Como productor y director de películas de género terrorífico, Néstor Sánchez Sotelo, cobró vuelo con su productora, y en esta película de terror cuenta con el guión de Hernan Moyano y las actuaciones de María Abadi, Melisa Garat, Marco de la O (El chapo) y Ruby Vizcarra. Una historia donde se cruzan las culpas del pasado, la actualidad de una cadena de crímenes y la presencia del mal manifestada de distintas maneras. Con un comienzo de acción de muy buena factura, el film tiene problemas en su argumento que se enreda una y otra vez, hasta un desenlace que es bueno, pero que llega un poco tarde. Una policía en acción que cae en medio de un ritual de posesión demoníaca liderado por una rubia albina, donde sus colaboradores se inmolan. Esa oficial relacionada con una fiscal que investiga casos horrendos y en pareja con un policía, queda en coma y cuando despierta está tomada por las fuerzas del mal. Por momentos parece que el realizador y guionista eligieron una acumulación de lugares comunes del género que solo entorpecen una historia que sin tanto aditamento podía funciona sola. Con momentos muy logrados que les gustarán mucho al público adicto al horror.
Camila Rivas (Melisa Garat) es una joven policía. Durante una operación en una zona peligrosa, ella y muchos de los miembros de un ritual de autosacrificio liderado por una siniestra figura femenina, sufren quemaduras que los llevan a la muerte mientras Camila resulta herida gravemente, lo que deriva en un coma que dura varias semanas. Cuando despierta ya no es la misma. Alguien se "apoderó" de ella y se muestra distante y extraña con su expareja, el detective Ángel (Marco de la O) y su entorno entre quienes se encuentra su amiga, la Fiscal Fátima (María Abadi) quien intenta ayudarla llevándola primero a su departamento y luego, ante hechos cada vez más perturbadores, a una casa en un country donde una mujer albina que la persigue desde el comienzo de su coma, intentará tomar posesión del trío. Esto es parte de lo que sucede en "Mete Miedo", una película de terror que lamentablemente, aunque arranca con una buena idea, falla en su desarrollo. Dirigida por Néstor Sánchez Sotelo, la historia de Hernán Moyano exhibe actuaciones poco creíbles, que la convierten en un film muy menor que no consigue asustar en ningún momento.
Camila, Fátima y Ángel, son personas acostumbradas a enfrentar situaciones extremas. Sus trabajos están directamente relacionados con la muerte, escenas e investigaciones de asesinatos macabros, y criminales sanguinarios. Pero, esta vez tendrán un encuentro con un ser mucho más poderoso que la misma muerte, un ser sediento de almas, con un juego macabro del cual no podrán escapar. Camila (Melisa Garat) es una joven miembro de un grupo de élite de la policía. Durante un operativo en un área peligrosa, cae accidentalmente en medio de un ritual, en el cual sus integrantes se prenden fuego, y sufre quemaduras en todo su cuerpo que la llevan a un estado de coma. En su tortuosa recuperación física y mental, su amiga, la fiscal Fátima (Maria Garat) y su colega y ex pareja Ángel (Marco de la O), la acompañan. Pero al despertar, Camila se comporta de manera extraña. Ida y con
Se estrenó el pasado jueves en salas de cine la última película de Néstor Sánchez Sotelo (Los nadies, caída del cielo), en la cual se recurre a personajes siniestros y pesadillas para narrar como un hecho del pasado puede volver al presente en forma de maldición para cobrar venganza. En un operativo policial, una oficial de policía (Camila), se ve envuelta en un ritual de auto sacrificio encabezado por una figura siniestra femenina en el medio de un incendio. A partir de allí y tras sobrevivir a ese evento, Camila no es la misma. Su amiga, Fátima, la fiscal que investiga este tipo de hechos, la lleva a su casa de la infancia para que pueda terminar de recuperarse en un ambiente más tranquilo, pero los hechos se tornan más oscuros y fatales. Nestor Sánchez Sotelo asume la arriesgada tarea de realizar una película de género (terror) y falla en su cometido. Todo lo que elige para su film resulta subrayado y grotesco. El guion de Hernán Moyano tiene serios problemas y parece estar hecho a las apuradas, con frases hechas y obvias. La historia en su narrativa es pretenciosa por demás, son demasiados los temas que Mete miedo intenta abordar y no logra que ninguno de ellos sea interesante para el espectador. Un juego satánico, una venganza del pasado, los miedos, un juego fatal, personajes siniestros vestidos de blanco que cantan «mete miedo» son varios de los elementos que narra el filme. Mete miedo resulta fallida en todos sus aspectos, toma referencias del género y las intenta utilizar todas juntas. Malas decisiones y pretensión desmedida en una historia que no encuentra solidez ni logra su cometido
Terror sobrenatural de Néstor Sánchez Sotelo El film con guión de Hernan Moyano lleva la trama de posesiones al conurbano bonaerense. Con producción y dirección de Nestor Sánchez Sotelo, Mete miedo (2022) comienza con una redada en un barrio de clases populares y una agente cae -literalmente- en medio de un rito satánico. El golpe por la caída y un posterior incendio la dejan en coma. Meses después ella despierta y la fiscal que compone María Abadi y el detective interpretado por Marco de la O (El chapo, Rambo Last Blood) la ayudan a recuperarse. Pero ella no es la misma de antes, los fantasmas del ritual la acosan hasta que se revela una tragedia del pasado asociada al juego “mete miedo”. Hay varios elementos interesantes del género conjugando la trama. Por un lado la chica poseída (desde El exorcista hasta La huérfana). Acá es muy importante el cast y la actuación de Melisa Garat, quien con su rostro vulnerable entrega mayor inquietud a la macabra trama. Por otro lado aparece el juego de niños, inocente y transformado en terrorífico (Pesadilla en lo profundo de la noche). Lo naif y lo truculento se fusionan para generar el miedo. Y por último un factor íntimamente ligado a la producción: el diseño visual de la “bruja” satánica. Un trabajo muy cuidado desde el arte y los movimientos corporales de la actriz Ruby Vizcarra Claro que luego el montaje debe hacer lo suyo junto al diseño sonoro para lograr ese impacto necesario para que el espectador salte de la butaca. En ese punto la película es un tanto despareja, por momentos logra su cometido con creces mientras que en otros pasajes abusa del recurso rompiendo el efecto buscado. Pero donde quizás más se nota las carencias de este relato es en la estilizada imagen que rompe con el clima sórdido construido al inicio. Del conurbano pasamos a una casona de campo con mucha luz y una imagen más estable que le juega en contra al clima logrado previamente. Mete miedo vale por su apuesta latinoamericana de ideas y maldiciones importadas, no le teme al riesgo y demuestra que el terror sobrenatural también existe en la región y goza de buena salud.
PESADILLAS VARIAS Mete miedo elige un planteo inicial seductor, pero de propósito directo en cuanto a su alta dosis de terror: una figura femenina, un (auto)sacrificio, un ritual sangriento, un personaje en estado de coma casi irreversible. La genealogía del espectador adicto al género se verá pipón con esta escena-prólogo, eficaz y elocuente. De ahí en más empieza la construcción del rompecabezas narrativo. Tres personajes de peso: la fiscal Fátima (María Abadi), una oficial de policía (Melisa Garat) y un detective (Marco de la O, actor exportado), más otro, u otras, de marcado énfasis a través de sueños irresolutos, pesadillas y sustos varios. Sin necesidad de aclarar detalles puntuales de la trama, la película de Néstor Sánchez Sotelo presenta climas acordes a este tipo de relatos, un protagónico uso de la luz, los clásicos recorridos de la cámara por pasillos intimidatorios y el afán por desentrañar una historia que escarba en un pasado siniestro y de compleja resolución. Es aquello que le sucede a la joven en estado de coma, que impensadamente deja ese estado, ante la sorpresa de los otros personajes (la fiscal y el detective), relacionados ambos con ella desde diferentes motivaciones afectivas, y planteándose de ahí en más en cómo seguir ocultando un hecho del pasado a la paciente recién recuperada. Mete miedo encuentra sus mejores momentos cuando las dos mujeres se establecen en una casa llena de recuerdos, un supuesto ambiente ideal para que se inicie una nueva vida. En esos espacios la trama dispara su interés a desovillar ese pasado oculto, algunos secretos a revelar, una exploración catártica a resolver en un futuro cercano. Sin embargo, la película juega a dos puntas, a dos intereses estéticos que en más de una ocasión no se complementan sino que se chocan entre sí. Sucede que la historia decide ser efectista a través de esos numerosos sueños y pesadillas, de elocuencia gore y de tinte sangriento, en oposición a una zona más efectiva donde las dos mujeres protagonistas viven encerradas a propósito de la curación de una de ellas. Está bien y se entiende perfectamente que Mete miedo necesite describir la psiquis de un personaje que acaba de despertarse de un largo coma y de otro que oculta un hecho puntual con esos momentos que distinguen al género desde su lugar más reconocible (sangre a borbotones, fantasmas y ánimas, etc.) pero ocurre que en ese doble juego entre el efectismo y la eficacia la película pierde su sustancia como tal inclinada a convencer a un público adictivo y a otro no habituado a esta clase de historias. En esa zona indecisa de la narración, los minutos finales arman aquel rompecabezas inicial entre momentos sugerentes y otros donde retorna la obsesión por el efecto gratuito y el exhibicionismo sin vueltas. En definitiva, una película partida en dos desde la sutileza hasta la arbitrariedad sin anclajes intermedios.
Mete miedo es una nueva película de terror nacional. Esta producción de Néstor Sánchez Sotelo también lo tiene como director. Bajo un guion de Hernán Moyano, se nos narra la historia de una policía que se ve enfrentada a fuerzas inexplicables. La primera escena de la película nos muestra una persecución policial que deriva en una oficial cayendo por accidente en medio de un ritual satánico. Un ritual que culmina en un incendio del que sólo ella sale viva aunque permaneciendo varios meses en terapia intensiva. La otra protagonista de la película es Fátima, la fiscal a la que interpreta María Abadi. Una mujer cuyo trabajo la encuentra constantemente como testigo de atrocidades que la hacen pensar que la gente está cada vez más loca, como dos hijas que en medio de un ritual terminen asesinando y comiéndose a su padre, escena que bien podría salir de un cuento o novela de Mariana Enríquez. Cuando Camila, la joven oficial, despierta, Fátima decide llevársela a su casa. La verdadera relación entre ellas y el triángulo junto a Ángel, un detective que acompaña a Fátima en cada caso y quiere ayudar también a Camila a recuperarse, se irá revelando de a poco. En el medio, pesadillas y escenas que se enrarecen predominan un relato que avanza a cuentagotas. Porque desde que despierta no parece ser la misma, ella siente que hay algo o alguien que está queriendo apoderarse de ella. Y todo puede ser peor cuando además decidan irse las dos solas a una alejada casa de campo donde ni siquiera tienen señal. Mete miedo es una fallida película de terror que prefiere enfocarse en los falsos sustos (quizás acá con un poco más de sentido en la trama cuando ésta se termina de revelar) y los climas densos que en desarrollar una historia sólida. Cuando llega la resolución, relacionada con el pasado de una de ellas, quedan varias preguntas y agujeros por llenar, como si en el medio no se hubiese hecho más que un rejunte de momentos clichés del terror más desabrido. Aunque se percibe una notable producción, hay aspectos técnicos que deslucen la película. Como con el diseño de sonido, cuando efectos o la música muchas veces no permite escuchar los diálogos de una película que está siendo vista en una sala de cine. A nivel actoral el reparto hace lo que puede y son ellas, María Abadi y Melisa Garat, las que logran destacarse dentro de la mezcla de estilos y temas que no logran encajar en este rompecabezas. Una película de terror con una buena premisa mal ejecutada. Otra oportunidad desaprovechada de explorar el género para contar una historia que podría haber resultado interesante. Porque a la larga cuentas a saldar con el pasado tenemos todos.