Pecados de guerra Tras su exitoso paso por el reciente DocBsAs/11, la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín presenta durante 6 días (24 funciones en total) este demoledor trabajo que denuncia de manera descarnada los abusos y excesos que se cometen con los prisioneros en Guantánamo. El tema no es nuevo (allí está, por ejemplo, un film que incursiona en parte en la ficción como El camino a Guantánamo, de Michael Winterbottom y Mat Whitecross; o un documental como Standard Operating Procedure, de Errol Morris), pero aquí hay varios aspectos que lo convierten en una historia singular: la víctima es de origen canadiense y... ¡es un menor de edad! (Omar Khadr fue capturado en Afganistán a los 15 años acusado de asesinar a un soldado estadounidense en 2002). Luego de ser herido y torturado brutalmente, Khadr permaneció durante años en Guantánamo. En 2003, recibió la visita de unos agentes de seguridad que lo interrogaron durante cuatro jornadas. Esas sesiones fueron registradas por unas cámaras de seguridad. El video, de 7 horas, fue desclasificado por una decisión de la Corte Suprema de Canadá. A partir de ese material, el canadiense Cotê y el chileno Henriquez exponen los torturas psicológicas que debió soportar Khadr, mientras sus familiares, sus abogados, diplomáticos y funcionarios de su país, ex compañeros de prisión, militares y periodistas que investigaron su caso opinan y amplían sobre aquellos sucesos. La estructura del film es bastante cruda, directa y efectiva: fragmentos de los interrogatorios mechados con testimonios de los expertos que miran el desgarrador video en una laptop. No hay necesidad aquí de agregar nada más. Estamos ante un documento único que desnuda algo que intuimos o leímos, pero que aquí queda ratificado en toda su dimensión: la denominada "guerra contra el terror"... es de terror. Los norteamericano -parafraseando un eslogan trístemente célebre que tanto conocemos, no son derechos ni humanos. PD: El caso de Khadr se definió recién el año último. No voy a entrar en detalles. El film lo informa recién sobre el final. También, claro, lo pueden "googlear".
Tesis sobre la tortura en el país de la libertad A usted no le gusta la verdad: 4 Días en Guantánamo (You Don't Like the Truth: 4 Days Inside Guantanamo, 2010) es un avasallante documental sobre la tortura física y psicológica que ejercen las fuerzas militares de los EE. UU sobre los presos en Guantánamo. En este caso un chico de 16 años. Omar Khadr es un ciudadano canadiense que fue detenido, luego de ser baleado, por fuerzas militares estadounidenses durante un enfrentamiento ocurrido en el año 2002 en Afganistán. Omar fue acusado de matar a un soldado americano, hecho que nunca se pudo probar. Herido en varias partes de su cuerpo y con la piel cubierta de esquirlas e encerrado en Bagram donde se lo somete a diferentes tipo de torturas físicas. Tras declararse culpable, no por propia voluntad sino por la brutalidad física ejercida sobre él, es traslado a Guantánamo para ser torturado psicológicamente. Lo que el documental muestra es una cinta real grabada durante un interrogatorio que duró cuatro días en el que Omar es interpelado por el Servicio Canadiense de Inteligencia y Seguridad (CSIS). Dicha cinta fue autorizada por el gobierno de ese país para su difusión pública. El binomio que integran Patricio Henríquez y Luc Côté logra con A usted no le gusta la verdad: 4 Días en Guantánamo un hecho histórico para el cine: convertir lo que podría haber sido un informe periodístico de un noticiero televisivo en un documental con valores cinematográficos. Si bien durante la mayor parte del film vemos el interrogatorio al que es sometido Omar hay, además, un trabajo de investigación en el cual se van contraponiendo testimonios, de otros presos que obtuvieron la libertad, sobre la verdad de Guantánamo. La trama, que funciona como un thriller político, realiza una crítica al vacío judicial existente y como los EE.UU se escuda tras la teoría de que Guantánamo no está en el territorio estadounidense para permitírsele todo, incluso torturar a menores. Enríquez y Côté ponen todas las piezas sobre la mesa y muestran al mundo una realidad que bien podría haber sido una ficción desarrollada en un tiránico país mucho más lejano, y con muchas menos libertades. Luego de ver este documental uno no puede dejar de trazar un paralelismo con lo ocurrido durante la última dictadura militar argentina, y sobre todo con la llamada Noche de los Lápices (retratada en el film La noche de los lápices de Héctor Olivera en el año 1986). Aunque hay diferencias. Mientras Argentina estaba gobernada por un régimen dictatorial en donde las libertades civiles habían sido anuladas, EE UU es un país democrático, aunque A usted no le gusta la verdad: 4 Días en Guantánamo logre que esto se ponga en duda, al menos en el sentido más amplio de la palabra democracia. Omar fue torturado y obligado a declararse culpable por un crimen que nunca se pudo probar, siendo el primer niño condenado por crímenes de guerra de la historia. Y aunque suene a ficción esto es real y ocurrió en el mal llamado país de la libertad.
Devastadora e iluminadora Correalizada por el chileno Patricio Henríquez y el canadiense Denis Côté, lo que hace el documental que a partir de hoy se verá en la sala Leopoldo Lugones es volver público lo secreto, traer a la luz aquello que los medios mantienen oculto. El núcleo de A Ud. no le gusta la verdad: 4 días en Guantánamo –que tras su exitosa presentación en el DocBuenosAires, la sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín pone en pantalla hasta el domingo– son una serie de videos secretos, grabados por las cámaras de seguridad de la prisión de Guantánamo. Sospechado de haber dado muerte a un soldado estadounidense en Afganistán en 2002, el ciudadano canadiense de origen árabe Omar Khadr fue retenido en Guantánamo hasta el año pasado, sin que mediara acusación oficial ni la consecuente defensa. El hecho de tratarse de un menor, a quien, se supone, las leyes internacionales deberían proteger (Khadr tenía 15 años en el momento del arresto), sumado a un régimen de detención como el de Guantánamo –que no respeta ni siquiera las leyes estadounidenses–, así como el desinterés mostrado por el gobierno canadiense ante el arresto de un ciudadano al que nunca parecieron dispuestos a defender, dieron al caso de Omar Khadr un relieve infrecuente, a partir del momento en que su detención se hizo pública. Correalizada por el chileno Patricio Henríquez y el canadiense Denis Côté, lo que hace A Ud. no le gusta la verdad... es justamente volver público lo secreto, traer a la luz aquello que los medios mantienen oculto. Al tanto de que siete horas de grabaciones de cámaras de seguridad de Guantánamo habían sido desclasificadas, Henríquez (de quien en una edición previa del DocBuenosAires se había visto El lado oscuro de la Dama Blanca) y Côté utilizan esas imágenes como eje del documental. La pantalla, dividida en cuatro, reproduce lo que los monitores de Guantánamo habrán mostrado al personal de la prisión. Uno de los cuadros se mantiene en negro. Los otros ofrecen encuadres distintos del prisionero, vestido con su uniforme anaranjado, así como de la habitación donde el interrogatorio se lleva a cabo. Ciertas intervenciones de las autoridades de la cárcel sobre el material, vinculadas con medidas de seguridad, necesariamente se mantienen: círculos digitales tapan el rostro de los interrogadores y en algunos momentos se producen deliberados cortes sonoros. Luego de que una sucesión de textos introductorios ponen al espectador en contexto, A Ud. no le gusta la verdad... sigue el día a día de los cuatro interrogatorios a los que personal de seguridad canadiense sometió a Khadr, en busca de incriminarlo. Algo que el gobierno de ese país intentó desmentir, motivo de la total falta de apoyo oficial al documental. Primero, los interrogadores (a los dos canadienses se les suma una agente de la CIA) intentan ganarse la confianza del prisionero, aprovechando que éste, en su ingenuidad, los recibe como salvadores. Pero al segundo día Omar ha advertido que sus presuntos salvadores son en verdad socios de sus carceleros, no mostrando, de allí en más, la misma disposición a colaborar. A partir de entonces no hay diálogo posible. Como sería algo excesivo que los agentes torturaran a un compatriota (por mucha ascendencia árabe que tenga), los miembros del CSIS intentarán arrancarle información “por las buenas”. Esto es: manipulándolo psicológicamente, hasta el punto de provocarle una regresión mayúscula. En el momento de mayor debilidad, el muchacho asume una posición fetal, llamando a su mamá. Omar no es torturado durante estos interrogatorios, pero lo fue antes, en la base estadounidense de Bagram, tal como él recuerda y corroboran no sólo ex compañeros de prisión, sino hasta algunos ex carceleros. En uno de los testimonios más poderosos, uno de ellos, apodado “El Monstruo” y “El Rey de la Tortura”, asegura que cuando llegó a la base, Omar tenía en el pecho “un agujero por el que cabía una lata de cerveza”. Sostiene además que la acusación de asesinato es tan improbable como indemostrable. Algo que una investigación periodística ya había demostrado antes, como admiten también un par de oficiales del ejército estadounidense. Incluyendo el testimonio del psiquiatra argentino Raúl Berdichevsky, que trabaja en un centro de Toronto especializado en la atención de víctimas de torturas, A Ud. no le gusta la verdad... representa una exposición, completa y detallada, de cómo y para qué se instrumenta un interrogatorio ilegal. El interrogatorio al que se somete a Omar Khadr, como cualquier interrogatorio realizado bajo coerción, no aspira a la verdad, precisamente. De allí el título, tomado de lo que en un momento el propio Omar afirma a uno de sus interrogadores. La suma de indefensión y lucidez del muchacho, la comprensión de que no podrá salir de allí en tanto no confiese lo que sus carceleros quieren que confiese, su conciencia de ello, el modo en que la maquinaria que lo aprisiona busca aniquilarlo, lenta e inexorablemente: todo ello hace que, antes que un mero “caso de estudio”, el documental de Henríquez y Côté represente para el espectador una experiencia emocional devastadora e iluminadora.
Atroz testimonio desde Guantánamo Ventajas del cine alternativo. Apenas terminó el DocBsAs la Sala Lugones programó y estrenó (sólo hasta el domingo) una de las películas más concurridas de la muestra. Si se pudiera hacer lo mismo con el material de ciertos festivales, los productores tendrían el gusto de adelantarse un poco a los piratas, y machacar sobre caliente, vale decir, antes que el interés del público se enfríe. Bien por la Lugones. Aquí los autores de la obra son apenas conocidos: el chileno Patricio Henríquez («El lado oscuro de la dama blanca», sobre una nave usada como cárcel) y el canadiense Luc Coté («Operation Retour», sobre el estrés de los Cascos Azules). Pero el asunto es un imán para mucha gente: cuatro días de interrogatorio en Guantánamo, tal como son registrados por las cámaras de seguridad. Y si ya es vox populi que en ese lugar se burlan todas las leyes internacionales, la cosa llega a niveles de indignación cuando nos enteramos de algunos detalles. Por ejemplo, que el sujeto a interrogar era un chico canadiense de origen árabe detenido en 2002 a los 15 años de edad, herido, torturado, engañado por agentes de su propio país en confabulación con agentes norteamericanos, y obligado a declarar contra sí mismo, y contra toda evidencia a su favor, hasta recibir, mucho después, una condena de ocho años. Y allá no funciona el 2 x 1. Por suerte la grabación llegó a la Corte Suprema canadiense, y ésta habilitó su difusión pública. Así es como vemos, a veces en pantalla dividida, las alternativas de cuatro días de interrogatorio amablemente engañoso hasta derrumbar toda expectativa del chico. Junto a ese material básico se insertan comentarios de, entre otros, el ex canciller de su país, ex compañeros detenidos, el abogado militar, y hasta algunos torturadores que explican su trabajo en este caso. Lo peor de todo es el invento. Tiene razón el pibe cuando dice que sus interrogadores no quieren saber la verdad de los hechos, y encima uno de ellos coincide, comparando este trabajo con el de un vendedor de cualquier concesionaria. Lo que quieren es obtener una respuesta «positiva» del «cliente» para así llenar una planilla que justifique sus sueldos y el presupuesto del organismo al que representan. En suma, reconocer que no agarraron a nadie, o que distrajeron sus días con alguien totalmente ajeno a los hechos que se investigan, nunca es negocio para esta gente, ni en Guantánamo ni en la comisaría más próxima a su domicilio. Es fuerte (pero el actual abogado del chico, Dennis Edney, estuvo acá acompañando la película, y lo que contó es todavía más fuerte).
Dentro del marco del DocBaires, la muestra internacional de documentales que se realiza cada año en la ciudad de Buenos Aires, pudimos ver A Usted no le Gusta la Verdad, 4 Días en Guantánamo. En realidad este documental dirigido por Patricio Enriquez y Luc Côté, supera en un punto el aspecto de análisis cinematográfico pues la estructura fundamental se basa en tres videos confidenciales dados a conocer por tribunales canadienses...
Basado en un video secreto de siete horas captado por una cámara de vigilancia en una celda de Guantánamo y hecho público por los tribunales canadienses, este documental revela la dramática intensidad de un interrogatorio que duró cuatro días. Un equipo de la policía secreta canadiense somete a Omar Khadr, canadiense de 16 años de edad, a diversos métodos coercitivos. Conservando el estilo de una pantalla de seguridad, el filme analiza los aspectos científicos, legales y políticos de un diálogo forzado. En octubre de 2010, Omar Khadr fue condenado por una Comisión militar de Guantánamo como criminal de guerra. El film de Henríquez y Côté obtuvo numerosos reconocimientos internacionales en los principales festivales de cine documental, entre ellos el Premio Especial del Jurado del International Documentary Film Festival de Amsterdam (IDFA) y el Premio al Mejor Documental en el Festival It’s All True, de Sao Paulo. 24 únicas funciones La brutalidad sin fronteras Estuvimos en el DOCBSAS 2011. Excelente programación y algunas mesas más que relevantes. Una de ellas la realizada a propósito del caso de Guantánamo, compuesta por Adolfo Pérez Esquivel, Ana Caccopardo, el abogado Dennis Edney, Patricio Henríquez y Luc Côté los directores del film. Una posibilidad única y privilegiada de escuchar los testimonios sobre la prisión de Guantánamo, cárcel que EEUU creo en un territorio robado a Cuba, un espacio donde el tiempo no existe, salvo para sufrir los mayores atentados que se hayan podido ver de un hombre hacia otro, en este caso un niño. Allí no rige la ley, ni la norteamericana, ni el derecho internacional, por eso la brutalidad no tiene fronteras. Sólo existe un sistema de justicia militar, que no se adhiere a ningún tipo de legislación, que es autárquico para el uso y el abuso del poder. Los prisioneros no tienen derechos y son acusados de pertenecer al terrorismo internacional. Sí, como una bofetada de impunidad al mundo les permiten a los acusados una defensa, mediante abogados militares elegidos directamente por el pentágono, los que pueden ser acompañados por algunos abogados civiles. En el 2002 Omar Khadr, un niño canadiense de familia árabe de sólo 15 años fue detenido y hoy con 24 años todavía sigue allí. La razón por la cual permanece allí, sobre la cual no existe ninguna prueba concreta es la presunción de que Omar mató a un soldado de las fuerzas especiales estadounidenses en Julio de 2002, en Afganistán. Dennis Edney, un abogado canadiense viene trabajando en forma ininterrumpida en este caso, defensa que viene realizando con sus propios fondos económicos. Edney expresó que le era muy difícil describir sus pensamientos en estos casi 9 años, cuando fue contratado para defender a un niño-soldado declarado criminal de guerra, cuya acusación no cuenta con ninguna prueba concreta. “A medida que lo iba conociendo y conocía el infierno que lo rodeaba, me impresionaba la forma en que otros seres humanos pueden tratar a otros y cada vez que me iba me sentía como un padre entristecido. Mi defendido estaba en una de las tres cárceles secretas, tres complejos, con los que el gobierno de los EE.UU. cuenta para los interrogativos reservados. Celdas donde los presos están encadenados al piso, meses que no hablan con nadie. Muchas veces al mirarlo veía un niño muy herido, que ve con un solo ojo, que de hecho va en camino de perderlo y que tiene 4 o 5 heridas de bala en su cuerpo. He intentado hablarle haciéndole hincapié en la esperanza, mientras tanto voy de los tribunales canadienses, a los de EE.UU, que son muy diferentes. Seguramente en lo personal este viaje al horror me ha hecho mejor persona. Pero necesito herramientas legales, que no las hay. Hay mucha apatía y de hecho hay muchos detalles que no puedo hacer públicos, siendo uno de los pocos o el único civil que lo visita. Increíblemente en la Bahía hay muchas iglesias y siempre están llenas los domingos, y sin embargo las personas y los soldados que van allí parecen haber perdido la relación entre rogarle a sus dioses y el trato que les dan a estas personas. Luego de realizar las torturas se los promueve para ascender en Guantánamo y de allí el otro ascenso es Irán. En los últimos años he recibido muchas amenazas. Siempre la defensa dura un día y medio y es sin testigos. Cada cama es una celda de tortura y el sonido en el hospital es el grito de dolor de los heridos y torturados. Muchas veces cuando recuperan el conocimiento los obligan a pararse con los pies de punta, y cuando orinan usan su cabeza como trapo de piso, o ponen sus traseros desnudos en su cara y lo obligan a aspirar todo tipo de olores. Esas acciones degradan de otra manera”. Durante meses tuvo que pelear mucho para conseguir que la Corte Suprema de Canadá le ordenara al gobierno, que entregue documentos de miles de páginas en relación al interrogatorio a los cuales había sido sometido Kadr. De este modo obtuvo 7 horas de grabación en video donde los agentes del Servicio canadiense de inteligencia y seguridad sometían al niño a un interrogatorio. Este corresponde a los 4 días entre el 13 y el 16 de febrero de 2003. Donde fueron borrados tramos enteros de la banda de sonido por motivos de seguridad nacional. Una selección de estos es la base de un film que es casi obligatorio ver y donde claramente lo estético se subordina a todo lo que se desprende de lo expresado. El presidente Obama prometió el desmantelamiento de Guantánamo, que hasta el día de hoy no cumplió, probablemente porque no tiene el poder necesario para hacerlo. Pérez Esquivel expresó “que a los EE.UU. no les interesan las opiniones mundiales. Existe una violación sistemática a los derechos humanos, y tanto las cárceles de Irán, Turquía y Guantánamo obedecen a las mismas prácticas usadas por Bush y por Clayton. Todo es aterrador, aunque aquí se trata de un niño, que ahora tiene 25 años, donde cuenta la responsabilidad del gobierno de Canadá. Como sobreviviente de las torturas sabe como un hombre llega a esto y la forma en que lo hacen es a partir del consenso colectivo, es decir si todos actúan de la misma manera. Esto fue muy bien explicado por Silingo en Madrid respecto de la Argentina, donde él explicó como ese mecanismo le inducía a creer, que ese era el modo en que se podía escapar del Comunismo internacional, y cuando regresaban de tirar los cadáveres al mar, los recibían y les decían, que acababan de otorgarles una muerte cristiana”. Ana Caccopardo adhería agregando “que estos mecanismos eran los mismos utilizados en la segunda guerra mundial y que en este sentido la situación de estas personas es un agujero político que resiste, ya que no existen las leyes ni los derechos”. Los directores expresaban que “han hecho una película sobre Omar, pero podrían haber hecho una sobre otras personas maravillosas. Pero lo que más les impresionó de él fue la sabiduría y la ausencia del sentido de venganza. Y sobre todo el deseo de seguir viviendo, ya que los victimarios cada vez que alguien se suicida se lo plantean como una posibilidad aceptable, como un gesto para ser imitado en su situación, O cosas como hacer que se declare culpable con la promesa de dejarlo en libertad en 8 años, y comenzar avisándole de que para que esto salga, la burocracia necesita casi 2 años más”. Publicado en Leedor el 27-10-2011
A Ud. no le gusta la verdad: 4 días en Guantánamo narra el caso del canadiense Omar Khadr, prisionero menor de edad acusado de matar a un soldado norteamericano. El documental se estructura a partir de las grabaciones del interrogatorio de cuatro días al que un grupo de inteligencia canadiense somete a Khadr. Los directores no se conforman con contar con ese material impresionante, expuesto recientemente por los tribunales de Canadá, sino que alrededor de las grabaciones suman testimonios de líderes de organizaciones de derechos humanos que compartieron el presidio de Guantánamo y Baghrar (donde los soldados americanos les aplicaban torturas terribles a los sospechados de terrorismo), abogados y psiquiatras, entre otros. El resultado es una película que no confía en las durísimas imágenes a las que tiene acceso y que necesita facilitarle a su público un comentario siempre esclarecedor que complemente mientras sobreexplica lo que las grabaciones por sí solas alcanzan a describir perfectamente. Muchos entrevistados hacen las veces de meros comentadores que no aportan más que su indignación frente al interrogatorio de Khadr. La película se regodea con los padecimientos de Omar al tiempo que pretende mostrarse objetiva; en la escena en la que el prisionero llama desesperadamente a su madre, los directores operan un zoom sobre la imagen de baja calidad de la grabación y la multiplican por cuatro hasta que lo único que puede verse en la pantalla es al prisionero sufriendo. Mientras tanto, se intercalan testimonios que explican búrdamente que el hecho de llamar a su madre significa que Omar está quebrado, que ya no puede resistir más, que está experimentando una especie de regresión. Los directores hasta se atreven a hacer ver esas imágenes a su propia madre y hermana y exhiben sus reacciones de manera miserable y efectista frente a cámara. Lejos de pelear por la causa de Omar, la película pareciera más bien estar parasitando su figura, como si se lo redujera a un mero sujeto al cual se puede agotar mediante la psicología y la lástima; los directores se sirven de su víctima para perpetrar una película abyecta que no se detiene ante nada a la hora de conseguir el apoyo a su causa y el favor del público.
Una película de terror verdadero En la bahía de Guantánamo, el país más poderoso del mundo tiene una base militar con una prisión en la que las leyes norteamericanas, el derecho internacional y las normas básicas de la decencia no tienen lugar. Un verdadero “hoyo negro jurídico”, creado para detener indefinidamente a cualquier persona sospechosa de actividades terroristas y juzgarla por por “comisiones militares” creadas especialmente para eso, sin brindarle las garantías de mínimas de un juicio. El cine ha recreado algunas situaciones aberrantes que tienen lugar allí en películas como El camino a Guantánamo, de Michael Winterbottom. El periodismo ha dado a conocer imágenes, pero sólo aquéllas que el Pentágono le permite reproducir en las visitas que organiza con ese fin. Pero hasta ahora, nunca se había podido ver imágenes reales, sin filtros ni puesta en escena, de lo que pasa allí dentro. Y eso es lo que impacta tanto en el documental canadiense A usted no le gusta la verdad: 4 días en Guantánamo, dirigido por los cineastas Luc Côté y Patricio Henríquez, que abre la muestra internacional de documentales docBuenosAires. El film muestra el interrogatorio de dos agentes del servicio de inteligencia canadiense y una agente de la CIA a Omar Khadr, un chico nacido en Toronto, hijo de un egipcio vinculado con Al Qaeda y muerto en combate en Pakistán. En 2002, con sólo 15 años, Omar fue apresado por el ejército estadounidense, acusado de matar a un soldado durante un combate en Afganistán. Fue torturado en la prisión de Bagram, en Afganistán, y luego trasladado ilegalmente a Guantánamo. El interrogatorio de cuatro días tuvo lugar en 2003, cuando Omar tenía apenas 16 años. Las imágenes, tomadas por las cámaras de vigilancia de la prisión, provienen de un video secreto de siete horas hecho público por la Corte Suprema de Canadá a partir de un pedido de los abogados defensores de Omar. La defensa de los presos de Guantánamo está a cargo de abogados militares designados por el Pentágono, pero se permite que abogados civiles asistan como consejeros. El abogado civil de Omar, Dennis Edney, enfrentó todo tipo de obstáculos para defender a Omar y tuvo que hacerse cargo él mismo de todos los gastos del proceso, sin ninguna asistencia del gobierno canadiense. La grabación en VHS de las cámaras de vigilancia permite ver a Omar esposado y vestido con el típico uniforme naranja, sentado en una silla, escuchando y respondiendo a los interrogadores. El documental está estructurado en cuatro partes, que corresponden a los cuatro días que duró el interrogatorio, y también a los distintos momentos que atraviesa esa relación intensa y fugaz. Si al principio el chico creía que sus compatriotas estaban ahí para ayudarlo, al segundo día se da cuenta de que el objetivo no es ése, sino sacarle información que pueda servirle al ejército estadounidense. “El interrogatorio parte siendo muy cordial y poco a poco se transforma en una tortura psicológica que culmina con un estado de regresión de este muchacho, que en un momento lo único que hace es llorar y pedir por su madre”, señala Henríquez, que está de visita en la Argentina junto con Côté para presentar la película. Las imágenes del interrogatorio se intercalan con entrevistas a abogados, funcionarios canadienses, psiquiatras, compañeros de cárcel de Omar y hasta a un soldado norteamericano, Damien Corsetti, apodado “el monstruo” por su comportamiento en Bagram. La fuerza de la película reside sobre todo en la autenticidad del material. No se trata, como en otros casos, de un relato oral ni de una reconstrucción. El film ofrece al espectador la posibilidad –improbable e impensada– de espiar un interrogatorio marcado por la ilegalidad. “Lo que se ve aquí es lo que pasa al interior de la prisión. Ahí se está desarrollando algo que es absolutamente cierto y a los personajes que intervienen en este diálogo forzado no les importa la presencia de la cámara, se olvidan o la ignoran; entonces hay un registro autentico de técnicas de interrogatorio que son terribles”, observa Henríquez. Los que manejan los códigos del cine de terror saben que todo aquello que acecha pero no se ve se vuelve aún más terrorífico que lo que se muestra. Y en esta película, que no es precisamente el producto de la imaginación de un guionista, las imágenes borrosas en las que apenas se logra entrever a los interrogadores –cuyos rostros además fueron tapados digitalmente con círculos negros por alegados motivos “de seguridad” de la agencia de inteligencia canadiense– son muy potentes. Lo mismo pasa con ciertos pasajes sonoros del video, también eliminados. La inclusión de esos fragmentos sin audio potencia la sensación de terror. ¿Qué es lo que le dicen? ¿Qué otras cosas, peores que las que ya escuchamos, son capaces de decir? La sola mención de Guantánamo se asocia a los tormentos físicos. Pero esta película se concentra en un aspecto más sutil y perverso: la crueldad psicológica. Uno de los momentos más sorprendentes es aquel en que Omar el muestra a los interrogadores las heridas que le quedaron por la tortura a la que fue sometido y ellos niegan la evidencia física que tienen frente a sus ojos, respondiéndole que él está bien. “Se produce un diálogo en el que los agentes parecen tener una verdad en su cabeza y todo lo que el niño les diga que no corresponda a esa verdad es descartado”, señala Henríquez. De ahí la frase de Omar de la que proviene el título: “A usted no le gusta la verdad”. Durante el interrogatorio, Omar sostiene una y otra vez su inocencia. El año pasado, la Corte Suprema canadiense juzgó que los agentes canadienses había violado los derechos de Omar al interrogarlo en Guantánamo. Y aunque no había pruebas concluyentes en su contra, el año pasado el chico se declaró culpable para cumplir una pena máxima de ocho años y evitar una sentencia de 40. Ello a pesar de que, cuando ocurrieron los hechos, Omar era un niño-soldado, y como tal las el derecho internacional establece que debe ser protegido y rehabilitado y no puede tener el mismo trato que un adulto. Omar es el primer niño condenado por crímenes de guerra desde que este delito fuera definido por el tribunal de Nuremberg al término de la Segunda Guerra Mundial. Pero en este caso, ni la verdad ni los derechos de un niño importan demasiado. ? El documental se exhibirá el 13 y el 15 de octubre a las 19:30 en la Sala Leopoldo Lugones. El viernes 14 a las 12:30 habrá una mesa redonda sobre el film en la misma sala, con la participación de los realizadores y de Adolfo Pérez Esquivel, entre otros.
Documental dirigido para crear consciencia sobre un particular caso de abuso del poder que, con una edición acertada y una dirección que se preocupa por que cada situación se entienda, logra convertirse en una interesante, reflexiva e intensa experiencia que no dejará indiferentes a los espectadores.