Conocido por dirigir «Cara de queso» (2006), «Mi primera boda» (2011), «Vino para robar» (2013) o «El Robo del Siglo» (2020), entre otras tantas, Ariel Winograd volvió al ruedo con «Hoy se arregla el mundo», un film que se estrenó el 13 de enero de este año en los cines y que hace unos días llegó a la plataforma de Netflix para que todos sus usuarios puedan disfrutarla. La película se centra en David ‘el Griego’ Samarás (Leonardo Sbaraglia), un productor televisivo que se encuentra haciendo Hoy se arregla el mundo, un talk show donde dos personas tratan de resolver un conflicto en común. Su trabajo parece ser lo único importante en su vida, a pesar de tener a Benito (Benjamín Otero), su hijo de 9 años fruto de una relación ocasional. Sin embargo, cuando su ex pareja muere deberá hacerse cargo del pequeño, aunque rápidamente se entera de que no es realmente su hijo. Es así como ambos se unirán en la búsqueda de su verdadero papá. «Hoy se arregla el mundo» es una cinta que habla sobre los vínculos de sangre y los construidos, de las segundas oportunidades, la importancia de tener el apoyo y la contención necesaria, la tragedia y el trauma a partir de la mirada infantil, entre otras cuestiones, mediante un tono dramático y emotivo pero plagado de humor para no caer en golpes bajos ni lacrimógenos. Las aventuras y vicisitudes por las cuales tienen que atravesar los protagonistas para lograr su objetivo son hilarantes, sobre todo porque se cruzan con varios personajes bizarros en el camino. Las interpretaciones del elenco son un gran punto a favor. El debut actoral de Benjamín Otero es grandioso, un niño que lleva a buen puerto sus diálogos con gracia, madurez y simpatía, haciéndonos reír por el choque entre el contenido de sus frases y su edad. Además, presenta una buena química con Leonardo Sbaraglia, que se encuentra muy bien en su papel. Su relación se va haciendo cada vez más sólida, y a pesar de que podemos prever desde el inicio cómo va a terminar su historia, la película le impregna un gran corazón a la construcción de esta dupla. A ellos se les suma más adelante Charo López, formando un trío efectivo tanto para los momentos divertidos como para los sentimentales. Por otro lado, cuenta con la participación de reconocidas figuras como Natalia Oreiro, Gerardo Romano y Diego Peretti, que son acertadas y le aportan su sello característico. En su contra podemos decir que la película podría haber sido más corta. No es que se sienta pesada, pero sí puede resultar un poco monótona o estirada, sobre todo a la hora de visitar a cada uno de los posibles padres. Se le dedica mucho tiempo a esto, mientras se construye el vínculo protagónico, y se siente que podría haber sido más efectiva con menor duración. En síntesis, «Hoy se arregla el mundo» es una de esas lindas películas que nos deja con una buena sensación una vez finalizada. Nos ofrece escenas divertidas, momentos emotivos y un gran trabajo de su elenco para generarnos diversas sensaciones. Un logro más de Ariel Winograd dentro del cine nacional.
Luego de realizar las películas «La perrera» (2006) y «El lugar del hijo» (2013), el director uruguayo Manuel Nieto Zas vuelve al cine para entregarnos «El empleado y el patrón», un film que profundiza en las diferencias de clases a través de una historia intensa, sorpresiva y dramática. La película se centra en Rodrigo (Nahuel Pérez Biscayart), un patrón de estancia poco convencional en la frontera entre Uruguay y Brasil, que frente a la escasez de trabajadores debe buscar un nuevo empleado para manejar uno de sus tractores para la cosecha. Es así como conoce a Carlos (Cristian Borges), un joven al que le interesan más los caballos y competir en carreras, pero que acepta el trabajo porque tiene una bebé que mantener. Rodrigo también tiene su hijo propio con Federica (Justina Bustos), que presenta posibles signos de un trastorno, y están preocupados y ansiosos por el diagnóstico. Sin embargo, un accidente trágico cambiará la vida de ambos y profundizará las tensiones generadas por los conflictos de clase y las relaciones de poder. «El empleado y el patrón» es una película de personajes, de aquellos que presentan tantos matices que podemos identificarnos y empatizar con ellos en ciertos momentos y que por otros nos chocan sus actitudes y comportamientos. Tanto Rodrigo, con su aire despojado, contemplador y comprador, como Carlos, introvertido, sumiso y soñador, van evolucionando con el correr del metraje y construyendo una relación compleja, incómoda, de esas que se necesitan mutuamente para poder subsistir pero a la vez no hacen más que empeorar la vida del otro. Por instantes nos descolocan sus respuestas o formas de actuar, pero no porque no vayan con la esencia de los personajes, sino porque las experiencias de vida los van llevando por distintos caminos. Esto hace, también, que la película tenga giros bastante sorpresivos e impactantes, que uno no se los ve venir (sobre todo si no ven el tráiler antes, que revela algunos aspectos importantes). Sí estamos atentos a que la olla a presión que se va gestando a lo largo de la historia va a estallar en algún momento, pero cuando lo hace resulta ser efectivo y poderoso. El clima de tensión que construye el film es muy acertado, y mucho tiene que ver el guion, el manejo de los tiempos, la ambientación, la fotografía y la banda sonora como también las interpretaciones del elenco, no solo de Nahuel Pérez Biscayart y Cristian Borges, a quienes mencionábamos anteriormente, sino también de aquellos que encarnan a los personajes secundarios que le aportan una presencia incómoda o comentario ácido al relato, como Justina Bustos como Federica o Fátima Quintanilla como Estefanía, la mujer de Carlos. Entre ellas existe un vínculo tirante, como una soga a punto de cortarse, que es muy atractivo de ver. A partir de las relaciones de los personajes y los hechos trágicos que se van sucediendo, el film logra profundizar sobre cuestiones como las diferencias de clase, la maternidad/paternidad, los deseos personales, el duelo, el sobreponerse a la adversidad, la explotación laboral, entre otros temas. En síntesis, «El empleado y el patrón» resulta ser una mezcla entre un drama y un thriller muy sólido, que gracias a los giros sorprendentes e impactantes, las actuaciones del elenco que nos ofrece personajes llenos de matices con los que vamos cambiando nuestra perspectiva a medida que avanza la historia y un clima a pura tensión y suspenso nos va llevando por un viaje intenso y satisfactorio.
La pandemia obligó a muchas personas a reinventarse, como también a buscar formas creativas de resolver algunos asuntos que antes eran cotidianos, como la manera de comunicarse con los demás o incluso filmar una película. Es así como nos encontramos con producciones audiovisuales que lograron resolver estas barreras del contacto y aprovecharon el recurso de la videollamada para contar una historia diferente, como la serie «Staged» o films como «Host» de Rob Savage. Dentro de este grupo de películas se encuentra «A un click de distancia» («Language Lessons»), la cual se centra en Adam (Mark Duplass, quien también oficia de co-guionista), un hombre que recibe como regalo de su pareja 100 clases de español a distancia para hablar de manera más fluida. Su profesora es Cariño (Natalie Morales, quien además de protagonizar la cinta, la dirige y escribe), una mujer con la que rápidamente entablará una relación que va más allá de un intercambio maestra-alumno. «A un click de distancia» es una comedia dramática que expone temas como la amistad, el duelo, la soledad, la compañía, a través del vínculo entre los protagonistas, que al principio comienza de manera tímida entre dos extraños y que va evolucionando de una manera honesta, sólida y tierna. Las conversaciones van desde frivolidades hasta cuestiones más profundas, que se benefician tanto del humor (que muchas veces recae en las dificultades del idioma y la comunicación) como del drama. Natalie Morales y Mark Duplass se desempeñan de una muy buena manera en sus personajes. El estar todo el tiempo en pantalla les permite sacar a relucir su caudal interpretativo, que va desde la comedia al drama según el momento lo requiera. Mención aparte para la fluidez que tiene Duplass en español, que tal vez tiene que ver con el mismo guion pero que lo realiza con creces. Si bien el recurso de estar filmada completamente con el formato de Zoom la pudimos ver en otras ocasiones, es interesante ver cómo recurrieron a esta herramienta sin que resulte monótona o aburrida, sino que encuentran la manera de conocer un poco más a los personajes a través de sus fondos y que estas «locaciones» también sirvan para fomentar su interacción. Además, le brinda cierta intimidad al relato. En síntesis, «A un click de distancia» resulta ser un film sumamente agradable, que se beneficia del vínculo que va construyendo su dúo protagónico (y que también escribe la historia) y del tono que utiliza para contar la trama, que por momentos cae en la comedia y por otros en el drama. Una linda historia sobre la amistad y la necesidad de una buena compañía para superar situaciones difíciles de la vida.
Antes de ser derrotado, Mysterio (Jake Gyllenhaal) llega a revelarle al mundo la verdadera identidad de Spider-Man (Tom Holland) y anunciar que él fue el culpable de su muerte y de los destrozos en Londres. Es así como Peter Parker pierde todo tipo de privacidad y recurrirá a Doctor Strange (Benedict Cumberbatch) para que lo ayude. Cuando están por lanzar un hechizo para que todos se olviden de él menos sus seres queridos, algo sale mal y se abre la puerta del multiverso, donde todos los que saben quién es el superhéroe arácnido aparecen en esta línea de tiempo. «Spider-Man: Sin camino a casa» es una película que se esperaba hace mucho tiempo y que, como todas las producciones de Marvel, en torno de ella giraban una gran cantidad de teorías de quiénes iban a aparecer finalmente en pantalla. A pesar de que fue difícil ocultar la información entre los tráilers y las filtraciones, en Cinéfilo Serial queremos que cada uno pueda disfrutar de su propia experiencia, así que no vamos a revelar ningún detalle específico que pueda afectar la sorpresa y el impacto. Lo que sí podemos adelantar es que la película seguramente será del agrado de los fanáticos de Spiderman, porque estamos frente a una trama que sin dudas apela al costado nostálgico y a la emoción, incorporando una gran cantidad de personajes históricos, que con cada aparición nos sacan más de una sonrisa. Existen varios momentos épicos a lo largo del film que generan satisfacción. Con la participación de tantos personajes clásicos del universo de Spiderman no era fácil conservar el protagonismo de Tom Holland, pero la película consigue equilibrar de una buena manera las apariciones. Cada protagonista tiene su momento para brillar e incluso la interacción entre ellos saca a relucir sus mejores cualidades. A Tom Holland se lo siente cada vez más cómodo en su papel, y la dinámica que construye con Zendaya como MJ y Jacob Batalon como Ned es tan divertida como honesta. Logran transmitir esa amistad e incondicionalidad de una manera creíble. Lo mismo ocurre con Marisa Tomei como la tía May, quien le enseña a Peter valores como el respeto y las segundas oportunidades. Con respecto al resto del elenco, no queremos anticipar nada, pero cada actor que participa del film se encuentra en buena forma y desarrolla su personaje con soltura. Si bien es conveniente haber visto todos los productos relacionados con Spiderman y otras historias de Marvel como «Doctor Strange», la película se encarga de recopilar información esencial para aquellos que no hayan visto todo el material que se necesita para entender la trama central. Aunque seguramente se pueden perder ciertos detalles o chistes, se puede comprender la cinta sin inconvenientes. No tenemos que confundir esto con una sobreexposición de información o darle servidas las cosas al público, recurso al que muchas veces la compañía recurre, sino que nos brinda lo justo y necesario para no perdernos nada importante. El humor está presente en gran parte del film, con varios chistes atinados e incluso por momentos busca reírse de sí mismo, generando aún más gracia en el público. Pero también existe lugar para la emoción en varias oportunidades, además de las escenas de acción que están muy bien logradas, brindándonos buenas coreografías de pelea y un gran despliegue de producción en cuanto a los escenarios y efectos especiales. A pesar de sus 148 minutos de duración, la película no se siente pesada, sino que es dinámica, ya que en todo momento pasan cosas o se presenta algún personaje nuevo. No existen instantes de transición ni escenas que se sienten de más. Es un constante bombardeo de información, pero que no se vuelve abrumante ni confuso. En síntesis, «Spider-Man: Sin camino a casa» es una película que cumple con todo lo que se esperaba de ella. Nos brinda personajes clásicos del universo de Spiderman de todos los tiempos para conquistar a los nostálgicos pero también lo equilibra con un buen desarrollo y evolución del protagonista para las nuevas generaciones de fanáticos. Tiene humor, acción, emoción, y una gran cantidad de conexiones con otras historias que, aunque no se esté al día con todo el material, la cinta se las rebusca para que no se sientan perdidos. Y como con todos los films de este estilo, estén atentos porque tiene dos escenas post-créditos que van a dar mucho que hablar.
El director de «The Big Short» (2015) y «Vice» (2018), Adam McKay, nos trae su más reciente film, «No Miren Arriba» («Don’t Look Up», en su título original), el cual se estrenó por tiempo limitado en salas a principios de diciembre y ayer llegó a Netflix de forma masiva. La cinta se centra en Kate Dibiasky (Jennifer Lawrence), una estudiante de posgrado de Astronomía, y su profesor, el doctor Randall Mindy (Leonardo DiCaprio), quienes hacen un descubrimiento tan asombroso como aterrador: encuentran un cometa en órbita en el sistema solar que dentro de seis meses va a caer en la Tierra y destruir el planeta. Es así como ambos empezarán una cruzada para advertirle al gobierno y a la sociedad a través de los medios lo que está a punto de ocurrir para poder hacer algo y salvar la humanidad. Aunque la respuesta que reciben no es la esperada. «No Miren Arriba» es una sátira punzante que realiza una crítica a los gobiernos que lo único que les importa es hacer carrera política, no perder su estatus y adquirir más poder; a los medios de comunicación que se centran solamente en lo que vende aunque sea superfluo e irrelevante; y a la gente que consume este tipo de productos y cree todo lo que se dice por televisión. Además, muestra la poca importancia y credibilidad que se le otorga a los científicos y a las pruebas fehacientes. Si bien se trata de una película de ficción, sin dudas nos encontramos con un dejo de realidad detrás de esta historia, sobre todo porque seguimos transitando una pandemia que nos expuso a situaciones no tan lejanas a lo que propone el film. Nos deja reflexionando sobre las diferentes reacciones de los seres humanos ante noticias de este estilo, la necesidad de buscar un esparcimiento para no pensar en lo que está sucediendo y la poca confianza que se le tiene a la ciencia. Todo esto lo enfoca mezclando el drama con el humor negro e irónico, que funciona en la mayor parte de los gags. Sus intérpretes también permiten que sean efectivos por la manera en la que los transmiten a través de sus diálogos e interacciones. El director, que también oficia como guionista y productor ejecutivo del film, logra impregnarle su sello a la historia, trayéndonos una trama de catástrofes y ciencia ficción vista desde otro lado. No es la típica cinta donde se advierte un riesgo y se muestran las consecuencias a través de diferentes perspectivas, sino que se enfoca solamente en las reacciones y los intereses de distintos grupos de poder. La película tiene un elenco de renombre con Leonardo DiCaprio y Jennifer Lawrence a la cabeza, dos grandes actores que realizan buenas interpretaciones de estos científicos preocupados y desbordados (aunque con diferentes formas de adaptarse a la realidad), y que se lucen principalmente cuando interactúan entre sí. Además, contamos con la participación de Meryl Streep como la necia e interesada presidente, Cate Blanchet como una periodista sin escrúpulos, Timothée Chalamet como un joven antisistema, Jonah Hill como el asesor e hijo de la presidente, y Mark Rylance como un empresario que tiene una compañía de celulares muy poderosa. Terminan de conformar el elenco personalidades como Ariana Grande, Tyler Perry, Ron Pearlman, Himesh Patel, entre otros. Los aspectos técnicos están bien logrados, sobre todo los relacionados con los objetos propios de la ciencia ficción, como los cohetes o los planetas; tiene buenos efectos especiales que brindan credibilidad. Además, la banda sonora acompaña de buena manera, e incluso tiene un tema propio interpretado por Ariana Grande que es imperdible. Tal vez «No Miren Arriba» no supere o esté a la altura de otras obras del director, pero sin dudas logra ofrecernos un entretenimiento grato mediante buenos chistes y más que atinadas interpretaciones de un elenco lleno de estrellas, pero también consigue realizar una crítica profunda al gobierno, los medios de comunicación, las grandes corporaciones y a la sociedad en general y advertirnos sobre la importancia y necesidad de estar atentos a temas más importantes como la ciencia y el medio ambiente. Para aquellos que vayan a verla, no dejen de mirar hasta el final porque hay una escena post-créditos.
Más allá de que pueda gustarnos el tenis o no, todos sabemos quiénes son Venus y Serena Williams. Aquellas hermanas que revolucionaron el tenis femenino desde su aparición en los años ‘90, ganadoras de 30 Grand Slams, líderes del ranking de la WTA y campeonas olímpicas. Pero lo que no se conoce en profundidad es la historia de su padre Richard, que trazó un plan detallado sobre cómo sus hijas menores se iban a convertir en las grandes estrellas del tenis. Es así como «Rey Richard: Una Familia Ganadora» va a ahondar en los comienzos de las hermanas y en cómo su padre las fue moldeando hasta llegar a la cima. Si bien a priori puede sonar raro hacer una película sobre el padre de Venus y Serena y que no se centre en las verdaderas estrellas de la historia, la película logra construir un relato efectivo y que sale airoso gracias a las temáticas que toca y las interpretaciones de su elenco. Tal vez al principio se edulcora un poco la figura de Richard, porque se pone el foco en el cuidado de su familia y busca diferenciarse de otros padres que quisieron sacar un rédito económico con sus hijos, pero a medida que avanza el metraje se observa también ese lado b del deporte. El film consigue abordar el tema de la presión, la perseverancia, la confianza en uno mismo y en los demás, los sueños, el tener objetivos claros y hacer todo lo posible para cumplirlos, el racismo, entre otras cuestiones, desde un costado ameno pero realizando una punzante crítica social. El elenco hace una gran labor para encarnar a sus personajes, principalmente Will Smith como Richard, un hombre un tanto insistente y adulador pero que logró un futuro mejor para sus hijas; como también Aunjanue Ellis como la madre de cinco chicas, y Saniyya Sidney como Venus y Demi Singleton como Serena, quienes hacen un muy buen trabajo para simular las habilidades de las tenistas. Un film agradable de ver, que deja varios mensajes interesantes sobre los cuales reflexionar y nos acercan un poco más a la vida de estas tenistas que hicieron historia (y la de toda su familia).
Luego del fallecimiento del abuelo Pedro escapando de su hogar, la matriarca de la familia recibe un milagro: una casa mágica ubicada en un enclave llamado Encanto, en las montañas de Colombia. Además, cada uno de sus tres hijos, y las próximas generaciones, tendrán un don particular que los diferenciará del resto. Es así como tiempo después la familia Madrigal ayuda al pueblo que se construyó alrededor, gracias a la fuerza, el poder de sanación, el oír más allá de nuestras capacidades, entre otras cuestiones. Sin embargo, la única que no recibió ningún don fue Maribel. Cuando se entera que la magia que rodea al Encanto está en peligro, hará todo lo posible para detenerlo. «Encanto», la nueva película de la factoría Disney, logra proporcionarnos tanto entretenimiento y diversión como emoción, ahondando en los vínculos familiares, las expectativas, los deseos, lo que los demás esperan de uno, la idea de perfección, la perseverancia, lo extraordinario dentro de lo ordinario, entre otros temas. No solo nos brinda una aventura atractiva donde la protagonista tiene un claro objetivo que cumplir, sino también profundiza en estas cuestiones de forma sensible y honesta. Esto va a permitir el disfrute tanto de chicos como de grandes. Por otro lado, los personajes son bastante entrañables, sobre todo el de Maribel, una joven llena de sueños, que se esfuerza por superarse y mejorar día a día, aunque también por compensar la falta de su don y estar a la altura del resto de su familia; algo que puede resultar bastante familiar y que muchos pueden sentirse identificados. Si bien tal vez la mayoría de ellos no tienen tanto desarrollo, podemos ir conociéndolos a medida que la protagonista intenta develar los secretos que esconde la familia. El elenco está compuesto en su mayoría por voces de origen latino, aunque es una lástima que el idioma original para este tipo de producciones siga siendo el inglés y no se las realice íntegramente en español, pero de todas maneras no es algo que moleste o impida que se transmitan los mensajes de forma clara y concisa. Además, resulta un gran avance para la compañía, ya que es la primera vez que sucede esto, la segunda si contamos la producción de Disney/Pixar Coco. Stephanie Beatriz, María Cecilia Botero, John Leguizamo, Mauro Castillo, Angie Cepeda, Carolina Gaitán, Diane Guerrero, Maluma, entre otros, son los encargados de darle vida a sus personajes con acentos marcados y buena ejecución. La película sobresale también por sus aspectos técnicos. Por un lado la animación es muy colorida y alegre, ya que utilizan paletas fuertes para construir a los personajes y los paisajes. El vestuario está inspirado en la cultura colombiana, así como también la ambientación de las distintas escenas, brindándonos un acercamiento a las tradiciones de aquel lugar. Por otro lado, la banda sonora original a cargo de Lin-Manuel Mirada nos ofrece una gran variedad de canciones pegadizas, que seguro quedarán resonando en la cabeza del espectador una vez finalizado el film, y son sumamente disfrutables de ver, con un ritmo alegre que transmite ganas de bailar. En síntesis, «Encanto» resulta ser una película llena de ternura, corazón y alegría, que nos deja mensajes optimistas y ahonda en valores fundamentales como la familia, sus diferencias y la importancia de mantener la unidad a pesar de las imperfecciones. Con un despliegue visual más que logrado, canciones pegadizas y un buen trabajo del elenco de voces, el nuevo film de Disney es más que encantador.
Después de haber dirigido «Tigre» en 2017, Silvina Schnicer y Ulises Porra vuelven a trabajar en conjunto para traernos «Carajita», una coproducción entre Argentina y República Dominicana, que viene a ahondar en las diferencias de clases sociales a través de un drama tenso y profundo. «Carajita» se centra en Sara, una joven de 17 años, y su niñera, Yarisa, de 36, quienes han construido una relación muy fuerte a lo largo de los años, a tal punto de ser una especie de madre e hija. Sin embargo, cuando la familia se muda al lugar de origen de Yarisa, ella deberá lidiar con su pasado y con su hija biológica, Mallory, que hace tiempo que no ve. Entre ambas jóvenes surgirá una rivalidad natural, pero que rápidamente se verá interrumpida por el caos de la noche y un suceso que cambiará todo. En sus 86 minutos de duración, «Carajita» nos ofrece un relato que va avanzando de manera ágil, dinámica y atrapante, generando un clima de tensión, misterio y oscuridad a medida que se va desarrollando. La película logra profundizar en cuestiones interesantes como las diferencias sociales, la falta de oportunidades para algunos y la impunidad para otros, el deseo de justicia, la culpa, la pasividad, el remordimiento, los vínculos familiares y los que vamos creando con el correr del tiempo, entre otras. Al centrarse tanto en temas sociales e inherentes al ser humano, la interpretación de cada integrante del elenco es fundamental, donde se valoran los diálogos, pero sobre todo lo que no se dice a través de gestos y miradas, lo que esconden debajo de la superficie, y que no se atreven a revelar por miedo a que cambien las relaciones. Todos se encuentran muy bien en sus roles y logran transmitir los distintos tipos de reacciones frente a este hecho en particular, según la clase a la que pertenecen, como también demostrar las personalidades tan marcadas que tiene cada uno. En síntesis, «Carajita» resulta ser una grata sorpresa, gracias a que nos ofrece un drama social que ahonda en las diferencias de clases a partir de un clima de tensión constante y misterio. Una historia que una vez que comienza no para.
Anahí Benítez, una joven de 16 años, desapareció el 29 de julio de 2017, luego de haber salido de su casa de Parque Barón en Lomas de Zamora. Si bien su familia y amigos hicieron la denuncia y se movilizaron rápidamente, el 4 de agosto se encontró su cuerpo. Uno de los acusados de haberla secuestrado, violado, drogado y asesinado, Marcos Esteban Bazán, dueño de la casa donde estuvo cautiva la joven, fue condenado a prisión perpetua; mientras que el otro imputado, Marcelo Villalba, había sido declarado que no estaba en condiciones para comprender el proceso en su contra, algo que posteriormente se revirtió pero todavía no fue juzgado. «Algo se enciende», la ópera prima de Luciana Gentinetta, toma el caso de Anahí Benítez, pero no para retratar su desaparición en detalle, sino para enfocarse más en cómo sus compañeros de escuela lucharon para encontrarla, en cómo tuvieron que volverse adultos de la noche a la mañana y transitar un duelo siendo tan chicos. A partir de entrevistas a amigos de Anahí que movieron cielo y tierra para tratar de encontrarla o de obtener alguna respuesta por parte de las autoridades, material de archivo de los medios de comunicación (donde se pone el ojo en la morbosidad y mala cobertura del caso) o imágenes de las marchas, el documental va reconstruyendo las vivencias de estos chicos, desde sus primeras reacciones, hasta la decisión de tomar cartas en el asunto y la forma de encauzar sus emociones. Todos se desenvuelven muy bien frente a las cámaras, con mucha madurez, convicción y sensibilidad, algo que tuvieron que aprender como consecuencia de lo que vivieron durante los últimos años. A través de sus palabras y sus gestos transmiten valentía, lucha, impotencia, necesidad de justicia, desesperación, entre otras cuestiones, y se nota esa llama encendida a la que el título hace referencia. Además, la película hace mucho hincapié en el arte como canalizador del duelo y la angustia, como también una manera de mantener viva la memoria de Anahí, que se la relacionaba con el dibujo y la pintura. No es un dato menor que la directora es ex alumna del colegio al cual fue Anahí, la Escuela Nacional Antonio Mentruyt (ENAM), estableciendo una conexión profunda con la institución que sirvió de marco para la lucha y que contuvo a estos adolescentes durante su peor momento. En síntesis, «Algo se enciende» es un interesante documental que no busca centrarse en los detalles de un femicidio sino abordar el tema desde la fortaleza y el crecimiento de sus compañeros que no solo muestra el compromiso de la sociedad sino también marca las falencias de aquellos que deberían hacerse cargo de que esto no pase y difundir la información de forma responsable. Una historia que te interpela, te emociona y te hace reflexionar.
El 2 de julio de 2008 un hombre de 53 años llamado Jean-Michel fue arrollado por un tren en Saint-Lyé, un pueblo de 3.000 habitantes ubicado al este de Francia. Nadie supo bien si fue un suicidio o un accidente, aunque la mayoría de la gente que lo conoció lo atribuyó a una depresión amorosa que tenía. Sin embargo, en realidad estaba relacionado con su trabajo en la empresa France Telecom. Y tanto él, como otros, no encontraron una salida al abuso laboral que sufrieron. Libremente inspirada en «La privatización de los cuerpos» de Damián Pierbattisti, «Retiros (in)voluntarios» es un documental que busca generar un paralelismo entre lo ocurrido en Francia hace algunos años con la privatización de ENTEL en Argentina en la década del ‘90. En ambos casos, los trabajadores tuvieron que soportar cambios en su trabajo cotidiano, no tener asignadas tareas y una serie de mecanismos por parte de las empresas y sus empleadores para que los mismos dejen su puesto sin la necesidad de despedirlos. A través de distintos testimonios, tanto de franceses como de argentinos, la directora va hilando las diferentes historias para presentar un contexto mayor. Lo que comienza como algo aislado termina relacionándose con una gran cantidad de casos similares que desembocaron en suicidios. Es así como accedemos a entrevistas con familiares, víctimas del mismo abuso que lograron salir del sistema, abogados y delegados. Muchas de ellas son desgarradoras y podemos sentir la emoción, el dolor y la impotencia de cada uno mediante sus palabras y sus gestos. Por momentos, Gugliotta decide filmar únicamente sus caras, preparadas para comenzar a hablar, que en varias oportunidades dicen mucho más que sus diálogos. Se nota que hubo un importante trabajo de producción y de investigación, no solo por el viaje a Francia, sino por la calidad de las entrevistas y de los entrevistados, personas que de primera mano podían atestiguar lo sucedido en ambos casos. Pero también esta historia global se relaciona con la propia vida de la directora, ya que su padre fue una de las víctimas de los retiros voluntarios de Argentina, y que, a pesar de no llegar a una solución tan extrema, vivió varios años con secuelas. Es así, como por momentos la película se vuelve más personal e íntima. En síntesis, «Retiros (in)voluntarios» es un documental que logra realizar un paralelismo entre casos franceses y argentinos para mostrarnos las consecuencias del abuso laboral y cómo muchas empresas tratan a sus trabajadores. Con una puesta más convencional, una gran cantidad de testimonios valiosos y un buen trabajo de producción, la directora consigue emocionarnos e indignarnos por igual.