Crítica de “A un click de distancia” de Natalie Morales La virtualidad como espacio de interacción en tiempos de pandemia El primer largometraje de la actriz y directora estadounidense Natalie Morales, que trabaja a partir de un guión propio, junto con el productor ejecutivo Mark Duplass, tendrá su estreno el próximo jueves 30 de diciembre. El film se desarrolla íntegramente a través de conversaciones mediante una plataforma de videoconferencia. Su inicio se ofrece, sin prólogos y con una sorpresa, Cariño (Natalie Morales) ha sido contratada en secreto por un hombre llamado Will (Desean Terry) para enseñar español a su esposo Adam (Mark Duplass). Cien lecciones impartidas en línea, que son básicamente dos años de clases semanales. Adam, es un hombre adinerado, de unos cuarenta años, que vive en Oakland, en una hermosa casona con una enorme piscina, sauna y hasta un acuario. Cariño, es una docente nacida en Cuba y criada en parte en Miami, que ahora vive en Costa Rica. La situación económica de ambos es un claro contraste que la película deja flotar desde el comienzo de la historia. Al poco tiempo de darse inicio a las clases de español, un inesperado suceso transforma la relación entre alumno y docente. Dando lugar a un vínculo más íntimo que comienza a formarse entre los protagonistas. De esta manera, los encuentros por videoconferencia empiezan a ser cada vez más personales dejando de lado el propósito principal de las clases. Es aquí donde un espacio de confianza y amistad parece abrirse entre ambos, a pesar de la distancia y el poco tiempo que llevan de conocerse. “A un click de distancia” (Language Lessons) es una historia de amor en tiempos de virtualidad, que tiene su punto más alto en la química que trasmiten los protagonistas. Si bien, no tiene una gran producción en cuanto al lenguaje cinematográfico, vale destacar el difícil trabajo realizado para que el relato llegue al espectador, generando sensibilidad y empatía hacia ambos personajes. Una película, que se desarrolla sentando las bases en el lenguaje universal del afecto y el lazo emocional, situación que se produce cuando dos personas parecen encontrar una conexión particular, creando espacios personales, para de esta forma entregarse mediante respeto y admiración mutua a cuestiones esenciales que surgen de la intimidad.
La pandemia obligó a muchas personas a reinventarse, como también a buscar formas creativas de resolver algunos asuntos que antes eran cotidianos, como la manera de comunicarse con los demás o incluso filmar una película. Es así como nos encontramos con producciones audiovisuales que lograron resolver estas barreras del contacto y aprovecharon el recurso de la videollamada para contar una historia diferente, como la serie «Staged» o films como «Host» de Rob Savage. Dentro de este grupo de películas se encuentra «A un click de distancia» («Language Lessons»), la cual se centra en Adam (Mark Duplass, quien también oficia de co-guionista), un hombre que recibe como regalo de su pareja 100 clases de español a distancia para hablar de manera más fluida. Su profesora es Cariño (Natalie Morales, quien además de protagonizar la cinta, la dirige y escribe), una mujer con la que rápidamente entablará una relación que va más allá de un intercambio maestra-alumno. «A un click de distancia» es una comedia dramática que expone temas como la amistad, el duelo, la soledad, la compañía, a través del vínculo entre los protagonistas, que al principio comienza de manera tímida entre dos extraños y que va evolucionando de una manera honesta, sólida y tierna. Las conversaciones van desde frivolidades hasta cuestiones más profundas, que se benefician tanto del humor (que muchas veces recae en las dificultades del idioma y la comunicación) como del drama. Natalie Morales y Mark Duplass se desempeñan de una muy buena manera en sus personajes. El estar todo el tiempo en pantalla les permite sacar a relucir su caudal interpretativo, que va desde la comedia al drama según el momento lo requiera. Mención aparte para la fluidez que tiene Duplass en español, que tal vez tiene que ver con el mismo guion pero que lo realiza con creces. Si bien el recurso de estar filmada completamente con el formato de Zoom la pudimos ver en otras ocasiones, es interesante ver cómo recurrieron a esta herramienta sin que resulte monótona o aburrida, sino que encuentran la manera de conocer un poco más a los personajes a través de sus fondos y que estas «locaciones» también sirvan para fomentar su interacción. Además, le brinda cierta intimidad al relato. En síntesis, «A un click de distancia» resulta ser un film sumamente agradable, que se beneficia del vínculo que va construyendo su dúo protagónico (y que también escribe la historia) y del tono que utiliza para contar la trama, que por momentos cae en la comedia y por otros en el drama. Una linda historia sobre la amistad y la necesidad de una buena compañía para superar situaciones difíciles de la vida.
Tras dirigir distintos episodios de varias series, la reconocida actriz Natalie Morales debutó en el largometraje con una película en la que también es protagonista absoluta junto a Mark Duplass (ya habían trabajado juntos en Room 104). Si uno contara que se trata de otra producción que apela a las videoconferencias como principal herramienta narrativa cualquiera podría rechazar de lleno la propuesta en estos tiempos de “fatiga de Zoom”. Sin embargo, hay tanto encanto, tanta sensibilidad, tanta honestidad en A un click de distancia - Language Lessons, que se alcanza un grado de intimidad y empatía que muchos cineastas no consiguen ni con las más intensas de la escenas con actores interactuando “en vivo”. Will (Desean Terry) le regala a su marido Adam (Duplass) un programa de lecciones semanales de español y su profesora será Cariño (la propia Morales). De origen cubano, radicada en Costa Rica pero formada en Miami, ella es una entusiasta docente con sus propios traumas y miserias. Cuando Will fallece en los primeros minutos del relato (ambos convivían en una mansión en Oakland), la relación entre esa maestra y el devastado alumno se tornará cada vez más cercana (pese a la virtualidad, claro) y nacerá entre ellos un entendimiento, una conexión, una energía muy especial. Tragicómica, inteligente, leve por momentos y profunda en otros, se trata de una pequeña, noble y lograda película dividida en cuatro partes (Inmersión, Comprensión, Contexto y Gramática) sobre un amor platónico que se construye a la distancia, en medio de las diferencias generacionales, sexuales, étnicas y hasta de clase.
A un click de distancia surgió a partir de una idea que Mark Duplass le hizo llegar a Natalie Morales en medio de las restricciones por la pandemia de coronavirus. Como varias producciones surgidas en ese contexto que utilizaron los pocos elementos que tenían a su disposición a su favor (desde la serie Llamadas hasta el largometraje Malcolm y Marie), este film iba a trabajarse de un modo similar: dos locaciones, dos personajes, y el Zoom como herramienta. Sin embargo, aunque ese haya sido el punto de partida, A un click de distancia trasciende sus propios métodos y se convierte en una película entrañable en la que el uso de lo virtual no remite a la pandemia (hay una elección narrativa de no hacer referencia al coronavirus) sino simplemente a una forma de comunicación entre dos personas que viven en diferentes países. El hecho de no incorporar a la historia el Covid es una bienvenida decisión de Morales y Duplass, quienes escribieron el guion juntos, con la actriz -quien se había puesto detrás de cámara para algunos episodios de la serie de Duplass, Habitación 104- tomando la batuta en la dirección de una obra inmensa dentro de sus limitaciones. Si tenemos en cuenta las apuestas artísticas que viene haciendo Duplass desde sus inicios en el mumblecore, A un click de distancia (producida por él y su hermano Jay) es otra movida orgánica dentro de sus inquietudes, una que lo encuentra nuevamente explorando las diversas formas de gestar con creatividad y cierto espíritu arrojadizo un film donde la espontaneidad sea la clave, como si estuviera haciendo un ejercicio en el que el resultado puede quedar en un segundo plano. En este caso, encontró en Morales a la compañera ideal para esa búsqueda, y la realizadora (quien en el mismo año dirigió la comedia teen Plan B) concretó ese concepto primigenio conociendo cabalmente las trampas en las que puede caer una película de estas características, como el agotamiento del recurso de las pantallas, la falta de urgencia narrativa, y cierta frialdad. Nada de esto sucede en A un click de distancia. Por el contrario, aunque Duplass proviene de la vieja escuela indie donde darle forma a un guion estaba casi prohibido, para esta dramedy se percibe cómo él y Morales pulieron la historia para que ese minimalismo en la puesta en escena no atente contra todo aquello que reside en las conversaciones entre sus protagonistas. Duplass interpreta a Adam, un hombre estructurado que vive en California con su esposo Will (Desean Terry), quien le regala cien clases de español con Cariño (Morales), una joven que vive en Costa Rica. Una tragedia es el impensado punto de conexión entre ambos, quienes forjan una amistad a pesar de las barreras geográficas, idiomáticas y culturales. Con mucha inteligencia, Morales y Duplass van sacándoles las capas a sus personajes, quienes nunca se sienten como dos conceptos sino como dos individuos complejos atravesados por el miedo y el dolor (hay un rasgo autorreferencial vinculado a la pérdida de una amiga de ambos actores, la directora Lynn Shelton), y que se hermanan a partir de eso. De esta forma, el título original del film (Lecciones de idioma) termina adquiriendo otra acepción cuando sus protagonistas dicen en voz alta todo aquello que cuesta poner en palabras. Una película sobre la amistad (de esas que ya no abundan), sobre el valor de la comunicación, sobre lo inexplicable que son ciertos vínculos... A un click de distancia tiene muchas aristas y, cuando todas quedan al descubierto, entrega uno de los planos más conmovedores y mejor logrados del año.
A partir de la pandemia y el aislamiento social surgieron, algunas temáticas diferentes y nuevas formas de expresión. Muchas de las historias comenzaron a estar atravesadas por este nuevo contexto de virtualidad incorporando elementos narrativos que no se habían presentado anteriormente e, inclusive, muchas puestas –tanto teatrales como cinematográficas- fueron filmadas desde otros dispositivos, incluyendo los celulares de los propios directores y protagonistas. Con estos elementos, Natalie Morales hace su debut tras las cámaras y protagoniza junto a Mark Duplass, “A UN CLICK DE DISTANCIA”, pareja que también estuvo a cargo del guion. Ambos elaboran una propuesta muy acorde a este nuevo orden que se reforzó con la pandemia: a las clases online, a los vínculos virtuales, a poder construir una historia a pesar de la distancia (situación que ahora pareciese mucho más normal) y a una narrativa que depende, casi exclusivamente de personajes que se comunican, mirando en primer plano, fijamente a la cámara. La pareja se ingenia para que este formato, tan alejado de todas las posibilidades que ofrece el cine, despierte interés y que a pesar de las limitaciones que se imponen con dos personajes que habilitan el diálogo a través de las cámaras de sus computadores o sus celulares, vaya encausando fluidamente la historia. Morales es Cariño, una costarricense que da clases de español a extranjeros y Adam (Duplass) comienza sus clases a partir de un regalo que le hace su esposo para mejorar un idioma que ya conocía en un pack de 100 clases. Lo que desde un primer momento se presenta como un vínculo profesora-alumno que va a perdurar en el tiempo, se irá profundizando rápidamente cuando luego de la primera clase, Adam tenga un problema personal que va a modificar sustancialmente esa relación. Así acompañaremos a los personajes de los cuales sólo tenemos algunos pocos datos, más aquellas apreciaciones que podemos ir sumando a partir de los elementos que aparecen como fondo mientras ellos se comunican, en este vínculo que se irá tornando mucho más personal, aun cuando no se pierde de vista el punto de partida original. Los diálogos son ágiles, sencillos, sin proponerse (re)marcar las temáticas que se van abordando a lo largo de los encuentros y de que vayan tomando más confianza y relaten fragmentos de sus vidas privadas, sin que esto signifique que Morales & Duplass, no tomen cada tema que plantean muy seriamente. Sólo que logran poner una pátina de comedia –tomando algunos elementos de las típicas comedias románticas- para poder procesar sin dramatismos, algunos puntos agridulces de la trama. Ambos aportan frescura y espontaneidad a sus personajes y uno de los puntos a favor que maneja la película es la química que logran en este vínculo a distancia usando las pantallas de sus dispositivos como único medio de comunicación y el registro preciso de los cambios que va teniendo la relación a medida que se suman las clases / encuentros. Morales & Duplass tienen el carisma suficiente para sostener esta historia que habla de la amistad, la pareja, la soledad, los proyectos, las zonas más oscuras que no frecuentemente nos animamos a mostrar y lo hace a partir de un vínculo de dos desconocidos que irá creciendo a medida que cada uno de ellos habilite las zonas más íntimas de su propia historia. “A UN CLICK DE DISTANCIA” cumple con la propuesta y sabe hacer jugar algunas limitaciones propias del formato a su favor, aunque en algunos momentos queda entrampada en los condicionamientos que aparecen frente a una propuesta de estas características e impone algunos avances de la historia a fuerza de golpes de efecto, que, de todos modos rápidamente quedan incorporados a la historia de una forma más orgánica. Presentada originalmente en el Festival de Berlín que le abrió las puertas de una importante trayectoria internacional (Festival de Londres, San Francisco, Melbourne, Toronto y Los Ángeles), este novedoso formato de comedia aporta frescura y reflexión en una cartelera post-pandemia donde parecía no haber lugar para otros productos que no fuesen los tanques hollywoodenses.
En tiempos de cuarentena nos acostumbramos a las videollamadas para trabajar, tomar clases, hablar con familiares y amigos a la distancia. La tecnología nos ayudó a sentirnos más cerca de nuestra gente e incluso crear nuevas relaciones o hablar de temas muy profundos. Dentro de este contexto se desarrolla "A un click de distancia", una película intimista donde Will le regala a su esposo (Adam) un curso de español que dicta Cariño de manera online desde Costa Rica. Comienza como una comedia pero a partir de algunos hechos difíciles que les tocará enfrentar a los protagonistas la historia va sumando complejidad y dramatismo. Toda la película se ve a través de las pantallas de las videollamadas o mensajes de video y mantiene al espectador atrapado en una relación que va creciendo y deja de ser estrictamente profesional. Dirigida y protagonizada por Natalie Morales- junto a Mark Duplass-, es una película interesante, profunda, que habla de las relaciones en este nuevo mundo inmerso en la tecnología pero donde siempre prevalecen los sentimientos y la amistad con la distancia como elemento preponderante.
Más allá de las palabras También actriz, Morales cambia la opresión pandémica por una luminosa fábula de encuentro entre dos personas radicalmente opuestas pero hermanadas por el desasosiego y la incertidumbre. ¿Puede haber intimidad a la distancia? ¿Importa la cercanía física para forjar un vínculo imperecedero basado en la honestidad y la transparencia, en el compañerismo y la comprensión, en la escucha atenta y respetuosa del otro? ¿Es posible una comedia romántica sin romance? ¿Y un amor que trascienda la atracción y el deseo físico? Las preguntas afloran apenas corren los créditos finales de esta notable película dirigida por la estadounidense de origen cubano Natalie Morales, escrita por ella junto a Mark Duplass y con solo ellos en escena durante los precisos (y preciosos) noventa minutos. Filmada durante la etapa más aciaga de la pandemia, A un click de distancia hace honor a su título original (Language Lessons) no solo porque el disparador narrativo es el inicio de unas clases online de español, sino porque en su génesis está la voluntad de indagar en los modos contemporáneos de entender la comunicación. El lenguaje, para Morales, son más que palabras; es una llave que abre puertas a destinos inesperados. Cariño y Adam bien pueden dar cuenta de eso. Ya no alcanzan los dedos de una mano para contar las películas realizadas durante la pandemia que orbitaron –y siguen orbitando– alrededor del uso del Zoom: personajes hablándose a través de ventanitas e imágenes pixeladas en películas mayormente asfixiantes y con la Covid como elemento recurrente, donde la soledad se conjuga con el miedo y la paranoia. Morales muta ese oscurantismo crepuscular por una luminosa fábula de encuentro entre dos personas radicalmente opuestas pero hermanadas por el desasosiego y la incertidumbre. No es descabellado imaginar que dentro de unos años, cuando los barbijos sean un recuerdo brumoso, A un click de distancia perdure en la memoria, pues su alcance trasciende ampliamente lo coyuntural. Tanto así que no necesita andar gritando que está filmada en tiempos de Covid para dialogar de frente con su tiempo. Lo trama, como todo aquí, es mínima, sencilla y despojada de adiposidades. Adam (Duplass) está felizmente en pareja con un hombre de billetera abultada que, ante una mención acerca de que le gustaría mejorar su español, le regala un paquete de clases con Caridad, a quien todos llaman Cariño (Morales). Un paquetón, en realidad: cien clases por adelantado pagó el muchacho. Los primeros encuentros consisten, básicamente, en romper el hielo con charlas de rigor acerca de qué hace cada uno, cómo vive, cuáles son sus rutinas. Allí empieza a definirse el carácter espejado de uno y otro: Adam viene de una familia humilde, supo estar casado con una mujer y pegó un salto de calidad juntándose con su nueva pareja, abrazando una vida a todo lujo que incluye, entre otras delicias, una sesión de nado en la pileta gigante –con un sector de agua fría y otra caliente– matutina, sesiones de yoga al mediodía y descorches de vino a las cuatro de la tarde. Ella, al principio, hace del enigma una norma, hasta que la sorpresiva muerte de la pareja de Adam en un accidente de tránsito lo sume en un estado de fragilidad que sintoniza perfecto con el andamiaje emocional de Cariño. Y así arranca esta relación construida en dos idiomas y en la cada quien, a medida que avanzan los encuentros, va quitándose las distintas capas que, a la manera de una cebolla, cubren un núcleo interno hecho de dolores pasados cuyas cicatrices perduran hasta hoy. Mientras Adam lidia con el vacío de la ausencia reciente, Cariño se enfrenta como puede a la insatisfacción general de quien marcha por la vida sin un norte definido. Armado íntegramente con sesiones de video en spanglish y varios mensajes enviados entre ellos, el relato consigue, a través de esas charlas en muchos casos diferidas, un grado de intimidad que más de una película “normal”, con actores compartiendo set, envidiaría. Duplass y Morales creen a pies juntillas en lo que escribieron, dotando a sus criaturas de un grado de humanidad y empatía notable, otra razón para catapultar a A un click de distancia, que llega horas antes del conteo de Crónica TV y los brindis, a la lista de las mejores películas del año.
Una amistad entrañable que traspasa los límites del Zoom El debut de Natalie Morales en la dirección es una bellísima sorpresa ya que logra traducir en un formato de lo más actual (el Zoom) una película fantástica que se cuela entre las mejores producciones del año. El Zoom se volvió una palabra y un recurso fundamental para lograr el sostén de lazos durante la pandemia de coronavirus. Crear narrativas a partir de esta red de comunicación era una opción poco transitada por los cineastas años atrás, dada la no cercanía con la mayoría de espectadores. Algo que cambió completamente. A un click de distancia es el debut como cineasta de Natalie Morales -quien también es protagonista- y es también una gema casi perfecta que se cuela entre las mejores producciones del año. Como sorpresa de su novio, Adam (Mark Duplass) recibe un pack de 100 clases para aprender español por Zoom con Cariño (Natalie Morales), una simpática profesora costarricense. Desde la primera escena el espectador sabrá de antemano que la relación entre ambos no será para nada ordinaria: de a pedacitos y entre charlas, alumno y docente tejerán un vínculo intenso que traspasa la pantalla de una computadora. A un click de distancia ofrece, hasta la fecha, uno de los mejores y más inteligentes usos de la plataforma para contar una historia sensible y llena de astutos giros de guión. La película de Natalie Morales es incómoda y el vínculo que se construye entre Adam y Cariño se siente real por la excelente química de los actores. De otra forma, la cinta hubiese pasado como un ejercicio más entre el montón de experimentaciones que surgieron a partir del confinamiento. Quizás lo más rico de la historia es como las diferencias culturales y la distancia no son impedimentos para la verdadera conexión entre personas. La vida real y las relaciones virtuales son complicadas; A un click de distancia es una muestra ficcional de ello. A su vez, es también una fantástica comedia romántica muy emocional, para disfrutar una y otra vez. Es fresca, simple y con humanismo genuino.
Es una pequeña, amorosa, muy bien hecha comedia dramática que supera la elección del soporte en tiempos de pandemia y logra lo inesperado: una carga de humanidad y ternura, conexión y emotividad profunda, que pocas veces el espectador podrá ver. La película es el debut como directora de Natalie Morales, que la protagoniza con Mark Duplass, y además juntos escribieron el guión. Por más que haya una saturación de la utilización del zoom en muchas producciones, aquí ese click de distancia está al servicio de una historia por momentos agradable y liviana, que no tema en zambullirse en dolores y problemas graves. La excusa de un señor que se está acostumbrando a vivir sin trabajar en una casa enorme, es que su marido, que lo ayudó a asumir plenamente su elección sexual, le compró muchas lecciones semanales de castellano. Asi ese señor de 45 años, de Oakland, Adam, se comunica con Cariño, que es cubana pero está en Puerto Rico aunque se formó en Miami. Y entre ellos estarán las bromas, los momentos inapelables de dolor, las observaciones inteligentes, el vínculo que crecerá contra todo pronóstico en un arco de verdades, sin lugares comunes, con toda la química.
AMISTAD VIRTUAL, EMOCIONES REALES Cuando ya estamos agotados de barbijos, distancias sociales y “quedate en casa” nos llega bastante demorada A un click de distancia, una comedia dramática filmada durante el tramo más riguroso de la pandemia y que se nutre de dos personajes charlando a través de la computadora durante 90 minutos. Es decir, cuando ya no queremos saber más nada con las consecuencias de la pandemia la película parecería llevarnos de nuevo de la mano a aquellos meses de 2020 en los que no solo estábamos encerrados, sino que además a los artistas (y a la gente en general) les agarraron unas ganas enormes de expresarse a través de toda red social disponible. Esa saturación, que nos predispone a enfrentarnos negativamente a la película dirigida por Natalie Morales, velozmente se disipa cuando descubrimos las intenciones de la directora y de Mark Duplass, su coprotagonista y coguionista. Es que lejos de hablar sobre la pandemia y el encierro, A un click de distancia aprovecha los recursos a mano que había en esos momentos para contar la historia de dos personajes que se unen a pesar de las distancias culturales y de la virtualidad. En la película no hay ni rastro del Covid, lo que hay es un hombre al que su marido le regaló unas lecciones de castellano a distancia y la profesora con la que se conecta vía webcam. El vínculo no está forzado por el contexto, sino por necesidades personales, que en ocasiones son transaccionales (la docente que ofrece sus servicios profesionales) y en otras son humanas (cuando Adam, el protagonista, revela que su marido ha muerto en un accidente de tránsito), pero que siempre sirven de superficie por la que transitan muchos temas, algunos complejos y otros más ligeros. A pesar de la economía de recursos, A un click de distancia tiene la virtud de abrir un mundo ante los ojos de los espectadores. Si lo que vemos constantemente es a los protagonistas en primer plano, cada personaje tiene la profundidad suficiente como para que su impronta se resignifique. Hay claras diferencias económicas entre los protagonistas y la película es inteligente para plantear el imaginario de las clases dominantes, pero sin caer en el aleccionamiento. Morales y Duplass trabajan cada diálogo finamente, hasta despojarlo de su parte más grosera y dejar en pie la mirada humana, aún con sus rugosidades. Por las necesidades narrativas de la película (es necesario algún giro que apurre un cierre a este diálogo que podría ser interminable) habrá algún apunte un poco innecesario, que bordea el golpe bajo, pero en lo concreto Morales edifica una película honesta, sincera, emotiva, con una dupla de personajes empáticos y dos actuaciones ajustadísimas. A un click de distancia construye una de las historias de amistad más dulces en mucho tiempo y demuestra que en verdad las herramientas narrativas no definen la calidad. Eso lo define la falta de ideas y no se puede decir que Morales y Duplass no las tengan.
El cine, como nosotrxs y como todxs, ha tenido que adaptarse a los tiempos que corren. Mientras la pandemia continúa su largo recorrido, surgieron desde el año pasado varias películas rodadas como desde la pantalla de una computadora. Una manera de found footage que, como siempre sucedió con las películas de ese estilo, fue más asiduo de utilizarse para películas de terror. Ahora la actriz Natalie Morales eligió para su ópera prima contar la historia que quería de este mismo modo y lo cierto es que no sólo no le queda para nada forzado, sino que nunca se vuelve monótono o aburrido como suele suceder en muchos de estos casos. A un click de distancia está escrita y protagonizada por la directora junto a Mark Duplass, un actor que se ha mostrado bastante versátil a lo largo de su carrera y que quizás si no logró destacarse más es porque siempre se mantuvo en el rango independiente. En la película interpreta a Adam, un muchacho al que su marido lo sorprende cuando le regala un paquete de 100 clases semanales para que aprenda a hablar bien en español. Aunque viva en una mansión en Oakland junto a su adinerado marido, es un hombre simple y bastante solo que se siente privilegiado por haber podido cambiar tanto su vida en poco tiempo, desde lo económico pero también desde lo social y personal. Si bien no cuesta que entre Adam y la profesora Cariño haya buena conexión, y no hablamos de internet, lo que termina de conectarlos de un modo más profundo es algo que sucede a los pocos minutos: una fuerte pérdida. A partir de ese momento se intercambian algunas menos sonrisas y frases triviales en español por conversaciones más personales en las que uno se permite mostrarse vulnerable. A partir de una premisa simple, dos personas que se conocen de manera online y de a poco incrementan frecuencia e intensidad de las conversaciones, Natalie Morales dirige una película que fluye siempre muy bien, sobre todo teniendo en cuenta que es algo difícil de lograr cuando lo único que vemos todo el tiempo es la pantalla de una computadora o de un celular. Más allá de la excusa del lenguaje que hace que esté casi toda hablada en español, Morales construye sus escenas de manera lograda y efectiva, dándole tiempo a cada uno de sus protagonistas de desarrollarse como personajes complejos. Eso sumado a dos actores con mucho carisma, sus interpretaciones frescas y una química innegable aún cuando la pantalla que comparten es dividida le imprimen un tono ameno de comedia dramática, a veces tierno. Es fácil enamorarse de los protagonistas, es algo que se consigue en los primeros minutos y nunca se pierde. También hay una forma sutil e inteligente de tratar mucho de los tópicos que elige. Cuando una podría pensar en un golpe bajo o lugar común, el propio guion pronto le da una vuelta diferente. Tampoco es menor el hecho de que se haya elegido eliminar el contexto actual que nos azota y nunca hacer referencia a la pandemia: los problemas de comunicación y de distancia no son nuevos. El resultado es una película sobre la amistad que con una buena historia simple, dos actores y pocas locaciones es capaz de movilizarnos y emocionarnos porque a la larga, como rezaba el tagline de una película a la cual se refiere desde el póster original de esta, Perdidos en Tokio (Lost in translation en su título original, más relacionado con esta en cuestión): todos queremos ser encontrados. Y en tiempos difíciles y de incertidumbres esto se intensifica y es necesario saber que no estamos solxs y que del otro lado hay una persona que al menos está dispuesta a acompañarnos y tratar de entendernos.
¿Qué diferencia hay entre las enseñanzas ofrecidas por un profesor, un psicoterapeuta y un amigo? Pretendamos una simple respuesta*: el primero le brinda sentido al conocimiento en medio de la simultaneidad de la vida. El segundo reformula el sentir en los aprendizajes y tropiezos de sus pacientes. El tercero ejerce ambos roles desde la intuición y dispuesto a que sea recíproco. Esta diferencia se vuelve confusa en la coproducción Language Lessons (2021). La floridana Natalie Morales dirige, co-escribe y co-protagoniza junto al luisiano Mark Duplass la historia donde ella interpreta a Cariño, una profesora particular de español, y él a Adam, el inesperado alumno que recibe, como regalo de cumpleaños de su esposo, un paquete de cien clases con ella. En principio las sesiones virtuales parecen una oportunidad para mostrar con despreocupación las diferencias personales y los respectivos prejuicios socioeconómicos de Cariño y Adam. Él ostenta una casa de dos pisos con piscina incluida. Ella se conecta desde distintos sitios de Costa Rica, también a modo de aprovecharlos pedagógicamente. Luego, a medida que tres acontecimientos agravan sus rutinas de clases, la obra premiada va perdiendo lo espontáneo de las actuaciones principales. Morales y Duplass construyen sus personajes a través de una química abierta a la tontería, la gracia y la franqueza. La mirada luminosa de Morales expresa calidez tanto como incomodidad. Duplass aprovecha todo su cuerpo para ridiculizar con gusto a su personaje. Los excesos en aquellos tres giros argumentales del guion también vuelven irrelevantes los detalles técnicos que buscan emular el funcionamiento de las plataformas web. Así las imágenes congeladas, la baja resolución y el sonido desfasado aparecen como errores ingeniosos de la imagen audiovisual ya que el plano fijo aquí enmarca el punto de vista de las computadoras de Cariño y Adam. Al final a costa de resaltar la soledad de ambos y forzar una relación significativa, las grandes acciones de Morales y Duplass como profesora y alumno evidencian la incredulidad de la obra de que perfectamente se puede aprender de lecciones pequeñas, vengan de quienes vengan. Por lo menos el desempeño actoral ejemplifica de manera genuina como las amistades surgen del desinterés y la torpeza enmendada.
La pandemia ha dado como resultado que el arte se adapte a los tiempos que corren. En el cine la adaptación tuvo que ver en las nuevas formas de filmar y un ejemplo del nuevo mundo es «A un click de distancia», una película de y dirigida por Natalie Morales grabada vía Zoom que además demuestra cómo con tan poco se puede obtener una pieza digna de ver. Adam (Mark Duplass) recibe como regalo de su esposo cien clases de español con Cariño (Natalie Morales), quien vive en Costa Rica. A medida que pasa cada clase, se van conociendo más y surge una amistad que resulta estar unida, en realidad, por una tragedia. Aparecen entonces muchos sentimientos y recuerdos que desglosan una parte que creían bloqueada en ellos, pero el hablar y el sentirse acompañados en el sentimiento producirá ciertos cambios que los hará sentirse libres. Ambos actores se destacan, generalmente, por su humor y ésta oportunidad no fue la excepción. Los dos supieron conjugar y amalgamarse con un humor único que hace ideal a sus personajes. Una gran ventaja es que ellos dos son quienes escribieron el guión, por lo que lograron espontaneidad en el vínculo, manteniendo al espectador expectante y atento. La historia pasa por todos los matices por los que una buena película debe pasar: comedia y drama. Sin dudas, no se queda corto. Es para destacar la manera en que muestran las conversaciones, es decir, en cuanto al formato online, porque no caen en lo básico de realizar una copia de lo que podría ser en la vida real sino que buscan ser auténticos en cada aspecto del film. Hacía mucho no veía un film que cuadre en todo sentido y las piezas encajen a la perfección. siendo claro desde el comienzo con lo que nos quiere mostrar y, además, con el uso de pocos recursos, característica no menor que vale la pena destacar. El debut de Natalie Morales como directora fue un éxito y, sin dudas, ahora nos deja con ganas de ver más de sus proyectos.
Esta pequeña película filmada vía zoom entre Natalie Morales y Mark Duplass se centra en la intensa y complicada relación a distancia que se desarrolla entre una profesora de castellano y uno de sus alumnos. La combinación de palabras «película» y «zoom» puede causar pesadillas a más de uno. Y es cierto que, con su demora en llegar a las pantallas locales, un film como A UN CLICK DE DISTANCIA puede haber quedado demasiado fechado en su estética de comunicación a distancia. Pero lo cierto es que la opera prima de la actriz/directora Natalie Morales (que casi al mismo tiempo daría a conocer su muy buena y más «tradicional» película PLAN B) logra atravesar el agotamiento que genera la idea de ver historias basadas en videoconferencias. Por un lado, porque la excusa argumental que pone en marcha ese tipo de contacto a distancia no tiene nada que ver con la pandemia. Y, por otro, porque la relación que tiene para contar –la de un hombre que toma lecciones de castellano de una profesora latina– es lo suficientemente rica y humana como para atravesar las limitaciones de la puesta en escena. Si, es cierto, la película debe haber aparecido como un proyecto para aprovechar creativamente la primera etapa de cuarentenas y distanciamientos, pero en la ficción que cuenta LANGUAGE LESSONS (el más lógico y sensato título original) no hay pandemia alguna que impida la comunicación directa entre Adam (Mark Duplass) y «Cariño» (Morales) sino que lo que existe es, simplemente, distancia física. Adam es un hombre que recibe de parte de su pareja, Will, un regalo sorpresa de cumpleaños. El «regalo» en cuestión son clases de castellano a distancia, que serán dados por la apodada «Cariño» vía Zoom ya que la mujer está lejos, muy lejos de Oakland, donde vive la feliz pareja. Todo comienza de una manera entre simpática e inocente, con los primeros intentos de conversación entre ambos mientras Adam nada en la piscina de la lujosa casa en la que vive con Will, un exitoso coreógrafo y bailarín. Adam (o, bueno, Duplass) habla bastante bien castellano y, más allá de algunos errores de conjugación o similares, no necesita demasiadas lecciones sino más bien una práctica constante, el ejercicio de la conversación. Y la simpática y amable Cariño parece la persona ideal para eso, con una sonrisa generosa, mucha curiosidad y lo que parece ser una excelente capacidad para escuchar al otro. Pero todo cambia drásticamente ya en la segunda clase programada cuando Cariño llama y se topa con un Adam en estado semi-catatónico. Allí se entera que Will murió la noche anterior en un accidente de tránsito y que Adam no está en situación de tomar clases de nada. La chica lo consuela y, más que a darle clases, se ofrece como contención amistosa para el angustiadísimo Adam. De a poco y a lo largo de las semanas siguientes se van dejando mensajes de video hasta que Adam, ya un tanto mejor de ánimo, puede recomenzar las clases. Pero cuando todo parece normalizarse, es Cariño la que aparenta estar en problemas. Y ahí la relación se da vuelta en más de un sentido, ya que los intentos de Adam de ayudarla son rechazados por la chica, que prefiere no contar qué es lo que le está sucediendo. A lo largo de los aparentes meses que ocupa esta serie de conversaciones y mensajes –Will dejó pagadas 100 clases semanales– lo que irá cambiando es la química de la relación, que se apoya mucho en lo que un personaje asume del otro y viceversa. Para Adam, las clases empiezan casi como el entretenimiento de un millonario aburrido que no hace nada todo el día (su resumen sus actividades diarias es menos gracioso de lo que él cree que es), pero a Cariño –que cobra sus buenos dineros por darlas– no parece preocuparle. Y cuando las desgracias, tragedias o accidentes aparecen en las vidas de ambos, mucha de la tensión mutua pasará también por las diferencias culturales, sociales, económicas y de género que existen entre ambos. Por más esfuerzos que Adam haga para ayudarla con lo que supone que son sus problemas, Cariño siempre lo verá como un millonario que usa sus privilegios para lavar sus culpas con una chica tercermundista que vive una situación complicada. Y en algún momento ella le revelará algún secreto respecto a su tarea que hace pensar que su imagen de «chica exótica y simpática» es también una construcción for export. Esa mecánica un tanto transaccional de la relación estará siempre de fondo, complicando lo que parece ser –como dicen en CASABLANCA— «el comienzo de una bella amistad» y funcionando, además, como motor dramático de la película. LANGUAGE LESSONS puede ser un ejercicio menor y amable armado entre dos realizadores del indie que se las rebuscaron muy bien para crear una película en pandemia con mínimos recursos y bajísimo presupuesto, pero dentro de las experiencias realizadas en formatos similares es una de las más creativas y entretenidas. Ayuda y mucho que ambos sean dos actores carismáticos que uno puede ver en primer plano a lo largo de 90 minutos sin casi variaciones de punto de vista o ángulo. Más allá de algunos cambios de vestuarios, peinados o locaciones en la que uno u otro están, lo central de la película pasa por los enredados vaivenes de la conversación/relación. Alguna revelación sobre el final de la película puede resultar un tanto forzada en términos dramáticos, de esas «sorpresas» que tienen más aspecto de recurso de guión que de algo plausible en el contexto de la historia, pero es un problema menor en relación a los logros del film. Quizás lo más inteligente que tiene LANGUAGE LESSONS para plantear desde su historia tenga que ver con la imposibilidad de resolver del todo el conflicto cultural y económico que existe entre ambos, en dejar abierto ese costado transaccional que sigue existiendo en la relación aún cuando lo suponen superado. Es cierto que la amistad puede atravesar los prejuicios y las cosas que uno asume del otro, pero en el mundo real todo puede volverse más complicado.