Una agradable comedia, con un guión inteligente y la mano del director Federico Palazzo, con gran experiencia televisiva en conducción y dirección de actores para sacarle el mejor provecho a un elenco popular y bien elegido. El argumento de Gustavo Cabaña, Diego Fried y Juan Rodríguez le escapa a las resoluciones fáciles y acomoda situaciones vistas con una vuelta de tuerca bienvenida. Es un film destinado a lo popular donde el protagonista Victorio D´Alessandro, seductor y asentado, solo encuentra paz y cura a los permanentes zumbidos en sus oídos a la profundidad del título. En realidad un síntoma de una vida que se deja llevar en relaciones ocultas, con una alumna apenas mayor en el colegio donde estudio y ahora es chef, a las fantasías no compartidas con mujeres adultas que habitaron su pasado. Gran lucimiento para Maite Lanata y Paula Morales, con Mario Pasik, Patricia Etchegoyen, Facundo Espinosa y elenco. Película que se desliza con ingenio hacia temas espinosos pero siempre con resolución tranquilizadora.
Joaquín es un hombre entrando en la crisis de los 40 que trabaja como cocinero en un colegio. Su novia, veinte años menor y alumna de ese establecimiento, desea formar un hogar con él, aunque todo se complica con la aparición de otra mujer en su vida. Todo aparece acomodarse al gusto de ese Joaquín, que cambiará su existencia cuatro metros bajo el agua de una piscina que la reciente pareja frecuenta. Con estos elementos, el director Federico Palazzo construyó una entretenida comedia romántica en la que sus protagonistas (Victorio D' Alessandro, Paula Morales y Maite Lanata) aportan entusiasmo para que el film no decaiga.
Bajo el agua Las comedias románticas son, a mi ver, una de las más difíciles del género. Porque, más allá de tener que cubrir las puntadas que son la base de cualquier construcción (creación de la historia, personajes, atmósferas, etc.) también tiene que tener la suficiente estabilidad para no ser melosa y suficiente agudeza para captar de manera amplia a la concurrencia. La construcción simbólica es útil para contar la historia del personaje principal, Joaquín, quien está en una encrucijada en su vida, estancado por miles de circunstancias que no puede (o no sabe) resolver. Y son esas cuestiones las que generan empatía a la hora de ver su historia. Con una base estilística que tiene muchos toques de “costumbrismo”, la película no pierde por ello su firmeza y efectividad en el trabajo de la idea narrativa. Suelo decir (y a veces parece que es un lugar común o una repetición) que una correcta estructura de personajes secundarios genera una subcapa que soporta la idea de conflicto de los principales, actuando como satélite de los primeros y evitando caer en una laguna de la que luego no es posible salir. Por suerte eso se da en la película que nos ocupa hoy, la cual cuenta con un elenco que cumple muy bien el rol indicado para cada uno, a saber: Victorio D`Alessandro como Joaquín, Maite Lanata, Paula Morales, Mario Pasik, Osvaldo Laport, Patricia Echegoyen, Facundo Espinosa, Gabriela Sari y Alejo Ortiz (estos últimos funcionan juntos de manera excelente) Con guion de Gustavo Cabaña, Juan Rodríguez, Diego Fried y dirección de Federico Palazzo, Cuatro metros presenta una idea bien desarrollada que a lo largo de su extensión, lleva a Joaquín a través de una serie de pasos en el redescubrimiento de su vida y el nuevo camino por recorrer. Cuatro metros es una buena comedia romántica con excelente trabajo de guion y dirección, apoyados en la estructura de personajes y elenco.
Tocar fondo para reinventarse. Crítica de “4 Metros”.InicioEstrenosTocar fondo para reinventarse. Crítica de “4 Metros”. Del director Federico Palazzo, una película que navega en las profundidades de temas que hacen mella y generan discusión, pero resuelta de forma ingeniosa y con grandes actuaciones. (Por: Andrea Reyes) Con más de 30 años de profesión en cine, teatro y televisión, y como formador de actores, el director de “4 Metros”, Federico Palazzo, ha sabido resolver con inteligencia un argumento sólido escrito por Gustavo Cabaña, Diego Fried y Juan Rodríguez. Protagonizada por Vico D’Alessandro, Paula Morales y Maite Lanata, y con las participaciones especiales de Osvaldo Laport, Mario Pasik y Patricia Echegoyen; esta película aborda las presiones familiares y sociales sobre la paternidad, el trabajo y las relaciones afectivas. Con el apoyo del INCAA, bajo la producción de Aleph Media e Ignacio Echegoyen, “4 Metros” es una película que, en tono de comedia romántica, relata la historia de Joaquín (D´Alessandro), un hombre que está llegando a los 40 años y se da cuenta que quedó atrapado en otro tiempo: Trabaja desde hace 15 años como “chef” en el comedor de la escuela que egresó, y está de novio con Gaby (Lanata), una de las alumnas, veinte años menor. No convencido de blanquear esta relación ante su mejor amigo y su padre, la mantiene a escondidas, a pesar de los reclamos de la joven. Un día se encuentra en el natatorio con María (Morales), una ex compañera del secundario que acaba de divorciarse y tiene un hijo adolescente. Este re-encuentro lo movilizará y todo parecerá acomodarse. Sin embargo, una crisis interna que transita Joaquín, se manifiesta a través de un zumbido en el oído. Sin rumbo en lo afectivo y lo laboral, el personaje de D’Alessandro sólo encuentra sosiego y cura a los constantes sonidos en las profundidades del agua, haciendo alusión al título de la película. Con grandes actuaciones de todo el elenco, se destaca el rol de Maite Lanata en la historia. En definitiva, “4 Metros” es una película apta para mayores de 13 años, que entretiene y posee una dinámica de resolución de conflicto que sorprenderá al espectador. Puntaje: 80/100.
La vida de Joaquín no tiene rumbo. Trabaja en la cocina de un colegio pero claramente tiene ambiciones de chef. Su vida afectiva no está mucho mejor. Esa crisis, que incluye un zumbido en su cabeza cuyo origen él desconoce, incluye un posible romance con una chica del colegio donde él trabaja y tiene veinte años menos que él y una relación con una mujer que él conocía de su propia época de estudiante que ahora reaparece en su vida. Drama con toques de humor y algo de romance, 4 metros tiene, con defecto insalvable, la completa falta de fluidez y credibilidad en cada escena. Como en los programas de la televisión abierta, cada escena se ve armada, falsa, sin vida. No hay manera de meterse en la historia ni analizarla en la medida que cada situación parece marcada por este artificio no buscado.
Nos muestra los conflictos y las crisis de Joaquín (actor y abogado Victorio D’Alessandro, “Sólo el amor”) que acaba de cumplir 38 años, sigue soltero, vive solo, su padre viudo quiere que le dé un nieto, trabaja como cheff en el colegio de su adolescencia, sufre de un zumbido en sus oídos que solo se desprende de este cuando está a 4 metros en el agua, de ahí el título del film. Si analizamos un poco podríamos decir que el contacto con el agua lo relaja, ese contacto da cierta paz, pero también se puede asemejar al vientre materno. Joaquín mantiene una relación prohibida y riesgosa, ya que está saliendo con una alumna del colegio en que trabaja, Gaby (Maite Lanata, “Bruja”) que tiene tan solo 18 años. Varias situaciones se irán moviendo en su interior, Matías y Silvia amigos y compañeros de escuela se casaron y tienen una pequeña y no tarda en aparecer una tercera en discordia, otra ex compañera llamada María Benítez (Paula Morales, “Amor a mares”) divorciada y madre de un adolescente que solo busca un amor sin compromiso, es decir un amigovio. Esta comedia romántica describe como puede afectar a veces la crisis de los 40, habla sobre los vínculos y el miedo al compromiso entre otras sensibilidades. Cuenta con un buen elenco, pero no alcanza, tiene un tono meloso, poético, no emociona, tiene ese toque de novela de la tarde, fuera de época y resulta fallida. No es por comparar, pero ya vimos “Pablo en nuestra piel” (1977).
Simpatías forzadas Las buenas intenciones no dan lugar, de por sí, a buenas películas. 4 metros (2019) está cargada de buenas intenciones, narrando una suerte de historia de aprendizaje, no sólo para el protagonista sino para el resto de los personajes. Pero el recorrido se desarrolla de forma bastante torpe, por más que intente causar una buena impresión a toda costa. Joaquín (Victorio D´Alessandro) se acerca a la crisis de los 40. Está estancado tanto a nivel laboral como afectivo. Trabaja en una escuela secundaria como cocinero. Está en pareja con una chica veinte años menor (Maite Lanata), y que resulta ser alumna en su mismo lugar de trabajo. Todo se complica con la aparición de otra mujer, madre de un chico del colegio. Joaquín deberá replantearse la situación en la que se encuentra. A partir de una trama sencilla, la película de Federico Palazzo filma una comedia romántica costumbrista. Pero confunde el costumbrismo del entorno que retrata con una estética televisiva. Los espacios aparecen filmados sin demasiado esmero, con una luz demasiado visible. En vez de construir un universo propio, los sitios parecerían más bien “modelar” para la cámara, cosa que los veamos con claridad. Y si la luz se muestra demasiado, el sonido apunta a una dirección similar: las situaciones de tensión aparecen subrayadas por una melodía altisonante, que a cada momento nos desea dejar bien en claro el momento dramático que vemos. Los personajes son seres queribles, simpáticos. Pero esa misma simpatía quiere imponerse en casi toda la película, de tan clara que desea ser, al punto tal de diluirse. El final termina por ser menos feliz que conciliatorio, en su intento de quedar bien con todos. No trata de sacarnos una sonrisa, sino de estampárnosla a la fuerza.
Pocas veces el cine nacional profundizó tanto en la construcción de los personajes de una manera en la que lo popular primara por encima de la idea de cine que tiene el proyecto. Relato sobre búsquedas personales en medio de tiempos acelerados y desconexiones con una dupla protagónica interesante, Paula Morales y Victorio D’Alessandro, una mujer deseante y un hombre perdido en sus propios cuestionamientos que sirven para reafirmar idea simple de seguir lo sueños.
La disyuntiva de obedecer los mandatos culturales o hacer lo que uno quiere, es un desafío en sí mismo. Ser uno más que navega a favor de la corriente o rebelarse, e ir en contra, no está bien visto por la sociedad. Trabajar en lo que a uno le gusta, es un privilegio. Conformarse con lo que a uno le toca en suerte, tarde o temprano, se vuelve deprimente. Dentro de ese contaminado círculo vicioso se encuentra Joaquín (Victorio D´alessandro) que, en el día que cumple 38 años, recibe este tipo de planteos por parte de su padre, su mejor amigo Matías (Facundo Espinosa) y de la esposa. Joaquín está bien así, o eso es lo que cree. Vive solo en un moderno departamento. Estudió para chef, aunque trabaja como cocinero del colegio secundario de donde es egresado, haciendo comidas básicas y fáciles para que almuercen los alumnos y no generen problemas. También tiene una novia, Gabi (Maite Lanata), a quien le lleva veinte años y todavía es alumna del mismo colegio. La relación es clandestina, pese a que ella es mayor de edad, porque el cocinero no quiere que los vean juntos. Aunque parece una persona tranquila, toda esta situación lo estresa y eso le provoca un padecimiento físico temporal que es un molesto y torturante zumbido de oídos. En clave de comedia romántica Federico Palazzo describe la vida de un muchacho común, que no siente la obligación de aceptar las insistentes "sugerencias" de su entorno para que, como se decía antes, "siente cabeza", hasta que, de manera casual, se reencuentra con una ex compañera de colegio, María (Paula Morales), y le hace replantearse por primera vez sus objetivos y reordenar los deseos. Con los típicos ingredientes que se utilizan para realizar éste género cinematográfico, el realizador no escatima contar en numerosas escenas a buen ritmo y musicalizada adecuadamente, las desventuras y planteos filosóficos del protagonista, cómo es la de ser padre, casarse, la diferencia de edad, trabajar en otro sitio, etc. Para eso interactúa constantemente con todos los personajes del elenco que lo aconsejan, ayudan, lo complican, etc. Tiene momentos distendidos, dramáticos, melancólicos y románticos. No pretende ser divertida, aunque tiene unos pocos momentos que lo son. Simplemente es sencilla y amena, ideal para pasar un rato agradable viendo al protagonista de la historia cómo se prepara para encarar la segunda mitad de su vida con las energías renovadas.
Dirigida por Federico Palazzo y escrita por Gustavo Cabaña, Diego Fried y Juan Rodriguez, 4 metros es una comedia romántica poco inspirada sobre un hombre acercándose a la crisis de los cuarenta. El argumento de 4 metros parece salido de una telenovela del prime time de canales de aire de hace por lo menos quince años. Joaquín, un hombre de treinta y ocho años, comienza a sentir que su vida, hasta ese momento lo suficientemente cómoda, se encuentra estancada. Mientras amigos y familiares le cuestionan el hecho de que no se haya casado ni tenido hijos, él trabaja en el colegio secundario donde estudió, cocinando. Y además mantiene una relación con una de las estudiantes, una chica que se encuentra rindiendo para terminar el secundario pero, se aclara por las dudas, ya cumplió dieciocho años. Sin embargo hay algo que está mal con su vida y su cuerpo lo siente en forma de un zumbido frecuente en su oído. Un encuentro inesperado con una compañera de secundario termina de desacomodarle la estantería. Ella transitó una vida distinta: se casó y tuvo un hijo muy joven, así que ahora, divorciada, comienza a disfrutar a través de actividades que le provocan placer: como el buen sexo y el buceo. En esas dos situaciones distintas, él pensando en que sí ya va siendo hora de que busque una mujer con la cual tener un hijo, mientras ella eso ya lo vivió y prefiere disfrutar de manera pasajera, es que se van conociendo entre ellos, pero sobre todo a sí mismos. Los personajes de 4 metros parecen no tener mayores problemas que los superficiales, como si viviesen en una burbuja. Las preocupaciones económicas nunca existen, ni siquiera cuando se pierde el trabajo o se tiene hijos pequeños. Maite Lanata interpreta a la estudiante con la que Joaquín tiene un noviazgo y ella logra aportar algo de luz con su carisma, insuficiente de todos modos ante Victorio D’Alessandro. El protagonista principal no consigue destacarse en ninguno de sus registros con una interpretación bastante plana a la que el guion no lo ayuda. Se nota la formación de Palazzo en la televisión. Y además muchos de los secundarios terminan de complementar esta sensación de una televisión pasada. Patricia Etchegoyen, Osvaldo Laport, Alejo Ortiz, Mario Pasik, Gabriela Sari. Rostros que supieron protagonizar diferentes y exitosas novelas, acá apenas tienen un rol funcional a la línea argumental del protagonista, sin ningún tipo de dimensión o desarrollo. El guion escrito a seis manos arroja un par de ideas que podrían haber sido interesantes en pos de una buena narración, pero todo se siente tan superficial y superfluo que el resultado es bastante pobre. 4 metros es un intento de comedia romántica que parte de la idea de un hombre presionado por los mandatos sociales a medida que se acerca a los cuarenta. Un producto que parece salido de la televisión de otra época.