Shark Bait, más que carnada para tiburones, aquí significa carnada para su dinero, no caigan en la trampa y guarden los dólares, no merecen ser devorados en esta taquilla. En el link la crítica escrita completa y la crítica radial completa, más informal, en versión de audio o de video, en los reproductores de audio solo de Spotify o Soundcloud, o de YouTube con video. Shark Bait es una película fallida, es una historia de supervivencia en altamar, donde muere el entretenimiento, los efectos especiales y la profundidad, la acción transcurre cuando una serie de personajes jóvenes, ya un poco pasados de la adolescencia, pero comportándose como tales; quedan varados por su propia imprudencia en el océano al ponerse a jugar a gallina con dos motos de agua y en un momento chocan entre ellos, pero a gran distancia de la costa, y un personaje queda herido, todos quedan asustados, una de las motos de agua se hunde, y la otra queda averiada. Pero esto no es todo, sino que pronto van a ver qué hay un tiburón que los acecha, esto generará cierta tensión, pero la película es perezosa en su tratamiento, y eso trae numerosos problemas. Empieza con una introducción muy parecida a la de tiburón (Jaws, 1975, Steven Spielberg) pero es una copia que no funciona tan bien. Tiene algunas escenas que nos remiten a la primera secuencia de tiburón, donde la chica es comida por el escualo, pero todo lo que tenía de genial tiburón, no está aquí. La película es como una mezcla de drama, suspenso, y terror; pero funciona mal en los tres géneros, Y si bien es cierto puede haber Alguna sorpresa en alguna escena para el espectador, como cuando aparece el tiburón repentinamente, la mayoría de esas escenas no funciona para darle un susto al espectador; aun cuando la estemos viendo en una pantalla grande y con sonido envolvente, porque el arte de asustar no es solo echarle sonidos al espectador y Que aparezca algo rápido en pantalla, sino crear un clima previo que nos predisponga al susto, y en esta película no siempre eso está bien hecho. Además la película empieza con una pésima introducción, qué da la impresión de que el director no hubiera estudiado en la escuela de cine, sino que capaz se hizo de oficio en el género de la pornografía, porque va a los bifes directamente, y no presenta los personajes, como cuando en ese tipo de películas la trama empezaba que venía el apuesto repartidor de pizzas, flechazo automático con la señorita que le abría la puerta y a los dos minutos estaban en la cama, el repartidor y la hambrienta; bueno, acá hay una lógica similar, se ven los personas, y pum, ya están el océano por quedarse varados. Shark Bait, literalmente Carnada de Tiburones, tiene cinco personajes genéricos que son más o menos intercambiables, no se lo presenta a ninguno, no nos importa ninguno en un primer momento, aunque luego la chica a la que le metieron los cuernos, nos da un poco de simpatía, y además los personajes no se comportan de manera realista. ¿cómo puede ser que 5 personas se diviertan casi chocando las motos de agua a una distancia donde si realmente chocan no solo se van a matar, si no que no van a poder volver a la costa? Además, ¿por qué las chica que van atrás ninguna se queja de que están haciendo algo absolutamente inconsciente, ¿son los cinco personajes estúpidos por igual? Entonces, la película depende de la estupidez de los personajes y eso siempre es malo en una escena, se puede tolerar en una o dos escenas algo de estupidez para avanzar el argumento, a veces el espectador dice: “Bueno, si en tales escenas hubieran hecho lo correcto, ahí mismo hubiese terminado la película”. Y está bien eso excepcionalmente, pero si en 10 escenas tienen que depender de lo estúpido de los personajes, quiere decir que el guion es el estúpido, o en su defecto el guionista. Obviamente uno sabe que si hay cinco protagonistas en altamar rodeados por un tiburón, varios de ellos van a ser comidos por el mismo, uno a uno; y en ese sentido, la película es muy poco sorpresiva, no tiene nada sorpresivo, ni una sola escena que realmente nos sorprenda, inclusive las escenas más dramáticas están casi como dictadas previamente, uno dice: “Bueno, ahora tal persona que va hacer determinada acción”, y el director y el guionista en vez de jugar con esa expectativa, y hacer un tour de forcé y darnos algo distinto, simplemente cumple con el cliché y con lo que fácilmente la audiencia puede adivinar. Para colmo de males, ni siquiera los efectos Son buenos; hay momentos del ataque del tiburón que son realmente vergonzosos para el estándar de efectos que hay hoy en día, se los ve tremendamente digitales, y a su vez eso quita tensión, porque no parece algo real, y no es lo mismo el terror a que te coma un tiburón, que a ser comido por una simple ordenación de píxeles en la pantalla. Jetski, como su otro título original la llama, es una película que no aparta nada el género de terror, ni al subgénero de tiburones, ni a las películas de altamar, ni tampoco a la de adolescentes estúpidos genéricos que van muriendo uno a uno, y probablemente tampoco aporte a los bolsillos de los productores significativamente. El filme tiene números referencias a otros filmes, directas e indirectas, pero todas las referencias a otras películas son nos recuerdan fotograma a fotograma que aquellas películas fueron mejores que esta. Una de las películas que uno puede recordar, porque se estrenó este año, hace unos meses, es The Fall (Vértigo), que también era una historia de supervivencia, pero de dos chicas arriba de una torre de televisión abandonada de 600 metros de altura. Si quieren ver supervivencia y problemáticas y suspenso, esta no es la película, sino que es aquella otra de la torre, y si no, vuelvan a ver Tiburón, la película de Spielberg que fue, es, y será una obra maestra. Gastar plata en este filme es hacer agua. Cristian Olcina
Un grupo de amigos que disfrutan de un fin de semana roban un par de motos de agua para dirigirse al mar pero terminan teniendo un accidente y quedan varados en el medio del agua, lejos de todo y sin que nadie sepa que están allí. Uno de ellos está herido y deben encontrar la manera de volver a la lejana costa. Sin embargo, ese será pronto el menor de sus problemas, ya que hay en el agua una amenaza mucho peor. Cuando en 1975 Steven Spielberg estrenó Tiburón, el terror acuático se transformaría directamente en un género. Cuánto depredador de agua pudiera usarse para tener un éxito, fue usado. Hubo de todo y aún hoy aparecen películas como Mar de sangre (Shark Bait, Reino Unido, 2022). Este título responde a otro subgénero de moda: protagonista atrapado en una situación extrema, aislado de todo, intentando sobrevivir sin ayuda de nadie. Mar de sangre es una película que lleva este concepto a la moto de agua y nada más. Las posibilidades de que sea recordada dentro de unas semanas -o que al menos pueda diferenciarse de otros títulos de tiburones- son bastante escasas. Tiene un costado sangriento y brutal que recuerda a las variantes italianas del cine de animales salvajes, pero en promedio es irrelevante. Su título alternativo: moto de agua, debería ser el de estreno, porque eso es lo único diferente que tiene al resto de las películas.
Aburrida nueva puesta al día de relatos en donde personas quedan a merced de una amenaza en medio del mar. Trillada, obvia, aburrida, no logra captar la atención no el deseo de avanzar tras la primera escena.
La idiotez se paga cara. Tiburón (1975) de Steven Spielberg, además del suceso enorme que significó para la industria del cine, nos brindó un clásico imperecedero con secuencias enteras que fueron ultra citadas/utilizadas/homenajeadas en todo tipo de expresiones de la cultura popular. Su éxito dio lugar a numerosas imitaciones que buscaban replicar, aunque sea una mínima porción de esas pingües ganancias, enfocándose en parodias y el género de terror. A diferencia de muchos íconos del horror, los tiburones son animales reales por lo que la explotación de su imagen ha generado la queja de oceanógrafos y proteccionistas por la desmesura con la que suelen ser representados. Esta pelea, mucho me temo, está perdida desde que Spielberg aterrorizó a su audiencia hace ya casi 50 años. Mar de sangre se suma a esta ola de películas que tienen a tiburones como eje central a través de una historia slasher con la que cuesta sintonizar debido a unos personajes por demás repelentes. Para la ocasión tenemos a un par de idiotas que van a pasar la noche en una playa, escabiar un poco y hacerse los guapos al agarrar unas motos de agua cruzando los límites establecidos para tal fin. El problema se agrava cuando estando bajo los efectos del alcohol empiezan a “jugar” chocándose las motos y por su propia negligencia quedan varados a un par de km de la orilla, con sólo un celular (que se convierte en un personaje más) y una moto de agua para intentar ser rescatados. Los planos del tiburón son buenos, dan miedo desde el vamos y harán dudar de volver a entrar al mar a los espectadores más sugestionables. Sin embargo, todo se viene a pique cuando el tiburón acecha, con efectos que atrasan como 20 años: con un CGI tan avanzado como tenemos hoy, la película pierde seriedad y da un poco de vergüenza ajena. Con sus fallas y personajes idiotas, la película es breve y pasa rápido. A no engañarse, es una más del montón sólo destinada a los acérrimos fanáticos de este particular subgénero que a esta altura se siente más identificado con el cine clase Z o trash.
James Nunn es un director cuyo trabajo se concentra en el cine clase B de acción. En los últimos años ofreció propuestas decentes en sus colaboraciones junto a Scott Adkins, como fueron los casos de Eliminators y One Shot, desarrollada a través de numerosos planos secuencia. Su nueva obra se relaciona con la temática de los tiburones justicieros, cuyas víctimas suelen ser un grupo de idiotas que suelen despertar el rechazo del público desde su introducción. En Estados Unidos esta película se estrenó en la plataforma de streaming Tubi y por esos milagros de la distribución en nuestro país consiguió acceso a los cines. Nunn le saca agua a las piedras para sostener un film trillado con personajes insufribles que hacen todo tipo de estupideces para justificar los ataques del tiburón. Hace unos años el director dirigió las secuencias de acción de 47 metros (una propuesta similar superior) y en este proyecto apela a los mismos recursos narrativos para sostener el suspenso. Los efectos especiales en general son decentes para tratarse de una producción de bajo presupuesto y los momentos de los ataques dentro de todo están bien logrados. El problema de esta película se encuentra en los baches tediosos que se generan entre las apariciones del tiburón, producto de un guión horrendo y actores que hacen todo lo posible para que sus personajes le caigan mal al público. El resultado final es un film insípido que no merece el costo de una entrada al cine y se puede esperar en algún canal de cable o plataforma de streaming.
Una de tiburones con jóvenes musculosos y chicas hermosas que correrán sus riesgos en vacaciones. Ya se sabe en estos casos que los humanos, generalmente bellos y de cuerpos trabajados siempre llevan las de perder. Tratados como el subgénero del terror, los tiburones parecen tener un atractivo intenso, tanto cuando se trata de documentales como este tipo de films que suele detallar la velocidad de ataque de estas criaturas voraces. El éxito alimenta estas producciones, como en este caso, un grupo de amigos de weekend, que se roban dos motos de agua como culminación de una noche de excesos. Después de varios sobresaltos falsos, para poner el tono el asunto, mas tomas realmente impresionantes de una carrera acuática de conductores descerebrados, llegan los tiburones y se suceden heridos, partidos, comidos. En estas batallas entre hombres, mujeres y escualos siempre serán como lo pide el titulo, sangrientas. Con el suspenso que mantiene en vilo a los que gustan de este tipo de películas, para saber cuántos sobrevivientes quedan.
Otro filme de ataque de tiburones que agrega nada. Cinco personajes, una pareja y un trío compuesto por dos masculinos y un femenino, en léxico policial, que compiten entre si para saber quien es el más estúpido.Todos modelitos para armar, descerebrados. En la ultima noche de sus vacaciones, en una playa mejicana, se emborrachan, pierden casi el dominio de sus acciones, terminan robando un par de motos acuáticas y se internan en el mar, hasta perder de vista la costa. En un accidente evitable, si no fuesen un catalogo de estupidez humana, se quedan los cinco en una sola moto, uno de ellos con fractura de su pierna y la sangre que empieza a brotar para terminar tiñendo de color el mar. Toda una carnada para los tiburones, según lo establecido en este tipo de
De que se trata? 👉 Un grupo de jóvenes entre quienes están la pareja formada por Tom (Jack Trueman) y Nat (Holly Earl),y sus amigos Milly (Catherine Hannay), Greg (Thomas Flynn) y Tyler (Malachi Pullar-Latchman) están terminando sus vacaciones y deciden, antes de volver a casa, "tomar prestadas" una motos de agua. Las manejan de manera imprudente, de manera casi adolescente, lo que ocasiona que choquen entre ellos, por lo que una de las motos se hunde, la otra deja de funcionar y los cinco tienen que luchar por sobrevivir, sin agua, alimentos ni ropa adecuada. Uno de ellos sufre una fractura expuesta, y ya sabemos que sucede cuando la sangre tiñe el mar. Un tiburón los acecha y amenaza la vida de cada uno de ellos. Mezcla de géneros, es una película que vimos muchas veces. El tiburón acechando y los jóvenes intentando salvarse como sea. Este tipo de films parte de la famosa "Tiburón " ("Jaws", 1975) pero ninguna logró ni el 10% de lo que fue la precursora e impecable obra maestra de Steven Spielberg. Dirigida por James Nunn, la cinta no ofrece ni suspenso, ni terror, ni drama, porque uno ya sabe que va a pasar escena tras escena y además, las actuaciones son apenas pasables, ninguno se destaca.
Esos malditos escualos asesinos. Dentro del cine de terror hay un subgénero conocido como Eco-Terror y que refiere a toda clase de amenaza de origen animal contra el hombre. En esta clase de cine la figura antagónica y por lo tanto aterradora será algún tipo de animal con un violento instinto que atacará a imprevistas víctimas al sentirse amenazado en su hábitat. Entre estos salvajes animales se encuentran los tiburones, escualos de grandes dimensiones, dieta carnívora y un verdadero aspecto de temer. El culpable de poner en la mira del miedo a estos particulares peces fue el realizador Steven Spielberg, que con solo 29 años filmó el clásico Tiburón (1975), una magnífica película de Eco-Terror por dónde se la mire. Su dilatado clima angustiante, su estilizada puesta en escena y trasfondo psicológico, junto con la virulencia de los ataques del tiburón, más la espeluznante música a cargo de John Williams (ganadora del premio Oscar) fueron suficientes para lograr una de las películas más importantes para el subgénero y también de una gran influencia para futuras cintas de similares características. Las tranquilas playas nunca más lo fueron y el peligro inminente del ataque de un furioso escualo quedó en la memoria de muchos espectadores, logrando un verdadero terror de índole naturalista. A 48 años del estreno de Tiburón, hasta el día de la fecha nos siguen llegando otras historias dónde los tiburones aún siguen causando temores. En esta oportunidad será el caso de Mar de Sangre, una película dirigida por el realizador James Nunn y protagonizada por Holly Earl, Thomas Flynn, Jack Trueman, Joshua Takars y elenco. La trama que se nos propone es bastante básica: un grupo de jóvenes decide pasar un fin de semana descontrolado en una bella zona de playas. Sus personalidades están bien basadas en prototipos: la chica sexy y poco pensante, el chico guapo; el tímido; el lanzado y finalmente la chica callada, pero bien determinada y que tendrá una figura central en el relato. Tras la obvia ingesta de alcohol los amigos deciden robar unas motos de agua, pero a mitad del mar sufrirán una violenta colisión que los dejará varados en el lugar. Todo se volverá una pesadilla cuando un siniestro tiburón comience a rodearlos y a eliminarlos uno a uno. Se puede apreciar apenas comenzado el film que su director James Nunn quiso homenajear al Eco-Terror, más que nada creando un clima de total incertidumbre en un ambiente de amenaza que ya es un lugar común para el subgénero. Las impactantes apariciones del animal, junto a los sangrientos y brutales ataques del depredador, son suficientes para espantar. El uso del fuera de campo para las escenas del tiburón quizás sean de lo más acertado, también su aparición por partes, todo para crear suspenso. Los sustos a cada aparición del bicho/ monstruo serán inevitables. Hasta ahí todo bien y aceptable, pero donde la película falla es en la parte actoral y narrativa: el guion a cargo de Nick Saltrese, será muy incongruente, con momentos de verdadera incoherencia y encima con actuaciones de ignotos e inexpresivos intérpretes, que no dan pie con bola, como suele decirse. Lo que podría haber sido una buena idea para un pasable exponente de Eco-Terror, se vuelve así en un simple entretenimiento pasatista y no mucho más. Para quienes gustamos del mar, pero somos bien conscientes de sus peligros, principalmente gracias a Steven Spielberg, Mar de sangre, no es una mala opción. Ofrece por una parte una desinteresada diversión y por otra, pasajes de gran tensión. Los tiburones, como los peligrosos y respetables animales que son, aún no están en peligro de extinción, para bien de su naturaleza y para mal de los incautos humanos que se atrevan a enfrentarlos. Y parece ser que el Eco-Terror, este interesante subgénero que nació allá por los 70’s, que tuvo tanto éxito a nivel mundial y que aún sigue dando frutos a pesar de los escasos resultados, tampoco tiene miras de extinción aún.
Mar de sangre (Shark Bait) tiene el encanto de las películas que sabemos de memoria. La predictibilidad, el guion de fórmula y los lugares comunes son elementos y decisiones que forman parte de un subgénero industrial para “pasar el rato”, como se dice, sin otro propósito que el de hacernos ver lo que ya vimos cientos de veces. Sin embargo, es en el uso de estos recursos trillados donde reside su mayor problema, porque su director, James Nunn, cree que tiene que filmar lo que ya vimos sin esmerarse en entregar una sola escena memorable o algún momento que se salga de las reglas establecidas por las películas de tiburones asesinos. Como suele pasar en este tipo de películas de terror y suspenso, los primeros minutos se encargan de presentar a los personajes principales, por lo general jóvenes estúpidos que están de vacaciones en algún lugar paradisíaco y que no miden las consecuencias de sus descontrolados comportamientos juveniles. Esta es una constante de las producciones veraniegas con tiburón blanco al acecho. El escualo irá matando a los personajes uno por uno hasta llegar a la protagonista, quien, después de vivir un infierno acuático en el que la sangre fluye tanto como el agua, se tiene que enfrentar con el gigante de mandíbulas mortales en un duelo imposible. Los personajes son, por supuesto, estereotipos, y sus nombres y diálogos delatan su procedencia de clase. Hay una joven que se llama Milly (Catherine Hannay), por ejemplo. Y Tom (Jack Trueman), el novio rubio de Nat (Holly Earl), la final girl, tiene toda la pinta de lo que despectivamente se conoce como “Tincho”. Al grupo de amigos, al que lo completan Tyler (Malachi Pullar-Latchman) y Greg (Thomas Flynn), no se le ocurre mejor cosa que robar dos motos acuáticas para hacer carreras y piruetas suicidas lejos de la costa. Cuando se encaran de frente a toda velocidad, las motos colisionan y los jóvenes quedan varados en medio del mar. Ya saben lo que sigue a continuación: un tiburón blanco los empieza a rondar para comérselos. Los jóvenes harán todo lo posible por resistir, o por llegar nadando a un barco al que logran divisar, mientras luchan contra el animal asesino que los ataca cada vez con más ferocidad, lo que también la convierte en una película de supervivencia. Si bien por momentos logra un suspenso aceptable, la película se va desinflando y tornándose un poco tediosa, a pesar de su corta duración. Esto se debe a que James Nunn no ofrece ninguna novedad en el tema, casi como si la hiciera con el piloto automático del género, sin aportar ninguna escena novedosa. La falta de imaginación, la escasa creatividad y el poco pulso para mantener el suspenso hacen de Mar de sangre una de esas películas que sirven para conciliar el sueño en un colectivo de larga distancia. Respeta las reglas principales del subgénero, pero entretiene muy poco. Es un ejercicio noble de artesanía, pero sin demasiados sobresaltos y sin nada para agregar ni para destacar.
REESCRIBIR LA HISTORIA ¿Por qué hacer una película de mafiosos si ya existe El padrino? ¿Por qué hacer una buddy movie si ya existe Arma mortal? Pareciera que la frase “ya todo está inventado” es un hecho, pero también lo es “todo público se renueva”. Resulta curioso que en la actualidad, donde prima la cultura pop y todo es un festival de referencias, el público joven reconozca el guiño, pero carezca de su profundidad. Saben que El padrino es “una de mafiosos” pero no la han visto. Ojo, tampoco me quiero desligar, escribe alguien que conoció El ciudadano gracias al episodio de Los Simpson de Burns y su oso Bobo. Entonces, ¿por qué hacer una película de un tiburón asesino si ya existe Tiburón? ¿Why not? Mar de sangre es una película que desde el inicio hasta el final cumple todos los casilleros: vacaciones en un país centroamericano genérico, jóvenes divirtiéndose, hormonas y problemas que los llevarán a la deriva del mar con un tiburón hambriento. La película dirigida por James Nunn tiene una duración de 84 minutos; a partir del minuto 14, nuestros protagonistas ya están a mar abierto e incomunicados. Los mismos son tres amigos (el deportista, el fiestero, el negro) y dos amigas (la fiestera y la voz de la razón). Al menos tienen el decoro de que el único personaje que tiene un color de piel diferente, no sea el primero en morir… es el segundo. Por su parte, el tiburón respeta la tradición de Tiburón, que a su vez extrajo de Cat people, la de no mostrar al monstruo. ¿Por qué verla? Porque satisface ese deseo que tenemos como espectadores de ver jóvenes bellos y exitosos ser devorados por un tiburón, en otras palabras, “el que las hace, las paga”. Casi como un aviso de Luchemos por la vida, pero más entretenido y menos traumatizante.