Por una de esas piruetas del destino, Nuevo orden, acaso la película más desmesurada y caótica de Michel Franco, el (ya no tan) enfant terrible del cine mexicano, ve la luz este 2020 desmesurado y caótico como pocos años. Y como si de una ironía de calendario se tratase, el film llega nuestro país -a través de Cinemark Hoyts- un día de paz y recogimiento como es el de Nochebuena.
El jueves 24 de diciembre se estrena la película “Nuevo Orden”, con dirección y guión de Michel Franco, en el nuevo cine online de Cinemark Hoyts. En esta nueva plataforma, elegís la película que querés ver, recibís un código y mirás la película desde tu dispositivo. La historia es intensa, dura, al filo de la violencia total pero con un excelente manejo de la cámara que establece ciertos límites. Sin dudas, atrapa desde el momento cero. Un salón de fiestas en donde se está agasajando a los novios, esperando a la jueza para celebrar la boda. Los padres de los jóvenes son de muy buena posición económica pero también pertenecen al poder político. Fuera del salón de fiestas, en la ciudad, se produce una revuelta en la que los revoltosos terminan tomando las calles – se hacen dueños del salón de fiestas, impera el caos y más no contaremos porque sería spoilear la historia. El film está protagonizado por Naian González Norvind, Diego Boneta y Mónica Del Carmen. Si tengo que calificarlo, es excelente en todas sus facetas: dirección, guión, montaje, fotografía y actuaciones. “Nuevo Orden” es una película que genera una alta repercusión porque no puede evitar marcar las diferencias de clases sociales, la violencia enquistada en la sociedad, las revueltas populares. Un film con un guión sociológico que se ubica en América Latina, lo que hace que el espectador esté más sensible y más abierto a la problemática. Un drama que al finalizar nos dejará la piel de gallina – nos dejará reflexionando en un limbo de pensamientos: ¿es ficción o es una historia distópica?. Alarmas que se encienden marcando lo que puede ser en un futuro una triste realidad.
EL NUEVO ORDEN DEL CINE La nueva película de Michel Franco responde a un par de parámetros que el cine latinoamericano ha aprendido a desarrollar a cambio de lograr notoriedad internacional. Hay por un lado una pericia formal evidente, en un cruce que va del cine de género al registro autoral, con un solvencia técnica que deja explícito un costado tan profesional como industrial. Y mientras eso se desarrolla en primer plano, para regodeo de una parte de la audiencia que exige determinadas variables disimuladamente mainstream, se elabora un discurso mayormente cínico sobre los problemas de la región, donde el desencanto se impone y el discurso político se balancea entre lo desorientado y lo confuso. Que la película del mexicano Franco haya ganado el Gran Premio del Jurado en el Festival de Venecia es una comprobación de lo efectivo que resulta este discurso y de cómo ese “nuevo orden” que sugiere el título se le vuelve un poco en contra al director. Hay que reconocer que el arranque de Nuevo orden tiene su fuerza cinematográfica y narrativa. Asistimos a una fiesta de casamiento de la alta sociedad mexicana, en una construcción fragmentaria que nos permite vislumbrar que allí se cocinan algunos asuntos del poder: la cámara va de aquí para allá, metiéndose entre los invitados, pero también entre el personal que trabaja en la fiesta, resaltando esas diferencias de clases en pequeños gestos. Y mientras estos sucede, el fuera de campo nos indica que algo está por explotar: una suerte de revuelta social que termina con un grupo de manifestantes invadiendo la casa y asesinando a varios de los asistentes a la fiesta. Está claro que Franco pensó su película a partir de esta larga secuencia, un tramo de una arquitectura perfecta, salvo por algunos trazos gruesos propios de la corrección política que busca subrayar la maldad del rico y la nobleza de los pobres. Aun con esas fallas señaladas, Nuevo orden muestra ahí a un director con el conocimiento suficiente como para construir imágenes poderosas y con carga política, y reflexionar desde la más pura fisicidad. Decíamos que indudablemente Nuevo orden fue construida en función de esa larga secuencia. Y esto es así porque a partir de que los militantes irrumpen en la fiesta y la película se divide en subtramas, todo se derrumba formal y narrativamente. El film de Franco comienza a ingresar en lagunas pronunciadas, con personajes secundarios que van perdiendo fuerza y la búsqueda de giros narrativos que impacten en el espectador, a costa de llevarse puesto el propio verosímil. Pero tal vez lo peor de Nuevo orden es la confusión argumentativa en la que ingresa hacia el final, con un discurso político que parece abonar la idea de que todo da lo mismo, y que aquellos que tienen buenos gestos terminan muriendo. La película de Franco se instala cómodamente en ese discurso cínico y tan contemporáneo de mucho cine que triunfa en festivales. Un cine de personajes irrelevantes, cuyo destino no le interesa al espectador, más que como una confirmación de todos los prejuicios. Michel Franco es un buen discípulo de Alejandro González Iñárritu y de esa idea del cine como calvario y exposición de miserias, pero todo correctamente filmado. El nuevo orden del cine, que resulta premiado y distinguido.
La visión de la última película del realizador mexicano Michel Franco hace que uno se plantee el problema de la representación en relación al presunto mensaje que se transmite o se quiere transmitir, en particular la representación de la violencia y la crueldad. Nuevo orden se presenta como una distopía en un futuro muy cercano o en tiempo casi presente. Una revuelta sangrienta, un estallido violento seguido de una represión brutal y el establecimiento de un régimen dictatorial. El escenario de la primera parte de la película es una mansión en la ciudad de México donde se celebra un casamiento de clase alta. Paralelamente en la ciudad se ha desatado un estallido social con inusitadas dosis de violencia que sugestivamente no están recibiendo respuesta por parte de las autoridades. En la primera escena vemos un hospital desbordado por la masa de heridos que van llegando, como para dar una magnitud de la tragedia que está en pleno desarrollo y parece incontrolable. La mansión es asaltada por varios manifestantes armados que toman como rehenes a los invitados a la boda y saquean el lugar dejando a su paso un tendal de muertos y heridos. En un segundo tramo, cuando ya el caos en las calles alcanzó proporciones de desastre, aparecen las fuerzas de seguridad ejecutando una represión brutal, seguida de un toque de queda estricto y un golpe de estado que usa como excusa para legitimarse el mismo estallido que se dejó desbordar. Mientras, en otro lugar de la ciudad, un grupo de soldados o paramilitares (actuando por las suyas o no) aprovechan el descontrol para secuestrar personas de clase media o alta (una de ellas la novia de la boda) y pedir rescate. En tanto mandan los ultimatums, los mantienen cautivos y los someten a todo tipo de vejámenes mostrados con total crudeza. Franco demuestra una visión nihilista e impiadosa, deudora de la idea del hombre como lobo del hombre donde levantadas o vulneradas, aunque sea temporalmente, las barreras y la vigilancia lo que sucede es el asesinato, la rapiña y todas las formas de crueldad y violencia, incluso las más gratuitas. Franco le arroja en la cara al espectador una exhibición de atrocidades más para aturdirlo que para concientizarlo. Así desfilan escenas de violaciones, torturas, ejecuciones y varias formas de humillación y sometimiento, menos por fines utilitarios que por puro sadismo. Aquí es donde se plantea la pregunta por la representación. En qué medida esta exhibición es la denuncia de un sistema injusto, de una violencia estructural y de los abusos a los que son sistemáticamente sometidas las clases populares, o si termina termina naturalizando lo mismo que se denuncia en la medida en que lo que presenta es un estado de cosas inamovible y una naturaleza humana esencialmente egoísta y depredadora, donde no hay salida posible y cualquier muestra de humanidad va a ser duramente castigada. En medio de todas las miserias mostradas en el transcurso del film, los únicos personajes que tienen una actitud solidaria pagan muy caro su actitud. Por su parte, la revuelta contra el sistema es brutal y espasmódica y solo termina sirviendo de excusa para que el poder establecido se afiance y apriete todavía más la soga a los de abajo. El film, ganador del Premio del Jurado en el Festival de Venecia, viene precedido de una polémica en su país de origen. Las acusaciones hablaban de clasismo y racismo por la victimización de los blancos de clase alta y el retrato brutal de los mexicanos de clase baja mestizos y de piel oscura. No obstante, de la visión de la película se puede inferir que Franco es bastante democrático a la hora de distribuir su desprecio por la humanidad y que el miserabilismo alcanza a todos los estratos, cada uno ejerciéndolo según su idiosincrasia. Los blancos ricos son mezquinos, falsos, egoístas y carentes de solidaridad, características que se evidencian en la forma en que reciben y despachan a un viejo empleado que viene a pedir ayuda para su esposa enferma. Solo la novia va a querer ayudarlo con consecuencias nefastas para ella. Los pobres de tez oscura no son mucho mejores. Los manifestantes (¿el pueblo?) son una masa enardecida, poseída por el odio y el resentimiento, sin reivindicaciones claras ni un plan de lucha, embarcados en una revuelta irracional e inviable. Los soldados, también de tez oscura, hacen con sus víctimas un despliegue abrumador de sadismo. Los sirvientes de la casa cuando ven a sus patrones sometidos aprovechan para saquear y escupir el rencor acumulado contra sus amos. Solo dos de ellos mostrarán una actitud solidaria con respecto a la novia secuestrada y tampoco les va a ir bien. Nuevo orden es una película dura, incómoda, por momentos difícil de soportar, que se justifica a sí misma en su vocación de denuncia. El propio Franco expresó que se trataba de “una advertencia”. Su puesta en escena es prolija, fría y distante, dando muy poco lugar a la empatía con unos personajes que están ahí para someter y ser sometidos. El tono general es grave y con una ambición evidente cuando vemos destacada en el plano una imagen emblemática de México D.F. como la Columna de la Independencia (donde descansan los restos de varios héroes nacionales), o en el plano cerca del final donde la bandera mexicana flameando ocupa toda la pantalla, dando cuenta de que se quiere hablar del México presente sumido en la desigualdad social y tomado por la violencia. La cuestión es si señalar un sistema injusto e inhumano desde el nihilismo y la misantropía, donde cualquier intento de ir en su contra es una expresión de barbarie o un acto de ingenuidad, no termina entregando, involuntariamente o no, un mensaje conservador. NUEVO ORDEN Nuevo Orden. México, 2020. Dirección: Michel Franco. Intérpretes: Naian González Norvind, Diego Boneta, Mónica del Carmen, Darío Yazbek Bernal. Guión: Michel Franco. Fotografía: Yves Cape. Montaje: Óscar Figueroa, Michel Franco. Música Original: Cormac Roth. Producción: Michel Franco, Eréndira Núñez Larios, Cristina Velasco. Producción Ejecutiva: Charles Barthe, Diego Boneta, Cecilia Levy Franco, Lorenzo Vigas. Diseño de Producción: Claudio Ramirez Castelli. Duración: 88 minutos.
Marianne y Cristian son una pareja proveniente de dos familias adineradas de México, quienes están celebrando su boda, junto a otras personas ricas y poderosas del país. Sin embargo, con la llegada de Rolando, un ex empleado para pedirle dinero para la operación de su esposa, empezaremos a notar algunas malas actitudes de la familia. El hombre se retira luego de que la madre le dé un poco de plata que no ayuda ni a cubrir los gastos y será Marianne quien decida ir a su casa para llevarle lo que falta. En el camino se cruzará con un caos social, al mismo tiempo que su hogar será invadido por manifestantes. «Nuevo Orden», del director mexicano Michel Franco, es una película que nos invita a reflexionar sobre la desigualdad social, el abuso de poder, el manejo del gobierno, la violencia, el rol de las fuerzas armadas y el caos social, a través de una historia distópica ubicada en un mundo ficticio pero que mucho tiene que ver con la realidad, no solo mexicana, sino de cualquier parte del mundo. Al principio la cinta comienza de una manera confusa, donde el espectador no sabe bien qué está observando, pero a medida que avanza el relato se va acomodando y explorando la situación con mayor claridad. La misma no explica los motivos de los hechos que desata tal salvajismo, sino que intenta llevar al extremo el comportamiento de ambos sectores de la sociedad para mostrar las miserias humanas. Y aquellos personajes que quieren ser solidarios o empáticos con los demás, terminan de una forma peor. Es una historia que no deja escapatoria y nos ofrece una mirada negativa y cruda de la realidad. En esta búsqueda se cae en ciertos estereotipos y hasta simplificaciones de los protagonistas, donde no todos están muy delineados. Las actuaciones de todo el elenco son correctas, principalmente de Naian González Norvind (Marianne) y Diego Boneta (quien hace de su hermano), quienes consiguen transmitir el dolor y la desesperación de la situación. «Nuevo Orden» tiene algunos giros inesperados que impactarán al espectador, como también propone un clima de tensión constante, más alineado al género de suspenso o terror, y se emplea una cámara en mano para otorgarle mayor dinamismo, realidad y frenetismo a la trama. Cada recurso técnico está puesto al servicio del relato para intensificar su violencia desmedida. En síntesis, «Nuevo Orden» es una película que dividirá las aguas pero que logra hacer una crítica social interesante ideando un mundo ficticio lleno de violencia y desigualdad, que no está muy lejos de nuestra realidad. Con buenos aspectos técnicos y correctas actuaciones, la cinta no dejará indiferente a ningún espectador.
Quien conozca el cine de Michel Franco sabe que es un cineasta mexicano que jamás intenta atravesar temas sencillos. Su cine, es un cine narrado desde las entrañas: en “Después de Lucía” (2012) habla implacablemente de las consecuencias del bullying en el entorno de un colegio secundario, en “Chronic” (2015) aborda el tema de la eutanasia o en “Las hijas de Abril” (2017) narra el tema del embarazo adolescente dentro de una familia reinada por el poder maternal teñido de perversidad, películas por la que ha sido tres veces premiado en el Festival de Cannes, en diferentes secciones. Desde las primeras escenas de su nuevo trabajo titulado “NUEVO ORDEN”, shockea al espectador con una puesta en escena rigurosa y comprometida desde su estética, pero abiertamente dura y sin absolutamente ninguna concesión. Un reguero de cadáveres, cuerpos desnudos, pintadas verdes, invasión dentro de un hospital, graffitis y otros fragmentos que en principio, se presentan como caóticos, pero que luego irán tomando cuerpo a medida que avance el relato que tiene su centro en la fiesta de casamiento de una joven de clase alta, Marian, el que se verá interrumpido por la presencia de Rolando. Rolando tiene a su mujer gravemente enferma y su situación es desesperante. Por lo tanto, apelará a la familia para la que han trabajado durante muchos años para solicitarles un préstamo que permita concretar la operación de su esposa. Con la intención de “sacárselo de encima” y en medio de la suntuosa fiesta de bodas, juntarán algún dinero –lo que sobra en sus bolsillos y lo que es claramente insuficiente para cumplir con el objetivo- que los dejará con la conciencia tranquila de haber ayudado, cuando no han entregado más que una cifra muy escasa. Cuando Marian se entera de esta situación, junto con otro empleado de la familia, decide salir en busca de Rolando y ayudarlo verdaderamente. Cuando se suba al auto y comience a atravesar la ciudad, se encontrará con un territorio completamente devastado y algunas piezas comienzan a cerrar. Dentro de la casa, Franco plantea las distintas tensiones dentro de la familia y por fuera de ese microclima, aparece una ciudad absolutamente diezmada que nos brinda una sensación apocalíptica: un “nuevo orden” se ha instaurado y ha llegado el turno de que las clases más desposeídas encuentren su revancha después de tanta opresión y sometimiento. La clase más vulnerable se ha amotinado y presa del hartazgo busca un cambio que les permita terminar con el padecimiento y tomar cartas en el asunto para que el supuesto orden social que los victimiza, comience a subvertirse. Lo que está sucediendo a lo largo y a lo ancho de toda la ciudad, rápidamente invade la mansión y en plena fiesta, los manifestantes arrasan con todo lo que encuentran a su paso dejando una estela de muerte, destrucción y violencia y aparecen los rostros llenos de miedo, dolor y humillación que demuestra que, por primera vez en mucho tiempo, los roles finalmente han sido modificados –valga ver la reacción del personal de servicio en pleno saqueo de la mansión y las pintadas que dejan impresas en las paredes como “Putos Ricos” para comenzar a comprender más profundamente el tono de la propuesta-. La crueldad de la cámara de Franco es extrema, en el sentido de que no apela a un tono de fábula contemporánea complaciente. “NUEVO ORDEN” está narrada en forma visceral, directa, dura, sin hacer uso de ningún falso metalenguaje. Quizás sea el único y exacto tono en que una historia de estas características deba ser contada. Si bien la última ganadora del Oscar, “Parasite” de Bon Joon-ho impactó por el tema de la desigualdad social, la lucha de clases, la guerra de pobres contra pobres y la decadencia de la burguesía, en este caso, la mirada de Franco es absolutamente impiadosa y sobre todo en su segunda parte, no escatima crueldad para mostrar cómo se maneja, se desarrolla y se desborda todo, dentro de este nuevo orden. Desde la pantalla, permanentemente nos interpela, como si necesitase de un espectador que activamente tome partido y se ponga del lado de alguno de los personajes (como ya pasaba, salvando las distancias –enormes- con “Les Misérables” de Lady Ly o la vernácula “4×4” de Mariano Cohn) y el guion, escrito por el propio director, jamás brinda ningún tipo de referencia condescendiente sino que, por el contrario, va complejizando cada vez más la situación de forma tal de dejar flotando en el aire la pregunta de si el fin justifica los medios, abriendo nuevamente otra de las tantas grietas. Michel Franco con este nuevo trabajo distinguido con el Premio del Jurado en Venecia construye una puesta en escena plagada de detalles, rigurosa y precisa. Una cámara que se mueve perfectamente bien tanto en lo personal como en lo coral, en lo privado y en lo social, en una prolija mansión o en una ciudad desolada y que sigue al guion con pulso firme, el que toma, sobre todo en el tercer acto, un potente giro narrativo. “NUEVO ORDEN” tiene un humor plagado de cinismo e ironía, es provocadora, comprometida, radical, de esas películas en que es imposible quedar ajeno y que se inscriben, indudablemente dentro de las mejores propuestas de este año. POR QUE SI: » La mirada de Franco es absolutamente impiadosa «
Seamos realistas, pidamos lo imposible. “Nuevo orden” de Michel Franco. Crítica. Estreno navideño revolucionario. Francisco Mendes Moas Hace 3 semanas 0 7 Para estas fiestas regala cine. Una colaboración de Cinemark Hoyts Argentina y Cining (una empresa de BF Distribution) trae a su boletería virtual la última película del director mexicano más interesante de la última década. Nuevo orden de Michel Franco te soluciona los planes del 25 a la tarde. Con una crítica a la desigualdad social y la distribución de riquezas. Cómo hizo Bong Joon Ho con Parasite pero violentamente más latina. Al mismo tiempo que Marianne y Alan pretenden celebrar su boda en la ostentosa casa de los padres de la primera, se desata una revolución de la clase obrera mexicana en el centro de la ciudad. Un ex obrero llega a la fiesta pidiendo dinero para operar a su esposa y la única de la familia que intenta ayudarlo es Marianne. Por esta razón en el momento que la revuelta llega a su hogar, ella se encuentra lejos viviéndola de manera diferente. Una de la muchas revoluciones que se estudian durante la secundaria es la mexicana, con Pancho Villa y Emiliano Zapata. El proletariado toma las armas y destrona al poder de turno en busca de una mayor igualdad de condiciones. En algún momento a lo largo de todos estos años, los resultados se distorsionaron y actualmente México es uno de los países con mayor desigualdad social de latinoamérica. Los ricos lo tienen todo y quieren más, los trabajadores poseen poco y nada. Como nos mostró Cuaron en su última producción Roma. ¿Podríamos decir que la revolución fracasó? La obra de Michel Franco no pretende asociarse a un futuro distópico, por el contrario se presenta como una realidad alternativa. Una línea del tiempo posible, quizá inspirada en estos tiempos donde muchos ciudadanos de diferentes países se alzaron en protestas contra sus gobiernos. En la actualidad nos cansamos de habitar y aceptar el mundo como es y buscamos transformarlo para que sea el que queremos. Aquí el tinte latinoamericano se lo da la fuerte represión militar, tras décadas de gobiernos de facto a lo largo de todo el continente. Muchos reconocen a las fuerzas armadas como herramienta opresora de los gobiernos, en lugar de los encargados de defender al país. Una dura crítica a los políticos y gobernantes mexicanos atraviesa transversalmente todo el film. Se los presenta como adinerados burgueses corruptos hasta la médula. Amigos de aquellos ricos que ostentan el poder, al tiempo que los miran de reojo deseando ocupar ese lugar. Lo cual podría ser la fuerza impulsora de la mayoría de los personajes, algunos hartos de vivir en una situación tan desigual y otros buscando ascender en la escala social. Situación o sensación que se puede extrapolar al resto del continente, si se me permite la repetición, una de las pocas cosas que tenemos en común además el hecho de haber sido colonizados. Incómodamente cruda y realista, Michel Franco se vale de la ficción en Nuevo orden para denunciar su disconformidad con el sistema actual. Una mirada personal se desprende de cada plano. Acompañado de las buenas interpretaciones de los actores, que en algunos caso no lo tuvieron fácil. Una película a la cual hay que darle visualización, más aún en momentos como este, para que no quede tapada por el estreno del gran tanque del momento. Ya que tiene muchas cosas para decir, siempre leyendo entre líneas, las cuales deberíamos empezar a escuchar.