Poner en pantalla la sangre nueva del cine Desde aquella película original que reveló a varios nombres que cobraron especial peso en años posteriores, la serie que ahora llega a nueve se distingue por la apertura a nuevos lenguajes. Y aun con sus altibajos, la fórmula sigue dando tela para cortar. La leyenda detrás de la saga Historias breves, antologías de cortos de directores noveles impulsadas por el Instituto Nacional del Cine, es tan gloriosa como ambigua. Es conocido de sobra aquello de que la primera de ellas, estrenada en 1995, reunió a un conjunto de jóvenes talentosos que acabaría convirtiéndose en los cimientos sobre los que comenzaría a construirse lo que se dio en llamar (e insiste en ser llamado) Nuevo Cine Argentino. Daniel Burman, Adrián Caetano, Lucrecia Martel, Ulises Rosell y Sandra Gugliotta (de quien esta semana se estrena Arrebato, su tercer largometraje), entre otros, fueron parte de esa aparición que tomó por sorpresa al cine nacional. Casi veinte años y nueve ediciones pasaron desde entonces y a pesar de que el milagro no volvió a repetirse, Historias breves continúa siendo considerada un semillero del cine argentino. No es que esté mal pensarlo así, a contramano de todo triunfalismo y evitando el conteo de directores exitosos surgidos de cada edición, como si se tratara de cabezas de ganado y no de artistas en formación. Sobre todo porque la apuesta de permitir a sucesivas generaciones de jóvenes hacer sus primeras armas en público es valiosa en sí misma. Una herramienta no sólo de promoción de la actividad cinematográfica, sino una parte necesaria de los procesos de aprendizaje. Porque más allá de los éxitos estadísticos ocasionales, todas las Historias breves representaron la ilusión renovada de contemplar la puesta en marcha de nuevos y desconocidos talentos. La fantasía de estar viendo, sin saberlo, los primeros pasos de algún gran cineasta del futuro. Esta novena edición no es la excepción a esa regla. Si un elogio se le debe hacer a Historias breves 9 –o, en realidad, a quienes hayan seleccionado los cortos que la integran– es la capacidad para atender de manera generosa a los múltiples caminos que recorre el cine argentino actual. Dentro de la selección tienen lugar cortos de las estéticas más diversas y que de algún modo replican el mapa de la producción cinematográfica contemporánea. Así como algunos de los trabajos parecen acomodarse dentro del cine independiente modelo FUC (Universidad del Cine), como la contemplativa de intención poética El pez ha muerto, de Judith Battaglia, o esa suerte de experimento mumblecore preadolescente que es Videojuegos, de Cecilia Kang, otros como El desafío, de Andrés Arduin, aparecen más próximos a lo que se conoce como Cine Independiente Fantástico Argentino, con directores como Daniel de la Vega, Fabián Forte y Nicanor Loreti a la cabeza. Entre ambos extremos, el abanico de Historias breves 9 es muy amplio y si algo comparten los siete trabajos es la valentía de asumir algún riesgo cinematográfico, más allá de la evaluación particular que pueda hacerse de cada caso. Que el primer corto, El gran Vairitoski, de Matías Carrizo, sea una pieza de animación trabajada en Stop Motion, resulta una sorpresa grata. Más allá de lo simple de su versión circense del enamorado y la muerte, su director parece conocer bien sus limitaciones, forzándolas para obtener de ellas el mayor rédito posible. Por su parte El paso, de Victoria Mammaloti, y Estacionamiento, de Luis Bernárdez, tal vez sean los que cargan con el lastre de metáforas más obvias: una maquilladora y su hija que ven gente muerta, una, y una pareja recién comprometida que queda atrapada en los infinitos subsuelos de un estacionamiento donde se irán corporizando algunos miedos domésticos, la otra. Sin embargo, en ambos casos el manejo de los climas narrativos, el trabajo actoral y dos puestas en escena oportunas consiguen que los relatos nunca se vuelvan burdos. Pero el más estimulante de los cortos (no necesariamente el mejor) es En crítica. En él, de manera sorpresiva, la directora Luz Orlando Brennan toma como protagonista al Roberto Arlt periodista en la redacción del diario Crítica, donde se encarga de cubrir una ola de suicidios que oscurece la Buenos Aires de fines de los años ’20. Con una destacada ambientación de época, una fotografía ambiciosa y el buen trabajo de Alberto Ajaka en la piel del escritor, este petit noir cierra este paseo por lo que quizás alguna vez será llamado el Nuevo Cine Argentino, versión 3.0.
Caramelos surtidos Desde que su primera edición, allá por 1995, mostró aires de renovación en el cine argentino y permitió ver los trabajos iniciáticos de directores como Lucrecia Martel, Adrián Caetano o Daniel Burman, las Historias breves siempre provocan curiosidad: ¿estaremos ante algún futuro talento? En esta novena edición, los cortometrajes producidos por el INCAA son siete. Y si bien tienen altibajos, como inevitablemente ocurre en este tipo de “compilados”, el nivel general es aceptable y bastante parejo. Uno de los destacados es el que abre la entrega: El gran Vairitosky, de Matías Carrizo, realizado por la cooperativa cordobesa de cine Muchas Manos Films. Es el único corto de animación de los siete: con muñecos y la técnica de stop motion, cuenta con mucha gracia la pulseada entre un acróbata de circo y la muerte. Otro de los que sobresalen es el que cierra, En Crítica, de Luz Orlando Brennan. Más que un corto, parece el comienzo de un largometraje: con una buena ambientación de época, muestra un supuesto episodio vivido por Roberto Arlt (Alberto Ajaka) durante su época de cronista de policiales en el diario Crítica, de Natalio Botana, en 1928. También hay que mencionar a El paso, de Victoria Mammoliti, que tiene buenas actuaciones (como la de la propia directora) y un interesante tono para contar una historia poética con ribetes fantásticos. Hay dos más de registro fantástico: El desafío, de Andrés Arduin, que narra un duelo gauchesco en un cementerio -con la actuación de Larry de Clay como nota curiosa-, y Estacionamiento, de Luis Bernádez, que muestra a una pareja en el descenso a los infiernos de su relación. Los dos restantes están protagonizados por chicas: Videojuegos, de Cecilia Kang, retrata el desasosiego de la pubertad, y El pez ha muerto, de Judith Battaglia, las vivencias de una nena del litoral.
Apenas correctas Historias Breves, iniciativa del Incaa surgida en 1995 con la idea de promover la producción de cortometrajes de primera calidad, fue fundamental para el surgimiento de lo que luego se conocería como Nuevo Cine Argentino. De sus primeras ediciones salieron, entre otros (y nada menos), Israel Adrián Caetano, Daniel Burman, Lucrecia Martel y Rodrigo Moreno. Con la explosión de la tecnología digital y el apoyo de las escuelas de cine, la realización de un corto es hoy algo bastante menos épico que 20 años atrás y, en ese sentido, la importancia relativa de Historias Breves es menor. Pero, más allá de su lugar histórico, lo que llama la atención es cómo el nivel artístico general de la propuesta fue decreciendo con los años hasta llegar a esta pálida novena edición. Se supone que el cortometraje es un ámbito para arriesgar, para experimentar, para provocar, para mostrarse (ha sido y es la carta de presentación para muchos directores que luego saltan al largo con más seguridad y mayor apoyo de los productores) y lo que ofrece Historias Breves 9 es un conjunto de trabajos que, en el mejor de los casos, pueden ser definidos como correctos y cuidados. Si bien hay algunas excepciones, como una propuesta animada (la cordobesa El gran Vairitosky), una historia de época (En crítica, sobre el paso de Roberto Arlt por el diario Crítica en 1928) y un par de apuestas más cercanas a los géneros (como Estacionamiento, la mejor de todo el programa), lo que predominan son historias pueblerinas, minimalistas, solemnes, con muchos personajes infantiles o preadolescentes que, de alguna manera, adscriben a ciertas marcas de aquel Nuevo (y hoy ya un poco avejentado) Cine Argentino. En ese sentido, hay algunas rescatables (como Videojuegos, de Cecilia Kang), pero la sensación de déjà vu, de repetición de búsquedas y climas (¿fórmulas?) es inevitable. Una buena muestra de lo que debería ser Historias Breves hoy es Estacionamiento, trabajo de Luis Bernárdez (experimentado asistente de dirección) rodado en blanco y negro y ambientado íntegramente dentro de un garaje de varios pisos. Mariela y Gabriel (Elisa Carricajo y Edgardo Castro) llegan en su auto con la idea de tener un encuentro sexual (pronto van a casarse), pero las cosas no serán tan sencillas. Con una idea ingeniosa (los protagonistas descubren que sólo pueden descender a un subsuelo inferior, nunca subir) y mínimos elementos dramáticos (muy bien aprovechados), el corto se va enrareciendo hasta conseguir un tono alucinatorio, paranoico, casi surrealista, que lo convierten en el gran (y único) hallazgo de esta edición.
Unos paisajes efectivos y repetidos Desde la leyenda del mito hasta la reconstrucción histórica, del inicio de la adolescencia a la sátira por animación, este grupo de cortometrajes seleccionados y financiados por el INCAA ofrece un conjunto de propuestas temáticas. Luego de algunos intervalos en el tiempo, desde 2012 se tiene la posibilidad de conocer una vez por año al nuevo grupo de cortometrajes seleccionados y financiados por el INCAA. Si bien ya quedó muy lejos aquel sólido paquete inicial de 1995 donde se presentaron trabajos de Lucrecia Martel, Bruno Stagnaro, Adrián Caetano y Daniel Burman, entre otros directores, las subas y bajas de "las historias breves" continúan siendo la plataforma de lanzamiento de futuros cineastas, en este caso, a través de imágenes que no exceden los 20 minutos. Los relatos de Historias breves 9 certifican un par de cuestiones y abren algunos interrogantes a futuro. Por un lado, el auge de la animación –impensado allá por los años '90– con El gran Vairitosky de Matías Carrizo, un corto donde la Muerte se presenta en un espectáculo circense, acosando a un personaje que elude con constancia el viaje sin retorno. El abanico temático se amplía con En crítica de Luz Orlando Brennan, que a través de una minuciosa reconstrucción de época, ubica la historia en el diario de Natalio Botana con un Roberto Arlt de ficción reparando en las cartas que llegaban a la redacción sobre personas anunciando sus suicidios. La última etapa de la niñez y la inicial adolescencia se presentan en tres trabajos de directoras –Videojuegos de Cecilia Kang; El paso de Victoria Mammoliti y El pez ha muerto de Judith Battaglia– donde, desde diferentes ópticas, se muestran el dolor, la tristeza, la alegría, la cercanía de la muerte (otra vez) y la religión como tránsito feliz o cruel hacia la adultez. Más enrolado en el género, la ficción de El desafío de Andrés Arduin describe una historia policial entremezclada con una leyenda donde no se ahorran momentos efectivos y algunos gratuitos. En tanto, anclada en un único espacio y limitada a sólo dos personajes, Estacionamiento de Luis Bernardez propone más que un momento pleno de misterio con un logrado trabajo del fuera de campo. Indiscutibles desde el punto de vista técnico y con virtudes y defectos en cada uno de los siete cortos, Historias breves 9 también manifiesta cierta reiteración en el aspecto temático (la niñez, la adolescencia, la muerte), determinadas interpretaciones que hacen demasiado "ruido" y una apelación a símbolismos de trazo grueso que eluden cualquier sutileza. Además, la ausencia de comedia o de algo que se le parezca, por momentos, convierte al grupo de cortos en un todo monolítico de carácterísticas graves y solemnes. El futuro de cada uno de los directores, como siempre ocurre, se escribirá en la siguiente página.
Desde 1995, Historias Breves sirvió como espacio para que las nuevas promesas del cine argentino pudieran hacer sus primeras armas de manera profesional, a modo de paso previo al largometraje. Varias de esas promesas fueron cumplidas: Israel Adrián Caetano, Lucrecia Martel, Pablo Trapero y Daniel Burman, entre otros. La novena edición nos trae siete cortos, de alrededor 15 minutos cada uno, que permiten conocer a nuevos talentos. En El Gran Vairitosky, el personaje del título debe concretar otra de sus célebres pruebas en las que vence a la muerte… aunque teme que esta vez la suerte no lo acompañe. Un divertido trabajo de animación con la técnica de stop motion, dirigido por Matías Carrizo, que también permite reflexionar sobre el destino. El Desafío, de Andrés Arduin, es la historia sobre un misterioso asesinato vinculado a la leyenda urbana de un pueblo. Aquí, el mayor logro de los cineastas es haber conseguido una interesante y cuidada atmósfera de suspenso y terror. En un tono más cotidiano, El Pez ha Muerto presenta a una niña creyente, dispuesta a realizar un milagro. La directora Judith Battaglia filmó este corto de manera que el espectador lo viva a través de la protagonista, interpretada por Valentina Falcón. Por un camino parecido transita El Paso, de Victoria Mammoliti. En esta oportunidad, una niña acompaña a su madre en el trabajo, que consiste en maquillar a ancianos que están por morir. Una historia extraña y simpática, donde el fuerte reside, una vez más, en el punto de vista de la pequeña. Estacionamiento, de Luis Bernardez, se centra en el mundo de los adultos. Una pareja (Elisa Carricajo y Edgardo Castro) se pierde en un estacionamiento. De pronto irán bajando a más subsuelos, al tiempo que no dejan de discutir. Filmado en blanco y negro, pretende funcionar como una metáfora de los conflictos sentimentales de los protagonistas. Volvemos al mundo de los más jóvenes gracias a Videojuegos, a cargo de Cecilia Kang. Dos chicas preadolescentes pasan sus tardes en el local de videojuegos del pueblo. La amistad entre ambas será puesta a prueba cuando traen un Pump it Up (juego que consiste en bailar para sumar puntos, visto en Scott Pilgrim vs. Los Siete Ex de la Chica de sus Sueños) y apenas llega un muchacho atractivo. Una sencilla anécdota sobre el paso de la infancia a la adolescencia, con un casting acertado. Ambientada en la Argentina de los ’20, En Crítica tiene como protagonista a Roberto Arlt (Alberto Ajaka), quien, en su faceta de periodista del diario Crítica, acude a un trabajo en un burdel en plena medianoche. Dirigido por Luz Orlando Brennan, cuenta con una cuidada fotografía e impecable recreación de época, además de otra estupenda labor de Ajaka. Es posible apreciar una tendencia por las historias con niños o preadolescentes, justo cuando su inocencia entra en una encrucijada; casos que suelen darse en cada entrega de Historias Breves. El exponente de género fantástico va en sintonía con el creciente apoyó del INCAA a producciones de este estilo. Por su parte, la animación cuadro por cuadro habla de la influencia positiva de Juan Pablo Zaramella en la cinematografía nacional. Si bien el nivel no es parejo, cada corto presenta una visión personal. Los siete directores tienen con qué pasar al largometraje y seguir el camino de los consagrados. Sólo es cuestión de ver cómo evolucionan sus carreras y si la suerte los acompaña en esta intensa, fascinante e impredecible aventura que es el cine.
La muerte les sienta bien A diferencia de las ediciones anteriores Historias breves 9 (2014) está atravesada por un mismo tema que, literal o metafóricamente, aparecerá en cada uno de los siete relatos que la integran: la muerte. Casi un centenar de cortos son los que integran las nueve ediciones de esta colección surgida en 1995 y de los que casi un 40 por ciento de sus realizadores luego filmaron un largometraje. Historias breves es sin duda un semillero de futuros grandes cineastas y esta última parte marca algunos cambios en lo que fue la idea original. Hay variación en la cantidad de relatos (de diez se pasó a siete y uno ya formó parte de Historias Breves 8), la despedida de la animación (a partir de la décima edición solo habrá ficciones y la animación ocupará una serie propia), la duración (mientras siempre se estipulaba una media de 10 minutos ahora el tiempo varía) y que un común denominador la atraviese. En Historias breves 9 la muerte atravesará cada uno de sus episodios, aunque ésta no sea siempre explicita. La serie comienza con El gran Varitosky, una animación en stop motion, realizada por el cordobés Matías Carrizo, ambientada en un circo en la que un saltimbanqui acostumbra a desafiar a la muerte, siempre que esté presente en su número. Mientras que en El desafío Andrés Arduin, que ya formó parte de Historias Breves 8 y no se entiende porque aparece en esta nueva edición, recurre a una ficción de género fantástico para adentrarse en una vieja leyenda donde la muerte será una protagonista esencial. El tercer episodio El pez ha muerto está dirigido por la rosarina Judith Battaglia y narra una historia teñida de cierta mística religiosa donde una niña intentará que un milagro salve a su abuelo de la muerte. Mientras que El Paso, de Victoria Mammoliti, es una comedia negra que tiene como protagonista a una maquilladora con la particularidad de que su trabajo es preparar ancianos para la muerte. Luego sigue El desafío, dirigido por Luis Bernadez, y aunque en este caso la muerte no está planteada literalmente si aparecerá de manera metafórica para hablar del fin de una pareja (Edgardo Castro y Elisa Carricajo) que encerrada en un garage solo podrá descender y la hará hacia el infierno. De la misma manera que saldrá a la luz en Videojuegos, de Cecilia Kang, donde dos amigas adolescentes verán morir una amistad que las unía desde la infancia. Sin duda dos de los trabajos más arriesgados en cuanto a la forma del abordaje. Para cerrar esta serie está En Crítica, trabajo de Luz Orlando Brennan, con una notable reconstrucción de época ,donde vemos a Roberto Arlt (Alberto Ajaka) como un periodista de policiales del diario de Botana que es enviado a investigar un caso de suicidio luego de que una carta llegara a la redacción. Es indiscutida la calidad técnica de cada uno de los trabajos como así también la variedad de estilos, géneros y recursos cinematográficos utilizados que hacen al todo como un abanico de propuestas diversas e interesantes. Pero lo que si es cierto es que no hay demasiadas rupturas narrativas ni estéticas, ni grandes riesgos que nos hagan ver que estamos frente a una nueva concepción del cine, aunque pese a esto son cineastas que un futuro darán que hablar.
El texto de la crítica ha sido eliminado por petición del medio.
Abordajes costumbristas Desde 1995 Historias breves viene presentando año a año cortometrajes realizados desde la escuela de cine del Incaa, donde se lanzaron reconocidos cineastas. E Historias breves 9 ofrece trabajos de gran calidad, con un par de perlas, dentro de abordajes que presentan coincidencias en la declinación y la muerte, por un lado, y en ciertas tradiciones y costumbrismos pueblerinos, por otro. Y la interrelación entre ambos tópicos. El gran Varitosky inicia con acierto la serie, ingeniosa animación en stop motion de Matías Carrizo. El desafío se adentra en una tétrica leyenda campestre, con buenas actuaciones que incluyen al humorista Larry De Clay. El pez ha muerto logra una narración serena y metafórica, mientras que El Paso, de Victoria Mammoliti, en su triple rol de directora, guionista y protagonista, es uno de los mejores cortos del film, girando con muy buenos climas alrededor del maquillaje mortuorio en el marco de una pequeña comunidad. Estacionamiento, de Luis Bernárdez, atrapa desde la primera toma, con su trama alegórica ambientada en un interminable garaje. Videojuegos es arriesgada en su lenguaje y no muy lograda, pero el magnífico y sombrío En Crítica, de Luz Orlando Brennan, redondea el compendio. Impecable narrativa y visualmente y con un gran protagónico de Alberto Ajaka como un periodista del diario de Botana llamado Roberto Arlt, se enmarca en una notable reconstrucción de época.
Es hora de una nueva edición de Historias Breves, esta colección de cortos de realizadores jóvenes y nóveles argentinos que se convirtió en algo mítico desde su primera edición allá por 1995. La definición más obvia es la de semillero, en sus diferentes etapas fuimos conociendo muchos de los directores que hoy en día son consagrados de nuestra filmografía. Sobre todo la recordada primera entrega que sirvió como puntapié o primer botón de muestra de ese boom de fin de siglo que fue el Nuevo Cine Argentino. Aquella agrupación de 1995 quedó en la retina de muchos, marcó el conocimiento para el público de lo que las nuevas escuelas de cine estaban generando dentro de sus paredes, y venía a despabilar un cine que se había anquilosado. A ese sorpresivo éxito le siguieron ocho entregas más, la segunda que más o menos continuó el mismo nivel, una tercera ambiciosa divida en dos “películas” (ojo izquierdo – ojo derecho) que ya empezó a demostrar cierto agotamiento; y a partir de ahí un declive de calidad e innovación en las siguientes entregas cada vez con menos producción y relevancia. Este síntoma que hizo que durante años dejase de prestársele atención a las Historias Breves, y que solo quedaran como un recuerdo de lo que fue, comenzó a cambiar en las últimas ediciones, se retomó un estreno anual, y así, ya en el número siete se percibía un rápido mejoramiento que se confirmó ampliamente en la octava, con varios cortos para aplaudir de pie. Claro, este surgimiento, caída, y resurgimiento tiene que ver con el paralelo de nuestra producción de largometrajes, y no es casual que Historias Breves allá comenzado a mejorar cuando nuestro cine en general ganó en producción y en el atrevimiento a relatos de género. Esta novena edición, vuelve a confirmar el excelente momento por el que está pasando nuestra cinematografía, y el promisorio futuro que nos aguarda. Por supuesto, como todo film episódico, y más aún, de varios directores, el todo es desparejo, pero en las individualidades podemos encontrar joyas que conviene perderse. Ya desde el comienzo nos maravillamos con El gran Vairitoski, de Matías Carrizo, animación stop motion, de recursos limitados, simple, pero con una garra y una pasión que se transmiten al espectador, tanto que no queremos que se acabe. Otro de los segmentos a destacar es En Crítica de Luz Orlando Brennan, en el cual Alberto Ajaca se pone en la piel de Roberto Arlt para retratarlo como el periodista que fue, pura factura técnica y reconstrucción de época que nada tiene que envidiarle a producciones más grandes. Hay para todos los gustos en el mundo de "Historias Breves 9", cortos más líricos, más relacionados al cine de género, concretados con un mensaje social, y de puro entretenimiento. Una mezcla heterogénea para llenar paladares. Los nombrados Carrizo y Brennan, sumados a Andrés Arduin (El desafío), Judith Battaglia (El pez ha muerto), Victoria Mammoliti (El paso), Luis Bernadez (Estacionamiento) y Cecilia Kang (Videojuegos); construyen un colectivo que sirve más allá de un fresco abarcador, un pantallazo al universo por venir, y de ser así, de mantener el nivel, se augura, será muy próspero.