Matar o Morir puede ser entretenida, pero solo para pasar un rato lejos de la realidad. Hay películas que han servido para acomodar actores y actrices en géneros determinados. Jennifer Garner es el claro ejemplo de este paradigma, la mayoría del público logró descubrirla luego de su participación estelar en Como si tuviera 30 (2004), una película que se repitió hasta el hartazgo por los canales de cable y aire, pero que sirvió para descubrir un gran talento. Pero un año atrás, Garner tuvo un papel bastante importante en la adaptación cinematográfica de Daredevil (2003), cuando le tocó interpretar a Elektra Natchios, un personaje con una relevancia sustancial en todo lo que se refiere a Marvel y que si bien esa cinta no fue un éxito ni nada parecido, Elektra se ganó su film en solitario en 2005. Ahí a Jennifer sí que le fue mal, ya que la peli tanto para fanáticos como para la crítica, fue un fiasco rotundo. Ahora, Jennifer Garner busca tener revancha en las pelis de acción y es por eso que protagoniza Matar o Morir (Peppermint). Riley North (Garner) era una madre de familia de lo más convencional, hasta que un cártel mexicano le arrebató a su familia de una de las peores y más traumáticas formas. Años más tarde y luego de un arduo entrenamiento cuasi militar, Riley está preparada para ejercer justicia por mano propia y por fin vengarse de quienes se llevaron a sus seres amados. Ella contra el mundo deberá luchar contra la corrupción del sistema de justicia, las fuerzas policiales y el mismo cártel en la búsqueda de venganza. Siempre está bueno que los estereotipos se rompan. Todos. Si algo dejó en claro una película como Atomic Blonde (2017), es que una mujer se puede hacer cargo tranquilamente de una peli de acción sola y no tiene nada que envidiarle a las historias de machotes que disparan antes de preguntar que tanto se consumen. Matar o Morir, tiende a ir para ese lugar pero se olvida de algo tan sustancial y clave, como lo es el desarrollo de una historia, con un guion creíble y personajes secundarios que aporten elementos a la trama. La peli gira en torno a Riley North y los escritores bien lo hacen notar, porque es lo mejor que tiene la película y en sí su construcción no es del todo buena. Pero todo lo demás deja mucho que desear. Los personajes secundarios no logran engranar en el relato y cuando les toca participar se sienten forzados. Hay giros en cuanto a lo argumental que pierden efecto en su re-utilización y otros que ya de por si, son ridículos. Cuesta creer que el director Pierre Morel, no haya sabido como narrar una historia del tipo que mejor les sienta. Entre sus tantos títulos de acción, se destaca Búsqueda Implacable (2008) y si algo bueno que tiene la saga de Liam Neeson es que dentro de todo, se maneja dentro de un campo verídico bastante convincente. Acá, pasa todo lo contrario en todas las situaciones. Desde la rapidez en aprender tácticas militares, como accionar armamento y una gran habilidad para aguantar disparos a quema ropa, cada escena se desacredita cada vez más rápido. Por suerte para Jennifer Garner y teniendo en cuenta la falta de desarrollo de su personaje, ella es lo mejor de la película. Con un trabajo físico tremendo y una capacidad para realizar coreografías de peleas, la peli toma un poco de fuerza cada vez que ella se encarga de patearle el culo a los malosos de turno. El resto del elenco pasa desapercibido y eso que tiene un cast bastante completo con actores como John Gallagher JR o John Ortiz, pero que no pueden desplegar lo mejor de ellos por una estructura que no puede sostener nada. Matar o Morir puede ser entretenida, pero solo para pasar un rato lejos de la realidad. Si la apuesta de sus productores es la de generar una saga o franquicia, luego de un final súper abierto, como ítem principal deberán corregir el desarrollo de sus personajes y las situaciones con la que se encuentran, sino terminara siendo una idea muy prometedora que termino pasando sin pena ni gloria por los cines.
Hell Fest no pasará a la historia como el slasher que revolucionó el género ni mucho menos, pero sí es una película que se deja ver de gran manera y deja abierta la puerta para una posible nueva franquicia. No hay dudas de que el morbo siempre funciona. En la vida cotidinana, como en una sala de cine. Y es por eso mismo, por el morbo, que las películas que muestran la muerte como un juego, tienen tanto éxito a la hora de vender entradas Si se ponen a investigar por ahí, la mayoría de las grandes sagas slashers tienen numerosas secuelas y el camino de la franquicia suele ser bastante similar a todas. Por ejemplo, teniendo en cuenta el reciente estreno de Halloween (2018), la franquicia creada por John Carpenter tiene un total de 11 entregas, contando secuelas, remakes y reboots. ¿La calidad? Se podría decir que solo dos de esas 11 son buenas, la original de 1978 y la última, que todavía sigue en cines. Pero algo que las hizo perdurar en el tiempo, fue el de querer renovar e inventar entrega a entrega, nuevas matanzas, desmembramientos y personajes que no merecen morir, pero aún así, queremos que así terminen. Eso es el slasher, o suele serlo. Un asesino misterioso, un grupo de jóvenes que no parecen tener ninguna obligación y adultos que… brillan por su ausencia y relevancia. Siguiendo estos parámetros llega Hell Fest: Juegos Diabólicos un slasher clásico que tiene como escenario principal un parque de diversiones de terror que solo abre en la noche de Halloween. A esta noche de miedo y terror asistirá nuestra protagonista Natalie (Amy Forsyth), una joven estudiante que no le da mucha importancia a las fiestas, pero que en esta oportunidad se verá obligada a asistir luego de que su mejor amiga Brooke (Reign Edwards), le consiga pases VIP para la famosa fiesta. Junto a ellas irán Taylor (Bex Taylor-Klaus), Quinn (Christian James), Asher (Matt Mercurio) y Gavin (Roby Attal). También, asistirá una extraña persona que se dedicará a hacerle la noche imposible a los protagonistas, cuando se dedique a querer eliminar a nuestros protagonistas uno a uno. ¿Podrán sobrevivir a esta noche de terror? Dirigida por Gregory Plotkin (Paranormal Activity: The Ghost Dimension, 2015) esta peli tiene varios aspectos positivos y otros que sería mejor no mencionar, pero ahí vamos. Empezando por lo malo, la película tiene un ritmo tan lento que no se termina de generar el ambiente necesario para el susto. El film juega todo el tiempo con la acción pasiva del asesino de turno, que llamaremos “el enmascarado”. Siempre se sabe donde está, sus intenciones e incluso a quien quiere matar en cada momento, pero se la pasa gran parte de la película sin hacer nada. Da la sensación que el enmascarado, juega al mismo juego de la desesperación que Mike Myers, pero este nuevo personaje es muy poco efectivo. De hecho, tal es el homenaje que la máscara que utiliza el personaje, es casi una del mismo The Shape, pero derretida. La calidad de las muertes son malas, no son para nada elaboradas y no hay sorpresa. Viendo lo positivo, el escenario seleccionado sí convence. Incluso dan más ganas de ver y recorrer ese parque temático, que ver como nuestros protagonistas tratan de escapar de este misterioso serial killer. También la construcción de los personajes están en el punto de desarrollo para este tipo de películas. Ya con su primer aparición en cámara se los pueden diferenciar fácilmente e incluso sentir empatía con alguno de ellos. Los actores son todos desconocidos, salvo por algunos papeles secundarios en otras películas o series, no son de tener un gran pasado actoral. Esto termina repercutiendo de manera positiva y amigable, por decirlo de alguna manera.
La gran combinación estética de una película bélica de primer nivel con un grado de gore típico del mejor cine clase B, hacen de esta película una sorpresa totalmente efectiva que sorprende sin lugar a dudas. Ver Overlord con un buen sonido y una imagen panorámica es totalmente necesario. Zombies, nazis, balas para todos y un guion que lo sostiene, son las bases en donde se mantiene esta gran película que tiene un gran toque para renovar una historia que ya conocemos. No caben dudas de que la Segunda Guerra Mundial, fue uno de los hitos más importantes e influyentes en la historia de la humanidad. Tal es su magnitud que es de las historias que más veces ha sido llevada a la pantalla grande. Por supuesto que dentro de ese gran suceso, han habido grandes obras que difieren de género y foco. Hay ejemplos para todos los gustos. Si uno busca un drama que no tenga tanta trama bélica se puede ver la magnífica película de Roberto Benigni La vita è bella (1997), si se quiere un poco de violencia desmedida y algunas situaciones surrealistas, imposible obviar la obra maestra de un loco lindo como Quentin Tarantino y su Inglourious Basterds (2009) que será un clásico hasta el fin de los tiempos y, mucho más cercano en el tiempo, y desde un punto de vista mucho más belicoso al extremo, la última película de Christopher Nolan, Dunkirk (2017). Pese a todas las versiones que se han visto, la WWII y la caída de Adolf Hitler con los nazis será algo que seguirá provocando películas, series, libros y todo tipo de adaptación consumible para el público. Teniendo en cuenta este panorama, una nueva rama de esta famosa historia desembarca en las pantallas de todo el mundo bajo el nombre de Operación Overlord (Overlord), una película que relata la misión suicida de un pelotón de soldados de parte de los Aliados, que buscan derribar una torre de control que impedía las comunicaciones de la parte de Francia que estaba ocupada por Hitler y el resto de sus tropas. Si prestaron atención, esta es la historia de la famosa “Batalla de Normandía”, pero como diría Homero Simpson, “aún hay más”. Esta tropa de soldados aterrizará de forma accidental en su punto de encuentro pero se ve disminuida en cuento a números luego de un accidente aéreo y apenas cuatro soldados podrán continuar con su misión. Boyce (Jovan Edepo), Ford (Wyatt Rusell) Tibbet (John Magaro) y Chase (Iain De Caestecker), deberán no solo lidiar con la difícil tarea que se les fue encomendada, sino también enfrentarse a un extraño ejercito experimental que están haciendo los Nazis, justo bajo la misma torre que ellos deben destruir. Teniendo en cuenta la reiterada cantidad de películas que tratan la Segunda Guerra, lo primero que hay que decir es que Operación Overlord le da un toque fresco a la historia. Y no es un detalle menor, ya que después de todo, el final de todo este cuento, ya se conoce. El director, Julius Avary, se encarga de darle una vuelta de tuerca que nadie podía esperarse, incluyendo características del cine ochentoso más gore que se se puedan imaginar. Explosiones, sangre esparcida y derramada por todos lados, deformaciones genéticas y peleas entre sujetos hormonalmente súper desarrollados son algunos de los elementos que Avary agrega al típico relato bélico convencional de este tipo de historias, que de igual manera también logra desarrollar de una manera excelente. Claro que en cuanto a esos efectos, la productora no puede dejarse de mencionar, ya que Bad Robot y el mismo J. J. Abrams aprobaron personalmente el proyecto. La peli cuenta con un guion que si bien cae en los típicos lugares comunes de todas los filmes de guerra, aprovecha esos baches para poder reinventarse constantemente escapando de esas situaciones argumentales con muchos toques originales que quedan muy bien. También hay movimientos de cámara, planos secuencia y tomas que hacen de esta una gran película en todos los casilleros. La fotografía no puede dejar de maravillar con su simpleza y con su significación al mismo tiempo. Las actuaciones van de la mano con todo el resto de la cinta, sin tener actores de gran renombre, se genera la empatía necesaria para poder relacionarse con cada uno de ellos. Los más destacados quizás sean Jovan Adepo junto con Pilou Asbæk, el antagonista principal de peli, que tranquilamente podría pasar por un general nazi verdadero. Lo mejor que tienen los personajes es su estructura. Están todos bien construidos, hasta los personajes secundarios y hasta lo de tercer orden. Se pueden ver sus diferencias y al mismo tiempo algo que los asemeja, sin necesidad de palabras o diálogos tediosos donde cuentan las historias de sus vidas. Con una simple mirada o acción, logran demostrar toda la esencia de sus papeles.
Lejos de ser una película perfecta, sabe bien lo que quiere y así lo plasma en la pantalla. Grandes actuaciones y un guion rebuscado y pretencioso, pero que termina resultando de gran manera, logran una película de disfrute total a lo largo de toda su duración. Paul Feig se ha convertido en un especialista en comedias protagonizadas por mujeres. En su filmografía hay títulos como La boda de mi mejor amiga (2011), Espías (2015) o la nueva versión de Cazafantasmas (2016), siendo además el creador de la excelente serie Freaks and Geeks. Feig se ha dedicado a este género casi que desde el comienzo de su carrera, pero ahora ha decidido probar con el thriller en Un pequeño favor (A Simple Favor). Esta película se encarga de unir a dos madres que, a primera vista, nada tiene que ver una con la otra, pero a que a fin de cuentas habrá cosas que las emparejen de formas totalmente inesperadas. Una de ellas es Stephanie (Anna Kendrick) una mamá bloggera, que siempre esta detrás de su hijo y es la factótum del grupo de padres de su escuela, acaparando toda la atención de los maestros y de las otras madres y padres. Por el otro lado, está Emiliy (Blake Lively), una mujer llena de poder y sofisticación, pero que a la hora de la crianza de su hijo, es mucho más liberal y menos sobreprotectora que su par. Esta pareja dispareja de madres, terminarán forjando una amistad a base de alcohol y contención, pero detrás de todo eso, un oscuro pasado las atormentara, desembocando en la desaparición sorpresiva de la rubia. Es ahí donde Stephanie deberá hacer lo imposible para recuperar a su amiga, mientras que se ocupa de la crianza de su hijo y ayuda a que la familia de Emily, no se desmorone. La película es una gran mezcla de emociones, géneros cinematográficos y una muestra de la sofisticación en su mayor expresión. Si bien está considerada como una comedia, se viven géneros como el thriller psicológico y el suspenso, todo envuelto bajo una gran esfera de comedia que engloba a la cinta, para que no quede demasiado dramático todo el asunto, incluso a veces demasiado, pero sus actrices lo hacen aceptable. La gran puesta en escena que tiene la película esta cargada de sofisticación, dan muchas ganas de quedarse mirando cada escena con lujo de detalles, porque cada toma y plano esta puntillosamente diseñada para que se note a rajatabla la elegancia. La música es otro gran aspecto del film, que va de la mano con todo lo anterior y es un gran condimento, necesario, para sostener un guion pretencioso desde el minuto uno. El montaje es otro aspecto a destacar, porque desde la escena de presentación de la película, Feig demuestra que va a apostar fuerte por levantar su propia vara. La trama en sí no parece nada complicada, pero tiende a engolosinarse con los plot twist, y estos cambios de sentido se hacen tan recurrentes que por momentos empalaga un poco y todo el buen ritmo que la historia va teniendo afloja un poco. Sin tener en cuenta que en el climax del filme, el sentido final de la peli se pierde y se diluye por completo. Las actuaciones logran ser lo mejor de la película. La química entre las protagonistas es tal, que desde el primer momento que cruzan mirada se despierta una sensación de camaradería impresionante. Blake se encarga de darle el toque “oscuro” a la peli, el tono del misterio y la que se encarga de transmitir esa sensación de que algo malo va a suceder en cualquier momento y que toda su delicadeza es un disfraz que oculta algo tumultuoso. Kendrick hace casi todo lo opuesto, hasta su desenlace. Ella, con un personaje mucho más extrovertido, alegre y hasta ridículamente ajeno a la vida diaria “normal”, le da la simpatía y carisma que toda película necesita. Ambas actrices logran sostener sus interpretaciones, apoyándose en la otra. Sería muy injusto evaluarlas individualmente, cuando la dinámica de la peli hace que sus personajes, terminen complementándose para hacer un solo gran personaje. El resto del elenco está a la altura, pese a no tener ninguna otra cara demasiado importante, el filme regala muy buenos momentos de risas y distensión a toda la trama más pesada. Un pequeño favor, lejos de ser una película perfecta, sabe bien lo que quiere y así lo plasma en la pantalla. Grandes actuaciones y un guion rebuscado y pretencioso, pero que termina resultando de gran manera, logran una película de disfrute total a lo largo de toda su duración. Sin dudas que vale la pena verla en la gran pantalla y más aún con un traje y vestidos acorde a la obra, porque si de algo hay que estar seguros, es que esta una película increíblemente delicada, fina y divertida.
Buenas actuaciones y una mejor dirección hacen despejar todas las dudas que a priori pueden surgir. Esta opera prima del director alemán, demuestra que todavía hay ideas nuevas por explorar y explotar. El director alemán Fritz Böhm hace su debut en largometrajes llevando a las pantallas de todo el mundo: Criaturas Nocturnas (Wildling), una película de terror y suspenso que cuenta la historia de Anna (Bel Powley), una niña criada en cautiverio y alejada de todo ámbito social bajo la leyenda inculcada por su propio padre (Brad Dourif), de que una mitológica bestia la mataría. Una serie de sucesos inesperados harán que Anna vea la verdadera luz de la sociedad por primera vez, todo bajo el asilo y la ayuda de Ellen Cooper (Liv Tyler), la sheriff del pueblo en donde transcurre la historia. Ellen deberá hacer todo lo posible para lograr que Anna pueda involucrarse en una comunidad estable, mientras que la jovencita se enfrentara a la leyenda con la que creció toda su vida, en maneras que no esperaba hacerlo. Siempre hay sorpresas cuando hay películas que intentan combinar géneros como este caso. Algunas, la mayoría, resultan ser bastante malas y olvidables, y otras, como en esta ocasión, resultan ser bastantes atrayentes para los amantes de ambos géneros, que andan con ganas de ver cosas nuevas. Criaturas Nocturnas es el perfecto ejemplo en donde una narración concisa y sin dar vueltas argumentales demasiado rebuscadas, cumple con su propósito principal. Hay un misterio que se va resolviendo mientras corre la película, desarrollada con una naturalidad muy pocas veces vista en el último tiempo. Suele haber un apuro desde el guion, de despejar dudas, resolver asuntos, y no tomarse los tiempos necesarios para el desarrollo de una problemática, situaciones fundamentales e incluso de personajes. Esa paciencia, le da un toque distintivo y maduro al filme, que los pone por sobre otras superproducciones que no les interesa el desarrollo en lo más mínimo. Hay solo una cuestión que hace un poco de ruido. A la hora de la “transferencia” entre la persona que nunca se relacionó con el mundo exterior y la que al final termina siendo, ahí los tiempos se ven realmente acelerados y muchas veces con elipsis que hacen dudar al espectador, sobre todo por la rapidez con la que cambia la situación de Anna. La fotografía, el montaje y relato, construyen un ambiente de suspenso y misterio que realmente resulta envolvente. Desde el primer momento de la película se explica una situación en la que todo parece un relato absurdo y poco creíble, lo buena mano del director no solo hace que las dudas iniciales se desvanezcan, sino también, que se disfrute de una nueva historia en los cines. Ya bien conocida es la capacidad actoral de Liv Tyler, una actriz que de a poco va pudiendo despegarse del mote de “La hija del cantante de Aerosmith”. Por nombrar algunos casos en particular, Tyler participó en la trilogía de El Señor de los Anillos (2001-2003) y tuvo un papel, no menor, en el MCU al interpretar a Betty Ross, la enamorada de Bruce Banner/Hulk. En esta producción, es sin dudas la actriz que funciona para primero que nada, vender la peli en un mercado más amplio pero lejos esta de ser la protagonista principal. Si bien en su papel está muy bien, sin altibajos en su labor y otorgando un papel más que convincente, la gran beneficiada por esta película es sin dudas Bel Powley. La joven actriz brinda una actuación descomunal y se banca que la peli deba centrarse en ella y cumple con creces. El papel que le tocó a Powley no era nada fácil, sobre todo desde el convencimiento para con el público y la verdad es que brilla desde el primer momento que aparece en escena. Realmente el solo hecho de que ella esta en la película, hace que ésta valga la pena verse. Lo que si, al solo ser ellas dos las que tienen un papel importante dentro del filme, el resto del elenco carece de importancia y por momentos hasta que pueden pasar desapercibidos algunos personajes que son presentados en un principio con una importancia relativamente mayor. Criaturas Nocturnas termina siendo una película totalmente disfrutable. Buenas actuaciones y una mejor dirección hacen despejar todas las dudas que a priori pueden surgir. Esta opera prima del director alemán, demuestra que todavía hay ideas nuevas por explorar y explotar.
Una mala historia junto con un flojo guion hacen de esta secuela algo olvidable. En 2015 llegó la primera película basada en la obra de R.L. Stine contando todo desde un punto de vista con muy poco terror, pero si con una buena mezcla de humor y aventura, lo necesario para que la peli no chocara estrepitosamente con sus fallas en guion y demás. En esa primera entrega, la trama desarrollaba que los libros originales escritos por el mismísimo Stine, interpretado aquí por Jack Black (Tenacious D), cobraban vida y todos sus monstruos aterrorizaban a la población de Madison, un pequeño pueblo a las afueras de Nueva York. Gracias a la ayuda de un grupo de adolescentes, los monstruos encabezados por el terrorífico muñeco Slappy se vieron derrotados y todo parecía volver a la normalidad. Todo parecía haber terminado ahí con este intento de reboot de estas historias, pero… Hollywood lo hizo de nuevo y llega Escalofríos 2: La noche Embrujada (Goosebumps 2: Haunted Halloween). En esta oportunidad, el único libro de Stine que no fue incinerado fue uno al que tenía como protagonista al ya mencionado Slappy en el que él conquistaba el mundo y dicha conquista comenzaba en Halloween. Esta vez, otro grupo de jovencitos deberán emprender una batalla sin igual contra la maldad plástica de Slappy e intentar volver a salvar a la humanidad de las peores pesadillas que se puedan imaginar. Partiendo de la base de que esta secuela no es para nada necesaria, hay varios aspectos que se pueden analizar en ella. En una primera instancia, si hay algo que la primera logró hacer era entretener por su dinámica ágil y su historia simplona pero fácil de seguir e involucrarse. Escalofríos 2, logra tirar todo eso a la basura y parece olvidarse fácilmente de todo lo bien que pudo hacer en la entrega anterior. Un guion absurdo lleno de fallas por todos lados, una historia para nada buena y actuaciones que dejan mucho que desear son los tres ítems que hacen de esta, una muy mala película. El director en esta oportunidad, Ari Sandel, no solo termina de dejar en claro que ningún susto real saldrá de la pantalla, sino que también logró que tomo el humor que transmitía la peli original, se esfumara como si nada. Si una película que juega a dos puntas, intentando combinar de la mejor manera humor y terror no logra ninguna de las dos, hay algunos problemas en puerta. Al margen de estos problemas, también hay una reutilización de las mejores escenas de la primer película que si fueron efectivas. Casi como un refrito de lo mas ordinario, se observan situaciones de una semejanza llamativa pero cambiando los protagonistas. Es imposible no poder comparar a esta segunda entrega con la original, sobre todo porque casi que no le da importancia a lo ocurrido en la primer película. Uno de los errores más grande de todos, es la sobre utilización del mismo antagonista, pobre Slappy, llega un momento en el que ya no solo no da miedo, sino que da pena. Otra cosa que podría aprovecharse mejor es la calidad de los efectos, ¿por qué utilizar tanto CGI (de mala calidad) cuando se pueden usar efectos prácticos? No esta mal de vez en cuando olvidarse de la pantalla verde y crear situaciones un poco más originales, como lo hacía la serie original por ejemplo. Las actuaciones en la peli, tienen varios problemas a la hora de encarar esta historia. Primero que nada, hay que resaltar que del elenco original, solo vuelve un solo actor, Jack Black. El resto de los personajes, pareciera que nunca hubiesen existido y esta franquicia empieza a apoderarse del rotulo de “antología”, algo que debe manejarse con sumo cuidado y más, sobre todo, cuando los personajes varían tanto en la calidad de las películas. Esta segunda no solo no tiene ningún actor conocido, sino que además dejan muchísimo que desear a nivel individual. El único otro actor que comparte el termino “conocido” junto con Black es Keon Jeong (Leslie Chow en la trilogía de ¿Qué pasó ayer?) pero tiene un papel de tercer orden y bastante flojo. El resto de los protagonistas: Madison Iseman y Wendy McLendon-Covey no solo no pueden lidiar con el pésimo guion que inevitablemente las atrae hacía la mediocridad, sino que también es la perfecta comparación de alguien que quiere y no puede destacar (Iseman) y alguien que pareciera no importarle que puede llegar a pasar (McLendon-Covey). El resto del elenco, que tampoco no es tan numeroso, deambula durante los 90 minutos del film y prácticamente no hacen nada. Eso también va para Jack Black, que ya puede unirse al club de Meryl Streep y Jeff Goldblum, como los actores que menor participación argumental y mayor tiempo en publicidad han tenido en el año, lo peor de todo, es que esos pequeños lapsos en donde participa Black, es de lo mejor de la peli. Escalofríos 2 no solo no es igual de entretenida que su predecesora sino que arruina la primera impresión de la original. Una mala historia junto con un flojo guion hacen de esta secuela algo olvidable y lo peor de todo es que la franquicia tiene todos los números comprados para hacer una trilogía. Para lograrlo, deberán esmerarse un poco más y darle un rumbo prolijo a lo que quieren.
Christopher Robin: Un reencuentro inolvidable, no solo sorprende por la efectiva transmisión de ternura, sofisticación y sentimentalismo, sino también por el mensaje que impone y la gran eficacia que tiene al lograrlo. En algún momento de nuestra infancia, todos hemos visto alguna vez a Winnie Pooh y a su banda amiga de animalitos tan particulares como amigables. Tigger, Eeyore y Piglet pueden ser los más conocidos, pero siempre hubo un personaje que tenía una participación más que especial: Christopher Robin. Un chico que vivía en la campiña inglesa y pasaba sus días jugando en el Bosque de los Cien Acres con Pooh y sus compinches, derrotando Elefantes y Wratas, teniendo todo tipo de expediciones y aventuras. Se sabe que el personaje de Christopher fue inspirado totalmente en el hijo del creador de estas historias Alan Alexander Milne, de hecho se llaman de la misma manera. Pero en la vida de esta familia de literarios no todo era color de rosas y un poco de eso ya se ha podido ver en una película de 2017 bajo en nombre de Hasta Pronto Christopher Robin (Goodbye Christopher Robin), un filme que mostraba por todo lo que tuvo que pasar el joven Christopher hasta llegar a su adultez, lidiando en el medio con la “fama” de ser el niño de los cuentos de su padre. Ahora en la actualidad, Christopher Robin: Un reencuentro inolvidable (Christopher Robin, 2018), llega para contar una historia que nada tiene que ver con aquella del año pasado, sino que podría ser tranquilamente una secuela de la película animada de 1997, La Gran Aventura de Winnie Pooh. En esta oportunidad, el director alemán Marc Forster (Guerra Mundial Z, 2013) se hace cargo de relatar la última visita de Christopher (Ewan McGregor) a Pooh siendo apenas un niño y como ese jovencito lleno de alegría y vitalidad, creció y se transformó en el adulto que nunca hubiese deseado ser. Christopher, quien ahora está casado con Evelyn (Hayley Atwell) y juntos tienen una hija llamada Madeleine (Bronte Carmichael), vive agobiado por el trabajo y no se permite poder disfrutar de la familia que formó. Esto le traerá problemas familiares y ahí es donde el reencuentro más esperado, de Pooh y Christopher, tendrá lugar. El osito más adorable de todo Inglaterra intentará por todos sus medios, devolverle esa alegría perdida al niño que supo conocer. Chritopher Robin, dista mucho de la primera impresión que se pueden tener al solo ver el póster o ver que se viene una película live-action de Winnie Pooh. Esta peli está cargada de dramatismo desde el momento inicial, con un mensaje claro y conciso que sirve perfectamente para aplicar en estos tiempos de euforia desenfrenada. Hay veces que hay que parar y observar el panorama en el que uno esta, para poder hacer un breve balance de las cosas, y esto es lo que ofrece el director. Así de simple como parece, pero complejo a la hora de realizarse, el mensaje es transmitido de la mejor manera y teniendo en cuenta el campo de veracidad que se contempla, resulta siendo completamente efectivo. Claro que no solo con buenas intenciones se logran este tipo de relación espectador-mensaje, acá la mano del director junto con los guionistas tuvieron muchísimo que ver, desarrollando una estructura que no se detiene en niñerías y va directo al hueso. Lo que sí, la historia puede verse previsible desde el comienzo, cosa que juega en contra. Los personajes, en mayor o menos medida, son conocidos por todos y no hace falta una larga introducción sobre ellos, sus personalidades y demás. A demás eso le quitaría importancia a la relación que intenta explotar la peli. La realización de los personajes animados es realmente algo de primer nivel y pocas veces se ha podido ver que estos efectos de CGI, parezcan que realmente son animales vivos haciendo travesuras por todos lados. La suavidad, la ternura, hasta ser esponjosos, son características que logran ser reflejadas de la mejor manera y, si bien se da desde el minuto inicial, no deja de sorprender durante toda la película. Algo que le puede jugar en contra, es el ritmo que tiene la película, en el desarrollo suele recurrir a algunos recursos en donde el relato se torna un poco pesado, por suerte sin llegar en ningún momento al aburrimiento, pero si que cuesta un poco más que el inicio y el final. En el caso de evaluar a los actores hay que tener en cuenta, no solo su estricta participación, sino también la interacción con los personajes animados. Esa interacción es de las mejores que se han visto a la hora de combinar animación y humanos, y es realmente asombrosa la naturalidad con la que se muestra. No se puede poner en discusión la trayectoria de actores como Ewan McGregor (Trainspotting, Star Wars) o Hayley Atwell (Peggy Carter en el MCU), ellos cumplen con las expectativas, pero la revelación es de las más pequeña del cast: Bronte Carmichael, una joven que tiene en esta su primera gran participación en una película, luego de tener un pequeño papel en la oscarizada Las Horas mas Oscuras (2017). Christopher Robin: Un reencuentro inolvidable, no solo sorprende por la efectiva transmisión de ternura, sofisticación y sentimentalismo, sino también por el mensaje que impone y la gran eficacia que tiene al lograrlo. Entre tanta película que fomenta la vertiginosidad en nuestros días cotidiano, quizás lo que necesitamos a veces es sentarnos a hablar con un pequeño oso parlanchín que adora la miel, de no tenerlo, no hay ni que dudar de ir a corriendo al cine a ver esta hermosa y conmovedora historia de amistad.
El entretenimiento está garantizado en Johnny English 3.0, risas para chicos y grandes y una gran sátira de las películas de James Bond, Misión Imposible y demás, salvo por las grandes coreografías de acción, grandes actuaciones y algún tipo de sentido, ahí la trilogía se quedó en el debe y si los productores tienen sentido común, deberán retirar de una vez por todas al agente English. Si hay un lugar en el mundo en donde el humor es bastante singular y particular, ese es el Reino Unido. Muchas de sus más conocidas comedias han sabido tener lugar en nuestras pantallas, así fue que se conocieron las “aventuras” de Benny Hill, la comedia británica por excelencia. Luego del furor que esta produjo, la puerta quedó abierta para que otras producciones similares vinieran para estas latitudes y ahí es cuando debutó en el país Mr. Bean (1990-1995), una sitcom inglesa que mostraba la vida solitaria y desafortunada de Mr. Bean interpretado por Rowan Atkinson, un actor que es reconocido en todo el mundo por su gracioso papel. Cuando la serie fue cancelada, la gente pedía a gritos una continuación y sus fans lograron su cometido y consiguieron que su querido personaje volviera en dos películas. Una en 1997, en la que Bean viaja a los Estados Unidos y otra en 2007, en la que junto con su osito, recorrieron varias ciudades europeas. La primera fue un excito comercial y sirvió todavía más para poder exportar el producto, pero la segunda no gozó de la misma suerte ni siquiera en las islas británicas. En el medio de estas dos producciones, apareció un personaje interpretado por el mismo Atkinson que sorprendió a la mayoría porque se lo podía ver en un rol un poco, un poco, más maduro y serio que el anterior cuando en 2003 se estrenó Johnny English. Una parodia a las películas de James Bond, en la que Atkinson es el protagonista y combinaba sus dotes humorísticos con una sátira muy bien lograda de las películas de espías. A la peli le fue muy bien, porque era la perfecta convergencia entre los dos géneros que mas excito tienen en las islas europeas, el clásico humor británico y los espías. La película logró tener su secuela por el 2011, pero no logró causar el mismo impacto que la anterior, quizás por el largo lapso de tiempo que se tomó para la continuación de la saga o simplemente porque la historia no daba para transformarse en franquicia, el uso reiterativo de los mismos chistes y un guión que no sorprendía en lo más mínimo, derribó por completo las expectativas del protagonista y una tercera parte se puso en suspenso indefinido. Ahora, gozando de la moda de los reboots, remakes, revivals y demás la tercera parte de Johnny English llega a la gran pantalla, bajo el nombre de Johnny English 3.0 (Johnny English Strikes Back). En esta entrega final, English (Rowan Atkinson) se encuentra retirado del MI7, el servicio de inteligencia británico, y dedica sus días a ser un simple profesor de escuela. Mientras tanto, un hacker ataca a la ciudad de Londres y el MI7 a cargo de La Primer Ministro (Emma Thompson), se vio afectado por el mismo ladrón cibernético y sacó a la luz los diferentes agentes de dicha organización gubernamental. Bajo la amenaza constante de este hacker, el MI7 no tendrá más alternativas que acudir a English, para salvar al mundo una última vez. Claro está que en este tipo de películas no vale la pena buscar la profundidad en personajes, metáforas o mucho menos guiones inteligentes, sin embargo, lo que logra sin lugar a dudas es la del puro entretenimiento familiar. Las chistes abundan, el humor físico es predominante y la ironía con la que se pueden trazar paralelismos a las diferentes películas de espías es algo que no se puede obviar. Lamentablemente para Johnny English, el humor ha ido cambiando y las risas que despertaba Atkinson en las primeras dos entregas, ahora no se dan tanto. Inevitablemente el actor es alguien que puede hacer reír, pero pocas veces por lo que dice o hace, sino por su expresión facial tan particular. El guion, es de lo más básico y predecible, desde un primer momento se sabe quien es el villano, cuál es su “plan maestro” y como se terminarán resolviendo las cosas, de pura casualidad. Por momentos incluso, la película no deja de ser una interminable muestra de artilugios súper tecnológicos y cada vez que la historia avanza, el recurso de sacar a la luz un nuevo aparato para facilitar la misión, queda repetitivo. Hay un solo momento en el que la risa es incontenible y tiene a Atkinson como protagonista, ¿quién sino? Ahí realmente el actor deja ver todo su potencial y simplifica la tarea del humorista. Hay momentos graciosos a cuentagotas, pero ese segmento en particular es realmente hilarante. El resto de los actores realmente no se los puede evaluar porque verdaderamente no hacen nada, la historia es tan chata que sacando un par de personajes, el relato no se vería afectado en lo más mínimo. Completando el elenco se encuentran Olga Kurylenko, Jake Lacy, Charles Dance y Ben Miller, entre otros y el único que verdaderamente logra ser un poquito más que los demás es Miller, quizás solo porque funciona como sidekick de English y se lo ve más en pantalla que al resto, pero es verdad que cuando le toca participar, cumple de gran manera.
Venom no termina de convencer como película de origen, película de superhéroes/antihéroe, ciencia ficción, acción, aventura, comedia, de nada. De la mano de Ruben Fleischer (Zombieland, 2009), el antihéroe/villano más reconocido de la casa de ideas hace su re-debut en la pantalla grande, luego del fiasco de Spider-Man 3 allá en un lejano 2007. El encargado de interpretar al protagonista será el versátil Tom Hardy (Mad Max: Fury Road, 2015), alguien que sabe lo que es ponerse el papel del chico malo en una película de superheroes, luego de ser Bane en The Dark Knight Rises (2012) de Christopher Nolan. Fleischer y Hardy como dos pilares fundamentales de este nuevo universo de villanos de Spidey, tendrán como objetivo principal no pisar en falso en su presentación, porque de ellos depende que este universo tenga futuro. Venom (2018) se encarga de contar cómo fue que el simbionte llegó al planeta Tierra y se alojó en el cuerpo de Eddie Brock (Tom Hardy), un periodista devenido a menos, que lo perdió todo cuando decidió meterse en los negocios turbios de la empresa de desarrollos científicos LIFE, una corporación cuyo presidente Carlton Drake (Riz Ahmed), es un hombre que no se anda con vueltas. Eddie se encontrará con el simbionte y no le quedará otra que convivir con la que será una relación de la más tóxica, donde nadie estará a salvo cuando Venom tenga el control total de su huésped humano. Lamentablemente para todos aquellos que pensaban que hacer una película en solitario de Venom, era una buena idea, hay que decirles que las sospechas eran las correctas y ésta no solo no es una buena película comiquera, sino que es una mala película en general. Incluso, para crear alguna clase de paralelismo, se pueden volver en el tiempo más de 15 años, cuando este tipo de películas eran denominadas como “absurdas”. Con todo lo que han avanzado este tipo de producciones en los últimos años, casi que Venom les falta el respeto a todas. El humor se nota forzado y no hace reír para nada, los efectos visuales dejan mucho que desear, siendo Sony una de las empresas que mejores recursos tienen y termina siendo inconcebible para estos tiempos que corren. La ambigüedad con la que se trata a Venom, le termina sacando fuerza a todo el potencial que tiene el personaje y la película se torna insostenible. El guión es un tropiezo tras otro, cayendo en lugares tormentosos todo el tiempo en donde los personajes resuelven cosas de manera azarosa y en ningún momento se puede desarrollar nada. El mismo, junto con la historia son mediocres, como desde hace rato no se veía algo, quizás la última película de este estilo que tiene los mismos errores es la de Suicide Squad (2016) que curiosamente, tenía la misma premisa, empezar un mini universo expandido dentro de otro, donde se desarrollaran historias protagonizadas por villanos. ¿Casualidad? El poco desarrollo de los personajes en esta película, hace que el público no pueda relacionarse en lo más mínimo con ellos, es más, tan superficial es la trama que cuando más intensidad toma, peor termina siendo. Es notable como a partir de que los caminos de Eddie y Venom se cruzan, la película empieza a decaer cuando debería ser todo lo contrario. Hablando de esta relación al mejor estilo Dr. Jekyll y Mr. Hyde, hay algo muy curioso que sucede con estos dos sujetos y es que tanto Eddie Brock y Venom funcionan por separado, lo que peor hace la película es hacer interactuar a los dos personajes de la peor manera posible, por momentos hasta parece que nadie está tomando en serio nada. Esa falta de seriedad es una constante en la peli y es una sensación que no está para nada buena. Lo mismo pasa con la acción, por muchos lapsos no pasa absolutamente nada emocionante y por otros hay persecuciones dignas de la peor película de Michael Bay. Incluso las peleas “mano a mano”, son de un nivel llamativamente bajo. Las actuaciones son un punto fundamental en este tipo de producciones y es otro de los ítems en los que se notan que este proyecto tiene todo preparado para no ser ningún tipo de éxito. Ningún actor, salvo Tom Hardy, demuestra siquiera el mínimo interés por hacer sus papeles, pareciera que no tienen ni ganas de hacer lo que están haciendo. Michelle Williams, una de las estrellas aquí, es el ejemplo perfecto. Entre que su personaje esta pésimamente desarrollado y su actuaciones es mucho menos que aceptable, no se nota ningún tipo de esfuerzo por sacar su papel adelante. En cambio, Tom Hardy que es reconocido por su intensidad a la hora de su trabajo, es el caso contrarío. Su personaje tiene los mismos fallos que los demás pero se nota otro compromiso de su parte para con el personaje, obviamente siendo el protagonista si ni siquiera tuviera eso, sería escandaloso. Una buena para Venom es que pese a todas sus limitaciones, la película pasa volando. Por lo menos el entretenimiento está garantizado, pero desgraciadamente será de las tantas películas que queden en el olvido. Venom no termina de convencer como película de origen, película de superhéroes/antihéroe, ciencia ficción, acción, aventura, comedia, de nada, y depende de un milagro taquillero para que este universo de villanos de Spider-Man tenga algún futuro.
Es una película necesaria para verla con los más chicos. La van a pasar bien y se van a reír mucho porque los personajes son queribles y amigables, pero por sobre todas las cosas, deja una gran enseñanza. A lo largo de los últimos años, los estudios han optado por cambiar decididamente el rumbo de sus películas animadas. Aunque sigan siendo estéticamente con dibujos “para chicos”, los mensajes llegan cada vez de mejor manera y Pie Pequeño (Smallfoot, 2018) llega a los cines de todo el mundo para dar otra clara muestra de que la animación es solo otra vía para transmitir un mensaje. En esta oportunidad, todo el equipo de Animación de Warner Bros. y los directores, Karey Kirkpatrick y Jason Reisig se las ingenian para transportar al aspectador hacía el gran monte Himalaya, hogar del famoso Pie Grande, Yeti, Sascuash u Hombre de las nieves, entre otros apodos del monstruo con pelaje blanco, con el fin de mostrar la historia jamás contada de este famoso personaje. Situados en la cima del Himalaya, una comunidad de Yetis vive tranquila y adaptada a su status quo y sin intenciones de cambiar su forma de vivir. Allí vive Migo, un joven Yeti que vive lo más tranquilo con su padre, hasta que un día se encuentra con una criatura extraña y mitológica para toda su comunidad. Esta criatura es un Pie Pequeño, un pequeño animal de contextura física diminuta, pelo rizado y un lenguaje que él no entiende. En definitiva, este extraño animal que puede cambiar de “piel” dependiendo del frío o el calor, es nada más y nada menos que un humano. Migo, empezará a cuestionarse la existencia de esta criatura pero al mismo tiempo deberá tener cuidado con las antiguas reglas de las Piedras Sagradas, unas normas que todos deben seguir y nadie debe cuestionar, a menos que quiera ser expulsado de la comunidad de los Yetis. Así como suena la premisa de esta película puede parecer una para lo más chicos y para pasar el rato sin ningún tipo de trasfondo importante. Pero que una primera lectura no los nuble, a medida que se desarrolla el film, su mensaje va cobrando poder. Este mensaje es el de poder pensar por uno mismo y no dejarse influir por lo que otros digan. Un mensaje bastante interesante e importante, ¿no? Estas ganas de pensar por uno mismo va de la mano con el tema de “piedras sagradas”, un aspecto que si se quiere metaforizar, puede ser considerado como algo un poco más religioso de lo que se está acostumbrado. Dejando de lado la gran metáfora y el claro mensaje que deslizan, la película tiene el gancho necesario para captar la atención de los más chicos: humor físico, chistes simples y canciones de todos los estilos. Estas combinaciones acompañan con más de hora y media de inclusión, pensamientos propios y ganas de revelarse contra la autoridad que no confía en el descubrimiento de otras maneras de pensar. La estructura de los personajes es bastante básica, los personajes humanos son clásicos y los yetis son bastante parecidos a lo logrado por Pixar en Monsters Inc (2001) claro que la leyenda de esta criatura es universal y mucho no se puede inventar, sin embargo en la gran cantidad de Yetis, se pueden notar apenas algunas diferencias entre ellos. Pero donde más se destaca la animación es en la hora de las locaciones, sobretodo en lo que se refiere a la aldea de los yeti y a la pequeña villa a los pies del Himalaya. Como un plus, el elenco de voces en su versión en inglés, cuenta con estrellas del calibre de Channing Tatum, Danny Devito, Zendaya, James Corden, Common y hasta LeBron James, quien dicho sea de paso, va calentando motores para la nueva Space Jam. Sin dudas, esta película es necesaria para verla con los más chicos. La van a pasar bien y se van a reír mucho porque los personajes son queribles y amigables, pero por sobre todas las cosas, deja una gran enseñanza. Hay que abrir la cabeza, indagar, preguntarse y Pie Pequeño, es la película perfecta para que estas dudas positivas, empiecen a gestionarse en los peques.