Una muy graciosa comedia uruguaya, ubicada en un pueblo fronterizo, Mosquitos, que esta basada en la novela “Alivio de luto” de Mario Delgado Aparaim. Dirige Guillermo Casanova que co-escribió el guión con Inés Bortagaray. Es la etapa final de la dictadura en Uruguay, y dos amigos deciden llevar adelante un gran acto de rebeldía: robarle los enanos de jardín al insoportable coronel local y leer una proclama en la radio local. Uno de ellos es apresado, y nadie sabe donde esta. El otro, se encierra para vivir su dolor y frustración. Hasta que llega el momento de un plan descabellado que consiste en contar de manera muy especial toda la historia de la humanidad y rebelarse, unidos, para lograr la libertad del preso. Una metáfora sobre la solidaridad, la estupidez del poder, lo cuadrado que pueden ser algunos militares, la obsecuencia, el inconformismo y la contagiosa necesidad de todo un pueblo para sacudirse tanto autoritarismo. Con entrañables actores y un clima campestre de ingenuidad y certera sátira política y social, con un bajo presupuesto pero con ideas claras y talento, surge este film entrañable.
Milo (Roberto Suárez) y Esnal (César Troncoso) son dos amigos que, en plena dictadura uruguaya, deciden tomarle el pelo al coronel del pueblo ficticio donde transcurre la acción secuestrando su colección de enanos del jardín. Pero la humorada no sale del todo bien, y el primero debe perderse sin dejar rastro para proteger a su familia. Dolido por esa partida, su socio se obliga a un largo encierro del que solo saldrá con un plan para revalidar a su amigo caído. Así se plantean las cosas en Otra historia del mundo. Coproducción entre Uruguay y la Argentina que representó al país vecino en la contienda por el premio Oscar a Mejor Película Extranjera, el film de Guillermo Casanova explora cuestiones como la amistad, los vínculos filiales, el poder de la fantasía y su relación con lo real a través de un relato que, en sus mejores momentos, apela a una comicidad solapada, casi imperceptible. El problema con el film es que su puesta en escena es chata y televisiva, y su narración recién se clarifica sobre la segunda mitad del metraje. Con prácticamente todas las escenas rodadas en interiores con huellas visibles de artificio, Otra historia del mundo funciona mejor como virtual episodio extendido de una miniserie de época que como película.
En plena época de la dictadura militar en Uruguay, dos viejos amigos llevan a cabo un plan delirante: secuestrar a los enanos de jardín del comandante local del Ejército y presentarlo como una operación guerrillera destinada a exigir que se revoque la prohibición de cerrar a las diez de la noche los boliches del pueblo que ellos frecuentan. Con esa premisa cómica, Guillermo Casanova abre el fuego de esta película que tiene algunos puntos en común con su primer largometraje, El viaje hacia el mar (2003). En principio, su origen literario (un libro de Juan José Morosoli en aquella ópera prima, otro de Mario Delgado Aparaín en este caso). Luego, una banda de sonido con buenas canciones de artistas populares de Uruguay (Jaime Roos, Eduardo Darnauchans y la Sonora Borinquen, al margen de la música incidental del gran Hugo Fattoruso, asociado aquí con Daniel Yafalián). Los personajes de la historia sintetizan el clima que Uruguay vivía bajo el régimen de facto: militares autoritarios, funcionarios obsecuentes, intelectuales rebeldes y civiles agobiados por la violencia del Estado. Para rememorar ese pasado oscuro, Casanova se apoya en un tono de comedia alegórico y disparatado, sintetizado en unas curiosas clases de historia gratuitas para los lugareños que imparte uno de los extravagantes protagonistas. Ese enfoque irónico puede resultar simpático en alguna oportunidad, pero morigera la voluntad crítica de la película.
La búsqueda Otra historia del mundo (2017), segunda película del realizador Guillermo Casanova que adapta en esta oportunidad Alivio de Luto, de Mario Delgado Aparaín, propone una mirada diferente a la reciente dictadura cívico militar, trascendiendo fronteras y estereotipos y evitando la manera clásica de contarla. Una broma en apariencia inocente, profundiza una herida que parecía imposible de generarse, y que dictamina los senderos del pueblo de Mosquitos tras la desaparición de Milo (Roberto Suárez) y la desesperada búsqueda por determinar su paradero. El absurdo con el que se van sucediendo los acontecimientos que rodean a Gregorio Esnal (César Troncoso) y al pueblo, cuyos destinos cambiarán por este hecho fortuito, sólo pueden ser narrados de una manera simple y directa para potenciar los hechos y para desmenuzar el porqué del drástico cambio en sus vidas. La original propuesta reside en poder configurar el microuniverso del pueblo con detalle y pasión, colocando a los personajes en el centro del lugar y dotándolos de una serie de características que posibilitan la empatía instantánea con los mismos. Casanova traza conexiones entre los personajes, ubica la cámara de manera imperceptible en los espacios, pero además evita el subrayado de situaciones conocidas a ambos lados del Río de la Plata y que marcaron a fuego la idiosincrasia de cada país. A partir de casi la mitad de la película, el guion da un giro, sin perder de vista su conflicto inicial, pero narrando de una manera no tan ominosa, al contrario, ofreciendo destellos de luminosidad a partir de la presentación del plan que podría determinar el lugar en el que Milo aparecería. El folklore local, los diálogos creativos, sumado a la idea de contar la historia de manera diferente, ofrece posibilidades narrativas que superan la clásica historia en medio del dolor. “Estamos de acuerdo que si no tocamos la historia reciente va a ser mejor… “ le dice a Esnal el coronel que digita todo en Mosquitos, cuando éste llega con la propuesta de contar la historia en un taller que para él será liberador y sanador, y que además podría ofrecerle las pistas necesarias para dar con su amigo. Película de gestos, de detalles y de progresión lenta, con algunos destellos creativos, y con una increíble actuación (una vez más) de Troncoso, Otra historia del mundo revisa el pasado reciente sin caer en golpes bajos y con la originalidad como propuesta desarrollada desde un comienzo.
Otra historia del mundo, de Guillermo Casanova Por Gustavo Castagna Pueblo chico como metáfora de un país. Alegoría y símbolo para retratar un conflicto. Humor asordinado, reacio al impacto inmediato, entremezclado con la reflexión sobre un estado de las cosas. Uruguay. Sí. Por más que se trate de una coproducción con plata local y de Brasil, la atmósfera, el tempo narrativo, las situaciones y las decisiones que toman los personajes y ese humor acondicionado a tonos y atmósferas determinadas pertenecen al hermoso paisito de acá carca. Otra historia del mundo es una historia particular, gira hacia el discurso universal y retorna a lo específico y concreto en su paisaje melancólico y personajes acordes a ese contexto. En Los Mosquitos pasan cosas. Una intervención militar, dos amigos complotados para provocar la ira del coronel, el plan que fracasa a medias, uno va preso y el otro parece enloquecer. Pero no: la Historia se puede enseñar de otra manera, aludiendo al pasado para comprender al presente. Y hacia ese punto va el profesor Esnal (César Troncoso), cual maestro John Keating de La sociedad de los poetas muertos en versión oriental y mate en mano para instalar un discurso que refiera a aquello que no puede decirse y, en consecuencia, “abrir ojos y mentes”. Una Historia Universal al alcance de todos, refiriendo al presidiario, alertando sobre la falsedad y la mentira de ese paisaje ocupado y restringido, sometido a la restricción de ideas y a la nula libertad de expresión. Pues bien, el film de Casanova (El viaje hacia el mar) obtiene sus mejores resultados en ese tono medio entre comedia en voz baja y susurrante aunada a la lectura política sobre el conflicto. En la vereda opuesta de sus logros, el inválido estiramiento de algunas escenas conspira con el tono general de un relato que acumula sus virtudes a pasos eficaces y cansinos. Entre un elogiable grupo actoral se destacan Néstor Guzzini como el militar y el notable César Troncoso encarnando al profesor, intérprete ya visto en otras películas, entre ellas, en Infancia clandestina donde personificaba al esposo de Natalia Oreiro y padre de las criaturas. OTRA HISTORIA DEL MUNDO Otra historia del mundo. Uruguay/Argentina/Brasil, 2017. Dirección: Guillermo Casanova. Guión: Inés Bortagaray y G. Casanova sobre la novela Alivio de luto de Mario Delgado Aparaín. Con César Troncoso, Roberto Suárez, Néstor Guzzini, Natalia Mikeliunas, Alfonsina Carrocio, Gustaf, Nicolás Condito. Producción: Hugo Castro Fau, Kristina Konrad, Natacha López e Isabel Martínez. Música: Hugo Fattoruso y Daniel Yafalián. Forografía: Gustavo Habda. Montaje: G. Casanova y Pablo Riera. Duración: 105 minutos.
Amable, liviana, esta fábula sucede en 1983 en Mosquitos, un pueblo ficticio del interior uruguayo. Fingiéndose subversivos, dos pícaros secuestran los enanitos de jardín del interventor y piden para su rescate la ampliación del horario en los bares. La broma sale mal y uno de los amigos, con ancestros de mala fama, desaparece. El otro se esconde, pero luego arma un extraño plan: con permiso del interventor, dará unas charlas gratuitas de historia universal en el Club Social. Algo esconde, y tendrá éxito, ayudado por el público femenino y el momento histórico. Esta historia pertenece al libro "Alivio de luto", de Mario Delgado Aparain, el mismo de "La balada de Johnny Sosa" y otras delicias también ambientadas en Mosquitos. La adaptó Guillermo Casanova, que años atrás había hecho una joyita, "El viaje hacia el mar", con Hugo Arana y Julio César Castro, el inefable autor de "Los cuentos de Don Verídico". Pero esta vez el humor uruguayo, calmo y socarrón, recién se afirma en las charlas de historia, que se revelarán como una sucesión de maravillosas macanas con ocultas alusiones al régimen e indirectas reivindicaciones del apellido del amigo. Haciendo el charlista, César Troncoso se consagró Mejor Actor en el reciente Festival de Miami (y "Una especie de familia", Mejor Película, dicho sea de paso). Lo acompañan Roberto Suárez (muy buen remate final, sin palabras), Néstor Guzzini, interventor, y Christian Font, locutor acomodaticio. Música, Hugo Fattoruso y Daniel Yafalián.
Dirigida por Guillermo Casanova, y escrita junto a Inés Bortagaray, Otra historia del mundo es una ficción con mucho de realidad y, como dato de color, fue la película que Uruguay envió como representante de su país el año pasado a los Oscars. Otra historia del mundo está basada en la novela Alivio de luto del escritor uruguayo Mario Delgado Aparaín. Mosquitos es la ciudad imaginaria del interior de Uruguay donde sucede. Allí rige una dictadura (aunque nunca se mencione esa palabra) a la que Milo (Roberto Suárez) y Gregorio (César Troncoso) simulan un ataque de guerrilleros. ¿Cómo? Secuestrando los enanos de jardín que colecciona el coronel Werner y difundiendo en la radio local un mensaje subversivo. Las cosas para estos dos amigos no salen como esperaban y uno de ellos resulta descubierto y preso, el otro consigue, luego de un tiempo, hacerse algo más cercano al coronel para que le permitan dar clases de historia. Sin embargo, “cuanto más lejos estemos de contar la historia reciente, mejor para todos”, dice el coronel en medio de un notable diálogo entre ambos personajes y sólo le permite enseñar hasta el descubrimiento de América. Es a través de esas clases, que parecen a simple vista inofensivas, que Gregorio va narrando y trazando una nueva historia y le servirá, si las cosas esta vez sí le salen como espera, para encontrar a su amigo. Alrededor, una galería de personajes que se van cruzando y entrecruzando, hijos, esposas, amantes, terminan de darle vida a esta trama. El film comienza con un tono ligero, rozando lo absurdo y, de a poco, se va tornando más serio y oscuro. No demora mucho en conseguir este cambio. Milo desaparece y estamos ante una película que por más teñida de ficción que esté, resulta demasiado cercana. No obstante, a grandes rasgos, se podría decir de Otra historia del mundo que es una sátira política que intenta mostrar unos sucesos duros de la manera más amable que encuentra. Sin artilugios ni artificios (con excepción de las historias que cuenta y reinventa el protagonista), los aspectos técnicos del film cumplen su función sin destacarse, como la fotografía de Gustavo Hadba que aunque resulta convencional también lo hace de manera expresiva. El guion mantiene un buen ritmo aun durante las casi dos horas de duración aunque presenta algunas cuestiones poco verosímiles, detalles que hacen algo de ruido si uno se pone quisquilloso. Es verdad que no hay que olvidarse que, si bien este universo nos resulta demasiado conocido, estamos ante una creación ficticia, aun así se presentan algunas incoherencias en el desarrollo de personajes o ciertas tramas.
La música incidental de Fatorusso y Yafalián acompaña los títulos de la película, que muestran un conglomerado de miradas inquietantes viajando en la parte trasera de un camión: son enanos de jardín, el tesoro de un coronel que llega a intervenir al pequeño pueblo de Mosquito. Con los enanos también llega la dictadura y todo lo que esta trae aparejado: la imposición del toque de queda, la condescendencia de los medios de comunicación, los delatores, los que callan, la persecución, la censura, la impunidad, el despotismo, los secuestros, la desaparición de personas. Otra historia del mundo, a través de un humor con cadencia uruguaya, retrata en pequeña escala otra dimensión de la dictadura militar que afectó al país oriental y a gran parte de Latinoamérica. Una metáfora de los hechos en clave de comedia, que ilustra el costado opresivo y grotesco de esos tiempos sin explicitar su terror y su violencia reales. Lo hará a través de los diferentes y reconocibles personajes de la época, muy fáciles de identificar: los que apoyaron la causa, los que siguieron su vida cotidiana en silencio, los se rebelaron ante el autoritarismo impuesto, los que lo padecieron. Mosquitos es un pueblo de ficción del interior del Uruguay, aislado y adormecido, que no muestra interés por ninguna ideología, y donde la dictadura parece haber llegado diez años tarde. Este será el epicentro para recrear el pasado reciente del país con una mirada despojada de dramatismo, que llega a causar gracia y hasta emocionar. La película comienza y termina en un cementerio, una buena elección de guión, ya que podemos considerarla una representación de aquellos que no tienen tumba, ni tuvieron entierro, porque fueron desaparecidos. Basado en el libro Alivio de luto del escritor uruguayo Mario Delgado Aparaín, el film se aboca a parodiar la tragedia acontecida para evidenciarla. Milo Striga (Roberto Suárez) y Gregorio Esnal (César Troncoso), serán quienes se resistan a la primera imposición del Coronel Valerio (Néstor Guzzini) de cerrar los bares a las 22 horas. Para revertirla, estos dos amigos que gustan del alcohol y la buena vida deciden cometer un acto de rebelión, secuestrando los enanos que adornan el jardín del coronel y tomando por asalto la radio del pueblo para enviar un mensaje libertario, con la proclama de que sea levantado el toque de queda; pero también con la intención de hacerle una chanza al ridículo oficial y, por qué no, de despertar al pueblo de Mosquitos antes de que sea dominado por la dictadura, como lo está el país entero. La broma sale mal. Milo es desaparecido y secuestrado, mientras que Gregorio se encierra en su casa con los enanos por miedo a correr la misma suerte. Sin embargo, cuando las hijas de Milo lo van a buscar, Gregorio toma conciencia y sale a hacer justicia intelectualmente, manipulando la historia del pasado para que el pueblo entienda el presente, y ubicando como héroe a Striga, su amigo desaparecido. En esta comedia sombría de Guillermo Casanova (director de El viaje hacia el mar), elegida para representar a Uruguay en los Premios Goya y en los Oscars, se destaca la performance de los actores, que son los que llevan el relato con agilidad. Amén del verosímil creado, el espectador debe admitir algunas licencias que se toman los realizadores en un guión de estructura circular, que se centra solo en el desarrollo y la interacción de los personajes. Sin embargo, el recurso no carece de interés, pues su consigna de dictadura para principiantes pone de relieve los mecanismos del terrorismo de Estado y de la sociedad de la época en su carácter funcional. Otra historia del mundo es además una película que habla de la amistad, la solidaridad y responsabilidad, empleando el tono, el ingenio y la picardía uruguaya. Arriba la celeste.
Dos amigos pasan varios momentos juntos, contando anécdotas y organizando un plan robarle los enanos de jardín a un fastidioso coronel. Se los llevan en una carretilla y luego uno de ellos va a una radio local a CW 53 Radio mosquitos, le exige al columnista de turno que lea un comunicado donde piden una serie de cosas y les trae algunos problemas en sus familias y con la justicia. Esta es una comedia divertida, con momentos dramáticos, interesantes diálogos, como suele decirse: “pueblo chico infierno grande” y con un contexto político y social. La misma se realizó con un acotado presupuesto, cuenta con buenas actuaciones, una buena banda sonora con canciones de populares cantantes de Uruguay y la música de Hugo Fattoruso y Daniel Yafalián, situaciones disparatadas, con toques de sátira y con un buen giro en su guión.