A pesar de que DC en los cines todavía no arrancó como debería, tuvo sus problemas y películas como Batman v Superman es un punto de conflicto entre los fans. Están los que ls odian y los que la aman, no hay un acuerdo entre los fans, pero en lo que respecta a películas animadas, que son producidas directa para DVD y Bluray, DC domina hace años, sus producciones son excelentes, y de un tiempo a esta parte, empezaron a adaptar historias de los cómics aclamados por los fans y crítica. Batman The Killing Joke, escrita por Alan Moore, considerada desde hace años unos de los clásicos de Batman, le toca ahora su adaptación. De entrada tenemos que la misma será para mayores de 18 años, mostrando que la producción no dejaría nada fuera de lo que tenemos en el cómic; por ese lado la adaptación en partes está bien realizada, ya sea porque, como es una historia corta, los encargados de la producción decidieron poner un prólogo y otras partes que terminaron sacando, lo que Alan Moore hizo tan magistralmente en las páginas del comics, que era la forma en que el dejaba la opción al lector de imaginar si realmente algo pasa, o no, y ahí es donde se presenta el gran problema. Empezamos por el prólogo, que fue enfocado en Batgirl, intentando mostrar que la relación con ella y Batman va más alla de una sociedad contra el crimen, algo totalmente inescesario y que sólo saca un poco el mito de los personajes, en un momento transformando a Barbara en una adolescente descontrolada por amor, con el estereotipo de amigo gay y todo. Después del prólogo entramos en la Broma Mortal en sí, acá cuadro por cuadro es adicionado del cómic a la animación, después de verla agarre mi edición del comic y el trabajo es excelente en este punto, palabra por palabra transportado a la animación. Pero los responsables de la animación, queriendo llevar la misma a un punto exacto, le sacaron la ambigüedad que la misma tiene, como una inclusión de Batman conversando con un par de prostitutas que dice que el Joker es un tarado sexual, que cada vez que sale de la cárcel tiene que ir a verlas, ¿la pregunta es de donde sacaron eso? Nunca fue mostrado al Joker así, él siempre fue el personaje que en su locura pasaba por sus acciones destabilizadoras, que es lo que él hace a Gordon en el cómic, queriendo mostrar que cualquiera puede llevarse a su locura, además de distorcionar un poco eso termina sacando la insinuación de que el Joker viola o no a Barbara y termina dándola por cierta. La animación tiene un gran problema de ritmo y queda muy atrás de la calidad de las últimas animaciones de DC, principalmente la intensidad de los movimientos y expresiones faciales, algo que Brian Bolland hace con maestría en el cómic. Punto fuerte como siempre es Mark Hamill que en su doblaje del Joker es perfeco como siempre, pero cuando si prestamos atención, su actuación no se refleja en las expresiones del personaje, y también le saca un poco el tono atemorizante que Bolland dibujó. Faltó un poco más del Joker, lo terminaron dejando apenas como un loco con cara blanca y pelo verde. También la famosa escena final del cómic donde Moore deja en suspenso al final de si Batman termina o no con el Joker, quedé medio perdido comparado con la versión impresa, son dos medios distintos, pero infelizmente no consiguieron el mismo impacto. Una producción más de adaptación de Alan Moore que no consigue un acuerdo, a pesar de que la parte que es transpuesta de forma exacta del cómic, la adiciones terminaron sacando lo mejor del mismo, perdiéndose mucho de lo que lo hacía especial, pero al mismo tiempo me hizo releer una de las mejores historias de Batman y sólo por eso vale mucho a pena. Veanla y después vean el comic, es una buena experiencia.
A la hora de analizar una película de características tan particulares como ésta, uno debe tener un cuidado especial. Desde hace algunos años DC Cómics está adaptando, a la pantalla chica, historias clásicas de su universo en historietas y, si bien éstas quieren gustar a todo el mundo y llegar a un público más amplio, basan su existencia en la revisión que le va a dar su base de fanáticos. Nos referimos a lectores de cómics qué, familiarizados con la obra original, van a sostener la mera existencia de esta película para (llegado el caso) hacer que nuevas personas se sumen. Es decir: ¿A qué publico están apuntadas estas películas? Y en consecuencia: ¿Cómo se deben criticar esas obras?, ¿Como si fuesen películas originales o en relación a las obras en las que se basan? Bueno, tal vez en casos tan especiales y específicos como éstos, la respuesta sea: un poco y un poco. El cómic The Killing Joke fue escrito en 1988 por Alan Moore, el mismo de Watchmen, V de Vendetta y La Liga De Los Caballeros Extraordinarios. Un autor tan “antisistema”, que ha renunciado a los millonarios derechos de autor que le podrían llegar a corresponder por cada película basada en sus obras que ha salido hasta la fecha. Su importancia histórica se da por presentarnos a un Joker extremadamente perverso y contarnos por primera vez su origen en el cual, a pesar de todo, se lo humaniza bastante, mostrándonos que no solo él es el enfermo sino que la sociedad toda lo está. El Joker como víctima de la sociedad. Como un ángel caído del sistema que nos dice que, por culpa de éste, todos podemos caer, y así logra apelar (más o menos) a un sentimiento de solidaridad por parte nuestra. Durante su trama, el protagonista comete atrocidades impresionantes y difíciles de describir para probar su punto, dejando incomodo a Batman, en una especie de jaque moral metiéndole agresivamente la pregunta: ¿Qué es lo que realmente nos diferencia a nosotros dos? ¿Todo esto sucede en la película? Sí. La versión fílmica rescata en líneas generales y, durante la mayor parte del tiempo, todo aquello que sucedía en el cómic. Nos muestra escena tras escena (o viñeta tras viñeta) a un Joker enfermizo, más violento que nunca y con el objetivo de mostrarle a Batman y al mundo, su retorcida lógica. Ahora bien, la película se queda corta. Dramáticamente se queda corta y literalmente: se alarga demasiado. Si quisiera contar solo aquello que sucede en el cómic, duraría unos 45 minutos. Por eso, se le sobre-agrega una historia nueva que nos presenta a Batgirl en todo su esplendor. Una poco inspirada historia genérica de mafiosos protagonizada por ella que tiene como objetivo el mostrarnos como es su vida, su personalidad y sus motivaciones. Y por supuesto, cuál es su relación con Batman, un maestro por el cual siente una suerte de amor platónico. Entonces acá empieza el problema. El desafío de representar bien la historia original, sumado a ajustarse al estándar cinematográfico de duración y al entretenimiento para propios y extraños que esto representa, hace que la historia quede algo dispersa. Por una parte, Batgirl; por otra parte: el Joker. Y ésta que, supuestamente debería ser la historia fundacional del Joker, lo vuelve un personaje secundario, prácticamente. Sí, un personaje secundario en su propia película. Toda su esencia está ahí, pero algunos detalles fundamentales de la obra original, no. Sumados a la dispersión que comentábamos, la historia pierde fuerza y resulta menos impactante de lo esperable. Es decir: casi todos los hechos de The Killing Joke, están ahí. Pero la exigencia por mantener la cinta en un metraje de 72 minutos hace que se haya dejado de lado el tiempo magro que la obra demandase y que el sobre-agregado que se hace, corre el foco de atención de El Joker a Batgirl. Batgirl A pesar de esto, la película funciona. La cruel historia de origen del Joker ahí está, descrita al pie de la letra y podemos enterarnos en la forma cómo fue convirtiendo en quien es ahora. Obviamente, tenemos a Batman correteando por ahí y dándole unas buenas trompadas a bandas de mafiosos, entre que dialoga con el Joker, con Batgirl y con Jim Gordon. Entonces los pequeños detalles tal vez no sean tan determinantes para el espectador menos experimentado. Ahora bien, para la base de fanáticos que nombrábamos al principio, puede que sí. Ellos notarán un poco mejor, como la fuerza dramática de la obra original se pierde en el humo de una película que intenta sumar una historia extra para alargar su metraje en lugar de complejizar y/o tocar demasiado lo que ya estaba escrito en las historietas, por mero respeto artístico. Párrafo aparte para una situación que va a resultar en una gran polémica para el espectador, en relación a lo que hace al espíritu de un personaje como Batman. Este hecho puede llegar a condicionar toda la película en sí y la va a hacer que sea recordada por esto. Una situación que no puedo contar acá, para no arruinarles la sorpresa. En conclusión: Batman: La Broma Mortal es una película que funciona, contando lo que quiere contar y respetando en gran medida la obra en la que se basa. Pero con decisiones editoriales que dejan detalles fundamentales por fuera, un mayor nivel de dispersión y una prótesis narrativa que no resulta natural, pierde potencia y no logra alcanzar el tenor dramático que uno podría esperar, de una historia tan fuerte como ésta.
Sólo un mal día… Dentro de lo que fue la reestructuración estilística del mercado de los cómics en la década del 80 y su acercamiento a cierto marco de referencias de los consumos culturales del público adulto, Batman: The Killing Joke de 1988 constituyó un pivote insoslayable del período y en esencia le permitió a su autor principal, Alan Moore, viabilizar un ataque muy poco sutil a los fans tradicionales de las historietas, a quienes les refregó en la cara todo lo fundamentalistas, infantiles y obtusos que suelen ser. ¿Pero exactamente cómo llevó a cabo la embestida? Mediante una novela gráfica autocontenida y diminuta en la que articuló un triple insulto para con el “catálogo sagrado” -construido a lo largo de los años- en torno al personaje creado por Bob Kane y Bill Finger: en primera instancia destruyó la vida de Batichica/ Bárbara Gordon, luego humilló sin piedad a su padre, el jefe de policía de Ciudad Gótica James Gordon, y en último término empardó la idiosincrasia de Batman y el Guasón, el villano central de la saga, dándole a este último una génesis de tono humanista. Como las ironías históricas siempre están a la orden del día, Batman: The Killing Joke en sí progresivamente se transformó en un trabajo canónico y en verdad revolucionario dentro del microcosmos de los cómics, circunstancia que a su vez posibilitó que hoy estemos ante una traslación animada de la admirable one-shot escrita por Moore, dibujada por Brian Bolland y coloreada por John Higgins. La película resultante está bastante bien aunque no llega a ser una maravilla debido a la reducida extensión del material de base (lo que obligó al equipo creativo a incorporar un primer acto ausente en la historieta original) y en función de la propia naturaleza inconformista del opus de los británicos (casi por completo a contrapelo de los mamotretos conservadores y pasteurizados de superhéroes del mainstream contemporáneo). El prólogo en cuestión apuntala un background para Batichica con el objetivo de que duela aún más su tragedia posterior y para ampliar el metraje hasta los 70 minutos reglamentarios -en promedio- de todas las adaptaciones animadas recientes de DC. Aquí el realizador Sam Liu y el guionista Brian Azzarello se esmeran en ser respetuosos con relación al cómic de 1988 e incluso se permiten alguna que otra licencia con vistas a “igualar” el trasfondo agresivo e iconoclasta de la obra de Moore, especialmente en lo que atañe al comentado encuentro sexual entre Bárbara y el encapotado. Batman: La Broma Mortal (Batman: The Killing Joke, 2016) arrastra los pros y los contras de las más de veinte propuestas animadas que desde el 2007 hasta la actualidad pretenden usufructuar lo poco que queda por usufructuar en el universo ajado de los superhéroes. En el campo positivo se puede decir que los CGI son prolijos y no se apartan demasiado de lo hecho por Bolland, demostrando a fin de cuentas que el equipo responsable hizo lo que pudo de acuerdo al presupuesto asignado por la alianza productora entre DC y la Warner: por lo general esta unión deriva en “directos a video” aunque en esta coyuntura, gracias a la mística del trabajo de Moore, se complementó el lanzamiento con algunas proyecciones a lo largo del globo. Por supuesto que el británico, en el improbable caso de que viera el film que nos ocupa, de seguro lo odiaría porque en primera instancia él mismo minimizó en varias ocasiones su cómic de los 80 y aquel “tratamiento Watchmen” para con Batman, y en segundo término debido a que los capítulos posteriores al prólogo, los que se meten con la narración de la novela gráfica, carecen del dinamismo conceptual y literario del texto de Moore. Dicho de otro modo, las palabras del inglés están en el opus de Liu y Azzarello pero sin la potencia discursiva ni el orden ni la belleza del original, panorama que por cierto no es del todo culpa del dúo sino de un entorno cinematográfico saturado de productos inspirados en cómics, los cuales son festejados por sectores que se autodenominan “cinéfilos” cuando en realidad no son más que turistas y aplaudidores acríticos de cualquier exponente de la cultura chatarra actual (en la orilla contraria tenemos a los trolls del cine, a quienes nada les viene bien, siempre presos de la dialéctica fatalista del amor o el odio llevados al extremo). Considerando el ideario de izquierda de Moore y ese proceso doble de destrucción de los íconos de la franquicia y nivelación doctrinaria entre héroes y villanos, la moraleja detrás de Batman: The Killing Joke continúa más vigente que nunca porque apunta sin medias tintas a la naturaleza paradójica -y francamente horrible- del ser humano, señalando que en efecto la mayor de las barbaridades que podamos imaginar no es nada comparado con lo que hacen cotidianamente hombres y mujeres en nombre de su satisfacción personal, su poder, la tradición que los precede o la simple locura. El film recupera en parte aquel axioma de la historieta, eso de que sólo hace falta un “mal día” para que un autómata social se convierta en un verdadero psicópata o un vigilante nocturno o lo que fuese, y eso le alcanza para redondear una propuesta digna que conoce sus limitaciones y hasta acepta que la obra original es imposible de adaptar porque es perfecta desde el punto de vista retórico, ya que en su afán iracundo afirma que somos construcciones simbólicas casi irracionales…
Broma pesada Basada en el cómic homónimo de 1988, Batman: La broma mortal (Batman: The Killing Joke, 2016) adapta una de las parábolas más célebres y oscuras del Caballero de la Noche. La historia provee lo que muchos consideran la versión definitiva sobre los orígenes del Guasón, si bien el propio Guasón insiste en que su pasado es un “múltiple choice”. Escrita por Alan Moore (creador de Watchmen) e ilustrada por Brian Bolland, “La broma mortal” es una de las obras seminales que formaron parte de la reconfiguración sombría y melancólica que sufrió Batman a fines de la década de los 80s. Para entonces Frank Miller (creador de La ciudad del pecado) había publicado su réquiem “El caballero de la noche regresa” (1986) y reiniciado la serie con “Año Uno” (1987), dándole un sesgo más serio al personaje. Eventualmente las películas de Tim Burton tomarían este incipiente revisionismo y lo canonizarían en el imaginario cinematográfico; Batman: The Animated Series (1992-1995) haría lo mismo para la TV. De todas estas historias, “La broma mortal” es la más perturbadora. ¿Cuán perturbadora? Al llevarla al cine (por apenas un día) ha recibido una clasificación ‘Restringida’. Es la primera película de Batman en recibir tal clasificación. No es particularmente gráfica, pero da rienda suelta a un nivel de violencia y sadismo enajenantes. Que una película animada logre transmitir estas sensaciones es un logro entre loable y desagradable. No hay lugar para heroísmos ni consuelos del status quo en “La broma mortal”. En ella el Guasón mutila de forma permanente a Bárbara Gordon (Batichica) y secuestra a su padre – el Comisionado Gordon – para someterlo a una serie de humillaciones y torturas psicológicas, desnudándolo y paseándolo por un parque de atracciones endemoniado. Batman va tras el Guasón como siempre, pero en vez de un final triunfal obtenemos un amargado y anticlimático dueto filosófico. A lo largo se van presentando fragmentos de la prehistoria del Guasón, cuando era un comediante frustrado. Como Batman, el Guasón “es producto de un mal día” – de una experiencia traumática que los llevó al borde del abismo. Y si bien cada uno tomó un camino diametralmente opuesto al otro – el altruismo y el nihilismo – ambos comparten la misma obsesión enfermiza por demostrar que el otro está equivocado. Cada nueva versión de Batman y el Guasón no hace más que reiterar la misma dicotomía, pero nunca se plasmó con tanta exactitud como en este relato. No es ninguna revelación que la historia es fascinante y compleja (y un poco deprimente). La duda no es si puede hacer una buena película, sino cómo puede una película elevar la historia. De entrada tenemos a Batman y al Guasón, creados por Bob Kane y Bill Finger; tenemos la novela gráfica de Moore y Bolland, la cual además hace de storyboard; tenemos a Kevin Conroy y Mark Hamill, que dan sus inimitables voces a Batman y al Guasón desde que se los anima. La película no tiene más que cobrarse el legado de excelencia que Batman ha dejado tras de sí. ¿Cuál es el aporte original? La animación no es particularmente llamativa; las escenas de acción son competentes, pero los personajes poseen más emoción en sus voces que en sus rostros o su lenguaje corporal. Se destacan la composición de los encuadres y la puesta en escena, calcadas directamente del comic, el cual se ha respetado con bastante fidelidad… hasta cierto punto. El chiste es que se acopla un prólogo de media hora totalmente nuevo que redirige la atención de la historia a Batichica. En un nivel superficial, esto convierte al film en un largometraje, y provee toda la acción que el resto de la película no tiene. Más en profundidad, Batichica deja de ser un recurso narrativo y pasa a ser un personaje; al tenerla de protagonista durante el primer acto, su parálisis adquiere una dimensión trágica que la historia original no tenía. Dicho esto, la primera parte se siente curiosamente desconectada del resto de la historia. Posee un ritmo, tono, estilo y hasta un elenco distintos, casi como si fuera el cortometraje que encabeza la película que vinimos a ver. La disociación incluye un extraño romance entre Batman y Batichica. Batman: La broma mortal goza de una estirpe excelente, cultivada a lo largo de varias generaciones y varios medios. Dado que los pocos aportes que hace a la fórmula no son muy buenos o convincentes, la conclusión es que Warner Bros. hubiera hecho bien en tomar a la novela como instructivo en vez de inspiración.
Psicopatear al psicopata. El pasado lunes y martes, en varias salas del país, se estrenó Batman, La Broma Asesina (The Killing Joke). El clásico cómic, escrito por el histórico Alan Moore (escritor también de los comics Watchmen, V for Vendetta, entre otros), este arco argumental ahonda, tal vez por primera vez, en la historia de origen del Guasón.
Para enloquecer, solo se necesita un mal día… La enfermiza relación entre Batman (Kevin Conroy) y el diabólico Joker (Mark Hamill), llegará a un punto cúlmine cuando el príncipe payaso del crimen huya del manicomio Arkham e inicie un retorcido plan para captar la atención de su némesis. Con un prólogo centrado en Barbara ‘Batgirl’ Gordon (Tara Strong) – escrito especialmente para la película-, la historia central se basa en la novela gráfica de culto “Batman: The Killing Joke”, del escritor Alan Moore y el artista Brian Bolland. Cuando se anunció que esta espectacular historia iba a tener una adaptación animada bajo el manto de Bruce Timm, todos perdimos la cabeza. Warner Bros Animation y DC Comics nos tienen mal criados con propuestas animadas de gran calidad, como las dos partes de “Batman: El Caballero de la noche regresa”, “Batman: assault on Arkham” (principal fuente de inspiración para la esperada “Suicide Squad”, de David Ayer) o la excelente “Flashpoint Paradox”, que adapta uno de los arcos mas grosos del universo DC. Lamentablemente, no se notó que pusieran lo mejor de sí para este reto, quedando como resultado final una adaptación cutre, con una animación mediocre y rellenos innecesarios. La media hora inicial esta centrada en Batgirl, con una historia totalmente ajena al argumento central del film. Esto es, sin duda, uno de los elementos más incómodos del film, ya que cuenta con un polémico elemento que, a pesar de que los dejara boquiabiertos, se siente sucio e incómodo. Si bien a esta historia telonera (excesivamente larga) se le puede oler cierto paralelismo con ‘Batman: The Killing Joke’, al llegar la hora del plato fuerte (la adaptación), uno queda con una sensación incómoda, ya que se espera ver a Batman y al Joker en el momento mas frágil de su relación, dejando lo importante en una posición desubicada. La adaptación cuenta con varios agregados destartalados, pero en términos generales, la historia se mantiene fiel y respeta las magníficas líneas del cómic original. Hablando de las fidelidad de las lineas, escuchar a Conroy y a Hamill (las voces definitivas de los personajes) llevando a cabo esos épicos diálogos, pone la piel de gallina. Ademas Ray Wise (Leeland Palmer en “Twin Peaks”) participa haciéndole la voz al comisionado Gordon, dándole un sabor mas interesante al aspecto actoral del film. El director Sam Liu falló en esta ocasión, ya que los momentos en los que nos internamos en el nebuloso pasado del Joker, no le notamos esas expresiones que tanto se necesitan para intentar entender a este personaje tan complejo. Lo mismo sucede con Brian Azzarello, quien aportó al guión detalles aburridos y no se preocupó tampoco en sumarle algo (porque algo había que sumar, ya que el cómic es muy corto) que te quedes cómo “wow, esto funcionó”. “Batman: la broma mortal” es una adaptación apagada y sin brillo. Los puntos positivos están en lo que se extrajo de la novela gráfica, la cual, si no la leyeron, les sugiero que corran a hacerlo, para aprender lo que es una joya del noveno arte.
METAFISICA SUPERFICIAL Creo que ya está claro, nunca más va a existir un auge mayor para los superhéroes en el cine (y diversos medios audiovisuales) que el que estamos viviendo en estas décadas. En este escenario, tanto Marvel como DC, empresas que controlan casi todo en este nicho del negocio, intentan llevar a todas las pantallas posibles todo el material que se pueda usufructuar. Y en ese sentido, Batman: la broma mortal es un claro producto de estos tiempos. En el territorio de las adaptaciones animadas, de esas producidas para video, televisión, streaming o lo que sea, DC tiene la ventaja artística, Marvel mantiene allí una línea más infantil, colorida pero lineal. Pero DC, apoyándose generalmente en su gran as de espadas que es Batman, se atrevió a adaptar algunos cómics, eventos y novelas graficas fundacionales que han contentado a los fans al mismo tiempo que logran productos interesantes. Claros ejemplos son algunos de los films dirigidos por Jay Oliva: Batman: the dark knight returns part 1 (2012) y part 2 (2013), donde adaptaba el famosísimo e influyente cómic homónimo de Frank Miller editado en 1986; o su adaptación del evento Flashpoint (2011) en la entretenida Justice league: the flashpoint paradox (2013). Batman: la broma mortal es una adaptación de otro cómic mítico, famoso e influyente: Batman: la broma asesina de Alan Moore, el otro monumento viviente de los cómics. Dirigida por Sam Liu (Batman: year one -2011-), en principio comparte la línea estética de casi todos los productos animados DC que es la de la serie animada de Batman de los años 90, que a su vez estaba basada en Batman de Tim Burton (1989), tal es la importancia de lo hecho por el bueno de Tim. La película se divide claramente en dos momentos bien diferentes: una primera media hora donde se apura en establecer la relación entre Batman y Batichica con bastante acción detectivesca, violencia y tensión sexual, dejando en claro que no estamos ante un film para chicos; y unos 40 minutos finales que son la adaptación literal, viñeta a viñeta, del cómic de Alan Moore. Podemos decirlo, el film de Sam Liu es un poco cobarde, quiere ser un film para el público menos especializado y también apunta con obsecuencia a ese fan acérrimo y literal que abunda en el mundo de los cómics. Lo que más molesta es la falta de cohesión entre las dos partes, que por separado no están mal, por lo cual la división no termina de ser absolutamente nociva ya que, por suerte, Liu logra captar algo del denso espíritu del material original. Moore, un tipo talentoso con un ego y pretensión infinitas, quiere hablar de lo fino del límite entre el bien y el mal, pero también de las formas de la locura. Su tesis es que el Joker y Batman son dos resultados posibles de un mismo punto de partida, y en lo profundo no son diferentes. Algo de eso se puede captar en la película de Liu pero de manera más superficial, y esto se debe a que hablamos de un cómic que depende mucho de la palabra leída, cosa que pierde un poco de fuerza en la adaptación. Sam Liu logra, desde la cobardía de no meter mano en casi ningún plano de la parte que adapta el cómic original, y agregando una metraje en una parte que está bien pero que podría también no existir, una adaptación aceptable de, digámoslo, un cómic muy difícil de adaptar.
Llega la adaptación cinematográfica de un clásico de culto de DC. Las expectativas son altas, y Sam Liu cuenta con una de las novelas gráficas más importantes de la historia en la cual Batman deberá enfrentar al Joker, quien intentará probar que solamente hace falta tener un día malo para desatar la locura. ¡Santas decepciones, Batman! Batman: The Killing Joke junto con Batman: The Dark Knight Returns son dos de las novelas gráficas más emblemáticas de la editorial DC. Cuando se anunció que la primera de ellas se adaptaría en una película animada, las expectativas eran tan altas debido al material en el que se basaba. A esto hay que sumarle la siempre exigencia de los lectores y fanáticos de DC que no iban a aceptar una adaptación medio pelo: si la novela gráfica era una obra maestra, la película por lo menos debía ser buena. Yendo a la película en sí misma, Batman: The Killing Joke cumple con creces en dos apartados sumamente de fuste. Por un lado la animación es impecable: cada encuadre, movimiento de cámara y el diseño de los personajes está cuidado al detalle. Los efectos computarizados son de una calidad altísima, y no mezquinaron presupuesto al momento de dar vida a las viñetas. Por otro lado, las interpretaciones de los actores de voz son igual de sublimes que la animación. No sorprende que Kevin Conroy o Mark Hamill nos brinden actuaciones sorprendentes al ponerle cuerpo a las voces del Caballero de la Noche y del Príncipe Payaso del Crimen respectivamente, pero no por ello vamos a dejar de mencionar este punto fuerte en la adaptación. Lo mismo ocurre con los demás actores del reparto, que brindan grandes interpretaciones. Dejando de lado esas dos aristas importantes, hay que decir que Batman: The Killing Joke es un gran «bah». Con la novela como asidero, la cinta podría haber sido mucho más interesante, y sin embargo terminó resultando una propuesta más del montón. El ritmo lento de la película, sumado a ciertos errores y horrores –como cierto musical–, hizo que el film terminara resultando una gran decepción. Todo esto se eleva a tal punto, que el prólogo de Batgirl termina teniendo más dinámica que la historia del Joker, el plato fuerte de la película. No es que la historia de Barbara Gordon haya sido mejor, no. Sino que enganchaba más, y se tornaba mucho más amena que lo que siguió después. El ritmo plasmado no engancha, y todo esto se agrava por el hecho de que la cinta sea corta como patada de chancho (tan sólo 76 minutos).Por otra parte, los amantes de DC disfrutarán de los múltiples guiños a historias clásicas de novelas, comics y películas, los cuales se encuentran repartidos a lo largo de la cinta. Conclusión Batman: The Killing Joke termina resultando una gran decepción, no porque la cinta sea mala, sino porque el material con el que contaba el guionista prometía mucho más. Las interpretaciones y las animaciones son sublimes. Pero quizás las altas expectativas alrededor de la propuesta le hayan jugado en contra, lo cierto es que si bien la cinta cumple con entretener, no es más que eso: entretenimiento y… paremos de contar.
El universo animado de DC crece a pasos agigantados y no es novedad que esta evolución tiene su antimateria en su universo cinematográfico. Tanto es así que la relación entre Batman vs Superman: El origen de la justicia y, por ejemplo, Batman: Bad Blood (cierre de la trilogía de Damian Wayne) es similar a la relación entre Bizarro y Superman. Batman: Bad Blood no sólo es una de las mejores películas animadas de DC sino que además es una obra maestra de la animación. Así de simple. El refinamiento narrativo que alcanzó en esa película su director, Jay Oliva (Batman: El Regreso del Caballero Oscuro, Justice League: The Flashpoint Paradox, Justice League: War, y encargado de la trilogía ya mencionada) fue tal, que no le tembló el pulso a la hora de crear un relato capaz de beber tanto de Vertigo de Alfred Hitchcock como del Edipo freudiano. Por supuesto, Bad Blood dejó la vara muy alta para lo que en realidad, en términos de marketing, iba a ser el plato fuerte del año en el universo animado, Batman: La Broma Mortal. El encargado de la dirección fue esta vez Sam Liu, decisión coherente ya que había dirigido Batman: Año Uno adaptación de la brillante obra de Frank Miller y había estado a la altura de las circunstancias entregando una de las mejores películas del universo DC. Entonces, era claro que Liu tenía el coraje y la capacidad suficientes para encarar la que es sin dudas una de las más perfectas piezas que entregó el mundo del cómic; la irreverente, brutal, desquiciada y genial Broma Asesina del irreverente, brutal, desquiciado y genial Alan Moore. Antes de empezar con la supuesta objetividad que demandan las formalidades de escribir un análisis crítico debo decir que Batman: La Broma Mortal al igual que Batman: Año Uno, mantiene a la perfección la composición de las viñetas de la obra original. Esto ya debería ser suficiente para estimular a los amantes del detective de Gotham así que pueden dejar de leer acá e ir corriendo a verla. Batman: La Broma Mortal tiene todas las crueles viñetas que de chicos nos escondíamos de nuestros padres para ver una y otra vez. Batman: La Broma Mortal empieza con la voz en off de Batgirl diciéndonos que va a empezar a relatar “los hechos previos a que todo se derrumbara”. Esta focalización tan anclada ya de por sí, tiene connotaciones tremendas para aquellos que leyeron la obra de Moore a partir de la cuál parte la traslación. Luego de eso vamos a presenciar un primer acto donde se plantea la relación entre Batman y Batgirl. Esta secuencia funciona narrativamente como una pequeña película dentro de la otra y va a finalizar con la llegada de Batman a Arkham para charlar con el Joker (primeras viñetas de la obra de Moore). Este agregado vuelve a la historia mucho más personal y hasta me atrevería a decir, le otorga un giro mucho más perverso al accionar del villano. El resto del film, como dije, es al igual que Año Uno, una versión exacta hasta en sus mínimos detalles. Esa introducción, sin embargo, hace que necesitemos a un Batman cuyo debate moral/filosófico sea más fuerte aún que en la versión ilustrada. Lo que Liu adiciona no está nada mal pero cualquier cambio de ese tipo altera la percepción del espectador y el director no se hace cargo del mismo hasta el final en donde además, agrega un epilogo que pretende restituir el orden del universo, orden que como sabemos, luego de haber salido a la luz la primer edición de La Broma Asesina de Moore en Marzo de 1988 jamás pudo ser restituido, ni en la ficción, ni en la industria. Hay algo que se siente extraño en Batman: La Broma Mortal, es como si su director hubiese sido contenido de hacer lo que pretendía, de terminar el relato que empezó. Sin embargo, eso que pensaba hacer, de alguna manera circula por debajo y si bien no está en pantalla, se siente y es terrible. La película tiene estreno limitado en nuestro país y se presenta en idioma original ya que las voces fueron realizadas nuevamente por Kevin Conroy y Mark Hamill.
Siempre que alguien quiere empezar a leer cómics y pide mi opinión, le hago la misma recomendación: Batman: The Killing Joke. Me gusta que su primer encuentro con una novela gráfica sea algo oscuro y violento. Publicado por DC Comics en 1988, con guión de Alan Moore (Watchmen, V for Vendetta) y dibujos -me pongo de pie- de Brian Bolland (Judge Dredd, Camelot 3000), The Killing Joke (o "La Broma Asesina") narra de manera sombría el posible origen del villano más icónico de la editorial: el Joker. En esta oportunidad, el llamado "el Príncipe Payaso del Crimen" quiere demostrarle al justiciero de Gotham que lo único que separa a un hombre común de la locura absoluta, es tener "un muy mal día". Es así como, mediante flashbacks, vamos viendo lo que podría haber sido su pasado como comediante fracasado que, ante la imposibilidad de mantener a su mujer y su futuro hijo, decide ser parte de un robo y todo se va al tacho. Desde el guión, Moore se encargó de contar una historia llena de ambigüedades y simbolismos, donde el lector nunca está completamente seguro de lo que se muestra en las viñetas. Incluso su final fue, y continúa siendo, interpretado de diferentes maneras. Sin lugar a dudas es una obra maestra e imprescindible en la biblioteca de cualquier comiquero. Hace varios años ya que DC viene produciendo con bastante éxito adaptaciones animadas de sus mejores obras: desde Batman: Year One hasta All-Star Superman, todas fueron aclamadas por la crítica y los fans. Es por esto que el hype de los fanáticos se fue por las nubes cuando se anunció la adaptación de La Broma Asesina, y más aún cuando se supo que tendría una calificación "R-rated" (mayores de 18 años) por su contenido violento y sexual. Todo se ponía mejor cuando se confirmaba que Bruce Timm (creador de Batman: The Animated Series) sería quien supervisaría todos los aspectos de la película, mientras que la dirección correría a cargo de Sam Liu (Justice League: Gods and Monsters, Crisis on Two Earths, Planet Hulk, y muchas más). Eso sin mencionar que las voces de sus protagonistas serían las de los históricos Mark Hamill como el Joker y Kevin Conroy como Batman. Simplemente nada podía salir mal... No obstante, y aún con todo a su favor (historia, equipo creativo, cast, el apoyo de los fanáticos y la posibilidad de mantener el tono oscuro y violento que le otorgaba el R-rated), la película falla por completo. Batman: The Killing Joke es de las adaptaciones animadas más flojas de Warner y DC. La historia comienza con un prólogo (totalmente inventado, ya que no es parte de la historia original) de 30 minutos que nos introduce a Batgirl, o Barbara Gordon para los amigos. Todo esto es sólo una excusa para profundizar la relación Mentor-Protegida que ella tiene con Batman (y lograr un mayor impacto con lo que les va a suceder más adelante en el filme...). Pero esta introducción resulta, además de innecesaria porque ésta es la historia del Joker y no de Batgirl, muy aburrida y pensada de manera muy pobre: un tal Paris no sé cuánto quiere robar no sé qué cosa, y se obsesiona con Batgirl. Entonces Batman (que piensa que aún no está preparada para combatir el crimen) se enoja con ella, mientras que ella (que piensa que la está sobreprotegiendo) se enoja con él . Cuestión que se van a las piñas, una cosa lleva a la otra y terminan... ¡SPOILER!... teniendo relaciones. Momento. ¿Que QUÉ? Sí sí, Batman le bate un Dolca a Batgirl (¡Sí! ¡A Barbarita, la hija de su amigo Jim Gordon!). Sin embargo, este momento -que obviamente resulta ser el más polémico de la película- es lo que más me gustó. Porque Batman es un tipo egoísta, y se va a bajar a cuanta mina en calzas de látex se le cruce (¿y quién no?). Él es así, Bruce Wayne no tiene código; es algo que él haría, por lo tanto está totalmente aprobado (y) Una vez resuelto este caso (que por supuesto a nadie le importa), arranca lo que sería la adaptación literal del cómic, y es justamente donde vuelve a fallar. A pesar de lo que muchas veces el público asume, lo cierto es que la narrativa de los cómics y las películas son muy diferentes, por lo cual la adaptación debe ser más fluida y no tan estructurada; simplemente no funcionan de la misma manera. Lamentablemente decidieron ir por el camino más corto y adaptar los hechos de las viñetas sin tener en cuenta el ritmo de la película. Esto termina jugando en contra, porque la narración se vuelve un tanto aburrida. Un claro ejemplo son los flashbacks, que en la novela gráfica eran soberbiamente introducidos: en la película aparecen de la nada, en color sepia (¡no vaya a ser que no nos demos cuenta que se tratan de recuerdos!) y las transiciones se sienten sin conexión. Otro de los problemas es la falta de ambigüedad, una de las características más destacadas de esta obra. El plan del Joker para probar su punto (que todos pueden ser como él, si son presionados al límite) era secuestrar a Gordon y conducirlo a la locura. ¿Cómo haría esto? Irrumpiendo en la casa de Barbara, disparándole en una zona vital, y sacándole fotos mientras está agonizando para luego mostrárselas al teniente. Pero esto no terminaba ahí, ya que la obra de Moore insinuaba que Barbara era abusada sexualmente; esto es algo que, si bien se muestra de manera sutil, al mismo tiempo es bien claro. En la película se baja bastante el tono de este hecho, el cual resulta clave a la hora de intentar enloquecer a Gordon. En otro momento anticlimático, el Joker tiene un número musical totalmente innecesario y que no tiene relación alguna en el tipo de relato que se está contando (además que odio los musicales). Pero creo que lo peor de todo es su final, donde se plantea la "broma asesina". Hacia el final de la historia, luego de una pequeña pelea, Batman y Joker terminan riendo de forma amistosa producto de un chiste. Así sin más, no te da lugar a que reflexiones acerca de lo que sucedió, ya que en la versión de Alan Moore nos generaba la duda: ¿finalmente Batman mata al Joker, luego de ver que éste no tiene cura? Para terminar, debemos mencionar que la animación es realmente mala. Se queda a mitad de camino todo el tiempo (no tiene los diseños de la serie animada y tampoco son parecidos a los del cómic, es como si no se hubieran puesto de acuerdo). El más perjudicado es Batman, a quien ni siquiera se tomaron al molestia de dibujarle bien las batirorejas. Seguramente aquellos que no hayan leído la obra original van disfrutar de esta película. Los que sí estén familiarizados con The Killing Joke, van a quedarse con un gusto amargo. De todas formas, ver esta película en cine fue una gran experiencia. Todo en un cine es mejor, aunque sea una porquería. Ojalá se sigan estrenando este tipo de largometrajes animados en las salas, pero eso sí: tienen que volver a las raíces. VEREDICTO: 6.0 - MÁS QUE BROMA, CHISTECITO No sólo distorsionaron la esencia de Batman: The Killing Joke, sino que la malinterpretaron. Esta es la historia del Joker y sus similitudes con Batman: no es la historia de la tragedia de Barbara Gordon; ella es un mero daño colateral. Una lástima porque los realizadores lo tenían todo para crear una obra digna de recomendar. Mejor leé el cómic.
Si Batman: The Killing Joke es un clásico y uno de los hitos de la historia del comic, la adaptación animada 2016 la pifia por miles de kilómetros de distancia. ¿Es realmente un problema de la adaptación, o es que la historia original está sobrevaluada?. A final de cuentas el responsable de la novela gráfica original es Alan Moore, autor de la sagrada Watchmen - la cual es brillante en muchos aspectos pero tiene un final ridículo -. Yo no creo que todo lo que haga Moore sea oro y, leyendo el resumen de la Wikipedia de The Killing Joke, tampoco pareciera que la historia fuera gran cosa. Quizás el problema sea que el comic es de 1988 y han pasado tantas cosas en el medio - como el brutal Guasón de Heath Ledger - que la historia de origen del Joker que pinta Moore se alterna entre absurda e ingenua. Para colmo la versión animada altera el orden de la historia - el origen del Joker es contado en flashbacks - y mete con calzador media hora de aventura superflua y romance forzado entre Batichica y Batman. Ok, eso le da algo más de punch emocional al desenlace del filme, poniendo al encapotado en una misión de venganza contra su archienemigo y poniéndolo en el dilema de quebrar sus propias reglas (algo que queda en el diletante al momento de aparecer los créditos finales); pero se nota que es un emparche y que la escritura del nuevo material no está a la altura de las lineas de Moore. El filme se desvirtúa y mete relleno pero cuando las palabras de Moore surgen de la boca del encapotado y del payaso demente, las lineas resultan estremecedoras. Quizás The Killing Joke hubiera sido una sensacional corto de 15 minutos pero definitivamente no da para una hora y cuarto de largometraje, en donde todo está estirado, desparejo y diluído. Hablando de manera brutalmente honesta, este es el segundo filme seguido de Batman que me decepciona - el anterior fue Bad Blood -. ¿Acaso el equipo creativo ha caído en una crisis terminal?. ¿Han perdido la medida de como calibrar una gran historia?. Si las historias originales (como Bad Blood) eran malas, ¿cómo la pueden pifiar con la adaptación de un clásico preexistente, un material a prueba de balas?. terminal de ventas para celulares Android El filme tiene problemas de perspectiva. Primero, habla Batichica; después pasamos al futuro y lleva la batuta el Joker; después está el dilema moral de Batman que sabe que, en uno u otro momento, va a terminar matando al Joker. Este Batman es un auténtico bad ass y vomita odio por los cuatro costados, especialmente cuando revuelve media ciudad Gótica para encontrar al comisionado. Mala noticia: su ex novia y ex socia en el crimen, Barbara Gordon, ha quedado paralítica como consecuencia de un disparo del Joker en su columna vertebral. Una medida inusualmente violenta para un tipo que prefiere tomarse su tiempo en torturar a sus víctimas antes de despacharlas expeditivamente. El comisionado queda desnudo y es obligado a ver fotos de su hija desnuda, herida y bañada en un mar de sangre. Oh, sí, es un recordatorio de que cualquiera, en un mal día, puede volverse loco. Como a aquel idiota, ingeniero químico, que renunció a su trabajo para volverse estrella de la comedia stand up. Claro, sin talento para decir un mísero chiste, el tipo fracasó como loco y se vió obligado a asociarse con un par de pandilleros que quieren asaltar su antiguo lugar de trabajo - al cual él conoce al dedillo -. Las cosas salen mal y el termina en una vatea de ácido con la piel blanca y el pelo verde. El resto es historia conocida. La historia de origen del Joker es tan blanda y absurda que resulta un chiste. Ok, corría 1988 y era la primera vez que alguien intentaba explicar cómo un tipo común podía convertirse en un monstruo homicida. Pero la historia del ingeniero devenido comediante fracasado es tan estúpida - en serio, ¿de semejante simiente puede nacer algo tan monstruoso como el Guasón? -. Eran mucho mas brutales las sugestiones que daba Heath Ledger en Batman: El Caballero de la Noche, con un padre brutal masacrando la cara de su hijo a navajazos y golpeando a su esposa. Un ambiente nativo de locura en vez de este idiota empardado con una esposa embarazada a la cual pierde el mismo día del atraco fallido. No, no, la coincidencia es idiota y el perfil sicópata no termina de cuadrar. No me gustó Batman: La Broma Asesina. Ok, está Kevin Conroy y Mark Hamill desplegando todo su talento, pero la animación, el libreto y la dirección dejan que desear. Me parece una historia inflada, sobrevalorada. (alerta spoilers) Ok, el final es ambiguo - Batman y el Joker se rien de un chiste que hace éste pero terminamos escuchando sólo la risa del encapotado (¿acaso le retorció el gañote al payaso?) - y quizás sea lo mejor que tiene, pero el nudo de la trama es breve y tiende a ser manipulador. (fin spoilers) No me convence la historia de origen del Joker, el plan del Joker, ni la acción del final. Quizás pasó mucho tiempo desde 1988 - cuando consideraron ésta como la historia definitiva del origen del payaso diabólico - pero la versión animada actual tiene mas pifias que impacto, y no deja una impresión demasiado buena que digamos.