Desde lo más íntimo. Cristian Arriaga es el director y guionista de este documental que retrata en primera persona los testimonios de vida y lucha de diez abuelas de plaza de mayo. Ellas son: Estela de Carlotto, Delia Giovanola, Sonia Torres, Ledda Barreiro, Rosa Roisinblit, Ángela Barili, Aída Kancepolski, Berta Schubaroff, Buscarita Roa y Emilce Flores. En Abuelas seguimos el testimonio de cada una de estas mujeres. Nos cuentan sobre su vida, sobre sus padres. Nos cuentan sobre su primer beso, su primer amor; la llegada de su primer hijo. En cada una de las miradas podemos ver el apego a los recuerdos atesorados, los días antes del último golpe de estado. Y es justamente al mencionar la fecha del 20 de marzo de 1976, cuando algo en su mirada cambia y de repente comprendemos como espectadores que estamos por presenciar el dolor. Es entonces cuando la angustia de los diferentes relatos se apodera de la película. Las abuelas una vez más se enfrentan, esta vez frente a cámara, a recordar y repasar los últimos días que escucharon las voces de sus hijos e hijas. Ellas mismas nos cuentan el momento en que recibieron la noticia de que serían abuelas. Nos hacen participe de sus recuerdos y, por ende, de su inevitable tristeza. Abuelas es una película que repasa no solo un momento determinado, sino que se decide a cubrir el pasado, el presente y el futuro de esta asociación. Cómo era la situación de estas mujeres antes de formar el movimiento, cómo fue comenzar a movilizarse en Plaza de Mayo, cómo era su trato con los militares, cómo era su situación en el trabajo, etc. El director Cristian Arriaga sabe cómo componer, dado la enorme cantidad de registro, una narración uniforme de los hechos y de las miradas de estas mujeres para ir tejiendo esta película. Abuelas se puede comprender como un recorrido temporal en primera persona sobre posiblemente el hecho más aterrador que ocurrió en el país. Y lo consigue realizar de buena manera, sobre todo llegando al final de la cinta. Si bien por momentos algunos altibajos rompen con el ritmo otorgado desde un comienzo, no llegan a perjudicar el camino que la película decide tomar. Este es un film que de poco sirve reseñar o dar critica según sus tecnicidades o por su composición general; solo queda apreciar la oportunidad de escuchar. De escuchar y comprender, que lo que sucedió una vez en este país, jamás puede volver a repetirse. Nunca más es nunca más.
“Abuelas” de Cristian Arriaga. Crítica Una lucha pacífica y llena de amor. El documental repasa la historia de las Abuelas de Plaza de Mayo contada por ellas mismas mediante testimonios, donde recuerdan sus vivencias en la lucha por la aparición de sus nietos desde diferentes lugares y asimilando el daño que les provocó el terror implantado por la última dictadura cívico-militar en la Argentina. Una línea del tiempo con los principales actos de estas mujeres que transformaron el dolor en un sentimiento compartido. ¿Qué significa la aparición de un nieto? ¿Cuáles son los pensamientos de las abuelas? Cristian Arriaga sentó frente a cámara a Rosa Roisimbeit, Sonia Torres, Aída Kancepolski, Emilce Flores, Buscarita Roa, Ledda Barreiro, Estela de Carlotto, Ángela Barili, Delia Giovanela y Berta Schubaroff. Todas ellas fueron las abuelas que prestaron su palabra y relataron los hechos que vivieron desde el 76’ hasta la actualidad. El trabajo que llevaron adelante durante décadas por los derechos humanos, para recuperar a sus hijos y nietos. La resistencia, el dolor y el amor fueron los motores que encendieron para poder llegar a la verdad y encontrar los familiares desaparecidos de todas. Porque ellas mismas se autodenominan “las abuelas de todos”. Algunas encontraron sus nietos y otras los siguen buscando. En la película hablan de su infancia, sus romances y detallan como fueron armando su historia. El primer novio, los besos que les robaron y el amor de su vida. A qué se dedicaban, cuál era su vocación y con qué mundo soñaban. Se abrieron y contaron como eran sus hijos, la militancia, describieron la juventud de los años 70’ y reconstruyeron los secuestros. Esos días donde cambiaron sus vidas por completo y para siempre, a manos de las fuerzas armadas que sembraron terror desde el estado. El denominado “Proceso de reorganización nacional” que se llevó por delante una generación llena de convicciones, concretó lo más aberrante, espantoso y vil. Muchas de esas jóvenes eran mujeres embarazadas. Una etapa oscura y colmada de maldad. Lo que duele no se olvida. Las abuelas recitan y rememoran con exactitud de fechas los sucesos. Las últimas visitas, llamados y cartas recibidas. La destrucción de su familia las marcó para siempre. Los capítulos de sus experiencias llevaron a narrar situaciones límites frente a represores. La importancia de su organización. Las conquistas que trajo aparejado el retorno de la democracia. El apoyo externo de organizaciones de derechos humanos europeas cuando la feroz dictadura le daba la espalda y pegaba donde más dolía, con cinismos y mentiras. La ronda de los jueves y la recopilación de momentos en los que se fueron uniendo para montar una estructura histórica, creada por mujeres, que también tuvo que lidiar con el machismo. La misión continúa, hay mucha tarea por delante y les dejan una vara altísima a las generaciones que vienen en Abuelas de Plaza de Mayo. Ellas lo lograron con amor, soportando las fisuras y el dolor eterno. Reconquistándose con cada nieto recuperado. Un vínculo entre dos personas que no se conocían, pero que latían dentro de un mismo corazón. Una bandera bien alta, el pañuelo blanco en la pirámide de mayo. La búsqueda de la paz es la memoria, verdad y justicia. Trailer Oficial:
Entrañable relato de y por las Abuelas de Plaza de Mayo a partir de anécdotas y el recuerdo vívido de les hijes que no están, pero que siguen viviendo y latiendo en sus cuerpos como el primer día.
Cristian Arriaga toma las mejores decisiones para su película. Cuando la historia de las Abuelas de Plaza de Mayo parecía ya haber sido contada en todas sus aristas, la voz de cada una de ellas emerge en primera persona para recorrer su pasado y presente, el de la búsqueda de sus nietos pero también el de su legado. La conciencia de la película Abuelas, que Arriaga erige con inteligencia, es la del paso del tiempo, la de la vejez de todas aquellas mujeres que caminaron en la plaza para luchar por el encuentro con sus nietos secuestrados, la de la memoria que se inscribe en sus cuerpos pero que aspira a prevalecer en el futuro. Arriaga entrevista a las principales referentes de Abuelas de Plaza de Mayo sobre un fondo blanco despojado, apenas con el sonido de sus voces y su respiración. Cuentan quiénes son, dónde nacieron, recuerdan su infancia, sus romances de zaguán, sus trabajos y profesiones, el nacimiento de sus hijos. Los testimonios son emotivos porque son honestos, y la cámara respeta sus tiempos, sus inflexiones, sus silencios. Rosita Roisinblit intenta recordar la palabra que su marido pronunció cuando nació su hija; Estela de Carlotto afirma que llamaron Laura a su hija por la Laura de la película de Gene Tierney. Sus historias, las alegres y las desgarradoras, no tienen vestiduras, ni imágenes de archivo, ni música invasiva, solo esa única presencia que le da su cuerpo y su voz. Abuelas consigue que esos relatos que son propios sean también compartidos, que sean inmortales en las imágenes, en la esperanza de aquellas que todavía no hallaron a sus nietos, en la convicción de la continuidad de ese espíritu de lucha cuando ya no estén.
Un documental sentido y emotivo Ala hora de ver Abuelas, el documental de Cristian Arriaga, recordé algo que suelo pensar respecto de los documentales relacionados con momentos históricos, aún más en lo referido a temas tan pesados y dolorosos como la dictadura y los desaparecidos, y es que suelen ser complejos de abordar. Un inicio pleno de símbolos simples pero punzantes y efectivos, acompañados de una voz en off en plan tanto emocional como didáctico, plantea de ese modo establecer el contexto en que Abuelas de Plaza de Mayo se constituyó como asociación. Los diversos testimonios de muchas de las integrantes de la agrupación (llamativamente, y muchas de ellas lo remarcan, se ven más jóvenes de lo que son en realidad; algo del deseo de vivir que anida en ellas, tal vez) hacen hincapié, en un principio, en la historia de cada una de estas mujeres, logrando un acercamiento desde un lugar fuerte, que implica hacer historia sobre las raíces, y amplía la idea y la congoja de lo que pudo ser y no fue, que también significó una ruptura en la construcción de un país a partir de quienes lo construyen. Los testimonios respecto de los propios orígenes y la identidad (con todo lo que ello implica) generan ternura y emoción por la simpleza del recuerdo de un tiempo que nunca se olvida, en boca de Estela de Carlotto, Delia Giovanola, Sonia Torres, Ledda Barrreiro, Rosa Roisinblit, Ángela Barili, Aída Kancepolsky, Berta Schubaroff, Buscarita Roa y Emilce Flores. La calidez de la narración hace cercanas a cada una de las abuelas al espectador. Imposible no sentir. Estela es casi la única que se anima a decir que la persecución política comienza durante el gobierno de Isabel. Abuelas es, en definitiva, un documental sentido y emotivo respecto de historias que pueden ser comunes a muchos de nosotros. Todo está allí, al alcance de la mano. Y del corazón.
Conmueve profundamente el tributo de Cristian Arriaga a las Abuelas de Plaza de Mayo, que ingresará mañana jueves al circuito de exhibición online a modo de pre-estreno mundial. Abuelas a secas se titula esta «película sobre (y con)» –reza el afiche– las mujeres imbatibles que siguen buscando y encontrando a sus nietos apropiados por los verdugos del Estado terrorista que (des)gobernó a la Argentina entre 1976 y 1983. El film emociona a partir de un trabajo a priori sencillo: entrevistar en un mismo espacio, con una cámara fija a la misma altura, a diez miembros de la asociación creada en 1977; hilvanar los testimonios con la intención de convertirlos en engranajes de un relato colectivo; prologar el compendio con un breve repaso de antecedentes y entretelones de la dictadura más brutal y perversa en la historia de nuestro país. La dedicatoria al comienzo del largo –A mi amada abuela Elvira, a quien siempre tuve y quien siempre me tuvo– adelanta la naturaleza afectiva y afectuosa de este homenaje. De hecho, cuando interviene durante el rodaje, el realizador guaminense se comporta como un nieto respetuoso, cariñoso, por momentos pícaro con las entrevistadas Estela de Carlotto, Rosa Roisinblit, Delia Giovanola, Sonia Torres, Ledda Barreiro, Buscarita Roa, Ángela Barili, Emilce Flores y las recientemente fallecidas Berta Schubaroff y Aída Kancepolski. Con este interlocutor amoroso, las Abuelas adoptan por un rato la inicial minúscula y se convierten en entusiastas relatoras de anécdotas de infancia y adolescencia, narradoras únicas de ese pasado remoto que fascina a algunos integrantes de las nuevas generaciones. Mientras el micrófono registra esa evocación nostálgica, la cámara captura la mirada luminosa de estas mujeres cuyas edades, en tiempos de filmación, oscilaban entre los setenta y noventa-y-tantos años. Arriaga se revela como un entrevistador atento a las palabras y los gestos de sus interlocutoras, y respetuoso de la necesidad de callar ante la irrupción de los recuerdos más dolorosos. Como sucede en otras circunstancias, aquí también algunos silencios son más elocuentes que las declaraciones. El encuentro con estas diez abuelas generó el material casi excluyente del film; de hecho las entrevistas sólo conviven con la recreación del prólogo que el realizador co-escribió con Osvaldo Bayer, y que Liliana Herrero lee en off. La sucesión de primeros planos y planos medios acordados a «cabezas parlantes» podría fastidiar a los espectadores gustosos del cine documental que despliega otros recursos narrativos, por ejemplo recortes de publicaciones, extractos de noticieros, ficcionalizaciones con actores o animaciones. Sin embargo, el montaje a cargo de Arriaga y de Juan Carlos Macia consigue que los testimonios cautiven más allá de preferencias y expectativas. Abuelas evita dos destinos posibles para una propuesta audiovisual de estas características: la pieza institucional y la reconstrucción histórica. En cambio, se acomoda bien entre las películas que auspician el (re)descubrimiento de referentes en principio harto retratados y por ende conocidos. Arriaga también compuso la canción central del largometraje –Abuela, en singular– que León Gieco entona con Raúl Porchetto y Gustavo Santaolalla, y que acompaña el desarrollo de los créditos finales. De esta manera el nieto cineasta de Doña Elvira les rinde un homenaje doble a nuestras Abuelas con inicial mayúscula.
Ella nos mira ya desde la verdadera realidad de su rostro (“La abuela”) Impresiona la tanta emoción contenida en la ópera prima de Cristian Arriaga. Además esta no se desvía hacia el llanto fácil. De hecho apenas al final, llora solo Ledda Barreiro, una de las diez mujeres entrevistadas, fundadoras de la asociación Abuelas de Plaza de Mayo. El propio realizador respeta su fragilidad y le pregunta fuera de campo si quiere parar la grabación. Rosa Roisinblit, Ángela Barili, Sonia Torres, Aída Kancepolski, Emilie Flores, Buscarita Roa, Ledda Barreiro, Estela de Carlotto, Delia Giovannola y Bertha Schubaroff nos templan a la hora de narrar las desapariciones y reencuentros de sus familiares cercanos. Su entereza brinda una aceptación saludable frente a los dolores. Lucas Pérez, dp y camarógrafo, aprovecha la personalidad tras cada rostro sin recurrir a primerísimos primeros planos. En ellas no hay resignación como tampoco autoengaño ni condescendencia. Además como revela Torres, hay una necesidad terapéutica de saber qué les pasó exactamente a sus familiares desaparecidos hace más de cuarenta años incluso si no llegan a reencontrarlos en el resto de sus vidas. Arriaga cumple casi por completo tal necesidad testimonial. Sin el prólogo de pocos minutos de duración, toda la obra constaría de ellas hablando en dos planos y un formato de la imagen que brinda equilibro. Esta confianza en las narraciones de sí mismas junto con la dirección de fotografía brinda una calidez ambigua a la manera de ser de estas mujeres. Por un lado, su cercanía tan franca nos desgarra como espectadores que solo podemos imaginar los tormentos de sus vidas en medio de la dictadura cívico militar. Por otro, la calma incluso sonriente en algunas permite una reconciliación íntima frente a estas historias traumáticas. Por esto mismo, el prólogo escrito por Osvaldo Bayer y Arriaga atenta contra la claridad narrativa latente en las diez entrevistadas. La narración de Liliana Herrero viene a presentar con excesos literarios a abuelas que como mostrará el resto de la obra, no necesitaron de poses ni de palabras de otros antes que las suyas y las de sus aliadas. Incluso si creemos que estas imágenes iniciales introducen un símil de que las abuelas son como un puente entre la historia de un país y una familia, esto ya se podría ver con el título. Abuelas, así sin determinarlas a una plaza o un país, nos invita a escucharlas como raíces de una genealogía. Y en este sentido, no puede ser fortuito el “así” pronunciado en el prólogo, coincidente con un plano detalle de la tierra. Esta complicidad con las entrevistadas se ve además distraída con ciertas decisiones de montaje. Hay cortes constantes de plano medio a primer plano. Además ciertos efectos sonoros ejemplifican lo narrado por estas mujeres, como redundando en la fuerza de sus voces y la capacidad de nuestra imaginación. Algunas interrupciones abruptas en sus testimonios no concatenan sus alianzas con las otras narradoras. De todas maneras, su desahogo cuando cuentan las desapariciones de sus hijas y los reencuentros con sus nietos nos conduce a una sutil catarsis o la posibilidad de esta. Al final, la autoría de Arriaga sobre su obra como director, co-guionista, productor ejecutivo, montajista y diseñador de sonido, está presente también en la canción “Abuela” de los créditos finales. En ella también participaron Oscar Giunta, Ricardo Mollo, Nahuel Antuña, Gustavo Santaolalla y Montoya Carlotto. De haber delegado por lo menos el montaje en otras manos, la complicidad de estas abuelas sería más efectiva como lo ha sido en la vida cotidiana y la necesidad de contexto se afianzaría más allá de lo técnico.
Memorias de vida La película de y con las Abuelas de Plaza de Mayo funciona como homenaje tanto para las fundadoras e integrantes de la asociación como a la inmensa labor que llevan a cabo a diario a sus noventa años de edad. El documental de Cristian Arriaga se limita a filmar los testimonios de las abuelas Estela de Carlotto, Sonia Torres, Ledda Barreriro, Delia Giovanola, Buscarita Roa, Rosa Roisimblit, Ángela Barili, Aída Kancepolski, Emilce Flores y Berta Schubaroff, sus historias de vida antes y después del hecho que las marco y convirtió en símbolo de la sociedad argentina. No hay imágenes poéticas o búsqueda cinematográfica, sino la convicción de que sus relatos deben ser grabados para la posteridad. Un breve prólogo introduce el contexto histórico que ya todos conocemos, la dictadura cívico militar y el terrorismo de Estado que hicieron desaparecer a sus hijos y nietos, y la noble búsqueda realizada desde entonces. Lo que sigue son ellas sobre un fondo gris, apenas con un audio desplegado para remarcar el momento de quiebre en sus vidas, contando sus memorias, de su infancia, de su dolor, y de su lucha, incansable y admirable para lograr recuperar la identidad de sus nietos. La canción 'Abuela' con la participación de León Gieco, Raúl Porchetto, Gustavo Santaolalla, Ricardo Mollo e Ignacio Montoya Carlotto, sobre un diseño que emite al mítico recorrido de los jueves en la plaza, cierra el alegato de las abuelas, en una película que a nivel información no aporta nuevos datos, simplemente tiene el valor de un testamento audiovisual. Un testamento que clama por memoria, verdad y justicia, ni más ni menos.