No a las secuelas de productores! En 1996, ver una nave espacial del tamaño de una ciudad lo era todo. El factor sorpresa y los planes alienígenas de destrucción mundial fueron suficientes para enganchar al espectador, para ese entonces no tan iniciado en las películas de cine catástrofe. Día de la independencia (Independence Day, 1996) fue furor y hasta encasillada como cine de culto, su secuela 20 años después tal vez llegó demasiado tarde. Casi al mismo ritmo de degradación de la franquicia Terminator, Día de la independencia: Contraataque deja de lado todas las escenas de suspenso y creadoras de climas que su predecesora tan bien supo hacer, para entregarse al chiste fácil, la destrucción y decirle a Jeff Goldblum que gesticule mucho con las manos -como solo él hace-, por supuesto no alcanzó ni para arrancar. Qué decir del nuevo reparto… Liam Hemsworth, el hermano menor de Thor, en otro papel casi calcado de Los Juegos del Hambre (2012), no logra conectar como tampoco lo hace el hijo del personaje de Will Smith (muerto entre medio de las dos pelis), también militar de elite, al igual que la hija del presidente Withmore (Bill Pullman), héroe de 1996. Todos somos milicos, todos sabemos volar jets alienígenas y todos juntos de alguna forma vamos a salvar al mundo. Pero primero hay que deambular durante dos horas en pantalla y gastar millones en nada. El reparto original con Bill Pullman, Jeff Goldblum, Brent Spiner (el científico de pelo largo, loco lindo de Area 51) y Judd Hirsch (padre de Jeff Goldblum en la franquicia), tal vez sean los que más se sostienen, pero tampoco se salvan. El ex presidente Withmore y el Dr. Levinson (Goldblum) están completamente sobreexpuestos, tirados en pantalla para “hacer lo suyo” pero sin demasiada justificación. También se le da demasiado lugar a el factor melancólico, escenas cortadas y pegadas de la entrega original; en vez de varias naves que tapan grandes centros metropolitanos tenemos una súper nave, que para estacionar ya de seguro debería haber masacrado miles de millones de personas. La sombra de la nave tapando el cielo también fue abusada y todo lo desesperante que era ver como los extraterrestres preparaban su tremenda arma de destrucción masiva, en esta segunda entrega queda todo ninguneado y a la espera de que el film simplemente termine. Más puntos negativos de la película (porque honestamente nunca son suficientes con el proyecto entregado): la digitalización de los extraterrestres, ni un sólo bicho es tangible, todo computadora; hay tal sobrecarga de personajes estereotipados que cuesta dejarse llevar por la historia, hay que estar en constante ejercicio mental para entender en qué anda cada uno. Y para cerrar esta cadena de decadencias, hay un “homenaje”, muy entre comillas, a Aliens (1986), con un bicho reina, que nada tiene que ver con el modo de operar de los colonos intergalácticos, como para darle un cierre más “dramático” al film. Pero esto no termina acá: se anunció la tercera parte y sólo resta aguardar el resultado comercial de esta segunda entrega para confirmarla. Mientras tanto, siempre vamos a tener Día de la independencia (1996) para recordarla y disfrutarla; pero todo el “amor” hacia la cultura yankee que se respiraba allá por 1996 y se soportaba en cámara, hoy en día con esta Contraataque se hace pegajoso y realmente saca de onda. El cine catástrofe está llegando a un estancamiento, donde Día de la independencia, El día después de mañana (2004), Terremoto: La falla de San Andrés (2015), Batman v. Superman (2016) parecen hacer todos lo mismo, mega ataques terroristas al planeta, pero sin sangre; ni una gota de sangre humana es vista en pantalla jamás.
La bruja está en la cueva. La Bruja (The VVitch) -2015- es la ópera prima del director Robert Eggers. Las miradas silenciosas y los diálogos que nunca son pronunciados marcan el compás de una película donde el suspenso y la opresión de un bosque macabro reinan en el contexto del siglo XVII en Inglaterra.
Cuando la presión manda. Batman v Superman, El origen de la justicia -2016- tal vez sea la papa más caliente en este 2016 repleto de películas adaptadas de comics. Iron Man, Capitán América y todo el equipo Marvel se fortaleció y cobró una fama nunca antes alcanzada -por lo menos en nuestro país- a fuerza de buenas producciones, pero para ser sinceros, Batman y Superman son los héroes que conoce hasta la abuelita con más demencia senil que pueda haber, entonces la presión es mayor y Zack Snyder se ahoga en dicha tarea de principio a fin.
Contra ellos y los demás. La premisa apunta a un gran lugar común: años casados, hijos, el día para trabajar, la noche para volver al hogar, y la cama… sólo para dormir. Pero Una noche de amor escarba un poco más dentro de este repetido género del “rematrimonio”, la vida misma (o uno de sus posibles caminos) está retratada acá, sin situaciones inverosímiles, enchastre de realidad. Guión hecho y derecho por Sebastián Wainraich.
Siempre con sentido del humor Siete años después del ridículo “Deadpool” que apareciera en X-Men Origins: Wolverine (2009), Ryan Reynolds hizo justicia y no sólo revivió a Deadpool en toda su gloria, sino que mostró un nuevo género en películas de superhéores y confirmó que al igual que Hugh Jackman con Wolverine y Robert Downey Jr. con Iron Man, Reynolds es, fue y siempre será Deadpool, el mercenario bocón. Cinematográficamente, Deadpool nació en la fallida historia de orígenes de Wolverine como un experimento de laboratorio, con la boca cosida, unas katanas retráctiles en los brazos, rayos por los ojos, invisibilidad, y muchas giladas más, pero lo que deadpool 4el cinéfilo nunca supo -hasta ahora- es que el Wade Wilson -Ryan Reynolds- que está entre nosotros ahora es el Deadpool que todo fanático de comics disfrutó hace ya 25 años. Constantes quiebres de la cuarta pared, al gran estilo Olmedo y Porcel, con un completo conocimiento del mundo real (fuera de la película), la película demuestra escena tras escena cuánto bien funcionan las escenas de violencia (muchas extremidades fracturadas y amputadas), mezcladas con humor sin límites, tanto en el universo X-Men como fuera de la sala de cine. Los chistes y el humor se entrelazan durante todo el film, haciéndolo completamente dinámico y funcional a un solo propósito: hacer una buena película. Otra gran arista a destacar es el interés amoroso de Wade Wilson, Vanessa -Morena Baccarin-, él un mercenario que no sabe si mañana va a seguir respirando, ella una bailarina erótica, quien también vive el día a día, se complementan de una forma genial, y de nuevo, los chistes hacen que todo sea mejor. El clásico cameo de Stan Lee dice presente, pero por lejos es el más original, realista y ni hablar de chistoso. Párrafo aparte para destacar cuán ligado está Deadpool al universo X-Men, difícil entender en qué tipo de línea temporal ya que entre Days Of future Past -2014- y Apocalypse -2016- no queda claro qué realidad es la corriente. Colossus -Stephan Kapicic- (el gigante metálico) y Negasonic Teenage Warhead -Brianna Hildebrand-, dos equipo X-Men, fieles al lado del mercenario en su aventura de venganza y también intentarán ganar su confianza para convertirlo en el nuevo refuerzo X para el mundo que viene amasando 20th Century Fox. Párrafo aparte número 2 para Ryan Reynolds y el equipo de dirección quienes lograron hacer de esta película la única versión en “R Rated”, para Argentina “Apta para mayores de 16, con reservas”, esto significa sangre, sexo, lenguaje “inapropiado” y todas esas cositas hermosas que en su momento hicieron que la Terminator original sea lo gloriosa que es, gracias al “R Rated” y la Terminator Genesys lo olvidable que es por el “PG 13”. En líneas generales, Deadpool -2016- llegó para enrostrarnos con un nuevo género dentro del mundo de los super poderosos, que sin duda necesitan estas bocanadas de aire fresco (como también lo fue Guardians Of The Galaxy -2014-) para no sentir que estamos viendo lo mismo con diferentes personajes una y otra vez.
Se acabó la nafta Zoolander 2 -2016- tardó 14 años en llegar a las salas y a diferencia de su primera parte, la secuela flaquea ante la presión de alcanzar niveles de película de culto como lo fue Zoolander -2001-. Entretiene de ratos y los cameos de celebridades están tan bien justificados como en la primera entrega. Si bien la premisa principal no queda del todo clara en los primeros minutos de la película, el film logra acomodar las estupideces dignas de los Tonto y Retonto del mundo de la moda a lo largo del metraje. El problema en esta segunda parte es que la película se apoya completamente sobre la performance de Ben Stiller -Derek Zoolander- y Owen Wilson -Hansel- y no logra recrear esa historia estúpidamente psicodélica que es tan protagonista en películas como Zoolander -2001- o en la trilogía de Austin Powers. No es secreto que Zoolander 2 es una película para amantes de la primera parte, pero el guión expone demasiado a Stiller y Wilson, sus diálogos y acciones no tienen la misma magia que en 2002. Pero a no desesperar, la película tiene guardadas tres o cuatro escenas que sí son dignas de un buen llanto de risa. La presencia de Will Ferrel en toda comedia estadounidense ya a esta altura debería ser por ley, su vuelta a los alaridos extravagantes como Jacobim Mugatu era una fija y la sociedad con Alexanya Atoz -Kristen Wiig- ayuda. En líneas generales, el guión de la película está hecho para ver a Hansel y Derek repitiendo sus monerías del 2001, dejando de lado algún hilo conductor más fuerte, como era “el lavado de cerebro a Derek para asesinar al primer ministro de Malasia”. La película pasa y los fanáticos tendrán grandes carcajadas regadas por algunos pasajes, pero no más que eso. Por suerte siempre existirá Zoolander -2001-.
Si bien no es otro intento de muertos vivos hollywoodenses, explotados por la mano de productores carnívoros, Orgullo, prejuicio y zombies -2016- es lo que su título indica, una película de época con la problemática mundial de que los zombies están dominando el mundo occidental. No es un film sólido, pero la panzada bizarra es completa. El tono de la película no se termina de justificar en ningún momento, intenta alcanzar niveles de seriedad que quedan completamente aplastados al ver las cualidades de los zombies, totalmente capaces de seguirle la charla a cualquiera de los espectadores con mate de por medio. Las escenas de pelea, mano a mano entre las hermanas Bennett y los no muertos se tornan confusas, los ángulos en que la cámara se posa no benefician el detalle de los combates, el gore PG 13 se queda muy corto y lo único rescatable es el elenco demostrando artes marciales, no hay duda que aprendieron. La moda de “pon un actor de Game Of Thrones en tu película” no se queda atrás, con Cersei Lannister –Lena Headey-, Tywin Lannister -Charles Dance-, esta vez no de padre e hija pero sí en tono medieval guerrero, pero no pueden más que jugar con el tinte de la película y dejarse llevar. En definitiva, el largometraje rasca sus pocos aspectos positivos desde su premisa inicial “Orgullo, prejuicio y zombies”, lo bizarro sobrepasa el mero título y logra escenas simpáticas en dicho tono, pero a su vez se entremezcla con alguna mano productora fría y vacía de contenido, lo cual hace de esta pieza un mejunje de 108 minutos que nunca se recuperarán.
Que alguien piense en el Punk rock Otro típico documental sobre un específico movimiento cultural, en una específica ciudad, en una específica década del siglo XX. Salad Days -2015- remonta a principios de los años 80 en Washington DC y pone el foco en el nuevo movimiento Punk, importado del Reino Unido. Caras familiares y no tanto dan testimonio a cámara e imágenes de archivo, con pésima calidad, muestran una cara más joven dentro de una de las ciudades más burocráticas del mundo. Lo primero a tener en cuenta al siquiera pensar en Salad Days es que se trata de un documental para fanáticos del punk rock, toda persona ajena a dicho mundillo queda virtualmente fuera del target de esta producción. Tal vez algo parecido a lo que ocurrió con Boca Juniors 3D La película -2015-, muy acotado público para un estreno en pantalla grande. Para esta parte del mundo, tal vez la cara más reconocible dentro de este documental -un tanto innecesario- es la de Dave Grohl, líder de los Foo Fighters y ex baterista de Nirvana. Los demás partícipes rondan los 60 años, con aspecto de oficinistas -tal vez la ciudad más burocrática del mundo algo tuvo que ver- y si bien sus historias de vida y de sus bandas son interesantes -excesos con drogas y alcohol, muertes prematuras, mensajes de protesta en sus letras, principales referentes, etc-, no es algo que cualquier otro ex miembro de cualquier otra banda sepultada hace décadas no hubiese dicho. En resúmen, Salad Days cumple su función de informar al espectador, pero no logra atrapar a los no adeptos al clan del punk rock. Los seguidores de este género, soldados de raza, si pueden disfrutar y revivir lo que fue la época dorada del movimiento en Estados Unidos, pero tampoco para tanto.
J. J. tiene aguante A 32 años del estreno de Return Of The Jedi (1983), la saga Star Wars recupera su personalidad y se actualiza al J. J. Abrahams style. John Boyega -Finn-, Daisy Ridley -Rey-, Adam Driver -Kylo Ren- se llevan por delante sus roles y le dan juventud a la trama treintañera que presentan junto al ya consolidado elenco de Carrie Fisher -Leia Organa-, Harrison Ford -Han Solo- y Mark Hamill -Luke Skywalker-. El peso sobre las espaldas de J. J. Abrahams era enorme, hasta en las primeras negociaciones con Lucasfilm/Disney el director llegó a declinar dichas ofertas. George Lucas y el ratón Mickey fueron insistentes y rindió frutos. Durante el rodaje el hermetismo fue absoluto, escapaban noticias a cuenta gotas, ni los trailers revelan demasiada información, el resultado: pulgar arriba En cuanto al clásico elenco, Harrison Ford logra un Han Solo de la vieja escuela, no como el Indiana Jones a media máquina de Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal (2008). En pantalla junto con Chewbacca -Peter Mayhew- se siente Star Wars. Carrie Fisher, “la sexy” Princesa Leia Organa, ahora en tiempos de guerra “la tía” General Organa, es tal vez la menos lograda de esta entrega, el poco tiempo en cámara es posible culpable. J. J. logró una cómoda cintura para dirigir dentro de tanto impedimento de productores y eso en el film se nota. Al igual que en Star Trek (2009), también revivida por Abrahams, el paso de la película es ágil y no pierde firmeza. Ahora, los nuevos personajes (Finn, Rey, BB-8, Kylo Ren, Supreme Leader Snoke y Poe Dameron) tienen su tiempo en cámara para establecerse y ser la historia. Otro punto a favor de la dirección es no quedarse en la nostalgia, El despertar de la fuerza encara siempre, con obvios guiños/contextualización a las previas entregas. Sin dudas es una de las entregas más oscuras de la franquicia y al nivel de las mejores historias de los Skywalker contadas en la pantalla grande. Los cortes de comedia, en ese sentido, fueron bastantes y certeros en sus momentos. J. J. Abrahams le dio una gran bocanada de aire a la saga más legendaria de Hollywood y Disney se regodea con otra gran franquicia en un “gran momento”
¿Y si el kryptoniano más famoso de todos (Superman) hubiese aterrizado en La Matanza en vez de Smallville, Kansas? Leonardo Oyola, autor del libro Kryptonita lleva este concepto al máximo, ¿heroísmo?, ¿excentricismo?, ¿playboys filántropos?, ni cerca, pero si la realidad más cruda del conurbano bonaerense, se funde con lo sobrenatural en una noche de guardia en el Hospital Paroissien, Isidro Casanova el resultado es una cachetada de 80 minutos. Es medianoche en el hospital de La Matanza, al médico nochero -Diego Velázquez- le faltan 4 horas para terminar una maratón de 72 horas de guardia, reza que todo continúe como viene, pero de un momento a otro tiene a la banda de delincuentes Nafta Súper irrumpiendo con su líder, Nafta Súper -Juan Palomino-, en las últimas por una puñalada de un vidrio verde. La premisa original puede sonar facilonga, pero Nicanor Loreti, desde la dirección, se mantiene fiel al tono original del libro de Leonardo Oyola, esto significa que no es una película de Marvel, tiene realmente todo lo pesado del conurbano, pero con el agregado de que esta banda en especial tiene un aura supernatural que la envuelve; explosiones donde nadie sale herido, balazos que no hacen efecto, etc. Sumado a la estética Frank Miller –Sin City-, Kryptonita hace un menjunje de estilos e historias que llevan el cine Fantástico Argentino a ocupar el lugar que siempre estuvo buscando. Basado en el arco argumental de “La muerte de Superman”, Kryptonita -2015- está plagado de referencias al mundo de DC Comics , desde sus personajes hasta las subtramas entre ellos, y ese juego de poner en paralelo este mundo fantástico con la cruda realidad es lo que hace funcionar todo. Cabe también destacar el enorme parecido en el look, pero totalmente venido a menos, de Diego Velázquez con un Tony Stark/Robert Downey Jr. El nivel actoral del film es otro gran punto a favor, ninguno desentona y Pablo Rago -El Fede (Batman)-, Lautaro Delgado -Lady Di (Mujer Maravilla)-, Diego Cremonesi -El Ráfaga (Flash)- y Nicolás Vázquez -El Faisán (Linterna Verde)- son los motores de la historia. Tal vez lo que queda corto es la aparición de Diego Capusotto como un Guasón pasado de fiestas, que si fuese por el trailer y los póster de promoción debería tener más que sólo una escena, lo que no significa que en esos escasos minutos nos haga creer que realmente podría interpretar a un Guasón dentro del mundo de los comics. En conclusión, Kryptonita es la película que el género Fantástico argentino estaba esperando para ser catapultado, y tal vez en esta ocasión, sí lograr buenos números en la taquilla. Ayudada también por un elenco tremendamente reconocible, este es un film diferente a lo acostumbrado nacional, que con solamente una hora y 20 minutos le alcanza para sacudir y gustar mucho.