Adivina quién viene a chatear Bautizada como Amor.com para el público de habla hispana, la nueva producción del director Stéphane Robelin fue llamada originalmente Un Profil pour Deux, que se traduciría en algo así como Un Perfil para Dos. Pierre Richard, Yaniss Lespert, Fanny Valette, Stéphane Bissot y Stéphanie Crayencour protagonizan esta historia de amor moderna donde ese “perfil” del título lo comparten dos personas de edades muy dispares en el mismo sitio para buscar pareja. Alex es muchacho que, ya entrado en los treinta, no consigue estabilidad laboral a partir de su sueño de dedicarse a escribir guiones de TV, mercado competitivo si los hay. Un buen día, un capricho del destino pondrá en su camino a la simpática Juliette y ahí es donde nuestra historia de amor comienza. Porque Juliette no viene sola. Tiene una madre. Y un abuelo, con el que ya no se habla. Aprovechando el tiempo libre en exceso que su nuevo yerno tiene, Sylvie, madre de Juliette, no tiene mejor idea que ofrecerle un dinerillo a Alex para que este le dé clases de computación a su padre y abuelo de Juliette, Pierre. Con unas muy convincentes actuaciones protagónicas, en especial la del gran Pierre Richard que le da vida a su tocayo de ficción, la película comienza como una comedia de humor de situación a partir de las dificultades de Pierre por dominar el ordenador y de los problemas que encuentra Alex al enseñarle. La gente grande tiene problemas con la tecnología. Todos lo entendemos. Ja ja. Sin embargo, vale decir que este fragmento de la película resulta muy dinámico, entretenido y lejos está de ensañarse con la gente mayor y ese cliché cada vez más equivocado que apunta a sus dificultades para “aggiornarse” al universo 2.0. Hasta ahí la primera parte. En la segunda, es donde la cosa empieza a complejizarse. Porque el gracioso y vivaracho Pierre no es sólo ese viejito simpático que está aprendiendo a usar la PC. Tiene un costado sensible y melancólico. Y éste viene de la mano de la pérdida de su gran amor con quien ha compartido toda su vida y que una cruel enfermedad le ha arrebatado hace apenas dos años. Pero esto no es un drama, así que rápidamente nos damos cuenta de que todo ese dolor, que incluso ha llevado a Pierre a no querer abandonar su casa ni a tratar prácticamente con nadie, lentamente va siendo superado y la soledad, otrora insoportable y paralizante, ahora actúa como un motor en Pierre para pasar a una nueva etapa de su vida. Pero ¿dónde puede encontrar el amor un parisino de setenta y pico en esta era moderna? Por supuesto que la respuesta es: en internet. Aquí es donde la película experimenta un nuevo cambio de rumbo porque Pierre, seductor nato detrás del teclado, quien se hace pasar por un joven de treinta años, rápidamente consigue la atención de una guapa señorita con la que comparte románticas sesiones de chat. El tema es que ella se pone cada vez más firme en su idea de conocerse cara a cara por lo que Pierre no tiene mejor idea que recurrir al bueno de Alex, su profesor de computación, que a la vez sale con su nieta sin saberlo Pierre porque siguen sin hablarse entre ellos, y encima Alex no se lo dijo porque resulta que Pierre se lleva muy bien con David, el último novio de Juliette. Y sí, la bienvenida a la comedia de enredos es lo que obviamente tenemos en esta última parte. Sobre todo cuando, Flora, la enamorada virtual de Pierre, se encuentra en su cita con Alex, en su máscara de Pierre. Ahora bien, establecida esta nueva situación (que además cuenta con el agravante de los problemas de pareja que Alex y Juliette vienen teniendo, sin mencionar la notable belleza de Flora que a Alex no le pasa inadvertida) se produce el último cambio en la trama. Y si hasta acá lo que tuvimos fueron tres segmentos distintos, pero con la comedia como género rector en tres de sus modalidades más clásicas, el último acto sí irá más por el lado del drama cuando dos hombres, Alex y Pierre, enamorados de la misma mujer Flora, quien también empieza a desarrollar sentimientos por quien ella cree que es Pierre pero en realidad es Alex, deban aclarar las cosas sobre ese triángulo que ya resulta insostenible. Allí es donde la película peca de inverosímil dadas las decisiones que los protagonistas toman y por el factor comparativo que resulta todo el resto de la trama, bien construido, creíble, divertido y atrapante a partir de la muy buena construcción de los personajes y la trama que los envuelve. Amor.com es una película entretenida, graciosa, con grandes trabajos actorales y que sabe tratar muy bien el tema de las relaciones de pareja en este complejo mundo moderno de las tecnologías.
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Internet en la tercera edad Amor.com (Un Profil Pour Deux, 2017) es una comedia romántica francesa dirigida y escrita por Stéphane Robelin. El reparto incluye a Pierre Richard, Yaniss Lespert, Fanny Valette, Stéphanie Crayencour, Stéphane Bissot y Pierre Kiwitt. Pierre (Pierre Richard) es un anciano de 79 años que ya no le encuentra sentido a la vida debido a la pasada muerte de su esposa. No sale de su casa hace dos años, mantiene en la heladera alimentos podridos, convive con el desorden y no se preocupa en higienizarse. Preocupada por la situación, su hija Sylvie (Stéphane Bissot) decide comprarle una computadora para conseguir entretenerlo. Para que Pierre aprenda a usarla, Sylvie contrata a Alex (Yaniss Lespert), el novio de su hija que es un escritor desempleado. Hace bastante tiempo que Pierre está peleado con su nieta Juliette (Stéphanie Crayencour) ya que él no está de acuerdo en que ella se haya separado de David (Pierre Kiwitt). Es por eso que Sylvie decide no contarle nada a su padre sobre que Alex es el nuevo novio de su hija. En una página web de citas, Pierre se crea un perfil utilizando una foto de Alex y comienza a chatear con la joven fisioterapeuta Flora (Fanny Valette). El problema se originará cuando los dos pacten su primera cita en Bruselas, por lo que Pierre deberá convencer a Alex que vaya en lugar de él. Como se puede ver, los enredos de identidad y parentesco son la base de esta comedia liviana que no llega a causar carcajadas pero sí alguna que otra sonrisa. Stéphane Robelin explora la soledad en la tercera edad, la influencia enorme de la tecnología para encontrar pareja y la privacidad que debe tener cada individuo, todo ello sin analizarlo en profundidad. Algunos momentos graciosos ocurren cuando Pierre, al no saber que Alex es el nuevo novio de su nieta, opina mal de él frente a frente o cuando lo llama temprano por teléfono para preguntarle qué debe clickear en la compu, a lo que Alex le dice que abra la ventana y el anciano lo hace de forma literal. La película tiene actuaciones aceptables pero ninguno llega a destacarse. El error está en su último tramo: por querer darle un final feliz a toda costa, éste queda muy forzado y la reacción de Flora no resulta nada creíble. Aunque el desenlace sea agradable, es imposible perdonar cómo se tomó a la ligera la creación de un perfil falso en Internet que a la vez aprovechó la situación personal de la engañada. El título original del film, Un perfil para dos, tiene mucho más sentido que el que se le dio en nuestro país. Ya sería hora que las traducciones sean correctas y no inventos. Con Amor.com no la vas a pasar mal ya que se deja ver. Sirve para pasar el rato si buscás una película en la que su trama no sea para pensar ni tenga vueltas de tuerca. Entretiene lo justo pero no quedará en el recuerdo.
La soledad de la era digital en dos comedias melancólicas Los viejos, la soledad en familia y la computadora, son asuntos desarrollados esta semana por una comedia francesa y otra palestina (de la burguesía palestina, ajena al extremismo). El estilo y el resultado difieren bastante. Pierre Richard y el director Stéphane Robelin ya hablaron de vejez y amistad en la comedia "¿Y si vivimos todos juntos?". Ahora, en "Amor.com", hablan de vejez y coqueteos. Harto de la hija entrometida, un viejo aprende computación, entra a una página de citas, y en vez de poner su foto usa la de su joven profesor, con lo cual una linda chica llega muy ilusionada a su departamento. Como Cyrano de Bergerac, él es más romántico y canchero que el joven. Pero su amor tendrá que ser vicario. Al menos, hasta que llegue la madurita Macha Meril, todavía de buen ver. La comedia es liviana, optimista, y Richard (83 años) se mantiene bien, aunque gordo y sospechosamente melenudo.
Las relaciones amorosas se adecuan a los tiempo contemporáneos. La paciencia ha dado lugar a lo efímero, la construcción a la explosión y los cuerpos comienzan a ser una zona en donde la diversión circula de forma predominante. Pero para Amor.com, de Stéphane Robelin, algo no ha cambiado y eso es la felicidad que resulta del conocer a alguien, el amor necesario para realizarse, sea un treintañero como Alex o una persona como Pierre en el crepúsculo de los setenta.
Una agradable comedia francesa escrita y dirigida por Stephane Robelin (El mismo de (“¿Y si vivimos todos juntos?”) que le otorga un ritmo tranquilo pero entretenido a las desavenencias de amores encontrados y perdidos. En el núcleo de la acción toma la idea del Cyrano de Bergerac de Edmond Rostand, pero con un giro distinto. El que esta solo y prueba por primavera vez una cita por Internet es un viudo, de 79 años, que desde la muerte de su esposa no sale a la calle (en dos años) y que descubre como manejarse con la computadora por las clases que le da el novio de su nieta. Cuando por fin encuentra una joven mujer que le gusta, envíe la foto de su yerno, pero es él con su seducción quien logra enamorar a la chica de sus sueños. Así, sin atreverse a contar su verdad lo único que logra es que el joven muchacho se enamore de “la candidata”. Vueltas de tuerca, historias laterales, enredos, pero por sobre todas las cosas una actuación medida y tierna de Pierre Richards que con los años logró mas talento como actor. Lo acompaña un elenco de primera donde cada un tiene su oportunidad de lucimiento. Amable, sostiene la historia sin necesidad de vértigos, con buen aprovechamiento de los equívocos de la trama para recrear momentos con observaciones certeras y buena pintura de los personajes. Con un aire melancólico.
Comedia liviana nacida de una premisa simpática: cruzar el clásico Cyrano de Bergerac al mundo 2.0. Y crear un producto para el lucimiento del veterano Pierre Richard, aquí viudo octogenario que se mete en los portales de citas y enamora, con imagen falsa, a una bella y joven mujer. Luego debe convencer al sujeto de la imagen, su profe de informática, para que vaya a la primera cita, y eche a rodar el hilo de enredos correspondiente.
Amor.com: fallido romance virtual Pierre Stein (ese ícono de la comedia francesa llamado Pierre Richard) es un viudo que no sale de su casa de París desde hace dos años. Preocupada por su depresión y su predilección por el alcohol (en explosiva combinación con las pastillas), su hija contrata a Alex (Yaniss Lespert), un joven escritor sin trabajo, para que le enseñe a usar la computadora. Esas clases le abrirán el universo de Internet y, más precisamente, el de los sitios de citas. En uno de ellos "conocerá" a una bella fisioterapeuta, Flora (Fanny Valette), pero lo hará usando una foto de Alex. Así, cuando deba pasar a la acción convencerá al joven -que para más complicaciones es el novio de su nieta- para que vaya a la primera cita en un bar de Bruselas. Alex no tardará en deslumbrarse por Flora, por lo que el triángulo amoroso generará todo tipo de enredos y disputas. La nueva película del director de ¿Y si vivimos todos juntos? -una suerte de reciclaje de Cyrano de Bergerac- tiene unos pocos arrestos de humor negro y una mínima capacidad de provocación, ya que en buena parte de su hora y media resulta no sólo tranquilizadora, sino incluso bastante torpe en su exploración del amor en la vejez, las diferencias generacionales y los riesgos de la virtualidad en las relaciones afectivas. Si uno recuerda la capacidad de transgresión de los mejores exponentes de la comedia clásica (Lubitsch, Sturges, Wilder), Amor.com resulta un film demasiado elemental y, más allá del .com en el título local, decididamente anticuado.
Pierre Richard, desaprovechado El gran comediante francés no logra lucirse por la historia, en los momentos que exige emoción. Los franceses son especialistas en comedias que se apoyan en equívocos para provocar enredos. Amor.com recurre a las ventajas (y desventajas) de la tecnología para instalar temas como la vejez, la soledad, la conquista amorosa y las diferencias generacionales. Casi en ese orden, al menos, para Pierre. Pierre Richard, estrella indiscutida de la comedia, encarna al anciano viudo y desprolijo que lleva dos años encerrado en su casa. Con comida vieja en la heladera, su vida gris transcurre sin sorpresas hasta que su hija (Stéphane Bissot) lo conecta con Alex, que le explica el uso de la computadora para abrirse al mundo. Pierre aprende rápido en esta historia que se acerca con desgano a los corazones solitarios que habitan la pantalla. El director Stéphane Robelin, que exploró las vidas de tres jubilados en ¿Y si vivimos todos juntos?, acá escoge la sustitución de identidad como eje del conflicto: Pierre decide cambiar su foto de perfil por la de Alex (Yaniss Lespert) para conquistar a una mujer (Fanny Valette) más joven que él a través de la web. La película no encuentra el gag certero y resulta poco graciosa, y cuando escoge el camino romántico, no emociona lo suficiente. Seres enredados (Alex es el novio de la nieta de Pierre), enunciados amorosos y páginas de citas aparecen como temas vigentes, en esta versión moderna de Cyrano de Bergerac. Pierre Richard está desaprovechado por las historia como el viudo triste que se abre al tentador mundo tecnológico.
Pierre Richard interpreta a un viudo jubilado de 75 años de edad que pasa sus días en casa sin contacto alguno con el exterior. Tras haber perdido a su mujer la realidad se ha vuelto amarga y no hay mucho sentido en una vida sin ella. Lleva dos años sin salir de su desordenado departamento, sin esperanza ni ilusiones, su higiene luce descuidada y no le interesa tomar una dieta. En un intento por animar al anciano, su hija Sylvie (Stéphane Bissot) pone a su disposición una notebook para que pueda conocer gente nueva. Además contrata a Alex (Yaniss Lespert), quien lo introduce en el mundo cibernético. Allí conoce a la usuaria Flora63, una atractiva mujer mucho más joven que él. El conflicto se presenta cuando Flora63 accede a tener una primera cita y es el joven Alex quien figura en la imagen de perfil. La compatibilidad entre ambos surge porque ambos sufrieron la pérdida de una pareja en el pasado y tienen anhelos de dar vuelta la página. Esto no impide que Flora y Alex puedan comenzar una relación afectiva, él accede a conocerla, el viejo no puede presentarse en una cita, sería una decepción para Flora. Si Pierre no puede conseguir el amor, que al menos lo consiga otro, si el amor está vivo Pierre se sentirá realizado. Los enredos están a la orden del día y la cumbre es la escena donde se presentan sorpresivamente familiares de Pierre en el departamento y Flora se sienta en la mesa con ellos, mientras sospechan por lo bajo que es una mujer interesada en el dinero del viejo. En tono “Cyrano de Bergerac” modernizado, Amor.com (Un profil pour deux, 2017) viene a plantear que en el amor lo esencial es invisible a los ojos. Pierre se sabe fuera de juego, su época de esplendor físico ya pasó y es tiempo de dejar el camino libre para los jóvenes. A pesar del mal rato que está pasando, aún mantiene cierta jovialidad en su persona (así sea a partir de un mundo virtual). En ese sentido, Amor.com (cuya correcta traducción del francés sería “Un perfil para dos”) sale airosa como un film de redención y huye a los tópicos de la comedia naif francesa. El director opta por tomar caminos de comedia amable con un material que pudo presentarse más cínico y mordaz. Y aunque el último acto sea apresurado e inverosímil, uno sale del cine con buen sabor de boca, pues se trata de un film liviano que es, valga la redundancia, amable con el espectador.
Esta comedia francesa está dirigida por Stephan Robelin (¿Y si vivimos todos juntos?). Los espectadores que elijan este film se van a encontrar una serie de enredos, varios toques de humor, emoción, mentiras y secretos. Esta es una propuesta agradable, simpática y que no tiene demasiadas pretensiones, para pasar un grato momento en el cine, por momentos para enamorarse con las sinceras actuaciones de Fanny Valette y Pierre Richard. Una historia simple, fresca y previsible con las destacadas actuaciones de: Pierre Richard, Yaniss Lespert, Fanny Valette, Stéphane Bissot, entre otros.
Un señor jubilado (Richard, lejos de aquel cómico pero siempre buen actor) entra a un sitio de citas y comienza a chatear con una chica. Lo que lleva al deseo (de ella) de encontrarse: él le pide a su nieto que vaya en su lugar. La comedia y el drama agridulce se juntan en este film amable que habla de diferencias de edad y culturales, de un mundo complicado y de soluciones que no siempre implican la felicidad completa, todo hecho con oficio (otra cosa que escasea en estos días).
La crueldad del tiempo En tiempos modernos donde lo virtual se torna real y lo real se desvanece como un destello en el universo infinito, "Amor.com" resulta como una especie de profecía autocumplida. La historia se centra en Pierre, un jubilado viudo que lleva dos años sin salir de su casa sumido en una depresión profunda. Hasta que descubre internet y sus ventajas gracias a Alex, un joven que su hija contrató para que ayude a su padre a modernizarse. Es así como Pierre entra a una web de citas y conoce a Flora, una joven de 31 años que despierta los deseos de romance dormidos en el anciano. Seducida por el romanticismo de Pierre, Flora propone un encuentro cara a cara. Pero hay un detalle no menor: en su perfil, Pierre puso una foto de Alex, y no una foto suya. Entonces Pierre tiene que convencer a Alex para que vaya a la cita en su lugar. A partir de ese momento, este filme protagonizado por el icono de la comedia francesa, Pierre Richard, y dirigido por Brian Robbins realiza un recorrido que hace varias paradas: el duelo de un esposo, el entusiasmo por un nuevo amor, los recuerdos imborrables y el despiadado paso del tiempo. Con una impronta que sólo las comedias francesas logran tener, este filme entretiene por su ritmo y su ingenio y enternece por sus actuaciones y diálogos. A veces reales, a veces virtuales, pero que nacen del corazón, al fin.