Entre lo público y lo privado Un amor en tiempos de selfies resulta un digno debut de Martín Bossi en la comedia romántica. La comedia romántica es un género muy beneficioso para la industria del cine y está bueno que los argentinos intenten y se preocupen por hacerla. Además, siempre resulta prioritario reír y enamorarse: son dos emociones que hace falta multiplicar y compartir. Buen intento éste de Un amor en tiempos de selfies, que representa el debut del comediante Martín Bossi en el protagónico de un largometraje y qué deja mucha tela para cortar. Lucas (Bossi) es un actor de teatro independiente y stand up que se gana la vida dando clases en Buenos Aires. Allí conoce a Guadalupe (María Zamarbide), una hermosa comunicadora de marketing que busca medios expresivos para mejorar en su profesión. Después de unos enredos por supuesto se enamoran y empiezan una relación, en la que lo cómico surge de los cambios que cada uno va produciendo en el otro, tanto en Lucas, unos años mayor y un poco aferrado a sus principios de “lucha cultural”, como en la bella Guadalupe quien no tan vistosamente como su glamour, pero se va enriqueciendo también cada vez más con la mezcla de diferencias. Lo interesante no termina allí, a menos que uno lo adivinara por el título: Un amor en tiempos de selfies. Es que Guada y Lucas tienen una diferencia fundamental, como tantas en cualquier relación de esa índole, pero se dejan influenciar por el entorno y pierden el control de su intimidad. Entonces, los muchachos de la barra lo animan a enviarle un video con las explicaciones de la ruptura. Ella se lo comparte a una amiga y ésta sin imaginarlo lo viraliza y, de pronto, el caso –en virtud de cierta notoriedad que Lucas había obtenido a raíz de su trabajo– ambos están en los medios hablando de su vida sentimental. El filme resulta interesante porque el director logra trazar como si fuera con el dedo una línea por el camino que lleva de lo personal y lo privado a lo mediático. Se lo ve bien claro y esa transparencia deja al descubierto lo irónico, lo ridículo, lo surrealista, lo gracioso al fin y al cabo de un tipo de situaciones que nos bombardean todo el tiempo desde lo “social”. La película está en un gran porcentaje apoyada en los hombros de Martín Bossi, a quien le sobra capacidad para sostener esta ficción y con su frescura es una buena herramienta para descontracturar la historia. El elenco lo acompaña a la altura, en especial Zamarbide que sale muy bien parada de los mano a mano. También resultan agradables las canciones de Manuel Wirzt de la banda sonora.
El rey león de Tailandia La película de animación Max adventures: Dinoterra plantea un viaje a través del tiempo hacia la era de los dinosaurios. Un reino dominado por leones. Un nuevo líder, Max, que para defender a los suyos debe atravesar un portal del tiempo. El destino: la era de los dinosaurios, donde recuperar tres cristales de poder necesarios para derrotar al Señor de las Sombras, villano que tal vez está tras la desaparición de sus padres. Sobre todo acción, imaginación y un universo de fantasía diferente a lo que se ve por ahí puede ofrecer esta película de origen tailandés que extiende lo visto por los niños en televisión. Para aquellos que lo conozcan, Max Dinoterra se basa en los personajes de Max Inicia, una serie animada que se exhibe en sus comienzos por Canal 9 de Buenos Aires y Nickelodeon y cuyas figuras están asociadas a una marca de leche de soja muy famosa en el país, como es Ades. Pero la curiosa historia del origen del personaje se remonta mucho más allá en el tiempo y el espacio. Max el león nació en realidad como la mascota de una marca de helados en Australia producida por la franquicia internacional de origen anglo holandés llamada Unilever que distribuye sus productos con muchos nombres en distintas regiones. Como curiosidad, el hecho de que las voces contrario a lo que es costumbre de oír hecho en México o Buenos Aires, fueron dobladas en esta ocasión en Ecuador. Una vez más los valores en juego son el compañerismo, la amistad y la importancia del trabajo en grupo, así como la honestidad, la perseverancia y el coraje para afrontar situaciones pese a su desenlace incierto. Para los curiosos además, es la oportunidad para asomarse a buscar detalles de una cultura muy distinta como es la tailandesa que seguramente afloran a lo largo del relato pese a su formato clásico.
La espía que amó Georg Maas, se sitúa en la Europa de la década de 1990 para indagar en las consecuencias del nazismo. Y con una técnica narrativa impecable, plantea el drama a modo de “thriller”. Inspirada parcialmente en un caso real, esta película es un thriller dramático de excelente factura, atrapante y para seguir con mucha atención por su inteligencia para exponer hechos intrincados. Además es una lección comprimida de historia del siglo XX, útil para estudiantes y docentes, juristas, miembros de organizaciones de derechos humanos, entre otros actores sociales. La historia gira en torno a una figura femenina cuyo secreto se va develando en una moderada hora y media de relato. Al principio se sabe que puede está vinculada al espionaje, y se la ve recibir presiones de uno y otro bando para atestiguar en un juicio ecuménico. Pero además hay una línea emocional muy fuerte porque esa persona construyó familia bajo una identidad falsa. El cuadro de situación involucra a las organizaciones Lebensborn, creadas por los nazis para asistir a esposas de los SS y a madres solteras, ayudando así a la expansión de la raza aria en el mundo, y que también tuvieron injerencia en los países ocupados por Hitler. Esto último, a cuento de que en muchos de esos destinos los soldados tuvieron hijos con las mujeres locales, las cuales tras ser signadas como "madres de la vergüenza" por sus compatriotas fueron despojadas de sus vástagos por los alemanes, quienes extraditaron a los niños a sus propios orfanatos. La impecable narrativa, la gran técnica cinematográfica y varias grandes actuaciones, entre las cuales se cuentan el protagónico de Juliane Kohler (muy popular en su patria) y el regreso de la sueca Liv Ullman al largometraje (desde 2009) llevaron a este filme a ser presentado por Alemania para al Oscar a mejor producción extranjera de 2014, aunque no quedó como finalista. El camino hubiera sido similar al que trazó La vida de los otros en 2006, la cual tocando un tema muy cercano sí se alzó con esa estatuilla.
Ni vivos ni muertos, ¡mejicanos! El libro de la vida, el filme animado que produce Guillermo del Toro, es una fresca historia de amor que apela a tradiciones mejicanas en torno a la muerte. Los mejicanos tienen una relación muy especial con sus muertos basada en una tradición ancestral. A comienzos de noviembre de cada año los visitan en el cementerio y los recuerdan con flores, velas, música, comidas y regalos. Luego, dedican un día a hablar con ellos y de ellos. Es el modo para que no caigan en el olvido y desaparezcan para siempre de la Tierra. Esta película trata en parte sobre eso y está inspirada en una experiencia de su director Jorge R. Gutiérrez. Cuando era niño perdió a un amigo de 9 años llamado Mauricio y ese episodio lo marcó. Incluso de grande, con su mujer y sus hijos, sigue guardando memoria de él y este relato es su homenaje. El libro de la vida es la historia de un grupo de niños que visita un museo donde una guía muy bonita los invita a descubrir un aspecto menos conocido de México. Objetos antiguos y, entre ellos el Libro de la Vida, donde leen la historia de Manolo, María y Joaquín. Dos amigos enamorados de la misma chica. Uno es torero por mandato familiar, el otro va camino a ser el héroe del pueblo merced a un trato con Xibalba. Xibalba es el guardián del mundo gris y pesado que habitan los que no son recordados. Como contrapartida La Muerte, una mujer esqueleto decorada con un gusto especial, vigila el colorido estrato donde viven felices junto a sus antepasados los que sí son tenidos en cuenta por sus deudos. Guillermo del Toro asoma detrás de esta película. Este gigante del cine mundial y gran defensor de la cultura mejicana y latina se unió a Gutiérrez para que dirigiera su primer largometraje. El resultado visual es magnífico. Las figuras fueron configuradas como marionetas de madera, algunas hasta talladas a mano, y también hechas con cardones secos, esa artesanía incluso típica del norte argentino. Las canciones están en español y en inglés para que el filme sea apetecible para un público no sólo mejicano, lo cual le queda un poco forzado pero se tolera. Tiene aspectos mejorables en el guion pero que no le restan brillo. Del Toro dijo que le faltaba una línea emocional que atravesara el relato y, entonces, trabajaron en encontrarla, aunque se podría haber logrado un poco más. De todos modos, se trata de una obra excepcional, distinta a todo, única y que puede ampliar el universo imaginativo de los niños y ofrecer a los adultos una visión existencial distinta.
La película Barbie y la puerta secreta soprende por el planteo de un mundo paralelo, en el que se adivinan las influencias de Tim Burton. La compañía Mattel fundada en 1945 con base en California es la segunda más grande del mundo en la actualidad y su poderío no ha estado exento de escándalos como la crisis de la pintura con plomo en 2007, que la obligó a retirar más de un millón de juguetes de su segunda marca, Fisher Price, del mercado. La muñeca Barbie, uno de sus juguetes más rentables, fue lanzada en 1959 y en 1987 como parte de la ampliación de productos por primera vez se hizo un cortometraje con su figura. Desde entonces ha realizado entre estos, largometrajes, y dirigidos al mercado del video, alrededor de unos 20. Esta última es una de las mejores películas de Barbie que se hayan hecho. Si bien el personaje tiene un carisma especial para muchos niños, las películas animadas han sido por regla algo esquemáticas, rudimentarias bajo un disfraz de brillos. En ese contexto Barbie y la puerta secreta sorprende. La princesa Alexa, protagonista del cuento, descubre un pasaje a otra dimensión y allí es como que el estilo general del filme atraviesa el portal y sufre una renovación. En ese otro mundo donde Malucia les roba la magia, las alas, las colas de sirena, y demás a las chicas, Alexia llega para hacer un poco de justicia, aunque para ello debe aprender primero a confiar en sus poderes y luego a utilizarlos. Esto claro le servirá para regresar a su mundo palaciego y asumir los compromisos de quien ya es: una mujercita. El mundo paralelo hasta parece hecho por otros animadores: los colores, los efectos, los personajes, la fantasía, todo se aleja del look Barbie clásico y se mezcla en un pequeño pero saludable caos de libertad mayor. Se notan influencias como las de Tim Burton y sus paisajes espiralados, o su versión de Alicia en el país de las maravillas, o reminiscencias de las Campanita de Disney, pero está bien, la animación también es un lenguaje universal. La importancia de la lectura pero la conciencia de no perder el contacto con el mundo, donde se debe hablar públicamente, bailar y vincularse con adultos y con varones, son algunos de los hilos del argumento.
Cine argentino de miedo, terror adulto "El señor tiene necrofobia, un temor enfermizo hacia la muerte y los muertos", dice el psiquiatra interpretado por Raúl Taibo. "¿Incluso mientras los está matando?", pregunta la detective encarnada por Viviana Saccone. Necrofobia es una gran película de cine argentino, con muchas cualidades para destacar. Una es que está muy bien contada y es atrapante. Dos, dura lo necesario, 75 minutos a los que no les sobra ni les falta nada. Tres, tiene muy buena fotografía. Cuatro, está filmada en 3D, la primera vez para este género en nuestra industria. Cinco, tiene un alto nivel psicológico. Seis, cuenta con la fabulosa actuación de Luis Machín, que estaría muy bien que se llevara el próximo Cóndor de Plata (que podría además darle un merecido reconocimiento al género del terror en Argentina). Necrofobia es terror adulto porque no sólo asusta sino que hace pensar. Propone entrar en la mente de un asesino serial o, lo que es casi lo mismo, en uno de los caminos de la locura. Locura que el espectador sabe que está en todas partes. En la televisión, en la calle, en la mente. Pozo del que nadie tiene garantizado que zafará aunque sea en el camino hacia la vejez y el deterioro inevitables. Punto de vista muy difícil de plasmar en un relato creíble, cosa que aquí se consigue. La mente de Dante Samot (el personaje protagonista) se desdobla y puede que alguno de los que aparecen afuera caminando o sentados cerca sea su otro yo. Un yo imaginario, de sueño, de delirio, que empuña las armas o se las da a él o a su hermano desaparecido. Una lástima que a Necrofobia la den en sólo una sala de Córdoba, porque se merece una suerte mejor que la de muchas en su género, que la desplazan por cuestiones de monopolio de las distribuidoras. La experiencia de verla en 3D le agrega un condimento más. Aunque la película juega tal vez demasiado con la penumbra, el realismo aumenta y la inquietud también. Es un filme fuerte de paso. Un nombre para ir anotando, el del director Daniel de la Vega, emergente selecto del underground porteño del cine gore, la historieta y géneros afines. Ha realizado varias películas de terror, una de ellas fue La sombra de Jennifer, que tuvo en el elenco a Faye Dunaway (Bonnie & Clyde, Chinatown).
Infiernos de viento La naturaleza convirtió a los norteamericanos en expertos en tornados. Los peores son los denominados EF5. En la película En el tornado, los protagonistas se enfrentan a uno con ese nivel de violencia. Lo increíble es que algunos lo hacen por voluntad propia, como un grupo de científicos que los estudia para salvar vidas y ganar dinero con un documental. La naturaleza también ha convertido a los norteamericanos en expertos del cine catástrofe. Hacen películas sobre tornados cada vez mejores en su concepción técnica, y se llevará muchos premios en esos rubros. La dirige un tipo con excelentes pergaminos: Steven Quale se formó con James Cameron filmando documentales en las profundidades marinas del planeta, antes y después de que Cameron creara esa obra cumbre del cine de todos los tiempos que es Titanic. En el tornado contiene imágenes impresionantes que además adquieren gran realismo por estar presentadas muchas en el formato de video casero, como se hace en las películas de terror. Pero además de ese soporte tiene mucho efecto especial de calidad donde vemos volar acoplados, aviones de cola, galpones, personas como si estuviéramos mirando un noticiero. La secuencia donde los escapistas se parapetan dentro de una alcantarilla a medio terminar es electrizante. Bien ideada y realizada, con los personajes sufriendo apremios sorprendentes y una imaginativa utilización de materiales. Hay que tener paciencia: la acción tarda en empezar, pero la espera se justifica. Una enciclopedia para cineastas y un éxito probable de taquilla.
Mucha pierna, poca sustancia Quizá lo que más llama la atención de Maze runner: correr o morir son los efectos sonoros. Sobre el tablero hay un grupo de chicos lanzados a una planicie verde, rodeada de un laberinto gigante que cambia día a día. Incapaces de recordar cómo llegaron, llevan tres años tratando de salir de ahí cuando los encuentra el héroe del relato, quien va a romper esa incapacidad. Suena antipático, pero una de las primeras preguntas que surgen después de ver la película es: ¿Qué le falta? La respuesta es otra pregunta: ¿Le falta sustancia? Puede ser. Veamos por qué: los personajes tienen muy poca vida propia en la pantalla. Por poco y se comportan como lo que se supone que son: conejillos de Indias. Sus personalidades son pobres. Parecen responder solamente a una cuestión de estímulos y respuestas, sin pensamientos propios o sentimientos. Esto se ve muy claro en los diálogos que mantienen entre sí, que es el modo con que cuentan para expresarse, comunicarse y modificar la realidad. Son conversaciones básicas, del tipo de disputar jerarquías, dar órdenes o ejecutar tareas. Además, carecen alarmantemente de humor. La risa es la contracara de la tragedia. Se ríe para no llorar, para no enloquecer. En este tipo de productos para adolescentes es llamativo que haya sido dejado de lado. La acción es de buena calidad. Los efectos convincentes. Sin embargo, la presencia de una única variante de criatura confeccionada para aterrorizar a los chicos sabe a poco, comparado a estos universos para niños y adolescentes imaginativamente tan ricos. Por último, el final. Con esto de pensar siempre en historias que se desplieguen en forma de secuelas puede ocurrir lo que aquí, donde no hay ningún planteo de fondo, una razón por la cual las cosas suceden. Se estira tanto el suspenso que se vuelve especulación. Termina el filme y no sabemos qué ocurría. La ciencia ficción como género es lo opuesto. Fue y es el vehículo para que el pensamiento humano vuele hacia el futuro y se haga preguntas que nos involucran como raza, como seres vivos. Aquí de eso nadie se ocupó.
Solidaridad en el acuario Increíblemente, esta exitosa saga que comenzó en 2011 con otra película hecha casi exactamente por la mismas personas y con Warner Bros. por detrás es sólo una parte de un proyecto mucho más amplio que nació en 1972. Ese año se fundó en Florida, sobre el océano Pacífico norteamericano, el hoy llamado Clearwater Marine Aquarium (http://www.seewinter.com) donde se rescatan animales del mar para su protección. La historia real del delfín Winter empezó allí. Lo desenredaron de una red de cangrejos con sólo 3 meses de edad y pese a las curaciones perdió la cola. Sin embargo, con el empuje de un niño volvió a nadar. Movilizó a una pequeña comunidad para asistirlo y hasta crearon después de muchos estudios una prótesis para ayudarlo. De eso se trató la primera película que pese a algunas voces en contra de los acuarios (aparentemente éste sólo trata con animales disminuidos) fue un boom en las boleterías y alentó a esta secuela, cuyos fondos también son para alimentar a la ya enorme fundación detrás del proyecto. La historia otra vez parte de la realidad. Hace algunos años, rescataron de una situación similar a la de Winter a otra delfín hembra a la que bautizaron Hope (Esperanza). En el nuevo filme, este encuentro es vital para la segunda supervivencia de Winter. Ello porque en el inicio de la trama el delfín de la cola artificial pierde a su compañera de estanque y como no es bueno para su salud que viva sola, corre el peligro de ser derivada a otro acuario. Sólo un milagro puede salvarla y es la llegada de una nueva compañera. Los norteamericanos llamar a filmes como este feel good stories ("historias para sentirse bien") pero tal vez no es necesario llegar a tanto escepticismo. Es un filme que deja una sensación de optimismo, pero luego de pasar unos cuantos momentos de incertidumbre, con lo cual no es un alegre cuento de hadas ni mucho menos, aunque por suerte esta vez prescinde de emparentar a los veteranos de guerra con los animalitos lisiados. Claro que es una delicia visual, no sólo por la presencia de los animales marinos sino por los paisajes que acompañan, muelles, veleros, playas, vegetación, horizontes, brisas, puestas de sol y la siempre majestuosa y ancha mar azulada tan próxima a los sueños.
La otra cara de los cómics Una excelente noticia para los amantes del comic; desafío para los seguidores del cine en sí mismo, pues encontrarán en esta película una ave rara dentro de la bandada… que tal vez represente una fresca brisa. ¿Quién sabe? Aunque todo depende. Si se es más o menos seguidor del director Robert Rodríguez no habrá tanta sorpresa en Sin City 2: una mujer para matar o morir. Este mejicano que entró con un portazo a la industria norteamericana filmando El mariachi sobre una silla de rueda para abaratar los costos, no perdió nunca su espíritu indomable. Y luego ha estado vinculado a muchos proyectos que gustan más o menos pero que cada tanto rompen las estructuras dentro del sistema, llegando incluso a ganar buen dinero con ellos. Como por ejemplo con la saga completa de los Mini espías, que además de arrasar en las boleterías de todo el mundo abrieron la puerta a un Rodríguez también inquieto en lo que hace a desarrollo de efectos especiales originales. Como su compinche Tarantino, el mejicano es un apasionado del cine y cree en la magia de la imagen, por ello la va tan bien este filme. Porque Sin city (Ciudad del pecado, literalmente) no se parece en nada a los comics de Marvel en pantalla grande. Más bien corre por un camino paralelo, alternativo, underground, como prefiera llamarlo, donde mucho material que delante de una familia no puede mostrarse, sí tiene un lugar. Allí hay perversos, locos, prostitutas, pero no tienen el glamour de los villanos de Los Vengadores o Iron man, ni el Superman de DC Comics; más bien parece que se retocaron la presencia en un callejón antes de aparecer frente a las cámaras. Ya es hora de contar la trama, que tiene a dos o tres protagonistas principales, como son el asesino a sueldo Marv, el jugador de póker Johnny y el liso y llano perdedor conocido como Dwight. Con su habitual pericia como guionistas, Rodríguez y Miller van a hacer que estos ovillos se enreden, mientras por el camino vamos observando diálogos típicos del comic o de los viejos clásicos del cine policial negro de la década de 1950, llenos de frases talladas en piedra de maldiciones y amores. Un amor con una especie de viuda negra, mujer fatal que avinagra la vida de un hombre permeable. En paralelo, una disputa de poder en el juego, con un político asesino y un niño bonito rebelde. Pero lo que sobresale es lo visual, sin dudas, algo que se puede disfrutar mejor en la versión en 3D. Allí hay varias perlitas que muchos, ya sea dibujantes, diseñadores, pintores, arquitectos y demás sabrán apreciar en la pantalla.