Mucho se ha dicho y se hace en nombre del suspenso, se ha intentado en todos los idiomas, en todos los géneros, muchos realizadores le han dado distintos enfoques, incluso intentaron desde el punto de vista del encuadre, talvez lo sigan intentando y con nuevas técnicas, ayudados por los avances tecnológicos como 3D, IMAX etc. Lo cierto es que el suspenso es un conjunto de hecho que generan ese fenómeno en la historia contada, en la que el principal responsable es el director, y se genera a partir del clima que se crea dentro del set, donde todo se conjuga, empezando por la trama, el encuadre, la música, los actores, la dirección de arte , la fotografía, y todos lo rubros técnicos trabajando en conjunto. Todo ello influye y el resultado final de una producción aceptable, y el espectador sale de la sala con la sensación de haber participado en la película, por la opresión que le genera la proyección, por estar todo el tiempo sintiendo que algo esta por pasar. Este es el caso de “El Americano”, una realización del holandés Anton Corbijn, fotografo famoso y director de videos musicales. Dirige en este caso a Geoge Clooney en el personaje protagónico de un asesino que se integra a la apacible vida rural de un pueblo Italiano, justo antes de ejecutar el último encargo. El resultado final es aceptable. Cuenta con un guión delineado que deja a muchos personajes descolocados y/o olvidados en relación con el cierre de su importancia en la historia. Lo que no impidió que en los EE.UU ser ubicara como una de los estrenos más taquilleras en el fin de semana de su estreno con un total $ 14 millones de dólares, debido, fundamentalmente, a que Clooney tiene una audiencia femenina cautiva y se a involucrado en proyectos que finalmente de fueron muy exitosos, involucrándose también como productor de muchos de esos proyectos, lo que le genera muy buenas ganancias, lo cual le permite seguir produciendo
Los seres humanos somos animales de costumbres, aunque hay veces, cuando nos sentimos vacíos, que induce empezar a replantearnos la vida, a buscar algo que llene ese vacío. Con esa premisa comienza esta obra bajo la dirección de Richard Murphy (director y escritor de televisión), con éxitos logrados por trabajos ejecutados para la cadena Fox como “Nip/Tuck”, ganadora de un Golden Globe, la comedia ·Glee” para la misma cadena, y en lo cinematográfico como “Running whit scissors” (algo así como “Corriendo con tijeras”) y otras colaboraciones para la televisión. Como realizador ya tiene tres títulos fílmicos en preproducción: “Dirty tricks”, una comedia policial, “Face”, un thriller , y “Need” , thriller erótico. “Eat, Pray , Love”, basada en un libro autobiográfico de la escritora norteamericana Elizabeth Gilbert, quien bajo el nombre de Liz (Julia Roberts – “Pretty Woman”) comienza ese recorrido por dos continentes comiendo, orando, amando, y viendo si se encuentra a sí misma . El realizador sale muy bien parado, pues logra presentar una historia de vida y se despega del hecho que se pueda decir que es una obra feminista, se trata, en cambio, de una historia con un punto de vista femenina, que no es lo mismo.. Las vivencias de Liz para encontrarse a sí misma, su yo personal, el saber de quién es y donde esta parada. La frase que resume, y define, la historia se escucha en boca del gurú Nyomo, cuando le revela que cuando se busca el equilibrio en la vida "perder el equilibrio por amor es parte de la vida”. La puesta en escena esta muy bien definida, con respecto al entorno de la protagonista, sus nuevos amigos, el cultivar con una nueva lengua, aprender de nuevos platos muy diferentes a lo que ella estaba acostumbrada, con lo que adquiere educación gastronómica (de una belleza visual increíble), en tanto conoce otras historias que la hacen pensar que lo suyo no es en lo mínimo comparable. Los tiempos cinematográficos muy bien definidos, las actuaciones muy correctas, nada fuera de lugar, la luz, los colores, la música y una apertura a explotar la naturaleza real, con bellos paisajes de Bali, sin desmerecer los de Roma y una aproximación a Bombay.
Después de medio verano con títulos como “Sex and the city”, “Marmaduke”, “Shrek 4” y “Megamind”, dirigidas a un publico infantojuvenil que se encuentra disfrutando de las vacaciones de verano en los EE.UU, llega un titulo que al menos nos da un respiro. Con guión, producción y realización de Christopher Nolan (“Batman, el caballero de la noche” 2008) nos presenta “Inception” (algo así como inserción o insertarse, por lo de entrar en la mente de las personas), la historia de un ladrón de sueños buscado en todo el mundo por sus actividades ilícitas. Es contratado por un oscuro personaje que le promete el recupero de su vida de familia a cambio de insertarse y plantar información en los sueños de determinadas personas a fin de obtener otra información que le es muy importante. Nolan logra una realización de mucha acción con muy hábil utilización de los tiempos cinematográficos, los maneja a la perfección y el espectador siempre sabe donde esta aun cuando la narración se mueve de un sueño a otro como un pez en el agua, diferenciando a uno del otro con detalles que están siempre a la vista, empleando elementos que operan como brújulas que guían la historia hasta el final. Final que lo presenta abierto, otro sueño tal vez, que nos podría llevar a una segunda parte, práctica que rara vez supera a la primera. Leonardo DiCaprio, Ken Watanabe, Michael Caine, Marion Cotillard y Tom Berenger, cumplen afinadamente con la responsabilidad de los roles asumidos, destacándose Marion Cotillard, Tom Berenger y Leonardo DiCaprio. La sólida dirección de Nolan se apoya en la excelencia de los experimentados técnicos que conforman los distintos equipos técnicos.
Historia sensible resuelta con sobriedad narrativa El diciembre 6 de 1973 en Norristowon, un suburbio de Philadelphia, en el estado de Pennsylvania, Noreste de los EE.UU., se produce la desaparición de Susie Salmon (Saoirse Ronan (la joven Briony Tallis en “Atonement”, nominada al Oscar como mejor actriz de reparto en el año 2007, dirigida por el británico Joe Wright), una adolescente de 14 anos, cuando regresaba de la escuela. Su desaparición no deja ninguna pista ni huella, ni hecho en particular por lo que se podía supone que se fue de la casa. La familia es muy afectada: su madre se va de la casa; su abuela se muda con su padre y sus hermanos. La vida continua, pero nadie olvida a Susie. La siguen buscando día a día, explorando todas las posibilidades para dar con su ella. Ansían recibir una prueba de vida, una señal, pero el tiempo pasa y la situación no varía. La rutina cotidiana continúa sin muchos cambios. Lo permanente es la insistencia de su hermana Lindsey ante las autoridades policiales en el sentido de tener la corazonada de que el vecino es el responsable del hecho, sospechas que, aduce, surgen por observar un extraño comportamiento por parte de Mr. Harvey, un irreconocible Stanley Tucci, trabajo con el cual logra la candidatura a los premios Oscar como actor de reparto. Lo anecdótico es que Tucci en un primer momento había rechazado el personaje, pero ante la insistencia de los responsables de la obra finalmente acepta encarnarlo, pero con la condición de que su caracterización conlleve un cambio de imagen respecto a los personajes que animara con anterioridad. El resultado fue proyectar a un psicópata meticuloso, estudiado y siniestro, constructor de casas para muñecas en miniatura, las mismas con la que atrajo a Susie, una de su victima. Lindsey es quien, de alguna manera, por su arriesgada osadía desencadenar el dramático final de Mr. Harvey El realizador Peter Jackson (“King Kong” -2005-, “El señor de los Anillos” - 2003) encaró la tarea de adaptar, junto a Fran Walsh y Phillippa Boyens, y asumir la responsabilidad de concretar la producción sobre la base del libro de Alice Sebold, considerado delicado, con altos tonos de ghost (fantasmas), que habla del afterlife (un después de la vida) de Susie. Traduce un mundo casi mágico que Jackson lo resume en palabras del niño-hermano con la frase “she is in betwen”, (“ella esta en el medio”) entre el sol y el arco iris, en el que vive la joven como una criatura celestial .debatiéndose entre el deseo de venganza o la tranquilidad de su familia. Los tiempos cinematográficos están muy bien delineados, el espectador siempre sabe donde esta, que parte de la historia esta transcurriendo; el desarrollo siempre va en crescendo, manteniendo la atención en el encuadre. Jackson sostiene el suspenso pendiente de un hilo, resolviendo de manera impecable cada escena sin regodearse demasiado en lo sangriento. No he tenido la oportunidad de leer el libro y trato de ser objetivo respecto a toda la información publicado en los medios de prensa respecto de la obra literaria de Sebold. El tratamiento de los personajes y la dirección de actores son correctos, destacándose Saoirse Ronan y Stanley Tucci, con el sólido aporta de un interesante plantel de intérpretes cubriendo los personajes secundarios. Peter Jackson sale muy bien parado por el tratamiento de la historia con la que deja en el espectador una sensación de paz., sosteniendo que más tarde que temprano a todos les llega su castigo, lo que el cineasta presenta con los contrapicados, por ejemplo en la escena final, como si el cielo estuviese presente en el momento que se produce este desenlace.
Descarnada visión de la sociedad afroamericana en Nueva York Corría 1987 en Harlem, un suburbio de Nueva York, allí vive la obesa e inletrada afroamericana Claireece Precius Jones (Gabourey Sidibe) en compañía de su opresiva madre. La adolescente, como consecuencia de sufrir violaciones e incesto por parte de su padre, a los 12 años dio a luz a una criatura que nació con el Sindrome de Dawn. Ahora nuevamente embarazada por su progenitor, es obligada a dejar la preparatoria y concurrir a una especie de escuela especial donde su mundo (muy pequeño) cambia de una manera radical, aprendiendo por primera vez a valerse por si mi. Esta descarnada visión de la sociedad afroamericana actual en los Estados Unidos, tal cual puedo apreciar viviendo en el país, donde las personas sobreviven merced del WALFARE (entidad de ayuda a personas de bajos recursos), con estampillas de comida (food stamp), personas que trabajan seis meses y vuelven a pedir el apoyo del estado, aun cuando conducen autos ultimo modelo, visten y calzan de marca, fuman y beben todos los días. En esta sociedad el machismo es la moneda más fuerte. Las mujeres ocupan el ultimo lugar del escalafón, son las que trabajan, conducen, paren los niños y tienen todas las responsabilidades del hogar (es denigrante ver a las féminas conduciendo un automóvil y a los hombres durmiendo o comiendo al lado de ellas). Los zánganos, como se los conoce, viven de noche, duermen de día, en la casa o en el auto. Lee Daniels nos da un vistazo a esta parte de la sociedad. Toma como base el libro “Push” (empuje) de Sapphire. Describe hasta de que son capaces valerse algunas personas para seguir colectando (recibiendo ayuda) del gobierno. Trampas, abusos sexual, físico y psicológico, que nos pone en evidencia a lo más bajo a lo que algunos seres humanos pueden llegar, a veces obligadas por las circunstancias. “Preciosa” es una producción dura, descarnada, con un mensaje final muy prometedor: que todas aquellas personas que se lo propongan, con empuje (push) pueden cambiar su destino, sin importar a que parte de la sociedad pertenecen. Precious tomo su segunda oportunidad, luego de haber sufrido todo tipo de humillaciones, para que un mundo nuevo de oportunidades se pueda vislumbrar para ella. Cinematográficamente, la obra parte de un guión sólido, bien articulado, de Geoffrey Fhetcher, que Lee Daniels tradujo a imágenes de gran potencia narrativa, respaldado por sólidos equipos técnicos –como fotografía y compaginación -, y un elenco que trasmite convicción siguiendo una dirección precisa y muy segura. El soporte para el guión y la dirección lo constituyen el trabajo de Gabourey Sidibe, como Precious, en su debut en el cine, a los 16 años, después haber incursionado en el teatro, y la presencia de Mo’Nique (42 años) con amplia trayectoria teatral, televisiva y fílmica como reconocida intérprete de comedia, quien en su carrera se hizo acreedora a distintas nominaciones y premios, autora del bestseler “Skimy Woomen are Evil” (2003), y que en “Preciosa” es toda una revelación por su primer trabajo dramático encarnando a Mary, la madre de la protagonista. Todos estos aciertos (más allá de algunas observaciones) justifican ampliamente que la realización haya merecido su nominación a los Oscar en varios rubros, entre los que se encuentran mejor película, mejor dirección, mejor actriz protagónica (Gagourey Sidibe) y mejor actriz secundaria (Mo’Nique).
Mundo real y mundo poético confundidos en la vida íntima de un creador En 1963 Federico Fellini filma “Otto e Mezzo” (8 1/2), para muchos su mejor realización. En ella se basó el musical “Nine” (9 en inglés) y en ambas se inspiraron los guionistas para la producción fílmica que conocimos como “Nine, una vida de pasión”. Rob Marshall tenía tres años cuando Fellini concretaba “8 1/2” y 48 al asumir la responsabilidad de dirigir el guión inspirado en aquella producción, con tres antecedentes como cineasta “Annie” (1999), “Chicago” (2003) y “Memorias de una Geisha” (2006), las dos primeras adaptaciones de obras musicales estrenadas en Broadway. El realizador Marshall logra en su cuarto largometraje narrar de forma impecable la historia del imaginario director Guido Contini (inspirado en Federico Fellini), dividiendo el relato en capítulos, apoyándose en canciones para describir las distintas etapas del proceso que experimenta al poner en ejecución el proyecto y durante su rodaje. Vive el presente, se reencuentra con su pasado, fundiéndose ambos en sus sueños y delirios. La narración se estructura sobre la base de una simbiosis en el juego de los tiempos (presente-pasado-condicional-abolido) en el cual se conjuga la existencia de Guido a partir de su adolescencia y el descubrimiento del sexo, proyectándose en todos los personajes claves enhebrados de los acontecimientos que le suceden. Entre ellos se destaca su esposa Luisa (impecable Marion Cotillar) entonado “My Husban Make Movie” (“Mi marido hace películas”), melancólica manera de decirle adios. Marshall denota un buen manejo de los tiempos cinematográficos, de la escenografía, el guión, el color y las luces, con lo que trasmite la sensación opresiva que le asisten al directo Contini (meticulosa composición Daniel Day Lewis como el creador delirante). Los cuadros musicales van in crescendo, siempre hacia arriba, así cada una de las interpretaciones trasmiten una energía increíble. En el final cuando cada una de las mujeres de la vida de Guido están presente de forma tal que él no las ve en el set donde está filmando, el Guido-niño se sienta en el regazo de Guido-adulto como fundiéndose, cerrando en cierta forma esa etapa de su atormentada existencia. Una muy buena selección del elenco secunda sólidamente el mundo poético del protagonista, entre quienes se destacan Judi Dench (Lilli, magnifica en el número musical), el señorío de Sophia Loren (la madre), Penelope Cruz (Carla), Kate Hudson (Stephanie), Nicole Kidman (Claudia). Todos factores que suman méritos para tenerla muy en cuenta.
Una de las más humanas realizaciones de Clint Eastwood Clint Eatswood le impregna a esta realización un aura de misticismo épico- deportivo, al presentarnos una de sus más humana producciones, donde deja de lado la guerra y el western. Aborda al Mandela humano, entregado a lograr la participación de su país en el Campeonato Mundial de Rugby de 1995 para conseguir su mayor anhelo: unir a su pueblo terminando cono el apartheid, el racismo entre blancos y negros, la división entre ricos y pobres. El Mandela, encarnado por el multifacético Morgan Freman (actor fetiche de Eastwood), se ve aplomado y tranquilo, tras 27 anos de cárcel por razones políticas, tiempo suficiente para leer al inglés Willian E. Henley quien, sin saberlo, lo ayudó a inspirarse para su cometido como presidente de Sudáfrica. Matt Damon, como el capitán del equipo de rugby, es el motor para lograr el propósito presidencial y, cosa lejanamente soñada, ganar el campeonato mundial. Después de “Grand Torino” (2008), Clint Eatswood nos entrega una vez más su gran manejo del lenguaje y la técnica cinematográfica, a partir un guión sólido, de su reconocida capacidad para dirigir actores, para ofrecernos, como es ya habitual, un producto completo, sin complejidades innecesarias, sin efectos visuales y especiales rimbombantes, sin un solo disparos espectaculares, digno de ser visto, disfrutado, y, por qué no, admirado. No juega con un Mandela enredado en la política y sus conflictos colaterales, sino que nos acerca al lado más humano y solitario del presidente, sólo rodeado del servicio de seguridad, conformado, por su decisión, en el primer paso pergeñado para integrar a los ciudadanos blancos y negros, pero, por sobre todo sudafricanos, superando odios, resentimiento, rencores y venganzas acumuladas en el pasado. Para citar un ejemplo de la maestría del cineasta, baste recordar particularmente un momento, la única visita de su hija y nietos al palacio presidencial, donde Eastwood resume la soledad del hombre-mandatario mediante el logro de una atmósfera impecable entre la melancolía familiar y el destino de un ser humano, profundamente humano, con la mirada puesta en el mañana