La histriónica risa de la venganza Balada Triste de Trompeta, el nuevo film de Álex de la Iglesia, es una de aquellas obras que a priori tienen todos los condimentos para ser interesantes: un realizador inteligente, buenos actores, una estética impecable y un argumento ligado entre la violencia, los tríos amorosos, lo bizarro, el pastiche cinematográfico, la intertextualidad artística y un contexto social y político que enmarca a la historia, el cual es denunciado de una manera correcta. La cuestión es que la enumeración de tan determinantes aspectos, en el caso de que sean bien encadenados, deberían terminar en un film relativamente destacado, más teniendo en cuanta la prolífera carrera del director; pero en este caso la reciente obra del gran Álex deja algunos temas para reprochar, aunque con esto no se quiere decir que no sea una buena película, porque en términos generales lo es. Como en Muertos de Risa con los personajes de Santiago Segura y El Gran Wyoming, en Balada Triste de Trompeta también habrá dos personajes antagónicos siempre al borde de la tragedia; Sergio (Antonio de la Torre), el payaso alegre de un circo, un tipo violento y desmesurado, y Javier (Carlos Areces), su contraparte triste, y por ende un hombre tímido e introvertido que se enamorará de Natalia (Carolina Bang), la trapecista de la compañía y novia del primero, lo cual generará más que un conflicto. “Balada triste de trompeta, por un pasado que murió, y que llora, y que gime…” pronunciaba el cantautor Raphael vestido de payaso en la película Sin un adiós de Vicente Escrivá; y luego de un presente trastornado y de un pasado aun peor, será cuando Javier entre en un cine y vea al músico en la pantalla, el cual en una simbiosis digna del cine dentro del cine, más un espejismo de su padre muerto, le darán al payaso más fuerza para matar y llenar sus entrañas de venganza, tal cual como le había dicho su progenitor que tenía que hacer cuando era un adolescente. De la Iglesia propone una estética desgarradora con el film más oscuro de su carrera, el cual oscila lo barroco bien al estilo Tim Burton como en Batman o La Leyenda del Jinete Sin cabeza, en tanto que maneja ese típico y bizarro distintivo personal con semejanzas al kitsch y el atrevimiento de las primeras películas de Pedro Almodóvar como Matador y La Ley del Deseo; y más que nada se entabla en una mirada surrealista de los hechos, que sumada a la violencia y lo desenfrenado del film con la temática circense y pantomímica se produce un acercamiento notable con el universo de Alejandro Jodorowsky y films como Santa Sangre. Balada Triste de Trompeta transcurre desde los orígenes de la Guerra Civil Española en dónde Javier era un niño hasta el asesinato del funcionario militar Luis Carrero Blanco por el terrorismo, y es muy inteligente por parte del film como todo lo trágico e incoherente que transcurre en torno a la narración es el reflejo de lo que fueron largos años nefastos en el país europeo bajo el predominio fascista de la dictadura de Francisco Franco. El film es correcto en la mayoría de sus aspectos, pero queda la sensación de que el director podría haber explotado más su faceta bizarra, ya que por las características de los personajes y las acciones que transcurren estaba todo dado para que sucediera; parece que la obra es más trágica que grotesca, y aunque no este mal que se le haya dado ese tono, le falta ese acento más grotesco de films anteriores como El Día de la Bestia o el desquicio desenfrenado de Perdita Durango. Balada Triste de Trompeta es notable estéticamente y sus actores encarnan de gran manera a los personajes de la fábula, pero queda en el debe esa ilusión de que de la Iglesia podría haber jugado más con el pastiche que propone entre cine, violencia, sexo, surrealismo, política, entre otras cosas más, para poder hacer del film una historia un tanto más dinámica, ya que a pesar de tener escenas memorables, por momentos el hilo narrativo decae; aunque de todas maneras es para celebrar que el artista español haya vuelto a sus orígenes tras el correcto, pero intrascendente thriller Los Crímenes de Oxford que había filmado en Gran Bretaña.
El comienzo de una gran epopeya El Planeta de los Simios de Franklin Schaffner es uno de los grandes clásicos de la ciencia ficción en lo que fue su etapa dorada allá entre fines de la década de 1960 y principios de la de 1970 con films como 2001: Odisea del Espacio de Stanley Kubrick, su respuesta rusa con Solaris de Andrey Tarkovski o la maravillosa THX 1138 de George Lucas. Generalmente el cine estadounidense cansa con la falta de ideas y las excesivas secuelas o remakes de films exitosos, aunque con El Planeta de los Simios: (R)Evolución, de Rupert Wyatt se puede decir que en puntos generales es una correcta precuela de la mítica película de 1968 basada en la novela de Pierre Boulle. ¡Cómo olvidar los revolucionarios efectos visuales o de maquillaje de aquella primera entrega!, pero sobre todo esa trama que tenía un final completamente impredecible en dónde el personaje de Charlton Heston se enteraba que no estaba en un planeta lejano, sino que siempre estuvo en La Tierra, y que solo había viajado hacia el futuro y los simios habían evolucionado de una manera sorprendente. Sí había una película que dejaba una incógnita acerca de su origen es El Planeta de los Simios, y en esta nueva obra de Wyatt se verán reflejados los principios acerca de cómo los monos pasaron a dominar el planeta. El Planeta de los Simios: (R)Evolución es una obra correcta en casi todos sus aspectos, en especial con el ritmo y la tensión con los que se narran los hechos de la historia, la cual resulta muy llevadera; y el film, que a parte posee impresionantes efectos especiales, termina siendo bastante entretenido. Quizás lo que se le pueda reprochar a esta nueva película es que no tiene esa mística de la ciencia ficción clásica como la obra inicial, o que también la trama este muy encasillada en lo que haga o no Cesar (el chimpancé protagonista), quitándole un tanto de importancia a James Franco y Freida Pinto, las estrellas de la película. Eso sí, lo que no deja ninguna duda es que resulta superior a la remake que realizó Tim Burton en 2001. A pesar de no ser un obra superlativa, hay que decir que El Planeta de los Simios: (R)Evolución de Wyatt es un film más que correcto que comienza a revelar una de las grandes incógnitas del género fantástico, que entre sus grandes fortalezas técnicas como con su efectivo desarrollo narrativo, lo transforman en una de las mejores películas de este año en lo que refiere al cine estadounidense comercial.
Alentadora obra del cine nacional. Cuando una película no tiene más pretensiones a las que puede aspirar y posee una idea sólida y concreta, siendo que su fin es relatar una historia de manera prolija y cinematográfica, queda en claro que en Argentina se pueden producir films de muy buen nivel. Este es el caso de Cerro Bayo, la nueva obra de Victoria Galardi. El film, que transcurre en la localidad patagónica de Villa La Angostura, nos presenta a la conflictiva familia de Marta (Adriana Barraza), una mujer totalmente solidaria que deberá enfrentar la situación de que su madre quede en coma tras un intento de suicidio; a su alrededor estarán su marido Eduardo (Guillermo Arengo), sus hijos Inés (Inés Efron) y Lucas (Nahuel Pérez Biscayart), y su hermana Mercedes (Verónica Llinás), los cuales piensan más en sus egos personales y propias necesidades antes de enfrentar la circunstancia que los incumbe. Como había hecho Lucrecia Martel con La Ciénaga, Cerro Bayo abarca mayoritariamente el tema de la familia; muestra la tragedia y lo siniestro del interior de cada personaje, pero también se da un espacio para pequeños toques de esperanza, que serán los que cumplan la función de mantener el equilibrio entre el drama y la comedia. Otro argumento importante de la historia es la vida en el pueblo, y todo lo que eso implica, desde el sentido de pertenencia del lugar hasta el deseo de fuga y el buscar otro destino en una gran ciudad. Lo que más se resalta del film de Galardi es la dirección de actores y las interpretaciones en sí: cada personaje esta muy bien logrado, resulta creíble dentro del contexto en el que habita y por sobre todas las cosas hay que decir que todos ellos dan la sensación de realidad, de ser individuos comunes que confrontan relaciones completamente verosímiles. A comparación de Amorosa Soledad (película anterior de la realizadora), dónde apenas se reflejaba una comedia ligera que terminaba resultando agradable; en Cerro Bayo se puede deslumbrar un cine mucho más maduro. Los tiempos del relato están correctamente establecidos a lo que pide la obra, que da la sensación de tener un tinte más europeo, entre su composición de planos largos e imágenes pausadas. El film de Galardi es más de situaciones que de acciones, pero cada una de ellas está tan bien desarrollada que no deja huecos en un hilo narrativo que por momentos resulta impecable. Otro punto a favor de la película es la solemne fotografía de Julián Ledesma, que entre pictóricos planos generales de la bella Patagonia hace del encadenamiento de imágenes un mundo fílmico innegable; todo esta bien manejado como son los climas del film que mantienen constantemente los acontecimientos dramáticos, que ayudados por la música, la cual esta compuesta de silencios en gran parte de la obra, provocará cuando surgen las primeras melodías un justificado golpe de efecto en la narración. Cerro Bayo deviene en un film muy bien desarrollado en la mayoría de sus aspectos, que a través de la gran madurez que demuestra Galardi en la realización, deja un saldo alentador respecto a lo que se puede crear en el universo del cine nacional.
Linterna apagada Luego de que varios comic de Marvel sean llevados al cine últimamente, con Linterna Verde de Martin Campbell le llega el turno a DC, aunque si los films adaptados de la primera firma de historietas como Thor de Kenneth Branagh o X-Men: Primera Generación de Matthew Vaughn eran un tanto mediocres, se puede adelantar que este nuevo estreno esta muy por debajo de los anteriores. Predecible, aburrida, esteriotipada, entre tantos otros adjetivos calificativos más que podrían llegar a determinar lo que es el film de Campbell, que aunque no tenga grandes obras detrás de su nueva película, hay que decir que al menos con GoldenEye o La Leyenda del Zorro presentó a héroes clásicos (James Bond y el Zorro) de una manera más convincente y al desarrollo de las acciones bastante más entretenido que en esta nueva oportunidad. La historia narra como el conjunto de los Linterna Verde, unos guardianes intergalácticos encargados de proteger el universo, deberán luchar ante Parallax, una fuerza maligna que amenaza la paz en todos lados, en tanto que el recluta más novato será el humano Hal Jordan (Ryan Reynolds), quién en gran parte será el encargado del destino de La Tierra y del cosmos. La cuestión es que cuando una película es tan básica como Linterna Verde todo tipo de sorpresa es inadmisible. Cada motivo por los que esta compuesto el relato seguramente será predecido por el espectador, o mejor dicho que a lo largo del film de Campbell nada resulta original, de antemano sabemos que el bueno va a superar sus conflictos internos para luchar contra el malo al cual seguramente derrote y como el mejor galán que es, después la “chica linda” de la película terminará entre sus brazos. A parte de su endeble valor narrativo, en lo que más falla Linterna Verde es en los recursos técnicos. El film pareciese ser un video juego, tanto la escenografía como los diversos efectos especiales están demasiado computarizados, lo cual hace que todo lo fantástico que transcurre a lo largo de la película resulte muy poco creíble y para nada atractivo. La obra nunca se sostiene a través de lo visual y hace que tanto los mundos, como los personajes y las acciones que recrea carezcan de valoración en la faceta creativa. Linterna Verde de Campbell es un film sumamente apagado y muy pobre por dónde se lo mire; tiene tantas insuficiencias narrativas como visuales que hasta en un punto se la podría ubicar como una de las peores películas basadas en un comic de DC junto a Batman & Robin de Joel Schumacher. En conclusión, resulta ser un trabajo para el olvido que no deja ningún saldo a favor en el marco de los súper héroes y el cine.
Mucha espectacularidad, poco desarrollo. Es habitual que en los films de superhéroes de los últimos tiempos se busque la efectividad, el hacer películas con efectos especiales por doquier, que a su vez son encadenados por grandilocuentes escenas de acción que sólo tienen el fin de entretener al público, lo que las lleva a dejar el desarrollo de la narración un tanto de lado; obvio que hubo excepciones como El Caballero de la Noche de Christopher Nolan, pero recientemente, más que nada con las obras adaptadas de comics de Marvel, se ha dado tal situación, ya sea con Thor de Kenneth Branagh y X-Men: Primera Generación de Matthew Vaughn, en tanto que con Capitán América: El Primer Vengador de Joe Johnston vuelve a suceder lo mismo. El film, de un comienzo estable y un tanto prometedor, narra acerca de cómo Steve Rogers (interpretado por Chris Evans) se convierte en el Capitán América. Luego de ser rechazado en varias oportunidades para ingresar al servicio militar estadounidense para ir a luchar a la Segunda Guerra Mundial, el timorato joven es reclutado por el profesor Erskine (Stanley Tucci), un científico que le percibe un don, el cual estaba buscando en alguien para a través de un experimento científico convertirlo en un súper soldado. En un principio, la introducción resulta destacada, la recreación de la década de 1940 es auspiciosa, desde los decorados y el vestuario hasta la tenue fotografía; pero a medida que Capitán América: El Primer Vengador se va desarrollando, resaltan cada vez más las fallas por parte del guión, el cual omite demasiadas características fundamentales que permitirían un mejor desarrollo de la historia. Por momentos, la película de Johnston (realizador de otros films fantásticos como Rocketeer o Jumanji) carece de verosimilitud aun dentro de un género fantástico; se notan mucho los excesos en lo que respecta al plano de las escenas de acción, ya que ni en un marco de un film de superhéroes algunas tomas de excéntrica espectacularidad parecen creíbles. Pero con lo que respecta al libreto, muchos hechos carecen de justificación, nunca se sabe acertadamente acerca del porqué de las cosas, o a lo sumo algunos acontecimientos que suceden resultan muy poco admisibles, ya sea por falta de información o por excluirlos completamente de la diégesis; por ejemplo nunca se explica el motivo por el que Rogers es el elegido, o al menos el absurdo método casual por el que lo recluta Erskine resulta plenamente insuficiente al momento de concretar el lazo narrativo. Otra falla argumental que le juega en contra a Capitán América: El Primer Vengador es la poca profundidad que tienen sus personajes, es como si estos tuvieran una personalidad desencontrada: se plantea que Rogers es sereno y bondadoso para tomar decisiones, aunque luego la venganza y el personaje en sí en el que se transforma lo terminarán dominando; por otro lado, su antagonista y archienemigo Red Skull (Hugo Weaving) pareciese aparentar un ser maligno por naturaleza, aunque quizás éste era un personaje en el que se podría haber apostado más en un plano psicológico de la demencia, pero esto nunca se manifiesta de tal manera y el enemigo de turno termina resultando, en parte, más inofensivo de lo que podría haber sido. En conclusión, Capitán América: El Primer Vengador de Johnston deriva en un film intrascendente que vuelve a mostrar una pobre entrega del superhéroe de Marvel como en la versión de 1990 de Albert Pyun; siendo que las diversas fallas narrativas de esta nueva obra hacen que sea bastante trivial, más que nada en una segunda parte dónde todo parece una serie de escenas de acción que hacen que el contenido de la película sea un tanto dispar.
La poética de un artista consolidado. El realizador iraní Abbas Kiarostami siempre se destacó por crear obras complejas acerca de las relaciones e inquietudes humanas. A través de films como A Través de los Olivos o El Viento Nos Llevará hizo destacar inteligentes narrativas enmarcadas en universos de una belleza visual incomparable. En cada película del asiático el tiempo de la imagen será fundamental, cada plano resulta exhaustivo acerca de los detalles de la escena en cuestión, siendo que el director siempre planteó una filosofía del interior de cada uno de sus personajes a través una característica manera poética de relatar las cosas. En Copia Certificada, su último film, Kiarostami vuelve a poner en el sentido principal de la historia a un personaje femenino como lo hizo en Ten, una de sus más prolíferas películas. En esta reciente producción narrará la historia de una mujer madura francesa (Juliette Binoche) que se interesa en conocer al escritor británico James Miller (William Shimell) que presenta en Italia (lugar en el que vive ella) su nueva obra sobre diversos postulados del arte. Ambos emprenderán un pequeño viaje al pueblo italiano de Lucignano, transcurso en el que mantendrán una relación muy particular. El film, a partir de las acciones que realizarán a lo largo de un día un hombre y una mujer que acaban de conocerse, al estilo Antes de Amanecer de Richard Linklater, expondrá las distintas y eternas disputas sobre la historia del arte, acerca de lo genuino y el valor o no de una copia a través de los diálogos y situaciones que manifestaran los personajes principales. Pero Copia Certificada no solo desplegará el tema del arte, sino que mayormente profundizará en la filosofía interior sobre los métodos de vida de los personajes de Binoche y Shimell, ya que de simples comentarios o acciones comunes se podrán desarrollar los más profundos sentimientos e inquietudes de las personas en cuestión. A parte de su compleja y llevadera estructura narrativa, el punto saliente del film es la interpretación de Binoche: cada uno de sus gestos, movimientos, o palabras que pronuncie resultan estupendos; la actriz francesa concreta una de las mejores actuaciones de su carrera, y deja en claro porqué distintos directores de gran prestigio en el cine europeo como Kiarostami la prefieren en sus films, desde Jean-Luc Godard en Yo te saludo, María hasta el fallecido Krzysztof Kieslowski en Blue (aunque también ella tendría participaciones en Blanc y Rouge). Copia Certificada es otra gran película de Kiarostami que confirma la madurez de un cineasta consagrado, que a través de un cine muy poético se hace destacar nuevamente con una obra sumamente compleja que conlleva un relato cautivante con el que destaca interesantes postulados filosóficos sobre la existencialidad de las cosas.
Pobre nueva entrega de la saga zombie En 1968 el realizador George A. Romero creaba con La Noche de los Muertos Vivos un film de culto dentro del cine de terror, que a pesar de su escaso presupuesto sería un gran éxito. La película era cruda por sus imágenes y contenido, de un blanco y negro desgarrador, con una estética sumamente realista que daría pie a una obra que perduraría a través de los años y establecería en el plano cinéfilo el subgénero de los films de zombies. A pesar de parecer un simple trabajo de horror, en donde los muertos volvían a la vida en busca de carne humana, aquella primer película de Romero tenía una gran denuncia social a lo que son las diferencias culturales en los Estados Unidos, ya sean de raza o género, cuestiones que se manifestaban ferozmente en el film. A través del éxito de la película, ésta tendría diferentes secuelas al mando de Romero, siendo La Reencarnación de los Muertos la última de la saga hasta el momento. En esta nueva entrega, un grupo militar buscará refugio en una isla casi desierta, en dónde no solo tendrán que desafiar a los muertos, sino que deberán interferir en el enfrentamiento entre dos clanes familiares, siendo que uno de estos tiene una nueva ideología que puede cambiar la manera de vida de los zombies. Como en todo film apocalíptico, siempre esta esa ansiedad por huir y querer empezar otra vida lejos del caos y de la amenaza inminente, aunque casi siempre esto sea una utopía; films como La Invasión de los Usurpadores de Cuerpos de Don Siegel o Los Pájaros de Alfred Hitchcock también habían demostrado como lo hace el de Romero, lo difícil que resulta escapar del destino en un mundo en crisis. A diferencia del complejo clásico de 1968, La Reencarnación de los Muertos se muestra muy deslucida, y a pesar de buenas e impactantes imágenes de violencia, la película resulta demasiado predecible en cada uno de sus actos. El guión es bastante flojo y se aleja bastante de aquel carácter simbólico que se mencionaba anteriormente. Le falta la nostalgia de aquel cine clásico y el pastiche cinéfilo de obras más modernas como se pudo ver en films del género como Exterminio de Danny Boyle o Planet Terror de Robert Rodriguez. Ya en las dos anteriores de la saga de Romero, Tierra de los Muertos y El Diario de los Muertos, se mostraba un deterioro estético y argumental, pero a pesar de eso resultaban ser films correctos y entretenidos, todo lo contrario a La Reencarnación de los Muertos, que es una obra muy densa y deslucida, que por momentos carece de cualquier tipo de factor sorpresa y no aporta nada nuevo a un género que el viejo George supo revolucionar hace más de cuarenta años atrás.
Una entretenida segunda parte. Es de masivo conocimiento que a partir del films ingeniosos, técnicamente muy bien logrados y de un alto grado cinéfilo, Pixar ha renovado al cine de animación en la década de 1990. John Lasseter, uno de los más importantes exponentes de la firma, es el encargado de Cars 2, una adrenalínica segunda parte del film de 2006, también de su propia autoría. Esta nueva entrega de las aventuras del Rayo McQueen (voz a cargo de Owen Wilson) y su inseparable amigo Mate (Larry the Cable Guy) propone una renovada historia del mundo motorizado, dónde los héroes de Radiador Springs se dirigirán hacia Japón y a distintas ciudades europeas para el primer Gran Prix Mundial, en dónde correrán los mejores autos de cada categoría. Lo que le agrega esta nueva entrega a Cars es el ritmo avasallante a través de una interesante y divertida subtrama de espionaje que se irá interceptando cuando Mate es incorporado a una misión espía contra unos viles autos que quieren dominar el combustible del planeta. Al mejor estilo de las películas de James Bond, se podrán ver grandes explosiones, avanzadas armas tecnológicas y hasta un principio de romance que harán que la historia tenga un desarrollo sumamente entretenido. Como es frecuente en las películas de Pixar, se le dará gran importancia al tema de la amistad y a lo importante de esta a pesar de cualquier inconveniente o distanciamiento posible, ya que la relación entre McQueen y Mate trascenderá cualquier barrera y será la que les deje la enseñanza a los más chicos que seguramente irán a ver el film, el cual seguramente también disfrutarán los mayores que los acompañen. Cars 2 tampoco se olvidará del gran Paul Newman, quién en la primera parte hacía la voz de un auto de carrera retirado. El gran actor de películas como Un Gato sobre el Tejado del Cinc y El Golpe tendrá un digno homenaje tras su fallecimiento a los 83 años en 2008. A pesar de lo llevadera y el muy bien aplicado género de acción a la saga, este nuevo film de Lasseter dista mucho de maravillas de los últimos tiempos del universo Pixar como Wall-E o Up, Una Aventura de Altura, más que nada en el contenido cinéfilo y nostálgico, ambos puntos que también reunía magistralmente Toy Story 3 y que en Cars 2 están un poco relegados. Seguramente esta nueva edición de Cars no esté dentro de lo mejor de Pixar, pero si se puede decir que es una digna continuación a la saga y que en ciertos puntos supera a la primera a través de un film más armónico, que ayudado por la intercepción de géneros como la comedia, aventura, acción y espionaje concretan una obra más que entretenida para un público muy abarcativo.
Una fábula mágica que reivindica al cine actual Siempre ante un nuevo film de Woody Allen las expectativas son muy grandes y acordes a la gran carrera del cineasta estadounidense. Quizás se lo cuestionó porque sus últimas películas, a pesar de ser muy correctas, no estaban a la altura de las mejores que había realizado; pero se puede decir que con Medianoche en París, su nueva obra, nos presenta uno de los trabajos más destacados de su carrera. Ya desde el comienzo se puede apreciar una maravillosa sucesión de planos que resaltan la bella París, como en su momento Allen había hecho con New York en Manhattan. Cada imagen es de una lucidez encantadora, que acompañadas por los ya inmortales acordes de jazz, manifiestan desde ese momento que se dará pie a una obra destacada. En Medianoche en París, Gil (Owen Wilson) y su prometida Inez (Rachel McAdams) deciden acompañar a los padres de ella a la ciudad parisina y disfrutar de un viaje antes de su boda. La cuestión es que él no se encuentra del todo feliz siendo guionista de Hollywood, sueña con terminar de escribir su novela y el sitio en el que se encuentra será el que lo inspire a realizar un cambio en su monótona vida. Es ahí que el film tendrá un quiebre mágico, cuando una medianoche perdido por la ciudad invitan a Gil a que se suba a un auto antiguo que lo llevará a la década de 1920, una época soñada para él, en dónde se relacionará con el círculo intelectual de los más destacados artistas del período. Medianoche en Paris tiene un giro nostálgico de una calidez sublime, algo similar a lo que Allen había mostrado con los tiempos dorados de los programas radiales en Días de Radio o con lo fascinante del cine en La Rosa Púrpura del Cairo y aquel homenaje a El Moderno Sherlock Holmes de Buster Keaton. En este nuevo film, esto sucede cuando el protagonista se transporta a un mundo paralelo, donde se codeará con los artistas que siempre admiró como los escritores Scott Fitzgerald y Ernest Hemingway, el pintor Pablo Picasso o el músico Cole Porter. La cuestión es que esa realidad fantástica que Gil comienza a frecuentar cada noche lo termina atrapando como no lo hace su vida habitual y más aun cuando conoce a Adriana (Marion Cotillard), una carismática joven que tiene un amorío con Picasso y que anteriormente había estado con el solemne artista plástico Amedeo Modigliani. El nuevo film de Woody cuenta con un guión majestuoso, la transición entre las distintas épocas en las que transcurre la narración es brillante; y los diálogos están a la altura de los mejores del director, sólo basta con observar una escena fenomenal en la que Gil se encuentra en un bar con un grupo surrealista integrado por Salvador Dalí (ilustres minutos interpretados por Adrien Brody), Man Ray y Luis Buñuel. Cada frase que emiten los personajes es de una comicidad brillante y sumamente ingeniosa, provocando que el hilo de la historia profundice en cada detalle. Medianoche en París es una película encantadora, tan bien narrada que su ritmo es avasallador, que junto a la bella fotografía de Darius Khondji provocan ese clima nostálgico acerca del pasado. Para Gil que vive el presente, su tiempo y lugar ideal es Paris de 1920, pero para Adriana que vive 90 años atrás será la misma ciudad en 1890 mientras transcurría la Belle Époque. El realizador neoyorquino destaca muy poéticamente el sentimiento por los períodos pasados y con hacer real el sueño de escaparle a los inconvenientes actuales para experimentar una existencia diferente. Allen demuestra que está en su mejor estado creativo, Medianoche en París es su más destacada comedia desde Los Secretos de Harry en 1997; en tanto que respecto al panorama del cine actual, no alcanzarían los calificativos para decir que no solo es la mejor película del año, sino el más lúcido film de la joven década.
El western nunca muere Con Aballay, el Hombre sin Miedo de Fernando Spiner, se puede confirmar que el cine argentino de género se encuentra latente con este western gauchesco, el cual se encontraba casi en extinción en los últimos tiempos, pero que años atrás tuvo su legado con recordados films como Juan Moreira de Leonardo Favio o La Guerra Gaucha de Lucas Demare. El film de Spiner, basado en un cuento de Antonio Di Benedetto, narra la historia de Julián (Nazareno Casero), quién buscará venganza tras presenciar años atrás como asesinaron a su padre cuando él era un niño, por lo que irá en busca de aquellos bandidos y especialmente tras el hombre que lo degolló: Aballay (Pablo Cedrón). La película cumple una función redentora respecto al estilo de vida y como un hecho puntual puede torturar a una persona a lo largo de su existencia. Aballay, un asesino despiadado y sin escrúpulos, que ferozmente mata al padre de Julián, quedará perpetuado al observar la congelada cara del niño luego de que aquel presencie la muerte de su progenitor. Esto lo llevará a recluirse de la sociedad, a no bajar de su caballo y dejar de cometer delitos; aunque el hecho lo seguirá atormentando y sabe que aquel chico cuando crezca lo encontrará en busca de venganza. Aballay, el Hombre sin Miedo reivindica el western argentino, poco frecuente en el cine nacional quizás por las costosas escenas completamente en exteriores por las que se deben optar. En este caso cumplirá un gran papel la fotografía de Claudio Beiza, que hace de los Valles Calchaquíes en Tucumán, donde esta rodada la película, un escenario impecable y sumamente vistoso a través de imponentes planos generales y un crudo clima que se crea a través de cada tono con los que es decorada la imagen. La obra de Spiner cumple con los clásicos tópicos del género: aquel pueblo amenazado por los bandidos, el majestuoso territorio semidesértico, la dualidad entre el bien y el mal, la incursión del forastero en el lugar en cuestión o la narración épica de la cultura de una región, que destacan que el realizador no es ajeno a los grandes clásicos de John Ford y Howard Hawks, como pueden ser La Legión Invencible y Río Bravo respectivamente; y que con la implementación de personajes despiadados, que son destacados a partir de primerísimos primeros planos, y las acciones violentas que provocan también se puede plantear un acercamiento con los spaghetti western de Sergio Leone y películas como la inolvidable Érase una Vez en el Oeste o con films de Sam Peckinpah como La Pandilla Salvaje o Quiero la Cabeza de Alfredo García. A pesar de ciertos baches en el medio del film de Spiner, la narración es correcta, los personajes están bien logrados (y muy bien interpretados por todo su elenco), en tanto que a nivel visual la película es impecable; solo le juegan en contra algunos segmentos del montaje que proponen alguno que otro corte brusco que no mantienen mucha justificación en la continuidad. En términos generales, Aballay, el Hombre sin Miedo es el mejor trabajo en la carrera de Spiner, quién en este caso expone una obra relevante dentro de un género complicado y poco habitual en el cine argentino como es el western, que por suerte es revitalizado de gran manera por este film.