El príncipe encantador (Charming, 2018) es una película de animación canadiense que vuelve sobre una temática favorita del género en estas últimas dos décadas: la revisión de los cuentos de hadas. Acá el que está encantando y ha recibido una maldición de la bruja malvada es el príncipe, no la princesa. Y este príncipe solo podrá salvarse si al cumplir los veintiún años ha conseguido encontrar el verdadero amor. ¿Qué maldición pesa hasta esa fecha? El encantamiento es que él es encantador. Todas las muchachas del reino se enamoran de él, quieran o no, debido a esa maldición. Al ser un encantamiento, nada tiene que ver con el amor verdadero, lo que le complicará mucho al príncipe encontrar a la persona adecuada. Pero claro, esa persona existe. Se llama Lenore y es una aventurera, ladrona, que no busca ningún príncipe. Lo que tiene lo consigue sola. Ella y él se encontrarán, construyendo una comedia alocada al estilo Screwball Comedy en una road movie divertida e inteligente, donde la cosa no se queda solo en el cambio de sentido. Las reglas de los cuentos de hadas se repiten, aun con las variaciones que son el corazón de la trama. También hay tres princesas que son las enamoradas del príncipe: Blancanieves, La bella durmiente y Cenicienta. Pero las tres tienen trastornos ocasionados por sus propias historias. Pero eso es lo de menos, porque su amor por el príncipe no es real. Lo peor que la película tiene es, lamentablemente, la animación. El guión funciona, pero los personajes no se ven bien, ni originales, ni de primera calidad. Eso dificulta mucho conectar con la trama desde el comienzo. Y tampoco le queda muy bien la forzosa entrada de una canción romántica a mitad de la película. Una pena, porque había buen material para hacer una gran película y no quedarse a mitad de camino.
El príncipe Philipe (Wilmer Valderrama) es sentenciado desde su nacimiento hasta su cumpleaños número veintiuno a ser extremadamente encantador, así es como todas las chicas del reino se enamoran de él. En un giro inesperado se encuentra comprometido con Blancanieves (Avril Lavingne), La Cenicienta (Ashley Tisdale) y La Bella Durmiente (GEM). Pero para encontrar el verdadero amor deberá pasar por varias pruebas. En este camino conocerá a Leonor (Demi Lovato), una joven ladrona y que está destinada a no amar. Juntos se embarcarán en una aventura que los llevará a descubrirse del todo. Lamentablemente, “El Príncipe Encantador” es el ejemplo de una buena idea, que no llega a concretarse del todo. Si bien el argumento es interesante y busca burlarse de los cuentos de hadas tradicionales, tristemente no lograr llegar del todo a esa premisa. La historia se queda corta y desde el principio se torna predecible y los chistes en su mayoría no causan gracia exceptuando unos pocos. La animación no es muy buena, no llega a alcanzar el nivel de las producciones actuales y los números musicales aparecen sin darles contexto y no resaltan en nada, solamente el musical de la cantante SIA está muy bien logrado. Lo que podría haber sido una historia innovadora cayó en los clichés de siempre y lamentablemente no creo que “El Príncipe Encantador” se destaque mucho. Va ser una más de esas películas de animación que se quedan en el olvido del público.
Con la sonrisa no basta Desde la irreverente franquicia del ogro malhumorado Shrek pasando por otros títulos de menor factura técnica pero atendibles como propuestas inteligentes de parodia y revisionismo de los clásicos cuentos de hadas intocables, la animación digital encontró un aliado en aquellos acompañantes de los niños. Apostar al humor de la parodia siempre trajo sus beneficios aunque también rasgos de desgaste una vez conocido el recurso de tomar cualquier personaje, exacerbar sus rasgos distintivos y porqué no aggiornarlo a lo que el mercado solicita. En este sentido, esta animación de origen canadiense El príncipe encantador genera por un lado alivio por imprimir alguna gota de aire nuevo y por otro desconcierto al no atreverse a ir un poco más lejos en la propuesta de la parodia, sin dejar de mencionar la rusticidad técnica que la aleja de otros productos con mayor riqueza en lo que a animación se refiere. El despecho de una mujer enamorada de un rey que no la correspondió devino en venganza a partir de una maldición en la que la principal víctima no es otro que su hijo príncipe. Su maldición es su irresistible sonrisa una vez que despliega su manual de simpatía frente a cualquier mujer que se le cruce en el camino, pero este “encanto” es superficial y no obedece a un amor verdadero por lo cual el don de la seducción condena al príncipe, además de generarle todo tipo de odio de los hombres o parejas de aquellas damas que se rinden a sus pies. En épocas de exhibicionismo en redes y del culto a la imagen, el desfile de princesas para casarse con el susodicho viene representado por las traumáticas Blancanieves, Cenicienta, y La bella durmiente pero también aparece en escena Lenore, una mujer completamente alejada de ese mundo y códigos, descreída del amor y de los hombres en general, quien solamente vive para la aventura del robo. Así las cosas, el cruce de ambos terminará en aprendizajes y el incipiente intercambio de experiencias para romper el hechizo no sólo con un beso y así tener su final feliz. No es tan feliz ese final y desarrollo para el público que busque otra historia con más vuelo cuando la idea de la parodia y la crítica a los mensajes de los cuentos infantiles y su reduccionismo en el estereotipo llega de antemano. Como frutilla del postre agregarle a esa trama aventurera canciones resulta demasiado e innecesario para una película que tenía su encanto en los primeros minutos y como en toda maldición lo va perdiendo.
Era cosa de meses para que el cine tomara el reciente auge del feminismo y revirtiera las clásicas estructuras de dibujos animados. El príncipe encantador(Charming, 2018) se presenta como el primer relato sobre princesas empoderadas que buscan trascender sus vestidos y la espera del príncipe azul como único objetivo en sus vidas, deconstruyendo ciertos conceptos de historias de palacio y amor entre reyes. Si bien recientemente en Wifi Ralph (Ralph wrecks the internet, 2018) se presentó a las princesas de Disney desde otro lugar, en esta película la alteración y transgresión de los estereotipos clásicos, y funciones del relato se trastocan desde el arranque, presentando las bases con las que luego el relato avanza de una manera natural, nada forzada. En la historia asistimos a ver cómo Philippe, un “encantador” príncipe que tiene un maleficio, ya su carisma irresistible es el resultado de un siniestro conjuro que una bruja ha puesto en él y que lo castigará hasta su cumpleaños número 21, seduce a todas las mujeres del reino, y particularmente a las princesas. Sin saber este dato, porque el rey lo mantiene en secreto hasta para su hijo, Blancanieves, La cenicienta y la Bella durmiente, estarán las tres comprometidas con el príncipe hasta que la llegada de una joven llamada Leonor, descubra la verdad ante todas. El contraste entre las tres heroínas de cuentos clásicos, y esta joven, presentada como una aventurera, aguerrida, que usa pantalones es notable, y en ese punto comienza a desvanecerse la propuesta inicial de reversionar las narrativas tradicionales. Así, Philippe y Leonor se embarcan en la búsqueda del “verdadero amor” de cada uno, aquel que pueda romper con el hechizo, configurando el relato de esta propuesta dirigida por el escritor, devenido en realizador Ross Venokur, que termina volviéndose más tradicional que sus predecesores. El problema de El príncipe encantador, como ha pasado en muchas producciones animadas recientes, es que el arranque poderoso, plagado de humor e ironía y con una lectura lúcida sobre los tiempos que corren, se pierde a los pocos minutos cayendo en una rutina más o menos cuidada de gags, humor físico, para luego suavizar la transgresión inicial. Aquello que se mostraba como diferente al relato patriarcal tradicional de palacios, princesas sometidas a príncipes y reinos pendientes de las historias de amor de sus protagonistas, se transforma en un tedioso híbrido entre historias ya conocidas perdiendo la gracia de ver por primera vez un relato de príncipes enamorados y princesas empoderadas.
Todas lo adoran “El Príncipe Encantador” (Charming, 2018) es una película animada musical dirigida y escrita por Ross Venokur. Coproducida entre Canadá y Estados Unidos, las voces originales fueron puestas por Demi Lovato, Wilmer Valderrama, Avril Lavigne, Ashley Tisdale, G.E.M., Nia Vardalos, Sia, Tara Strong, Jim Cummings, entre otros. Además, Lovato se encargó de la producción ejecutiva de la banda de sonido y Sia escribió dos canciones para el filme. La historia se centra en el príncipe Felipe (Wilmer Valderrama), un joven veinteañero que, debido a un hechizo que recibió siendo un bebé por la malvada Amargura (Nia Vardalos), no puede evitar que todas las mujeres se enamoren y caigan rendidas a sus pies. La única manera de romper el encantamiento consiste en que Felipe encuentre a su verdadero amor, tarea difícil para un hombre que está comprometido con Cenicienta (Ashley Tisdale), Aurora (G.E.M.) y Blancanieves (Avril Lavigne) a la vez (sin que ellas sepan que su príncipe es la misma persona). Sin saber qué hacer, Felipe se embarcará en una aventura hacia la montaña con el guía Lenny (Demi Lovato). Incontables son las malas decisiones que se tomaron para armar esta película. Primero y principal, la animación deja mucho que desear ya que todo luce demasiado falso y grotesco. El diseño de los personajes no es atractivo por lo que es imposible que la empatía florezca a medida que avanza la historia. Con el agregado de un guión que hace quedar a las princesas como tres tontas y al príncipe como un idiota en potencia, ni siquiera los más chicos se divertirán en la sala. Por otro lado, la música de la película está puesta porque sí, logrando que la fluidez brille por su ausencia y estas secuencias se sientan encajadas a la fuerza. Teniendo en cuenta que las canciones son ultra olvidables, lo que provoca aún más el desinterés es que ni siquiera contamos con subtítulos para entender la letra (en nuestro país el filme solo se proyecta en castellano). Así es como de la nada los personajes pasan a cantar en su idioma original, dando como resultado un producto completamente fallido. La idea de que el príncipe encuentre a su verdadero amor en una joven ladrona enérgica y decidida no estaba mal, sin embargo la superficial forma con la que se moldeó a cada personaje sumado a las insoportables voces en español hacen que la película no logre su cometido. Un grupo de indígenas que parecen de madera junto a un monstruo de piedra solo acrecientan las ganas de que llegue el desenlace por más que la duración sea corta. “El Príncipe Encantador” se hará insufrible para los más adultos y también para los chicos. A la hora de ir al cine, mejor llevarlos a ver otras películas animadas tales como “La Gran Aventura Lego 2” o “Cómo Entrenar a tu Dragón 3”.
Parafrasear el clásico de todos los tiempos, protagonizado por Audrey Hepburn, “La princesa que quería vivir”, no es una elección casual. Porque justamente lo que plantea “EL PRINCIPE ENCANTADOR”, este estreno animado de los mismos productores de “Shrek”, es un completo cambio de roles frente a los construyeron los cuentos de hadas tradicionales y ahí, indudablemente, radica el mayor atractivo de la propuesta y el (pequeño) riesgo que decide tomar, con este planteo innovador. En los tiempos que corren donde el rol de la mujer, su empoderamiento y la completa independencia de “atarse” a un modelo de hombre proveedor está tan puesto en debate, y abierto en la agenda de todos los medios, desde este pequeño espacio de animación, Ross Venokur como guionista y director del film se anima a plantear “qué pasaría si…”, dar vuelta la historia, quedando todo patas para arriba. Así como la francesa “Je ne suis pas un homme facile” (que se convirtió en uno de los grandes estrenos de Netflix de la temporada anterior) ironizaba y subvertía por completo los roles preestablecidos, planteando una sociedad matriarcal, “EL PRINCIPE ENCANTADOR” desde su espacio de animación y obviamente orientada a un público diferente, juega con un esa idea de intercambio de roles con una idea atractiva y diferente. El príncipe es tan encantador, que Cenicienta, Blancanieves y la Bella Durmiente -entre la larga lista de doncellas que han perdido la cabeza rendidas ante su irresistible atractivo- están a punto de casarse con él, sin saber que las tres compiten entre sí. Tampoco ninguna de ellas es la típica princesa Disney, sino que están modernizadas y con tu toque de independencia y fortaleza que las hace lucir sustancialmente diferentes. Y como ya habrán adivinado, si todo el cuento está dado vuelta, ninguna de ellas porta el hechizo maléfico sino que es Philippe, el príncipe encantador, quien en este caso será el que necesite ese beso de amor verdadero que lo haga salir del conjuro. No será ni Blancanieves, ni Cenicienta ni la Bella Durmiente, las que verdaderamente se apoderen de su corazón sino que será Lenore, la depositaria de esa emoción. Una guerrera de ley, atractiva y con un corazón más frío tras un fuerte desengaño amoroso, será quien se cruce en su camino y … después de unos pasos de comedia que aparecen previamente (Lenore está primeramente disfrazada de hombre con lo cual lo amará en secreto hasta que se devele su verdadera identidad) surgirá la atracción entre opuestos, el corazón del príncipe comenzará a sentir algo desconocido, ese sentimiento que estaba buscando sin saberlo, hasta arribar ese final de cuentos, bastante diferente a lo que siempre nos han contado. “EL PRINCIPE ENCANTADOR” no tiene la precisión ni la calidad de animación a la que nos tienen acostumbrados los grandes estudios, ni cuenta con la parafernalia tecnológica de las grandes compañías del mainstream del mercado de la animación, por lo tanto, lo que se ve en pantalla es visualmente correcto, pero sin mayores atractivos. Tiene una idea atractiva, un desarrollo ágil y personajes que saben llevar el ritmo narrativo. En lo que lamentablemente se equivoca es en intentar copiar –lo que de algún modo u otro, hacen todas las películas de animación más independientes-, el formato impuesto por Disney en el que todo largometraje que se precie de importante tiene que contar con varios cuadros musicales y canciones que seduzcan al público infantil. Los números musicales, en este caso, no son nada memorables, son claramente lo más flojo de la propuesta y aun cuando hayan convocado a figuras del ambiente “teen” musical que intentan atraer más espectadores, este plus se pierde en la versión doblada al español. No hay grandes canciones pegadizas, los clips musicales poco suman a la trama y se atienen a un formato demasiado clásico que va a contrapelo del espíritu general de “EL PRINCIPE ENCANTADOR”. El elenco reúne en su versión original a Wilmer Valderrama (de gran trayectoria en la televisión americana participando en diversas temporadas de varias series como “From Dusk Till Dawn” “Grey’s Anatomy” “Minority Report” y “NCIS”) como el príncipe Phillippe y las princesas cuentan con las voces de Demi Lovato, Ashley Tishdale, Avril Lavigne y G.E.M., además de las participaciones del gran John Cleese y Nia Vardalos (“Mi gran casamiento griego”). En tiempos donde la mujer se plantea nuevos espacios, nuevos desafíos, otros roles y de alguna manera se están construyendo nuevos escenarios, “EL PRINCIPE ENCANTADOR” suma su granito de arena para que también puedan deconstruirse las historias más clásicas, jugar con lo diferente y apostar a un nuevo lugar para aquellos personajes que parecían no poder salir de su propio estereotipo. Para quienes puedan asomarse a la propuesta, descubrirán que aún es estos productos más independientes, lejos de las grandes campañas publicitarias y los grandes estudios, también hay un espacio de risas, reflexión, juego y un mensaje para construir los nuevos paradigmas.
El príncipe encantador es otra película de animación infantil que le da una vuelta de tuerca a los cuentos clásicos para adaptarlos a estos tiempos. Es un intento valioso, pero en el film de Ross Venokur la insistencia en la idea principal, resumida en la repetida frase "el amor es un acto de fe", opaca a la diversión de las aventuras y el humor. Al desarrollo no muy entretenido de la historia de un príncipe que debe encontrar al verdadero amor para romper el hechizo del que es cautivo, se suma la ensalada ideológica de la que termina siendo víctima la película, en la que por cada acierto hacia un cuento de hadas más equitativo hay un retroceso, como que la villana sea una mujer enceguecida por los celos.
Es el personaje que coprotagonizó -o mejor: sacó las papas del fuego- en más de una oportunidad en cuentos de hadas. Y que aquí tiene una historia para él solo. Olvídense por un momento del Príncipe Encantador versión Shrek, porque éste es más independiente, no vive juzgado por su madre -tampoco es personaje de Disney, pero… tampoco tiene madre- y debe resolver cómo romper un hechizo que le hicieron a él. Todo sucedió el día de su bendición real, cuando la Reina Amargura, especie de hada de magia negra, le hizo un hechizo. Sí, a la manera de Maléfica con La Bella Durmiente. Faltan tres días para que cumpla los 21 años, y todo el amor del pueblo desaparecerá por siempre. ¿Cómo puede romperse el embrujo? Obvio: con el beso del verdadero amor. El Príncipe Encantador tiene tres pretendientes: Blancanieves, Cenicienta y La Bella durmiente. ¿Una historia de poliamor? Es que él es hermoso, y todas las mujeres caen embelesadas. Pero, engreído, no sabe lo que es el amor. Su padre está preocupado, y el Príncipe termina realizando un viaje, con su linda sonrisa. Lo acompaña Lenore Quiñonez, una bandida o criminal, bah, una ladrona buscada por la Justicia, disfrazada de hombre para que nadie la reconozca. El Príncipe no sabe que es una mujer. No importa que parezca forzado ese encuentro, entre la mujer y el Príncipe, sino que haya química en esa relación. Como en casi todas las películas de enredos animadas, hay giros, vueltas en la trama, el espectador sabe a veces más que los personajes. Y no porque haya visto mucho cine. Por eso El príncipe Encantador es una buena opción para los más pequeños. Se ríe, sí, y cómo no, de algunas convenciones de los cuentos, pero, aquí tampoco a la manera más satírica, sarcástica de Shrek hace… ya 18 años (por algo la saga del ogro va a comenzar pronto de nuevo). En ese viaje -¿es ésta una road movie?- deben atravesar y enfrentar diversas tentaciones, y vencer a las comehombres, sortear el camino del abismo y más. Un detalle. Es un filme “semimusical”, y las canciones no están traducidas. Hay un pajarito rojo que recuerda a Angry Birds. ¿O es sólo una mera asociación de ideas? No todo en la animación es Disney. Y aquí hay una prueba de que se puede entretener con armas y dibujos propios.
Esta de moda hacer humor con el cliché de las princesas. Lo hizo en una parte magnética Wifi Raph y lo intenta esta producción. Un príncipe que tiene la maldición de ser encantador hasta sus 21 años, esta comprometido al mismo tiempo con Blanca Nieves, La Cenicienta y la Bella Durmiente. Y por si fuera poco también enamora a cuanta mujer se le cruce y es odiado por todos los hombres del reino. Antes de elegir entre sus tres princesas prometidas, debe cumplir arduas pruebas acompañado por una mujer disfrazada de hombre, la única inmune a sus encantos. Con su animación en CGI y su humor nada innovador, esta película dedicada a los más chicos es solo un módico entretenimiento.
PRINCESAS PERTURBADAS Y ENCANTADORAS El príncipe encantador presenta una historia en la que toman vigor los discursos actuales. Sin embargo, las ideas se vuelven un poco contradictorias al final y mantiene ciertas estructuras tradicionales durante todo el film. La mayor fortaleza de la película está dada por la parodia a las princesas de Disney. Philipe es el Príncipe Encantador porque cuando nació una ex pareja del padre lo hechizó. Su condena es ser encantador a tal punto que ninguna mujer puede resistírsele. De esta manera, la hechicera se asegura que reine el desamor en el pueblo, tal como ella lo sintió. Es, ahora, el príncipe quien recibe el hechizo y para poder deshacerlo cuenta con la ayuda de Lenore, una ladrona con grandes habilidades para la aventura. Ella le enseña a defenderse y juntos enfrentan el camino. Lo que Philipe no sabe, y eso es porque ella va disfrazada de hombre, es que es la misma mujer de la que se enamoró uno de los días que caminaba por el pueblo, la única que no quedó encantada al verlo. Es imposible no comparar esta historia con todo el entorno de producciones referidas a los cuentos de hadas. El príncipe encantador, en este sentido, manifiesta los cambios actuales con respecto a los puestos de poder de la mujer. Pero, a la vez, recae en el pensamiento binario al dividir, a través del hechizo, entre hombres y mujeres. Lenore no viste como las mujeres de su época. Incluso se burla de Cenicienta, Blancanieves y la Bella durmiente. Lo cierto es que en el final este aspecto da un vuelco que genera varias contradicciones. Pero más allá de eso, podemos resaltar que Philipe y Lenore viven un amor en el que esa palabra funciona como camino y no como un fin. Las aventuras que viven juntos son las que fortalecen su relación. En cuanto a la parodia, las tres princesas de Disney aparecen llamando mucho la atención. Ellas son expuestas desde un perfil bastante humanizado en el que sus tragedias parecen tan mundanas que se tornan ridículas. Al no tener idealización, Cenicienta, Blancanieves y Bella durmiente muestran al desnudo sus traumas. Sin duda, la mejor propuesta de este film son estas excéntricas muchachas. Esto se debe a que la historia principal no se distancia demasiado de lo que ya se ha hecho. Incluso, hace poco tiempo, WiFi Ralph ya presentaba una parodia de las princesas, aunque aquí está dado con un tono más oscuro.
Son varias las compañías y estudios de animación que intentan ser lo que no serán nunca. Pixar hay una sola. Lo mismo con Blue Sky, Dreamworks Animation, Disney, etc. Ese querer ser conspira siempre contra el contenido, pero de vez en cuando alguien se equivoca y recuerda que una buena idea puede trascender más allá. Ese alguien se llama Ross Venokur y si bien es probable que si se hubiese sentado un rato más a masticar y rumiar su guión para dejar salir la idea en todo su esplendor, su segundo opus, “El príncipe encantador” tiene cierta originalidad en su planteo que se suma a las últimas tendencias del cine animado de producción comercial. Esas que intentan romper con las estructuras tradicionales del universo de princesas que sufren y esperan a su príncipe azul para poner al género femenino en otro lugar mucho más inclusivo, combativo e igualitario con “Valiente” (2012) y “Frozen” (2013) como mascarones de proa. En una introducción rápida y concisa Cenicienta (Ashley Tisdale, doblada por Gaby Cam), Blancanieves (Avril Lavigne, doblada por Gaby Meza) y “La bella durmiente” (G.E.M., doblada por Paola Del Castillo) cuentan que fueron maldecidas por un hechizo, pero rescatadas por un príncipe. Contentas ellas porque están a punto de casarse sin saber (y aquí está la originalidad del planteo) que se trata del mismo príncipe, Felipe Encantador (Wilmer Valderrama, doblado por Ricardo Margaleff). Este chico casi adulto, irresponsable, bastante torpe y algo cobarde, fue hechizado también por la Reina Amargura (Nia Vardalos, doblada por Lorena de la Garza). Sino encuentra el beso del verdadero amor para cuando cumpla 21 añitos, se ganará el odio del pueblo, así que el papá lo manda a laburar porque sino; chau reinado. Quien sale al cruce de esta aventura es Lenore (Demi Lovato, doblada por Daniela Luján), una ladrona de poca monta pero muy ágil, fuerte y valiente, que por cuestiones de codicia se unirá al príncipe en su búsqueda. Una pareja poco probable que, por supuesto, terminará queriéndose. El filme transita por caminos ya conocidos en este género y lo hace con la astucia de buenos diálogos y situaciones, suplantando la falta de presupuesto técnico que la elevarían a una categoría mayor, es decir, lo de siempre: un buen guión ayuda a potenciar todo lo demás. Los valores más profundos de ésta producción están justamente en el intento de trocar los roles que en otra época le hubiesen correspondido al género opuesto. En estos tiempos eso se aprecia porque son las próximas generaciones las que se pueden alimentar de estos nuevos paradigmas sociales. Desde ese punto de vista, y sin ser una revolución en la historia del cine animado, “El príncipe encantador” juega el juego de la irreverencia, y aunque esa intención se diluya a medida que avanza el relato, lo que queda es un buen entretenimiento para los chicos.
Una película animada que no ofrece nada nuevo.