caffaro El universo de los personajes amarillos que hablan en todos los idiomas (o ninguno) y comen únicamente bananas resultó en el surgimiento de una generación de niños (y adultos) adictos a las aventuras picarescas y la colaboración en el ejercicio de la villanía. Los minions como personajes autónomos, nacidos a raíz de su primera aparición en Mi villano favorito, pronto colonizaron las pantallas opacando o mejor dicho borrando, la figura de Gru, el supuesto protagonista de la saga. En Mi villano favorito 3, hay una fórmula estructural que parece repetirse. La forma tradicional del relato para películas de niños se cumple a pies juntillas. Y es esa rigidez narrativa la que se sobrepone (y aburre) cuando se descubre que nada nuevo sucederá. Podría pensarse que las historias audiovisuales para pequeños espectadores no deberían ser complejas en su trama, pero quién no recuerda Intensa-Mente (2015) la colorida e interesante reflexión acerca del pensamiento humano. En esta tercera edición, Gru sufre una crisis con respecto a su ejercicio de la villanía. Hay un aletargamiento de su interés como consecuencia de su establecimiento como padre de familia, que lo acerca más a la vida casera que a las aventuras malvadas. Tras no haber podido rescatar el diamante que Bratt, la joven estrella de los ochenta devenida en nuevo villano, robó, la vida profesional de Gru parece haber finalizado con un enorme fracaso. Sin embargo, la aparición de su gemelo, activará no sólo su energía y entusiasmo, sino que será el motor narrativo de este film que no aporta más que repeticiones y secuencias re fritas de su propia saga. En Mi villano favorito 3 el eje temático central es el motivo de la vuelta al pasado. Hay una historia personal previa que Gru va a conocer afectando su manera de ver el mundo. Al mismo tiempo, el film, se sitúa en una ambientación ochentosa que se revela en la selección de la banda de sonido y en la puesta en escena de elementos muy característicos como la vestimenta, la paleta de colores, el peinado y los gestos de Bratt, entre otros artículos como el cubo rubik, el teclado, etc. Ambientación que da un poco de aire a la historia y atrapa a los adultos que acompañan a los pequeños espectadores. Es la música icónica de los ’80/’90 la que salva a Mi villano favorito 3, además de la despiadada y conocida intervención de los pequeños amigos amarrillos que tantas alegrías nos dan. Tal vez un poco desaprovechados y bastante desconectados de la trama central. Es indudable que el potencial de la saga no fue gracias al carisma de Gru, sino más bien a la atrevida “locura amarilla”. MI VILLANO FAVORITO 3 Despicable Me 3. Estados Unidos, 2017. Dirección: Pierre Coffin y Kyle Balda. Guión: Ken Daurio y Cinco Paul. Voces: Steve Carell, Kristen Wiig, Trey Parker, Miranda Cosgrove, Dana Gaier, Nev Scharrel, Pierre Coffin, Steve Coogan, Julie Andrews, Jenny Slate. Producción: Christopher Meledandri y Janet Healy. Distribuidora: UIP. Duración: 90 minutos.
Viene de noche, de Trey Edward Shults Por Paula Caffaro De particular a general, Viene de noche inaugura su pantalla con un primerísimo primer plano desgarrador que pone en escena el rostro de un señor mayor balbuceante. A lo lejos la voz de su hija que intenta calmarlo aporta sentido al vínculo que los une. Así, la descripción minuciosa de la acción, plano tras plano, va descubriendo detalladamente el contexto del film. El espacio se va ampliando y los elementos que se agregan a la pantalla no hacen más que dramatizar la escena. De esta forma se inicia el prólogo de Viene de noche una película que no puede pasar desapercibida no sólo por los amantes del género, sino por todo aquel que aprecie al cine como arte. Aparentemente amenazados por una invasión zombi, una familia vive encerrada en una casa en el medio de un bosque. Bajo estrictas reglas de convivencia y obligados a vivir alejados de la tecnología del siglo XXI, los tres integrantes parecen formar una comunidad perfecta. Sin embargo, todo cambiará cuando por la noche, un intruso ingrese a la casa pidiendo auxilio. La comunidad de tres se ve alterada, y pronto toda la oscuridad del exterior se hace presente dentro de los muros de la fortaleza familiar. La estructura del relato es sencilla, pero el aporte del film viene dado a través de la utilización de sus recursos expresivos. En primer lugar, todo lo relacionado a la imagen. La sutileza con la que la cámara describe el espacio y las acciones van sumando a la historia todos los elementos justos y necesarios, dosificados a través de imágenes y palabras clave como: la reiteración del uso de la palabra “enfermo” o “infectado”, la situación de aislamiento, la despensa llena de comida, el uso de guantes y máscaras, la portación de armas largas, etc. Así comprendemos (gracias a este recurso, pero también al imaginario colectivo que el cine y las series crearon) que la familia vive bajo la amenaza de una plaga zombi. Además, el no lugar donde ocurre Viene de noche es el contexto perfecto para la puesta en escena de la muerte. Nadie escucha, nadie ve. El blindaje del espacio no sólo hace del escenario un lugar particular, sino una suma de todos los otros lugares parecidos que el cine haya retratado. Estoy hablando de la casa abandonada que linda con un amplio bosque rodeado de árboles que crujen por la noche. El cine se ha encargado de darnos, a través de su repertorio consagrado de imágenes, una serie de configuraciones espaciales que hacen fácilmente reconocible la situación que este film representa. Pero en la diversidad de la producción cinematográfica hay de todo, y más allá de las reglas del género “terror”, tanto en la acumulación de imágenes históricas, como en la novedad de las presentes, existe en Viene de noche un aire de novedad que, por un lado, revisita el pasado, pero por el otro presenta un uso exhaustivo de la utilización del espacio y las texturas del sonido. En segundo lugar, todo lo relacionado al sonido. Su materialidad se da a través de capas que aportan no sólo clima y ambiente, sino también textura y efectos sensoriales. La madera crujiente de los pisos, los gritos desgarradores y los estruendos de los disparos conforman una sinfonía agobiante e intensiva que le da cuerpo al vacío y contexto a la cámara descriptiva. Todo esto sumado a la realización fotográfica hacen de Viene de noche un film memorable repleto de secretos por descubrir. Por ese motivo otro gran aporte de la película es la manipulación de la tensión. Si las imágenes y el sonido no lograron situar el verosímil de la historia, será el relato el que termine por coronar esta obra cuando ponga en escena temas como el homicidio de familiares y la muerte de niños, o cuando presente en su guion una estructura dramática tripartita doble. Por un lado, la familia, y por el otro un grupo idéntico de tres integrantes que vienen a duplicar de manera opuesta a los protagonistas. Viene de noche es una fantasía terrorífica que pone en vilo a su espectador desde el inicio, aportando no sólo calidad cinematográfica sino una historia dinámica que juega con la entrega o prohibición de información, así como también con la sensibilidad de los sentidos. Bella y bien estructurada, esta película es un festival de emociones para los cinéfilos. VIENE DE NOCHE It Comes at Night. Estados Unidos, 2017. Dirección y Guión: Trey Edward Shults. Elenco: Joel Edgerton, Christopher Abbott, Carmen Ejogo, Riley Keough, Kelvin Harrison, Griffin Robert Faulkner, David Pendleton, Chase Joliet, Mick O’Rourke. Producción: David Kaplan y Andrea Roa. Distribuidora: Diamond Films. Duración: 91 minutos.
Un don excepcional, de Marc Webb Por Paula Caffaro Un don excepcional es un film que tras la apariencia del típico relato del hombre solo que debe criar una niña intrépida, esconde una historia conmovedora al trascender las reglas del drama aportando diálogos inteligentes y unas cuantas escenas memorables. No es que sea “la película del año”, sin embargo, la recomendación es no dejarse llevar por el prejuicio y atreverse a disfrutar una historia de amor y sabiduría. Mary Adler (Mackenna Grace) es una niña prodigio, y como tal, un tanto pedante. Con dificultades para llevar una vida normal de niña, la pequeña sufre cuando se ve sometida a un nivel de educación muy por debajo de su nivel. De todos modos, “la escuela aburrida” será el lugar al que, finalizada la peripecia, añorará regresar. A cargo de su tío (Chris Evans) y en un vecindario “humilde” (comparado con el estatus social de su familia a la cual no conoce) Mary pronto será sometida al veredicto de los servicios sociales cuando su abuela (Lindsay Duncan) luche por su tenencia. Detrás de los intereses por el futuro de la pequeña genio, Un don excepcional juega con los efectos de sentido cuando expone un concepto ambiguo del significado de “don”. Es innegable que Mary domina las matemáticas como Messi la pelota, pero la película va más allá de lo obvio, y a través de un aumento paulatino del tenor dramático y personajes altamente empáticos con el espectador logra un acabado equilibrado entre emoción e inteligencia. El don de Mary va más allá de su increíble desempeño en el dominio de las matemáticas, lo que ella posee es una personalidad especial que combina simpatía, adultez, ingenuidad y liderazgo. Todas estas cualidades reunidas en un pequeño cuerpito de tan sólo siete años que ya ha pasado por varias batallas personales que involucran la pérdida temprana de su madre y una vida supuestamente destinada a continuar con un legado familiar del que poco conoce, pero mucho padece. ¿Podrá Mary ser feliz soportando la responsabilidad de su herencia académica aún sin dejar de vivir su infancia como una niña más? UN DON EXCEPCIONAL Gifted, Estados Unidos, 2017. Dirección: Marc Webb. Guión: Tom Flynn. Elenco: Chris Evans, Mckenna Grace, Lindsay Duncan, Jenny Slate, Octavia Spencer, Michael Kendall Kaplan, John M. Jackson, Glenn Plummer, John Finn, Elizabeth Marvel. Producción: Andy Cohen y Karen Lunder. Distribuidora: Fox. Duración: 101 minutos.
Mujer maravilla, de Patty Jenkins Por Paula Caffaro En la isla secreta de Temisqueira, Diana (Gal Gadot), la princesa de las amazonas descubre su potencial como guerrera a partir de la misteriosa caída de una avioneta. Entrenada desde muy pequeña y con ansias prematuras de dedicarse a la lucha, la jovencita ya se destacaba del resto de la comunidad debido a estas características. Sin embargo, su madre, la Reina de la Amazonas, oculta un secreto que aún no puede revelar pero que cambiará el destino de la pequeña niña. A partir de una fotografía en la que se ve a Diana junto a sus compañeros de aventura, el film está organizado como un gran flashback, y ese ese recurso el que dota a toda la película de un sentido conmemorativo especial, otorgándole nostalgia y sentimentalismo al proponer una mirada contemporánea de la heroína, pero sobre las bases estructurales de aquella que interpretara alguna vez Lynda Carter. La figura de la Mujer Maravilla ha sido versionada por diferentes directores y géneros a través de los años, pero a pesar de las diferencias (lógicas) en la representación, hay una serie de rasgos esenciales que prevalecen a pesar de los cambios de época, uno de ellos es, por ejemplo, la preponderancia del universo femenino y la tierna ingenuidad que ronda el rol de la protagonista. Nacida de un cuerpo modelado por arcilla y traída a la vida por el soplo divino de un Dios, Diana, forja su personalidad inocente en consonancia con la misión de la comunidad de amazonas en la que se educó: salvar al mundo de las manos de Ares y, con su muerte poner fin a todas las guerras. ¿Empresa idealista, si las hay, no? Desde la perspectiva de Diana y con el accidente aéreo del joven espía, la misión de las amazonas ahora tiene una representante que se aventurará a salir de Temisqueira para hacer real el objetivo de la comunidad de las mujeres guerreras. Pero la ingenuidad que la acompaña será el obstáculo más difícil de sortear. La maldad del hombre junto con la muerte de niños y mujeres inocentes hacen que Diana descubra la realidad de un mundo lleno de horrores y malicia. Es así como teniendo que enfrentar el verdadero estado bélico del mundo, la misión idealista amazónica se ve transformada en el aprendizaje de un nuevo saber: Diana ahora no sólo sabe que no podrá poner fin definitivo a la guerra, sino que, a pesar de su buena voluntad de acción nada se podrá hacer salvo acompañar la lucha desde la fuerza que le dieron sus ancestros, enfrentando el mal del mundo con amor. Entretenida y con un ritmo atractivo a la hora de narrar, La Mujer Maravilla, se presenta como una de aquellas remakes, que a pesar de no hacer mucho escándalo mediático, permanecerá varias semanas en cartelera dándole batalla a otros tanques de los que es mejor ni hablar. MUJER MARAVILLA Wonder Woman. Estados Unidos. 2017. Dirección: Patty Jenkins. Intérpretes: Gal Gadot, Chris Pine, Robin Wright. Guión: Geoff Johns, Allan Heinberg. Fotografía: Matthew Jensen. Montaje: Martin Walsh. Duración: 141 minutos.
¡QUÉ PESADILLA! Responsable de una prolífica trayectoria en películas de terror, el director norteamericano Darren Lynn Bousman (Saw 2,3 y 4), regresa a las pantallas con Abbatoir, un film repleto de clichés y un repertorio de actuaciones que recuerdan a las tan bien logradas parodias de la saga Scary Movie. Sin innovaciones y con poco que contar, la película sólo deja un sabor amargo. Julia Talben (Jessica Lowndes) es una periodista aburrida de su trabajo en la sección de bienes raíces, portadora de una fuerte personalidad que la relegó a la soledad y deseosa de un cambio radical en su empleo en Daily News. Sin muchas explicaciones y luego de una introducción propia del cómic, pero con aspecto de policial negro (mal realizado) la hermana y sobrino de Talben son brutalmente asesinados. A partir de allí la periodista inicia una investigación que pronto la sumirá en un pueblo abandonado por Dios: New English, una especie de infierno en la Tierra manejado por un anti líder carismático, el Sr. Jebediah Crone (Dayton Callie) o mejor dicho el mismísimo diablo. Talben descubrirá quién es realmente y por qué el pueblo le suena familiar. Pero ninguna de estas dos premisas se funda en la estructura del film. Todo parece estar montado de forma improvisada y genera la sensación de que el director se acordó de narrar casi llegando al clímax. El único punto de giro interesante aparece 15 minutos antes del final cuando emerge el elemento sobrenatural de la mano de unos bellos espectros de dudosa procedencia. Nadie se lo esperaba, aunque de alguna manera había que espabilar al pobre espectador dormido en su butaca. Una historia que tarda en explotar y un desenlace cargado de todo lo que no se cimentó durante el desarrollo del film, Abbatoir es una colección de piezas débilmente ensambladas a fuerza de narrar una película que no construye nunca el suspenso. Además, su estructura es endeble y las actuaciones de Lowndes no logran nunca crear algún tipo de verosímil. Acartonada desde el comienzo ni su bello rostro podrá salvarla de este rol para el olvido. ABATTOIR Abattoir. Estados Unidos, 2016. Dirección: Darren Lynn Bousman. Intérpretes: Joe Anderson, Jessica Lowndes, Dayton Callie, Lin Shaye, Michael Paré, Julianne Alexander, J. LaRose, Bryan Batt, Aiden Flowers, Jay Huguley, Hannah Chenevert. Duración: 98 minutos
Piratas del Caribe 5. La Venganza de Salazar, de Joachim Rønning y Espen Sandberg Por Paula Caffaro Hace un par de días la noticia de un hackeo mundial a cuentas de hospitales británicos y una empresa de telefonía española sacudió a la población haciéndola sentir temerosa ante el posible ataque no sólo a grandes corporaciones, sino a la violación de su propia intimidad. No muy lejos del argumento de un film de ciencia ficción, ni las distribuidoras de cine se salvaron. Una semana antes del estreno mundial de Piratas del Caribe 5. La venganza de Salazar, Disney denunció que su film había sido robado por hackers quienes pedían una fortuna por su devolución. La noticia, más allá de la anécdota, revela una nueva forma de ataque que no deja afuera ni siquiera al universo del entretenimiento. Aparentemente no sólo hay piratas en los mares sino también en la red. Inmersa en el verosímil conocido de la saga, la quinta entrega de Piratas del Caribe presenta algunos síntomas de decadencia al mostrarse muy efectista y poco narrativa. Su comienzo devela el paradero del desaparecido Sparrow (Johnny Depp), mientras que desde las profundidades del océano el capitán Salazar (Javier Bardem) planea su venganza intentando revertir el estado en el que se encuentra, gracias a una maldición que sólo la brújula de Sparrow puede desactivar. Piratas del Caribe 5. La venganza de Salazar no es más que la muestra de una fórmula que se avejentó y abusó de sus fortalezas transformándolas en lugares comunes donde la repetición del golpe de efecto no hace más que provocar tedio. Además, no sólo es oscura en su fotografía, sino que carente de hilo narrativo y repleta de secuencias de acción que se encadenan de forma (casi) ininterrumpida durante los 120 minutos que dura el film. Así se comienza a generar un sopor que me atrevo a atribuir a la monotonía de la banda sonora, a la tecnología del 3D un poco vetusta y a la mencionada oscurecida fotografía, tanto que ni los chistes de Sparrow dan gracia. De escenas eternas y batallas musicalizadas con un leiv motiv iterativo, la película se pierde en sí misma. No hay emoción ni expectativas, todo se sucede de forma lineal sin atisbos de proponer ningún tipo de novedad o giro inesperado. Jack Sparrow sigue igual (o peor) con sus chistes sosos y la presencia de figuras como Javier Bardem pareciera más un pretexto, que el aporte de algún tipo de elemento cinematográfico. No por cuestionar el tenor de actuación del español, sino por el rol asignado en esta oportunidad, en el que se lo ve en una performance muy cercana a la caricatura. Piratas del Caribe 5. La venganza de Salazar es sin duda sólo para fans. PIRATAS DEL CARIBE: LA VENGANZA DE SALAZAR Pirates of the Caribbean: Dead Men Tell No Tales. Estados Unidos, 2017. Dirección: Joachim Rønning y Espen Sandberg. Intérpretes: Johnny Depp, Javier Bardem, Orlando Bloom, Geoffrey Rush, Brenton Thwaites, Kaya Scodelario, Keira Knightley, Kevin McNally, David Wenham y Stephen Graham. Guión: Jeff Nathanson. Música: Geoff Zanelli. Fotografía: Paul Cameron. Duración: 129 minutos.
El esgrimista, de Klaus Härö Por Paula Caffaro En 1952 un maestro de deportes viaja de Lenigrado a un pueblo que nadie puede pronunciar bien el nombre huyendo del stalinismo. Con algunas pretensiones a cuesta (lógicas de su origen citadino) necesita esconderse tras la fachada de una “vida normal” para evitar llamar la atención de sus captores. Con desgano y pena, Endel (Lembit Ulfsak) descubre que la escuela del pueblo no sólo no tiene los materiales necesarios para el dictado de las clases, sino que los alumnos parecen no tener muchas luces. El futuro es desesperanzador hasta que la escasez desempolva una vieja actividad: el esgrima. Este deporte ancestral será el motor que impulse la motivación del film. El maestro se sentirá útil y los alumnos comenzarán a despertarse de un extenso letargo de aburrimiento y apatía. Ahora cada uno tiene un propósito, pero el problema se presenta cuando los alumnos quieren presentarse a un concurso nacional de esgrima alentados por una convocatoria en el periódico. El evento es en Lenigrado, ciudad que el maestro no debería pisar si es que no quiere ser capturado y enviado a un campo de campo de trabajo. El esgrimista no sólo es predecible sino aburrida y aletargada. Aún, cuando intenta copiar ciertos gestos del cine de acción norteamericano más popular, falla en encontrar su propio ritmo y verosímil dentro de su estructura. Además, sus personajes presentan los más estancos estereotipos haciendo de sus performances líneas rectas de previsibilidad. Es decir, nada fuera de lo esperado sucederá; y es así como el film tampoco logra crear ni el más mínimo pico de tensión dramática, a pesar de involucrar un desenlace que depende de una contienda deportiva con lo que eso conlleva: agilidad visual y expectativa por los resultados. Nada de eso sucede allí, ni en ninguna otra parte del film. El montaje es plano como la trama y a pesar que la dirección de fotografía intenta levantar la totalidad del film con una búsqueda compositiva de planos que destacan los bellos rostros de los niños en primer plano o contraluces con el sol poniente, el concepto general de lo que se quiere transmitir no logra sobreponerse y darle más valor a la obra final. Una lástima porque el cine de Estonia siempre suele dar pequeños diamantes en bruto dignos de contemplación y análisis. EL ESGRIMISTA Miekkailija. Finlandia/Estonia/Alemania, 2015. Dirección: Klaus Härö. Guión: Anna Heinämaa. Intérpretes: Märt Avandi, Ursula Ratasepp, Hendrik Toompere, Liisa Koppel, Joonas Koff, Lembit Ulfsak, Piret Kalda, Egert Kadastu, Ann-Lisett Rebane, Elbe Reiter. Producción: Kaarle Aho y Kai Nordberg. Distribuidora: Mirada Distribution. Duración: 99 minutos.
HUIR DEL CLICHÉ SOCIAL Chris Washington (Daniel Kaluuya) es fotógrafo y negro, y Rose (Alison Williams), su novia blanquísima y de ojos color cielo, lo invita a pasar el fin de semana a la casa de su familia para hacer la correspondiente presentación en sociedad. Si bien Chris se plantea la posibilidad de que algo pueda llegar a salir mal, no le queda otra que acceder al viaje que lógicamente devendrá terrorífico. La familia Armitage parece ser más amable de lo que en realidad Chris suponía, entonces logra relajarse hasta que descubre que en la casa, tanto el jardinero como el ama de llaves, además se ser negros, se comportan de un modo por demás extraño. Es así como a partir de este primer síntoma de extrañamiento, Get out comienza a desplegar su trama la cual tiene más de un punto de conexión con las formas estructurales de la saga The Purge. El terror social que propone Get out se acerca más a su propia parodia que cualquier otro registro dentro del género. Y ese detalle es el que provoca un alejamiento del universo interno del film. Es decir, una vez dentro del tempo de la narración, un viraje en el modo del relato genera distancia y repetición de acciones a la hora del desenlace. Además, su propuesta temática (el racismo) más allá de quedar de modè, se ampara en su tono paródico para poder digerir con ligereza algunos aspectos muy controversiales que algunos norteamericanos piensan en tanto materia de políticas inmigratorias y xenófobas. Siempre es más fácil decirlo con humor y “auto bullyng”, que dejar al descubierto lo que de verdad se tiene como paradigma (aún si justificar el color de piel de su director). Por eso Get out, si bien está bien realizada y su banda sonora se lleva los laureles, en el momento del nudo pega un giro esperado que deviene en un final no tan satisfactorio. Por Paula Caffaro @paula_caffaro