Sabés nadar? Crol (2017) no es solo una película, sino que es un proyecto donde confluyen el cine, la música y el teatro. Dirigido por Verónica Schneck este tríptico se compone de Crol. Pequeño homenaje a nadadores pioneros, la obra teatral, Crol, la película, y un cd musical que conecta ambas piezas. En Crol -la película-, la directora recurre al formato documental para hablar de una serie de temas a partir de uno: la natación. Para hacerlo se traslada a Coronda en la provincia de Entre Ríos, ciudad donde se realiza una de las maratones más importantes del mundo. Es esa ciudad que vio nacer y consagrarse a los pioneros argentinos en la práctica de este deporte. Pasado y presente confluyen a través diferentes testimonios pero haciendo foco en los recuerdos de Teresa Plans, una mítica nadadora argentina, nacida en Coronda, que hoy vive en un geriátrico. Desde una primera lectura puede dar la sensación de que Crol es una película sobre la natación, pero esta es la excusa que le sirve Schneck para abordar temas tan disimiles como el paso del tiempo, el olvido, la vejez, el éxito y el fracaso, el cuerpo, los miedos, los sueños cumplidos y los que no dejaron de serlo. También es una película sobre la memoria abordada desde un lugar fuera de lo común. El hoy y el ayer se funden en una misma historia que se repite como un ritual sistemático. Son los mismos sueños y las mismas pesadillas que persiguen a los nadadores del pasado y del futuro, de la misma manera que a todos aquellos que persiguen una meta y no bajan los brazos hasta hacerla realidad.
Es un documental escrito y dirigido por Verónica Schneck sobre el pasado y el presente del famoso Maratón que une Coronda con Santa Fe, a nado. Pero por sobre todo es un trabajo sobre la pasión de estos nadadores que sienten que es lo más importante que han hecho o harán en sus vidas. Con testimonios conmovedores de deportistas como la llamada ” la dama de. Coronda” acompañada por caballeros o botes donde un bandoneonista la alegraba el esfuerzo e impedía el sueño. La memoria de los tiempos idos, la conciencia de esa pérdida, los nuevos ímpetus, los estrenados desafíos y la atracción eterna de un río donde los pueblos originarios ” inventaron un estilo de nado que les fue “robado”.
El universo reflejado en la propuesta de Verónica Schneck, fuera del tríptico que se completa con el CD y la obra de teatro del mismo carácter, es uno en el que el esfuerzo se dirime entre el olvido, el triunfo y el fracaso. El agua como espacio para crecer, para existir, pero también como lugar de referencia para declarar identidades.
El agua que envuelve y reúne La natación es el tema de este atractivo documental, pero aciertan sus autores cuando afirman que es una película sobre la memoria, el paso del tiempo, lo mítico, lo que fue y no volverá, sobre el legado y la pasión. Habla de algo que los hombres han venido haciendo desde que están en este mundo: nadar. Y quienes hablan son aquí los que lo han vivido, a veces desde el principio mismo de sus vidas: los nadadores. Placeres intransferibles que serán seguramente los mismos que descubrieron en los ríos, arroyos o lagunas que tenían a su alrededor, y donde aprendiendo a disfrutar desde mucho antes de que hubiera estilos y deporte. Un nadador lo es siempre, desde aquellos de los que se tiene noticia sólo por estampas primitivas hasta los campeones olímpicos como fue Johnny Weissmüller o como los actuales que no paran de quebrar récords. Todos deben de sentir la incomparable sensación de plenitud de la que aquí hablan los que se suceden en los diálogos y memorias de nadadores y ex convocados, famosos o no. Coronda y Santa Fe, con sus famosas maratones de todos los febreros, ocupan un lugar destacado y aportan sabroso material, no sólo al recordar anécdotas, sino también contagiando la sinceridad de la pasión de los nadadores y enriqueciendo al film con el colorido de su pintura sociológica. "No lo hacíamos por ganar premios. Teníamos necesidad de nadar", subraya una de esas voces convocadas por el film. Y eso se percibe.
Este documental sobre la maratón de nado de Coronda, en Santa Fe, ahonda en la relación entre la gente y la natación en río, con el agua, con la historia de esa relación. Y lo hace con testimonios de sus protagonistas históricos y del presente. A pesar de cierto didactismo, sobre todo en el primer tramo, Crol rescata una historia que sin dudas merece ser contada.
La vida acuática en el litoral santafesino. Si existiera una categoría como el documental épico, Crol, de Verónica Schneck, sería un buen exponente. Tomando la maratón acuática Río Coronda como cinta transportadora, el film opera como una introducción en una mitología popular propia del litoral santafecino, pero por completo extraña para quienes son ajenos a la cultura de la región. Se trata de un relato de la vida acuática, elemento vital para las comunidades de ciudades como Santa Fe, Paraná o Coronda, que como cualquier otro relato épico tiene sus héroes, sus titanes y sus dioses. Pero es difícil sumergirse en ese pasado fabuloso si no se comienza por comprobar el producto de sus hazañas y eso es lo que hace Crol al empezar su historia en tiempo presente, suponiendo con razón que mostrar la obra terminada es la mejor forma de hablar de sus hacedores. Esa obra es la mencionada maratón, un evento deportivo internacional de primer nivel dentro del calendario de competencias en aguas abiertas, que se realiza casi sin interrupciones desde 1961 y que fue creada a partir de los buenos “resultados que en otros países obtenían los nadadores argentinos”. Así dice en la página oficial de la maratón del Río Coronda que une Santa Fe y Coronda, cubriendo una distancia de 63 km. Realizada esta introducción, Crol intercala ese presente con el relato de quienes son los precursores. Así se cuentan las historias de Pedro Candioti, el profesor, quien en los años 40 realizó toda clase de pruebas de permanencia, obteniendo un record de 100 horas 100 minutos nadando en el río sin parar. O ya en primera persona las de Ramón Báez, nadador amateur uruguayo, quien le ganó al propio Johnny Weissmüller, campeón olímpico y Tarzán, aunque con nobleza hoy recuerde aquello como la impertinencia de un joven mortal desafiando a una divinidad en el ocaso. O la de Teresa Plans, la Sirena, que en los ‘50 unió las ciudades de Santa Fe y Coronda a brazada limpia y en medio de un temporal del que ni los barcos se salvaron. O la de Antonio Abertondo, que consiguió la hazaña nadar por primera vez desde Rosario hasta Buenos Aires. Cuentan que en las dársenas porteñas lo recibieron cientos de personas y que al salir del agua no dudó en dedicarle su triunfo al General Perón frente a los periodistas. Era 1956 y según dicen, la policía se lo llevó del puerto directo al calabozo por nombrar lo innombrable. En Crol la natación es abordada en su faceta menos masiva, menos marketinera, aunque decididamente más popular. Pero también como una herramienta para sobrevivir en manos de los pobladores de las comunidades más humildes de las ciudades litoraleñas. O como un camino de superación personal y búsqueda de una gloria que quizás no sea posible comprender desde la burbuja de la realidad de una ciudad indiferente como Buenos Aires. Combinando un registro por momentos excesivamente formal con otros de gran belleza fotográfica, Crol es sobre todo un retrato emotivo de esos dioses de pueblo.
Se rinde un sentido homenaje a los nadadores de río. Resulta un interesante documental a estos deportistas, una encantadora lectura a este deporte y una atractiva investigación
Crol: 1, 2, 3… ¡Al agua y que te lleve la corriente! Crol, el Documental (2017), escrito y dirigido por Verónica Schneck, es de tinte poético y metafísico, e inscribe a la natación como el deporte que, por excelencia, define y une al hombre. Su visión establece al agua como el primer elemento con que uno se conecta desde su gestación en el útero, rodeado de líquido amniótico. A su vez, la define como espacio-tiempo que une todos los puntos del hemisferio. Este concepto territorial es el que atraviesa la premisa para rendir homenaje a los nadadores amateur que por primera vez desafiaron el río y, sin mayores pretensiones que sentir el goce de alcanzar la meta, dieron génesis al deporte cuya práctica popular hoy cuenta con varios estilos; el crol es uno de ellos. La analogía del título sumerge de lleno al espectador y lo invita a nadar durante 90 minutos en un claroscuro porque el Crol, intrínsecamente, contrapone su estilo de vida y práctica de nado en aguas abiertas al confort de la pileta; allí se enraízan sus diferencias corpóreas e ideológicas y, paulatinamente, se aleja del mito que define la natación como saludable. Schneck registra durante tres años un collage de material de archivo, entrevistas, grabaciones en VHS y filmaciones en Super 8mm para abordar el sacrificio que realizan los deportistas durante su práctica y los problemas óseos que les ocasiona cuando dejan de vivir como pez en el agua del río Coronda. Schneck divide la narración en dos partes. Por un lado, como fenómeno social donde el río funciona metafóricamente como espejo y reflejo de historias de vida que enaltecen el rol de la mujer en las carreras de resistencia. Así, Schneck recorre desde la vida de Teresa Plans, apodada La Sirena Corondina, que cuenta desde el asilo como con 19 años logró el primer récord de tiempo en unir Córdoba-Santa Fe; rememora a Lilian Harrison, La Reina del Plata, que cruzó el Río de la Plata desde Colonia (Uruguay) a Punta Lara (Buenos Aires); y Pilar Geijo, que cuenta su actual experiencia como tetracampeona mundial del circuito Open Water. Estos relatos son ratificados por la historiadora Alcira Marioni como fuente testimonial autorizada que se une a la voz del pueblo para celebrar el origen de la famosa Maratón Acuática Coronda-SantaFe que unió las provincias. Así, reconstruye mediante flashbacks y planos en color blanco y negro el background partiendo retrospectivamente de un arco de nostalgia hacia un pasado mítico de la década del 50, donde también triunfaron como nadadores Eduardo “Tato” Pavlosky y el uruguayo Ramón Báez. Por otro lado, la película enfatiza el deporte como un legado y una pasión que lleva intrínseca una arista popular y musical. Este cruce de formato, musicalizado por Gonzalo Gamallo, converge el nado con el recital teatral. En este sentido, Schneck hace foco en la metodología de la maratón: muestra cómo mientras los nadadores comienzan a nadar son acompañados por caravanas de barcos integrados por músicos que tocan al ritmo de sus patadas y brazadas para alentarlos durante el trayecto. Este compañerismo pueblerino se encastra al unísono con el collage de tomas estratégicas que abarcan desde planos detalle de gorros, antiparras y tempestades, hasta los puentes sobre el río desde donde el público aplaude a sus nadadores. En este marco, el relato deviene sensorial. No obstante la retroalimentación profundiza la soledad que, de otro modo, viven estos deportistas. Denota que nadar va más allá de lo físico: es un desafío psíquico. Pilar Geijo explica en una frase que “es lindo competir, pero es una experiencia autista. Sobra tiempo para pensar y ahí se establece un duelo diabólico entre lo físico y lo psíquico. Llega un momento que dejamos de ser y se convierte en diabólico porque acá el fracaso no existe en tu mente. Sabes que hay un 95% de probabilidad que suceda pero siempre vas por más”; a ella se suma el mensaje sórdido y genuino de Tato Pavlosky donde afirma que “en la vejez sufrís porque tu cuerpo cambia y no rendís igual”. De este modo, Crol sumerge al espectador en el ecosistema de la carrera y su icónica Maratón Acuática Coronda-Santa Fe contagia el espíritu competitivo. Al mismo tiempo, su leitmotiv lo impregna de emociones: aquí no hay imposibles. La competición no impide la unión entre colegas; por el contrario: convierte esos espacios comunes en una fiesta que reúne personas con diferentes estilos y se encuentran para perseguir sus sueños hasta el cansancio, logrando vencer obstáculos. Si bien crol implica rapidez, la filosofía circundante del relato es llegar a la meta disfrutando los diversos procesos (largada, transcurso y llegada) para cumplir el sueño.
A partir de su obra teatral Crol. Pequeño homenaje a nadadores pioneros, la actriz, directora y dramaturga Verónica Schneck compone un sentido viaje del recuerdo que comienza como una oda a la natación competitiva de resistencia, pero que luego va virando su curso y explora otras vetas emocionales durante hora y media de travesía al pasado.
Al comienzo, durante la infancia, hacer alguna actividad deportiva es un divertimento, un juego, un modo lúdico de aprender ciertas reglas de convivencia entre compañeros. Luego, con el paso de los años, muchos prueban distintas disciplinas, pero sino los satisface ninguna, abandonan por completo la actividad física. Aunque hay otros que tienen suerte al encontrar su “deporte” y lo abrazan con firmeza hasta el último aliento. De eso se trata este documental dirigido por Verónica Schneck que se inmiscuye en el mundo de la natación, más precisamente en las carreras de largo aliento, llamadas maratones de aguas abiertas, y se focaliza especialmente en la competencia internacional de la clásica Santa Fé-Coronda que se realiza desde 1961. La directora entrevista a los protagonistas y herederos de los que inspiraron e impulsaron la creación de esta carrera, como Teresa Plans, que actualmente vive en un geriátrico y es una leyenda en Coronda por haber realizado en 1952 un raid uniendo Paraná-Coronda en 24 horas, cuando lo tendría que haber hecho en 12 horas, pero una tormenta la retrasó. A la vez, para trazar un puente generacional, la cámara sigue a la actual exponente de este tipo de competencias, Pilar Geijo, en la previa, durante y al finalizar una nueva edición de la Santa Fé-Coronda. De algún modo la directora va y viene en el tiempo, recurriendo no sólo a los testimonios de los protagonistas de la historia, sino también, a fotos de la época y archivos fílmicos, todos en blanco y negro. El relato es prolijo, sin mayores pretensiones que documentar un evento deportivo que ocurre todos los veranos, donde concurren nadadores de distintos países que son de elite, y que paraliza a la ciudad, congregando a una innumerable cantidad de público a la orilla del río para ser testigos privilegiados de semejante gesta. El entrenamiento, el esfuerzo y sacrificio, es habitual en el espíritu de los corredores. Cada brazada más rápida marcar un menor tiempo al anterior, tener el fuego sagrado y el espíritu competitivo es el corazón que prevalece tanto en los amateurs como en los profesionales. Aquí apreciamos las dos caras de la misma moneda. Todos sienten orgullo por lo que hacen y logran. Las emociones que se manejan en la película son mínimas, exactas. Los recuerdos de los que ya no están, el no poder volver a ser lo que uno fue y las frustraciones que marchitan el alma, atraviesan a todas las generaciones representadas en esta realización.
RESCATE EMOTIVO Crol pertenece a un amplio conjunto de documentales que, sin necesidad de ostentar una sofisticada puesta en escena ni de regodearse en formalismos estéticos, apuestan por un tono didáctico y se sostienen en base a testimonios capaces de construir una mitología en torno a un tema. En este caso, la natación. El objeto en cuestión es una famosa maratón en el Río Coronda que se organiza desde 1961, por donde han pasado notables nadadores. El rescate de las voces que se suman es un modo de conservar la memoria regional, actitud ética que se desprende en el modo en que la directora afronta y sostiene el proyecto. El registro alterna el pasado con el presente y se utilizan archivos, grabados y fundamentalmente se escuchan las voces de los protagonistas en primera persona, quienes le otorgan al discurso un carácter tan intimista como afectivo (entre ellos, el dramaturgo Eduardo “Tato” Pavlosky). El enfoque de Scheck apunta a destacar la faceta colectiva y popular de este deporte, un gesto noble si se tiene en cuenta que muchas veces es apropiado desde sectores elitistas o enfatizado en su costado más individualista de culto al físico perfecto. En este sentido, uno de los pocos hallazgos visuales se da a partir de un simpático contrapunto en el que se escuchan instrucciones por un megáfono sobre la maratón a realizarse mientras una fila de hombres panzones aguarda expectante u otros se toman unos vinos y comen una picada. Hay una voluntad por confiar en ciertas imágenes que puedan contrarrestar la épica de los relatos. Dentro de esa naturalidad y espontaneidad captada por la cámara se juegan los mejores momentos de la película, sobre todo cuando prescinde del tono didáctico o del tufillo a “qué tiempos aquellos”. Demasiado pegado a un estilo de divulgación televisiva, solo algunos tramos se caracterizan por la belleza fotográfica. El resto parece supeditado al interés que el espectador pueda guardar con respecto al tema escogido.