El gesto puro de humanidad Lo primero que hay que saber para ver "Inseparables" es que no hace falta conocer "Amigos intocables" para disfrutar este buen filme de Marcos Carnevale. Más allá de que la comedia francesa de Eric Toledano y Olivier Nakache es impecable, esta historia tiene vuelo propio. Y se despega por las actuaciones de Oscar Martínez, en primer lugar sacando varios cuerpos de distancia, y Rodrigo de la Serna, con algunos tics conocidos en su rol del unitario "El puntero". Basada en un caso real, la trama hace foco en la relación entre Felipe. un refinado millonario tetrapléjico (Martínez) y Tito, un joven humilde y tan simpático como desprejuiciado (De la Serna). Tito será el asistente de Felipe, quien lo tomará a prueba, seducido porque es el único que lo trata sin mostrar lástima por su discapacidad. Al principio Tito será parco y guarango, pero de a poco se irá acercando a este millonario, de quien hasta se verá influenciado de su sensibilidad artística. Carnevale quiso mantener el espíritu de la historia original y lo logró, sin dar golpes bajos y con el foco puesto en el cariño genuino y compinche de este dúo protagónico. Lo que fue un plus en esta versión fue la riqueza disparatada de los diálogos y la argentinidad de ciertas reflexiones y actitudes del dueto central, que permitirá que el espectador se sienta rápidamente identificado. El gesto de cupido de Tito hacia su patrón corona la película y apunta directo al corazón. Para no dejarla pasar.
El sueño que es una pesadilla Todo cambia de sentido cuando lo que surgió en una forma fortuita se convierte en realidad. Aquel que se imagine que "Permitidos" sirve para replantearse la libertad sexual en la pareja está minimizando el abanico temático que dispara la última película de Ariel Winograd. Sin ser una obra maestra del séptimo arte, el filme protagonizado por Lali Espósito (Camila) y Martín Piroyansky (Mateo) plantea cómo desde una situación insignificante se puede llegar a algo que cambie radicalmente la vida de una persona y de una pareja. Todo comienza cuando en una charla de amigos alguien plantea cuál sería el "permitido" de cada uno, o sea esa persona tan irresistible e inalcanzable que si te diera el sí, tu novia o novio no tendría derecho a reclamar nada. Mateo afirma que su elegida es Zoe del Río (Liz Solari) y Camila, casi obligada, indicará a Joaquín Santos (Benjamín Vicuña). Todo cambia de sentido cuando lo que surgió en una forma fortuita se convierte en realidad. Planteado como comedia, los protagonistas viven momentos dramáticos cuando quien era el amor de su vida duerme con una estrella. En ese quiebre, Winograd encontrará el hueco para hablar de las miserias de las redes sociales y el universo mediático, del poder de la televisión, de los doctores truchos (impecable rol de Pablo Rago); del fanatismo desmedido de algunos líderes de los clubes de fans; de la extravagancia de los actores y la falta de valores de los que se dicen artistas. Para reírse y charlar de todo esto a la salida del cine.
Con menos sexo y más mensaje Pocos cineastas europeos son tan arriesgados como Marco Bellocchio. Aunque se lo individualiza por aquella famosa escena de sexo oral de "El diablo en el cuerpo" de 1986...Con menos sexo y más mensaje Este realizador demuestra que a 30 años de aquel filme controvertido puede decir más mostrando menos. Sin escaparle a la sensualidad y con más metáfora social, Bellocchio dispara un relato complejo pero ambicioso. Quizá el formato, con un salto temporal de cuatro siglos, pueda desorientar al espectador, pero el pulso del realizador de "Vincere" logra que la idea cierre, con mensaje y todo. La trama arranca en el siglo XVII, cuando un soldado pretende que su hermano gemelo sea enterrado en tierra santa, lo que no es permitido porque se suicidó por perder el amor de una monja supuestamente embrujada. Ese relato, basado en un hecho real sucedido en un monasterio de Bobbio en tiempos de la inquisición, le permitió a Bellocchio exponer la crueldad de la Iglesia y la represión del deseo. La historia se funde con una situación contemporánea, en donde un ruso millonario quiere comprar aquel monasterio, ahora en ruinas. El realizador incorpora la figura de un vampiro veterano para representar al poder y sus mecanismos nefastos. Sin sangre, sin sexo, pero con ironías y sutilezas, Bellocchio muestra la tibieza moral y el sinsentido de la sociedad carente de valores. Metáforas en tiempos de crisis.
El placer por sobre el deber A veces la carcajada mueve a reflexión. Y este es lo que ocurre al escuchar cantar a Florence Foster Jenkins, quien fue unánimemente considerada la peor cantante lírica de la historia. Basada sobre los últimos años de la excéntrica soprano estadounidense (1868-1944), Stephen Frears decidió darle un enfoque irónico al personaje pero a la vez con cierto tono de redención. De la mano de una Rey Midas de la actuación como Meryl Streep, no hay dudas que toda criatura que toca la convierte en oro. Su Florence es tan patética como querible, tan insoportablemente poderosa como débil ante sus afectos y tan inconsciente como para cantar el "Aria de la Reina de la Noche" de Mozart con un récord de desafinaciones. Al lado de su esposo Clair Bayfield (un sólido y creíble Hugh Grant), que la consiente para que concrete sus sueños, Florence va creciendo ante el reconocimiento de un público tan selecto como aristocrático. Acompañada de su pianista Cosme McMoon (el expresivo Simon Helberg) una noche Florence se topa con lo popular y siente el primer gran impacto con la realidad. Cebada por su engañoso entorno, alquila el Carneggie Hall y regala todas las entradas para los ex combatientes. Pese a su gesto solidario, las burlas y la crítica despiadada del diario más poderoso (único que no aceptó sobornos) le dan un golpe letal. "Podrán decir que canto mal, pero no que nunca canté", dice Florence en el cierre. Para analizar esa delgada línea entre la obligación de hacer lo que uno debe y el placer de hacer lo que uno quiere.
El amor atraviesa todas las batallas Ir al cine con la idea de ver la versión fílmica de un viejo juego de la playstation será una frustración para los amantes de "Warcraft". Pero lo bueno es que la película de Duncan Jones toma vuelo por sí misma y dejará con una sonrisa a flor de labios a los que no conozcan absolutamente nada de jueguitos de play. Es que el director le puso un condimento emotivo que atraviesa la historia. Quizá sensibilizado por una cuestión dramática personal (su mujer enfermó de cáncer en medio del rodaje), el realizador planteó una historia cuyo nudo central es la batalla entre los humanos y los orcos, sobre una estética guerrera de la era medieval. Pero entre líderes carismáticos, magos siniestros y aprendices ingeniosos, se desandan dos historias de amor con un peso específico determinante. La primera es la de dos orcos, el jefe Durotan y su esposa embarazada, cuyo hijo será el protagonista de la secuela, como se deduce en el final del filme no en vano subtitulado "El primer encuentro de dos mundos". Y la segunda es la de los protagonistas: el humano Lothar (Travis Fimmel) y la mujer orco Garona (Paula Patton), quienes pelearán por la misma causa y ya se insinúa que concretarán su amor en la próxima película. Hay traiciones y lealtades en una producción que se disfruta mucho más en la versión 3D, sobre todo en las batallas, ya que los recursos digitales son empleados con más ingenio que efectismo. Para ver con o sin play.
Felicidad sin prejuicios Hay familias que pueden ser vistas como normales o todo lo contrario, más allá de la reflexión antiquísima sobre qué significa ser normal. Pepa San Martín hace foco en una realidad tangible: la convivencia de una familia integrada por dos hermanas, una niña y una preadolescente, con su madre y su pareja lesbiana. Para las cuatro, la vida cotidiana es esencialmente feliz, con las peleas de entrecasa y las idas y vueltas típicas de toda relación afectiva. Todo transcurre en Viña del Mar, en un país donde el gobierno pinochetista hizo un cuidado trabajo para cerrar mentes y eso repercutió generacionalmente. El filme distinguido en Berlín está inspirado en un caso real, pero tangencialmente. El foco pasa por la mirada de Sara (Julia Lübbert, impecable), quien a punto de cumplir sus 13 años y en pleno despertar sexual, combina su primer cigarrillo con la primera afrenta a su madre y mientras comprueba cómo le queda el rouge también juega a ser mamá de su propia hermana. Y, lo mejor de la película, es que todo el relato transita casi sin subrayados, sin bajadas de línea ni la apología de la condición homosexual, aunque tampoco se oculta esa elección en ningún momento. Quizá está algo marcado, en un tono que podría haber sido más sutil, el glamour del papá y de su nueva pareja, que se colocan en las antípodas no sólo del modo de vida de su ex Paula (Mariana Loyola) sino también en la clase social. Hay que destacar que la protagonista es jueza, lo que tampoco queda muy explícito, más allá de que la trama se basa en un sonado caso de la jueza chilena Karen Ataya, cuyo desenlace conviene no revelar en esta crítica. Una película con hondo perfil humano, en la que el espectador quedará espejado en la veta sensible y adolescente de Sara.
La memoria de los peces A veces parece que las fórmulas para seducir al público infantil se agotan, al menos en lo que respecta al cine de animación. Pero Pixar, del grupo Disney, siempre tiene un as bajo la manga. Y este es el caso de "Buscando a Dory", que sin ser un compilado de explosión creativa ni mucho menos tiene más que suficiente para entretener, emocionar y hasta dejar un mensaje positivo, tanto para chicos como para grandes. La secuela de "Buscando a Nemo" (2003) parte del derrotero de Dory, un pez cirujano hembra que padece de "pérdida de memoria a corto plazo". Salvo los primeros veinte minutos, que la película muestra cierta lentitud para arrancar con la acción, el filme de Andrew Stanton impacta de lleno en el espectador. Dory buscará a su familia, pero primero tendrá que recordar situaciones, rostros, charlas y lugares que la contacten con su pasado. En esa espiral tragicómica está lo mejor de esta animación, porque permite hurgar en los afectos y en la importancia de los amigos, como son los casos de Merlin, Nemo, el pulpo Hank y los lobos marinos Fluke y Rudder. Ellos serán la familia de Dory y ese vínculo la llevará a hacer lo imposible en un acuario, y en la carretera, para recuperarlos. El momento en que cae el camión al agua con el tema "What a wonderful world" es el punto más alto. También es logrado el corto "Piper", en la previa del filme. Para disfrutar y esperar la tercera búsqueda.
La amistad en el tapete La amistad y el paso del tiempo no siempre se llevan del todo bien. Hay quienes cambian por obsesiones privadas, otros por ambiciones desmedidas e incluso no faltan los que nunca tuvieron en claro cómo querían ser en la vida. Y también hay quienes, esencialmente, no cambian nunca. “Il nome del figlio”, la remake italiana del filme francés “Le prénom”, plantea esta disyuntiva en el marco del vínculo de Betta, su hermano Paolo, el esposo de Betta (Sandro) y Claudio, un amigo entrañable. Todos se conocen desde pequeños menos Simona, la mujer de Paolo, quien también sabe vicios, virtudes y algunos secretos del grupo. La situación caótica se dispara cuando Paolo, en medio de una cena cálida y distendida como toda reunión de amigos, confirma que Simona está embarazada y que ya han decidido qué nombre llevará el varón. Ambientada en la Roma actual, la buena nueva cambia de eje cuando dice que el nombre es Benito. Sus amigos piensan que es otra broma suya, pero cuando ratifica que ya es el elegido y no hay marcha atrás, explota todo. La primera referencia nefasta es el dictador Benito Mussolini, y a partir de allí se desata un debate ideológico que de a poco arruina el estofado hasta tornarlo en absolutamente indigesto. Lo que nadie imagina es que el nombre de ese bebé será un tema insignificante comparado con las revelaciones que surgirán en el calor de la charla y de las peleas, que por momentos tomarán ribetes violentos. Pero más allá del desenlace de esta historia, por la cual nadie saldrá de esa cena igual que como entró, lo más reconfortante es el tratamiento de los códigos de amistad. La metáfora que sobrevuela es que hay lazos que pueden dañarse o deshilacharse, pero si el vínculo es fuerte, no se rompe nunca.
Miguel Angel, Donatello, Leonardo y Rafael están ante un dilema. Salir o no salir de las alcantarillas. Por ahí va el título "Fuera de las sombras", claro que para ella se toparán con el desafío de respetar o no su esencia. Y también asomarán los códigos de honor de hermanos. Más allá de esta apuesta a los valores, lo flaco de esta historia pasará por un guión remanido. El viejo vicio de las películas del mainstream estadounidense que sigue esta línea argumental: se viene el fin del mundo y el caos total arranca en Nueva York. Y sólo un grupo de valientes intrépidos podrá salvar a la humanidad. Claro, y tenían que ser justicieros por mano propia del ombligo del mundo, los Estados Unidos de Norteamérica. Las Tortugas Ninja tendrán que enfrentar a Destructor para proteger el pellejo de los mortales, pero sobre todo para que todos sepan cuál es su función en el mundo. En esta película en la que sobra media hora al menos, el espectador se ríe poco pero se entretiene mucho, quizá ese sea el punto convocante. Porque más allá de la obviedad de la trama, se rescatan las escenas de acción, los logrados trucos de los efectos computarizados y, desde ya, la belleza excelsa de Megan Fox, que da el tono justo de su personaje como la única amiga leal de Las Tortujas Ninja. Acertado también el rol de Laura Linney, que le sobró talento para su jefa de policía. Para ver en una tarde con pororó.
Para vencer el tiempo Una película para soñadores, para los que aman el mundo de Disney, para los fanáticos de la obra de Lewis Carroll, para chicos y grandes. Ellos son los principales destinatarios de "Alicia a través del espejo", la película de James Bobin con producción de Tim Burton, con menos vuelo visual que "Alicia en el país de las maravillas" pero con una ruta directa a los sentimientos. La producción protagonizada por Mia Wasikowska y Johnny Depp sube la vara en cuanto a la temperatura emotiva en una trama plagada de fantasía (no podía ser de otra manera) y a la vez apuesta a mensajes que para muchos serán obvios o de manual, pero que rescatan los valores de la familia, la defensa de los ideales y los principios éticos, nada menos. En esta secuela, la heroína deberá viajar al pasado para salvar a la familia de El Sombrerero Loco, su amigo entrañable. Para eso tendrá que enfrentarse con el Señor Tiempo (Sacha Baron Cohen) y la villana más temida, La Reina Roja (Helena Bonham Carter), quienes se convertirán en obstáculos casi infranqueables. El despliegue técnico y las maravillas de la tecnología digital le imprimen a esta película una dinámica intensa, que impacta no sólo en los más pequeños sino incluso en los mayores. Hay momentos mágicos de humor de la mano de algunos de los eternos personajes de Carroll, quienes hubiesen merecido más tiempo para desplegar su impronta. Pero el tiempo, está dicho, es el villano a vencer y será también el que inspire las frases más risueñas y las de los mensajes del epílogo. Con actuaciones impecables, como la de Depp y Bonham Carter, el filme dedicado a la memoria de Alan Rickman (se aprecian sus voces en la versión subtitulada), se disfruta y conmueve. Para no dejar pasar y sortear al tiempo.