En uno de los grupos de whatsapp de los que formo parte, compuesto en su totalidad por futboleros de buena ley, gente en los cuarenta, como yo, hago la pregunta: “¿conocen la frase `Fútbol. Dinámica de lo impensado´? ¿Saben quién la dijo o a qué pertenece? No vale googlear”. La respuesta es similar y unánime. Todos saben que su autor fue Dante Panzeri. Todos saben que fue periodista deportivo. Todos saben, también y por diferentes fuentes, que es el título de un libro escrito por él; alguno que otro detalla que escribió en la época de oro de El Gráfico. Ninguno de ellos leyó el libro. Yo, que unos días atrás bien podría haber respondido exactamente de la misma manera, tampoco. Es que Panzeri se ha convertido con el paso de los años en uno de esos personajes más mentados que conocidos, una sombra coronada por laureles a los que el tiempo fue difuminando, un fantasma invocado con asiduidad aunque nunca se sepa bien por qué razones. El hechizo irresistible de ese título, su musicalidad, (como bien apunta uno de los tantos entrevistados en la película) funciona al mismo tiempo tanto de leitmotiv, latiguillo o cliché siempre a mano como de obturador del interés por profundizar en su obra escrita, como si la elocuencia bella y sintética de la frase fuera al mismo tiempo puerta de entrada y muro de contención. Sobre ese centro al que el paso del tiempo fue vaciando se instala Buscando a Panzeri. A partir de ese enigma, que es también un rompecabezas, inicia su pesquisa, para devolver así a la luz su pensamiento y su ética. “Al periodista deportivo le cabe la obligación de pensar. Su misión en la sociedad es sociológica y pedagógica, no escenográfica”. La frase, rescatada de algún viejo archivo y pronunciada en off por el propio Panzeri, se escucha en los primeros instantes de la película y tiene tanto la contundencia de un mazazo como el brillo cegador de un aerolito fugaz. Que haya sido pronunciada hace décadas ilustra la idea de que su autor fue un adelantado a su tiempo. Y que irrumpa así, de manera intempestiva y primeriza, instala en primer plano un espacio y un tiempo lejanos, perdidos podría decirse, cuyos alcances, bajo la forma de una proclama, se infiltran en los vericuetos del que fuera su oficio puntual para extenderse sobre determinados aspectos del mismo. Y es que, inevitablemente, a más de cuatro décadas de su muerte, sus ideas retornan como una fuerza arrolladora, visto el estado actual de una profesión, de esa profesión, que parece empeñarse (salvo por honrosas excepciones) en descender progresivamente hasta los límites de la abyección y la venalidad. Panzeri ejerció su oficio desde comienzos de los 50 hasta su temprana muerte, un mes antes del comienzo del Mundial 78. Escribió en numerosos medios, muchos de ellos muy populares, muchos de ellos no específicamente deportivos. Fue editor de El Gráfico; fue intransigente, incorruptible, lúcido. Fue, a su manera, genial, alguien que entendió que en el fútbol se libraba una batalla que excedía a la de los 22 jugadores en el campo; si se quiere, tal vez haya sido el primer periodista que pensó el deporte desde una perspectiva cercana a la de los estudios culturales, pero sin caer en el academicismo estéril ni dejar de entenderlo como un fenómeno al mismo tiempo sofisticado y popular. Sus enemigos fueron los dirigentes inescrupulosos, los masajistas y kinesiólogos que se colaban en la foto de los equipos en los días de partido, los técnicos que se ponían por delante de los propios jugadores, la búsqueda del triunfo sin importar los medios; en definitiva, la instalación fatal del fútbol como un mero espectáculo. Un mérito de la película es hacer hincapié en ese dato y entender que el interés de Panzeri reside en sus ideas tanto como en iluminar a la que fue una figura a caballo entre dos mundos. Una voz solitaria en el desierto. A su manera, un nostálgico del futbol como una de las bellas artes, de una época en la que la poesía del balón prescindía de pizarrones y tácticas obsesivas, de métodos de entrenamiento científicos y de un terror casi metafísico por la derrota, de representantes, vicios enquistados y corruptelas varias. A todas esas prácticas las denunció sin pausa y mirándolas de frente, yendo contra viento y marea contra todo y todos. Buena parte de esas batallas (contra Bilardo, Zubeldía, el Gordo Muñoz o Alberto J. Armando, entre muchos), así como los pormenores de su vida familiar, son encarados por el propio Kohan Esquenazi (encargado, también, de la reedición de su libro, agotado por décadas), devenido amable detective que le pone el cuerpo al asunto, mientras entrevista a numerosas personajes públicos y no tanto que lo conocieron, lo admiraron, se sintieron influenciados por él. Ese devenir encuentra un límite que envuelve como una sombra a la película y que actualiza un problema que abarca a buena parte de la historia de la televisión, porque Buscando a Panzeri es también la historia de un agujero negro, evidenciado al toparse, de manera indefectible, con la precariedad del archivo televisivo, lleno de abismos, de restos siempre parciales de una memoria ya irremediablemente perdida. Con paciencia, momentos de genuina emoción (los testimonios de su mujer e hijos, de los amigos fieles de toda la vida) y otros en los que surge una extraña empatía (la que genera conocer muchas de sus luchas quijotescas), lo que asoma es la auténtica dimensión (un pequeño acto justicia, al fin) de quien fue también, a su manera, un héroe clásico, alguien dentro de quien conviven el honor, la tragedia y la gloria de las convicciones irrenunciables. Como ocurre, también, con los héroes clásicos, la suya es una historia de causas perdidas, con su carga insoslayable de soledad infinita.
Atrapante documental que recupera la figura de Dante Panzeri, acaso el mejor periodista deportivo que tuvo el país, y que en la búsqueda de su rastro, se termina por configurar la semblanza de un hombre que defendió a capa y espada sus ideales y valores y al que la sociedad y los medios le dieron la espalda.
Hubo un tiempo en el que el periodista Dante Panzeri despertó pasiones, tuvo fans y detractores. Seguramente detestaba a sus propios fans, porque así de severo parecía ser. Panzeri fue una marca a seguir, una opinión autorizada en el mundo del fútbol, dirigió El Gráfico, la revista de fútbol más popular durante décadas y los números indican que en su gestión las ventas de la revista bajaron drásticamente aunque sin embargo, cuando dejó la dirección, no fue por un tema económico sino porque uno de los dueños de la Editorial Atlántida le acercó un suelto que debía publicar en algún rincón de la revista con opiniones del entonces ministro de Economía, el capitán-ingeniero Alvaro Alsogaray. Panzeri agarró el saco y se fue, pero se aseguró de poder dirigir un número como despedida y en ese último número puso en la tapa a un jugador retirado desde hacía 10 años. Después de eso, Dante Panzeri hizo de todo desde escribir en publicaciones populares creadas por Héctor Ricardo García (el dueño de Crónica), puso la cara en la pantalla de Canal Once del mismo Garcia y se integró a la mítica revista Satiricón, que tenía una redacción con un promedio de edad veinte años menos que él, pero se adaptó y desde allí con algo de humor e irreverencia seguía atacando al negocio del fútbol y a sus figurones. La última batalla que dio Panzeri fue contra el Mundial ´78 pero esa lucha quizás fue demasiado grande y murió en abril de 1978, un mes antes de que empezara esa “fiesta” que como mínimo, Panzeri consideraba innecesaria. En el medio de toda esa carrera se hizo tiempo de escribir “Fútbol dinámica de lo impensado”, un libro que se convirtió en clásico pero que con el tiempo desapareció de las librerías. Treinta años después de toda esta historia se produjo el regreso a la Argentina de Sebastián Kohan Esquenazi, un joven periodista que apenas había vivido unos años en la Argentina antes de iniciar un largo peregrinaje por distintos países y que cuando volvió, se encontró ante el desafío de una editorial de ubicar textos clásicos sobre el fútbol. Y claro, no tardó mucho en toparse con “Fútbol, dinámica de lo impensado”, así que a partir de allí Kohan se obsesionó con conocer al autor de aquel clásico. Buscando a Panzeri es la historia de esa búsqueda, una intención de revivir aquella historia, de conocer al hombre y de rastrear las huellas que dejó. Panzeri dejó huella y eso es casi un milagro en un país en el que la especialidad de la casa es la destrucción de los archivos, el desinterés por conservar la memoria histórica, pero hay sobrevivientes, gente que lo admira, incluso hay gente que llegó a rearmar un archivo completo de todo lo que escribió Panzeri. Es cierto, no hay muchas imágenes porque el canal en el que desarrolló su carrera sufrió un incendio que destruyó su archivo y hay que decirlo, las señales no han tenido prurito en grabar cosas nuevas sobre materiales de otras épocas y en otros casos se ha perdido archivos por desidia y porque al cambiar los formatos nunca ha habido dinero suficiente ni interés por salvar la historia de la televisión. Pese a que indagar por el pasado en la Argentina es como mover una carreta con ruedas cuadradas, Kohan logra dar con los testimonios necesarios para recatar a ese periodista que quizás tarde se dio cuenta de que tomarse demasiado en serio a nuestro país puede costar la salud y finalmente la vida misma. Lo cierto es que la película demuestra una búsqueda exhaustiva que incluye un error en un zócalo que dejaremos como trivia para los amantes del fútbol que se asomen a este documental apasionante para aquellos a los que les interese el deporte y el periodismo, dos especies en extinción según los parámetros que manejaba el maestro de Dante Panzeri. BUSCANDO A PANZERI Buscando a Panzeri. Argentina, 2010. Dirección: Sebastián Kohan Esquenazi. Guión: Juan Villegas, Sebastián Kohan Esquenazi. Entrevistas: Ezequiel Fernández Moores, Carlos Ulanosky, Matías Bauso, Tomás Abraham, Pol Ajenjo. Dirección de Fotografía: Juan Ignacio Sabatini, Juan Pablo Sallato. Dirección de sonido: Carlos Tanoni. Montaje: Titi Viera-Gallo, Gonzalo Cladera (VACA BONSAI). Dirección de Arte: Ana Cambre. Música: Juan Pablo de Mendonça. Producción: Daniel Guzman, Juan Ignacio Sabatini, Juan Pablo Sallato, Sebastián Kohan Esquenazi. Canción de créditos: Mágico Negro Blanco. Duración: 69 minutos
El último grito de gol. Con el equilibrio justo entre la primera persona y la figura del objeto de observación, este documental recoge la difícil misión de homenajear pero a la vez reivindicar al periodista deportivo Dante Panzeri. Para aquellos aficionados al periodismo deportivo, el nombre de Panzeri es al menos recordado por un estilo periodístico poco convencional, que puso en tela de juicio entre otras cosas todo aquello que se adueñara del deporte para mancharlo de cualquier elemento ajeno al juego de la pelota y los goles. Es recordado su paso por la emblemática revista El Gráfico, donde el periodista utilizaba todos los recursos disponibles en la diagramación de las páginas, fotografías, títulos y hasta epígrafes para dejar su sello polémico que le valió durante toda su trayectoria periodística muchísimos enemigos entre el ala dirigencial, jugadores y técnicos de diferentes equipos, así como del poder de turno en épocas difíciles. Los testimonios buscados por el director (Ezequiel Fernández Moores, Carlos Ulanosky, Matías Bauso, Tomás Abraham, Pol Ajenjo) complementan rasgos de su personalidad de carácter fuerte, las anécdotas que mejor sintetizan su modo de pensar y trabajar, con convicción y coherencia en el discurso sin dejar de lado la palabra honestidad a la hora de rescatar su legado al periodismo deportivo. Sebastián Kohan Esquenazi logra con una buena selección de material de archivo y la búsqueda de la enigmática vida de Dante Panzeri el mejor registro audiovisual para que el autor de La dinámica de lo impensado (libro escrito por Panzeri que fuera durante años lectura indispensable para cualquier aspirante al periodismo deportivo) gane hoy más que nunca el merecido reconocimiento por haberse adelantado al nefasto panorama que en la actualidad representa el fútbol mundial y el negocio detrás de la pelota.
DESTINO DE UN VALIENTE La figura de Dante Panzeri es fundamental dentro del periodismo argentino (su especialidad era lo deportivo, pero fue en el fútbol que dejó una huella enorme), dueño de un discurso que trascendía lo dialéctico para volverse conducta, alcanzando una infrecuente relación entre fondo y forma. Leer a Panzeri es encontrarse con la palabra de alguien que no solo exige (su visión sobre el fútbol, el juego y el espectáculo, pero también sobre los dirigentes, es única), sino que además propone desde una honestidad intelectual que todos le han reconocido, incluso sus enemigos. Claro, las piruetas habituales de este país llevan a que hoy Panzeri sea casi un mito imposible de acceder, tanto porque la mayoría de sus participaciones televisivas se perdieron, como porque su pensamiento resultaría absolutamente incómodo en el presente de una profesión que ha derivado hacia la banalidad y el vedetismo. Buscando a Panzeri, el documental de Sebastián Kohan Esquenazi, organiza entones una pesquisa sobre el personaje, pero lo hace desde varios frentes. Están los textos y la palabra del protagonista, la huella en amigos, colegas y familiares, pero también -y fundamentalmente- la duda acerca de qué fuerza tiene hoy su discurso, cuán posible sería en el presente. Con sabiduría, Kohan Esquenazi construye un relato documental que se vale de piezas sueltas que van formando una noción del personaje. En ese sentido es muy acertada como idea cinematográfica ese collage con recortes que el director va acumulando sobre una pared, con ideas sueltas y apuntes sobre dónde podría encontrarse con la memoria de Panzeri. Kohan Esquenazi cuenta en un comienzo que vivió en diferentes países y fue hincha de tantos equipos como ciudades habitó. Esa relación que tiene con el fútbol, que es más con el deporte que con los colores, desprovista de un apasionamiento irreflexivo, es tal vez una de las cuestiones por las que el pensamiento de Panzeri le resulta fascinante. La película avanza sobre anécdotas varias, que son la punta de lanza de la búsqueda, pero también son los recortes del personaje que han trascendido en el tiempo. En definitiva uno es uno y su obra, pero también lo que los demás construyen desde el recuerdo. Y ahí aparecen sus divertidos epígrafes en El Gráfico (emblemática revista deportiva de Argentina) donde mostraba su bronca porque los técnicos posaban en las fotos con los jugadores o su desplante con el dueño de Editorial Atlántida (propietaria de aquella revista) que lo obligó a publicar una columna firmada por el ministro de Economía de aquel entonces, Alvaro Alsogaray. Es increíble cómo cada recuerdo de Panzeri es una síntesis de su carácter y su forma irreductible de entender el periodismo. Rico en testimonios, el documental de Kohan Esquenazi es también inteligente para incluir un par de entrevistas fallidas que son funcionales a la reconstrucción del personaje. En una de ellas, el mejor amigo de Panzeri se resiste a prestar testimonio para no empañar la memoria del periodista. En la otra, Carlos Bilardo, ex jugador del Estudiantes de La Plata resistido por Panzeri, se niega a aparecer en el documental porque no quiere hablar mal de una persona que ha muerto. Ambas entrevistas fallidas fortalecen la imagen del protagonista. Por un lado, su tozudez y severidad, que incluso se transfirió a sus seres queridos, que custodian su pensamiento como caballeros templarios. Por el otro, un enemigo que aún en la distancia estética para entender el juego del fútbol, decide con total honestidad que no es necesario el agravio porque no está para defenderse. Panzeri era periodista de raza, un animal de la profesión que entendía que lo importante era lo que tenía para transmitir, más que dónde lo hacía. Así es como escribió y dirigió El Gráfico, pero no tuvo problemas en publicar en Crónica ni en la revista sensacionalista Así. Incluso tuvo un recordado paso por Satiricón, revista humorística donde avanzó por otros caminos de la profesión y se codeó con colegas mucho más jóvenes. Su discurso directo lo llevó, obviamente, a pelearse con el poder, tanto con el peronismo por los Juegos Panamericanos de 1951 como con la Junta Militar por el armado ostentoso del Mundial ’78, acontecimiento que no pudo ver debido a que falleció unas semanas antes. Toda esta información, que parece muchísima, aparece en Buscando a Panzeri, que goza además de un notable poder de síntesis. Y que logra algo que no muchos documentales logran, que es abordar un personaje potencialmente interesante y hacerlo con herramientas igual de fascinantes. Si incluso al final de sus 65 minutos uno termina con un dejo de amargura, que es la transmite la propia experiencia de Panzeri. Un tipo que en la búsqueda de una verdad y una coherencia terminó atravesando un camino bastante solitario. Kohan Esquenazi sale a buscar a Panzeri y se termina encontrando con una de las tragedias de este país: el destierro y el olvido a los que piensan diferente. Nota: hay un pequeño detalle que no ingresaba en la crítica, pero que no quiero dejar pasar porque me llamó la atención dentro de una película muy cuidada y precisa. En un epígrafe se confunde al DT de Estudiantes, Osvaldo Zubeldía, con el también DT Juan Carlos Lorenzo.
En 2008 la editorial española Capitán Swing le encomendó a Sebastián Kohan Esquenazi que gestionara un libro clásico sobre fútbol para (re)publicar. Finalmente, el elegido fue Fútbol, dinámica de lo impensado, de Dante Panzeri. El interés de Esquenazi por esta figura mítica (más citada que leída) continuó con este documental que, tras una década de investigación y múltiples mutaciones, estaba listo para su estreno en el BAFICI 2020. La pandemia lo impidió, pero ahora tiene su merecida revancha en el ámbito del streaming hogareño. Si sosteníamos que Panzeri -un tipo duro e imperturbable, combativo (justiciero), apasionado y transgresor, representante como pocos de aquella vieja escuela del periodismo hoy ya en vías de extinción- fue poco leído por las nuevas generaciones, mucho menos fue visto en imágenes. De hecho, uno de los aspectos más rotundos que deja en claro esta película (además de ratificar el talento como comunicador, la capacidad de provocación para incomodar al poder de turno, enfrentar a figuras del ambiente futbolero como Alberto J. Armando o José María Muñoz, la integridad moral y los principios y convicciones irrenunciables de su protagonista) es el penoso estado de los archivos audiovisuales en la Argentina. Conseguir imágenes de Panzeri (y eso que estuvo bastante tiempo en televisión) resultó una épica entre todas las empresas quijotescas que se planteó este proyecto. Con más hallazgos periodísticos (hay buenos aportes de Alejandro Caravario, Tomás Abraham, Ezequiel Fernandez Moores, Matias Bauso, Ruso Verea, Diego Bonadeo, Ariel Scher, Dante Zavatarelli, Daniel Guiñazú, Pablo De Biase, Carlos Ulanovsky, Tomas Sanz, así como de varios familiares entre los que aparecen su viuda Maria Luisa Maestri y sus hijos Sandro y Flavia) que ficcionales (las recreaciones con un Panzeri interpretado por Pol Ajenjo no aportan demasiado), la película apela al clásico recurso narrativo del director/investigador con un Kohan Esquenazi que va llamando a quienes conocieron a Panzeri (Carlos Salvador Bilardo es uno de los que se niegan a hablar), hurgando en los destartalados archivos y completando las piezas de un rompecabezas al que siempre parecen faltarle unas cuantas piezas. Panzeri vivió apenas 56 años, escribió no solo de fútbol sino también sobre natación, ciclismo, boxeo o automovilismo, dirigió durante 14 años la revista deportiva más importante de la historia argentina (El Gráfico, de dónde se fue porque quisieron imponerle la publicación de una columna firmada por Alvaro Alsogaray) y -en épocas de vacas flacas- siguió investigando con el mismo rigor en medios no demasiado prestigiosos. Fue uno de los pocos que denunció a los organizadores del Mundial '78 y murió -indignado, amargado, decepcionado, silenciado, amenazado y abandonado por casi todo el mundo- un par de meses antes de ese evento. Este documental, más allá de sus múltiples hallazgos y sus escasas carencias, es entonces una forma de reparación, de reivindicación, de sacarlo del más injusto de los olvidos.
El observador Quien observa es alguien que lleva adelante la acción de mirar algo o a alguien con mucha atención y detenimiento, y así adquirir algún conocimiento sobre su comportamiento o sus características. Buscando a Panzeri (2019), nos propone observar a quien fue uno de los periodistas deportivos argentinos más influyentes y a la vez menos leído. El documental ahonda en la vida y obra de Dante Panzeri, un hombre honrado, un periodista crítico, un libre pensador. Que se enfrentó al poder y murió solo y olvidado. El director Sebastián Kohan Esquenazi es un forastero obsesionado con hacer justicia, sacar a Panzeri del ostracismo y traerlo de vuelta a éste mundo. Sin Panzeri el fútbol tiene los días contados. Kohan Esquenazi, con acertado dinamismo, nos introduce en su documental partiendo de una clara y precisa premisa: la reedición del libro de Dante Panzeri “Futbol, dinámica de lo impensado". Así se pone en marcha este rompecabezas doble. Por un lado rescatar a ese periodista comprometido, que jamás cedió ante nada ni nadie. Consecuente con su pensamiento y escritura. Por otro lado un corolario de obstáculos que se le presentan al mismo Kohan Esquenazi; una guía telefónica que conduce a un callejón sin salida, personajes célebres y renuentes a dialogar, la falta de archivo televisivo que de modo paradójico, parece ser así, para acallar la propia voz de Panzeri. Pero como en cualquier relato clásico, el héroe no desiste y cobran protagonismo las entrevistas a familiares, amigos fieles, y colegas, como: Ezequiel Fernández Moores, Carlos Ulanosky, Matías Bauso, Diego Bonadeo, Ruso Verea y Tomás Abraham. Estos testimonios y un preciso material de archivo poco a poco completan el enigma de quien sin duda alguna, supo elaborar una teoría crítica y ser reconocido en la actualidad, como un crítico cultural. Panzeri fue un periodista que incomodó, funcionó como bisagra en el periodismo deportivo. Por su carácter atemporal, su pensamiento, su visión y su compromiso resuenan con tanta fuerza en la actualidad. "Vale la pena acercarse y observar Buscando a Panzeri, debido al metalenguaje del documental. Interpela al espectador e invita a reflexionar con respecto a los actos de injusticia y las voces solitarias que jamás se rinden." Calificación 9/10.
A Dante Panzeri lo describen como un visionario, un profeta del periodismo deportivo. Un gran maestro de su oficio. Una importancia directamente proporcional a la polémica que despertó, desde sus inicios, en los años ’30, en el Diario La Voz de San Justo. Una marca registrada fue su ácida crítica contra la dirigencia del fútbol. Llegó a trabajar durante casi dos décadas en la revista El Gráfico, un referente por antonomasia del deporte nacional, llegando a ser su director. A este honrado librepensador es a quien rinde tributo Sebastián Kohan Esquenazi, echando luz a una figura que había quedado en el olvido. Seis años de investigación invirtió Kohan Esquenazi en llevar a cabo este proceso. Desde la Biblioteca Nacional al Archivo Gráfico de la Nación. De allí a la escuela de periodismo Tea y Deportea. Recurriendo a entrevistar a grandes figuras del deporte (técnicos, exfutbolistas) para construir este rompecabezas. De Panzeri se repite la frase que dice ‘la dinámica de lo impensado’ e imortaliza el título de su mentado libro, el instinto del futbolista y su talento, que puede derrotar cualquier estrategia. En medio de este camino, se encuentra con familiares del difunto periodista que optar por llamarse a silencio. Y, de esta forma, la investigación refleja la ardua tarea que tenía por delante el documentalista y cronista, con un aditamento: el nulo registro de archivo audiovisual. Gran cuestionador del fútbol show y espectáculo, sostuvo sus posturas fundamentalistas frente a los estamentos de poder del deporte. Su ética intachable llevó a cuestionar la realización del Mundial ’78. Según su mirada, no es posible la neutralidad. El hace de fiscal y no de mero relator de sucesos, proveyendo importancia al subjetividad y libertad de toda mirada. Cimentando el aura de leyenda de este personaje, Kohan Esquenazi lo define como “la figurita más difícil del álbum”. Su carrera, meteórica, nos cuenta de comienzos realizando columnas sobre ciclismo y, de allí, a la dirección de El Gráfico. Este inadaptado y rebelde para el mundo de los medios tiene, paradójicamente, una vida con calibre de película.
Conociendo a Dante Panzeri El periodista de la crítica más audaz, estará disponible este jueves en Puentes de Cine. Lautaro Franchini “Buscando a Panzeri”, el documental de Sebastián Kohan Esquenazi, recorre los pasos del respetado y olvidado periodista deportivo más emblemático de la Argentina. Dante, un hombre querido y odiado por propios y extraños. De temperamento cuestionable y sincero paladar. A partir del jueves, disponible en la sala virtual de Puentes de Cine. Por Lautaro Franchini. “Panzeri es el periodista más citado y menos leído, el más crítico y más olvidado”, afirma Kohan Esquenazi, quien pretende llegar a conocer al profesional de ética y moral intachable, que enfrentó a colegas y dirigentes del fútbol. Dueño de la crítica más aguda y el pensamiento más innovador en la materia. Escarbando por aquí y por allá. Charlando con ex compañeros de Dante, recordando junto a sus familiares y buscando entre bibliotecas y archivos gráficos y televisivos, Sebastián intenta juntar las piezas de este rompecabezas. Una tarea para nada fácil sabiendo que lleva ocho años tratando de unir cada relato e historia. En la actualidad pocos conocen a Panzeri. Dentro del mundo periodístico algunos lo citan como referencia pero escasos lo recuerdan. Su prematura muerte y la cantidad de opositores que sumó en su haber lograron que hoy su figura sea bastardeada. El núcleo y punto más alto del film es la forma en que el director allanó el camino y nos presentó al protagonista. El documental, que iba a tener su estreno en el suspendido Bafici y ahora estará disponible desde este jueves en www.puentesdecine.com, nació tras la pasión del propio autor por el periodista. Primero fue reeditar su libro más famoso: “Fútbol, dinámica de lo impensado” y luego salió la idea del largometraje. “Quiero que su pensamiento vuelva a existir. Es una herramienta de combate”, resaltó. Vida y obra de Dante Panzeri, un documental que enaltece su labor en el medio. Un merecido recuerdo para quien fue olvidado. Puntaje: 80/100. Dirección Montaje Arte y Fotografia Música Actuación User Rating: No Ratings Yet ! Editar FacebookTwitterGoogle+LinkedInCompartir por correo electrónico Lautaro Franchini
Qué lindo es ser futbolero. Qué aburrido, ser un intelectual que no entiende el fútbol. Por eso, siempre me han gustado poco y nada los pensadores que hablan de fútbol o los hombres de fútbol que hablan como pensadores. Sin embargo, como todo en la vida, los peores son los –istas, aquellos que destilan fundamentalismo con lenguaje florido o se apropian de figuras interesantes a su modo para desplegar puestas en escena mediáticas o mantener el circo en las redes cloacales. Porque un abordaje posible para Buscando a Panzeri, la película recientemente estrenada de Sebastián Kohan Esquenazi, invita a separar la paja del trigo: una cosa es el documental, otra Dante Panzeri y otra muy distinta los panzeristas, algunos de ellos con la panza bien llena de disparates debido a cómo panzerean por allí, más allá de Panzeri mismo. “¿Usted conoce al periodista Dante Panzeri?” es una de las preguntas que inaugura una veta bastante recurrente en la actualidad, a saber, la del documental/policial. Un hombre y un enigma. En el medio, la figura del realizador como investigador, que se enuncia como “el tipo que habla y que no tiene equipo”. La imagen de la falsa modestia (por suerte) da paso a otra más interesante, la del hombre perdido en la burocracia de archivos en mal estado, registros confusos y negativas para ofrecer testimonio acerca de Panzeri. Por momentos, asistimos a una comedia kafkiana. Lejos de la trascendencia, enseguida se encuentra el tono y la simpatía de quien oficia como un Virgilio para los espectadores. Pasarán unos cuantos minutos para que se enderece la búsqueda y las piezas aparezcan. En ese armado estimulante la película encuentra su mejor forma, fluye en medio de una liviana apariencia, pero deja mucha tela para cortar. Detrás del enigma Panzeri, Kohan muestra paredes llena de papeles pegados, llama a una cantidad impresionante de números telefónicos y recoge testimonios. A esta altura, ya no necesita afirmar que es “hincha de tantos equipos como ciudades habitó” para ganarse al público. El montaje es mejor herramienta de seducción. Se sabe, hay toda una mitología en torno al libro “Dinámica de lo impensado”, citado frecuentemente, incluso por quienes jamás lo leyeron pero lo acomodan en el baúl de la conveniencia. Lo curioso es que no se toman la molestia siquiera de aclarar (sí lo hace el documental) que detrás de su elaboración hay una crítica sesuda que incluye, además, estudios que hoy llaman culturales. Se nos hace saber también que el periodismo de Panzeri era incómodo y que luchaba contra los poderes establecidos y las opiniones hegemónicas. Curiosamente, varios de los que hoy levantan la voz y el dedo en los medios, evocan su figura desde los lugares más cómodos y mejores pagos (por suerte no están en el documental, en una sabia decisión). Y más allá de concordar con las ideas que sostenía, nada puede soslayar el hecho de que era un animal periodístico, voraz, polemista excepcional, que fueron corriendo progresivamente como se corre a quienes ponen patas arriba ciertas verdades aclamadas. Porque Panzeri podía criticar formas de ver y de jugar el fútbol, pero su discurso excedía el campo de juego y se metía con las estructuras siniestras que comenzaban a hacer prevalecer el negocio sucio por sobre otras cosas. De este modo, instituciones, dirigentes y medios estaban bajo la lupa en cada una de sus intervenciones. Dentro de las apropiaciones caníbales que se hacen de “Dinámica de lo impensado” y de su autor, se suele omitir esto último para contrarrestar ligeramente una determinada concepción del fútbol adjudicada a la escuela de Estudiantes de la Plata. Es el tipo de lectura que inclusive manejan algunas voces que se presentan en la película y que la misma película (consciente o inconscientemente) pone en su lugar. Uno de los aciertos extraordinarios del realizador es incluir la anécdota con Bilardo. “El tipo que hace trampa, el que arruinó el fútbol argentino” y otra sarta de pavadas que se oyen por ahí, es quien se niega a opinar de alguien que ya no está. Su silencio es ético mientras tipos como Diego Bonadeo, un campeón de la moral, habla de Panzeri derrochando autoridad. Dos hechos ponen las cosas en su lugar (esto no está en el documental, esto lo digo yo). Cuando comenzó la polémica a principios de los años setenta en torno al fenómeno de Estudiantes, Bilardo va a escuchar a Panzeri porque quiere saber qué opina. De todo lo que dice toma algo que usaría toda su vida y lo llevaría hasta las últimas consecuencias: “Yo aprendí de Panzeri algo, hay que grabar todo lo que los periodistas dicen”. Bilardo aprende, otros repiten como loros. Entre ellos Diego Bonadeo, el mismo que interviene en La fiesta de todos, la película oficial del Mundial 78 dirigida por Sergio Renán, de cuyo nombre nadie quiere acordarse, sobre todo los que intervinieron. Que curiosa es la vida: los mismos tipos que siguen hablando y que se acercaron hasta al presidente Alfonsín para limpiar a Bilardo, hoy quieren lucirse. Panzeri, el tipo que criticó abiertamente la realización del evento apenas la dictadura lo anunció, murió joven y en la más absoluta soledad, y con archivos prácticamente inexistentes de sus ideas. Mantener la coherencia en este mundo es casi quijotesco. Prefiero, siempre preferiré, a los que discuten con los pares (mucho más difícil que hacerlo con los adversarios), antes que a los apologetas de plástico o los aduladores de cartones inflados. En un momento, dentro de los registros privados y familiares que la película también ofrece, el hijo de Dante refiere que a su padre le molestaría lo mediático. Podríamos elaborar una lista de oportunistas que se ponen hoy en la vereda Panzieri (periodistas y filósofos), chicaneros de blogs que hablan por atrás o se escudan en el anonimato. Son los tiempos propicios para esa clase de compromiso. Panzeri se enfrentó a tipos como Armando, presidente entonces de Boca, equivocado o no, y Armando lo fue a buscar a un programa de televisión. Esos eran los códigos. Uno decía “el Watergate del subdesarrollo” y el otro le pedía explicaciones en la cara (curiosamente o no tanto, Bilardo iría unos quince años después al programa de Neustadt a salvar a Goycochea en medio de una cobarde emboscada encabezada por Alonso, Gatti y Sanfilippo). Hoy existen los reyes del Twitter, los predicadores de pacotilla. La veta triste de la película asoma en la parte final, sobre todo cuando el polemista, el hombre capaz de defender un cuarto puesto en natación, de armar tapas con deportistas más allá del éxito, el que se atrevía a criticar a los técnicos y los auxiliares que salían en las fotos con los jugadores, el que paradójicamente amaba el ajedrez (un juego de estrategia) y cuestionaba la estrategia en el fútbol, empieza a acusar recibo de la indiferencia del poder, para apagarse sin bombos y platillos, tapado por la euforia oficial antes del Mundial. La película de Santiago Kohan Esquinazi es un justo homenaje. Por Guillermo Colantonio @guillermocolant
Una de las cuestiones que me parce más difícil de transmitir a las nuevas generaciones en términos de experiencias tanto emocionales como físicas, es el rito de esperar cada semana con ansias la entrega de una publicación determinada: sentir la ansiedad, pasar una a una las páginas (a veces de adelante hacia atrás y en otras ocasiones al revés), sentir en la yema de los dedos la textura lustrosa de cada una de ellas, y el olor a tinta prácticamente recién impresa. Son sensaciones de un mundo que aunque no parezca, no era ni mejor ni peor, simplemente era diferente y queda claro, ya no existe más.
En busca del periodismo perdido Citar a Dante Panzeri al caracterizar al fútbol como “la dinámica de lo impensado”, se ha convertido en un lugar común. Y cada vez que sucede eso, la frase se vacía de contenido. Queda el slogan y se pierde el significado. Panzeri fue uno de los periodistas deportivos más importantes de nuestro país, que analizaba el deporte en profundidad y centrando su mirada no sólo en lo que sucedía dentro de un campo de juego, sino también en el contexto que rodea al mismo. Ejercía el periodismo de una manera que prácticamente se encuentra perdida (salvo algunas pocas y honrosas excepciones). En Buscando a Panzeri (2020), el realizador Sebastián Kohan Esquenazi, como lo indica el propio título de la película, se sumerge en la búsqueda del mítico periodista. Un camino laberíntico, en el cual irá develando algunos aspectos de la vida de Panzeri, a partir de testimonios y escritos. El registro audiovisual de su obra, en un país que desdeña de la preservación de su memoria, resulta desgraciadamente infructuosa. Incluso, en una escena que destaca por su originalidad, un actor “interpreta” a Panzeri para que el espectador pueda “ver” la fisonomía del periodista. Kohan Esquenazi nos invita a acompañarlo en ese derrotero, tanto cuando recoge algún testimonio valioso, como cuando se enfrenta a un callejón sin salida. Como un rompecabezas, va reconstruyendo el lado humano de Panzeri a través del recuerdo de familiares y amigos. Su obra, aparece a través de sus escritos y de las palabras de prestigiosos periodistas deportivos (Ezequiel Fernández Moore, el “Ruso” Verea, Diego Bonadeo), del filósofo Tomás Abraham, entre otros. Sin embargo, la película nos deja el sinsabor de toda la obra perdida por la falta de preservación. Buscando a Panzeri no es simplemente un documental de cabezas parlantes. Al estilo de El ciudadano (Citizen Kane, 1941) de Orson Welles (salvando las distancias), la reconstrucción de la vida de un hombre notable a partir de testimonios y material de archivo (y la forma en que los mismos se van develando), le otorga a la película una curva dramática, que más allá del indudable valor histórico que posee, lleva al espectador a presenciar una película de detectives. El documental de Kohan Esquenazi iba a tener su presentación en el BAFICI pero la pandemia llevó al realizador a presentarlo a partir de este jueves en la plataforma Puentes de Cine.
Reconstruir la historia de un periodista como Dante Panzeri, que pertenece a la leyenda, que murió antes del Mundial 78, siempre crítico a su realización, famoso por su independencia de criterio, librepensador, opuesto a la transformación del fútbol y del deporte en general en un negocio globalizado y poderoso, no es poca tarea. Con la a obsesión de retratarlo como lo merece, Sebastián Kohan Esquenazi, entrevista a su esposa, a sus hijos, a colegas y contemporáneos como Ezequiel Fernández Moores, Carlos Ulanosky, Matías Bauso, Tomás Abraham, Pol Ajenjo. Documento su paso por El Gráfico, Crónica, Satiricón. Logra un recorrido curioso que a la vez homenajea e informa, un documental necesario y valioso.
El documental Buscando a Panzeri, que se origina por la curiosidad y ganas del director (ya que en un principio su investigación sobre Dante Panzeri era por otros motivos) se estrena en Puentes de Cine. Dante Panzeri fue un periodista deportivo que, entre otras tantas cosas, escribió un libro llamado Fútbol, dinámica de lo impensado. Ese texto es el puntapié que tiene Esquenazi para investigar y reeditar un libro que se fue olvidando, tanto como su autor. Panzeri (símbolo de la revista El Gráfico) suele ser muy recordado y citado en charlas futboleras y periodísticas pero, en su mayoría, quienes lo nombran son aquellos mayores de 40 años. Desde los años 60 él era el periodista que se enfrentaba a los poderosos y a toda institución futbolística. Miembro de la mítica revista Humor, uno de los fundadores de la figura del periodista deportivo en la tv más popular, con crónicas en diarios y revistas dignas de análisis y no de mera descripción fotográfica. como un pie de página de foto. Una figura que debería, por lo menos para quienes estudian periodismo y más aún periodismo deportivo, ser rescatada y estudiada. Sin embargo Panzeri vive en el olvido. En el olvido de muchos colegas y, lo más grave, también en el olvido del archivo. Su escritos son difíciles de conseguir y sus participaciones televisivas casi inexistentes, ya sea por mala fortuna (incendios en los canales de televisión) o impericia y no cuidado por la historia, borrando y reutilizando materiales de grabación. Esquenazi busca al periodista y al hombre, entre familiares y amigos, colegas y admiradores, trata de recopilar y reconstruir la imagen de alguien que se enfrentó a dueños de medios, a políticos, a periodistas del establishment e incluso a la dictadura de los 70. Su forma de escritura en la crítica y análisis de algo tan simple, muchas veces, como el fútbol hace recordar el texto “Arte de injuriar” de Jorge Luis Borges (que aparece en Historia de la eternidad y que los invito a leer antes o después de ver el documental). Panzeri te destrozaba o te llevaba al Olimpo con altura, con palabras, no con insultos ni chicanas. Buscando a Panzeri es otro ejemplo de documental que rescata una figura importante de nuestra cultura que no conocíamos, pero al ver la película nos damos cuenta de que deberíamos hace mucho conocer su nombre.
Una búsqueda tenaz durante casi una década de todo aquello que queda de Dante Panzeri, para volver a construirlo y traerlo al presente. Su nombre es bien conocido; su libro, un pilar primordial para aquellos que estudian periodismo deportivo. Incluso existe una biblioteca con su nombre. Pero si preguntase cuál es exactamente su legado en los medios, o cuánto de su ideología hoy se toma como referencia, encontraríamos una respuesta bastante desierta de contenido. Y es que Dante Panzeri partió de este mundo en el momento en que comenzaba a ser una voz solitaria. Descrito a veces como un señor serio, austero y enojado, siempre de traje y corbata, vivió como un púdico transgresor que modestamente señalaba defectos pero sin hacer concesiones a lo fácil. Con guion, producción y dirección de Sebastián Kohan Esquenazi (Nunca para atrás, Un gol al Arcoiris), Buscando a Panzeri reconstruye un monumento olvidado de los valores y principios que alguna vez tuvo el deporte argentino y su juicio cultural al fútbol. Y recalco olvidado porque prácticamente no existen indicios de su persona en los medios audiovisuales rescatados de la década del ’50 y del ’60. Con un riguroso y constante trabajo de investigación periodística a lo largo de varios años, el film logra acceder a material de archivo, anécdotas perdidas y entrevistas a familiares y colegas en un sincero recorrido por su vida. Desde sus comienzos en El Gráfico, cubriendo deportes como natación y ciclismo, hasta 14 años más tarde cuando se convierte en su director y disminuye la cantidad de ejemplares casi por la mitad. Ya sea con humor o seriedad, siempre expresó que su escrito no servía para nada, pero que era necesario para poder dormir tranquilo, para cumplir con él mismo. Su opinión molestaba a muchos y marcaba una clara tendencia de destacar al jugador, dejando de lado al personal técnico. Llegó a publicar polémicos titulares y veredictos sobre casi cualquier deporte. Aunque para la época el boxeo y el automovilismo era lo más consumido después del fútbol, se le escuchó dictaminar en alguna ocasión que el primero no era más que el «homicidio legalizado», mientras que al segundo siempre lo consideró como una industria, una exposición comercial. Aquí es cuando el reflector se posa sobre las perlitas de este documental. Comienzan a salir a la cancha testimonios de Ezequiel Fernandez Moores, Carlos Ulanosky, Matías Bauso, Tomas Abraham y Pol Ajenjo; con entretiempos por la Biblioteca Nacional y el Archivo Gráfico de la Nación; y rematando con intentos de mail con Marcelo Bielsa y hasta el teléfono de Carlos Bilardo. «Crítico agudo al que nunca se lo vio sonreír», «de los pocos que dan ganas de escuchar«. Modestas frases van aflorando y gambetean al espectador pero que lo dejan lleno de un modesto orgullo sobre alguien que se fue antes de tiempo y aún se lo pretende escuchar. Pero ¿por qué él? ¿Por qué Panzeri? Kohan Esquenazi refiere haber sido elegido por su libro: «Fútbol, dinámica de lo impensado». Autodefinido como un observador, hincha de ningún equipo y al mismo tiempo de todos, se dedica por completo a la búsqueda del mejor exponente sobre el periodismo que incomoda, fijando como misión recuperar una figura. Duro pero generoso. Solidario pero intransigente. Alguien transparente con la valentía para mantener firme sus convicciones y luchar contra los poderes establecidos; cuyo gran aporte fue el haber elaborado una teoría crítica para el fútbol espectáculo y ennoblecer la misión del periodismo deportivo. Este jueves 30 se estrenará en la sala virtual de la plataforma Puentes de Cine un documental sobre -quizás- el único ser humano que ha sido silbado por su propia selección nacional de fútbol y quien hacía de un hecho menor, un frente de combate. Pero no se confundan con los gritos fuera de cancha, los silbidos incesantes y las voraces declaraciones de los directores técnicos. Esa creencia a la que no pudo renunciar, esa declaración de principios cuando agarraba la máquina de escribir, tiene un nombre: decencia; y fue apenas un grito en el desierto pero que mucho tiempo después logró que alguien lo rescate del ingrávido recuerdo para que nos volvamos a preguntar… ¿opinión sobre el deporte o deporte con opinión?