Enmarcada en un contexto socio/político/cultural de cambios, y en donde las nuevas juventudes e identidades fluyen a la par que buscan conquistar nuevos espacios, la propuesta habla de cómo el pedido de libertad sobre los cuerpos y decisiones se proyecta en uno de los personajes protagónicos más interesantes del reciente cine nacional.
Acaso una de las más divertidas propuestas animadas de los últimos tiempos, en donde se mezcla humor, música y alegría, a la par que se reflexiona sobre aquellos seres que continúan luchando por sus sueños a pesar que todo sea cuesta arriba.
Secuela de una película que no hemos visto en Argentina, en la búsqueda de resolver la verdad sobre un siniestro villano, se complejiza el día a día de un niño que, junto a su pequeño “ninja” buscará la verdad, pero también, su lugar en el mundo.
Mientras ser parte del mal es muy fácil para algunos, la búsqueda de libertad y redención de algunos es la única posibilidad para sobrevivir en un mundo donde la violencia y la muerte es la única escapatoria
Una escritora, recientemente ganadora del premio Nobel, ve como su plácida vida cambia de un momento a otro cuando la tragedia golpea a su puerta y debe tomar decisiones que aún no creía posibles para su existencia.
Liam Neeson se desmarca de la propuesta, una trillada historia, en donde la memoria es el punto de inflexión para que el protagonista pueda reflexionar sobre sus acciones y consecuencias.
Nicolas Cage se toma en solfa su propia carrera en una políticamente incorrecta historia en donde la búsqueda del prestigio, y la película que lo vuelva a las primeras planas de los periódicos, es solo la excusa para poder reflexionar sobre la fama, el ascenso meteórico y las estrepitosas caídas.
Basada en el clásico Firestarter de Stephen King, que a su vez ya fue llevado al cine en los años ochenta con una pequeña Drew Barrymore en el papel central, el realizador Keith Thomas se pone tras las cámaras para contar cómo la hija de un matrimonio sobre el cual se hicieron pruebas científicas, debe asumir su condición de “anómala”, frente a la sociedad, intentado controlar su fuerza, la capacidad de incendiarlo todo. Con música de John Carpenter, que nos hace viajar al pasado, con una fiesta de sintetizadores, Zac Efron, Michael Greyeyes y Ryan Kiera Armstrong, se ponen al frente de un atrapante cuento sobre vínculos, experimentos y cómo el control marca el pulso de los días de la gente.
Mika Kaurismaki tras las cámaras de esta good feeling movie en la que el encuentro y choque de culturas termina por potenciar una historia de amor y solidaridad que revela el costado más empático de sus personajes.
Fallida propuesta que intenta engañar a los espectadores con su disfraz de documental para luego devenir en un festín de estereotipos y lugares comunes de lo peor del cine de género y sus derivados.