Durante los años ‘70, una joven desesperada recurre a una clínica que hace abortos clandestinos. Pero como tiene un embarazo bastante avanzado, la doctora se niega a hacerlo y le propone, en su lugar, venderle el bebé a unos clientes suyos. Como no tiene ninguna garantía ni espacio para dormir, se refugia en la casa de la profesional hasta que el pequeño nazca. Ambas personalidades se van a entrelazar en una extraña y peligrosa relación. «El apego» es un thriller inquietante y perturbador que va creciendo en intensidad a medida que avanza la historia y se muestra la verdadera personalidad de sus protagonistas. Tiene varios giros impactantes y sorprendentes que el espectador no se los ve venir y que hacen que la trama vire hacia lugares insospechados, manteniéndonos atentos y atrapados. La experiencia de Valentín Javier Diment («El eslabón podrido») en cuanto a la realización integral del cine de género (dirección, guion y producción) le aporta extrañeza, humor incómodo y absurdo y tensión para que la película se desarrolle de una manera efectiva. Los aspectos técnicos ayudan a crear ese clima necesario, destacándose por el trabajo que tienen detrás. La fotografía es utilizada al servicio de la narración, priorizando el blanco y negro durante la mayor parte del film y usando el color para marcar un cambio en la postura de una de las protagonistas. Por su parte, la banda sonora consigue acentuar los momentos de suspenso o tensión, y se realiza una buena ambientación de época. Existen algunas escenas bastante violentas y sangrientas, que pueden no ser del agrado de todo el mundo pero la mayoría de ellas están filmadas con una gran sutileza, por ejemplo, dando a entender a través de sombras lo que no se animan a mostrar de forma directa porque sería demasiado burdo. Pero «El apego» tampoco sería lo mismo sin sus protagonistas, que realizan muy buenas interpretaciones, logrando transmitir la personalidad de sus papeles a la perfección. Lola Berthet se pone en la piel de la doctora, una persona extraña y distante, que busca ayudar a las mujeres pero a la vez hacer negocios con su trabajo; mientras que Jimena Anganuzzi es esta joven sufrida que no tiene nada ni a nadie en el mundo y busca refugiarse en este nuevo hogar. Ambas consiguen crear una química interesante y una relación simbiótica que va creciendo hasta niveles provocadores. Las actrices se potencian y sacan a relucir lo mejor de la otra. Más allá de cumplir con todos los componentes que tiene que tener un thriller, la película ahonda en temas más profundos como los vínculos familiares, la violación, el apego y el aborto, desde un costado dramático que roza lo absurdo y la incomodidad. En síntesis, «El apego» es un logrado thriller argentino gracias al clima inquietante y perturbador que crea, a los efectivos aspectos técnicos que la vuelven visualmente atractiva, a las exquisitas interpretaciones de sus protagonistas y a los temas que toca. Probablemente no sea para todo público, pero sí para aquellos que disfrutan del cine de género.
«Sola», película dirigida por José María Cicala, se centra en Laura Garland, una mujer embarazada que hace poco perdió a su marido que se encontraba combatiendo en una guerra que amenaza a la ciudad. Cuando Ricky, un empleado de la mafia, la llama desesperado por un lugar para esconderse con su joven esposa, también embarazada, se convertirá en el único nexo que tenga esta pareja con el mundo exterior. La cinta nos ofrece un thriller tan intrigante como tensionante, cuyo clima se va construyendo poco a poco con el desarrollo de la historia. Tal vez su ritmo sea un poco pausado y lento, pero a medida que va pasando el tiempo nos va brindando cada vez más suspenso, sobre todo por el comportamiento de algunos personajes, cuyas intenciones no son de lo mejor. Araceli González es quien compone a Laura, la protagonista, con una mezcla entre fortaleza por haber tomado la decisión de criar a un hijo sola y seguir adelante luego de la muerte del marido, y bondad, por ayudar a todos aquellos que la rodean, sin importar de dónde provengan. Es una mujer caritativa por naturaleza y la actriz hace un buen trabajo para componerla. Entre los personajes secundarios se encuentran Ricky (Fabián Mazzei), un hombre sospechoso, oscuro, que tiene un único objetivo y no dejará que nadie se interponga en su camino; su esposa Nadia (Mica Suárez), una atemorizada pero dulce joven; y Suplicio (Griselda Sánchez, que también es la guionista del film), una enfermera que llegará para darle asistencia a la pareja. Los aspectos técnicos están muy logrados. Se nota la experiencia del director, que hace más de 25 que se dedica a la fotografía, ya que, junto a Juan Marcos Francisco, logra que la película tenga una imagen impecable. Se usan colores cálidos para retratar la vida de Laura, y fríos y oscuros para mostrar el entorno de Ricky, acompañando de buena manera a las personalidades de los protagonistas. La ambientación nos sitúa en una historia de época, con objetos como botellas de vidrio para la leche o vehículos y vestimenta antiguos, y la manera tan formal de relacionarse. Sin embargo, en ningún momento sabemos en qué tiempo nos encontramos, algo que resulta un poco confuso al principio, porque nada de lo que vemos se remonta a un momento particular de nuestro país. De todas maneras, con el correr del relato entendemos que estamos ante un universo totalmente ficcional, o simplemente deja de llamarnos la atención, pero esto puede llevarnos varios minutos y desviarnos de lo importante. El final resulta ser muy efectivo y gratificante, con un giro narrativo sorprendente que hace que toda la historia termine cobrando mayor sentido y genere un golpe de efecto importante en el relato. En síntesis, si bien algunos elementos de la película, como su ritmo pausado o la confusión que genera la falta de explicación de la época que retrata, pueden jugarle en contra, «Sola» termina siendo un sólido thriller que nos mantiene atentos y tensionados en todo momento gracias al clima que crea y a la construcción de los personajes. El giro final logra elevar al film para redondear una grata sorpresa dentro del cine nacional.
Pedro está atrapado en un círculo de deudas en medio de la crisis económica Argentina. Con dificultades para resolver esta situación, también deberá lidiar con su ex mujer, con la que trabaja en la productora, quien demanda la manutención de su hija de seis años, pasar las fiestas con ella y mayor atención de su parte. El día previo al cumpleaños de su hija, recibe un ultimátum para devolver el dinero a un prestamista. Es así como tendrá que encontrar una solución dentro de las 36 horas. «36 horas», película dirigida por Néstor Mazzini, es la primera parte de «Autoengaño», una trilogía que se va a completar con los films «Cuando Oscurece» (a estrenarse en 2022) y «La mujer del río» (que está en preproducción). La misma nos ofrece un pantallazo sobre los sistemas de endeudamiento que impactan en la vida de una persona, no solo a nivel económico sino también en su humor, su día a día y la relación con los demás. Esto se puede ver plasmado de una buena manera en la interpretación de César Troncoso (Pedro), quien a medida que pasa el tiempo y las soluciones no parecen llegar cae en un espiral de estrés, violencia y deterioro en todos los aspectos de su vida. El actor hace un gran trabajo para expresar desesperación, cansancio y voluntad para resolver el problema cueste lo que cueste. El mismo está bien secundado por Andrea Carballo, quien hace de su ex mujer, y sirve tanto como disparador de las angustias de Pedro, como también, el lugar en el cual se descarga. El ambiente que se respira es de pura tensión y suspenso, sobre todo a medida que va avanzando la historia. No sabemos qué va a pasar con el protagonista y la situación se va volviendo cada vez más turbulenta. La utilización de espacios cerrados y una fotografía oscura, como también la banda sonora que acrecienta los momentos de presión, acompañan bien al clima que quisieron construir. En síntesis, «36 horas» resulta ser un relato interesante sobre el sistema de endeudamiento, que se cuenta a través de una historia atractiva que se basa en la buena interpretación de sus protagonistas y en el buen ambiente creado.
Basada en la novela homónima de Ferdinand von Schrirach, jurista y escritor alemán, y luego de su paso por el Festival de Cine Alemán hace dos años, se estrena finalmente en nuestras salas el drama judicial titulado «El Caso Collini», el cual se centra en el primer caso de Caspar Leinen, un abogado defensor, que deberá representar a Fabrizio Collini, un ciudadano italiano acusado de matar al empresario alemán Hans Meyer. El caso parece sumamente sencillo, sin embargo Leinen pondrá todo su esfuerzo y habilidades a disposición para descubrir qué se esconde detrás de la motivación de su cliente, a pesar de estar sentimentalmente involucrado con la familia de la víctima. «El Caso Collini» se va a centrar por un lado en el juicio y en la investigación alrededor del caso, ya que el cliente se rehúsa a hablar con su abogado y este deberá hacer su tarea si quiere reducir su pena, y, por el otro, se recurre a los flashbacks para contextualizar la vida del protagonista y la de otros personajes relacionados. Por momentos algunos flashbacks y diálogos terminan brindándonos la misma información, algo un poco innecesario, que solamente con uno u otro hubiera sido suficiente para generar un impacto mayor. Uno de los mejores puntos del film es su tono de suspenso y de misterio. Durante la mayor parte de la historia el espectador se preguntará por qué Collini hizo lo que hizo, cuáles son las motivaciones que lo llevaron hasta un límite. Si se llega a ver la película sin ninguna información previa, la trama se volverá totalmente impredecible y nos ofrecerá buenos giros dramáticos que aumentarán la sorpresa. Si, en cambio, se lee alguna sinopsis extendida, uno puede saber ya lo que ocurrirá, sin embargo la historia está bien ejecutada de manera que nos ofrecerá un buen resultado. Asimismo, tenemos algunos momentos más relajados y otros hasta incluso graciosos, muchos de ellos provenientes de la inexperiencia del protagonista. Se abordan muchas cuestiones relacionadas a la sociedad alemana y a su historia, como también se toman el tiempo para ahondar en la Justicia, las leyes y su confección. La película, al igual que el libro suponemos, busca reflexionar y generar una crítica al respecto, haciendo despertar al público. Buena parte de la carga dramática está puesta en la interpretación de su elenco. El protagonista es Elyas M’Barek, quien logra transmitir de buena manera su inexperiencia, sus ganas, su esfuerzo y su conflicto interno que, por un lado, quiere dar todo por su cliente, pero por el otro, eso significará abrir ciertas puertas del pasado no muy agradables y que podrán lastimar a muchas personas queridas. Sin embargo, nos quedamos principalmente con la actuación de Franco Nero, quien se pone en la piel de Collini y que casi sin diálogo nos regala una maravillosa interpretación a través de un rostro totalmente expresivo a pesar de que intente no mostrar ningún tipo de sentimiento. A medida que va avanzando el relato, el personaje se va soltando cada vez más y transformándose. También podemos destacar a Heiner Lauterbach, el abogado defensor y ex profesor de Leinen, con aires de superioridad y que subestimará a su alumno. En síntesis, si bien «El Caso Collini» apela a varios lugares comunes dentro del género y a veces cae en la sobre explicación, logra atraparnos gracias a una historia llena de suspenso, con personajes misteriosos que no quieren revelar su pasado y la constante búsqueda de la verdad que lleva adelante el protagonista. Con buenas interpretaciones, un clima tenso y una atinada crítica social, la película consigue cumplir con lo que se propone.
En 2014 se estrenó la película francesa «La familia Belier», la cual resultó ser un éxito y obtuvo un buen recibimiento por parte del público y la crítica. Y como siempre sucede, en Estados Unidos ven una gallina de los huevos de oro y buscan explotarla para recrear el mismo resultado en su país. Es así como el año pasado se estrenó «Coda», la remake norteamericana, la cual presenta varios puntos en común pero que buscó hacer propia esta historia. La misma se centra en Ruby (Emilia Jones), una joven de 17 años que es la única integrante oyente de una familia de sordos. Por esta razón, se convierte en un puente de comunicación entre ellos y el resto del mundo, principalmente para ayudarlos a llevar adelante un negocio pesquero. Sin embargo, también tiene sus sueños individuales: en el colegio se anota para formar parte del coro y ahí su profesor (Eugenio Derbez) la incentiva a seguir una carrera en la escuela de música. Esto la pondrá entre la espada y la pared, en donde deberá elegir entre encontrar su propio camino o seguir acompañando a su familia. «Coda» nos ofrece una historia que nos conmueve, nos interpela, nos divierte y nos permite reflexionar sobre nuestros deseos y lo que estamos dispuestos a hacer por los demás. Habla sobre las responsabilidades, los mandatos sociales, las presiones, lo que se espera de nosotros, la necesidad de valernos por nosotros mismos, los prejuicios, la comunicación y la familia. Todo contado desde un tono ameno, que por momentos se torna más gracioso y por otros se vuelve más sensible y profundo. Esto lo sabe equilibrar de buena manera, sin caer en golpes bajos ni lacrimógenos, sino planteando realidades, no solo de una familia con características determinadas, sino como parte de una historia universal donde muchos se sentirán identificados. Puede ser que por momentos caiga en la fórmula típica de este estilo de películas y que siga un camino un poco predecible o esperado, como enfrentamientos familiares, acuerdos y desacuerdos, pero esto no arruina al resultado final, ya que su capacidad de conmovernos, la dulzura que maneja, el trabajo del elenco y la construcción de sus personajes logran superar estas barreras. El elenco realiza una labor maravillosa, haciéndonos creer que realmente son una familia y desplegando mucha simpatía y carisma, algo que permite empatizar con ellos. Todos hacen un gran trabajo para exteriorizar sus deseos y frustraciones y existen algunas interacciones muy divertidas entre ellos. Emilia Jones, quien compone a Roby Rossi, aprendió el lenguaje de señas durante 9 meses para poder desempeñarse en su papel; mientras que Marlee Matlin (a quien pudimos haber visto en varias películas o series previamente como «Switched at Birth»), Troy Kotsur y Daniel Durant, quienes hacen de los padres y hermano de Ruby respectivamente, son realmente personas sordas. Esto hace que no solo sea una película inclusiva por lo que cuenta sino también por la oportunidad que le da a los actores. Ellos ya habían trabajado juntos en la obra teatral «Spring Awakening», algo que afianzó su relación como familia. Cada uno tiene una personalidad y un deseo diferente, principalmente sobresale el de Leo (Durant), el hermano mayor de Ruby que quiere valerse por sí mismo pero no le dan la posibilidad para hacerlo porque creen que no tiene las herramientas necesarias o no va a poder comunicarse de forma efectiva. Existe una profundización de cada uno de ellos, no son un simple apoyo u obstáculo para la protagonista, que le otorga una mayor dimensión a la historia y la hace más interesante. También podemos destacar la participación de Eugenio Derbez como Bernardo Villalobos, el profesor de música que sirve de inspiración y detonante para Ruby. Su presencia le da visibilidad a los latinos y pone en el tapete las dificultades por las que otras personas también tienen que atravesar. La banda sonora y sus canciones toman bastante protagonismo y acompañan muy bien las sensaciones del personaje principal, como también le permite expresarse, algo que de otra manera se le hace muy difícil. La ambientación y la fotografía agradable también ayudan a construir el clima del film. Cada una de estas cualidades hicieron que la película sea tenida en cuenta para la temporada de premios, a pesar de ser una remake, algo que no siempre sucede. Es así como fue nominada a Mejor película y Mejor actor de reparto para Troy Kotsur en los Oscars. Veremos si terminan recibiendo algún premio, pero esto ya es todo un reconocimiento. En síntesis, «Coda» es una muy linda película, que logra tanto conmovernos como divertirnos. Trata temas universales e inherentes a los vínculos familiares con los que podemos sentirnos identificados fácilmente gracias a la buena construcción de sus personajes, el tono ameno y el desarrollo de su historia, que puede ser un poco predecible pero no por eso menos efectivo. Una cinta que nos llega directo al corazón.
Ambientada en un mundo donde los robots se han convertido en los mejores amigos de los niños y los ayudan a crear nuevas amistades basadas en sus gustos y preferencias, «Ron da error» cuenta la historia de Barney, un chico de 11 años que a pesar de que desea uno de estos robots su familia no se lo compra, acentuando la soledad y malos tratos que recibe en la escuela. En el día de su cumpleaños, y luego de una serie de decepciones, recibe uno de ellos aunque no funciona del todo porque fue dañado durante el transporte. Es así como entre ambos tratarán de conocerse y vivirán grandes aventuras. A partir de un tono que equilibra de manera adecuada el humor, la aventura y el drama, la película busca ahondar en el uso (y/o abuso) de la tecnología y las redes sociales, y cómo, en muchos casos, se muestra a través de ellas una vida diferente a la que realmente se tiene. Por otro lado, también profundiza en la amistad, la soledad, el bullying, la aceptación y la familia. Si bien los niños pueden identificarse con los protagonistas, los mensajes apuntan más a un público adulto con capacidad de entender el trasfondo de la historia. Los personajes resultan entrañables, sobre todo Barney y su robot, quienes establecen una dinámica tan divertida como adorable entre sí, sobre todo cuando sacan a relucir sus diferencias. Ron se destaca por su ingenuidad, honestidad y capacidad para absorber nuevas reglas, mientras que el protagonista sobresale por su pureza, sensibilidad y ganas de pertenecer aunque de forma genuina. Dentro del elenco de voces tenemos figuras destacadas de Hollywood como Zach Galifianakis, Jack Dylan Glazer, Ed Helms, Justice Smith, Olivia Colman, entre otros, que hacen un buen trabajo para transmitir tanto las personalidades como las emociones de cada uno de los personajes, volviéndolos creíbles. Los aspectos técnicos están más que logrados, con una animación cálida, que pone el foco en los detalles, no solo de los personajes sino también de los fondos y los paisajes, haciendo que la experiencia visual sea más que agradable. En síntesis, «Ron da error» resulta ser una buena propuesta para toda la familia, brindando una aventura tan divertida como emotiva que nos deja mensajes sobre la amistad, la tecnología y la aceptación. Con una animación visualmente bella y un elenco de voces más que atinado, seguramente grandes y chicos pasarán un buen rato viendo esta historia.
Existen muchas películas sobre la dictadura militar argentina, uno de los momentos más oscuros de nuestra historia, que sirven para retratar un período particular del país como también para mantenerlo presente con el objetivo de aprender de los errores del pasado y no repetirlos a futuro. Basada en el libro «Manéges, petite histoire argentine» de la escritora Laura Alcoba, «La casa de los conejos» se centra en Laura, una chica de ocho años, que debe escapar con su madre de un lugar a otro, luego de que su padre caiga preso, meses antes del golpe de Estado de 1976. Es así como se terminan instalando en la casa de los conejos, donde viven Diana, embarazada de tres meses, y su marido Cacho, un economista. Ese se convertirá en un espacio de encuentro militante y un refugio para los que huyen, al mismo tiempo que será la sede de la nueva imprenta del Evita Montonera. Y también, será el nuevo mundo de Laura. La particularidad de la ópera prima de Valeria Selinger es que se centra en la perspectiva de una niña que todavía conserva su ingenuidad pero que tiene que aprender a vivir escondida, a mentir, a tener un nombre falso y muy poco contacto con el mundo exterior, sin mucha explicación mediante. Es decir, nos muestra un paso de la infancia a la adultez que sucede forma abrupta y exigida, sin que la protagonista termine de entender del todo lo que ocurre a su alrededor o por qué le gritan cuando se relaciona con gente de afuera o deja entrever algo sospechoso con su vida. Mora Iramaín García es la encargada de darle vida a Laura, plasmando esa frescura, ingenuidad e ingenio de una nena de ocho años, que tiene una cotidianeidad distinta a la de cualquier chico de su edad. La pequeña actriz está todo el tiempo en pantalla, ya sea protagonizando algún diálogo, jugando en silencio o como testigo de lo que hablan los adultos, pero todo lo que vemos o escuchamos es porque ella está presente. Es por eso que tenemos algunos saltos, tanto temporales como narrativos, que hacen que al principio la historia se vuelva un poco confusa hasta que entendemos el porqué de los cambios de ropa, de locación y de recorridas. De todas maneras, esta fragmentación y desprolijidad está buscada por la directora. Por momentos esto se encuentra logrado y por otros no tanto. Los aspectos técnicos acompañan de buena manera a la historia, sobre todo la banda sonora que acrecienta los momentos de tensión o nostalgia, según se lo requiera. Como particularidad, podemos señalar que el encargado de la música fue Daniel Teruggi, hermano de Diana, una de las protagonistas ficticias del film, y que fue una de las víctimas de la dictadura militar. Eso le otorga una conexión especial y un valor agregado. En síntesis, «La casa de los conejos» no es una película que nos va a aportar algo más a lo que ya conocemos sobre la dictadura militar argentina, pero sí nos ofrece una mirada particular de los hechos, desde la perspectiva de una niña que mezcla la cruda realidad con su ingenuidad. Con un gran trabajo de su protagonista, acompañada de adultos que realizan una buena tarea como Guadalupe Docampo, Paula Brasca, Darío Grandinetti o Miguel Ángel Solá, y aspectos técnicos atinados, tenemos delante nuestro un film emotivo y con compromiso social.
Mientras intenta superar el inesperado suicidio de su marido, Beth (Rebecca Hall) trata de recuperar su rutina en la escuela en la que enseña. Si bien durante la mañana es todo bastante normal, a la noche empieza a tener sueños cada vez más recurrentes donde siente una presencia en la casa en la que vive. Lentamente empieza a desesperarse y para no caer en la locura comienza a investigar sobre por qué su marido tomó esta decisión tan drástica, revisando sus pertenencias. Es así como descubrirá secretos tan extraños como terribles que deberá resolver. «La casa oscura» está dirigida por David Bruckner, un realizador con gran experiencia en películas de terror, como «The Signal» (2007), «V/H/S» (2012), «Southbound» (2015) o «The Ritual» (2017). Eso se nota a la hora de construir esta historia, que se aleja un poco de las tramas convencionales de casas embrujadas, ya que en este caso se mezcla el terror paranormal con un thriller psicológico, equilibrando de buena manera la fantasía o el imaginario con los miedos más terrenales. No sabemos si lo que vemos es del todo real o si es producto de la mente perturbada de la protagonista por el duelo que está transitando y la falta de sueño. Es interesante cómo va evolucionando la historia a medida que avanza el largometraje. A pesar de que su explicación y resolución se vuelve un poco rebuscada, la trama nos va brindando pistas a lo largo de todo su desarrollo para que lleguemos a esa conclusión. Es así como logra atraparnos desde el comienzo y mantener nuestra atención en todo momento. La protagonista se encuentra en nuestra misma situación: tiene que desentrañar un misterio que le es ajeno y empieza a sentir que en realidad no conoce a quien tuvo al lado todo este tiempo. Nosotros tampoco sabemos nada de su historia, solo lo que nos enteramos a partir de sus descubrimientos, que resultan ser bastante interesantes y atractivos. Uno de los puntos más altos de la cinta es la actuación de Rebecca Hall, que a pesar de que tiene el sustento de algunos personajes secundarios, es la que lleva adelante todo el drama y el suspenso. Hace un magnífico trabajo para encarar a esta viuda que está transitando un duelo pero que no puede dejar el pasado atrás por las raras circunstancias en la que se suicidó su marido y los extraños sucesos que le ocurren desde entonces. Su interpretación es magnética, inquietante y sólida. Por otro lado, se crea un gran clima de suspenso, terror y tensión, a partir de su fotografía oscura, de la predominancia de escenas nocturnas, el uso del sonido para acrecentar los ruidos de las puertas, los pasos y la presencia de otro ser, y una lograda banda sonora que aumenta todas estas sensaciones. En síntesis, «La casa oscura» es una película de terror que no busca quedarse en simples jumpscares, sino ahondar en la vida después de la muerte, la soledad, el duelo, la depresión, y los pensamientos negativos, a través de una historia que atrapa gracias a plantear un misterio interesante, que a pesar de resolverse de forma un tanto confusa y rebuscada logra generar un impacto en el espectador. Sin dudas debemos destacar la performance de Rebecca Hall como también los logrados aspectos técnicos que crean el clima deseado.
Christian Petzold es uno de los realizadores alemanes más prolíficos y talentosos de su generación. Obras como «Bárbara» (2012), «Ave Fénix» (2014) o «Transit» (2018) demuestran su capacidad para tomar un tema ya abordado previamente para darle una vuelta de tuerca interesante y creativa. En su último film, por ejemplo, adaptó una historia de 1942 a la modernidad. En este mismo sentido nos encontramos con «Undine», la película de apertura de este festival, que se centra en la figura del título, una historiadora que da conferencias sobre el desarrollo urbano en Berlín. Cuando su pareja lo abandona, siente que no tiene otra opción que cumplir con el mito que la precede: matarlo y regresar al agua. Sin embargo, se enamora nuevamente y deberá lidiar con estas dos cuestiones por las que se siente atrapada. Según la mitología griega, Undine u Ondina se llama a las ninfas acuáticas de gran belleza que habitaban en ríos, lagos, estanques o fuentes. En esta oportunidad, en vez de traer el pasado hacia el presente, el director alemán trae una fábula hacia la realidad. En la película no vemos a la protagonista como una sirena, sino una persona común y corriente solo con algunas actitudes un tanto sospechosas, que se van acrecentando con el correr del relato. Tal vez si no se conozca la mitología detrás no se termine de entender bien esta historia y el comportamiento de Undine, algo que no es del todo favorable para la construcción del film. De todas maneras, debemos destacar las actuaciones y la química que presentan sus protagonistas, Paula Beer y Franz Rogowski, quienes ya habían trabajado juntos previamente en «Transit». Esta pareja elegida nuevamente por el director Petzold nos muestra un amor tan fugaz como intenso que traspasa la pantalla. Está bueno el paralelismo que existe entre la historia de la cinta y la profesión de su protagonista. El director le otorga bastante tiempo a mostrar los monólogos de la actriz mientras recorre las distintas maquetas de Berlín para hablar de la unificación y la construcción o reconstrucción de la ciudad a través de los años, principalmente después de la Segunda Guerra Mundial. Esa misma reconstrucción por la que está atravesando ella. Un fin y un principio; una muerte y un renacer. Por otro lado, nos encontramos con un clima plagado de misterio y tensión, donde no sabemos si la protagonista llevará adelante su destino o luchará contra sus propios instintos para no perder todo lo que logró. Si bien durante la mayor parte del tiempo atrapa al espectador, por otros se vuelve un tanto enrarecida, monótona, repetitiva y hasta algo aburrida, estirando un poco la trama a pesar de su corta duración de 90 minutos. En síntesis, a pesar de su profundidad y tono poético, «Undine» resulta ser una obra un tanto menor dentro de la filmografía de Christian Petzold, director alemán que nos tiene acostumbrados a películas más impactantes. De todas formas, nos ofrece una historia creativa, arriesgada y que presenta una dupla protagónica con una química intacta.
Mari es una mujer que trabaja como empleada doméstica en algunas casas de Capital Federal. Su vida es sencilla y aparentemente buena, hasta que un día deja el hogar en el que vive con su marido porque este la maltrata y llegó el momento de decir basta. Es así como se muda a la casa de sus patrones, dando lugar al documental que lleva su propio nombre. «Mari» es una historia inspiradora de superación, que muestra la fortaleza de una mujer, la capacidad de poder salir de una situación de violencia en la que estaba inmersa y la decisión y determinación de lograr empezar de nuevo. El documental nos ofrece una mirada intimista hacia la vida personal y el mundo de la protagonista, que a pesar de haber sufrido un pasado de maltrato físico y psicológico nunca deja de sonreír. Se nota la cercanía que tienen las directoras con la protagonista, son aquellas que le abrieron las puertas de su casa en el momento más difícil de su vida, y por eso consiguen que Mari tenga la confianza para contar todo lo que siente, lo que piensa y que relate los hechos de su pasado con total honestidad y sensibilidad. La protagonista genera una empatía inmediata con el espectador, a través de la bondad, la pureza, esa sonrisa contagiosa y el deseo de superarse que transmite. En todo momento está buscando hacer lo que le gusta, escalar obstáculos y seguir adelante. Uno de los puntos más fuertes del film es que no se propone ahondar en la violencia y los malos tratos, sino que busca pararse en un costado más positivo y optimista. Se puede salir de una situación así y renacer. El documental mezcla algunas entrevistas con la observación. Muchas veces los personajes hablan a cámara, mientras que otras son conversaciones obtenidas a partir de visitas o situaciones especialmente premeditadas para que formen parte de la historia. Así es como conocemos a la familia de Mari, la acompañamos en su paso por la escuela o las salidas. Somos parte de su cambio y su total libertad. En síntesis, «Mari» es un documental muy sentido y honesto, en el cual las directoras tienen una relación muy directa con la protagonista, algo que permite brindarnos una mirada honesta y profunda sobre su vida. Una historia que no se detiene solamente en los malos tragos, sino que busca ser inspiradora y servir de ejemplo para muchas mujeres que pueden estar pasando por situaciones similares. Es una manera de decirles que se puede vivir de otra manera, conseguir la libertad y felicidad.