A partir de su amistad con Cristina Vásquez, condenada a prisión perpetua por el asesinato de una anciana, la directora Magda Hernández investiga los múltiples interrogantes que surgen en una causa en la que la acusada se declaró inocente y no se encontraron pruebas que la incriminen. La meticulosa y escalofriante presentación de las irregularidades del proceso está acompañada por charlas con Vásquez en la prisión, escenas hogareñas de su familia y fotos de su infancia, que apuntan a mostrar a la persona que la directora conoce y alejarse de la imagen de ella que se construyó durante el juicio. Lo que falta es la respuesta de la Justicia, representada aquí por lo expresado en el expediente y la inclusión del testimonio de la fiscal en una entrevista televisiva.
Es un documental realizado por Magda Hernández, con el apoyo de Enrique Piñeyro, que investiga un caso de injusticia evidente. Se trata del caso de Cristina Vázquez, una mujer condenada a cadena perpetua, que ya lleva 9 años presa, acusada de matar a martillazos a una longeva vecina, con una sentencia que plantea dudas y no certezas. Analizada por expertos que ponen negro sobre blanco que la condena se baso en chismes y rumores de barrio, que no se investigo la coartada de la chica sentenciada, que se cometieron errores y omisiones graves en todo el proceso. Ahora a Cristina apodada por la prensa como “la reina del martillo” solo le queda un último recurso para recuperar una inocencia que siempre sostuvo: la corte suprema de justicia. Con rigor y un registro intimo, rico en climas, gestos y emociones de la protagonista de la historia, testigos y especialistas, el trabajo documental se transforma en un alegato contra la injusticia.
Doloroso repaso a uno de los casos emblemáticos de violencia contra una mujer y que a partir de la mirada de una amiga de la acusada intenta comprender el espiral de agresión que terminó con la vida de una octogenaria. Por diferente, por adentrarse en el archivo sin renegar su origen, esta producción merece ser vista.
Vida en pausa Hace 12 años Cristina se encuentra privada de su libertad siendo inocente. Ella es una mujer que comprende a las personas que la juzgan sabiendo que están equivocados. De manera natural reconoce que desconocía cómo funcionaba la justicia argentina y que sólo cuando te pasa a vos… ahí entendés muchas cosas… “Una persona tiene que ser juzgada por lo que hizo y no por lo que es” Fragmentos de un amiga desconocida (2019), de Magda Hernández es un duro documental que relata la historia de su amiga, una chica de 19 años, un blanco fácil que sirviera de chivo expiatorio por su “mala vida” y que la transformó ante la sociedad en culpable del asesinato de una vecina, una señora mayor. Se trata de la injusta sentencia a cadena perpetua de Cristina Vázquez, también llamada “la reina del martillo”. Un caso más de condena falsa de una persona inocente con el fin de excusar al o a los culpables para no ser juzgados, o simplemente para satisfacer la necesidad de condena ante la falta de culpables. Sin pruebas fehacientes, desvirtuando la única información verdadera que desde luego prueba que Cristina es inocente, no dando nunca lugar a los únicos y verdaderos testigos de la verdad, tiene aún hoy en la cárcel a esta chica oriunda de Misiones. La directora, de manera inteligente, encauza la investigación con preguntas simples hacia el espectador, preguntas que se hace ella misma y de esa manera nos incluye captando con este recurso nuestra atención, ya que queremos tener las respuestas. Luego comienza una ardua investigación para lo que precisó de la ayuda de la ONG Pensamiento Penal al encontrar muchas incongruencias con respecto al expediente de más de 1500 páginas; es así como con un sentimiento de impotencia y rabia nos enteramos cómo funciona el “todo”, aparición de testigos falsos, ninguna prueba sobre su culpabilidad, investigaciones fuera de la ley y la constante pregunta: qué se esconde detrás de todo ésto. Escuchamos el testimonio de Cristina en primera persona desde el lugar que habita hace 12 años, la cárcel. Paralelamente su verdadera casa que ya no es la misma desde que está encerrada, sus padres, su sobrina Helena y su perrito, todos ellos la acompañan a través de fotos que tiene pegadas en la pared. Desde la criminalística es un claro caso armado, como existen miles en nuestro país. Es increíble, sin embargo, es la triste e injusta realidad. La directora cierra el documental con preguntas que deberíamos hacernos todos, por más que no nos haya tocado de cerca, porque como le pasó a Cristina podría pasarle a cualquiera. Cristina tiene una oportunidad más ante la justicia, ya que su expediente se encuentra en prueba de revisión, siendo ésta la última instancia nacional a la que puede recurrir. Podemos escucharla, podemos creerle, podemos juzgarla, podemos defenderla, podemos empatizar con ella o podemos mirar para otro lado. Cierto es que este caso es un fiel reflejo del pésimo y corrupto funcionamiento de nuestro Sistema Judicial Nacional. Cristina está terminando sus estudios secundarios y tiene como proyecto ser chef profesional, está segura de lograrlo. Casos que quedan en la impunidad por lo general. ¿Será este un caso más de injusticia o se hará justicia con ella? La decisión de liberar el documental responde a la necesidad de que el grito por la inocencia de Cristina Vázquez sea escuchado en todo el país. Se espera que la Corte Suprema de Justicia revea su caso, siendo la última instancia posible a nivel nacional.
Condena moral a perpetua En el año 2015 resonó la serie Making a Murderer, Netflix acercó a nosotros un documental que sembraba la duda sobre la condena de una persona, y desmantelaba los recursos del poder judicial para transformar a una persona en un asesino a su antojo, la serie que sucedía lejos en Estados Unidos provocó asombro y miedo. Hoy, Fragmentos de una amiga desconocida (2019) repasa un caso que hiela la sangre y paraliza quizás por su cercanía. La premisa de la película en un comienzo se centra en Magda Hernández Morales, la directora elige pararse sobre sí misma y cómo le afectó a ella el hecho que estaba sufriendo una amiga. Luego se adentra en Cristina Vázquez, oriunda de Posadas, condenada por asesinato. A medida que avanza, desarma el expediente con ayuda de una abogada perteneciente a una ONG y revela inconsistencias sustanciales y contradicciones, a la vez que sostiene una postura clara: Cristina Vázquez vivió una condena moral. El horror, el tiempo, la vida en pausa, quince años descartados que no van a volver y un único rayo de esperanza. Actualmente la inseguridad se debate en otro términos, se fabricó una otredad sobre la cual depositar el miedo, un tipo de persona que si cumple los requisitos es automáticamente culpable para la opinión pública. La historia de Cristina nos despierta una reflexión angustiosa sobre un peligro institucional mucho más real, que fabrica esa otredad y que la usa como un “depósito de culpables” por los que nadie va a protestar, que con solo verles la cara nadie va a dudar de su criminalidad. Nos muestra el desamparo y el costado más peligroso del sesgo de clase.
Hay una mujer a la que, de un día para otro, detienen acusada de asesina, alguien de vida promiscua que es “la reina del martillo”. Otro caso interesante. Aquí en parte se trata de denunciar un proceso judicial viciado de nulidad. Hay una mujer a la que, de un día para otro, detienen acusada de asesina, alguien de vida promiscua que es “la reina del martillo”. La película reconstruye cómo esa persona en apariencia normal es transformada en victimaria por un proceso atroz, y demasiado injusto.
Este documental nace de la impotencia y la incredulidad. De una chica colombiana, Magda Hernández, cuando se entera de que su amiga argentina, Cristina Vázquez, a la que conoce y quiere, está presa por homicidio. Con el aporte valioso de especialistas en leyes, que se dedican a ayudar a las víctimas de la injusticia judicial, por extraño que esto pueda sonar, Hernández revela todo lo que se hizo para llevar a su amiga a la cárcel. Por eso su película se emparenta con otros documentales alegato sobre casos (causas) armadas, o turbias, como El rati horror show, de Enrique Piñeyro, que es uno de los productores. Precisamente, después de esa película, Piñeyro trabaja con una de esas organizaciones, Innocence Project Argentina. Estructurada en base a las cartas que intercambiaron las amigas antes del encuentro, la película suma testimonios y dedica buena parte a darle voz a la acusada. En Misiones, lleva ya doce años de encierro. Por un crimen que no cometió.