Cuando el pasado puede remover el presente Como en Lluvia, cuando una mujer que había dejado a su marido se topa con un desconocido que entra a su auto, la realizadora Paula Hernández vuelve a profundizar en los encuentros inesperados...
Desequilibradamente cinéfila El español Pedro Almodóvar demuestra cada vez que presenta un nuevo film que es uno de los directores más destacados de los últimos treinta años. A través de las mezcla de géneros y estilos, del impacto visual de sus imágenes y de su mirada cinéfila, concreta obras dignas de ser recordadas y analizadas, desde sus inicios entre lo kitsch y lo grotesco hasta la madurez que le adjudica un cine genuino de autor, a través de temáticas faltantes de escrúpulos que exhiben las historias de ciertos personajes marginales que son característicos de éstas. En La Piel que Habito, su nueva película, Almodóvar narra una nueva historia descabellada dentro de su rico portuario. Robert (Antonio Banderas) es un reconocido cirujano plástico que tras su mujer terminar incinerada en un accidente, se dedica a la creación de un transplante de piel que traiga consecuencias novedosas al mundo de la ciencia. Vera (Elena Anaya), la joven paciente con la que esta experimentando su nueva técnica, será la que confronte con éste, que a través de un pasado revelador, le darán pie a un atrapante thriller que continúa con la senda de Los Abrazos Rotos, su obra anterior. El film enfoca grandes climas de suspense al estilo de Vértigo de Alfred Hitchcock o ¿Qué Pasó Con Baby Jane? de Robert Aldrich, como también incluye ciertas características del film noir, y hasta se puede decir que por tener un presente que transcurre en un futuro (aunque sea un cercano 2012), La Piel que Habito tiene reminiscencias al género de ciencia ficción, ya que el hecho de la transformación de cierto personaje tiene mucho que ver con el clásico Metrópolis de Fritz Lang. Lo que tiene la película, como la mayoría de las de Almodóvar, es que se compone de una estructura narrativa impecable, dónde cada espacio temporal está correctamente relatado, siendo que la transición del presente al pasado a través de flashbacks se produzca con una sutileza digna de destacar. Pero lo que tematizará La Piel que Habito es la venganza, cuestión que a priori parecería un tanto compleja, pero que el film irá dando a saber de una manera más que calificadora en el modo que el contenido se vaya sumergiendo en cuestiones como la ausencia de la moralidad, las diversidades sexuales y las situaciones grotescas, siendo destacable como el propio realizador se toma el privilegio de citarse a si mismo con una perturbada escena que hace recordar a Kika. La cuestión, en tanto a las acciones, será que los personajes resultarán tan diabólicos que la trama se forjará siniestra, en tanto que mediante cada revelación que el film proponga, la obra tomará un eje macabro digno de un universo del género de terror, brindando las mentes psicológicamente más desequilibradas propuestas por el director. La Piel que Habito es un film avasallante de una desgarradora profundidad narrativa, que acompañada por la impecable composición musical de Alberto Iglesias y exquisitos planos detalle hace que la nueva obra de Almodóvar sea sumamente interesante, con el plus de ver a Banderas en un gran protagónico y a su vez volviendo a sus inicios de actor fetiche del realizador como en Matador, La Ley del Deseo, Mujeres al Borde de un Ataque de Nervios y ¡Átame!
La visión del Apocalipsis según Soderbergh En las últimas décadas el cine ha trazado de diversas maneras el tema apocalíptico y como a través de extraños sucesos e inminentes epidemias el mundo entra en caos, como en Exterminio de Danny Boyle, Hijos del Hombre de Alfonso Cuarón o El Fin de los Tiempos de M. Night Shyamalan; en Contagio, nuevo film de Steven Soderbergh, se planteará la desaparición de la humanidad a través de una pandemia provocada por un virus de carácter mortal...
Otra destacada comedia argentina Desde los primeros planos generales de Buenos Aires en su ópera prima Medianeras, Gustavo Taretto emula a Manhattan de Woody Allen y a como este comenzaba a filosofar sobre la ciudad de Nueva York. A partir de esto, el realizador argentino narrará la historia de Martín (Javier Drolas) y Mariana (Pilar López de Ayala), dos jóvenes aquejados por la soledad que sin saberlo están destinados el uno para el otro. Entre sus temores y angustias, ambos protagonistas irán experimentando diversas situaciones que harán que sus vidas se encuentren vacías, se amparen en el encierro de sus respectivos departamentos y sufran por amores pasados. Como en 500 Días Con Ella de Marc Webb, film bisagra en el género de la comedia en los últimos años, Medianeras es una obra que juega constantemente con la intertextualidad, manteniendo una conexión permanente con otros discursos, ya sea el cine, como con diversas ramas de la cultura, por ejemplo en una hermosa escena se podrá apreciar un montaje paralelo en donde los protagonistas se emocionan al ver Manhattan en sus respectivos televisores. Los inteligentes diálogos y el enmarcado prototipo de antihéroe que mantienen los protagonistas dejan en claro que Taretto se encuentra influenciado por el cine de Allen, y como a partir de la lectura de su cine pudo concretar una historia concisa y sumamente cálida. También se puede ver una posible conexión con las realizaciones de otro de los próceres de la comedia moderna: Jacques Tati, ya que Medianeras propone una importante crítica a lo que es el uso de la tecnología y como esta puede llegar a deteriorar la vida humana, algo que vendría por una corriente similar a la que expresaba el director francés en films como Mi Tío. La cuestión es que Taretto define tan bien a los personajes como al encadenamiento de las acciones que el film resulta totalmente llevadero. Desde el acierto en las interpretaciones de Drolas y López de Ayala, hasta las divertidas participaciones de personajes secundarios que irán apareciendo en la historia, entre otros interpretados por Inés Efron, Jorge Lanata y Carla Peterson, harán que la obra sea de las propuestas más interesantes del cine argentino en los últimos años. Medianeras no solo expone el gran trabajo de Taretto como realizador, sino que con un film mas que destacado deja en claro que la comedia nacional se encuentra en pleno crecimiento, desde los últimos trabajos de Daniel Burman hasta la reciente Mi Primera Boda de Ariel Winograd.
El delirio místico de la existencia Hay films que pueden ser sumamente aclamados o, por el contrario, odiados; la cuestión es que cuando una obra subsume tantos motivos para generar un universo propio y desarrollar una historia diferente, y alejada a la convencionalidad, al menos no puede ser ignorada, sino vista y analizada al ser tan rica en su composición. Todo esto sirve de introducción a El Árbol de la Vida, la nueva película de Terrence Malick, la cual narra como Jack (Sean Penn), un hombre de un presente desencantado hace un recorrido de su vida desde su niñez junto a sus hermanos menores en un pueblo de Texas, en dónde será fundamental su relación con su padre (Brad Pitt), su madre (Jessica Chastain); esto lo llevará a un delirio mental de recuerdos odio, alegría y a pensar el sentido de la existencia, la moral, la religión y la muerte. El tema con esta nueva producción de Malick es que si el argumento cambiara en algo el film seguiría siendo el mismo, porque más que la narración de los hechos que suceden en el transcurso de las acciones, lo que damnifica a la obra es la película en sí, se puede decir que El Árbol de la Vida es una película metafísica, que abunda sobre muchas de las cuestiones universales, ya sean desde las más simples hasta las más infinitas que dialoguen con la creación del mundo; de esto deriva que lo que sucede en lo material quede en segundo plano detrás de las ideas que se intentan desplegar a través de las imágenes que hacen que la obra sea rara e interesante en casi todas sus concepciones. A simple vista, todo esto resulta ser muy complejo, y lo es: el film de Malick resulta muy pretencioso, como a partir de una simple historia de los recuerdos de un hombre sobre su familia en la década de 1950 se puede llegar a conjeturar sobre los principios de la aparición de la vida en La Tierra, o más allá de eso meterse con el mismísimo Cosmos. Pero todo tiene un sentido, y si no lo tiene, el hilo narrativo lo justifica; El Árbol de la Vida propone un recorrido de la nada hacia lo supremo, el cual posee una delicadeza artística que cierto viaje psicodélico conjuga un delirio en un sentido como formulaba la imponente 2001: Una Odisea del Espacio de Stanley Kubrick o a la mítica placa musical The Dark Side of The Moon de Pink Floyd. Lo que juega a favor del film para narrar a través de los que podemos decir hechos comunes dentro del desarrollo de una persona desde recién nacido hasta su adolescencia, y como cada pequeña cosa fue influyendo en su personalidad o para construir una filosofía de un cierto principio de las cosas, es que a parte de tener una impecable estructura narrativa y temporal que va desde el presente de Jack, sus recuerdos de chico y los ensueños sobrenaturales, El Árbol de la Vida tiene una contundencia visual impecable, los planos detalle abundan y resultan asombrosos, como los generales que indican lo esplendoroso que la obra presenta. El Árbol de la Vida es un film que deambula desde lo cotidiano hasta lo extremadamente místico y sorprendente. Malick crea un universo cinematográfico devastador que deja mucho por discutir y pensar y, por sobre todas las cosas, una obra que es y será de gran importancia.
Las distintas circunstancias de la vida en el pueblo El nuevo cine argentino se ha encargado de retratar historias relacionadas al modo de vida en el pueblo y en como las situaciones cotidianas afectan de determinadas maneras a sus habitantes, generalmente desarrollándose a través de un suceso en particular en lo que girara la trama del film. La reciente Cerro Bayo de Victoria Galardi en dónde una mujer mayor intenta suicidarse o en El Último Verano de la Boyita de Julia Solomonoff con la traumática situación de un chico hermafrodita fueron algunas de las películas que manifestaron hechos de esta índole y lo que implican en una forma de vida periférica. En La Vida Nueva, segunda obra de Santiago Palavecino, la acción en cuestión será entorno a un adolescente que es apuñalado por otros jóvenes y quedará en coma. Juan (Alan Pauls), un veterinario que tiene una relación conflictiva con su mujer Laura (Martina Gusmán) que esta embarazada y duda en tenerlo, será quién por casualidad presencie el hecho delictivo y lleve al damnificado al hospital del pueblo, en tanto que ahí se encontrará con Martínez (Néstor Sánchez), uno de los hombres más poderosos del lugar, quién al saber que su hijo fue uno de los culpables del hecho en cuestión intentará sobornarlo para que no declare nada. La Vida Nueva explorará las sensaciones de los diversos protagonistas que se encuentran asfixiados por la corrupción de la Policía del lugar que quiere esconder el hecho; a todo esto Laura, que es profesora de piano de Sol (Ailín Salas) y que nunca pudo explotar su talento musical al no poder irse del pueblo, se reencontrará con Benetti (Germán Palacios), un viejo novio que volvió a la pequeña ciudad debido a que es el tío del chico internado. El film de Palavecino muestra como en lo que parece ser una localidad chica dónde no sucede nada, ciertos hechos pueden tener importantes consecuencias en lo que respecta a las personas más influyentes, o sea que cuando algo pueda afectar a los poderosos no existe la justicia y las relaciones se entrelazan por conveniencia. Pero también será muy destacado como el film destaca temas un tanto secundarios en la narración como el adulterio, el aborto y el deseo de fuga. Cada uno de los protagonistas manifestará sus deseos y temores en un marco dónde las acciones y los impulsos toman mayor valor que la palabra. Palavecino se encarga a través de planos largos y consistentes de mostrar el interior de sus personajes, entre escenas poco dialogadas pero con los gestos justos. La Vida Nueva conlleva en una obra muy correcta, que con destacadas actuaciones y un entonado desarrollo visual, hacen que el segundo film de Palavecino tras Otra Vuelta sea una película con un trascendente proceso crítico de las alternativas de la vida en el campo, que por lo tanto es para tener en cuenta dentro de las nuevas producciones del cine nacional.
La sombra de la leyenda Juan Domingo Perón y Eva Duarte fueron de las figuras más carismáticas del siglo XX en la República Argentina y el cine en general se encargó de retratarlos en distintas oportunidades, aunque se percató más que nada en plasmarla a ella, como en los films Evita de Alan Parker o Eva Perón de Juan Carlos Desanzo. Juan y Eva de Paula de Luque se centra mas que nada en la historia de amor entre ambos en un relato que abarca desde que se conocen en 1944 hasta que él asume la presidencia en 1946, en el marco de un contexto político y social de los acontecimientos que abatieron la respectiva época. El mayor inconveniente de la obra es que resulta muy intrascendente, intenta ser un film peronista, pero nunca se atreve a ir más allá de los simples hechos que retrata, nunca profundiza ni polemiza el entorno político ni a los propios protagonistas en sí, los cuales lucen sumamente apagados, especialmente el de Eva. Pareciese que Juan y Eva carece de una ideología propia siendo demasiado políticamente correcta, puesto que relata hechos sumamente destacados en la historia argentina y a personajes extremadamente polémicos, pero nunca se anima del todo a tomar una posición a favor ni en contra por ninguno de los dos. Pero a diferencia de las películas anteriormente nombradas, de Luque se centra en el personaje de Perón y quizás la correcta actuación de Osmar Núñez sea lo más destacado del film. El problema esta del lado de Eva, que es interpretada erróneamente por Julieta Díaz, la cual nunca sostiene el personaje que le tocó interpretar, aunque todo esto deriva de lo dejada de lado que está ella en la historia, ya que nunca se la presenta con esa impronta mística que la caracterizó, sino que resulta un tanto timorata y desenfocada. Narrativamente el film también resulta muy flojo, estando preponderado por una extrema linealidad que hace que la sucesión de los hechos sea un tanto densa; en tanto que visualmente la película, que es mayormente en color, intercala imágenes con escenas en blanco y negro, las cuales no aportan nada a la acción dramática y carecen de sentido en su configuración, sólo se puede entender su incursión en tanto a una continuidad con las imágenes de archivo de la época, aunque el traspaso termina resultando innecesario. Con Juan y Eva, se entiende que de Luque intenta realizar un film políticamente correcto, lo que conlleva una obra muy austera que por su falta de riegos termina siendo intrascendente y muy pobre en sus contenidos, ya que la historia de Perón y Duarte no solo demanda una lejana visión de una historia romántica que tanto narrativa como visualmente aparenta ser una serie televisiva, y que por lo tanto desemboca en un traspié en la carrera de la realizadora tras una interesante película como había sido El Vestido.
La irónica polémica papal El cine del realizador italiano Nanni Moretti se caracteriza por tener un enclave irónico característico, creando obras de gran denuncia social en las que incumbe a trascendentes figuras públicas como lo hizo con el político y empresario Silvio Berlusconi en El Caimán; en su nuevo film Habemus Papa, el centro de la sátira será el icono de la Iglesia Católica. Esta nueva película narra como el Papa recién elegido (Michel Piccoli) se siente imposibilitado de asumir tal cargo y las responsabilidades que este conlleva; debido a la crisis que esto provoca, el Vaticano hará todo tipo de intentos para poder revertir la situación, para lo que llaman a un reconocido psicoanalista, que es interpretado por el mismísimo Moretti. El relato de Habemus Papa esta caracterizado por un humor ácido y provocador hacía el imperio eclesiástico, acerca de sus decisiones y costumbres como el quiebre que provoca que el elegido no este preparado para asumir el lugar que le fue otorgado. Será muy entretenido como Moretti propone el contraste entre su personaje y el de los cardenales o en el plano ideológico con la doctrina darwiniana y la religiosa; todo esto irá sucediendo ya que todos deberán quedarse encerrados hasta que se devele el secreto y se produzca la asunción del pontífice. El film transcurre en dos tramos paralelos, mientras el Papa se fuga y escapa de sus responsabilidades, los cardenales y el psicoanalista tratarán de pasar el tiempo con juegos y discusiones existenciales hasta que supuestamente el Papa se decida a salir de su habitación, ya que fueron engañados y no saben que éste ha huido. Es muy interesante como Moretti construye el hilo narrativo en tanto a estas dos situaciones y como va cimentando el espectro de cada uno de sus personajes, que siempre manteniendo el tono irónico hace que la narración sea muy llevadera, teniendo mucho que ver la excelente estructura propuesta por el guión. Otro punto saliente del film es la gran actuación de Piccoli, el actor de 85 años demuestra que sigue intacto (ya lo había hecho año atrás en la magistral Belle Toujours de Manoel de Oliveira) reflejando tanto la locura, la presión y los deseos que expresa el hombre por sobre el Papa, sus gestos y movimientos relucen en una caracterización destacada para representar a un personaje complejo. Atrás no se queda Moretti, quién demuestra que a parte de ser un gran realizador es un gran actor cómico y el papel que le toca, el del excéntrico profesor, lo representa de gran manera. Habemus Papa es una nueva gran obra de Moretti que mantiene la intensidad a largo de todo el film y expone una sugestiva ironía del poder, dejando una compleja polémica para pensar en la hegemonía del Vaticano y las diferentes ramas del pensamiento eclesiástico.
Cuando la comedia se toma en serio Muchas de las comedias que se realizan en Argentina suelen ser intrascendentes, repetitivas y estéticamente televisivas, pero con el estreno de Mi Primera Boda de Ariel Winograd se puede decir que respecto a esto se produce un alentador giro que hace que el género se tome de otra manera y tenga fines mucho más artísticos. Para realizar una buena comedia el asunto no esta en buscar argumentos rebuscados ni enredarse con lo que es el tiempo y la imagen del film, sino (como es el caso de la película en cuestión) basta con una historia simple como puede ser un casamiento y su respectiva fiesta. Esto parece sencillo, pero a Adrián (Daniel Hendler) y Leonora (Natalia Oreiro) tendrán que enfrentar las situaciones más alocadas para sobrepasar el que a priori sería el momento más importante de sus vidas. Lo que sucede con Mi Primera Boda es que todo parte del gran guión de Patricio Vega, el relato cumple magistralmente con todo lo que le pide la película: tanto los tiempos narrativos, el desarrollo de los personajes principales y secundarios, los diálogos, los toques humorísticos como las escenas de tensión, cierran en todo momento y redondean una obra trascendente. El film toma al género cómico como pocos lo han hecho en el país, se puede decir que el trabajo de Winograd tiene ese deje intelectual y hasta los toques de fantasía del cine de Woody Allen y obras como Alice o Los Secretos de Harry, el espectro clásico de Billy Wilder y películas como Sabrina, la desfachatez de La Fiesta Inolvidable de Blake Edwards o un acercamiento a ese efecto moderno de 500 Días con Ella de Marc Webb, en dónde es importante el juego con la imagen y los pensamientos de los protagonistas en un marco pop/rock de los hechos. Pero Mi Primera Boda tiene un toque extra que la hace una comedia impecable: la actuación de Hendler, que como siempre esta de gran manera y se puede decir que es el antihéroe argentino por excelencia, postura que viene perfeccionando a través de los años, y ya se lo había visto en el papel del torpe e hipocondríaco, pero al fin tímidamente vencedor en films como El Fondo del Mar de Damián Szifron, Derecho de Familia de Daniel Burman, o Los Paranoicos de Gabriel Medina. Otro punto a destacar del film de Winograd son las pequeñas cosas que hacen que la película tenga una estética particular: desde los créditos iniciales con agradables ilustraciones de Liniers, pasando por la compleja selección musical mayormente compuesta de jazz, cómo la caricauturización de los prototipos de cada personaje, más que nada de los secundarios, o sea los invitados a la boda, los cuales cada uno de ellos le pondrá su esencia a la historia. Mi Primera Boda es una comedia sumamente entretenida que a su vez tiene fines completamente artísticos, que con destacadas actuaciones como la de Hendler, más la irónica e ingeniosa manera de retratar temas como la religión (bien al estilo Allen), el trabajo de Winograd resulta novedoso y auspicioso tanto para el género como para el cine nacional.
Con el sello de autor Hay muchos films que intentan ser sumamente sofisticados, con tramas rebuscadas y guiones excesivamente confusos, pero en el caso del cine de Mike Leigh estas pretensiones no tienen lugar, con películas de un aspecto mucho más simple, pero que imanan una intensa complejidad que hacen de sus obras dignas piezas de un trabajo de autor. Un Año Más, el nuevo film de realizador inglés, narra las diferentes circunstancias entorno a la vida de Tom (Jim Broadbent) y Gerri (Ruth Sheen), una matrimonio feliz que entabla diversas relaciones con personas de distintos estados de ánimo, ya sean su hijo, hermanos o amigos, los cuales se sostienen en ellos y en su buen pasaje sentimental. A simple vista esta historia podría resultar un tanto convencional, pero Leigh resalta los hilos narrativos con una estructura muy bien alineada a través de personajes complejos y escenas intachablemente construidas con diálogos sublimes que forjan a que este drama congenie perfectamente con sus toques de humor y redondear un guión destacado. Un Año Más se divide en cuatro actos, los cuales serán las estaciones del año, desde la cálida primavera hasta el estrepitoso invierno, que mucho de esto tendrá que ver con la psiquis de determinados personajes como Mary (Lesley Manville), la amiga de Gerri. Leigh maneja tan bien los climas y el tiempo narrativo que hace de las diversas situaciones un deleite cinematográfico. Pero si hay algo que se destaca en el film son las actuaciones, desde los interpretes principales como Broadbent, Sheen y Manville que están impecables, hasta los que tienen pequeñas participaciones como Imelda Staunton, quién ya había trabajado con el realizador en El Secreto de Vera Drake. En todos estos resultados tiene mucho que ver el trabajo de Leigh que es un gran director de actores y un maestro de la puesta en escena, quién desarrolla un film muy teatral, con pocos escenarios, largas escenas de extensos y ricos diálogos donde predomina la explotación interpretativa, que sumado a la virtuosidad de la realización cinematográfica en cada plano, la obra mantiene un ritmo constante y llevadero. Para concluir, Un Año Más es una obra muy destacada que demuestra que Leigh es uno de los mejores directores del cine inglés y que sabe como pocos retratar las distintas relaciones humanas como ya lo había hecho en La Vida Trae Suerte y Secretos Mentiras; y por sobre todas las cosas, con esta nueva película sigue manteniendo una autoría propia que es la que hace que su trabajo posea la trascendencia que tiene.