Amanecer en mi tierra – Lihuntun Inchin Mapu es el título completo del nuevo largometraje de Ulises de la Orden. La voz mapuche nombra un barrio intercultural ubicado en la ciudad neuquina de San Martín de los Andes, cuyo proceso de construcción fue documentado por el también autor de Chaco, Mujer entera, Desierto verde, Tierra adentro, Río arriba. Dos interpretaciones de esta famosa canción de Alfredo Zitarroza acompañan la reconstrucción del proyecto que emprendieron la organización Vecinxs Sin Techo y la comunidad mapuche Curruhuinca. “No hay revoluciones tempranas, crecen desde el pie” escribió Zitarroza, y el verso parece a medida de esta fusión ciudadana que de a poquito conquistó hitos sin precedentes en la historia de la lucha popular por el derecho a una vivienda digna: reclamo de un lote de más de cuatrocientas hectáreas en manos del Ejército y en una localidad turística, a merced de grandes negoci(ad)os inmobiliarios; sanción de una Ley Nacional que habilitó el usufructo habitacional de ese terreno; planificación y realización de la construcción de un barrio popular en forma cooperativa y con criterio ecológico. De la Orden le dedicó seis años al registro de esta iniciativa inspiradora, sin caer en la tentación de romantizarla. Al contrario, el realizador muestra los entretelones de un proceso atravesado por desacuerdos, discusiones, amagues de renuncia, contradicciones y algunas desilusiones. Su largometraje se sitúa más cerca del trabajo de campo antropológico que del documental ortodoxo que recrea una porción de realidad con el testimonio formal de sus protagonistas. El realizador porteño se concentra en las instancias planificadora, desarrolladora y difusora del proyecto. Por eso les presta especial atención a las asambleas convocadas para ratificar o corregir el rumbo del proyecto y para resolver problemas coyunturales, a los trabajos en marcha, a las acciones destinadas a recaudar fondos para cubrir los agujeros presupuestarios que derivan de los atrasos del Estado a la hora de cumplir con el cronograma de financiación. En su nuevo documental, De la Orden consigue –algo infrecuente– retratar a un sujeto colectivo en un tiempo prolongado: no sólo a lo largo de los seis años invertidos en la película sino desde los primeros pasos que los Vecinxs sin Techo dieron mucho antes, en abril de 2004. Además de acertada, la decisión de sintetizar una década y media de historia con segmentos del programa de una radio comunitaria resulta afín al espíritu de este largometraje. Amanecer en mi tierra transmite admiración por los impulsores del Lihuntun Inchin Mapu. Por si les faltara elocuencia a las imágenes capturadas y articuladas, están la melodía y los versos que Zitarroza grabó a mediados de los ’80, cuando regresó de su exilio a Montevideo.
Todo a pulmón Nada ni nadie puede detener la concreción de una organización sustentada en base a la solidaridad, el compromiso y orientada al bien común; más aun cuando ésta se cimienta sobre bases genuinas de autenticidad en el reclamo y necesidades impostergables. En Amanecer en mi tierra - Lihuntun Inchin Mapu (2018), Ulises de la Orden, nos entrega un documental basado en el resultado de la unión entre "Vecinos Sin Techo" y el "Lof Mapuche Curruhuinca". La utopía de recuperar las tierras y usufructuarlas en base a un modelo sustentable y a un acuerdo de convivencia pacífica entre vecinos y mapuches; se cristaliza hoy en un proyecto de doscientas cincuenta viviendas, de las cuales ya se construyeron más de cincuenta. Además, la colaboración de expertos en la materia se refleja en el tipo de tecnologías aplicadas al desarrollo de este proyecto habitacional. El estilo del director, personal e informal, logra incluirnos en el debate, donde presenciamos en primera persona la lucha del pueblo, además de ciertas cuestiones coyunturales. A través de una entrevista en la Radio Comunitaria de San Martín de los Andes, intercala en el desarrollo, vivencias, conflictos y la vida austera de quienes deben lidiar con un clima hostil, además de los bellísimos paisajes del lugar. La cultura marginal se traduce aquí en un círculo vicioso, alejando al hombre de la dignidad, que es justamente lo que necesita un sistema opresivo para seguir funcionando. Estas agrupaciones representan un estorbo para ciertos políticos y desarrolladores inmobiliarios. Quizás el mensaje principal que desea transmitir el director, -y respiramos cuando, al llegar la noche, contemplamos un enorme cielo despejado, lleno de estrellas que auspician una luz en el camino-, es hacernos partícipes de los logros obtenidos con muchísimo esfuerzo y trabajo, puesto que en ningún momento se realizan entrevistas o algún integrante de la cooperativa mira a cámara; con lo cual, sentimos el efecto de vivir junto a ellos todos los altibajos, aciertos y desventuras de este emprendimiento. Como toda gran familia, existen peleas y discusiones, pero llegado el momento de necesitar al otro, la unión se constituye en un gran puente que vence las diferencias. Ambos grupos tienen mucho que aprender del otro y aman su tierra, porque en definitiva, deben luchar por sus derechos, lidiando con los mismos obstáculos. "A través de los pobres, los poderosos se hicieron ricos", triste pero contundente realidad de la cual esta cooperativa decidió ser consciente, transitando el camino de espectadores, a actores de su destino.
Con epicentro en San Martin de los Andes, uno de los lugares turísticos más importantes de la Patagonia Argentina, el séptimo film de Ulises de la Orden se ocupa de la historia de la recuperación que viene haciendo la organización "Vecinos sin techo" de 400 hectáreas en poder del Ejercito y la posterior construcción de viviendas. El conflicto entre el negocio inmobiliario, las decisiones políticas y la falta de tierra para un sector de la población, el documental elige el modo observacional y lo que comienza a relatar desde los casos particulares lo va convirtiendo en un sistema colectivo. El desarrollo de las asambleas populares y las decisiones sobre la construcción de viviendas sociales con materiales de ultima generación, los tendidos de cables eléctricos, el reparto del trabajo de organización en base a la idea de interculturalidad, la reunión con los concejales, las discusiones micro y macro van conformando un universo que De la Orden se preocupa en geosituar en el contexto actual de las cooperativas dejadas de lado por los gobiernos locales y nacional. El documental es correcto, emotivo en cierto sentido, sin jugarse a grandes sorpresas, y lo que vemos es una sucesión de de dificultades que se presentan oralmente y que sirven de hilo narrativo. Aunque siempre resulta importante conocer las empresas comunitarias y cooperativas que suceden en nuestro país. Estreno jueves 30 de mayo en el Gaumont Dos únicas funciones en el Centro Cultural San Martín Martes 4 y 11 de Junio – 20hs En el marco del Ciclo DocuMartes Organizado por ADN
La organización Vecinos Sin Techo y la comunidad Lof Mapuche Curruhuinca se unieron con el objetivo de recuperar ciertas tierras que estaban bajo la administración del ejército en un Parque Nacional en San Martín de los Andes. Es así como obtuvieron 400 hectáreas en un sitio que se sustenta principalmente por el turismo, donde los bienes naturales están cada vez más restringidos. Su objetivo es construir 250 viviendas, alcanzando nuevos niveles de organización y dignidad. A través de un documental observacional, de la Orden lleva a la pantalla el proceso de construcción de casas de forma cooperativa. Es así como sigue a los vecinos mientras realizan las tareas de la creación de este barrio social y ecológico, cómo manejan los materiales, montan las estructuras, generan calles. Pero no solo se detiene en los avances y en la concreción del sueño, sino también aborda las distintas problemáticas, dudas e incertidumbres que van surgiendo a lo largo del camino, sobre todo las relacionadas al financiamiento y las cuales involucran al Estado. Esto se ve plasmado principalmente a través de asambleas donde se analizan las distintas situaciones y se evalúan los inconvenientes para encontrar soluciones al respecto. Es allí donde podemos observar los valores de los vecinos y la comunidad, quienes forman una gran familia que se sustenta en base al respeto, el trabajo, el esfuerzo, el deseo por progresar. Gracias al trabajo del director y a la elección de este tipo de documental, donde la cámara es una mera observadora y no existe ninguna intervención exterior o ninguna mirada a cámara que pueda hacernos perder el foco, el espectador se incorpora a la historia como un personaje más dentro de la comunidad, logrando empatizar con los actores sociales. Es una cinta emotiva por mostrar las frustraciones y los logros que nos hacen tan humanos. La naturaleza y el paisaje tienen una importancia fundamental, sobre todo por el lugar que ocupa no solo para la comunidad sino para todos aquellos que van al sur en busca de negocios o turismo. Los diálogos se intercalan con estas vistas tan hermosas como alejadas, que proporcionan también más inconvenientes. La música también acompaña a generar el clima deseado, sobre todo hacia el final que le agrega una cuota de emotividad al relato. En síntesis, “Amanecer en mi tierra” es un documental efectivo que logra plasmar de una manera emotiva el esfuerzo y la lucha de los Vecinos Sin Techo y la comunidad Lof Mapuche Curruhuinca, que buscan no solamente un lugar donde vivir sino dignificarse comos seres humanos a pesar de todas las dificultades. La trama se beneficia sobre todo por la mirada de su director y la correcta elección del género observacional.
La dignidad de los nadies. En este documental de Ulises De la Orden la palabra sustentable no suena a utopía. La realidad indica que cuando se piensa en sustentable, entran en juego tantos factores adversos que lejos de acompañar proyectos interesantes dividen, corrompen o al menos desaniman a sus artífices. La interrelación entre vecinos y un pueblo Mapuche bajo la consigna de una cooperativa que necesita fondos del Estado Provincial para llevar a cabo un plan de viviendas, sustentable, agita lazos de solidaridad entre pares y el compromiso de terminarle al otro la casa antes de empezar por la propia. Sin embargo, cuando entra la política en el juego todo se desmadra y así comienzan las tensiones entre la paciencia que se agota, las prioridades individuales por encima de las colectivas y las aristas invisibles de todo proyecto de convivencia entre grupos de diferentes culturas. Esa página al pie del proyecto, ese relleno de lo cotidiano, con discusiones e intercambio de estrategias comunitarias para paliar adversidades, es el condimento fuerte del documental. Sin ánimo didactista ni panfletario, Ulises De la Orden planta una cámara en un terreno fértil, el de las relaciones de los grupos humanos, otorga voz a “los nadies” que no pierden la dignidad y expone sin subrayados la enorme brecha entre la clase política, su insensibilidad y lo que es peor su capacidad perversa de prometer aquello destinado a jamás cumplirse cuando eso es más cruel que decir la verdad; que exponer sin pelos en la lengua que la política es la negociación constante de intereses ajenos al común de la gente.
En el barrio Lihuntun Inchin Mapu de San Martín de los Andes sus habitantes, a través de la organización Vecinos sin Techo y de la comunidad mapuche Curruhuinca, concretaron un proyecto tan ambicioso como necesario: construir sus casas de modo autogestionado y poder así tener el sueño de la vivienda propia. El director Ulises de la Orden logró un documental que registra, con pasión y ternura, las asambleas, los avances, las dudas y las críticas al poder político en que se vieron empeñados esos hombres y mujeres para salir adelante en esa empresa tan rica como compleja. El film constituye una mirada fundamental a la hora de inspirar iniciativas similares no solo en la Argentina, sino también en toda América Latina.
Amanecer en mi tierra está filmada en el barrio de Lihuntun Inchin Mapu. El film el proceso de construcción de casas de modo autogestivo en San Martín de los Andes, en un proyecto conjunto entre la organización Vecinos Sin Techo y la Comunidad Mapuche Curruhuinca. La película cuenta esa lucha contra los emprendimientos turísticos de uno de los lugares más bellos de la República Argentina. Lo mejor que tiene la película es mostrar las discusiones internas de las asambleas, mostrando genuinas diferencias, ideas expresadas sin la manipulación de esta clase de documentales. Pero también la tendencia a criticar mucho el presente se deshace cuando finalmente se logran los objetivos que se mencionaba minutos antes que ya no eran posibles. La bajada de línea política parece definitiva y sin embargo al final las cosas en ese contexto tan terrible igualmente avanzan. O no eran tan terribles o se quiso tirar contra el presente para defender el pasado. Los valores de realismo que tienen los momentos ya mencionados igual le dan a la película –limitada estéticamente- cierto interés y dignidad.
Este documental de Ulises de la Orden muestra todo el proceso de construcción de una verdadera utopía. La unión de Vecinos Sin Techo y el Lof Mapuche Curruhuinca logró por una ley nacional que les entregaran 400 hectáreas que están bajo la administración del ejército, en propiedad mancomunada, para construir 250 viviendas. Un mezcla de aceptación multicultural y cooperativismo que el director muestra desde adentro. Con las escenas de los trabajos y los días, y las discusiones de las asambleas donde quedan registrados desde los sueños y los enojos, discusiones, los problemas de convivencia y las discusiones prácticas e ideológicas. Y además, la manera de construir, con paneles y adobe, respetando el bosque, diseñando los accesos, buscando recursos que no agredan a la naturaleza, sustentables. Un muy interesante trabajo que vale la pena conocer.
Profunda reflexión sobre deudas pendientes. Ulises de la Orden analiza a partir de un proyecto habitacional, en el que convivirán las culturas de los pueblos originarios del sur y la dominante, la decadencia de la política como parte de la sociedad. Tensa, angustiante, necesaria.
El nuevo documental de Ulises de la Orden, "Amanecer en mi tierra - Lihuntun Inchin Mapu", es un delicado trabajo observacional sobre una poderosa unión en forma de cooperativa para atravesar la problemática de la recuperación de tierras recuperadas. La propiedad originaria de la tierra, y el derecho a reclamo por parte de sus primeros habitantes es un tema tan rico y basto como merecedor de grandes obras, en especial documentales, tales como la reciente Chaco de Danielle Incalcaterra, o la homónina de Ulises de la Orden, que presentaban, cada uno a su modo, el reclamos que los pueblos originarios de esa región hacen por retomar aquel que fuera su terreno. Justamente, es el prolífico Ulises de la Orden, quien vuelve a abordar esta temática desde otra perspectiva y “zona” en "Amanecer en mi tierra - Lihuntun Inchin Mapu". La agrupación Vecinxs sin techo trabaja desde hace varios años en San Martín de los Andes, tratando de encontrarle una respuesta a un sector de la población que quedó desamparado, sin una vivienda que los refugie. Esta agrupación su unió a la comunidad Lof Mapuche Curruhuinca que también reclama la propiedad de terrenos que por origen les pertenece, para formar una cooperativa que les permita realizar acciones en conjunto, reclamos, movilizaciones, y activismo, que logró varios hitos fundamentales. Pensemos en un terreno de más de cuatrocientas hectáreas, que en su momento se expropiaron con el brazo militar, y en el que se montó parte de una zona turística. Esta comunidad logró la sanción de una ley nacional que les permitiera el usufructo, y la construcción de un barrio popular con el foco puesto en la ecología y la sustentabilidad de todo tipo. A Ulises de la Orden le llevó seis años concretar este trabajo, en el cual se dedicó a documentar diferentes detalles de la convivencia entre estas dos comunidades, con diferencias, pero unidas frente a un problema común. Más que una declaración de principios en estos tiempos que se habla de grietas que parecieran inventadas hace poco. Los pobladores humildes sin techo y los mapuches tienen costumbres diferentes, pero a través de la cooperación y el entendimiento, lograron una armonía que les permitió alcanzar logros notables; resultados de los cuales De la Orden se vale para Amanecer en mi tierra - Lihuntun Inchin Mapu. Sin necesidad de un gran armado, De la Orden también consigue su propio equilibrio desde la naturalidad. No se trasluce un guion o algo armado. No hay entrevistas, ni un direccionamiento estructural. "Amanecer en mi tierra - Lihuntun Inchin Mapu" es un documental observacional, en el cual, el documentalista, retrata distintos puntos de rutina, y los ensambla con una entrevista radial enriquecedora. Los veremos en la convivencia, y en el reclamo, con sus posturas y sus discusiones, su búsqueda de lugares de equilibrio y punto común, como debe lograr toda cooperativa. El factor temporal también es fundamental en "Amanecer en mi tierra - Lihuntun Inchin Mapu". No sólo veremos una evolución en esos seis años de documentación interna, a través de algún material de archivo, o documentación previa, se remontará tiempo atrás a los inicios de esa lucha; creando algo circular y enriquecedor. Se analiza cuánto se evolucionó desde esos primeros pasos utópicos, hasta lo fáctico de los logros de esta cooperativa, y el ahora qué cómo se convive. Tenemos aquí un trabajo claramente político, contundente, con una postura que no necesita ser declamatoria, pero que inobjetablemente busca dejar algo sobre el problema que presenta y una muy posible solución. Esa postura la mixtura con el condimento observacional, antropológico, del “choque” entre dos tradiciones, y ahí vuelve a dejar otra posción política de posibilidad de unión frente a algo mayor. Ulises de la Orden antepone el contenido por sobre la forma. La riqueza del armado estará en la dedicación que le puso al mismo. Lo capturado por la cámara es tan potente, tan contundente, que no necesita demasiados rellenos ni articulados. Al orden natural se le responde con un armado naturalista. "Amanecer en mi tierra - Lihuntun Inchin Mapu" es otro delicado trabajo documental de un experto en la materia. Ulises de la Orden sabe como construir un gran trabajo con los elementos justos, y dejando (inter)“actuar” a quienes son el foco de la propuesta. La idea es clara, desunidos es mucho más difícil.
Se estrena en cines Amanecer en mi tierra de Ulises de la Orden, un documental que registra la necesidad de concretar el sueño de la viviendo propia por la organización Vecinos sin Techo y la comunidad mapuche Curruhuinca en San Martín de los Andes. Cuando el mundo piensa en San Martín de los Andes, lo primero que aparece es lo turístico: un sitio lleno de cabañas y hoteles extendidos a lo largo de su territorio. Pero hay otra realidad que lo aqueja y es la de las familias que sufren, día a día, para poder vivir dignamente. El documental de Ulises de la Orden (Tierra adentro) parte de un sueño utópico de recuperar tierras que estaban bajo la administración del ejército. Algo que es logrado por una ley nacional que le permite a la organización Vecinos sin Techo y a la comunidad mapuche Curruhuinca, la construcción de viviendas de manera colectiva y autosustentables, sin dañar a la naturaleza. La cámara nunca hace participe a sus protagonistas, el espectador se siente dentro de los debates y hay un equilibrio entre el registro periodístico (con una entrevista en la radio comunitaria de San Martín de los Andes) y el personal, con planos íntimos a las actividades que realiza cada grupo y grandes exteriores que demuestran la magistral naturaleza que rodea a la comunidad. También esta intimidad nos envuelve en esta opresión por parte de sistemas políticos e inmobiliarios que quieren tapar la realidad que viven los más necesitados. Amanecer en mi tierra, de Ulises de la Orden, es un necesario registro de una realidad que es tapada a través de una imagen turística y que también refuerza el concepto de comunidad y de desarrollo sustentable, en este caso para generar viviendas.
En los bosques linderos a San Martín de los Andes, una asociación intercultural levanta de modo autogestivo un nuevo barrio, atento al medio ambiente y a las picardías de algún concejal que quiere aprovecharse del trabajo ajeno. Música de fondo, “Crece desde el pie”, de Zitarrosa.
“Amanecer en mi tierra”, de Ulises De la Orden Por Ricardo Ottone Desde 2005 con Río arriba, su primer largometraje, Ulises de la Orden viene construyendo una filmografía comprometida política y socialmente y de un carácter personal que a lo largo de sus seis documentales, que comprenden también Tierra adentro (2011), Desierto verde (2013), Mujer entera (2015), Chaco (2017) y ahora Amanecer en mi tierra, permiten observar la recurrencia de temas como la relación con la tierra, los efectos depredadores del capitalismo, la lucha de los pueblos originarios, y la defensa por parte de la comunidad de sus derechos, su identidad y su cultura. Amanecer en mi tierra va en ese mismo sentido, así como contiene y condensa varias de estas inquietudes. Este nuevo documental da cuenta de una experiencia interesante e inédita, la construcción de un barrio que contiene varias características particulares. Se trata de un barrio intercultural producto de la alianza estratégica entre Vecinos Sin Techo y una comunidad mapuche, el Lof Curruhuinca, quienes aunaron esfuerzos ante la falta de vivienda. Se trata de un emprendimiento no comercial sino social buscando dar respuesta a una necesidad común. Y además se encuentra en San Martín de los Andes, uno de los destinos turísticos que más creció en la Patagonia, que recibe mucho visitantes extranjeros y cuyo crecimiento implica también precios altos y un elevamiento en el costo de vida que se hace muy difícil de sostener para los trabajadores que hacen funcionar la ciudad. Más aún, una iniciativa de estas características en esta locación implica chocar, o por lo menos ponerse en la vereda de enfrente, a los emprendimientos inmobiliarios de la zona y los negocios de funcionarios con los privados. Todo esto suena bien y es fácil de decir pero otra cosa es llevarlo a cabo. Los vecinos sin techo y la comunidad mapuche lo vienen llevando a cabo con la organización, los acuerdos, las dificultades y también los conflictos que eso conlleva. Ulises de la Orden fue documentando el proceso y este film muestra el trabajo de varios años. Esta documentación implica el registro de incontables reuniones, asambleas y discusiones, a veces amables y a veces no tanto, entre representantes de las organizaciones, vecinos y técnicos y la comparecencia ante funcionarios. Registros que forman el grueso del film y que, para dar cierto ordenamiento, están atravesados por una entrevista radial donde se cuenta el origen e intenciones del proyecto, que incluyen no solo la vivienda sino también una economía autosustentable, el respeto por el medio ambiente y la soberanía alimentaria. Lo más interesante del film es dar cuenta de que un proyecto así, con lo idealismo que está en sus bases y la simpatía que obviamente despierta, no implica (y no debería sorprender por ello) un camino libre de obstáculos y de enfrentamientos, tanto con los de afuera como especialmente entre los propios implicados que tienen que poner en juego, discutir, a veces defender y a veces deponer posiciones muy encontradas en pos del objetivo común, y muchas veces de manera áspera. Por otro lado, la elección de contar a través de estos intercambios hace que uno vaya asistiendo al proceso de construcción y también a sus vaivenes, pero también resulta por momentos fatigosa (algo que no sucede cuando justamente la discusión se pone más picante) y con un predominio agobiante de lo discursivo, resultando en un encadenamiento de asambleas, discusiones de trabajo y a veces denuncias, que se airea de a ratos por imágenes de la construcción o de la cotidianeidad de los vecinos que por lo general funcionan como separadores. De la Orden tomó un tema fascinante pero a la vez complejo, sostenido a lo largo del tiempo y con unas cuantas alternativas, idas y vueltas. Tuvo que hacer allí un trabajo arduo de edición para condensar todo ese material y dar forma a un relato que es inevitablemente coral. Lo hace sin subrayados pero con una toma de posición clara, apostando por la lucha pero también por la solidaridad y por la necesidad de negociación y lograr consensos en las diferencias cuando la necesidad y los objetivos son los mismos. AMANECER EN MI TIERRA Amanecer en mi tierra– Lihuntun Inchin Mapu. Argentina. 2019 Dirección: Ulises De la Orden. Guión: Mariano Starosta. Fotografía: Federico Bracken. Música: Juan De la Orden. Montaje: Germán Cantore. Dirección de Sonido: Julián Caparrós. Producción: Juan de la Orden: Duración: 80 minutos.
Con Amanecer en mi tierra nos encontramos una vez más con la duda: ¿Es buena una obra porque habla de algo bueno? Si tenemos nuestras reservas con tal obra, ¿estamos cuestionándola a ella o cuestionamos lo que ella retrata? Aquí, acudimos a la construcción de viviendas para las familias mapuches Curruhuinca en cuatrocientas hectáreas cedidas en San Martín de los Andes. En principio, el contraste entre la voz y la tierra que aprovecha el film es de una riqueza tal que los desaciertos se ven opacados al menos momentáneamente. La decisión de escuchar las voces de los entrevistados hablando de cómo llevar a cabo la construcción mientras vemos planos de una profunda belleza, puede ser una suerte de justicia poética bastante accesible como recurso cinematográfico. Pero lo que el Cantore está armando aquí es una suerte de montaje paralelo donde, a medida que es armado y urbanizado este Barrio Intercultural con el esfuerzo de todos los involucrados, van logrando un proceso de reconocimiento del lugar en la sociedad que ocupan los trabajadores. Se entiende que el documental está queriendo esbozar todo el surgimiento del barrio como una pequeña comunidad que merece su sitio porque este sustenta a gran parte de la economía de esos parajes turísticos en la Patagonia. Pero no por esto son pertinentes todos los detalles sobre el proyecto de urbanización del barrio, por ejemplo las escenas sobre la ruta de los colectivos. Pareciera que el documental se está sustentando en demasía en el preconcepto de que es bueno reconocer y devolverle el sitio a las comunidades originarias. Sí, toda inclusión es oportuna, pero las aclaratorias más detalladas sobre tal dinámica se escapan del conocimiento general. El documental tendría aún más fuerza sin algunos pasajes particulares. Hay preguntas pertinentes que los entrevistados responden con lucidez. Esto le brinda otra perspectiva al documental. Las crisis o imprevistos pueden venir con diversos gobiernos, dicen en un momento, pero al mismo tiempo reconoce que este barrio intercultural es un proyecto de largo aliento que va más allá de conversaciones en juntas vecinales e incluso adquiere repercusión en la radio comunitaria. Momentos como este ubican el documental más allá de una crítica al gobierno de turno. En una de los momentos de la película aclaran que por una decisión de Mauricio Macri el proyecto de viviendas se ve temporalmente perjudicado. Y durante un par de escenas se tambalea la firmeza política de la película porque da voz a quejas sin un sustento directo. Pero Ulises de la Orden, quien a finales del año pasado estrenaba Chaco (2017), no se conforma con estas quejas, y registra una discusión álgida pero civilizada entre regidores en el Concejo Deliberante que da cuenta de la injusticia gubernamental sin explayarse. Por otro lado, hay rostros que la cámara escudriña mientras conversan sobre las medidas a tomar, bromean con relajo o toman mate. La recurrencia de primeros planos o planos cerrados evidencia esta atención a la gestualidad de los residentes de San Martín de los Andes. Más que una intención de embellecer tales rostros, se trata en manos de Federico Bracken de diferenciarlos por su lucha particular. Estas personas están buscándose un lugar en el territorio donde nacieron. Y como no se trata de un terreno metafórico, sino concreto y geográfico; la elaboración del proyecto adquiere una fuerza de la que la película nunca abusa. Incluso la decisión de introducir el nombre de la comunidad en mapuche, Lihuntun Inchin Mapu, está anunciando el reconocimiento que se le quiere brindar a estos desplazados. Así, Ulises de la Orden nos traza en su sexto documental la recuperación de un lugar en conjunto con las dinámicas vitales de algunos residentes. Y finalmente, aunque el cierre del documental con la canción “Crece desde el pie” de Alfredo Zitarrosa le brinde una alegría a la obra que desentona en su totalidad, se trata de celebrar un logro no menor en la comunidad mapuche.
En las ciudades que se sustentan económicamente con la actividad turística no todo lo que está a la vista es lindo y espectacular, porque tienen un lado oculto que los gobernantes no quieren que se visibilice y difunda, para que no merme la llegada de los visitantes. Quienes se encuentran detrás del cristal empañado son los pobres y marginados, que generalmente trabajan allí para que la maquinaria de entretener a los viajeros siga funcionando como corresponde. Uno de esos sitios afectados por la desigualdad social, entre tantos otros que tenemos en el país, es San Martín de los Andes. Allí hay un sector de la población permanente que no tiene viviendas, con todo lo que eso significa cuando llega el invierno, con las lluvias y la nieve. Este documental trata sobre las continuas luchas de los vecinos sin techo, que pertenecen al nuevo Barrio Intercultural. La premisa que tienen los futuros habitantes del lugar es la de vincular activamente al pueblo originario con el resto de la población. Para obtener lo que quieren, deben moverse ellos mismos y reclamar ante la municipalidad que modifiquen las leyes, le devuelvan tierras y financien el proyecto de erigir un nuevo vecindario. El esfuerzo es mucho, tanto para enfrentarse una y otra vez a los burócratas como para edificar cada propiedad. Interesado por el devenir de este ambicioso plan, es que el director Ulises de la Orden llevó su filmadora para captar las imágenes de un hecho histórico A través de la lente podemos apreciar las charlas de los vecinos, las reuniones y asambleas mientras piensan y planifican los pasos a seguir para poder concretar sus deseos. Todo se hace en interiores, sólo salen los pobladores al exterior para trasladarse o levantar las paredes de una casa. La exuberante geografía que los rodea apenas se la exhibe. Tampoco se lo musicaliza, lo importante es lo que ellos hacen a pulmón, con muy pocos recursos, pero sobrándoles voluntad. El realizador mantiene una uniformidad de criterio narrativo, sabe cómo quiere y lo que quiere contar de la historia. Cuenta con un ritmo interno muy personalizado, en el que se vuelve mucho más lento y reiterativo en cuanto a la información que van dando durante las asambleas vecinales, de tal manera que termina siendo demasiada extensa su duración, tanto como las peleas de los nativos con el municipio y el Estado, que siempre los ignoró.