Plagada de lugares comunes, de cosas que ya vimos, y mejor hechas, en infinidad de ocasiones, el principal problema de la película radica en su título local, NO HAY MAREMOTO, hay una búsqueda desesperada por salvar la vida de un hombre que desapareció junto con una plataforma petrolera. En sus escenas prevalece el tedio.
Impactante relato sobre los oscuros mecanismos de la burocracia y cómo un joven, creyéndose omnipotente, intenta desandar otros caminos para conseguir objetivos.
La familia sigue en peligro y buscarán por todos lados la protección con una propuesta que despliega su radar de acción a varios continentes. Jason Momoa brilla como el villano de turno. Una fiesta.
Doloroso relato en el que se expone la destrucción de los sueños de un joven a base de corrupción y manipulación. Las escenas en donde el silencio prima son fundamentales para generar una tensión in crescendo.
Con ideas de muchas propuestas vistas con anterioridad, como El bebé de Rosemary, gracias al talento de Melissa Barrera no termina de naufragar del todo.
Martín Farina, una vez más, explora vínculos a partir de una mirada lúcida en donde el diálogo y los fundamentos se funden en acaloradas exposiciones que refuerzan su lógica.
Documental sobre la vida de Bernardo Kehoe en donde el propio artista repasa hitos de su pasado y la persecución que padeció. Lucila Frank y Andrea Morasso logran captar la esencia de Kehoe en charlas, entrevistas e imágenes de profunda poesía ilustrando la narración.
Gran vuelta al cine de Mariano Galperín en la que narra el encuentro de Bill Evans con el público argentino en la ciudad de San Nicolás. Contrastes entre la banda y los lugareños, una cuidada reproducción de época y una soberbia interpretación de Diego Gentile permiten disfrutar de este gran relato.
Nueva entrega de la saga de estas mujeres que a partir de la lectura conformaron un universo de amor y amistad por más de 50 años. Cambiando de escenario, con Italia como decorado y tema, cada una brilla con humor y entretenimiento en cada participación. Simple y efectiva.
Ridículamente cursi, lacrimógena y plagada de clichés, pero ... adorable. Además está Celine Dion y sus canciones en el relato de dos personas que se encuentran enlazando la vida y la muerte. Priyanka Chopra Jonas y Sam Heughan encienden la pantalla y se animan a cumplir con todos los mandatos de la romcom clásica.