Un elenco de primera donde nadie se destaca más que otro, y curiosamente tampoco hay ninguna historia que impacte demasiado sobre las demás, tanto por su argumento o por su dirección. Quizás por esto mismo, por ser todo tan...
Continuando con el estilo del film "Paris, je t´aime", los mismos productores convocaron 11 directores de distintas nacionalidades para que realicen esta colección de cortos románticos ambientados en la ciudad de New York. Las reglas fueron: duración de 8 minutos, 2 días de filmación y 1 semana de edición. Con la difícil limitación de tan pocos minutos para contar una historia, son pocos los cortos que logran entretener. Aunque difícil de creer, la mejor historia es dirigida por Brett Ratner, en la que un chico (Anton Yelchin) invita a una chica al baile de promoción por recomendación del padre (James Caan), para luego descubrir que está en silla de ruedas. Las otras dos interesantes son, la de Ethan Hawke intentando conquistar una mujer que conoce en la calle y la de los ancianos que pasean discutiendo. El resto no vale la pena o algunas ni siquiera pueden llamarse historias. En "Paris, je t´aime" el resultado era mas parejo. El grupo de directores de "Paris" es mas reconocido que los que lograron juntar para esta segunda parte. El elenco de actores es tan bueno como en la primera. La próxima película de este estilo sera ambientada en Rio de Janeiro.
Demasiada ciudad para tan poco cine Primero fue París con Paris Je t’aime (2006), luego fue el turno del tríptico Tokyo (2008) y ahora Nueva York con New York I Love You (2009). Las próximas operaciones de marketing serían en Río de Janeiro, Shanghai, Bombay y Jerusalem (¿y Buenos Aires para cuándo? Barcelona no la necesita porque para eso contrataron a Woody Allen para Vicky Cristina Barcelona). Si en caso de la Ciudad Luz el resultado fue apenas aceptable en lo artístico (funcionó muy bien en taquilla), en este el balance es -sin ser bochornoso- claramente negativo. Dicen que Manhattan y alrededores es la zona más “fotogénica” y “cinematográfica” del mundo. Luego de ver este film episódico esa máxima parece toda una exageración. Las reglas eran simples: no más de dos días de rodaje y una de edición. Diez directores de diferentes orígenes y estéticas con ocho minutos cada uno para contar una historia (además, 10 cortos que funcionaran como transiciones entre un capítulo y otro), Vi la película hace un par de meses (el estreno se pospuso varias veces) y, a la hora de sentarme a escribir, no me acuerdo de mucho (mal síntoma de la película y también de mi memoria). Por suerte, como buen “profesional”, tengo apuntes hechos in situ, con esa letra caótica que uno tiene cuando escribe a oscuras y mirando la pantalla. Lo primero que recuerdo es la emoción de ver a los inmensos y ya veteranísimos Eli Walach (95 años) y Cloris Leachman (de 84) protagonizando una historia de amor (por eso elegí su foto para ilustrar esta reseña). Si hay algo que justifica la visión del film, es el episodio (discreto, pero emotivo) que dirigió Joshua Marston con estas dos leyendas vivientes. Decir que el resto es muy irregular es caer en la obviedad y el perogrullo (es inevitable que no exista organicidad ni cohesión ni solidez en una propuesta de 8 cortometrajes), pero el promedio es especialmente bajo si se tiene en cuenta el nivel de los directores y actores contratados para el proyecto. Hay un par de segmentos con cierto humor en el comienzo (el duelo de ladrones rodado por el chino Jiang Wen y encabezado por Hayden Christensen, Andy Garcia y Rachel Bilson; y la seducción que Ethan Hawke intenta ante Maggie Q con dirección del francés Yvan Attal), y cierta “trascendencia” en el encuentro entre una joven judía ortodoxa (Natalie Portman) y un joyero hindú (Irrfan Khan) filmado por la india Mira Nair, pero el panorama continúa en una permanente medianía en manos del alemán Fatih Akin, Brett Ratner, Allen Hughes, la propia Portman -en su debut tras las cámaras-, Shunji Iwai, Shekar Kapur y Randy Balsmeyer. Demasiado poco para una ciudad tan inmensa (en todos los ámbitos y sentidos) como Nueva York.
Welcome to USA New York, I love you (2009) es una conjunto de diez cortometrajes cuyo eje es la Gran Manzana. Irregulares, mediocres, básicos, la virtual continuación de París, je t’aime (2006) es demasiado poco para sus ínfulas de homenaje. La consigna del productor Emmanuel Bendihy era ecuánime. Cada uno de los diez directores/as tendría dos días para el rodaje y uno para la edición de un corto que se desarrolle en New York con temática romántica. Aquel panegírico parisino incluía nombres como los hermanos Coen, Isabel Coixet o Alfonso Cuarón, directores de indudable marca autoral en sus obras. Aquí en cambio, el refrito multinacional (y étnico) abarca desde el alemán Fatih Akin hasta la bella Natalie Portman, pasando por el israelí Yvan Attal y el japonés Shunji Iwai, todos supuestamente “nuevos directores de moda”, según explicó el productor. Pero ese compendio se sienta en la visión extranjera e idealizada que propone el film, donde los mundos marginales son pictóricos y la pobreza es una entelequia ya que los personajes centrales no sufren sino por amor. Que una película compuesta por una sucesión de cortos sea buena depende no tanto de la regularidad de los eslabones como de sus picos máximos y mínimos. El meollo radica en que New York, I love you tiene pocos de los primeros (quizá el corto de Natalie Portman y el de Yvan Attal escapen del desastre total) y demasiados de los segundos (el de Shekhar Kapur es, corto símil publicidad Peugeot, es vergonzoso). Film de tintes netamente comerciales, New York, I love you no alcanza a cumplir su objetivo primordial. Los primeros Woody Allen lo hacían mucho mejor.
La ciudad de los corazones rotos Diez directores en una película colectiva con historias de amor y desamor. Las películas colectivas son un formato bastante particular y especialmente difícil de analizar como un todo. New York, I Love You no es la excepción. Se trata de una adaptación a la ciudad estadounidense del concepto de Paris Je t’aime : una serie de cortos, viñetas, en torno a historias de amor o desamor en grandes ciudades. El productor es el mismo (Emmanuel Benbihy) y la idea es seguir llevando ese concepto a otros lugares, digamos, turísticos (Shanghai, Jerusalén y Río de Janeiro son problables destinos). El concepto no acaba ahí. El sistema incluye dos días de rodaje y ocho minutos de duración, como máximo, por corto. New York, I Love You tiene diez y uno que funciona a manera de transición/conexión entre los demás. Así, entonces, hay cortos mejores y peores, y a lo sumo se puede observar cierta similitud estética entre varios (un estilo, llamémoslo, ligeramente publicitario) y algún previsible hilo común, como las vueltas de tuerca “sorpresivas” del final, algo bastante habitual en el formato corto. También, claro, hay un elenco de notables y reconocidos actores. Destacables hay, apenas, cuatro. Bradley Cooper ( ¿Qué pasó ayer? ) y Drea De Matteo ( Los Soprano ) juegan con su voz en off y sus cuerpos una relación con pasado fugaz y presente misterioso dirigidos por Allen Hughes. Por otro lado, Robin Wright Penn y Chris Cooper, por un lado, y Ethan Hawke y Maggie Q., por el otro, manejan cierta picardía de conquista sexual con finales inesperados, dirigidos por el francés Yvan Attal. Sin ser un gran corto es un deleite ver el intercambio entre los veteranos Eli Wallach y Cloris Leachman tratando “de caminar” la ciudad en el corto de Joshua Marston, mientras que hay otro pequeño misterio en la relación entre Orlando Bloom, Christina Ricci y un tal Dostoievski, dirigidos por el japonés Shunji Iwai. Otros, como la noche de graduación entre Anton Yelchin y Olivia Thirlby, dirigidos por Brett Ratner, no pasa del chiste apenas simpático, lo mismo que el cruce entre Andy García, Hayden Christensen y Rachel Bilson en el que dirige el chino Jiang Wen, o el que se establece entre un pintor y una mujer asiática (Shu Qi) en el filme de Fatih Akin. Natalie Portman decepciona por partida doble. No es su culpa en el corto de Mira Nair (el problema allí es conceptual, de banalidad temática étnico/religiosa de la anécdota), pero sí lo es en el que ella dirige, sobre un hombre latino que pasea a una niña por el Central Park. El más flojo, pese al elenco (Julie Christie, John Hurt), es el de Shekhar Kapur, que parece sacado de otra película. Cuatro cortos interesantes, seis entre flojos y pasables. El turismo a Nueva York no va a crecer ni se va a caer porque existan más o menos películas simpáticas, pero intrascendentes, como ésta.
¿Y dónde está el romance? La pregunta del millón relacionada con este estreno. New York, i love you, es una película insulsa y fría que no le hace justicia a la famosa ciudad norteamericana, que en el cine fue escenario de grandes historias de amor. El film es como una especie de secuela de Paris, Je Taime, estrenada hace unos años donde un grupo de directores presentan distintas historias relacionadas con el amor que tiene en común el escenario principal. Es raro que en una antología de cortos todos sean grandiosos, pero en este caso en particular el resultado es decepcionante por la cantidad de gente talentosa que participó de este proyecto. En You Tube, podés encontrar cortometrajes románticos mucho más emocionantes e interesante que los que vas a ver en este film. Los artistas que trabajaron en esta película tenían 8 minutos para contar un relato, que debía ser filmado en dos días. El límite de tiempo la verdad que no es excusa para justificar la falta de pasión que hay en la gran mayoría de las historias. Son muy pocos los directores que lograron contar un pequeño cuento que al verlo no te deje indiferente. Destaco la labor de la directora Mira Nair, quien brinda una linda historia con Natalie Portman, la última contribución del Maestro del Bodrio, Anthony Minghella (El paciente Inglés) con dirección de Shekhar Kapur (Elizabeth), que también presenta un buen relato protagonizado por Julie Cristie y el corto de Joshua Marston (María llena eres de gracia), probablemente el mejor y más emotivo, con Elly Wallach (Tuco de El Bueno, el Malo y el Feo) y Cloris Leachman ( El joven Frankenstein). Este último es una larga charla entre una pareja de ancianos donde podemos apreciar a dos grossos de la actuación en su esplendor. La revelación es el trabajo de Brett Ratner (Rush Hour) con James Caan, quien ofreció una de las historias más entretenidas. No es la mejor pero es divertida. Que la labor de Ratner se pueda destacar habla bastante de este estreno. La verdad que el resto de los cortos son una paja donde los guionistas brillaron por su ausencia. No son historias de amor sino encuentros sociales filmados (algo muy distinto) que en la gran mayoría de los casos ni siquiera resultan interesantes. Una diferencia con París es que los cortos no están segmentados en este caso y por momentos la película se vuelve confusa. Sobre todo con los cortos más flojos que no sabés cuando terminaron. Lo mejor de la película es el gran laburo de fotografia que hay en general en las historias y la tomas de la ciudad que son fabulosas. Cabe destacar que Scarlett Johansson debutó como directora en esta película pero su corto fue tan malo que los productores decidieron no incluirlo en los cines. Si se va a poder ver en la edición en dvd. La próxima parada de esta serie de antologías será Río de Janeiro, otra gran ciudad, que ojalá brinde mejores historias que las que hicieron hasta ahora.
Manzana arenosa Si Paris ya tuvo su película, que reunía nada menos que a veinte directores en Paris, je t''aime (2006) y Tokio estuvo presente en un tríptico intitulado igual que la ciudad, Nueva York merecía la misma suerte cinematográfica. Sin embargo, la ausencia de grandes directores se hace notar en esta fallida producción colectiva compuesta por once cortometrajes de ocho minutos cada uno que forman parte de New York, I love you. La consigna que cada realizador, entre quienes se encuentran la india Mira Nair, el turco Fatih Akin, el egipcio Shekhar Kapur y hasta la actriz Natalie Portman en su debut detrás de las cámaras, debió respetar consistía en: dos días de rodaje y uno de edición para conformar este mosaico, cuyo denominador común no es otro que el espacio y el tiempo. Los resultados de las propuestas son dispares, aunque en todas prevalece la idea de reunir diferentes etnias como característica cosmopolita de la ciudad, así como dejar bien presente a Manhattan donde transcurren gran parte de los capítulos. No faltan los actores de renombre como la ya mencionada Natalie Portman, Ethan Hawke, Julie Christie, John Hurt, Eli Walach, Cloris Leachman, a los que se suman Maggie Q, Shia LaBeouf (en un rol poco habitual), Cristina Ricci, Andy García, por citar a los más representativos. No obstante, ante tamaña galería de estrellas no hay un contrapeso de calidad en cuanto a los directores y eso se evidencia en cada episodio de este deslucido film colectivo. Sin dudas, el segmento más atractivo, con un pseudo homenaje a los diálogos filosos de Woody Allen (el gran ausente tratándose de Nueva York), es aquel protagonizado por la pareja de ancianos formada por Elli Wallach y Cloris Leachman, dirigidos por Joshua Marston. En una escala menor se puede mencionar el fragmento del chino Wen Jiang, una suerte de duelo entre ladrones donde Andy García se lleva los laureles; la siempre efectiva historia de ”levante callejero” en manos del francés Yvan Attal con Ethan Hawke y Maggie Q, sumándose a la reunión la típica página emotiva a cargo de Shia LaBeouf y Julie Christie y el reflejo del cosmopolitismo representado en el bloque protagonizado por Natalie Portman bajo las órdenes de Mira Nair. El resto de los relatos pasa casi desapercibido, sin mayores atractivos para clausurar a este intento de homenaje con muy poco brillo.
Paris Je T’aime, nació de la idea de un joven productor, quien aspiraba con plasmar en la pantalla grande varias escenas de las vida amorosa en su ciudad natal. El resultado fue un recorrido de 18 historias que se desarrollan en los distintos barrios de la capital francesa, cada una filmada por la peculiar mirada de un director diferente y reconocido, en las cuales se obtienen historias que se versan en los encuentros y desencuentros amorosos y en sus más variadas manifestaciones. Fuimos muchos los amantes del cine, que quedamos deseantes de volver a encontrarnos con otro hallazgo similar. Es así que tres años después se vuelve a repetir el proyecto, pero esta vez cruzando el Atlántico para instalarse en la gran urbe cosmopolita por excelencia, y abordando una vez más el amor en sus múltiples variables. Van desde el encuentro efímero que termina en desencuentro hasta el duradero que se extiende durante toda la vida; desde el que se preserva en la memoria hasta aquel que se busca en una constante apuesta para lograr hallarlo; desde el amor que se descubre y disfruta, hasta aquel que se pierde y sufre. Son once historias de un heterogéneo grupo de realizadores cinematográficos provenientes de todas partes del mundo, quienes aportan su característica y subjetiva visión del amor en una gran ciudad representada por cortos de aproximadamente diez minutos de duración, entre ellos se incluyen Fatih Akin; Shungi Iwai; Brett Ranner; Shekhar Kapur y la debutante Natalie Portman, entre otros. New York es la gran megalópolis mundial, allí conviven las más diversas culturas provenientes de los lugares más lejanos del hemisferio, compuesta por sujetos que alguna vez decidieron apostar al gran sueño americano. La diversidad cultural y étnica que transita en sus calles conviven con los imponentes rascacielos, la más desarrollada tecnología y el culto al consumo que caracteriza a esta gran capital del sistema capitalista. Julie Cristie en uno de los más bellos cortos que integran la película la define muy bien: “Es una de las cosas que más amo de New York, todos vinieron de algún otro lugar”. Lo interesante de la propuesta, aunque no es de tan alta calidad como su antecesora, es que intenta rescatar la subjetividad humana a partir de los distintos vínculos amorosos que trascienden cualquier geografía, cultura, y época pero que tampoco se construyen sin estos factores. Los cuentos están rodados en los distintos barrios de la gran ciudad, algunos son realmente muy interesantes y conmovedores, otros aceptables y unos pocos suelen aburrir un tanto y ser trillados. Jian Weng nos relata la historia de un experto en robar billeteras que se enfrenta con otro, un tanto más talentoso que él en dichas habilidades, pero ahora de lo que se trata de hurtar el objeto más preciado: una hermosa chica. El corto dirigido por Mira Nair, es una “perlita”, en el cual un “joyero” indio negocia el precio de una mercadería con una joven judía a punto de casarse, encarnada por una bellísima Natalie Portman. En plena tasación se escucha un diálogo muy interesante de intercambio cultural entre esas dos colectividades. El punto de giro se instala cuándo entran en el ámbito de las confesiones. Las miradas cambian, los dos aparecen turbados ante tal hallazgo, se encuentran ante un dilema, algún enigma del deseo comienza a circular. Los estelares Orlando Bloom y Cristina Ricci, protagonizan la historia contada por Shungi Iwai. El debe terminar su creación musical, ella le exige que esto no puede ser logrado sin antes haber leído a Dostoievski. Todas las formas de comunicación de esta era posmoderna y tecnológica entran en juego, pero se deja afuera la dimensión del cuerpo. Yvan Attal nos presenta a un Ethan Hawke, que nos recuerda a aquel muchacho inteligente de Antes del Amanecer y Antes del Atardecer. Este le pide fuego a una mujer que conoce azarosamente en la calle, apela a toda una serie de recursos discursivos para atraerla. Es un verdadero juego de seducción, hasta que ella… Brett Ranner nos brinda el relato más cómico y encantador del film, cuando un joven acude a la farmacia desahuciado porque su chica lo había dejado plantado en su baile de graduación. El comerciante tiene la solución para la “tragedia” que vive este muchacho, claro pero con grandes sorpresas por momentos disparatadas, aunque a veces, un tanto previsibles. La historia más sexual, está a cargo de Allen Hughes. Un hombre y una mujer van camino a una segunda cita, cada cuál por su lado, luego de un primer encuentro fugaz pero pasional. Ambos se van preguntando qué es aquello que los lleva a re-encontrarse. Aparecen toda una serie de resistencias concientes, autoreproches y parapetos mentales que los deja inciertos porque no pueden dar cuenta de aquella fuerza pulsional, de ese rasgo en el otro que lo transforma tan deseable, aunque ellos se opongan. El relato más logrado de toda la película, lo realiza Shekhar Kapur, con un alto grado de intensidad, una edición maravillosa y unas imágenes más que cautivantes, teñidas de rasgos oníricos y adornadas con diálogos estremecedores. Julie Christie, que cuanto más grande más bella, llega a un hotel y entabla una charla con el joven empleado del mismo que se transforma en un surrealismo conmovedor. Es para destacar que el guión de este corto estuvo a cargo del gran Anthony Minghella, a quien se le dedico el film, en honor a su memoria. Natalie Portman, ahora como directora, desarrolla otro aspecto lazo amoroso, que es el amor filial, una historia emotiva que se desarrolla entre el niñero y la niña, aborda la temática de los vínculos interraciales y nos enfrenta a los prejuicios que cada uno de nosotros lleva adentro. Un relato que intenta impactar pero por momentos peca de sentimentalista. Vuelve Yvan Attal, con el mismo fetiche. Una atractiva rubia sale de un restaurante a fumar un cigarrillo. Le pide fuego a un señor que se encuentra hablando por celular asuntos profesionales. Luego entabla una charla con él desde una posición claramente seductora, la confianza va tomando forma, hasta que ella le confiesa sus fantasías sexuales. La historia toma un giro inesperado y sobre el final suena de fondo “No Suprises” de Radiohead, para alquilar balcones! El cineasta alemán Fatih Akin, se vuelve sumergir en los intercambios culturales, como lo es en la mayor parte de su obra. Nos relata como a partir de la mirada se depierta en ese pintor extranjero, la musa que necesitaba para realizar su última obra cuando se encuentra en el barrio chino con aquella empleada de ojos rasgados y mirada entristecida. Finalmente cuando uno ya esta cansado de ver gente atractiva y en general joven, los no tan agraciados también se enamoran; llega Joshua Martston con una historia que resume la travesía del amor en la vida. Una pareja que atraviesa la vejez, caminan por la ciudad, con las dificultades físicas propias de la edad, ella le reprocha a él su modo lento de desplazarse en la calle, él la desmiente todo el tiempo, intercambian opiniones desencontradas. A pesar de estas pequeñas y grandes diferencias, se observa la tolerancia que se tienen ambos, producto del amor, que no es ni más ni menos que la experiencia de compartir la vida con alguien, cuando ese otro, dejo ser aquel objeto idealizado de la etapa del enamoramiento. A diferencia de Paris Je T´aime, aquí a medida que avanzan los relatos hay personajes de los mismos que se van entrecruzando, y así se entrelazan las historias en pequeñas escenas. Si bien al parecer el objetivo fue lograr un mayor dinamismo ante tanta percepción de imágenes y narraciones distintas, intentando así poder darle alguna que otra vuelta a los cortos, decae en cierta desprolijidad mermando en la calidad global de la obra. De todos modos, tanto el film hecho en la “Ciudad de la Luz” como este en la “Gran Manzana”, nos lleva a reencontrarnos con el desencuentro mismo de la vida amorosa y como a pesar de esto, el humano sigue en la búsqueda de ello que hace que la incomoda existencia se haga más soportable. Ya lo decía el poeta Pablo Neruda: “Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida”.
Cuando aparecen películas episódicas donde participan varios directores, el lugar común de la crítica es decir que los diferentes capítulos son “desparejos” en su realización ya que naturalmente los diferentes directores que crean cada corto tienen múltiples maneras de trabajar y diferentes visiones del mundo. Quizás New York, I Love You sea la excepción a la regla ya que las historias transitan por una calle de mediocridad general y en casi ningún momento el film se despega de un tono grave y solemne, profundamente tedioso y molesto. La ciudad cosmopolita por excelencia retratada en once historias de las cuales solamente tres fueron filmadas por directores americanos. Ahora, los directores extranjeros que participaron en la película no viven en NY pero cuentan historias mundanas de la ciudad, no se restringen a una mirada pictórica y turística. En estos cortos se nota que la película pretende sostenerse en la frase de cabecera de la misma que sale de la boca de Julie Cristie “una de las cosas que amo de New York, es que todos parecen venir de algún otro lugar”. Evidentemente en algunos directores se nota. Probablemente varios de ellos pisaban por primera vez Manhattan. Y hablando de Manhattan, New York, I Love You no se debería llamar Manhattan I Love You? Pregunto porque no tenemos noticias de lugares como Brooklyn, Bronx o Queens. Claro ahí se acaba la ciudad cosmopolita, la visión edulcorada y de qualite que pretendieron los productores de esta película. En esos barrios la única verdad es la realidad. Jiang Wen convierte a Andy García en profesor universitario de NYU que mantiene una disputa con Hayden Christensen en un bar por una chica. Una escena tediosa entre dos actores mediocres y un director sin gracia, con una fotografía deliberadamente saturada en el encuadre y una música que desentona con el relato. Luego de la transición de un corto a otro que generalmente se hace mediante planos de taxis o de algún transporte público aparece Natalie Portman haciendo chistes de judíos en la historia de Mira Nair. Sinceramente después de cuarenta años de películas de Woody Allen haciendo básicamente eso no se que podemos esperar de una directora nacida y criada en Bollywood.Solo repiqueteos de una filmografía ya escrita. Continúa la historia de Orlando Bloom, un compositor de música para películas que conoce a trabes de redes sociales a Christina Ricci. Más allá de la mini reflexión de Shunji Iwai sobre el cambio en las formas de comunicación, el corto no deja de ser un chivo de IPhone y una cita snob de la literatura de Dostoievski. Ethan Hawke tiene un aura propia. Es de los actores que se pueden revelar al director y llegar a transformarse en autores con su manera de narrar una escena. Creo que Yvan Attal entiende perfectamente esto y lo pone al actor a hacer lo que mejor sabe hacer; hablar. Tomado en plano general Hawke “se encara” crudamente una chica (Maggie Q diosa eterna!) en una esquina aunque el resultado no sea el que andaba buscando. Luego de esta gota de aire fresco llega el único momento de satisfacción real de la película. Brett Ratner rompe la solemnidad, la música “importante” y dispara fuegos de artificio para hacernos libres por diez minutos. Un looser eterno en la escuela es obligado a llevar al baile de graduación a una chica en silla de ruedas. En dos o tres planos geniales Ratner lo vuelve loco al muchacho , en la pista de baile y a la salida del mismo cuando sus compañeros le roban la Limo ante el grito “vos ya tenes ruedas”. Al final la pareja ira al Central Park , el icono principal de la ciudad y el joven tendrá su momento de gloria en una escena fantástica que termina con una vuelta de tuerca acida y audaz. Ratner en un ratito reflexiona sobre la adolescencia, la ciudad y los actores en un corto brillante. Bradley Cooper participa del corto de Allen Hughes, a media agua entre potente relato sexual y el sub mundo de los taxis Yonkers ; intrascendente. Shekhar Kapur narra la historia de una cantante de opera (Julie Christie) que regresa a NY a suicidarse y juega con el surrealismo de cambiar el personaje entre John Hurt y Shia LaBeouf. Fundidos a blanco que desentonan por completo con la fotografía general de la película y una música pretenciosa convierten el corto de Kapur en el paradigma de solemnidad general de este film. El corto de Natalie Portman pasa desapercibido sin pena ni gloria, la historia de una hija de padres separados y cuidada por el padre bailarín en contraposición a su madre, que junto a su nueva pareja son “oficinistas” por lo tanto no tienen tiempo para la niña, algo que es mostrado en un plano obvio y tonto. Podemos apreciar pequeñas apostillas como “El pintor esta muerto” de Burt Young en el segmento de Fatih Akin sobre un pintor que quería hacer su ultima obra antes de la muerte o la belleza impactante de Robin Wright en la otra parte del corto de Yvan Attal. Joshua Marston toma una decisión correcta en el corto final. Poner un plano general del gran Eli Wallach mirando el océano acaso refiriendo el ocaso de una gran vida. Al igual que Paris, Je T'aime estas producciones salen de la cabeza de ejecutivos no de cineastas. Y realmente se nota en las películas. Uno debería salir corriendo a ver Los Cuatrocientos Golpes luego de ver Paris, je t’aime. Truffaut en un travelling a los costados de la torre Eiffel cuando comienza la película dice mas sobre la ciudad que todo este rejunte de cortos sin lineamientos estéticos coherentes. En New York, I Love You pasa lo mismo. Vean Escape de New York de John Carpenter y van a ver que la ciudad se parece mas a los Brooklyn, Bronx o Queens olvidados y enterrados que al Manhattan edulcorado y solemne que nos quisieron pintar.
Historias playitas en la Gran Manzana Hace tres años, una película mosaica sobre la Ciudad Luz se apoderó de las pantallas ofreciendo dieciocho historias sumamente breves, exquisitas en su mayoría. Hablamos, por supuesto, de "Paris je t´aime", y a la luz de su éxito de crítica y público a lo largo del mundo no faltó un cráneo que decidiera hacer un correlato ambientado en otra megápolis igualmente promisoria a los fines narrativos. No en vano New York ha sido ciudad cinematográfica desde que el cine es cine, por lo que una fórmula probada y una sarta de directores notables, más el elenco ganchero, auguraba buenos resultados. Lo cierto es que esta experiencia resulta despareja y tibia al lado de la propuesta que le dio origen. A diferencia de su inspiradora, algunos de los segmentos de "New York, I love you" se entrelazan con otros, brindando un respiro oportuno ya que no todos están a la altura en calidad o interés. El costumbrismo intimista de Mira Nair convive con la mirada sensiblera de Natalie Portman (concentrada en lo minimalista pierde interés y se banaliza), y se cruzan el japonés Shunji Iwai con Fatih Akin con resultado dispar, que favorece al extremo-oriental. Y una historia tibiamente audaz sostenida por el diálogo de dos personajes, a cargo de Yvan Attal, queda un poco descolocada junto a la fresca bofetada de Brett Rattner. Los actores tienen poco para lucirse en lo tocante a los diálogos, aunque está claro que los guionistas y directores dieron preponderancia a éstos por encima de aquéllos. A diferencia de las historias parisinas, hay mucha morosidad y se pierden minutos valiosos en la pretendida profundidad de los guiones, que terminan restándole fuerza a la ciudad como protagonista escénico, visual. Eso sí; quienes por vivencia personal o por admiración a la distancia sientan por esta ciudad una fascinación chauvinista, se verán recompensados con la abundancia de imágenes, travellings y panorámicas que funcionan como escenarios, transiciones e inserts. Por lo demás, queda claro que muchas historias podrían transcurrir en Bombay, Buenos Aires o Río de Janeiro. Posiblemente, con más gracia y gancho.
El amor a la vuelta de cada esquina de Manhattan Uno creyó que la cosa empezaba y terminaba ahí. Pero no. Paris, je t’aime, película en episodios estrenada en Buenos Aires dos o tres años atrás, terminó resultando el puntapié inicial de lo que a la larga será un largo tour cinematográfico por las ciudades más importantes del mundo. Creado por un señor Emmanuel Benbihy, el proyecto –imaginativamente titulado Cities of Love– consiste en una serie de largometrajes dirigidos y protagonizados por gente de renombre, que tienen a las ciudades como fondo y a las relaciones amorosas como tema. Mientras se hallan en preparación Rio, eu te amo, Shanghai, I Love You y Jerusalem, I Love You (no por el momento Buenos Aires, te amo o Bi Ei, I Love You), aquí está la indefectible New York, I Love You. Aunque su internacionalismo pasteurizado la convertía en posible precedente del lavado Mundial sudafricano, Paris, je t’aime contaba al menos con las firmas de los hermanos Coen, Gus Van Sant, Olivier Assayas, Walter Salles, Alfonso Cuarón, Nobuhiro Suwa... La mucho más modesta New York, I Love You sale a la cancha con el alemán Fatih Akin, la india Mira Nair y nueve más. Es como pasar de la altanería primermundista de Cristiano Ronaldo a la pobreza conceptual de eslovacos o eslovenos. Uno de los episodios se intercala a lo largo de toda la película y hay personajes que pasan de una historia a otra, como forma de hilvanar un tejido disímil. Como en la anterior, los cortos reunidos oscilan entre la estructura clásica (breve exposición, desarrollo, final sorpresa), el carácter apenas abocetado de algunos y la intención impresionista de otros, no tan dirigidos al remate rotundo. Los más rescatables son los más clásicos, ya sea en versión amarga (el frustrado o exitoso encuentro erótico entre Chris Cooper y Robin Wright, en la vereda de un restorán, obra del francés Yvan Attal), cómica (Ethan Hawke gasta saliva con la top model asiática Maggie Q, también con firma de Attal) o cómica-incorrecta (la loca noche entre un muchacho y una chica en silla de ruedas, debida a Brett Ratner). Frente a ellos, Fatih Akin (Contra la pared, Al otro lado) reitera su obsesión por el artista romántico-autodestructivo, Mira Nair fuerza la atracción interreligiosa entre un emigrado indio y una chica judía ortodoxa (Natalie Portman), la propia Portman no tiene un debut auspicioso como realizadora y Julie Christie y John Hurt protagonizan un agobiante melodramón en versión comprimida, que el británico Anthony Minghella dejó inconcluso a su muerte y el realizador indio Shekhar Kapur (Elizabeth) completó. A lo largo del metraje, James Caan, el nonagenario Eli Wallach y la gloriosa Cloris Leachman (Bésame mortalmente, La última película) se cruzan con los recienvenidos Shia LaBoeuf, Bradley Cooper y Blake Lively, haciendo descansar sobre Maggie Q y la siempre increíble Qi Shu (Millenium Mambo) el toque de exotismo chic que tan bien parece sentarle al proyecto entero.
Fórmula conocida, nueva ciudad Nueva York es ahora el escenario de una colección de cortos románticos La fórmula que inauguró Paris, je t´aime y empieza a parecerse a una franquicia (una colección de cortos de cineastas diversos, casi siempre centrados en temas románticos y ambientados en distintos sectores de una gran ciudad) ha abierto ahora su sucursal Nueva York. Con algunas modificaciones: se ha reducido el número de episodios y se ha buscado afirmar el nexo entre ellos con las secuencias de transición filmadas por Randall Balsmeyer y alcanzar cierta cohesión visual a través de un único equipo de diseño escenográfico. Así y todo, los desniveles siguen siendo el rasgo principal, como sucede casi siempre en este tipo de producciones, con el agravante de que, a diferencia del film anterior, la ciudad sólo obra como telón de fondo. La gran mayoría de las historias podrían transcurrir en cualquier gran ciudad cosmopolita, un carácter de Nueva York que la película subraya: "Aquí todos están viniendo de otro lado", se dice por ahí. Dadas las condiciones de rodaje y las exigencias del formato (a cada director se le concedieron dos días para completar el trabajo y no todos parecen muy habituados al corto), muchos optan por breves situaciones con remate sorpresivo. Algunos las resuelven con eficacia, como Yvan Attal, que relata dos encuentros y cuenta con la gracia de un inspirado Ethan Hawke en un caso y con la sensibilidad de Robin Wright Penn y Chris Cooper en el otro. Brett Ratner procura un efecto similar en su vulgar historia sobre el baile de graduación, pero si su dardo satírico da en el blanco también lastima inocentes. Más forzado es el episodio de Jiang Wen sobre dos pillos disputándose una chica. El muy sencillo de Natalie Portman sobre relaciones entre padres e hijos no alcanza para juzgar su debut como directora. Y el de Fatih Akin sobre el artista en busca de la elusiva imagen de su modelo queda apenas como un sugestivo esbozo. Hay intención de diferenciarse en dos cortos: el de Allen Hughes lo logra en buena medida al exponer paralelamente los sentimientos de dos amantes de un día en camino hacia su segundo encuentro; el que concretó Shekhar Kapur pero concibió Minghella (a quien todo el film está dedicado) desentona al apuntar confusamente a lo fantástico. Su atractivo principal es la presencia de Julie Christie. Mira Nair y Shunji Iwai logran dotar de apreciable consistencia sus breves relatos: una, en el curioso encuentro entre una judía ortodoxa a punto de casarse (Portman, ahora como actriz) y un indio jainista vendedor de diamantes; el otro, en la curiosa relación que mantienen por teléfono un joven compositor encargado de la banda sonora de un film de animación (Orlando Bloom) y la asistente del director. No faltan las panorámicas de la ciudad ni los planos más emblemáticos, pero casi podría decirse que Nueva York (Brooklyn, más precisamente) sólo interviene en el corto final, dirigido por Joshua Marston. Es un pantallazo tierno y gracioso sobre el día del 63er. aniversario de bodas de una pareja veterana a la que Eli Wallach y Cloris Leachman colman de naturalidad y humor. Ellos dos y Ethan Hawke compensan en parte los altibajos de esta segunda entrega de la serie que ahora seguirá en Shanghai, Río y Jerusalén.
Amores cortos El amor y la ciudad de Nueva York son algo así como figura y fondo de New York, I love you, como antes lo fueran París y el amor en la musa inspiradora Paris, Je t´aime. Tan inspirados quedaron que se habla de repetir la fórmula en otras grandes urbes como Rio de Janeiro –favela, eu te amo- o ya en Paraguay –Asunción, Rojaijú-. Lo cierto es que el formato de estas películas da buenos resultados. La idea fue buscar a once directores buenos y/o de renombre para que realicen un corto –que varía entre los 3 y 10 minutos, según la ciudad que se ame- teniendo como único requisito tratar cuestiones amorosas siempre que se filtre la esencia de la ciudad. Apenas un poco más pochoclera, mantiene una extraña cohesión que la diferencia de su predecesora. Lograda en parte por una unidad estética de directores con estilos muy diferentes entre sí, las historias son entrelazadas por una videoartista que encuentra y retrata con su cámara a los distintos personajes. La afinidad entre los cortos no salva a New York, I love you de los altibajos y la película oscila entre episodios más o menos interesantes, cuando no vacuos, como es el caso de la historia de un padre latino que parece la niñera de su hija, logrando demostrar que, como directora, Natalie Portman es muy linda, la yegua. Después del bodoque Portman, la pregunta que resta hacerse es qué pudo haber filmado Scarlett Johansson para que le descartaran su corto en esta película.
Quien mucho abarca, poco aprieta New York, I love you forma parte de un proyecto cinematográfico llamado “Cities of love” (ciudades de amor), cuyo objetivo es realizar películas compuestas por una serie de cortometrajes relacionados con el amor, mediante el trabajo conjunto de un gran número de directores, guionistas y actores procedentes de diversos lugares del mundo. Hasta ahora llevan rodadas dos de estas películas. La primera, Paris, je t’aime, está ambientada obviamente en la capital mundial del amor y la segunda, que se acaba de estrenar, se desarrolla en New York. Próximamente tendremos noticias de este proyecto desde Shangay, Rio de Janeiro y Jerusalem. Pero, ¿acaso un grupo de actores talentosos, excelentes directores y guionistas son la fórmula perfecta para una buena película? Y, además, ¿es realmente posible integrar estéticas y puntos de vistas diferentes de un gran número de colaboradores sin crear incongruencias? Varios elementos fueron utilizados desde el comienzo para darle cierta cohesión: una banda sonora compuesta por diversos músicos que fusionan instrumentos y ritmos de diferentes lugares del mundo; una muchacha francesa paseando por New York con su filmadora que se cruza por el camino a varios de los actores de las pequeñas historias; y personajes con diferencias étnicas muy notorias que dan cuenta de la diversidad cultural que existe en dicha ciudad y que, al mismo tiempo, justifican la heterogeneidad de las historias y la evidente falta de relación entre estas. Sin embargo, a pesar de este esfuerzo, es evidente al observar la película que el proyecto fue de trabajo conjunto pero no existió una clara intención de que tuviera cierta unidad como film o de que una historia principal unificara todo. En varios momentos percibimos incongruencia entre los lenguajes utilizados, en particular hacia mitad de la película, con la microhistoria de la mujer anciana que se hospeda en el viejo hotel. Funciona casi como un paréntesis dentro del film: la música étnica, los colores brillantes, y todos los elementos de una ciudad cosmopolita y acelerada son reemplazados por una historia con un tiempo mucho más lento, música clásica y opera, colores blancos, decoraciones lujosas y una protagonista que parece pertenecer a la nobleza europea. El contraste es evidente cuando las demás historias continúan. Quizás uno de los intentos más interesantes, pero que no logra grandes frutos, sea el de presentar algunas de las diversidades culturales presentes en la “gran manzana”. Es el caso del episodio en el cual Natalie Portman encarna a una compradora de diamantes hebrea ortodoxa que está a punto de casarse o de la historia de la vendedora de hierbas del barrio chino y el pintor. Aún así, se muestran sólo pequeños fragmentos, un poco estereotipados, de una realidad mucho más compleja que abarca también diversidades de clase y sexuales, que prácticamente no son contempladas en el film. El amor, temática común entre los cortometrajes, se presentará de maneras diferentes: será paterno, platónico, prohibido, intercultural, fugaz, imprevisible, mortal, eterno. Pero aún así, casi en ninguna ocasión será tratado con profundidad, se nos presentarán fragmentos de historias, algunos más interesantes que otros pero ninguno logrará “levantar vuelo”. Al finalizar la película, no nos quedará mucho entre manos: probablemente ya estaremos un poco aburridos y, a su vez, tendremos la sensación de que la verdadera historia aún está por comenzar.
Entre 10 cortos, al menos tres o cuatro mantienen cierto interés. Que un tipo como Brett Ratner haya sido elegido para dirigir uno de los cortos que integran New York, I love you nos ponía en situación de la medianía del asunto. Y eso no es lo peor, sino el hecho de saber que el corto que le toca en suerte, sin ser una maravilla, es uno de los más efectivos. Realmente estamos ante un verdadero “producto”: un elemento que parece cine, es vendido y promocionado como cine, pero definitivamente no lo es. Apenas será un rejunte de ideas empaquetadas con envoltorios refinados, como para que uno pueda notar la presencia de cada director, pero sin la más mínima gracia. Justo es decir que entre 10 cortos, al menos tres o cuatro mantienen cierto interés y sobresalen. No está nada mal el de Allen Hughes, muy afrancesado con sus voces en off y su paseo nocturno de dos posibles amantes; tampoco el de Yvan Attal, sobre todo por cuatro actuaciones descollantes: Ethan Hawke, Maggie Q, Chris Cooper y Robin Wright Penn; y convocan a la simpatía los de Joshua Marston (con Eli Wallach y Cloris Leachman) y Shunji Iwai (con Orlando Bloom y Christina Ricci). El resto, de mediocre para malo, destacándose entre lo olvidable esa cosa pedante y qualité de Shekhar Kapur. Lo que más preocupa de algo como esto es que hay gente que construya cine como quien diseña un auto: le ponemos “i love you” a cualquier ciudad, convocamos un grupo de actores conocidos y directores célebres, si destilan algún tufillo de prestigio mucho mejor, y lo empaquetamos con una fotografía refinada para ponerlo en la vidriera. Y todos aparecen en plan: “oh, estamos haciendo algo importante”. Teniendo en cuenta los nombres que estaban en París je t’aime y los que vemos ahora, imaginamos que para cuando lleguen a Singapur, I love you hasta Rodolfo Ledo podría tener chances. Amén de su intrascendencia, un mal del 75 % del cine que se estrena todos los jueves, el peor de los pecados de New York, I love you es que aburre y genera poco interés. Pocas historias relevantes, escaso virtuosismo formal, como si cada uno hubiera sentido como un trámite el hecho de tener que filmar una historia de amor en New York. Si el cine del presente confía en estos nombres para continuar el legado, ahí me sumaría a quienes vaticinan la muerte del cine. Porque esto no es ni bueno ni malo -que en el fondo es amor-: es irrelevante.
Si bien el refrán que reza que “segundas partes nunca fueron buenas” no se cumple con la inexorabilidad de una ley, podría aplicarse al caso de esta segunda entrega de Cities of love cuya primera parte fue filmada en Paris. La película cuenta con unas diez historias entrelazadas cuya temática gira en torno al amor. Son inevitables las comparaciones con su predecesora francesa, allí donde esta última se aproximaba al amor desde su lado más oscuro exponiendo problemáticas como la pérdida, la enfermedad, la soledad y la muerte; en su par neoyorkina sólo aparece una mirada un tanto edulcorada de los sentimientos humanos y una visión publicitaria-propagandística de la ciudad estadounidense, en este sentido si un espectador se embarcara en la tarea de encontrar una historia en que no aparezca la marca de un producto que se comercie actualmente en el mercado se verá destinado al fracaso. Algunos directores quizás por la necesidad de exhibir a Nueva York como una ciudad esencialmente multicultural, recurso que por cierto es muy poco novedoso, intentaron centrarse en el tópico de las relaciones interraciales, en estas historias, sin embargo, el efecto no es el deseado, los personajes devienen figuras deshumanizadas quizás por el formato coral del film o por la celeridad con que se salta de una historia a otra fiel a una lógica comercial-consumista que excluye la posibilidad de la empatía con los personajes. Finalmente, las actuaciones en general son buenas pero sólo algunos momentos son atractivos y la película en su totalidad parece carecer de escenas memorables.
Una Gran Manzana cortada en fetas... Primeramente circuló en DVD y luego ha sido finalmente estrenada en cine, esta novedad al estilo de "Paris, je t'aime" en donde se reúnen nuevamente un grupo de directores, para contarnos cada uno su historia de amor, en este caso, teniendo como telón de fondo a la big apple: New York. Y es siempre una delicia ver lo imponente de esa ciudad con sus diferentes barrios y su heterogeneidad exhultante. Brooklyn Bridge, Chinatown, la calle 42, Braodway, Tribeca, el Central Park, Strawberry Fields, los rascacielos.... pero perfectamente uno podría disfrutar de lo mismo en un exquisito documental para televisión. Porque en este caso, las diferentes historias situadas, excepto por algunas excepciones, no tienen ningún interés particular en la construcción del relato ni están contadas de alguna forma novedosa por parte de los directores. De todos modos, por la velocidad y la brevedad de cada historia, no hay tiempo de aburrirse, el film en sí es divertido. Su antecesora "Paris, je t'aime" tenía como cualidad, hurgar un poco más en la idiosincrasia parisina y cada una de las historias abría y cerraba presentando al quartier al que aludía. De esta forma, se presentaba en sí misma como una idea de relatos discontinuados, mientras que en este caso, en "New York, I love you" se trata pretenciosamente de busca un vehículo entre las deshilachadas historias, lo que no hace más que subrayar la inexistencia de hilo conductor y hacer de esa historia-nexo, la más inconsistente de todas. El elenco es extenso y todos hacen trabajos al menos correctamente (aunque el trío Julie Christie - Shia Le Bouf - John Hurt en el delicado segmento de Shekhar Kapur son notables) pero no pasa lo mismo con la dirección de los cortos. Sobre todo, el que está dirigido por Natalie Portman sobre la historia de un padre negro que lleva a su hija al parque y es confundido por el resto de las madres como su cuidador es completamente desacertado en todo sentido con una mirada completamente perimida y discriminatoria. Y es una lástima que las actuaciones en el segmento de Robin Wright Penn y Chris Cooper queden naufragando en el medio de diálogos sumamente faltos de interés, donde el palabrerío no permite acceder al verdadero centro de la historia. Por otro lado, sobresalen muy por sobre la media el de Fatih Akin (espléndido director de "Contra la Pared" y "Al otro lado" sobre un pintor que le propone a una bella mujer oriental que pose para él con el Barrio Chino como centro del cuento), el de Yvan Attal con Ethan Hawke y Maggie Q con un pequeño giro sorprendente en el final de una conversación a la salida de un bar y por la picardía cómplice del guión se destaca el de Bret Rattner con la promesa que hace un jóven de llevar a la hija del farmacéutico al baile de promoción, dando lugar al segmento más divertido de las 11 historias. No hay mucho más para comentar de esta gran manzana cortada en lonjas, muchas de ellas acarameladas y otras que sólo quedan para hacer compota.