Es difícil hablar de "Los elegidos", siendo que no la sentimos integralmente producto total de la laboriosidad de Mórtola por lo arriba descripto. Este sería su segundo largo como responsable detrás de las cámaras (debutó en 1987 con "El dueño del sol") y debemos decir que en él, hay una intención de trabajar una mezcla de géneros extraña, que integra el drama romántico con toques de suspenso, coquetea con el musical, pero se enmarca en lo filosóficamente religioso. ¿Confuso no? Esa es la línea de trabajo que propone el guión de "Los elegidos". Comienza con la historia de dos hermanos de clase social baja que tienen condiciones para la ópera y consiguen viajar a Buenos Aires para estudiar canto. Ellos son Martín y Román, de personalidades distintas e inclinaciones opuestas. Una noche, recorriendo el lugar donde residen, se cruzan con Elena, una mujer muy bella que canta en un bar cercano. Inmediatamente los dos quedan flechados por ella, y lo que inicia como una disputa de hermanos por el amor de esta mujer, comienza a tomar otro rumbo cuando Martín se inclina a relacionarse con un cura sanador (o al menos eso parece) y Román, al ser rechazado por su amada, comienza una descenso a los infiernos bastante particular (con adicciones y una buena dosis de violencia). Hasta aquí, una historia de amor triangular esperable. Sin embargo aquí la trama comienza a sufrir un quiebre, cuando se potencia el costado de búsqueda religiosa del protagonista (hay una discurso del Párroco que lo protege que es sostenido y va enmarcando esta trayectoria) en desmedro de la secuencia dramática que veníamos presenciando. No luce inadecuado, pero abre demasiado el juego en otra dirección (sumado a las canciones que cada tanto interpreta el personaje femenino principal) y el amalgama, nunca llega a funcionar. Hay un precario montaje y una producción de arte y vestuario que no parece tener mucho que ver con la clase social a la que los tres pertenecen (tienen un cuidado personal y una ropa que no se corresponde con lo que verbalmente expresan), elementos que tampoco suman a la credibilidad de la historia. Sí hay que destacar que Florencia Otero, Pablo Heredia y Rodrigo Gosende, dejan todo para sacar sus roles adelante. Están comprometidos y siguen al pie de la letra un guión que peca de querer abarcar mucho y pierde profundidad a medida que avanza el metraje. "Los elegidos" no es un film logrado, a pesar de los enormes esfuerzos que se perciben en él. Dejamos estas líneas finales para recordar a su director, Rodolfo Mórtola, como una figura del cine nacional que hizo un gran aporte desde su carrera a nuestra filmografía y debe ser valorado como tal.
El amor y la enfermedad En Los elegidos (2014), Rodolfo Mórtola dirige una historia de amor clásica que pierde un poco de intensidad con el correr de los minutos por un guión que pretende abarcar más de un tema. Martín y Román son dos hermanos que quedaron huérfanos cuando eran muy pequeños. Una vez adultos deciden abandonar su provincia y dirigirse a Buenos Aires a estudiar canto para convertirse en figuras importantes de la música lírica. Ya instalados en una pensión, conocen a Elena, una cantante que pasa sus días actuando en un bar y el flechazo de los hermanos es instantáneo. Lo que parece un clásico triángulo amoroso deviene en una historia donde lo sobrenatural ocupa el lugar preponderante de la trama. Martín conoce a un cura que tiene poderes sanadores y pretende transmitirle todos sus conocimientos para que, algún día este tome su lugar. Acá es donde el tiempo de la cinta parece detenerse y su director se pierde en un laberinto que él mismo ha diseñado. Colaborador de Leonardo Favio en Juan Moreira (1973), Soñar, soñar (1976), Gatica, el mono (1993) y Aniceto (2007) y de Leopoldo Torre Nilsson en La Maffia (1972), Mórtola, de la película, acierta en los papeles protagónicos de Florencia Otero y Pablo Heredia. La actriz con una sólida experiencia en musicales demuestra que en la pantalla grande puede realizar un trabajo estupendo: sólo basta con dos escenas en las que interpreta la misma canción pero de dos formas bien distintas para demostrar que está lista para llevar adelante cualquier protagónico. La pata floja del trío actoral es Rodrigo Gosende a quien le corresponde interpretar el papel más difícil. Su Román es el que sufre el desamor y ve cómo las adicciones derrumban lo que podría haber sido una carrera deslumbrante. Por otro lado, Pablo Heredia, ex Gran Hermano, realiza un buen trabajo y queda la sensación de que si hubiera intercambiado de rol con Rodrigo Gosende la experiencia hubiese sido más placentera. Lamentablemente, los tiempos en el cine nacional hicieron que Los elegidos sea estrenada este año y que Mórtola no haya podido ver su segunda película como director en cartel ya que la muerte lo encontró en 2011. Se despidió con un film pretencioso que si bien no es una gran obra, deja un mensaje claro sobre el sacrificio, la religión y sobre todo, el amor.
Hermanos en canto Dos hermanos llegan a Buenos Aires para triunfar en la lírica. Pero todo se les trastoca. Todo lo que Rodolfo Mórtola aportó al cine de Leopoldo Torre Nilsson y de Leonardo Favio, como su asistente y coguionista en varias oportunidades, está ausente en Los elegidos. La película es discursiva, no tiene acción interna, las actuaciones son desmedidas y las vueltas que va teniendo su trama, en vez de atraer, generan apatía. La historia es la de dos hermanos que viajan desde el interior hacia Buenos Aires. La meta es triunfar en la lírica ("Este es el teatro Colón", señalan cuando pasan por la 9 de julio), pero las vueltas de la vida, de ellos y de Estela, el personaje femenino que también canta, pero en un boliche nocturno, trastocarán todo. La cosa es que Román, el menor, se enamora de ella, y ella, de Martín, el mayor. Amores no correspondidos, sentimientos de culpa, relaciones conflictivas entre los hermanos, que además son huérfanos, una búsqueda espiritual, la adicción y los excesos hacen un batido que, revuelto, es fatal. Poco puede hacer Florencia Otero como Estela, más que cantar, correr y/o mostrar pesadumbre o desasosiego. Pablo Heredia (Martín) y Rodrigo Gosende (Román) tampoco parecen moverse con comodidad por la pantalla.
Colaborador de Torre Nilsson y Favio y figura apreciada en el cine local, Rodolfo Mórtola no llegó a ver estrenado éste, su segundo film, rodado en San Luis en 2011, el año de su muerte. La melodramática historia habla de dos hermanos que dejan su tierra para estudiar canto lírico en la Capital, donde la aparición de una sensual cantante contribuirá a separar sus caminos. El film parece apuntar al clásico triángulo amoroso, pero pronto abandona esa vía para hacer hincapié en temas como el sacrificio y la fe (el mayor, elegido por ella, se niega a competir con su hermano y prefiere iniciar una búsqueda espiritual), mientras el menor, desairado, se entrega al alcohol y precipita el drama. El esfuerzo del trío actoral (se destaca Florencia Otero) no alcanza a disimular la pobreza del libro ni sus convenciones.
Oveja dócil, oveja descarriada Dos hermanos enfrentados por los celos y la envidia que provoca el amor de una mujer que conocen en su primer día de aventuras en Buenos Aires, tras la partida del pueblo que los vio nacer para triunfar en el canto lírico, forma parte del eje narrativo de Los elegidos. Sin embargo, apelar a la dialéctica de contrastes y un subrayado permanente de las diferencias entre el bueno de Martín y el enfermo de Román no es el mejor camino para encontrar matices a una trama elemental y poco despojada de la constante idea del mensaje y la moraleja o moralina, que deja muy poco para la reflexión a un público cautivo. Si bien las actuaciones no presentan mayores inconvenientes y la dirección es correcta en términos formales, el problema más importante lo constituye el guión y un desplazamiento hacia el melodrama fraternal que resulta bastante pesado y solemne. El desenlace abrupto y exagerado para remarcar la funcionalidad del mecanismo dialéctico de los contrastes conspira de manera negativa con una idea que en el comienzo parecía interesante al poner en primer plano la lírica y la rivalidad entre los hermanos por destacarse en el canto, hasta que aparece la tentación de una mujer de los bajos fondos interpretada por Florencia Otero y todo se derrumba.
Todo gira dentro del melodrama de dos hermanos que buscan otra vida (un futuro mejor) alejándose de su lugar de origen, su convivencia ya no es más como antes y más aún cuando ambos son cautivados por el amor de la misma mujer. Cuenta con una atractiva fotografía y escenografía. Luego todo va tomando otro rumbo: el alcohol, las drogas, la locura, la fe, lo espiritual y hasta llegar a la tragedia griega pero uno de los problemas fundamentales es que carece de un guión sólido y de actuaciones en el mismo sentido. Quien intenta ponerse la película al hombre es Florencia Otero pero no alcanza.