Referente del cine de género fantástico y terror (Plegaria del vidente, Resurección, Luciferina), Gonzalo Calzada nos acerca una historia compleja y dramática sobre la vejez, el abandono, las cuentas pendientes y la (des)memoria. Sin dejar el estilo que caracteriza sus películas, el drama se potencia desde el suspenso y la atmósfera fantasmagórica que la envuelve. Protagonizada por el gran Pepe Soriano, que a sus 91 años, sigue deleitándonos con sus memorables interpretaciones, el elenco se completa con la talentosa Marilú Marini, junto a Lautaro Delgado Tymruk, Desirée Salgueiro y Nicolás Scarpino, entre otros. Ulises (Soriano) está cerca de cumplir cien años y los recuerdos pueblan su mente como fantasmas indomables. ¿Cuánto hay de real o de imaginario en lo que percibe? Su desorientación espacio-temporal o ciertos olvidos lo vuelven más sensible y vulnerable. La memoria también lo abandona por momentos y la realidad ya no es un territorio que domina con soltura. El afuera lo asusta y hay más peligros que antes, como le advierte Daniel (Delgado Tymruk), el encargado del edificio que siempre está atento a sus necesidades. Pero una noche distinta a todas, un hecho extraño protagonizado por la joven Elena (Salguiero) su vecina de arriba, lo obligará a Ulises a enfrentar sus miedos y saldar cuentas con un pasado que lo aqueja. Entre la certeza, la paranoía y la alucinación, él se pondrá a prueba antes que el tiempo se lo impida. Desde el inicio, las imágenes nos sitúan en la infancia de Ulises cuando se enamoró de Dalia (Marini) jugando a la escondida. La carga afectiva de ese recuerdo siendo niño, que vuelve una y otra vez, dialoga con el anciano que ahora es; un recurso que recuerda aquel cuento grandioso de Borges llamado el “El otro”, donde el autor siendo protagonista se reencuentra, ya mayor, con su alter ego más joven en una charla que dimensiona el tiempo y combina lo real con lo onírico. Esa oscilación entre pasado y presente, lo imaginario o lo certero, en la película se va narrando como síntoma de la demencia senil que atraviesa Ulises en sus últimos años de vida. La fragilidad y desprotección que definen el perfil del personaje como el contexto que lo rodea, se verán trastocados a partir del accidente de su vecina en medio de la noche, una fatalidad que irrumpe en la historia desviando el relato dramático hacia un thriller psicológico en el cual el espectador queda envuelto en la misma confusión que habita en sus protagonistas. “La historia está inspirada en mis abuelos, en el tipo de relación que tenían entre ellos, comenta el realizador. Traté de contar cómo la pérdida de la memoria de una persona puede operar como una liberación de trabas emocionales y mostrarla por primera vez libre y plena, como cuando era un niño”. Al tono nostálgico de la narración, Calzada recurre a la mezcla de géneros, la experimentación visual, sonora y temporal como a los efectos especiales para generar mayor tensión y extrañeza alrededor de los personajes, los cuales se insertan en una atmósfera tensa, desconcertante y, por momentos, tan asfixiante como ese departamento oscuro y añejo donde se desarrolla la película, casi en su totalidad. Un refugio de contención para la pareja de ancianos frente al afuera amenazante que golpea e intenta despojarlos. En su recorrido por diversos festivales internacionales Nocturna obtuvo el premio a la Mejor Película Iberoamericana del Festival Macabro (México), como los premios al Mejor actor, Pepe Soriano y a la Mejor actriz, Marilú Marini, en la Competencia Iberoamericana de la 17º Edición del Fantaspoa (Brasil). También fue seleccionada en la B3 Biennale (Frankfurt); al Shangai Internactional Film Festival y al FrightFest (Reino Unido) entre otros. Escrita y dirigida por Gonzalo Calzada, la ambición de la propuesta se completa con una novela homónima y otra versión cinematográfica: Nocturna Lado B, de corte más experimental que la anterior, conformada por monólogos, pensamientos y pasajes mentales de Ulises, que podrá verse más adelante y en forma conjunta con la primera versión. Intensa, laberíntica y con destacadas interpretaciones, Nocturna se adentra con cercanía a reflejar el proceso de deconstrucción de un hombre que lidia con los avatares del paso del tiempo y el abandono a través de la fusión de lenguajes y diversos climas que enfatizan, aún más, la cercanía de lo irreversible. NOCTURNA Nocturna. Argentina, 2021. Dirección y guion: Gonzalo Calzada. Intérpretes: Pepe Soriano, Marilú Marini, Lautaro Delgado Tymruk, Desirée Salgueiro, Nicolás Scarpino, Jenaro Nouet, Mora Della Vecchia, Javier Rosón, Marina Artigas. Director de Fotografía: Claudio Beiza. Cámara: Fernando Blanc. Directora de Arte: Alicia Vázquez. Vestuario: Laura Vega. Jefa de Producción: Leticia Tapia. Música Original: José María Lassaga, Federico San Millán y Eduardo Frigerio. Duración: 106 minutos.
Nunca abras esa puerta. El director Gonzalo Calzada ha sabido transitar por el cine de género (La plegaria del vidente, Luciferina, Resurrección) con resultados desparejos. Pero Nocturna, su última apuesta conceptual (se trata de una mezcla entre dos películas y una novela gráfica) es sin lugar a dudas su mejor obra hasta la fecha. Para entrar en clima, todo sucede en menos de 24 horas en los interiores de un edificio grande y viejo. En esos pasillos y escaleras, Ulises (Pepe Soriano) deambula a pasos vacilantes -dada su edad que supera los 90 años- y experimenta desde su propia percepción sinuosa situaciones donde cobran sustancial presencia los sonidos ambientales que, captados por su audífono, le generan diferentes sensaciones entre el miedo y la desorientación, que además se magnifican cuando pierde repentinamente el sentido de ubicación en tiempo y espacio. A veces, todo aquello que lo rodea le resulta extraño y otras el mínimo contacto con los fantasmas de su propia historia le devuelven cierta dosis de libertad ante el encierro de la soledad. Gonzalo Calzada, por otra parte, se vale de dos soberbios actores como Marilú Marini en el rol de su esposa Dalia y el mismísimo Soriano, quien con sus 91 años vuelve a lucirse y a descollar en un papel completamente exigente a nivel físico y emocional. Sus diálogos con Marini no tienen desperdicio y realmente se “sacan chispas” en base al arco dramático en el que desenvuelven toda su batería de herramientas actorales con la sutileza de los notables. Difícil errarle en términos de dirección porque cualquier palabra o sugerencia estorba. Esa entrega que hace en primer lugar de este thriller psicológico, o melodrama sobrenatural a secas, se ve plasmada en el verosímil de esta historia tan lejana y cercana a la vez gracias al compromiso con el espectador y ese plus que toda película de género necesita para brillar: actores con luz propia; actores con voz propia y sobre todas las cosas verdad sin especulación ni golpe artificial para llegar a lo más hondo de lo humano.
Gonzalo Calzada construye un inquietante puzzle con Pepe Soriano Hay una decidida intención de Gonzalo Calzada por acompañar al protagonista en sus crepúsculos y confusiones quien, de la mano del espectador, terminará envuelto en los oscuros laberintos que transita. Habiendo transitado caminos del cine de género, que no son ajenos tampoco en esta oportunidad, la principal virtud de un relato como éste es la de generar empatía con un personaje desvalido y entrañable como el que encarna el nonagenario Pepe Soriano. Ulises (Soriano), es un hombre que intenta seguir adelante con su vida pese a que el tiempo le ha comenzado a pasar facturas, y algunos olvidos ocasionales. La constante dependencia que tiene con su mujer (Marilú Marini) se comenzará a transformar en un obstáculo para que desarrolle tareas habituales dentro y fuera de su hogar. En el edificio en el que viven suceden algunas cosas. Golpes, gritos, reclamos y algunas visitas inesperadas en horarios no habituales. Ulises, padeciendo pérdida de memoria, y extraviándose constantemente, se presenta como un personaje a cuidar por el espectador, quien deberá decidir si continua acompañando a Ulises en una jornada particular, donde nada ni nadie es quien realmente dice ser. Noctuna (2021) se propone desde su estructura dramática como un inmenso puzzle en donde las eternas escenas que aparecen en loop, una y otra vez, realmente significan otra cosa, ofreciendo información para determinar qué es aquello que realmente acontece en el devenir del relato. Una puesta en la que el verosímil del relato se deposita en cada gesto de Soriano a cámara, acaso en una de sus interpretaciones más logradas, que refuerzan una profunda reflexión sobre la vida de adultos mayores a la deriva de sí mismos. Calzada logra su punto más alto como realizador de un film que mantiene hasta el último momento la tensión y que juega con sus personajes secundarios, a los que presenta como una amenaza constante. El espectador en complicidad con Ulises, intentará ayudarlo a resolver los complicados devenires a los que el guion lo expone.
La presencia de los extraordinarios Pepe Soriano, en su regreso al cine, y Marilú Marini, potencia el interés por este thriller psicológico que el director Gonzalo Calzada (Luciferina, Resurección) estructura en una única noche. Un edificio antiguo, un departamento espacioso donde vive Ulises, un hombre mayor que enfrenta fantasmas de su pasado y cosas extrañas que suceden a su alrededor. Perfecto como el hombre que duda de su propia lucidez, pero no se entrega a la deriva de una demencia senil, reconstruye, junto a Marini, los pedazos de recuerdos, algunos luminosos y otros terribles, a la vez que crece su angustia por situar lo que sucede. El terror que anida en una vecina que cayó en su patio, lanzándose al vacío, o un hijo que llama en la madrugada y amenaza con llevarlos al asilo.
Nocturna: El terror a perder la identidad El final es en donde partí… Gonzalo Calzada acostumbra a dirigir películas que escapan de los cánones coyunturales, y en tiempos de encierro y finales, convoca a Pepe Soriano para una agridulce experiencia cinematográfica con Nocturna. ¿De qué va? Ulises está cerca de cumplir cien años, y presiente su muerte. Una noche experimentará un extraño hecho que lo obligará a replantear su pasado, su presente y su mirada sobre la realidad en la que cree vivir. Torturado por remordimientos y culpas, confundido por alucinaciones, deberá hacer un último esfuerzo por mantener la cordura en sus últimos días, o transformarse en un alma en pena en eterno retorno. Nocturna está basado en un libro escrito por el mismo director, uno que al igual que la película no se consume de manera lineal. Estamos frente a un hecho artístico atípico, experimental, jugado… Con anclas en el género de terror gótico y oriental, pero con fuertes raíces también en el drama y las relaciones entre personajes. Un departamento algo antiguo, de esos que se pueden encontrar en el microcentro. De techos altos, postigones de madera y colores amarronados. En ese lugar yace una pareja de ancianos: él está llegando a los 100 años y su cabeza se pierde en el retorno a un pasado mejor, ella vive con miedo y aislada. Todo se desarrolla en una noche. Mientras las agujas del reloj avanzan, el tiempo entre las paredes del departamento se vuelven algo difusas. Ulises (Pepe Soriano) no recuerda como llega a cada rincón del lugar que habita, mientras el tiempo se corta (y vaya si lástima…) y salta. En la televisión un documental habla sobre cómo los elefantes al llegar al final de su vida tienen una revelación. Dalia (Marilú Marini) sólo vive para regañarlo. Se siente desnuda y frágil, en un edificio que fue abandonado por varios inquilinos, y que recientemente sufrió un robo. Mientras Ulises recuerda el comienzo del amor, Dalia se esconde del presente con miedo y beligerancia. Pero nada, NADA es lo que parece. Esa misma noche llueve copiosamente, el encargado del edificio Daniel (Lautaro Delgado Tymruk) se preocupa del estado de salud del anciano propietario luego de encontrarlo parado y perdido con una lista de compras que no le muestra. Lo insta a quedarse dentro del departamento, ya que al día siguiente todo va a mejorar. Golpean la puerta, Elena (Desirée Salgueiro), fotógrafa y que vive en el piso de arriba se encuentra toda mojada pidiendo entrar al departamento de Ulises y Dalia. Se la siente descolocada, enojada y perdida, no la dejan ingresar y todo se complica desde ahí… Nocturna es una película de terror… en realidad no. Es una experiencia cinematográfica formada de dos películas: una más “narrativa” y otra más “experimental”. Una realizada de manera digital y otra analógica. Una contando una historia con cierta linealidad, y otra con pensamientos y monólogos internos que complementan lo que sucede en la primera. Gonzalo Calzada expone sus fantasmas y plasma todo su amor por el cine en una receta que no se parece en nada a lo que consumimos en este país. Hay mucho del cine de terror oriental, pero también de la Nouvelle Vague, y cositas de Gus Van Sant, de Haneke, de Kurosawa, de Wim Wenders… algo inclasificable, Nocturna termina siendo una película de terror no tanto por los elementos genéricos que utiliza, sino por la idea que deja resonando en la cabeza: no hay terror más grande que el de perder la identidad.
Después de la comedia dramática Luisa, su ópera prima, el director Gonzalo Calzada se dedicó al género fantástico y de terror. La plegaria del vidente, Resurrección y Luciferina, dan cuenta de su conocimiento y de su capacidad para plasmar tramas inquietantes, pero con una especial preocupación por la psicología de los personajes. Lejos de conformarse con largometrajes, suele expandir sus propios universos en otros formatos. Ya lo había hecho con Resurrección, que acompañó con una novela. En Nocturna fue más allá: creó un film dividido en dos lados (al estilo de UPA: una pandemia argentina) y una novela, publicada por la editorial De la Fosa. En el Lado A: La noche del hombre grande conocemos a Ulises (Pepe Soriano), un nonagenario que siente los años como una tortura. Vive con Dalia (Marilú Marini), su esposa, en un departamento que parece un museo, y su memoria por momentos es difusa. El malestar y el encierro ya son parte de la rutina. Una situación incómoda, que se agrava cuando esa noche comienza a ser acosado por ruidos y visiones extrañas, incluyendo una vecina que acaba de morir. Una de las virtudes del cine de terror es que permite hablar de los tabúes y de los aspectos más oscuros de la condición humana. La muerte, para empezar, y la vejez, la enfermedad, el deterioro, la pérdida… El terror da la oportunidad de explorar estos temas evitando los discursos y las obviedades. Algunos cineastas pueden ser más o menos explícitos en este sentido, pero quienes de verdad aman y entienden el género nunca pierden de vista esta máxima. Calzada no es la excepción. La historia de fantasmas es una excusa para hablar sobre la mayoría de edad, los recuerdos, la culpa, el miedo, la desesperación por lo inevitable. Lo sobrenatural, de una eficiente ejecución, bordeando los lugares comunes de esta clase de premisas, va dejando lugar al drama más puro y desgarrador. Al mismo tiempo, el director no olvida los detalles más entrañables y positivos de Ulises, de una importancia crucial en los momentos más tenebrosos. Así como el Lado A se vale de una narración clásica, con sus giros inesperados, el Lado B: donde los elefantes van a morir nos muestra la misma historia, pero desde un enfoque más sensorial. Volvemos a Ulises, su microcosmos y su pasado, y podemos descubrir más sobre otros personajes decisivos, empezando por Dalia. Además, la diferencia con La noche del hombre grande es estética: el director se entrega a un lenguaje más experimental, con otros formatos y estructuras más audaces y recursos como el monólogo interno. Enriquece y presenta ángulos novedosos, pero sin sobreexplicaciones. En ambos lados, la visión de Calzada llega a su pico gracias a la soberbia interpretación de Pepe Soriano. Se pone la(s) película(s) al hombro al componer a un ser quebradizo y torturado, que experimenta una serie de descubrimientos. No menos brillante es el desempeño de Marilú Marini, en un personaje que impone su carácter pese a su delicado estado físico y esconde varias complejidades. Acompañan muy bien Lautaro Delgado Tymruk como Daniel, el encargado del edificio, y Desirée Salgueiro, que encarna a la vecina. Nocturna es una obra conceptual en la que Gonzalo Calzada se supera a sí mismo. Un tratado sobre la fragilidad humana y la soledad, pero también sobre la esperanza y la vida.
El director de La plegaria del vidente, Resurrección y Luciferina continúa indagando en el terreno del terror psicológico con esta historia centrada en Ulises (Pepe Soriano), un hombre que orilla los cien años y vive junto a su mujer (Marilú Marini) en edificio antiguo donde se desatarán una serie de eventos que lo llevarán a confundir realidad con alucinaciones, el presente con su propio pasado. En la primera escena, Ulises está desorientado en el hall central de su edificio, hasta que el portero (Lautaro Delgado) lo ayuda a llegar a su departamento. Un síntoma evidente que la falta de memoria integra la nómina de los achaques de su vejez. Pero esa misma noche, el pedido de auxilio de una vecina, la misma que inmediatamente después sufre un accidente mortal, enciende la mecha de una seguidilla de hechos donde nada es lo que parece. Nocturna - La noche del hombre grande propone una especie de mezcla entre la oscarizada El padre y el cine de M. Night Shyamalan. De la primera toma la percepción alterada del protagonista y dueño del punto de vista, empujando al espectador a un terreno tan ambiguo e impredecible como la mente de Ulises. Del segundo, una seguidilla de revelaciones y vueltas de tuerca acumuladas durante los largos cien minutos de metraje. El relato funciona como un rompecabezas pesadillesco donde las escenas se repiten, aunque con pequeñas alteraciones que llevan a Ulises a la confusión total. Una confusión generalizada, en tanto la propia película se vuelve caótica por sus peripecias narrativas y su grado de ambición.
Ulises está cerca de cumplir cien años y vive con su esposa, casi tan mayor como él, en un departamento al que el tiempo tampoco le perdonó su raída estructura. Ambos mantienen breves diálogos y dejan pasar los días entre miradas turbias y permanentes recuerdos de su hijo, quien se alejó de ellos para tratar de hallar un camino que lo desvincule de sus cotidianos problemas. Una noche de furiosa tormenta Ulises experimentará un extraño episodio que lo obligará a replantear su pasado, su presente y su mirada acerca de la realidad que le toca vivir. En torno de estos recuerdos comenzará así a ser torturado por remordimientos y culpas y confundido por alucinaciones, por lo que deberá hacer un enorme esfuerzo para mantener su cordura en sus últimos días de vida o transformarse en un alma en pena en eterno retorno. Con estos elementos que siempre giran en torno a lo terrorífico el director Gonzalo Calzada (Luisa, La plegaria del vidente, Resurrección) elaboró un thriller pleno de suspenso y de emoción que indaga en la soledad y en las relaciones humanas a través de esa pareja que interpretan, con enorme solidez, Pepe Soriano y Marilú Marini apoyados por una excelente fotografía y por una inquietante música que crean el angustiante clima de esta historia plena de elementos que lanzan su mirada hacia lo desconocido.
Gonzalo Calzada, el realizador de La plegaria del vidente, Resurrección y Luciferina insiste con el cine de terror pero esta vez consigue una película más redonda. La complejidad de la historia funciona como parte del género y le agrega otros elementos que muestran una madurez por parte del director. Aquí elige a un personaje al que es capaz de darle mayores matices que en sus films anteriores. Ulises (Pepe Soriano) es un hombre de noventa años que vive junto a su mujer (Marilú Marini) en edificio antiguo. La historia lo presenta con problemas de orientación y memoria, probablemente senil. Su vejez es evidente, pero no se sabe hasta que punto esto afectará su percepción de los eventos inquietantes que ocurrirán en su edificio por la noche. Los límites entre la imaginación, la enfermedad y una realidad siniestra son todo el clima y el centro de la película. Un recuperado para el cine Pepe Soriano se luce en su papel y es quien permite que las ambiciones del realizador no caigan en saco roto. En esos momentos de actor y construcción del suspenso de Calzada es que la película alcanza sus puntos más altos. En los efectos visuales, por otro lado, Nocturna se estanca un poco y se vuelve demasiado limitada. Pero eso no le impide conseguir ese retrato de horror que significa la mente humana cuando empieza a construir sus propias ficciones fragmentadas y con una cronología no lineal. Otro exponente interesante del prolífico cine de terror nacional.
LA AVENTURA DEL TRANSMEDIA EN ARGENTINA Es interesante y saludable preguntarse acerca del estado de la producción transmedial en la Argentina. Una narrativa transmedial se puede definir como aquella que se extiende a más de un medio artístico. Uno de los ejemplos paradigmáticos y originarios de este sistema de producción de contenidos es Star Wars, el cual comenzó como película y fue luego ampliado en novelas, comics, videojuegos, parques temáticos y todo lo que se nos pueda ocurrir. Se trata este de un modo de producir bastante norteamericano, al menos si lo asociamos a la grandilocuencia y la ambición con la que Estados Unidos siempre encaró el desarrollo de sus industrias culturales. Ahora bien, la narrativa transmedia es, además de una forma de entender el arte y los bienes culturales que podría asociarse a la mentalidad expansionista norteamericana, un interesante y necesario ejercicio que obliga a conjugar diferentes lenguajes para articular una historia cuya complejidad y riqueza no puede sino verse multiplicada. Nocturna, un proyecto que consiste en dos largometrajes y una novela, se suma este año a la corta lista de narrativas transmedias argentinas. Y si bien esta reseña no pretende serlo de todo el proyecto transmedial sino solo de una de sus dos películas, lo menos que se puede hacer es pensarla y juzgarla en el contexto de la serie de producciones en las que se enmarca. Dicho esto, ¿de qué trata Nocturna? Es la historia de una pareja de ancianos que transita las dificultades de la edad y la aterradora proximidad del olvido, la demencia y la muerte, a la vez que son confrontados por los fantasmas de viejos errores. El largometraje es el primero del binomio compuesto por: Nocturna. Lado A: La noche del hombre grande y Nocturna. Lado B: Donde los elefantes van a morir. Lo protagoniza Pepe Soriano, que con 92 se echa la película al hombro y solo con su expresividad facial sostiene 107 minutos de duración. La pertenencia de este largometraje a una serie transmedial se refleja en lo ambicioso de sus búsquedas formales y narrativas. En su base, la historia es simple, pero se complejiza a base de recursos como la confusión entre realidad y fantasía, o entre presente y pasado. El guion enmaraña y fragmenta el conflicto dramático del personaje de Soriano convirtiéndolo en una serie de escenas que se repiten, se confunden y se pierden. La complejidad es doble al tener en cuenta el admirable despliegue formal: Nocturna marea al espectador con una superabundancia de recursos y herramientas estilísticas que lo acercan al expresionismo de formatos tales como el comic o el videojuego (entendido como una simplificación formal que acentúa la capacidad expresiva de ciertos elementos). Claro que un relato de estas características tiene un alto grado de riesgo. Por ejemplo, el de caer en el exceso y el barroquismo. En este sentido, Nocturna puede por momentos agobiar al espectador o, en contradicción con el carácter expresionista del que hablaba antes, apilar recurso sobre recurso, haciendo de la escena visual y sonora una confusión de estímulos de la cual resulta por momentos difícil sostenerse. Claro que esto va en consonancia con el carácter de su protagonista, un anciano afectado por dificultades perceptivas o neurológicas, pero esta interesante relación entre forma y fondo no se logra (al menos en este caso) sin perder algo de legibilidad. Por último, el otro riesgo que surge del uso de tal diversidad de sistemas expresivos y artificios está en que es más factible que al menos alguno de ellos no gusten a sus espectadores. Dicho de otra manera, es difícil ver Nocturna sin sentir que al menos algo de lo que se observa o se escucha sobra. En mi caso, por ejemplo, la decisión de alternar la actuación de Soriano y Marilú Marini con dos actores infantiles, aunque justificada desde el guion, me parece un despropósito que hace tambalear el ritmo y el tono del relato en momentos centrales.
“Nocturna, La noche del Hombre Grande” de Gonzalo Calzada. Crítica. Una actuación épica de "Pepe" Soriano. Francisco Mendes Moas Hace 1 semana 0 118 La última película de Gonzalo Calzada, “Nocturna, La noche del Hombre Grande” trae aparejada la vuelta al protagonismo de Jose “Pepe” Soriano. El actor de 92 años, casi como Clint Easwood, se carga al hombro la trama, que comparte con la impecable Marilú Marini. El estreno podrá verse en las salas de cine a partir del próximo 30 de septiembre y en la plataforma Cine.ar, en este caso gratis por una semana. Si bien el thriller psicológico abarca tópicos como la soledad o las relaciones humanas a avanzada edad, inexorablemente acarrea el miedo a la vejez que muchas personas tenemos. Miedo a que la memoria nos falle, olvidar quienes somos o qué estábamos haciendo. A dejar de ser capaces de realizar actividades que antes resultaban simples. Volver a ese estado de necesidad de atención que abandonamos en la más tierna infancia. Ulises está grande, ya casi tiene cien años de edad, la demencia señil lo acompaña y el miedo al exterior cada vez es peor. Durante la noche comienzan a suceder extraños sucesos, golpes en la puerta, la vecina de arriba se suicida y cae en su patio. Luchando con la confusión de su memoria y con los sucesos paranormales, él pasará lo que pareciera ser la última noche de su vida. En cuanto a la narrativa implica compromiso y atención por parte del espectador. Con idas y vueltas narrativas, que por un lado buscan emular los lapsus de memoria, por el otro se tiñen de fantasía. Lo cual nos permite habitar la tensión vivida por el personaje de manera más intensa, además de sentir la conexión del mismo con la muerte. Por no nombrar que la misma es parte de su realidad, al confundir las cosas, la línea entre lo fáctico y lo ficticio se desdibuja constantemente. Tanto el sonido como la fotografía y el arte, le otorgan un tono misterioso en el cual el personaje se mueve, no sin esfuerzo. Además, la confusión del personaje se representa por las actuaciones de una pareja de niños que intercambia lugares con la pareja de ancianos. Sus alter egos infantiles toman fuerza en sus momentos de mayor inocencia. En dichos momentos lo paranormal no tiene lugar, la pureza de sus actos repelen la oscuridad. De esta manera Gonzalo Calzada nos entrega el mejor estreno nacional de esta semana. “Nocturna, La noche del Hombre Grande” merece ser vista en una pantalla grande. Ya que es un deleite visual y actoral, donde Jose “Pepe” Soriano y Marilú Marini se entregan al cien porciento, para hacer pasar al espectador un incómodo momento, que sin embargo es completamente disfrutable. Ideal para los amantes del cine de género. Calificación.
“Nocturna, la noche del hombre grande”, crítica. El director Gonzalo Calzada, de la mano de “Pepe”Soriano, llega a romper las barreras del cine de terror con una obra innovadora. Joaquín Viloria Hace 1 semana 0 96 Por el cine nacional pasaron cientos de películas, desde obras de arte hasta piezas que no fueron de las mejores, pero si hay algo que es difícil, tras más de 100 años de filmes argentinos, es hacer algo totalmente innovador. “Nocturna, la noche del hombre grande”, dirigida por Gonzalo Calzada, no solamente logra traer algo distinto en cuanto a la trama, sino que tiene tantos elementos poca o nunca antes vistos que termina sorprendiendo, de manera positiva, en todos los sentidos. Nocturna, La Noche del hombre grande – La Puerta Cinematográfica El filme trata sobre Ulises (José “Pepe”Soriano), un anciano de casi 100 años. En un principio, parece que el destino de esta cinta es ser meramente nostálgica, contando la historia de un señor que, con demencia senil, trata de sortear los problemas que representan olvidarse de las cosas, pero no, nada más lejos de la realidad. La historia sí retrata a Ulises, un señor que está cerca de su muerte debido a su edad y encima sufre de delirios, pero es justamente esa demencia la que lo envuelve en una noche de terror, donde van apareciendo elementos que lo irán asustando y confundiendo, y no solo a él, sino que al espectador. Es eso, el no saber que es real o no, lo que mantiene la tensión, sin perder la emotividad de los recuerdos de su infancia. La actuación de Soriano es fenomenal, porque retrata a la perfección la situación de Ulises, pero no solo desde la perspectiva del otro, en tercera persona, sino que muestra cómo es estar dentro de la cabeza de él, que piensa, que siente, es tan realista que uno en ciertas ocasiones olvida que está viendo una película. Por momentos, es una cinta de terror, con instantes de verdadero miedo y tensión, pero nunca se pierde ese lado emotivo, que es en realidad el eje de la película: Ulises se olvida lo que hace cada cierto tiempo, pero no deja de recordar su infancia, a sus hijos, a su esposa, y todos los errores y heridas que quedaron sin sanar. El filme es realmente fenomenal, las actuaciones son creíbles, el guion es emocionante, la ambientación es perfecta, nunca se pierde el misticismo, el terror ni la tensión. La mejor parte es que, en otro acto de innovación, “Nocturna, la noche del hombre grande” tendrá un lado B, sí, como en los discos de música, que contará esta misma historia desde otra perspectiva. Lo más importante es que el cine nacional tiene una nueva joya que atesorar y que no tiene nada que envidiarle a las grandes producciones hollywoodenses, ya que con un presupuesto mucho menor, el director Gonzalo Calzada logró hacer una película de terror fantástico que, a diferencia de la mayoría de estas, está llena de emotividad y nostalgia, que deja un hermoso mensaje.
Nocturna: la vejez en tiempos de desmemoria. 92 años tiene Pepe Soriano, uno de los grandes actores del espectáculo argentino. Cuando veo Nocturna, no puedo dejar de pensar en La nona (lógicamente) aquella tragicómica vieja que no paraba de engullir, pergueñada por Tito Cossa y llevada al cine por Héctor Olivera en 1979. En Nocturna film de Gonzalo Calzada, el mismo actor, cincuenta años después, en un trabajo que combina un sutil terror de efectos especiales, con el drama de la demencia senil. De hecho la pelicula está siendo invitada y seleccionada a Festivales de terror y ya tiene premios en Macabro Film Fest (México) y Fantaspoa (Brasil). Tampoco escapa la recientemente estrenada El padre, de Florian Zeller con Anthony Hopkins, y el alzheimer que, por obra de ciertos recursos de la enunciación (el guión ganó un premio Oscar), hace ingresar al espectador a una confusión similar a la que produce la enfermedad. Un recurso parecido en Nocturna, visiones de la infancia, un niño-viejo-niño, una niña-vieja-niña; muertos que reviven, hijos ausentes-presentes, fantasmas del pasado en la mente fatigada de un hombre viejo (asi subtitula la pelicula) encerrado en un departamento con un hall panopticun y puertas con reflejos que sirven de escenario para que a lo largo de toda una noche asedien espectros que parecen tan reales. Calzada recurre a un montaje que frecuenta los espacios, los tiempos y ciertas situaciones remarcadas en esa repetición (los golpes a la puerta de la vecina), por otro lado también repetirá los planos detalle para atravesar en un mismo espacio la vejez y la juventud. Tal vez sintetizando un poco esos recursos, el film podría haber sido más compacto.
Una historia hecha de trizas. Su director, Gonzalo Calzada, ensaya puntos de conexión para su propio viaje sensorial. En “Nocturna” existe algo maravillosamente inasible. Fantasmas mentales rodean a sus protagonistas. Percibimos cierta fragmentación temporal, espacios que convergen. Nos encontramos ante una propuesta radicalmente experimental. El ejercicio audiovisual llevado a cabo por el realizador de “Resurrección” (2’15) y “Luciferina” (2018) explora el resquebrajado estado mental de un personaje (el inmenso Pepe Soriano) perdiendo su memoria. Con espíritu evocativo, reflexiona acerca de la vejez, el deterioro físico, la pérdida de la identidad y el espacio reservado a las personas adultas en las grandes ciudades. Sin embargo, el autor no expone la debacle de su criatura, sino su redención, en diálogo directo con el tejido social en donde se encuadra. Podemos trazar cierta analogía con el malestar de la cultura, tamizado a través de la mirada de Oscar Wilde y aquello de que ‘toda vida se define en un instante’. Para ello, Lozada lleva a cabo un enfoque atractivo desde lo cinematográfico, como es apropiar los recursos literarios del narrador objetivo y el fluir de la conciencia. No obstante, en “Nocturna”, el realismo muta en fantasía circunscripta al thriller psicológico. La imagen degradada nos devuelve el reflejo espejado: la carencia de humanidad nos interpela. Allí está el dispositivo cinematográfico y el misterio atávico que encierra una imagen en celuloide. Lozada, con cierto carácter filosófico, expone cierto carácter simbólico existente entre la degradación del cuerpo en relación al cuerpo de la imagen y sus texturas proyectadas en la pantalla. El suyo es un teorema audiovisual que desnuda cierta trascendencia mitológica.
¿Qué harías si te tocan la puerta a altas horas de la madrugada? ¿Dejarías entrar a esa persona a tu casa? Ulises debe buscar respuesta a esos y otros interrogantes en “Nocturna: La noche del Hombre Grande”.
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