La voz que nunca calla Es inevitable durante la proyección no mover la cabeza con el típico gesto de quien escucha Heavy metal, porque principalmente esto es lo que generan en la pantalla Germán Fernández y Pablo Montllau al narrar la historia del cantante del grupo V8, Alberto Zamarbide en Relámpago en la oscuridad (2014). Película documental sobre la carrera del solista dentro y fuera de los grupos, Relámpago en la oscuridad habla de la incomodidad del trabajo en equipo y de decisiones que son tomadas más allá de medir a largo plazo las consecuencias. Zamarbide, que actualmente reside en Miami, fue uno de los impulsores de la música “pesada” en el país, junto a los otros miembros del grupo V8, y es considerado "La Voz" de este tipo de sonido, que no sólo se nutrió de un negocio relacionado a la venta de vinilos y casetes (allá en el tiempo), sino que principalmente pudo dirigir las energías de un grupo de personas que se identificaron con su mensaje más allá de las canciones. V8 surgió cuando aún la dictadura mantenía el control sobre qué y cómo se decía, y la industria musical era una de las ramas de la cultura que más se intentaba coaccionar para evitar que algún mensaje sea traspapelado a la sociedad. Pero el principal problema de la banda no fue la censura o la veta de las radios de su música, porque el público, ya cautivo ante tamaña banda, nunca los dejó, al contrario, el enemigo fueron los egos y el acercamiento de Zamarbide a la religión evangelista. “Iorio me dijo si seguís cantando relacionado a la religión te vas” afirma en una de las entrevistas el cantante, y así fue como se retiró en lo más alto para poder seguir un proceso de sanación necesario para rescatarse de las drogas y excesos. El dúo de realizadores arma la historia del solista a través de un acompañamiento por ciudades del interior y el exterior y en el que la cámara busca frecuentemente reposar sobre momentos en los que Zamarbide deja de lado su “función” para mostrarlo, por ejemplo, con su hija. Un hallazgo es el esperar para colocar imágenes de recitales en vivo, y cuando se lo hace es a través de imágenes de archivo, con mala calidad, pero que permiten contextualizar la historia dentro de su propio envase. Relámpago en la oscuridad habla de la música y sus laberintos, del ascenso y caída y de una postura general que atenta contra la propia industria sobre la que se para. Pero también se habla de un país que aun atravesando períodos oscuros, posibilitó la generación de un movimiento crítico, a través de canciones, claro está, que abrieron la cabeza a varias generaciones. La historia se completa con una serie de entrevistas a célebres artistas de personalidades quecomo Ricardo Iorio, Walter Giardino, Gustavo Rowek, Miguel Roldán, Viticus, Pil Trafa, Norberto “Ruso” Verea, Eduardo de la Puente, César Fuentes Rodríguez, Marcelo Tommy, entre otros, que afirman el film como un exponente logrado del género documental.
Luchando por el metal Recuerdo haber visto a Logos en Cemento hace ya casi veinte años; ese antro querido por todos en el que dejamos pedazos de vida y espíritu adolescente entre el sudor de las paredes y el agua negra del piso, fue uno de los lugares en los que la banda presentó ese discazo que fue y sigue siendo La Industria del Poder. A la mayoría de los que estábamos ahí no nos importaban demasiado las palabras evangelizadoras del Beto Zamarbide pero sí queríamos ver en vivo a parte de la leyenda, a los tipos pioneros en el país de ese género que sentíamos en las entrañas: el metal. Y Zamarbide era y es una pieza clave del género y de la leyenda V8.El disco El Fin de los Inicuos (vaya nombre y declaración de principios para el tercer y último disco de V8) fue el símbolo del final de la etapa más autodestructiva y agresiva de la banda y el acercamiento -sobre todo por parte de Zamarbide- a una marcada fe cristiana que terminaría de desarrollar en Logos. Las letras de La Industria del Poder, al igual que las de El Fin de los Inicuos, tenían esa bajada de línea evangelista mezclada con cierto compromiso social (recordar el hit “Marginado”).
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Destrucción, Destrucción El documental de Alberto Zamarbide son 100 minutos de puro goce para cualquier fanático o interesado en el heavy metal nacional. De eso no hay dudas. Pero más allá de eso, se trata de un trabajo que aborda muy bien a la leyenda metalera, no profundiza en los golpes bajos y emocionales del rockero o el ídolo comprendido/incomprendido, como suele suceder con este tipo de trabajos, aún cuando hubo material para hacerlo, como las dificultades de ser pionero del heavy metal evangélico en la Argentina o el desarraigo en Miami. La naturalidad y el optimismo de Zamarbide están impresos en el documental. Entre imágenes de recitales, un buen archivo y una gran cantidad de entrevistas a figuras celebres del heavy metal argentino, Relámpago en la Oscuridad es un repaso que destaca tanto la figura del protagonista como a las bandas en las que estuvo involucrado (V8 y Logos) de forma equitativa. La línea temporal empieza con los últimos momentos de Logos de 2013, la última gira en el interior del país, con las dificultades que conllevan los tours y los motivos de separación de la banda. Para luego ir de lleno a la vida de Alberto Zamarbide – llevando a su hija a la escuela – y lo que todos esperan (“destrucción, destrucción”), el repaso por la banda fundadora del heavy metal nacional, V8, en honor al 30mo aniversario de la edición de “Luchando por el metal”, también en 2013. Fue desde la segunda hacia la primera banda. Más allá de mostrar una leyenda, exhibe una persona que siempre la luchó, sin hacer gala o dramatizar demasiado esa virtud. Desde ser pionero con el heavy en plena dictadura, animarse a mostrar su evangelismo en un ambiente no muy amigable para hacerlo, hasta probar oportunidad en otro país, las vueltas en la vida de Beto fueron varias, pero él sabe que su pasado siempre estará presente y el futuro lo seguirá viendo en el mismo lugar, arriba de un escenario. Eso es lo que en definitiva deja este merecido repaso. Por Germán Morales
Hay pocos documentales destacados sobre música en este último tiempo. Sí, hay un puñado pero ninguno tan interesante como“Relámpago en la Oscuridad”, de Germán Fernández y Pablo Montllau. Este cronista era adolescente cuando V8 estaba en la cima de su popularidad y recuerda con claridad, el increíble timbre de Alberto Zamarbide, la fuerza de las letras de la banda (pionera en la escena nacional del heavy metal) y la fidelidad de su público. Esta cinta celebra a un gran músico, poniendolo en contexto y respetando su dimensión. Quizás el mayor mérito de Fernandez y Montlau es presentar un relato dinámico, donde se destaca un justo balance entre entrevistas, fragmentos de recitales claves y buen material de archivo fotográfico. La historia de Zamarbide es intensa y arranca como ícono musical, en un momento clave para Argentina, durante el último gobierno de facto. Las letras de V8 marcaban una línea de confrontación distinta a la de los grupos de ese tiempo, que tuvo su punto neurálgico con aquel memorable recital en el BARock del 82' donde se enfrentaron a un público adverso que los rechazó con furia. Eran una banda revolucionaria en su tiempo y junto a Riff (con el mítico Pappo al frente) fueron lo más destacado de la escena del metal local. Zamarbide fue modificando el alcance de sus letras (debido a sus temas personales y con el tiempo eso generó divisiones en su grupo. Las mismas generaron otro proyecto, "Logos", que se volcó hacia una faceta distinta del género, relacionada con la religiosidad desde el punto de vista evangelista. Este registro tiene todo aquello que al fan de Zamarbide interesa: el pasado más lejano, su actualidad, la reflexión de porqué ahora vive en el exterior y su conflicto con los sellos discográficos, que lo hizo descreer del medio. Todo está aquí. Profusamente presentado y libre de prejuicios. Podemos decir que "Relámpago en la Oscuridad" documenta con inteligencia de recursos el recorrido de este gran cantante y logra mostrar no sólo su faceta transgresora y su don de liderazgo, sino también pone luz sobre sus debilidades y los vaivenes de su trayectoria como músico y líder generacional. El relato es ágil, intenso y la edición lo hace fácil de seguir incluso para el espectador que no está acostumbrado a este tipo de formato, le guste o no el heavy metal. El carisma de la personalidad de Zamarbide, hace el resto, un tipo único por donde se lo mire, hombre que marcó a fuego a un gran grupo de vocalistas que hoy imitan su porte y profundidad vocal. Recomendado. Ideal para escucharlo a todo volumen y haciendo cuernitos.
Los insondables caminos del metal Antes que nada, sincerarse: el heavy metal me gusta bastante poco, y sus imitaciones locales me parecen algo patéticas. Al igual que me pasa con el blues, creo que son géneros que tienen una sonoridad preparada para la lengua inglesa: en castellano suenan mal o son poco auténticos. Pero, para ser honestos, el metal ha tenido por una lógica vinculada con lo socio-político, un aggiornamiento argento mucho más lógico y saludable. Es una expresión que se vincula fuertemente con lo barrial, con aquellos espacios de resistencia ante el discurso oficial represivo (después, es para el análisis el propio discurso reaccionario que elabora el metal). Ha sido voz de guerra en las trincheras y entre el fin de la última dictadura y el comienzo de la nueva democracia, el género tuvo un alumbramiento algo convulsionado pero en el que se instalaron fuertes mitos que perduran hasta hoy: V8 es esa banda mítica y su líder, Alberto Zamarbide, el gran referente metalero del país. El documental Relámpago en la oscuridad, de Pablo Montllau y Germán Fernández, trabaja la historia del metal en el país alrededor de la figura de Zamarbide: sabe que es el mayor ícono del género y, además, que sobre su figura hay toda una serie de situaciones que son funcionales para un relato que busca ir más allá que el simple recuento de anécdotas. Relámpago en la oscuridad es entonces una reflexión que, sobre la estructura de un informe biográfico, transita la historia del metal argentino, la de una banda emblemática como V8 y la de un grupo de artistas que vivieron el centro del descontrol del rock y sobrevivieron para contarlo. Y no sólo eso, sobrevivieron y se convirtieron en referentes de un heavy metal evangélico a partir de Logos y sus letras cargadas de analogías bíblicas. Si hasta alguno de los pesados rockeros se preguntan si no quedarán muy flojitos tomando jugo Clight. No sin curiosidad, Montllau y Fernández cuentan los hechos evitando lo cronológico: empiezan por Logos y siguen por V8. Y en el medio, se cuelan detalles de la vida de Zamarbide… ¡en Miami! (curioso destino para un referente de la lucha anti-sistema). No hay linealidad posible en el relato: se sabe, la memoria del rock es un poco confusa y se nutre de un anecdotario sin un mapa preciso. El curso del documental está conducido por las experiencias de su protagonista, un personaje increíble que se balancea entre el rockero eterno y el tipo de familia. Y en última instancia, Relámpago en la oscuridad es una mirada sobre la amistad y el paso del tiempo, sobre un grupo de jóvenes con curiosidades similares que tres décadas después pueden reencontrarse sobre el escenario y brindar un recital soberbio. Claro que Relámpago en la oscuridad no podría ser posible sin la coherencia que le aporta Zamarbide. Muchas de las cosas que se muestran allí serían impracticables, pero es el cantante y músico quien se hace cargo de que todo eso que se ve ahí dentro puede ser el rock: el arte, el negocio, la lucha contra el sistema, la vida en familia, el descontrol, la discursividad y los cambios como forma de auto-preservación. Con un montaje notable, que brilla durante los segmentos musicales y un cuidado trabajo visual, Relámpago en la oscuridad sostiene el fuego sagrado del rock. El film es tan bueno que me dan ganas de ponerme a escuchar V8.
Cómo leer la historia del heavy metal criollo Si realmente hubiera una forma de entender la historia del heavy metal en la Argentina, Relámpago en la oscuridad, dirigido por Germán Fernández y Pablo Montllau, podría ser una herramienta importante. Documental que se presenta como la historia de Alberto Zamarbide, el Beto, cantante y nombre fundamental en la aparición de la banda V8, virtuales fundadores del género a nivel local, resulta ser no sólo eso. En primer lugar porque, sin dejar de hacer centro en la figura del vocalista (contar su historia equivale de algún modo a contar la historia del género en el país), el film tiene la generosidad de convertirse además en un acercamiento a V8 que por primera vez reúne las voces de todos los músicos que alguna vez pasaron por ahí, incluido al controvertido Ricardo Iorio –bajista, líder y miembro fundador de aquella banda que hoy es leyenda–, cuya presencia tiene varios valores agregados.Para empezar, es la primera vez que Iorio acepta participar de un proyecto como éste, mérito no menor dado el carácter esquivo del músico. Pero ese éxito consiste no sólo en recoger su testimonio, sino en haber conseguido mantenerlo a raya. Quien haya visto los reportajes a su persona, perpetrados por el conductor Beto Casella, sabrá de los desbordes de los que es capaz el histriónico rey Ricardo. Para probar la importancia de contar de primera mano con su versión de la historia, basta recordar la negativa del popular bajista a participar de otro documental, La H de Nicanor Loreti, donde lo que se narra es la historia de Hermética, segunda banda fundada por él, que consiguió erigirse como la más popular en la historia del género en el país, aunque no la más importante. Ese lugar sin duda le pertenece a V8 y entonces Relámpago en la oscuridad se convierte además en un pequeño e infrecuente acto de justicia cinematográfica.Pero hay logros aún más importantes que este documental de corte tradicional y correcta factura alcanza sin estridencias, sin necesidad de alzar la voz, toda una paradoja tratándose de heavy metal. Relámpago en la oscuridad consigue ser un atractivo relato acerca de la fe que no se limita a las creencias religiosas de Zamarbide (con su banda Logos, Beto es también un pionero del metal cristiano en el país), sino la fe entendida ya no como vínculo con una hipótesis divina, sino como motor esencial de toda acción humana. En el camino se encarga por un lado de trazar un perfil político para el heavy metal, género que suele ser reducido a roles de reparto grotescos o monstruosos dentro del arco rockero. Y por el otro, de reparar a sus artistas, de quitarles el estigma de rebeldes sin causa con el que históricamente se ha querido vaciar el rol contestatario que las bandas más pesadas sostienen con orgullo, aun a costa de ser relegadas a espacios marginales. Y, por fin, de bajar a los músicos de heavy metal del pedestal de hombres duros, para mostrarlos simplemente como lo que son: hombres a secas. Hombres con sueños y tristezas. Hombres con esposas, hijas, madres. Como la mamá del Beto, que recuerda no sin ternura como su hijo adolescente se juntaba con sus amiguitos de “rulitos largos”, “todos pibes buenos”, a hacer ruido en el sótano de la casa familiar en Chacarita. Eso habrá sido entre 1980 y 1981, años en los que para andar por la calle con campera de cuero, cinturones con tachas y los rulitos largos había que tener los dos huevos bien puestos.
Hombres de hierro Resulta más que interesante sumergirse en la propuesta Relámpago en la oscuridad, documental de los directores Pablo Montllau y Germán Fernández por varios motivos: en primer lugar, por poner al heavy metal vernáculo en un lugar importante de la música rock, y mucho más desde su actitud contestataria ante el sistema represivo de la dictadura, en épocas donde sus integrantes iban presos simplemente por querer contar otra cosa sobre lo que pasaba en un país cuya sociedad parecía anestesiada o por lo menos temerosa de represalias. En segundo lugar, por darle a Alberto Zamarbide, pionero del metal criollo, un espacio fundamental con sus aportes en las bandas V8 y Logos, reconocidas en el ambiente metalero al mismo nivel que otra banda insignia como Hermética. La impronta del documental busca construir el relato histórico a partir del aporte de voces y testimonios acreditados como periodistas, músicos y los propios referentes de V8 y Logos, en un registro de cabezas parlantes, que en conjunto no desentona frente a la propuesta en términos cinematográficos, aunque limitan su estética, el film añade imágenes de archivo ricas para el contexto de aquellas épocas turbulentas. El Zamarbide de entrecasa acompañado por una cámara -no intrusiva- se conecta desde el interior de Relámpago… con el Zamarbide músico y reflexivo, exponente del metal cristiano en su etapa más reciente, aspecto que lo alejó en algún ámbito referencial por el contenido de sus letras en comparación a las legendarias de V8 como la clásica Destrucción. La entrega emocional del líder, su paso desde el descontrol de su juventud a la madurez de la recuperación en pos de un acto de fe, que entiende a la música como ese puente que conecta directamente con dios, no contrasta en absoluto con otra mirada distinta sobre el heavy metal y su acto de fe no cristiana que se corona con la incorporación de Ricardo Iorio a la ecuación como otra de las voces predominantes de este documental, pero mucho más desde el lugar de la amistad que se viera interrumpida por décadas, cuando ambos músicos tomaron caminos muy diferentes. La pasión y el amor por lo que se quiere transmitir desde el Heavy metal, en contraste con el estereotipo maldito de la rebeldía sin causa, así como la lucha silenciosa para insertarse en un mercado discográfico desde la más absoluta orfandad y marginalidad son las coordenadas conceptuales que trazan el guión y que encuentran la voz portentosa en los protagonistas y en su experiencia de juventud hasta la actualidad, con los consabidos achaques del cuerpo, pero también de una realidad política cambiante para la cual la democracia no fue la panacea y los prejuicios una vez acabada la dictadura, no dejaron de existir. Como documento musical, Relámpago… acopia material sonoro indispensable para entender un poco más de qué se trata el metal vernáculo; como retrato de los pioneros de este movimiento es un verdadero exponente de respeto y pasión, con enorme energía que logra trasladarse a la pantalla y contagiar a fanáticos y no tanto.
Relámpago en la oscuridad, es un documental que bucea en la carrera de Alberto “Beto” Zamarbide, el primer cantante de heavy metal de Argentina. El rockumentary hace varios años que viene pisando fuerte pero pocas películas quedan impregnadas en la memoria del espectador. Y menos aún de nuestro país. Con Relámpago en la oscuridad suceden dos cosas muy interesantes: la primera y más evidente, el tópico que elige, retratar al primer cantante de heavy metal es además adentrarse de adentrarse en el personaje de Zamarbide, también en el género que desde que empezó en nuestro país tuvo que atravesar muchas épocas, contextos políticos y religiosos especialmente; el otro, es que sus directores Germán Fernández y Pablo Montllau saben realizar una película bien contada, entretenida y que va pasando por diferentes estadíos hasta culminar con un momento hermoso. Relámpago en la oscuridad está narrada por su propio protagonista, quien va contando cómo es su vida desde que empieza su carrera como cantante de V8, pasando por su mudanza a Miami donde comienza trabajando de lo que puede y donde decidió quedarse aunque venga de gira acá muy seguido, la formación de la banda Logos y al final su emprendimiento como solista. A través de testimonios varios, imágenes de archivo, y el registro de ciertos momentos en la carrera del Beto, el film expone una parte de la historia musical de nuestro país, que no puede escaparse al contexto político, porque cada gobierno provoca un cambio (en especial el Golpe de Estado, claro), y además bucea en diferentes aspectos de la vida de su protagonista, incluyendo su decisión de irse a vivir afuera y la eterna lucha con las discográficas. Filmada de manera prolija, ágil en su estructura no lineal y bien editada, musicalizada tan intensamente como su banda sonora lo permite, el film es ideal para el fanático de ese género pero también para quien no conoce o está más ajeno a él. Es un homenaje, un retrato sin prejuicios sobre una persona siempre entregada a su pasión, que es feliz cuando está arriba de un escenario.