En este film el minino no pierde nada de su esencia, al contrario, todo lo que lo hizo querible en Shrek aquí se potencia, haciendo las delicias de todos los que se sintieron atraídos por él. La historia está buena, e incluye hasta la infancia del felino, aunque el cuento elegido de los porotos mágicos no es de lo mejor como para una primer entrega. Es excelente el trabajo...
Un felino, una leyenda Advertencia: esta es una crítica de la versión doblada al español. El Gato con Botas merecía realizarse antes que, por lo menos, las dos últimas secuelas de Shrek. Eso no ocurrió. Dreamworks insistió con su más célebre personaje antes de recurrir al simpático felino. Ahora, finalmente, le llegó el gran momento de brillar...
De forajido a héroe seductor El popular personaje, que apareció desde la segunda entrega de la saga Shrek, tiene brillo propio y ahora su película, que cuenta con la dirección de Chris Miller (Shrek Tercero). Gato con Botas muestra la transformación del felino, de forajido a héroe, en esta aventura pensada para toda la familia y que lo sitúa antes de su encuentro con el Ogro verde. Entre su crianza en un orfanato, escapes y vuelos al mejor estilo Kung Fu Panda, el Gato con Botas (con la voz de Antonio Banderas) se encuentra al borde del precipicio: quiere robar unos frijoles mágicos que hacen crecer una planta que llega al castillo de los gigantes, y esconde un tesoro de huevos de oro. En su intento se topará con dos feroces guardianes, Jack y Jill; con Kitty Patitas Suaves (Salma Hayek), una gatita enmascarada, y con Humpty Dumpty. Lo más interesante del relato descansa en el ritmo impreso por el director, en los toques fantásticos instalados en una trama que tiene su espíritu de "western" y que tampoco deja de lado los números musicales con aire flamenco. Seductor, aventurero, fiel a su vaso de leche y con las Botas puestas, el personaje promete volver con más aventuras. Los rubros técnicos son impecables, como se acostumbra en este tipo de realizaciones, y ricos en detalles. Los momentos de humor (los gatitos que intentan atrapar luces reflejadas en la pared) y la secuencia final, sintetizan un gran poder de observación del mundo felino. El resto, es puro entretenimiento.
Debido a las fallidas secuelas de Shrek, en el sentido de las historias brindadas, no le tenía fe a El gato con botas. Pero esos errores, con historias tontas de Sherk, acá ni se asomaron. En El gato con botas encontrás una buena historia, un buen cuento que está adornado con muchas cosas, pero siguiendo todo el tiempo con la historia en si. Esa es la gran diferencia. Además hicieron muy buen uso del historial del gato con botas en si, y explotaron cosas de los gatos, de los cuentos de fantasía, de los latinos y del western… todo muy bien coordinado. Esta película es de las pocas que se puede decir que es un gran “spin off” y que dan ganas de ver lo que pueden hacer con una secuela. Es maravilloso que las voces en castellano en la dupla protagonista sean las mismas de la versión en inglés. Eso es imposible en cualquier otra historia! Y queda perfecto. Los grandes disfrutarán la historia y los chicos se reirán con los personajes y con un muy buen uso del 3D. Gracias Dreamworks por hacer las cosas bien y seguir el camino de Entrenando a mi dragón. Grata sorpresa!
La irrupción en pantalla de Shrek, allá por el 2001, mostraba a las claras que era un personaje que venía para quedarse. El éxito obtenido en su primera película supuso una gran cantidad de secuelas y cortos de temporada que, por su significativa baja de calidad, hoy parecen un exceso del mercado. Pero de entre esta marea de films consecutivos emergió un gato, con aires de héroe de fábulas y ojos tiernos, siempre relegado a ser un segundo del héroe verde y su fiel burro. Puss in Boots es la primera aventura que tiene al intrépido felino como protagonista, fiel aprendiz del estilo y los modos que se emplearon alguna vez en Muy Muy Lejano. Antes de conocer al famoso ogro, El Gato, quien debió ganarse sus botas, vivía en el orfanato de un pueblo junto a su amigo Humpty Dumpty. De leyenda a forajido, ese es el camino que recorre el pequeño espadachín, arrastrado por el huevo de las canciones infantiles que, parábola del destino, se veía a la sombra de otra figura. Y es Chris Miller, director de Shrek the Third, quien se encarga de llevar adelante la película que se sabía el personaje podía encabezar, firme heredera que combina en forma efectiva fragmentos de cuentos infantiles con buenas dosis de humor. La película entretiene y resulta cómica en dos niveles marcados, que son aquellos que se vislumbran en el nombre del carismático personaje. Las botas, aunque su atuendo se complete con capa, espada y sombrero, son su característica distintiva, símbolo de humanidad que resalta valores como el coraje y la astucia. Animal de aventuras, puede disponer de sus destrezas cuando la ocasión así lo requiera. Pero en su condición de felino se ponen en evidencia aspectos que, de tan lógicos, resultan tiernos y encantadores. De un zarpazo es capaz de cortar las ropas y barbas de sus enemigos, para luego volver a sentarse y tomar su medida de leche o perseguir en vano una luz brillante. A esa inolvidable mirada gatuna en Shrek 2, que escondía un feroz ataque traicionero, se la extrapola para convertirla en película, explotando el potencial de esa gran escena a lo largo de 90 minutos. El Gato flaquea a la hora del cierre, perdiendo el ritmo ágil de sus comienzos, la frescura de los diálogos, las risas de los remates. Se contenta con poner moño a la historia, aunque eso implique infantilizarla de más, descuidando mucho de lo conseguido en el desarrollo. Así lo que tiempo atrás nació como parodia de los cuentos para niños, acaba por aleccionarlos de la misma forma, manteniendo las parábolas que aquellos enseñaban. Es destacable no obstante la gran mayoría de la película, digno spin-off que supera las expectativas y se hace un lugar junto a las primeras del ogro verde, muy por encima de algunas olvidables que vinieron después.
Por ti baby, sería Batman... No la tenía fácil Dreamworks. No, no me refiero a los dólares que podía recaudar con El Gato con Botas, sino que hago referencia a que el estudio de animación y demás yerbas fundado por Spielberg y sus aliados no tenía una tarea sencilla al realizar el spin-off sobre el querido personaje de ojos llorosos que aparece en la gran pantalla en la segunda Shrek, debido a que el Gato con Botas fue uno de los principales aciertos e incluso fue el encargado de potenciar y elevar la franquicia que finalizó el año pasado. El argumento de El Gato Con Botas sin demasiadas vueltas nos contará cómo el astuto felino, un huevo amigo para luego ser enemigo y una sensual y habilidosa gata se embarcan en la búsqueda de unos frijoles mágicos que los lleven a encontrar a la gallina de los huevos de oro. Es bueno aclarar que la historia de este spin-off parte desde antes que el Gato conociera a Shrek. Más allá de no ser el estreno de animación del año, El Gato con Botas presenta como mayor virtud la buena apertura de un personaje separado de una exitosa y recordada saga, además, también, de entregarnos a quien será la encargada de conquistar y "domar" el revoltoso corazón del felino naranja. También es bueno mencionar que la película muestra un aprovechamiento magistral del 3D, por medio de las escenas de acción y aventuras que se desarrollan a lo largo de sus 90 minutos. Lamentablemente El Gato con Botas no consigue destacarse en demasía por no escurrir al máximo el potencial de un personaje que tiene mucho para aportar a la gran pantalla, aunque suene contradictorio hay que subrayar que en muchos pasajes del film banca muy solo la parada. Por momentos Kitty Patitas Suaves logra conformar una buena pareja junto al mínino protagonista, pero por desgracia las intervenciones de Humpty Dumpty carecen de gracia, al igual que los supuestamente malvados Jack y Jill. No quería despedirme de estas líneas sin destacar el gran laburo que viene haciendo Antonion Banderas poniendo la voz a este personaje, aunque también me gustaría dejar en claro que es imposible imaginar al Gato con Botas con otro sonido saliendo de su boca, ya que Antonio también le ha aportado el alma al espadachín gatuno. El Gato con Botas llegó ronroneando para quedarse con un buen producto, que si bien no llega a exprimir al querido felino, cumple con la premisa de entretener y presentar a algunos personajes que nos acompañarán en las próximas entregas de esta saga que se acaba de iniciar.
Mucho antes de su aparición en Shrek, el Gato con Botas (voz de Antonio Banderas) vivía en un orfanato de un pequeño pueblo. Allí conoció el amor gracias a su mamá adoptiva, y el valor de la amistad junto a Humpty Dumpty (voz de Zach Galafinakis). Ellos, inseparables, planearon durante toda la vida recuperar las habichuelas mágicas, llegar al castillo del gigante y robarse a la gansa que pone huevos de oro, pero algo se pudre entre ellos, y el Gato será quien pague los platos rotos. Un tiempo después, el Gato con Botas vuelve a su ciudad porque escuchó el rumor de que dos grandulones sanguinarios, Jack y Jill (voces de Billy Bob Thornton y Amy Sedaris) tienen en poder estas semillas mágicas, e intentará conseguirlas a como de lugar. Pero no será el único, ya que la temeraria Kitty Patitasuaves (voz de Salma Hayek) también las quiere, y no sólo para ella, ya que es tan solo el brazo de acción de un cerebro que funciona más rápido que el de todos: el de Humpty Dumpty. Ahora, en una supuesta tregua, los tres intentarán conseguir el preciado tesoro, para ascender a los cielos y tener riqueza infinita gracias a la gansa de los huevos de oro. Esta nueva producción de DreamWorks fue dirigida por Chris Miller, responsable de Shrek 3, que vuelve sobre su personaje favorito de la saga para contar algunas de las cosas que pasaron antes de cruzarse con el ogro, Burro y los demás. Si hay algo verdaderamente interesante en esta película es que no vemos a ninguno de los personajes de la saga de donde el Gato salió, sino que la desición fue que él sea el protagonista absoluto de esta historia, en su universo y en su lugar, y la desición no podría haber sido mejor, ya que sin dudas El Gato con Botas es una de las mejores películas animadas del año. Por empezar, las referencias a otras películas de aventuras y hasta de westerns son increíbles. Si se tiene un mínimo conocimiento cinéfilo, El Gato con Botas podrá disfrutarse el doble. Por otra parte, y al igual que otra película que tributó westerns (Rango), no es del todo recomendable para audiencias más pequeñas, porque si bien el humor muchas veces cae en las cachetadas, otras se convierte en algo bastante subido de tono. Si no les gusta explicar cosas incómodas, esperen unos añitos. Es posible que todo esto sea gracias a la pequeña manito que ofreció en la película otro confeso fan del personaje, Guillermo Del Toro, que también agregó algunas voces. Por su parte, Antonio Banderas y Salma Hayek asumieron sus roles con total naturalidad. Se podría decir que entre esos dos gatos hay una tensión amorosa nunca vista en un dibujo animado. Y, como si fuera poco, hay coreografías. Con gatos. Vuelvanse locos. En definitiva, si van a ir al cine en estos días, El Gato con Botas es sin dudas una de las mejores opciones. Y como consejo, les recomiendo que la vean en español (¡de verdad, es mucho más graciosa!) y en 3D, ya que los escenarios tienen una profundidad hermosa y pocas veces vista desde el boom masivo de esta tecnología. En otras palabras, no se la pierdan.
Marcando la G del gato El gato con botas es originalmente un personaje de un cuento popular europeo. Adaptación va, adaptación viene, en la actualidad sale otra vez a la fama gracias a Shrek 2 (2004). Aquel agraciado y españolísimo gato fue interpretado por Antonio Banderas y, para qué lo vamos a negar, se merecía tener su propia película. Para todos los que se quedadon con las ganas, aquí llegó su momento. Sin embargo, para otros un protagónico quizás sea demasiado. Pero, ¿quién le puede decir que no a un gatito capaz de estremecer con su mirada hasta el más insensible villano? La escena inicial nos introduce a un habilidoso y suspicaz personaje que vive fuera de la ley buscando riqueza. Al poco tiempo el gato se encuentra con El huevo (Zach Galifianakis), un viejo amigo -y sí, literalmente un huevo- y su compañera Kitty (Salma Hayek), una sensual y valiente gata. Estos dos fueron a su encuentro para convencerlo de ir en búsqueda de los frijoles mágicos y los huevos de oro, al parecer unos tesoros invaluables. El gato fue, en un pasado, traicionado por quien él consideraba su hermano, el Huevo, y por eso no accede de inmediato. Por él fue deshonrado frente al pueblo y a su madre postiza, y todavía intenta redimirse. Pero claro que, finalmente, es convencido por la linda gatita y así al film no le falta nada: aventura, romance, traiciones y caídas libres en 3D al por mayor. Un personaje salido de Shrek 2 tiene algo prometedor. Aquel film manejaba mucho la parodia, tanto de otros cuentos infantiles como de la vida real. Pero ese ingenio no se traslada fácilmente como el personaje. Eso lo omitieron los realizadores. Por eso es necesario advertir a quienes gustaron de la película del ogro que no esperen los mismos resultados. Esta vez los niños saldrán más satisfechos de una película de animación bien hecha, con muchas escenas para el lucimiento del 3D y una historia simple. Ahora bien, si de textos que refieren a otros textos se trata, sí se puede relacionar con Shrek 2. No solamente porque el gato con botas es interpretado por Antonio Banderas sino que, además, este simpático y viril felino tiene más de una similitud con el personaje del Zorro, también interpretado por el español. Y las similitudes no se intentan ocultar. Tantos elementos conocidos pero poco reformulados terminan por achatar una película que podría haber continuado la línea humorística de Shrek (2001). Si la originalidad no estaba en los personajes, al menos la historia podría tener mayor vuelo o ingenio. ¿O será que para eso tendremos que esperar la película del burro?
El regreso de un felino seductor Desde las épocas de los libros de cuentos elegantes y atractivos, hasta su reaparición en series japonesas como Pokemon o Shrek, nuestro Gato "embotado" conserva el encanto de lo fantástico, su espíritu de libertad y esa mezcla de picardía y espíritu protector que lo destaca Los tiempos cambian. Frente a quien esto escribe, dos viejas figuritas. De ésas que las chicas se intercambiaban en tiempos pasados. Son las llamadas "de cuentos" y reproducen narraciones de distintas épocas. En ella, un elegante gato erguido en sus dos patas, con gorguera alrededor del cuello y botas de terciopelo marrón, baja la cabeza en actitud respetuosa frente a un rey que lo bendice. En la otra, con el sombrero en la mano, no sólo está el gato con el rey, sino su amo, al que él convirtiera en Marqués de Carabassa. FANFARRON Y TIMIDO Este Gato, al que Perrault en el siglo XVII, le dio nueva vida tomándolo de la tradición popular, transformó su seriedad, pero mantuvo su picardía. Ya se veía como personaje principal en la "Shrek II", donde uno moría antes sus sorpresivos cambios de carácter, de fanfarrón a tímido, de ladino a inocente con ojos inmensos, donde lo negro abarcaba toda la órbita y nos hacía creer, con sus ronroneos en cualquier barbaridad. En la película de Chris Miller, el disparate es la norma, lo desorbitado el código y la máxima libertad la consigna. No sólo "Gato con botas" exhibe su espíritu aventurero y quijotesco, aparece el huevo parlante Humpty Dumpty, popularizado por Alicia, la del Pais de las Maravillas, salido de rimas infantiles inglesas. El es un viejo compañero del Gato, de no muy buena fama, seductor y tramposo. También hay una historia relacionada con el Cuento de Mamá Oca y sus huevos mágicos, y hasta el de las Habichuelas Maravillosas, todo para salvar el pueblo, donde nuestro gato nació. Locura, desparpajo, fantasías, memorables escenas de flamenco con el Gato y la Gatunería en acción y hasta la aparición de la Gata Kitty, que lo deslumbra. OTROS PERSONAJES Gato espadachín, Gato hijo en apuros, Gato amigo de los amigos y hasta nuevos personajes de otros cuentos, como Jack y Jill, algo así como Hansel y Gretel, pero malos, muy malos y con pinta de tiroleses. Hay Ogros, Vuelos en Oca, búsqueda del tesoro y un humor constante. Película para chicos que pueden ver y divertir a los grandes, "Gato con botas" tiene aventuras interesantes, escenas paródicas de baile y canto y acción, mucha acción. Una sucesión de felinos de distintas especies, las voces de conocidos actores doblando los personajes, especialmente la de Antonio Banderas cuyo seseo y fanfarronería convierten al felino en seductor y divertido. Desde las épocas de los libros de cuentos elegantes y atractivos, hasta su reaparición en series japonesas como Pokemon o Shrek, nuestro Gato "embotado" conserva el encanto de lo fantástico, su espíritu de libertad y esa mezcla de picardía y espíritu protector que lo destaca. Atención! que en el film hay otro gato, casi un cameo de gato, sólo hace un grrr..., pero puede tener protagonismo en el futuro. Impecable la realización y los efectos especiales, un filme imperdible.
El gato liberado Tal como sucede en “Shrek”, donde varios personajes de cuentos populares se mezclan para dar forma a una historia, en “Gato con Botas” aparecen también personajes y situaciones de otros relatos ajenos al clásico de Perrault. En esta, su primera película solista, Gato encara una aventura de características épicas, nada menos que rescatar las habichuelas mágicas capaces de hacer crecer un árbol tan alto como para llegar al castillo del gigante poseedor del ganso que pone huevos de oro. En la aventura no está solo, le acompañan una seductora gatita que le moverá el tablero y un viejo amigo con algunos inquietantes secretos. El gato en cuestión es astuto y hábil con la espada, entrenado en el arte del embaucamiento y con un pasado que ahora se devela al espectador para ayudarlo a comprender el por qué de ciertas actitudes. El filme ofrece en sus primeros minutos una sucesión de gags efectivos y no exentos de gran creatividad. Es imposible no sorprenderse ante la calidad artística y tecnológica que se ofrece en esta producción. Los efectos logrados en la imagen son espectaculares y ponen el listón muy en lo alto para futuras producciones de este estilo. La animación alcanza tal nivel de perfección que cuesta aceptar el hecho que estamos ante una película de dibujos animados, digitales, pero dibujos al fin. La voz de Gato está a cargo del español Antonio Banderas, quien lejos de los éxitos que protagonizó como “El Zorro” ahora vive artísticamente a través de este personaje que bastante le debe al legendario enmascarado. A diferencia de otros filmes similares, en este caso se recomienda su visión en 3D dado que sus detalles pueden ser mejor apreciados, pero no es excluyente.
Lo mejor que tenía la saga “Shrek”, una vez disipada la parodia a los cuentos de hadas según el modelo cinemático Disney, es el personaje cuya voz pone Antonio Banderas, ese Gato con Botas que cruza la heroicidad con el absurdo. Mientras el ogro se deslizaba a la parodia liviana, el gato aparecía como un refugio de la vieja y querida estética del cartoon. No es raro, pues, que se haya establecido como dueño de una “marca” por propio derecho. El film que nos cuenta sus aventuras previas al encuentro con el ogro verdoso, tiene varias virtudes. La primera es no cambiar al personaje, sino mantenerlo dentro de las constantes que ha sabido desarrollar. La segunda es que el relato de aventuras aparece realmente preciso, y mantiene el interés por encima del chiste del gatito adorable que esconde el alma de un tigre mayúsculo. El tercero, un diseño que atrapa el ojo. El entretenimiento tiene sus lujos y algunos momentos de extrema comicidad. Hay, también, algunos defectos: la necesidad de que todo sea gracioso, la no siempre bienvenida recurrencia al anacronismo, varias secuencias cuya única emoción radica en la proeza técnica, y algún apresuramiento a la hora de redondear la historia. Sin embargo, la simpatía del personaje, indisoluble a su dibujo, alcanza para que se trate de un entretenimiento cabal, que no apela solo a lo conocido sino que trata de establecer su propio rumbo. Para gritarle “olé”, con ganas.
Junto con la película de 1969, realizada por Hayao Miyazaki y Kimio Yabuki, responsable de Rainbow Brite (clásico dibujito ochentoso para niñas) esta nueva producción de los estudios Dreamworks es una de las mejores interpretaciones que se hizo del famoso cuento creado por Charles Perrault. El gato, cuya versión más famosa, apareció por primera vez en 1697, en la recopilación de Perrault “Cuentos de mamá Ganso”, siempre trascendió por ser un personaje políticamente incorrecto dentro de los cuentos de hadas y este relato en particular sobresalió en la bibliografía del autor por el humor picaresco que tenía la trama. En Dreamwoks entendieron esto a la perfección desde que presentaron al gato en la secuela de Shrek y acá hicieron un gran trabajo al evocar el espíritu de la obra original. Esa primera escena donde el gato se viste luego de pasar un buen rato con su amante, cuyo nombre no recuerda, es un retrato perfecto de este héroe literario, que siempre fue un gran embustero. La verdad que esta película es una producción mucho mas sólida que cualquiera de la secuelas de Shrek. El director Chris Miller ofrece una muy buena aventura, que con una banda sonora digna de un spaghetti western, le rinde un tributo a otros cuentos populares clásicos como “Humpty Dumpty” ( personajes bizarros si los hay) y “Las habichuelas mágicas”. El trabajo en la animación es impresionante, especialmente en lo que se refiere a la construcción de los escenarios y la secuencias de acción, donde Dreamwoks vuelve a demostrar que hoy no tiene nada que envidiarle a Pixar, su gran rival hollywoondense. Antonio Banderas, por otra parte es el corazón de la película, y su interpretación es una de las principales razones por la que existe este estreno. De haber sido interpretado por otro actor en Shrek 2 no sé si el gato hubiera conseguido tener su propio film. Acá está excelente y tiene muy buenos momentos en la historia. En definitiva este film resultó una muy buena propuesta de animación que no defrauda a quienes se engancharon con este personaje en la saga del ogro.
Más allá de su simpático aporte como personaje secundario de la popular saga de Shrek , el Gato con Botas merecía "su" película. Surgido de varios cuentos populares del siglo XVII, formó parte del imaginario infantil de unas cuantas generaciones mucho antes de que se convirtiera en el fiel ladero del ogro gigante y del delirante burro en la franquicia animada de la productora DreamWorks. Torpe, valiente y seductor a la vez, tierno por momentos y despiadado en otros, este felino espadachín y enamoradizo encuentra en esta producción en 3D una historia a puro vértigo y un despliegue visual a la medida de la criatura concebida para y por el español Antonio Banderas. Por supuesto, hay en este guión "de manual" múltiples elementos fantásticos y humorísticos (la mayoría de los gags físicos y verbales funcionan bien), una contrafigura romántica intensa (una suerte de Gatúbela llamada Kitty que es interpretada por otra estrella latina como Salma Hayek) y personajes secundarios que sirven con fines cómicos (como el huevo Humpty Dumpty) o para llenar los espacios reservados a los gigantescos y brutales malvados de turno. La película es un más que digno entretenimiento, la animación digital es de primerísimo nivel, los efectos estereoscópicos le otorgan una espectacularidad adicional (que los enemigos del 3D verán como lugares comunes), las coreográficas escenas de acción (y de baile con reminiscencias flamencas) tienen un ritmo y un acabado envidiables. Pero más allá de sus incuestionables logros estéticos y técnicos, la narración termina siendo un poco caótica y parece alargarse cual chicle, como si los conflictos pergeñados dieran para un mediometraje y con esos elementos no demasiado creativos, audaces ni sorprendentes hubieran tenido que llegar sí o sí a los 90 minutos de rigor. De todas maneras, no hay reparos que valgan cuando de llegada masiva se habla. Y este spin-off (desprendimiento) de Shrek (hasta el director elegido, Chris Miller, proviene de esa saga, ya que fue el responsable de la tercera entrega) tiene los atractivos y el despliegue de marketing necesarios como para continuar atrapando a chicos (y grandes). En pocas horas más se verá el resultado de esta invasión gatuna.
Frenética y aparatosa El Gato entra a lo más parecido a un saloon que puede hallarse en la España del siglo XVIII (o XVII o XIX, o cuando sea que la película transcurre), se sienta a una mesa, les demuestra a los parroquianos que puede ser mil veces más rápido que ellos en el uso de la espada, los deja boquiabiertos y después recoge su copa y, en lugar de bajarse de un trago todo el jerez, le pega dos o tres velocísimos lambetones a la lechita que pidió. En sus primeras escenas, Gato con botas (por algún motivo, en castellano se estrena así, sin artículo) pinta para comedia de aventuras más o menos clásica, próxima tal vez a El Zorro (al fin y al cabo, quién le pone la voz al Gato si no Antonio Banderas) y con el protagonista como un Errol Flynn peludo, simpático y canalla. En el resto del recorrido, sin embargo, la primera entrega de la saga destinada a llenar el vacío (de dólares) que dejó la ausencia de Shrek va perdiendo esa identidad, para devenir una comedia de aventuras mucho más a tono con los tiempos del 3D. Esto es: más frenética que consistente, más pastichosa que coherente, más escrita que sentida, más aparatosa que eficaz. Pero –¡ojo!– ésa es sólo la opinión de este crítico, que a estar por las críticas del exterior juega este partido en franca minoría. Que el personaje extirpado a Perrault pintaba para robarle el show al ogro se supo desde su primera aparición, en Shrek 2, cuando –gato ladino– para que tuvieran piedad de él se puso a actuar de pobre gatito, temblando y abriendo bien grandes sus ojos de animé, logrando ablandar así un corazón de piedra. Siempre con Antonio Banderas dándole un tono como de ceceoso hidalgo español, el atigrado felino de sombrero, espada y botas siguió robando cámara en las dos Shrek siguientes, poniendo a punto de caramelo su show solista. Aquí está ese show, sostenido por el habitual batallón de guionistas y con dirección de Chris Miller, hombre del riñón de Dreamworks, que ya había estado al frente de Shrek 3 (no confundir con su homónimo, director de la magnífica Lluvia de hamburguesas). Alguna aventura había que darle al personaje –espadachín avispado y seductor–para ponerlo en acción. Aquí es una con porotos mágicos, una gansa dorada y huevos de oro, que lo hará enfrentarse con la cimbreante gatita Kitty Patasuaves (voz de Salma Hayek), una pareja de brutos de pueblo (voces de Billy Bob Thornton y Amy Sedaris, en copias subtituladas), una gansa gigante (que se comporta como Godzilla con plumas), la cría de ésta y... Humpty Dumpty. Sí, gracias al saqueo de literatura infantil que la serie Shrek autoriza, el huevo antropomórfico del que alguna vez se apropió Lewis Carroll es trasplantado aquí, no con buenos resultados. Para decirlo mal y pronto, despojado de la dialéctica de Alicia en el País de las Maravillas el huevo resulta un tipo bastante... No, no se hará ese juego de palabras, por demasiado obvio. Soso es un adjetivo posible, en todo caso. Hay una subtrama con flashbacks, en la que Gato y Humpty Dumpty eran amigos y uno traicionó a otro (o ambos entre sí), otra que cita a la habichuela gigante de otro clásico de la literatura para niños y una aventura que mezcla espacios, personajes y referencias. El resultado es el mish-mash habitual en los productos Dreamworks, con chistes que funcionan como inyecciones, personajes desarrollados más o menos a los apurones y mucho vértigo, cuestión de que nada de eso se note. Exhibida en copias 35 mm y 3D, Gato con botas representa un nuevo paso de gigante para el realismo antropomórfico ante el que parte de la animación contemporánea se rinde. Como si lo que se quisiera fuera disimular el carácter de dibujo animado que está en la naturaleza misma del... dibujo animado. Pero –otra vez la aclaración– recuérdese que todo esto no es más que la opinión minoritaria de un maldito aguafiestas.
En busca de las habichuelas mágicas Sin lugar a dudas de todos los personajes que pulularon en el “universo Shrek” el que más se merecía su propia aventura animada era El Gato con Botas, aquel minino heroico que conocimos en la segunda parte de la franquicia, allá por el 2004. En gran medida gracias al carisma y buen humor de Antonio Banderas, el pequeño secundario se destacaba por sobre un entorno que paulatinamente se fue achatando y volviéndose más enclenque: los dos últimos eslabones constituyeron casi el opuesto exacto de las dos primeras entradas debido a la repetición de las fórmulas, la nulidad absoluta del trasfondo y cierta endeblez general. Aunque Gato con Botas (Puss in Boots, 2011) se mantiene fiel a esa ensalada prototípica que combina la comedia directa, el tono satírico y las múltiples referencias a los cuentos de hadas y la literatura para niños, en esta ocasión la gente de DreamWorks levanta la puntería al optar por un enfoque más clasicista que deja de lado la colección de citas sueltas y privilegia una historia con algo de sustento: desde ya que en el éxito del convite también juega un papel fundamental el hecho de que nadie esperaba demasiado del cineasta Chris Miller, aquí lavando culpas luego de la anodina Shrek Tercero (Shrek the Third, 2007). La película funciona como un spin-off con un planteo de precuela independiente por completo de los avatares relativos al ogro verde y su séquito: reproduciendo el eje amistad- traición- venganza, la estructura incluye el eterno devenir de Jack y las Habichuelas Mágicas, el paradigma del conflicto fraternal y un sinnúmero de alusiones al mundo de las más populares canciones de cuna anglosajonas (Humpty Dumpty, Jack y Jill, Mother Goose, etc.). Por suerte el equipo de guionistas construyó una trama coherente y disfrutable que aprovecha los rasgos distintivos de la criatura de Perrault subrayando sus paradojas. Ubicándose por debajo de la maravillosa Megamente (Megamind, 2010) y al mismo tiempo superando a la mediocre Shrek para siempre (Shrek Forever After, 2010), la realización reduce el componente caricaturesco de los CGI, apuesta a un desarrollo leve pero eficaz e incorpora con ingenio el 3D a la narración, logrando a fin de cuentas que no resulte forzado. Otro detalle curioso, que como los anteriores no lo sería si no estuviésemos hablando de un Hollywood contemporáneo tan esquemático, pasa por las sutiles escenas de acción: la ausencia de toques bombásticos corrige toda esa parafernalia hueca de antaño…
Anexo de crítica: Ya desde su aparición como personaje secundario de la saga del ogro verde Shrek, el minino con botas se ganó el afecto de los fans y desplazó de alguna manera al burro para dejar abierta la posibilidad de que una vez extinta la franquicia (afortunadamente llegó a la cuarta para decir hasta siempre) se apostara por un film en solitario con el objeto de recuperar terreno perdido y poder decir que los creadores vivirían felices y para siempre. Dreamworks ha dado en el blanco nuevamente como lo hiciera en su momento con la novedosa Shrek por encontrar el equilibrio entre un público menudo y los adultos que acompañan sin caer en recursos de autorreferencia y sin excesos de guiños cinéfilos para concentrarse de lleno en una historia que tiene condimentos atractivos desde el primer instante y un despliegue visual y coreográfico de altísima calidad.- Pablo E. Arahuete (7 puntos)
Cuando se estrenó Shrek 2, hubo un personaje que se robó todas sus escenas y, por momentos, opacó al ogro: el Gato con Botas. Inspirado en el personaje del cuento de Charles Perrault que lleva el mismo nombre, era una suerte de antihéroe latino que, cuando la espada no da resultado, conmovía a sus adversarios poniendo una tierna carita de víctima. Antonio Banderas fue el encargado de ponerle la voz y también la actitud, y ahora cuesta imaginar a ese personaje trabajado por otro actor. Era cuestión de tiempo que se estrenara de una película protagonizada exclusivamente por el gato. Y por fin llegó a las salas, y en 3D.
Felino con garras afiladas Con la voz de Antonio Banderas -en castellano y en inglés-, el amigo de Shrek gana terreno. Disney -y el mismo Dream-works Animation- lo había hecho: tomar a un personaje secundario de una de sus películas de animación y realizar un filme para televisión o una serie. Pero el Gato con botas se merecía por valor propio su película en la pantalla grande. Y en 3D. Y aquí estamos, escuchando a Antonio Banderas (Gato con botas) y a Salma Hayek (Kitty) en castellano y en inglés -si vemos la copia subtitulada-, viviendo aventuras con algo más de acción que la de su socio Shrek, en cuya saga había aparecido en el segundo filme. Por un lado, el efecto del 3D funciona, esto es, tiene su por qué. Por el otro, sin ser taaaan original como la primera del ogro, Gato con botas tiene un arranque casi arrollador con la presentación del minino en un pueblo con influencias claramente latinoamericanas. Gato es un fugitivo de la ley, buscado hasta con recompensa, que junto a Kitty y a Humpty Dumpty, ese huevo antropomórfico que ha compartido con Gato en el pasado, cuando era un huevito, un orfanato, que por algo se han distanciado y que ahora, y no es mera cuestión del azar, están tras las habichuelas mágicas... cuidadas por Jack y Jill. Y hay más. La conjunción de distintos personajes de otros tantos cuentos tiene una ligazón más fuerte que en Shrek , donde todo siempre fue más paródico y destinado al chiste (redondo, pero) fácil. Todo ese comienzo a lo spaghetti western, incluyendo un mix entre lo mariachi y el flamenco, con nuestro héroe como hábil espadachín y bailarín, le otorgan una potencia al humor físico elogiable. Lo que se extraña, una vez que avanza el metraje, es que ese ingenio, esa rapidez en los diálogos, se vaya como perdiendo. Los temas abordados son básicamente los mismos de la saga de Shrek: la lealtad, el amor, la confianza en sí mismo y el sé quién eres y no te engañes. En ese sentido, Gato con botas apuesta a lo probado, y no le va mal. Para nada. No hay referencia a Shrek ni a Burro, como si a este Gato con botas le estuviera destinado un futuro propio. Y si, como dijeron, la saga del ogro llegó a su fin, con el gatito que hace caidita de ojos verdes tendrán para seguir adelante.
Se esperaba más del gato de Banderas Aclaración inicial: Charles Perrault, pobre hombre que se murió hace como tres siglos, acá figura en los créditos pero de su cuento no queda una palabra, y de su «chat botté», buen servidor de su dueño, no queda ni un pelo del bigote. Lo que acá vemos es otro totalmente distinto, el Gato Andaluz con Botas, versión Hollywood. Más en detalle, el Gato Andaluz con Botas versión Antonio Banderas al gusto de Hollywood. Y lo hace bien. Las modulaciones de voz que le pone a su criatura (altiva, seductora y dolida, en la tradición del recitado flamenco) son lo más gracioso y mejor elaborado de toda la película. Buena ayuda, el equipo asignado para dibujar el gato, que se luce sobre todo cuando toma su leche o cuando es un minino chiquito en un orfanato y pone los ojitos como ya sabemos. En esto, el dibujo es muy superior a los viejos Pity Kitty, de Gig, que lo inspiraron. En comparación, los demás intérpretes se limitan a pasar letra, y los demás dibujantes «a pasar el plumín», por decirlo mal y pronto. No lo hacen mal, simplemente no lo hacen de forma inolvidable. Tampoco el libreto es cosa de otro mundo. Lo firman cuatro escribas, algunos de ellos provenientes de la factoría «Shrek», igual que el director, y su mayor originalidad es la relación materno-filial con la encargada del orfanato. Lo otro es un largo conflicto entre dos hermanos de crianza (el pícaro noble y confiado, y el pícaro hipócrita, rencoroso y aprovechador, con una socia poco fiable), todo desarrollado como un western-paella de capa y espada y sancochado con otros cuentos populares de diverso origen, como el de las habichuelas mágicas, la gansa de los huevos de oro, parienta de nuestra gallina, y Humpty Dumpty, que aquí, en sus propias palabras, confiesa ser un auténtico huevo podrido. Nada que ver con Pepín Cascarón. El resultado es entretenido, sin ser gran cosa. Se pasa el rato, se tolera música variada, con ocasionales dejos ibéricos a la americana, se disfruta un buen Banderas (en este caso la edición en español resulta más ventajosa que la original), y no mucho más. Esperemos que las próximas aventuras de este gato sean mejores.
Calzados firmes sobre tierras movedizas Como todo felino que se precie, El Gato con Botas -filme y personaje extraído por DreamWorks de la franquicia del ogro Shrek antes que ésta se extendiera sin mayores repercusiones- puede atisbarse como una entidad de carácter escurridizo, por momentos sigilosa, de a ratos trepidante, que pierde gracia en aquellos momentos en que el sentimentalismo y la fidelidad (más propios del universo canino) intentan trazar un "mensaje" y añadir algo de drama serio. Y es que a pesar de sus picardías delictivas, las que le hacen merecer los motes de "forajido", "bandido" o outsider, el Gato con Botas termina siendo el único faro de verdad (de coherencia moral, digamos) en un mundo en el que todo parece quebradizo y falto de confianza: no sólo los malos son "malos" (la pareja formada por los grotescos Jack y Jill, que persiguen al ganso de los huevos de oro con la misma osadía que el Gato), sino que los mismos compinches del héroe, el huevo histriónico Humpty Dumpty y la misteriosa Kitty Garras Suaves, demuestran pertenecer más a un "afuera" hostil que a la amistad o el romance devoto, respectivamente. Y tal vez ese sea el mayor atractivo de este filme bastante oscuro (todo lo oscuro que puede serlo DreamWorks, sin alcanzar extremos burtonianos), en el sentido de los entornos periféricos y la sensación de amenaza constante que sufre el Gato, pero también por sus protagonistas: Kitty semeja una Gatúbela sensual y tramposa cercana a Michelle Pfeiffer (aunque su voz rasposa pertenezca a Salma Hayek), y Humpty Dumpty se erige como uno de los personajes ATP más tenebrosos de los últimos tiempos, con su seguidilla de tics y expresiones faciales alteradas por la culpa, la envidia y las ansias de venganza contra su hermano Gato. Lo que no ayuda del todo es la forzada división tripartita del filme: la persecución inicial, sin dudas lo mejor de la cinta; la búsqueda de las habichuelas y el ascenso hasta el castillo en el cielo donde se pasea el preciado ganso; y el enfrentamiento final con la madre del mismo, una torpe Mamá Ganso símil Godzilla emplumado que arrasa con todo lo que se le cruce. Esa división pone trabas y le quita celeridad a las escenas vertiginosas asistidas por la profundidad del 3D. A su vez, tampoco aportan demasiado los contados gags (la voz de Antonio Banderas?, una parodia en sí misma, también cansa a la larga, aunque sea una de las claves de la personalidad del Gato) en un filme bastante amargo y sombrío como para despertar la carcajada; y el híbrido cuento-de-hadas-contemporáneo (ahora mixturado con un brumoso imaginario "hispano" de aires western) resulta un recurso ya demasiado recurrente en DreamWorks, aunque El Gato con Botas remonte bastante desde las últimas secuelas de su madre Shrek.
Un animal tan astuto como encantador Surgido de la saga Shrek, el gato que cuenta con la voz de Antonio Banderas se independizó, tiene película propia y amenaza con una secuela. Junto a Kitty (Salma Hayek), una hábil compañera de rutas, el felino vive sus aventuras 3D. La exitosa serie de películas de Shrek basaba su estructura en parodiar los cuentos de hadas. Dentro de esa saga para público infantil pero con muchos guiños para los adultos, un personaje se destacaba de forma contundente: el Gato con botas. Con la voz de Antonio Banderas, el personaje mezcló desde el comienzo a la creación de los cuentos con el Zorro que interpretara el actor español en la pantalla grande. Sin saber de dónde sacar más plata, los productores de la franquicia vieron que el Gato podía darles un nuevo comienzo. Y así es, porque al menos para una película, el personaje tiene mucho para ofrecer. Desde los films de Shrek, este Gato con botas poco tenía que ver con el que cobró fama gracias a la pluma de Charles Perrault. Tan sólo queda el ingenio y la rapidez mental, pero nada más. Se nota claramente la influencia del cine de Walt Disney, que convierte a todos los personajes de animales casi en personas, alterando muchas veces el sentido de los relatos originales. Donde sin embargo la película gana mucho, es en la coherencia y unidad de personajes. Es un personaje principal bien delineado el que lleva el relato, y aquellos que se le unen, mezclando nuevamente cuentos de hadas, no producen un cambio sustancial en la construcción del personaje gatuno con voz de Antonio Banderas. Una gata llamada Kitty (Salma Hayek) le dará a la película su historia de amor. Y el personaje de Humpty Dumpty, perteneciente a la cultura popular pero vuelto famoso en Alicia en el país de las maravillas, es un viejo amigo del Gato, que generará más de un conflicto dentro de la historia. Más llena de aciertos que de errores, la historia tiene buenos momentos de humor, algo de acción, y el 3D está utilizado de forma correcta. El producto cumple sin maravillar y se pasa rápido entre risas, suspenso y suspiros de ternura cuando el gatito pone sus ojos grandes para conseguir algo. Aunque la falta de vuelo se nota en Gato con botas, hay que decir que no son tantas las películas para chicos taquilleras que salen airosas de la explotación comercial entregando una obra digna. Tal vez lo que provoca desconfianza es saber al final de la historia, que el éxito de esta película provocará una segunda. Como en los cuentos de hadas –y en esta película– nadie quiere matar a la gansa de los huevos de oro. Por lo cual Gato con botas 2, parece ser tan sólo una cuestión de tiempo. <
El forajido Gato con Botas regresa a su antiguo pueblo de San Ricardo tras los rumores que indican que allí se encuentran escondidas las habichuelas mágicas que permiten llegar a castillo celestial donde la gansa de los huevos de oro deposita su valiosa producción. En medio de su trabajo de espadachín, espía y ágil combatiente, Gato conoce a Kitty, una ladrona de guante blanco que anda detrás del mismo botín, y se reencuentra con un amigo de la infancia, el misterioso huevo Humpty Dumpty con quien compartió la niñez en el orfanato del lugar. Los tres conformarán un improbable equipo, pero ¿hasta donde se mantendrán la confianza, el honor, el amor y la amistad cuando la codicia entre en juego? La primera spin-off de la saga Shrek no tiene ni una sola referencia a las películas que le dieron origen, algo realizado adrede según confesó el director Chris Miller en su paso por Buenos Aires hace algunas semanas. La dificultad de partir desde un punto conocido por el público de los cuatro filmes del ogro se resolvió a la perfección dejando atrás todo lo que ya conocíamos de Gato y llevándonos a sus orígenes, con varias incorporaciones y tomando de inspiración el cuento clásico de los frijoles mágicos. Los elementos del western que adopta el gato forajido, sumado a la ambientación española mejicana de las locaciones, van acordes a los talentos vocales de Antonio Baderas y Salma Hayek, quienes repitieron su trabajo de la versión original en las copias dobladas al español. En el caso de “Gato con Botas” se nota claramente las diferencias que existen cuando una película es concebida directo en 3D, como lo fue aquí, a cuándo son agregados los efectos mediante la postproducción.
Nadie le tenía mucha fe a este producto. Si mal no recuerdo, el proyecto original no iba a ser un largo (y hasta se pensaba lanzarlo directamente en DVD!), pero Dreamworks tanteó la cuestión y vio que el carismático gato que asomaba en Shrek 2 podria ser un buen negocio para desprender de la franquicia... Y se animó, más allá de las dudas que todos teníamos sobre el abordaje del clásico personaje de Charles Perrault. Era, una apuesta arriesgada (el mediocre nivel de su buque insignia traslucía problemas creativos), pero allí fueron nomás...Utilizando nobles armas (un guión directo y fácilmente digerible) y apoyándose en la magia que Antonio Banderas le da al personaje, la legendaria compañía de animación se lanzó a crear esta spin off ( acción de convertir a un secundario en protagónico de otra historia) y sus resultados han sido positivos, superando las expectativas originales (al menos en cuanto a calidad). "Pussy in boots" es una historia simple, divertida y cuyo mayor mérito es su previsibilidad. No busca impactar con incorporaciones de personajes de otros cuentos infantiles (como Shrek) sino que pretende integrar pocos elementos pero alinearlos bien. Es decir, no apela a bombardear al espectador con miles de referencias a otros titulos (aunque las hay) y se estructura en base a caracterizar un triángulo protagónico confiable (Humpty Dumpty y Kitty se suman a Pussy) y seguirlos en el camino que construyen. La estrategia de Chris Miller (quien viene de hacer la tercera del ogro verde) era bajar los decibeles y apuntar a la aventura con toques de humor, lo cual funciona bastante bien. Conoceremos aquí al Gato con Botas en sus orígenes, desde su más tierna infancia hasta los sucesos que lo transformaron en un fugitivo tan famoso como sabemos que es. Pussy llega al hogar de Imelda, quien acostumbrada a cobijar a toda clase de criaturas, lo adopta como su madre. Allí conocerá a Humpty Dumpty (Enrique Cervantes en la versión latina, Zach Galifianakis en la inglesa), un huevo que sueña con dar un gran golpe y hacerse de mucho dinero. Los dos se vuelven amigos inseparables hasta que Humpty hace una de las suyas y Pussy tendrá que huir del pueblo (a su pesar), acusado de un robo que no planeó pero ejecutó merced al pedido de su compañero... Tiempo más tarde, nuestro felino amigo dará con una gatúbela bien jugada por Salma Hayek, quien volverá a conectar a nuestros viejos conocidos de cara a un ambicioso plan: robar las "magic beans" de Jack y Jill para plantarlas en el lugar correcto e irse a los cielos a buscar a la gallina de los huevos de oro... El relato contempla el recorrido del trío, las marchas y contramarchas y un final trepidante que nadie querrá perderse. Los rubros técnicos, como siempre, son de lo mejor. La animación del Gato es asombrosa, pero el magnetismo que le pone la voz de Banderas le da el salto de calidad. Este Pussy es latino hasta la médula, mujeriego, encantador, valiente y de buen corazón. Encima tiene mucha química con Kitty (se puede decir eso??) y las escenas se suceden con acierto desde principio a fin, sin dar tregua al espectador. El film tiene mucho ritmo (respira aventura) y llama la atención el detalle y precisión con la que el guión aborda el universo felino. Si tenés gatos en tu casa, te vas a asombrar con la caracterización de la especie que "Pussy in boots" presenta. Es genial. Los más pequeños de la familia la adorarán (y a diferencia de Shrek, por ejemplo) y entenderán todo su contenido, incluso los de menos de 6 (buen dato que deberían tener en cuenta). Arriesgo mucho si digo que lo mejor que hizo Banderas fue este rol y los que trabajó con Almodovar?. No, para nada. Esta vez, es preferible gato que liebre. Sin dudas!
La hora del felino El Gato Con Botas es un cuento de hadas popular europeo, recopilado por Giambattista Basile y luego por Charles Perrault en el siglo XVII. Luego de diversas adaptaciones para cine y TV, la productora Dreamworks optó por tomar su figura para convertirlo en unos de los personajes célebres en Shrek 2...
ESOS OJOS ¿Podría el gato bancarse una película él solito? Prácticamente se había robado toda la atención en SHREK 2 (2004), cuando lo vimos por primera vez. Ahora el Gato con Botas demuestra que está listo para ser el protagonista, sin burros parlanchines ni ogros verdes dando vueltas por ahí. ¿Será que nos convenció con su famosa mirada? En GATO CON BOTAS, el gato aventurero (con la voz de Antonio Banderas, en el doblaje también) emprende una aventura junto a Humpty Dumpty (Zach Galifianakis) y Kitty Patitas Suaves (Salma Hayek) para conseguir la Gansa que pone huevos de oro, que vive en un castillo en las nubes. Para eso, primero tendrán que robarle las Habichuelas Mágicas a los peligrosos Jack (Billy Bob Thornton) y Jill (Amy Sedaris), dos bestiales villanos que se la pasan discutiendo sobre la paternidad. La película mezcla elementos de diferentes cuentos infantiles pero dándoles una vuelta y agregando mucho humor (para chicos y también con chistes para los grandes), de la misma manera en que lo hizo la primera SHREK (2001). Curiosamente, el film no usa nada del cuento original del Gato con Botas, recopilado por Charles Perrault en el libro “Cuentos de mamá ganso” de 1697, a excepción del personaje, claro, y su personalidad embustera. Aquí, Gato es un héroe con todas las letras, protagonista de una aventura con algo de western que deja un sencillo mensaje sobre la importancia de la amistad. En GATO CON BOTAS no se menciona a Shrek ni a Burro ni hay referencias de ningún tipo a la saga del Ogro, y está bien. Así queda claro que este es el show unipersonal (o "unianimal") del Gato, ahora acompañado por nuevos personajes: la gatita Kitty es una ladrona que perdió sus garras y que, obviamente, no puede evitar sentirse atraída por Gato con Botas, que seduce con esa voz de macho español de Antonio Banderas (gran trabajo y con doble mérito, por haber interpretado al personaje en dos idiomas). Humpty, el huevo, es el protagonista de los momentos humorísticos más bizarros, y apenas puede brillar cuando Gato no se está llevando toda la atención. La calidad de la animación es muy buena (no podía esperarse menos de Dreamworks) y hay varios momentos geniales, por originalidad, humor e impacto visual, todos bien llevados gracias al director Chris Miller (el mismo de SHREK TERCERO): desde el duelo de baile, en que el Gato con Botas compite en una contienda de flamenco, hasta el ataque de la Gansa Gigante como si fuera Godzilla, pasando por la sorprendente entrada de Jack y Jill (en una carreta tirada por cerdos que parecen salidos del mismísimo Infierno) y sin olvidar el momento en el que crece el gigantesco tallo luego de plantar las Habichuelas Mágicas. Aunque la película es entretenida, el guión es su aspecto más débil: hay aventura, sí, pero las situaciones se suceden velozmente y aunque parece que pasa mucho, en realidad no pasa demasiado. Tampoco se percibe un sentimiento de “amenaza real”: practicamente no hay un conflicto serio en el que se sienta que los personajes están en verdadero peligro. El giro argumental (a pesar de constituir en sí una parodia a las películas con finales sorpresivos, con “flashbacks” incluidos y todo) no alcanza para sostener una historia a la que, a pesar de sus imaginativos momentos, le faltó algo de desarrollo. Sucede que la trama se sostiene demasiado en los gags y en la fasinación que genera su protagonista, una fascinación que multiplica por mil cuando pone los ojitos en modalidad tierna.
Hay gato para rato Era evidente que los creadores de "Shrek", agotado este personaje, iban a buscar una nueva cantera para estructurar una nueva serie de aventuras animadas en clave de humor; la buena acogida por parte del público que tuvo la aparición del Gato con Botas como segundón del simpático ogro verde proyectó al felino espadachín como seguro protagonista de su propia película. Aquí está la aventura prometida: acompañado por Kitty, una contrafigura muy bien pensada para balancear las características del Gato, y por el inefable Humpty Dumpty, los guionistas proponen una hora y media de acción matizada por escenas algo más lentas destinadas a desarrollar la trama y a explicitar algunos mensajes didácticos. Precisamente son estos tramos los más flojos de la película, y los que producen cierta dispersión en el público menudo. Pero, rápidamente, vuelven las corridas, los duelos a espada, los bailes y las persecuciones para levantar el ritmo de la narración. Y es en estas secuencias en las que el equipo técnico se luce plenamente; la recreación del pueblito en el que el Gato y Humpty Dumpty pasaron sus primeros años es deliciosa. Y la concepción y la realización de los escenarios fantásticos del castillo en las nubes resulta admirable. Una vez más hay que hablar de la perfección a la que se ha llegado en la verosimilitud que alcanzan las animaciones de los personajes. Las expresiones de los cuerpos y de los rostros son casi perfectas, y en muchas oportunidades, el espectador debe recordar racionalmente que se trata de imágenes generadas electrónicamente, porque lo que sus sentidos le indican es que hay en la pantalla un gato (o una gansa, o un… huevo) con excelentes dotes actorales. De cualquier manera, el objetivo de los realizadores es divertir a la platea; hay que decir que, una vez más, lo logran, y con recursos más que aceptables. Y, desde luego, queda la puerta abierta para más aventuras gatunas.
Sólo un gato... con botas Si algo bueno dejó la saga de Shrek, que se fue desmoronando paso a paso, fue el personaje de El gato con botas: siempre haciendo las veces de comic relief, mantuvo su encanto en las tres películas en las que apareció y le robó ese lugar al más bien insufrible Burro. Demostrando que esto era algo más que una sensación individual de cada espectador, Dreamworks decidió que allí había algo más que un personaje simpático; además había un personaje capaz de soportar sobre el lomo (nunca más preciso el barbarismo) una película. Y viendo los resultados, una película que es menor y relativamente intrascendente -intrascendente porque no inaugura ni revela un universo estimulante que pueda contener otras múltiples lecturas y niveles más allá de lo que expone-, pero que tiene la habilidad de ser divertida, veloz, simpática y, casualmente, inteligente en su chiquitez e intrascendencia. Gato con botas, de Chris Miller, teniendo al personaje indicado como protagonista se decide a contar una aventura ligera y pasatista, y lo hace de manera orgullosa y honesta. Hay varios aciertos formales: por empezar, el personaje no cambia un ápice de lo que ya conocíamos, y se le agregan algunas cuestiones mínimas del pasado que refuerzan ese carácter huidizo y chapucero que ha tenido: este Gato con botas es una mezcla -bueno, siempre lo ha sido- de la creación de Charles Perrault con el folletinesco Zorro, incluso con la particularidad de que Antonio Banderas le dio nueva vida al espadachín de la serie televisiva y le dio la voz a este felino aventurero. Pero además, el film mantiene una estética visual y temática heredada de la saga de Shrek, incluso con esa fusión libre de personajes populares y cuentos clásicos, siempre bajo la pátina de la parodia. Sin embargo, donde Miller acierta es en limitar aquella autoconciencia pop que había hecho del ogro verde ya una sucesión de chistes estúpidos y sin gracia. Y otra cosa que sigue de las Shrek, es la atractiva utilización de la música, incluso aquí de una forma mucho más coherente que en aquellas películas: lejos de la recurrencia a las canciones pop, aquí se da uso del flamenco, de las guitarras españolas, del baile y de las palmas, en una partitura excelente, que remeda los clásicos del cine de aventuras épicas, a cargo de Henry Jackman. De hecho, uno de los momentos más divertidos es aquel en el que Gato con botas conoce a Kitty, una ladrona de manos muy peludas y suaves, que se convierte en el interés romántico del héroe: llegan a una taberna donde hay un concurso de baile, y el film toma una velocidad de cartoon, donde el ritmo y los chistes corren en paralelo con la cadencia que marca la música. Y Kitty es un interés romántico que, lejos del conservadurismo familiar de Shrek, es aquí aventura, acción, intrepidez, ritmo, diversión. Básicamente, Gato con botas reúne al protagonista con Humpty Dumpty (el huevo aquel que todos conocen, un villano no demasiado logrado), un amigo de la infancia y adolescencia de Gato, y un vínculo construido sobre traiciones cruzadas. Ambos se embarcarán en la búsqueda de las habichuelas mágicas, por allí aparece también la gansa de los huevos de oro, y tenemos listo el pastiche de cuentos clásicos a lo Shrek. Tampoco vamos a poner a este film por los cielos, Gato con botas es básicamente un personaje, un gesto, un cuerpo que está definido por propia esencia como un relato de aventuras, pero muy pocas veces es una película estimulante. Por eso, funciona más cuando estalla la acción que cuando los personajes intentan explicarse o justificarse: por eso el fracaso de Humpty Dumpty, carácter que está impedido de la aventura. En ese sentido, el guión es más que inteligente y plantea unos conflictos bastante simples que no ralenticen la acción. Con sus limitaciones, con sus chistes que no siempre funcionan y a veces se repiten, con su apuesta a lo mínimo muchas veces superado por el apabullante diseño visual -como si los creativos le pusieran más empeño a lo que se ve que a lo que se dice o se cuenta- Gato con botas es todo lo divertida y entretenida que, por ejemplo, debería haber sido Cars 2 apelando a los relatos de espías y acción. Y lo es básicamente porque es totalmente consciente de sus limitaciones. Anótenlo por ahí, porque no creo que suceda otra vez: 2011 fue el año en el que con Kung fu panda 2 y Gato con botas, Dreamworks le ganó por goleada a Pixar. Así estamos…
Cuando en la saga “Shrek”(2001/2010) se agotó la creatividad Dream Works encontró que se podían hacer Spin-off, ya que algunos de los personajes secundarios de la franquicia habían logrado instalarse, por sí solos, en el relato del espectador. De estos personajes el Gato con botas fue el que mayormente aglutinó simpatías por reconciliar a la cada vez más importante comunidad hispanoparlante en los EE.UU. con el cine de Hollywood, donde los latinos siempre tuvieron roles secundarios y, generalmente, como lo afirma Antonio Banderas, eran los “malos” de la película. Precisamente Banderas es un actor español al que, basándose más que nada en su innegable carisma, el cine estadounidense catapultó a la fama internacional sin obligarlo a perder el acento de su idioma de nacimiento. El Gato con botas de “Shrek” es un personaje que habla con declinaciones hispanas en inglés y en su doblaje al español lo hace netamente con acento de Andalucía, y tal cual como fue creado para la saga “Sherk”, llega como protagonista de la película de animación que lleva su nombre más el agregado de 3D que es la tecnología que se usó para la filmación. Sinopsis de Gato con botas La historia está alejada del tradicional cuento de Perrault de fines del siglo XVII, aunque conserva fuertemente impreso el mensaje de la lealtad. Es más notorio que los guionistas se inspiraron para algunos pasajes en una de las fábulas de Esopo, y para base de subtramas en cuentos de hadas germanos. El Gato con botas es un aventurero con algunos defectos, pero cargado de virtudes que se impone en cada lugar al que llega por su sola presencia. Durante su estancia en un “saloon” degustando leche, su bebida favorita, oye hablar de los frijoles mágicos, y esa conversación despierta su ambición y decide ir en busca de esas legumbres que pueden cambiar su vida y al mundo. Esa búsqueda le hará vivir muchas peripecias que serán compartidas por Kitty, una gatita sensual que tiene una personalidad completamente independiente, es astuta y tiene la habilidad de poder robar sin que el damnificado caiga en la cuenta del despojo que ha sufrido. En el camino se encontrarán con el huevo Humpty Dumpty, quien con los datos que aporta ampliará la búsqueda también a la gansa que pone huevos de oro. Nada es fácil en las aventuras de los tres personajes ya que deben enfrentarse a la pareja de delincuentes formada por Jack y Jill y su familia de jabalíes. Además el Gato deberá confrontar sus principios sobre la amistad, la lealtad y el perdón. Análisis y comentario En toda la película hay continuas referencias al “spaghetti western” de los años ´60, con un protagonista que hace gala de su valentía y su sentido del honor deambulando por un territorio que puede ser mexicano o de la Baja California con fuerte influencia española. El filme también tiene características de los western de fines del siglo XX, donde el protagonista salvaba a pueblos enteros, en un ámbito parecido, para luego perderse en el desierto y el anonimato con el paso firme y el acompañamiento musical con el que había llegado. Pero en esta producción, si bien los “sufridos” siguen siendo los mestizos los “buenos” son hispanos, y aquí se encuentra una diferencia que marca la vigencia de una transformación, aún en desarrollo, de la imagen social de los latinos en los EE.UU. Podría pensarse que el mensaje subliminal es sólo para los estadounidenses si no fuera porque los conceptos morales que emanan del mismo son patrimonio universal. El huevo Humpty Dumpty es un personaje implantado en el “lejano oeste” ya que se trata del protagonista de una de las tradicionales “Rimas de Mamá Ganso” de Inglaterra, y su inclusión en esta historia es la que desencadena la avidez por lograr capturar a la gansa que pone los huevos de oro, aunque esa motivación no esté presente en rimas inglesas Dentro de tanta mezcla se encuentra la desungulación de los felinos que realizan algunas personas: en la película sólo se ve que la gata Kitty ha sido víctima de esa práctica y se refuerza ese punto con el nombre completo del personaje: “Kitty Garras Suaves”, pero todo eso no llega a ser una denuncia dentro de la trama. Los personajes están bien presentados desde el principio de la historia y también las situaciones, aunque sus desenlaces, al ser una película “para toda la familia”, son predecibles y rápidamente se agota su resolución. La música y las escenas de baile flamenco son disfrutadas por toda la platea, ya que contienen elementos de comicidad que se captan sin dificultad. También, curiosamente, se encuentra música técno de primer nivel dentro de la banda sonora. Técnicamente el filme está en el mismo nivel de las producciones de animación que se facturan actualmente en Hollywood con las nuevas tecnologías, obteniéndose dibujos expresivos con texturas definibles además de movimientos acordes a los cuerpos de los personajes. Llama la atención que el sistema 3D no hace ningún aporte extraordinario ni a la trama ni a las sub tramas sino que se limita a su primigénia función de profundidad visual. Toda la realización es divertida y cumple perfectamente su objetivo de entretener al contar con un ritmo y una duración adecuados al público al que está destinado. Los niños lo disfrutan a partir de los tres años de edad.
Botas lejanas La última película de Dreamworks no hace más que confirmar lo que ya se sabía: las creaciones del estudio dependen exclusivamente de la gracia, la simpatía y la robustez narrativa de los protagonistas, porque los films no tienen mucho para ofrecer fuera de eso. Se nota especialmente en Gato con botas, donde la enorme cantidad de persecuciones, corridas, chistes y vértigo general parecen estar en función de tapar el vacío que aqueja a la película. ¿De qué habla el cine de Dreamworks, en particular la saga de Shrek y Gato con botas? ¿De la parodia, de la necesidad de burlarse de los relatos de otra época, de romper el protocolo narrativo de los cuentos de hadas? Con suerte, hay momentos en los que los personajes aportan algo de emoción y nos invitan a creer en lo que pasa en la pantalla, pero esos momentos son contadísimos y pierden relevancia frente al resto del guión, que se encarga de recordarnos constantemente que este es un cine interesado en la destrucción mucho más que en la creación de relatos. Esa propuesta básica, chata, aburrida y pretendidamente canchera intenta sostenerse sobre una montaña rusa de conflictos y velocidad que no conducen a ninguna parte más que a la evidencia del propio mecanismo: no hay nada detrás, sobre, por encima o alrededor de esas imágenes frenéticas que no sea su propia aceleración hueca. Uno pensaría que el mejor y más importante personaje por lejos de la saga de Shrek debería alcanzar para apuntalar uno de esos grandes artefactos de parodia y rápidez que son las películas de Dreamworks, pero no. Esta vez, acaso por las imposiciones de la forma precuela (a esta altura, casi un género en sí mismo), el gato simpático, artero y querible de las cuatro Shrek es apenas otra caricatura de las que suele barajar el estudio; este felino no tiene ni un cuarto del corazón del más soso personaje de Pixar. Sus mejores intervenciones son las que lo muestran interrumpiendo su papel de prófugo de la ley para despuntar gestos y comportamientos de gatito, por ejemplo, cuando después del encuentro con Humpty Dumty y mascullando quejas, el protagonista ve una luz reflejada en el suelo y se lanza desesperado a capturarla como cualquier gato de entrecasa. Después de las dos entregas de Kung Fu Panda (seguramente las películas más sentidas y menos cínicas de toda la factoría Dreamworks) y con el antecendente del gato en las Shrek, estaba permitido ilusionarse con esta nueva película del estudio. Pero la cosa sigue siendo más o menos la misma: si bien no se está frente a la ramplonería absoluta de las películas del ogro verde, Gato con botas no pasa de ser otro producto típico de Dreamworks que concibe el cine como una galería de burlas dirigidas a las historias de otros tiempos y que, mediante el vértigo de unas imágenes que son pura prisa y apuro sin un destino real, aspira a cubrir su falta de imaginación y de fe en sus criaturas.
Las virtudes de un gato descafeinado Mucha agua ha pasado bajo los puentes desde aquel gato afrancesado del cuento tradicional recopilado por Perrault en el siglo XVII y el españolísimo gato interpretado por Antonio Banderas. En el medio, estuvo en 2004 la saga de Shrek 2, donde éste era apenas un personaje secundario pero de carisma arrollador. Ahora, le llegó la hora de la película propia, donde la picardía del protagonista se sostiene en la expresividad de la mirada y la particularidad de la voz. En la autopresentación inicial, de cara al público, el héroe gatuno confiesa ser un forajido a pesar suyo: su cabeza tiene precio pero él quiere limpiar su nombre, saldar una deuda de honor que refiere a su pasado, ligado a un par de amigos que no resultaron tales y le hicieron pagar los platos rotos de ambiciosas aventuras malogradas. Esta dupla de no fiar, está formada por el especulador huevo Hampty Dumpty y una seductora gata (doblada por Salma Hayek). Ambos personajes reaparecen en el presente para reincidir en una propuesta de hacerse ricos a partir de riesgosos planes. En este caso, deberán ir en busca de unos frijoles mágicos que remiten a su vez a otro cuento popular. Un trasplante exitoso Luego de una natural desconfianza, debido a los antecedentes de sus antiguos conocidos, todos se lanzarán a encontrar esos frijoles prodigiosos que han ido a parar a las peligrosas manos de Jack y Jill, una temible pareja de forajidos. La búsqueda desencadenará otras aventuras, persecuciones y sorpresas en el estrafalario guión, a medio camino entre el western y la trama de fábula tomada de los relatos tradicionales y también de otras películas recientes como “Rango” (la escena de la taberna) y “Piratas del Caribe 4” (el reencuentro entre Katy Patitas Suaves y el Gato es igual al de la pareja interpretada por Deep y Penélope Cruz). El Gato se roba literalmente la película, a tal punto que no se percibe contrapeso alguno en el resto de las criaturas del relato. El villano con el que este tipo de historia debería contar, brilla por su ausencia (lo más cerca en este sentido es la siniestra pareja de Jack and Jill, a la que finalmente les descubren su veta cómica), tal vez porque -ante todo- nos encontramos con una trama intencionalmente simplificada para el público más pequeño, donde se busca destacar la humanidad del Gato de expresiva mirada e inolvidable voz, que resalta valores como el coraje y la astucia. El film de Chris Miller si bien no innova, cumple en piloto automático con lo que se espera de una propuesta de estas características. El personaje se trasplanta exitosamente, aunque no hace del humor su punto principal como sucedía en la película del ogro verde. De aquella saga toma la desprejuiciada intertextualidad (Perrault, Andersen, Lewis Carrol) pero es mucho más plana, sobre todo en el desarrollo de gags cómicos. Desde un punto de vista puramente técnico, “El Gato con Botas” luce con un aspecto visual muy cuidado, especialmente en términos de iluminación, con aciertos en la puesta en escena inspirada en escenarios de las aventuras del Quijote y una banda sonora donde predominan castañuelas y aires flamencos que subrayan en todo momento la vitalidad del espíritu español.
La Leyenda Gatuna El Gato con Botas es la última producción de los estudios DreamWorks en estrenarse en nuestro país y nos trae la divertida historia de ese personaje entrañable que pegó tan bien al incorporarse a la saga de Shrek en su 2da entrega. Tiene ese aura de la saga del ogro verde en el que el humor utilizado tiene una chispa atractiva para el público adulto, aunque en el resultado final termina siendo un poco más infantil. La película nos muestra un Gato (voz de Antonio Banderas) forajido, solitario y mujeriego que anda por la vida en busca de problemas. Como es de esperarse, los encuentra. En el camino se vuelve a reunir con Humpty Dumpty (voz de Zach Galifianakis), un viejo amigo de la infancia con el que las cosas no habían terminado muy bien, y su nueva socia Kitty (Salma Hayek), una gata sexy que es tan linda como peligrosa. Juntos intentarán arrebatar a los forajidos Jack y Jill los famosos frijoles mágicos con los cuales podrán acceder a la gansa de los huevos de oro que se encuentra en el castillo del gigante y hacerse ricos. Como se puede ver, la trama está llena de clichés, por lo que en ese punto no hay mucho para resaltar o loar. Quizás sí está buena la cuestión de mezclar varios cuentos y personajes de fábulas famosas con algunos toques personales del director y el ejército de escritores que usaron para adaptar al gato con botas que originalmente escribió Charles Perrault. Más allá de una evidente carencia en el aspecto innovador del relato, la película es entretenida y demuestra madera para una posible franquicia basada en este gatito tierno con voz de macho áspero. Por momentos es muy divertida, utilizando un humor perspicaz que produce una buena carcajada sincera en el espectador (me hace bosta el gato de la cantina que agita y hace caras cuando hay alguna frase incómoda). También tiene buenas secuencias de acción western dándole un plus al producto. Como aspecto negativo debo decir que la percibí muy cargada, con adornos cinematográficos, escenas, personajes y vueltas al pasado del protagonista que creaban sensación de saturación y cansancio por momentos. Se quiso incorporar mucho en una historia que en realidad podría haber sido más sencilla y producir el mismo efecto o mejor incluso. La animación está impecable, pero este aspecto ya se está volviendo un factor base de la industria de la animación. Casi no recuerdo alguna peli animada de este tipo que haya sido de mala calidad visual. Una buena opción de vacaciones, aunque si tengo que elegir entre las animaciones que hay en cartelera, me quedo mejor con "Operación Regalo".
El Gato reaparece Era evidente que el simpático, movilizante y encantador personaje que empezó a sobresalir en la segunda parte de "Shrek" apuntaba tempranamente para convertirse en dueño de su propia historia o al mejor decir: película. Así la productora Dreamworks armó la primera -y debido a su suceso taquillero, parece prometer que seguirá habiendo Gato para rato...-, aventura de capa y espada donde este personajón felino vuelve a cautivar a los espectadores tanto adultos como niños, con sus rápidas acciones y marcados gags de humor. Otra vez se entremezclan los cuentos clásicos y conocidos ("Jake y Jill", "Humpty Dumpty", y hasta una Gansa gigante al estilo "Gozilla" que va en busca de su cría que pone huevos de oro) más el aporte de una no menos divertida acompañante llamada Kitty (la sensualidad de Salma Hayek prestándole su voz), que encastra perfectamente como dualidad aventurera. Esta propuesta no escapa a los cánones establecidos de filme para disfrutar en familia, el gato ya nos cautivó antes y lo elegimos sin dudas, ahora era sabido que llegaría a sus propias aventuras y lo hace gallardamente, estupendamente, como sinónimo de correcto entretenimiento. La voz de Banderas (Antonio) sigue siendo un acierto a favor del bigotudo personaje.
Primero aclarar que no vi la segunda parte de Shrek en donde aparece por primera vez este lindo gatito con mirada irresistible. Y ahora si, decir que no sé cuál es el parámetro que tengo con las películas de animación, me suelen gustar mucho algunas que no están tan bien vistas por mis amigos blogueros y no gustan tanto (dícese Kung fu Panda, Cars, etc), o gustar hasta ahí nomás otras que suelen tener mas auge (dícese Rapunzel, el Rey León, en fin). Con el gato con botas pasa eso. No esta gustando mucho, pero yo la disfrute como loca. Digo esto para que el lector, antes de verla, sepa donde se mete. No esta gustando lo suficiente. Por lo que ténganlo en cuenta. ¿Porqué me gustó a mí? Es sabido que adoro los felinos. Basta con ver mi imagen de perfil. Soy Tigre en el horóscopo chino ¿tendrá eso que ver? J jajaja La cuestión es que además, acá hay ritmo, lenguaje tanto para niños como para adultos, bien diagramados ambos según mi parecer. Y tiene un ritmo de locos. Una banda sonora que te hace querer mover los pies. Un tono a western mezclado con flamenco que me fascinó. Y por si esto fuera poco, aparece una gatita con máscara que no pudo más que recordarme a Catwoman. Le llaman Kity, siii, como la Kity dulce de los dibujitos, pero con un tono más oscuro. Aquella Kity es a esta, lo que Selina a Catwoman. Jajaja. La voz de Antonio Banderas no puede ser mejor para ese gato. La dicotomía entre malvado y bonachón que tiene este personaje es sin duda un punto fuerte. Además, toda la peli tiene elementos “pequeños” pero bien diagramados, como los bailes, o las “maneras” de comportarse de los gatos, que enriquecen para mi la cinta. Personajes gatunos a medio camino entre la personificación y su esencia, hacen una estupenda mezcla de características. La historia, bien armada, con muchos elementos enriquecedores, como la inclusión de la gatita, la historia del orfanato, el dúo de malvados, y los frijoles. Hacen de la cinta, no solo un cuento sobre la necesidad de un personaje de redimir su pasado, saldar una deuda, sino que se une a esto, una historia de amistad, de hogares, y sobre todo, del lado bueno y tierno que hay en cada persona, a pesar de sus "garras". Cada personaje aparentemente malvado, esconde una parte tierna. Desde los más villanos, hasta el propio gato con botas, pasando por Kity, el huevo, el oficial, la gansa, y hasta el tipo con la gansa tatuada en la espalda. Todos y cada uno, muestran eso, esa ternura interior, en algún momento de la cinta. Para disfrutar, para bailar su banda sonora, para pasar un rato más que agradable y para volver a verla (si, la he visto más de una vez, y seguí disfrutándola). Muy buena peli. Recomendada. P.D.: Deténganse ahí de defender al Rey León!!! jajaja sé que es una buena película, solo que algunas llegan más que otras, que le voy a hacer.
El Gato con Botas es un spin off de la exitosa saga animada Shrek. Ya había aparecido en el segundo capítulo de la serie, y muy pronto terminó por transformarse en un personaje con peso propio. Tal es así que ahora llega la oportunidad de brillar en solitario con su propia película, la cual es muy entretenida en sus propios términos pero que se aleja del humor pop y autorreferencial que inundaba las andanzas del ogro verde. Como siempre, los personajes de estas historias han salido de los cuentos de fantasía sajones del siglo XVIII / XIX. No todos ellos han pasado al castellano o, al menos, no se les ha dado la importancia cultural que los anglosajones le otorgan. Por ejemplo, uno se rasca la cabeza con el personaje de Humpty Dumpty, el cual proviene de una rima inglesa muy popular que data de principios de 1800 y que se usaba para arrullar a los bebés. ¿En qué clase de historia puede tener cabida un personaje así?. Lo cierto es que el caracter - un huevo humanoide y parlante - tomó su forma definitiva en Alicia Detrás del Espejo, con lo cual - por extravagancia - terminó por dejar una impresión duradera. Otro tanto ocurre con el Gato con Botas - que proviene de un cuento totalmente amoral y oportunista, en donde el gato de turno tima a medio mundo para favorecer a su desahuciado dueño y dejarlo, al final de la trama, con la posesión de un castillo y de una cuantiosa fortuna -. Mientras que la generación que creció en los 50 y los 60 aún le daba bolilla a la literatura, a los cuentos y a las leyendas clásicas (y que podría conocer a estos personajes tan bizarros y extrañamente populares), la gente de hoy debe wikipediarse para enterarse de qué se trata. Ciertamente esta versión de El Gato con Botas no tiene nada que ver con el cuento original de alguno de los personajes involucrados. En realidad se asemeja a una aventura no oficial de El Zorro, con otro fugitivo de la ley que no es tan malo como parece, y que le encanta vivir entreverado entre las faldas de las gatitas que se le cruzan en el camino. Como es habitual, Antonio Banderas está en su salsa y se devora la pantalla con su pegajoso acento castizo y su carisma a raudales. Acá va tras las habichuelas mágicas, se encuentra con el dichoso Humpty Dumpty - con el cual crecieron juntos en el mismo orfanato -, y se mandan a robar los dichosos porotos para hacer crecer un árbol gigante que llegue hasta el castillo que está en las nubes y y donde se encuentra el ganso que pone huevos de oro. Como siempre, con un botin tan suculento (y con algunas viejas deudas que uno de los protagonistas quiere cobrarle al otro) la traición está a la orden del día. Es innegable que El Gato con Botas es divertida. No es tan demente com Shrek, pero cuando la emboca lo hace en grande. Por momentos da la impresión de que intenta copiar demasiado a Rango - hay otra escena de cantina, hay tomas panorámicas en un amanecer, hay otro personaje que se la da de sabelotodo y termina metiendo la pata más que de costumbre -; y en otros momentos el filme se lastra hasta el borde de lo tolerable, intentando tridimensionalizar demasiado a los personajes. El guión hace un esfuerzo tan grande en darle un background complejo a la relación de Gato y Humpty - cómo se conocieron, dónde hubo una traición, qué era lo que tenían en común - que termina por parecerse a un thriller sicológico, y se olvida de mechar algunos chistes en el medio. Sin dudas El Gato con Botas es recomendable. Ver a Banderas fanfarroneando en pantalla es un show delicioso. El problema pasa por el resto de los personajes, los cuales no son tan interesantes como el protagonista, y por la historia que a veces se toma demasiado en serio a sí misma y subraya aspectos dramáticos que son inusuales para lo que se supone que es una comedia para toda la familia. No es que esos momentos estén mal, pero son pausas que alteran el ritmo cómico que mantenía el filme y que terminan por lastrarlo bastante.
El personaje del popular cuento europeo que apareció por primera vez en la segunda entrega de la saga "Shrek" (2004), por fin llega a la gran pantalla con su propia película. Y ésto, es algo que muchos -los que consideramos al Gato con Botas como "El" favorito de la franquicia del ogro verde- estábamos esperando porque el aventurero y pícaro felino definitivamente se lo merecía. "Tal vez conocen mi nombre... pero no conocen mi leyenda", expresa el Gato en los avances de esta divertida y entretenida producción dirigida por Chris Miller ("Shrek Tercero") que nos traslada hacia los -hasta ahora desconocidos- orígenes de este misterioso forajido que lucha por la justicia y que es nuevamente encarnado por el actor malagueño Antonio Banderas, quien le presta su voz tanto en las versiones originales en inglés y en las dobladas al español latino, tal y como lo hizo cuando realizó los doblajes para "Shrek". La trama, sin ninguna referencia a ese mundo del que surgió como personaje secundario, se desarrolla en un pueblo llamado San Ricardo, en el que Gato con Botas, quien alguna vez fue un héroe que se ganó semejante título (junto con su elegante sombrero, su espada, su capa y sus legendarias botas), ahora vive fuera de la ley (el espectador conocerá el motivo) tratando de redimirse para demostrar que no es el traidor que todo el pueblo considera que es. Allí, es donde se reencuentra con su ex-mejor amigo Humpty Dumpty (voz de Zach Galifianakis/Pepe Toño Macias), un huevo cuyos sueños de la infancia se tornan en planes de venganza y riqueza. Esta especie de villano que tiene mucho que ver con la situación actual del protagonista, no duda en proponerle al suave y peludo gatito ir en búsqueda de unas semillas de frijoles mágicos que les permita robarse, de un castillo situado en las nubes, un mítico ganso que pone huevos de oro. En su travesia no estarán sólos, ya que contarán con la ayuda de una bravucona, astuta y seductora gatita llamada Kitty Patitas Suaves (en la voz de la mexicana Salma Hayek en ambas versiones). Pero eso no es todo... son perseguidos por un dúo de forajidos, Jack (Billy Bob Thornton/Enrique Cervantes) y Jill (Amy Sedaris/Rosalba Sotelo), quienes también están tras el mismo objetivo. Sin dudas, "Gato con Botas", repleta de acción, aventuras, persecuciones, ingeniosos gags, desafíos de bailes latinos y referencias al spaghetti western (sin mencionar la gran calidad de animación en 3D), es una excelente propuesta para toda la familia que, además de contar con una historia por demás dinámica y entretenida, cuenta con un adicional: la chispa, el corazón y la actitud que Banderas le brinda a este adorado personaje que, luego de 10 años interpretándolo, ya forma parte de su vida. Claro que al mismo tiempo le otorga una combinación de "El Mariachi" (personaje que el actor interpretó en los filmes "La Balada del Pistolero" y "Érase Una Vez en México", de Robert Rodriguez) y de "El Zorro", papel que también estuvo a cargo del español.