Vuela a Río Blue Sky Studios y el director Carlos Sadanha vuelven con un largometraje de animación 3D ambientado en la inspiradora Río de Janeiro, con voces de Anne Hathaway y Jesse Eisenberg en la versión original. Blu es el último guacamayo azul macho sobre la tierra, quien de pequeño ha sido ilegalmente extraído de la selva brasilera. Por una serie de hechos fortuitos termina viviendo en un pueblito de Minnesota, junto a Linda, la niñita que lo ha rescatado, devenida hoy en librera. Un buen día llega Tulio, ornitólogo brasilero, y les propone, casi les ruega, viajar a Río para que Blu se encuentre con el último ejemplar hembra de los guacamayo azules, y así poder continuar la especie. Cuando llegan a Río, aparecen nuevamente los ladrones de pájaros exóticos y secuestran a la pareja de guacamayos, quienes deberán superar los obstáculos, venciendo sus propias limitaciones, con la ayuda de un grupo de simpáticos pájaros de la selva. Rio sigue bastante el camino trazado por sus predecesoras, La era del hielo I, II y III (Ice Age, 2002; 2006; 2009). La historia emociona, pero se mueve dentro del ya conocido terreno de la ironía y la simpatía. Lejos de los melodramas al estilo Disney, la historia se acerca más a la comedia romántica. Además incluye sesgadamente temas como los problemas ecológicos y la venta ilegal de animales. Las promesas son cumplidas si hablamos de lo visual. La fórmula Blue Sky Studios + Río de Janeiro suena tentadora, y también lo son el trailer y los carteles. La tentación es satisfecha con las atractivas imágenes en 3D. El film abre con una secuencia musical en plena selva brasilera, donde una amplísima paleta de colores invade el plano, y la animación hace sambar a los pájaros. También se destaca la presentación de la ciudad de Río, con vistas aéreas, personajes típicos y la presencia de la favela. Aquí los espectadores más adultos pueden apreciar la reconstrucción de un escenario real en animación 3D, frente a los casi constantes paisajes fantasiosos o ficcionales de las películas animadas. Esto quizás se vea un poco opacado por la tendencia típicamente norteamericana de teñir todo con su propia cultura, que se evidencia sobretodo en las escenas musicales. Si bien Saldanha es brasilero, las sambas suenan a veces demasiado a pop, cuando los pájaros no están cantando hip hop. Esto sin duda es intencional, pues en el reparto está el rapero will.i.am prestándole su voz al personaje de Rafael en la versión original. Con Rio, los creadores de La era del hielo intentan continuar con la fórmula que tan provechosa les resultó previamente. Las recaudaciones dirán si el camino es el mismo. Por lo pronto, este nuevo film resulta una muy entretenida opción para niños y familia.
El último guacamayo virgen La nueva película del creador de “La Era de hielo” Tiene a un ave como protagonista en las calles brasileñas. Con la desfachatez que tenían (y mantienen) ciertos personajes de La Era de hielo , Blu deambula por las callecitas cariocas, las playas de la Cidade maravilhosa y también las favelas en Rio , nueva producción de los hacedores de aquel filme. Blu tiene una condición que lo emparenta con aquéllos -¡habla!, y no sólo porque es un guacamayo- y otra que casi, casi: si los protagonistas de La Era... se extinguieron, eso es algo que la especie de Blu corre peligro. Es el último guacamayo, macho, y vive domesticado desde que literalmente cayó con su embalaje (había sido apresado por cazadores furtivos en la selva brasileña) a los pies de Linda, una estadounidense que lo toma como mascota. Blu no sólo no sabe volar (lo cual no es sólo temor, sino que, a la hora de buscar comparaciones, lo acerca al pececito payaso Buscando a Nemo , que tenía una aleta cortada como si se tratara de una discapacidad) sino que también es el último guacamayo azul virgen. Y en Río de Janeiro han localizado a un aguacamaya azul en su misma condición, y bueno, para que no se extinga la especie, hay que llevarlo de regreso a Brasil. De tono ecologista pero sin que el mensaje sea refregado en las caritas de los espectadores, Rio tiene más el clima de la primera Era de hielo que de sus secuelas. Se trate de la frescura de los personajes, de la originalidad del relato, comparte con la opera prima del mismo director, Carlos Saldanha, un tono de humor zumbón, y un personaje central -Blu- que como Sid es terriblemente entrador y querible. La animación, sea de Pixar, de DreamWorks, Sony Pictures Animation o del estudio de Saldanha, aún no ha logrado con los humanos lo que sí con los animales. Y entonces Linda se parece demasiado a la protagonista femenina de Lluvia de hamburguesas y tiene algo de la Roxanne de Megamente . Pero como lo que aquí importa son los animales (más aves, monos, un bulldog que se babea), que son quienes atraen más a los pequeños, éstos importan más y -extraño-, hace que los niños sientan más simpatía por ellos que por los hombres y mujeres. Divertida siempre, alocada de a ratos, Rio no decae en su ritmo e incluye un clásico de fútbol entre Argentina vs Brasil de resultado... incierto.
Rio no viene a revolucionar ninguna historia infantil conocida, como suele suceder con Pixar. Tampoco usa recursos tontos y baratos, como antes hacía Dreamworks. Pero también desde mi apreciación personal, tiene un mayor trabajo en los personajes, que lo que había mostrado La era de hielo. Tuve el placer de ver Rio en 3D junto a mi hija de 4 años, y ese es el mejor parámetro para saber si los chicos la van a pasar bien. Y el resultado es inobjetable, padre e hija salieron conformes. Tiene un muy buen uso del 3D, dura lo justo, es muy colorida, tiene grandes momentos musicales y termina siendo un producto familiar redondo. En estos casos no vale la pena mayor análisis. Rio es una gran opción para ver en los cines, y si se puede en 3D mejor.
Cuando entrevisté al director Carlos Saldanha por el estreno de La Era de Hielo 3, él destaco que Río era un proyecto muy personal que hace años venía con ganas de concretar, ya que estaba relacionado con la cultura de su país natal. Al ver la película se puede percibir la dedicación que le brindó a esta producción que es por lejos su mejor trabajo para la pantalla grande. El título del film no es casualidad. La historia tiene que ver con un guacamayo azul que redescubre sus raíces, pero la gran protagonista de la historia es la ciudad de Río de Janeiro. Saldanha presentó con este trabajo un film que celebra la cultura de esa localidad y rescata el aspecto más positivo de esa gran ciudad brasilera. Es realmente impresionante como capturó a través de un film animado los colores y todos esos lugares fabulosos que forman parte de Río con una precisión en los detalles sorprendente. Las calles, la vestimenta de la gente, los modelos de autos, la transformación de la ciudad en la víspera del carnaval, realmente me olvidé por momentos que estaba viendo un dibujo animado. Tengo la suerte de conocer muy bien esta ciudad y me sorprendió como en la película recrearon escenarios reales que no se inventaron para el film. La callecitas de las favelas, por ejemplo, o el tranvía que recorres los cerros que es fabuloso. Por supuesto que Río, como todas las ciudades del mundo, también su lado oscuro y peligroso que también podés ver retratado en filmes como Tropa de Elite. Al ser un film familiar Saldanha capturó los aspectos más positivos del lugar, que no deja de ser una muestra de amor por la cultura de su país. Otra particularidad de esta producción es que la historia incluye muy buenos musicales, que era algo que no tenía la trilogía de La era de hielo. Las canciones son divertidas y retratan el espíritu de la samba y la Bossa nova. Río es un muy buen film animado que entretiene con sus personajes y puede ser disfrutada tanto por chicos como adultos.
Pájaros volando Un guacamayo azul es capturado por una mafia dedicada al tráfico de animales y acaba en una casa de Minessota, al cuidado de una niña que lo halló en la calle. El pájaro acompaña a la chica en su crecimiento hasta que un científico va en busca del animal, el último macho de su especie, para que se apareé con la última hembra de su especie. Pero la mafia vuelve a entrar en acción y roba los dos pájaros. Pero la pareja de guacamayos logra escapar, y es cuando ella se entera que él no sabe volar. Años de vida como mascota ahora le impiden desarrollar sus instintos naturales. El vuelo de los pájaros y sus movimientos se lucen con el 3D, al igual que los escenarios realistas presentados como fondo. Los personajes, más caricaturescos, son simpáticos aunque algunos en sus acciones nos resulten muy similares a las de otros, en otros filmes. En realidad, la estructura de la película responde a un canon utilizado por varias producciones en los últimos años, que si bien le resta originalidad no le quita ni una pizca de diversión.
Eficaz entretenimiento hollywoodense que sirve como inmejorable plataforma de lanzamiento de la ciudad carioca de cara al Mundial y los Juegos Olímpicos Las dos productoras que realizaron la exitosa saga de La Era de Hielo (Twentieth Century Fox Animation y Blue Sky Studios) regresan ahora con una propuesta prácticamente opuesta: si bien es cierto que en el centro de la historia otra vez hay animales (aves en este caso), han cambiado las gélidas aventuras prehistóricas por unos enredos ambientados en la cálida y muy actual ciudad de Río de Janeiro. Con dirección del brasileño Carlos Saldanha (también responsable de La Era de Hielo ), la película se centra en las andanzas de Blu, un guacamayo azul que nunca aprendió a volar y que disfruta de una tranquila existencia como mascota de Linda, joven y simpática dueña de una librería de un perdido pueblo de Minesota. Hasta allí llega Tulio, un ornitólogo carioca tan bienintencionado como torpe, que trata de convencerlos de que viajen con él hasta Río de Janeiro para que Blu conozca allí a Jewel -la última hembra que queda- y evitar así que la especie se extinga. Ya en su nuevo destino (en realidad Blu es originario de la zona), todos serán víctimas de unos traficantes de animales exóticos, mientras la ciudad se conmueve por su famoso carnaval. Los bellos exteriores de Río, debidamente aprovechados con la tecnología 3D; los colores de los desfiles de las escolas do samba, y el ritmo trepidante de una narración que apuesta casi siempre por el humor físico alcanzan a sostener una propuesta que, al menos en el terreno del guión, no tiene nada demasiado novedoso para ofrecer en su mixtura entre persecuciones callejeras y pinceladas de comedia romántica. Como siempre, irán apareciendo con el correr del relato simpáticos personajes secundarios que sirven de comic-relief, se propone un permanente despliegue musical (ritmos brasileños con arreglos más propios del pop) y se esbozan algunas moralejas sobre el respeto y cuidado de los animales. Si bien hay un par de escenas ambientadas en las tristemente célebres favelas, nada resulta demasiado inquietante. En definitiva, si hay alguien favorecido con la película (además de los productores, que embolsarán decenas de millones de dólares) es la propia ciudad de Río, que se prepara para ser anfitriona del Mundial de 2014 y de los Juegos Olímpicos de 2016, y que aquí encuentra una verdadera publicidad institucional dentro de un eficaz producto de entretenimiento con el sello de Hollywood.
La dinámica del vuelo Sin lugar a dudas resulta más que admirable el ímpetu del realizador Carlos Saldanha: gracias al éxito rotundo a nivel internacional de la trilogía de La Era de Hielo, el carioca acumuló el poder suficiente como para convencer a Blue Sky Studios y a la Twentieth Century Fox de que le den vía libre a su proyecto personal, una suerte de oda a su tierra de origen. Rio (2011) es una propuesta exuberante que si bien posee varios puntos de contacto con sus predecesoras, definitivamente amplía el abanico en lo que respecta al mensaje ecologista, las posibilidades cromáticas y la riqueza intrínseca de todos los protagonistas. En esta ocasión la aventura animada sigue el clásico derrotero de las “parejas desparejas”, en donde uno de los involucrados es un nativo experto en la simpática fauna local y el otro un pobre turista que se siente demasiado perdido. Por supuesto que el contexto de este “descubrimiento mutuo” lo aporta la ciudad del título: Blu, un guacamayo secuestrado por humanos y llevado a un pueblito de Minnesota, es encontrado y criado por Linda, una joven que lo adopta. Pero un día llega Tulio, un científico loco brasileño, quien les comunica que Blu es el último macho de su especie y debe viajar para conocer a Jewel, la última hembra. Mientras que la señorita sólo ansía la libertad, él de inmediato se frustra debido a que no puede volar, triste consecuencia de la domesticación. Sin embargo el dúo no cuenta con mucho tiempo para lamentarse: rápidamente son enjaulados por traficantes de animales y recluidos bajo la custodia del malévolo Nigel, una cacatúa australiana. A pesar de todo consiguen escapar y así comienza una “fuga en cadenas” en la que se toparán con el canario Nico, el cardenal Pedro, el tucán Rafael y hasta con un bulldog llamado Luiz (Nigel por su parte recluta a un infame ejército de monos tití especializados nada menos que en capoeira). Aquí el director decidió privilegiar la música a conciencia como un rasgo identitario de los héroes y como el principal elemento unificador en lo que hace a los vaivenes del relato. Superando la presencia específica del componente en la “franquicia helada”, ahora la banda sonora y los segmentos explícitamente musicales sustentan numerosas situaciones de la trama, apuntalan la coyuntura general y dan sentido a algunos remates. Una característica que merece ser destacada es la fluidez narrativa que una vez más impone el carioca, por suerte recuperando aquel espíritu lúdico de la maravillosa La Era de Hielo (Ice Age, 2002). Si uno tuviese que elegir un exponente ejemplar de la estructura centrada en el “viaje iniciático”, un eterno baluarte dentro de los films infantiles, el que hoy nos ocupa sería el candidato perfecto. Las escenas de acción son muy vertiginosas, el desarrollo de personajes extremadamente lúcido y las intervenciones formales de Saldanha corrigen cualquier falencia del guión. Rio construye un arco iris encantador a pura convicción y destreza: con la favela durante el carnaval de fondo, esta pequeña epopeya de un ave que aprende a volar corre pareja a la denuncia de los que no respetan la vida, siempre encerrándola bajo llave…
Pajarracos y pajaritos cariocas ¿Puede tener alguna frescura una película cuyos elementos parecen producto de un curso sobre psicología de masas? Rio hace pensar que sí. Aunque cada pieza del guión tenga su función preasignada, tal vez por una magia propia de la animación algunas de esas piezas gozan de la libertad y encanto suficientes como para parecer espontáneas. Todos los lugares comunes, todas las nociones adquiridas, todos los ítems de la corrección política y ecológica convergen en este nuevo bombazo de la animación global. Y sin embargo –gracias a ciertos detalles de caracterización, a su belleza visual, a logrados apuntes de color– el viaje se hace tan disfrutable como unas vacaciones en la muy limpita Río de Janeiro pre-Olimpíadas y pre-Mundial. Rio empieza como La delgada línea roja: en un paraíso selvático, en el que el reino animal y el vegetal conviven en la más perfecta armonía... hasta que llega el hombre blanco y pudre todo. Claro que no se trata aquí de una lejana isla del Pacífico sino de la espesura brasileña, en cuyas ramas la mayor variedad imaginable de aves se entrega a la más desaforada batucada. Pero caen desde el cielo redes y jaulas y un grupo de indeseables se lleva a los invaluables loros, tucanes, cacatúas y guacamayos. Como Rango en el desierto de Mojave, una cría de papagayo azul (lo que en Brasil se conoce como arará) tiene la fortuna de caer de la combi de los secuestradores, a la altura de la nevada Minnesota. Años más tarde, adulto ya, volverá a Río junto a la chica que lo rescató y un ornitólogo brasileño. Es que Blu (ese nombre le puso la chica) es el último sobreviviente de su especie. Si no le encuentran novia, la especie se termina. En Río de Janeiro hallarán a la bella Jewel pero también a los traficantes de aves, contra los que deberán luchar para que el planeta no se despida para siempre de los ararás azules. Con un 3D que quita más de lo que da (los anteojitos oscuros producen una Río permanentemente encapotada), la película dirigida por el carioca Carlos Saldanha (correalizador de todas las Eras del hielo, que debuta aquí en solitario) juega sus cartas marcadas –mensaje ecologista, love story ornitológica, hembras bravas y machos aniñados, Carnaval de Río, hermosas postales y todas las variantes de brazilian music, vigiladas por el interminable Sergio Mendes– sobre una cidade maravilhosa que sin dejar de ser typical recuerda, aunque sea en parte, la de la realidad. Porque la Río de Rio es también –al menos en la medida en que un film de animación para niños lo permite– la de la violencia, la pobreza extrema y el desprejuicio sexual, con más de un aparente machote llenándose de lentejuelas para el Carnaval. Ese “factor documental” se disipa antes de que algún miembro del público pierda la sonrisa, y por las dudas allí están la Bahía de Guanabara, el Pan de Azúcar y toda la iconografía oficial, cuestión de hacer olvidar toda posible miseria. Debe reconocerse, de todos modos que, producto un poco de la dinámica narrativa y otro poco también de ese mismo masaje sensorial, el viaje del papagayo, la papagaya y los humanos que los apadrinan se sigue con agrado, más allá de que apenas un par de personajes trasciendan la mera cualidad funcional. Uno de ellos es el doméstico, cariñoso y aprensivo Blu –que no se anima a volar, por más que la valerosa Jewel insista– y el otro, el babeante y buenazo bulldog Luis, que confirma que el perro es el mejor amigo de la animación.
Río tiene un gran colorido, gags divertidos, cuadros musicales, una historia eficaz (aunque convencional y sin grandes innovaciones), personajes atractivos y una excelente técnica de animación, sobre todo en las aves. Aunque lamentablemente los...
Música y colores para enamorarse de Río La historia del último guacamayo macho al que un experto en aves quiere reunir con la única hembra de su especie resulta ser más un folleto ilustrado de la ciudad brasileña y sus encantos que un film de aventuras animadas. Si alguien quisiera hacer una campaña publicitaria para que los espectadores del mundo visiten Río de Janeiro, esa campaña encontraría su forma ideal en Río, la nueva película de animación creada por Fox. Esto no es en sí mismo un defecto, es la descripción de una película hecha con verdadera admiración por una ciudad, idealizada y embellecida a más no poder. Ni las favelas parecen un lugar feo o peligroso, aunque allí viva un villano. La historia que cuenta el film es la de Blue, el último guacamayo macho de su especie. Quiso el azar que, luego de que lo sacaran de su hábitat natural en Brasil, terminara siendo criado por una niña en Minnesota, con quien compartieron años de amistad hasta que ella se convirtió en adulta. Estos años están narrados con una secuencia de montaje que muestra las primeras limitaciones del film. Comparándola con Up! Se nota que aquí la maestría narrativa no alcanza los niveles de Pixar, pero tampoco su encanto y su emoción. Cuando Blue es descubierto por un experto en aves este desea llevarlo nuevamente a Río para juntarlo con la última hembra de la especie. Pero Blue no sabe volar y las cosas, obviamente, se complicarán mucho cuando él y su dueña viajen a Sudamérica. No falta color, no faltan canciones y no falta tampoco fútbol. Todos los lugares comunes sobre la cultura brasileña se repiten a lo largo de la trama. Así como también se repiten todos los lugares comunes del cine de animación de los últimos 20 años. Para los cinéfilos, tal vez esta película recuerda aquel período histórico en el que Hollywood fue el encargado de generar vínculo artístico con el sur del continente, creando al famoso José Carioca, personaje de animación que parece un pariente de Blue y que apareció en Saludos amigos y Los tres caballeros, además de varios cortos de Disney. No hay mucho más para decir sobre Río. Los mejores chistes son dos vinculados con una canción clásica de Lionel Ritchie y quienes amen la música de Brasil tendrán por supuesto muchas canciones para entretenerse. El carnaval cobrará protagonismo a lo largo de la trama, convirtiéndose en el centro de muchas situaciones. Y como aclaramos al comienzo, Río servirá, además, como una plataforma ideal de turismo para los Juegos Olímpicos y el Mundial de Fútbol que pronto pasarán por Brasil. <
Ritmo, color y alegría para descubrir el amor Una historia que provoca identificación, adornada con ritmo, colores, y una manada de personajes imperdibles, hace de la película de animación Río una muy buena propuesta para el público atento a las novedades del cine de animación proveniente de Hollywood. La trama es sencilla. Un papagayo azul es encontrado por un estudioso en un rincón nevado de EE.UU. (adonde fue vendido ilegalmente). Tras convencer a su ingenua dueña de la necesidad de reunir al animalillo con la única hembra viva de la especie, el trío viaja al corazón del “salvaje” Brasil y se reúne con una auténtica fauna de personajes, que incluye a humanos malvados, una cacatúa mafiosa, monos ladrones, un tucán con mucha calle, y varias especies más, que conforman la galería de simpáticos personajes secundarios. La sal de la cuestión, en definitiva, la termina poniendo la relación entre esas dos raras aves que deben enamorarse pese a que son el agua y el aceite. El filme es dirigido por Carlos Saldanha, un brasileño que triunfa en Hollywood (dirigió previamente La era del hielo y Robots , entre otras), que pidió la oportunidad de situar una historia en su ciudad natal y que en parte recibió la luz verde –dicen– porque esa metrópoli se prepara para recibir un campeonato mundial de fútbol y unas olimpiadas y los negocios atraen a los negocios, bla, bla, blah... Aquel verde tomó Saldanha para empezar a pintar un cuento que en varios momentos es un canto a la naturaleza y al pueblo de donde es originario. Por ejemplo, la película abre con un número musical magnífico, y a lo largo de sus 94 minutos de duración, alcanza varios picos de inspiración: la escena de la riña entre pájaros y monos, la de la carrera en motocicleta por las callejuelas de las favelas, la del ratito romántico de las aves trepadas a un tranvía del Corcovado, la de la persecución dentro del Sambódromo, la del aterrizaje forzoso en la playa… no alcanzan los dedos de la mano para contar los aciertos de los guionistas, de los animados y de los musicalizadores (por citar a los más obvios) de este largometraje. Río es una muestra más de los altos estándares que maneja la industria de animación norteamericana, líder en este rubro como en tantos otros, aunque con vecinos cada día más fuertes, como ese Brasil al que se le rinde un indudable reconocimiento simbólico a través de este producto.
Un loro azul –en realidad, no es un “loro” en el sentido ornitológicamente correcto del término– que no sabe volar y vive en los EE.UU. Viaja –lo llevan– a Río de Janeiro. Él es el último de su especie y en Río vive la última de la especie. Luego, lo que sigue: a) se conocen, b) escapan, c) son capturados por traficantes de animales, d) se enamoran, e) pelean. Es decir: son pocas las sorpresas que el espectador podrá encontrar en términos puramente narrativos. Pero resulta que este film no trata de ser “original” como cuento, sino que precisamente utiliza un cuento conocido para desplegar otra cosa. Mucho mejor técnicamente que la última “La era del hielo”, este quinto largo de Carlos Saldanha está más cerca en cuanto a inventiva visual y ritmo humorístico de Robots, otro film de la firma BlueSky. A diferencia de Pixar –que se inspira en el cine más clásico “de acción en vivo”– o de DreamWorks –que se inspira en la televisión y usa demasiado la parodia– este estudio se basa mucho más en la vieja tradición del corto humorístico, con gags rápidos y absurdos y el juego constante con el diseño y el color. Por eso sus películas suelen ser desparejas, con buenos y malos momentos alternativamente. En este caso hay una cohesión mayor y un ritmo frenético que no decae, y, sí, un aspecto visual realmente asombroso en paleta de colores. Es decir, una película hecha para ser disfrutada, ni más ni menos, que logra su objetivo.
Anexo de crítica: Rio es la fervorosa declaración de amor que le dedica el realizador carioca Carlos Saldanha a la multitudinaria ciudad de la que es oriundo. La excusa argumental es aquí lo de menos y vuelve a abrevar en el inoxidable Camino del héroe; por eso lo importante, más allá de la incuestionable eficacia de la historia, pasa por el trabajo del co-director de La era de hielo cuya inspiración se ha desbordado al recrear no sólo los lugares físicos (¿quién podía imaginarse que en un dibujo mainstream como este nos mostrarían una favela con tanto lujo de detalle?), con su característica flora y fauna, sino también la idiosincrasia de un pueblo con sus bailes, música, energía y sentido del humor. Ni siquiera el carnaval quedó afuera. Es todo tan prototípico (en el buen sentido) que si esta película la hubiese dirigido una persona no brasilera con seguridad estarían lloviendo las críticas. La sensibilidad manifestada por Saldanha es sorprendente pero no deja de tener su lógica: el proyecto era una jugada personal y no podía darse el lujo de malograrla por errores propios. Rio es una maravilla en la que todos los elementos que la nutren cohesionan mágicamente como pocas veces suele verse en el género. Saldanha superó las expectativas depositadas en él y logró el mejor filme animado producido por la Fox hasta el día de hoy. Francamente imperdible…
Alto vuelo con ritmo carioca Llega esta historia de tono ecologista, poderoso despliegue multicolor y mucho ritmo carioca de la mano de los mismos creadores de la saga La era del hielo. La trama gira en torno a Blu (con la voz de Jesse Eisenberg, el actor de La red social)original), un guacamayo doméstico que nunca aprendió a volar y que disfruta de una vida tranquila y segura junto a Linda, la dueña de una librería en Minnesota. Esos apacibles días cambian cuando se enteran que Blu es el último de su especie y que Jewel (con la voz de Anne Hathaway), otro ejemplar hembra vive en Río de Janeiro. La propagación de la especie depende de ellos y la travesía a las tierras del Cristo Redentor promete un sinfín de peligros con el trasfondo del Carnaval más famoso del mundo. El director Carlos Saldanha entrega noventa minutos de pura emoción y vértigo (con vuelos que potencian la fuerza del 3D) en una trama alimentada por ricos personajes secundarios: el perro que babea todo el tiempo; Fernando, el niño que creció solo en las favelas; Rafael, el tucán y los siniestros traficantes de aves. Todo encaja en Río como en el lujoso desfile de carrozas y se convierte en una fábula aleccionadora para público de todas las edades. El humor dice presente una vez más en las situaciones amorosas que son enmarcadas por las canciones de Lionel Ricthie, mientras que otro aporte lo hace la banda sonora rica en ritmos y matices del compositor brasileño Sergio Mendes.
Dotada de una estupenda galería de personajes, tanto del reino animal como del humano y de una formidable calidad audiovisual, Río se erige como una de las mejores piezas de animación digital de los últimos años. Producción de la Fox y Blue Sky Studios (La era de Hielo, Robots), el film supera esos productos y propone una burbujeante historia enmarcada en el marco fascinante de la ciudad de Rio de Janeiro y un colorido desfile de plumíferos, entre los que se destacan guacamayos –protagonistas- y tucanes. Precisamente su director es también brasileño, y para esa productora realizó como co director los films mencionados, y fue responsable exclusivo de las secuelas 2 y 3 de La era de Hielo y ahora vuelve a ser el único director en Río. Haciendo honor a su nacionalidad, Saldanha recrea la esencia de esa urbe –incluyendo las favelas y algunos sutiles toques sobre la pobreza, la marginalidad y la polución-, pero focalizando en sus íconos clásicos, mucho más aptos para el público infantil, como el carnaval, la samba y el fútbol. También el film se hace un espacio para mencionar las especies en peligro, a través de una trama en la que la dueña del último guacamayo azul macho del planeta se traslada desde Minnesota para unirla con su símil hembra en la ciudad carioca, tras lo cual arrancará una serie de frenéticas y bien dosificadas aventuras. La recreación del Sambódromo es notable, y lo propio de puede decir de los monitos arrebatadores, afines a otros animalitos antológicos como los pingüinos de Madagascar o las palomas de Bolt. Una banda de sonido espectacular completa una imperdible propuesta familiar.
A veces río Hasta ahora -salvo las continuaciones de la saga de la Era del hielo- me habían interesado las producciones animadas realizadas por la Fox. Y la presencia de Carlos Saldanha en la dirección de Río me había hecho depositar algunas esperanzas respecto de las posibilidades del film: reconozco en él si no a un gran autor, al menos a un tipo que puede construir personajes con dimensiones y que tiene una mirada melancólica que se traduce al espíritu del film. Con estos antecedentes, debo concluir que Río es una película menor, intrascendente y hasta perezosa en algunos aspectos narrativos, más allá de la simpatía que desprenden algunos de sus pasajes y algunos -pocos- personajes. Incluso, ante el prejuicio que podíamos tener sobre cómo la película incorporaría el escenario de Río de Janeiro a la historia, por momentos confirma todas las presunciones dando cuenta de un pintoresquismo exacerbado, cuestión mucho más preocupante si tenemos en cuenta que la mirada sobre lo “brasileño” no proviene de un extranjero sino de un nativo como es el propio Saldanha. De lo que estamos seguros es que Saldanha tiene una obsesión por aquello que está a punto de extinguirse: desde los animales de La era del hielo a los robots chatarra de Robots, hasta Blu, el guacamayo protagonista de Río, que es el último de su especie y al que hay que aparear para que pueda prolongar la misma. El problema es que Blu fue a parar a Minnesota y tendrá que llegarse hacia el país carioca para encontrarse con una guacamaya y… bueno, ya imaginan el resto. En esa empresa se comprometen Tulio (un especialista en aves brasileño) y Linda, la dueña del pajarraco. Pero una vez instalados en Brasil, ambos guacamayos son robados por unos traficantes de aves exóticas, y ahí comienza la aventura. Aventura que será, especialmente, de autodescubrimiento y superación personal, ya que hay algo que separa a Blu de su especie: no sabe volar. Contra lo que se pueda pensar, el inconveniente de Río no es la simpleza de su historia, ya que sobre los conflictos básicos se construyen habitualmente los films infantiles. Hay en el comienzo de Río una idea interesante: hacer de la selva un compás de sonidos y colores. El arrollador arranque -por lo lejos lo mejor del film- es un colorido musical con las aves despertando al ritmo de una batucada. Saldanha captura acertadamente el ritmo y construye velozmente el conflicto de su personaje principal. Este elemento imprevisto, disruptivo, incluso si pareciéndose al musical estilo Disney logra tener personalidad y energía, no volverá a repetirse con la misma fuerza durante el resto del metraje. Es más, los musicales posteriores no lograrán insertarse fluidamente al relato y sólo serán una pieza más, funcional, al producto, como lo son los comic relief (y hay aquí demasiados personajes intentando cumplir ese rol) y casi todo lo que aparece por aquí. Porque si hay algo que no funciona en Río es su evidente piloto automático para incorporar todas los elementos obvios que debe tener una película animada en 3D hecha para vender peluches. Es rutinaria: compárenla con Enredados o Rango -los dos grandes films animados en lo que va del año- y se darán cuenta. Río, funciona a veces. Lo hace cuando a pesar de tener un subtexto ecologista, nunca este se impone a la narración; lo hace siempre que aparece Luiz, un perro bulldog con un constante complejo por su baba; y lo hace casi siempre que podemos reconocer en Blu a Jesse Eisenberg, el protagonista de Red social, quien aquí presta la voz para el protagonista (voz que por estas tierras conoceremos cuando la veamos en dvd) y con la que construye a otro de sus adolescentes conflictuados, entre la timidez y la torpeza simpática. Por lo demás, hay momentos de tarjeta postal que incluso molestan mucho más que en una película con actores, toda vez que reconocemos que hubo horas de animadores trabajando sólo para mostrar el Cristo Redentor. Y no es por el pobre Cristo, que ha salido igualito y muy bello, sino porque ahí nos damos cuenta que antes que en la historia o en los personajes, se puso énfasis en la elaboración del folleto publicitario turístico. Con todo, Río es amable, no le hace mal a nadie, apuesta a la familia disfuncional y permite algunas risas bien sinceras.
Río de Janeiro, la ciudad que fuera capital del Brasil ha sido escenario de muchísimos filmes, tanto brasileños como internacionales La más famosa de esas películas quizá sea “Orfeo negro” (1959, Marcel Camus), una coproducción de Francia, e Italia con Brasil, que ganó el premio Oscar e hizo conocer al cine brasileño, a la ciudad carioca y las bellas canciones de Jobim en todo el mundo. Veredas multicolores, avenidas con palmeras, un paisaje enmarcado por los “morros” han sido sumamente atractivos para desarrollar historias cinematográficas de todo tipo. Y como era previsible, alguna vez se realizaría una película destinada a los niños cuya acción transcurriría en esta ciudad. Don Rhymer escribió la historia de Blu, un guacamayo de color azul, y la película fue dirigida por Carlos Saldanha para Blue Sky Studios y 20th Century Fox. El equipo creador de la saga “La era de hielo” (2002, 2006, 2009) se puso nuevamente en acción, aunque esta historia no transcurre en un lugar helado, sino por el contrario, se desarrolla en un ámbito caluroso. No hizo falta fotografiar ningún lugar carioca, porque la película está realizada con animación de computadora filmada en relación de 2.35:1 para el nuevo Sistema 3D (el que hay que mirar con anteojos especiales). La trama principal cuenta la historia de Blu, un guacamayo azul de la selva brasileña que cuando aún es un recién nacido es atrapado por traficantes ilegales de fauna e enviado desde el calor brasileño a la fría nieve de un pueblo de Minnesota, donde es adoptado por Linda, una niña solitaria con aire intelectual. Y la muchacha y el pájaro crecen juntos. Ella sobreprotege al ave de tal manera que Blu no aprende a volar, tampoco lo necesita porque tiene una vida tranquila, sin preocupaciones y con una discreta diversión. Hasta que llega en su busca un joven científico que informará a Linda que Blu es el último macho de su especie, y que para que la misma no se extinga hay que hacer que se ponga de novio con Perla, una hembra guacamayo del mismo color azul que Blu. Linda y Blu se trasladan a Río de Janeiro para que se haga efectivo tan particular encuentro y ambas aves tengan la oportunidad de enamorarse. Pero Perla no está tan interesada en perpetuar la especie, quiere su libertad y en su fuga arrastrará a Blu a inesperadas aventuras. Se harán amigos de otras aves pero caerán en manos de una pandilla de traficantes ilegales de aves (la segunda vez en su vida para Blu), y entonces comienza la acción. Una historia que sucede mientras transcurre el mundialmente famoso carnaval de Río, con sus carrozas y casi toda una población vestida con disfraces. La peoducción desde el comienzo tiene un contundente y directo mensaje para poner al descubierto el submundo delictivo de los traficantes ilegales de animales, en este caso de aves que se cazan con el fin de venderlas al exterior donde vivirán como mascotas exóticas. Si bien el mensaje no es demasiado comprensible para los niños, al encontrarse con mucha acción, numerosas escenas musicales con canciones que se escuchan en la actualidad por todas las radios, y la simpatía de los personajes dibujados, hacen que todos se diviertan y disfruten de una trama muy ágil y entretenida. Haciendo gala de una de las características de un perfecto guión paradigmático, cuando todo está casi solucionado, surge algo, divertido obviamente, para mantener la atención de todos los espectadores. Los niños se ríen mucho de las innumerables situaciones cómicas que para los personajes son “dramáticas”. Los pequeños espectadores disfrutarán de esta película a partir de los tres años y como contiene una historia de amor entre los protagonistas, discusiones entre amigos, solidaridad entre los mismos y la expectativa por un final que no se sabe si será feliz, es disfrutable hasta más o menos los doce años. Los padres también se divertirán mucho con este filme de animación 3D, porque con este sistema, más de un personaje se escapa de la pantalla para que no lo alcancen los traficantes.
Plumíferos El último guacamayo azul macho que queda es Blu, quien habita en la fría Minnesota junto a su dueña desde hace 15 años, cuando esta sepa que depende de su mascota querida viajar a Brasil para conocer a la última hembra azul y prolongar la especie lo hará, en este país y en Río de Janeiro precisamente se toparán con los traficantes de especies animales, pero hay otro tema preponderante y es que Blu deberá hallar su lado salvaje, y aprender a volar como lo que es. El director Carlos Saldanha -"La era del hielo"- conocé bien el paño, no solo de la animación actual sino que al ser carioca de origen, nadie podía reflejar mejor que él, la fastuosidad y demás postales de la impresionante Río. Así magnificamente se aprecia con un nivel marcado de colores -que así lo requerian-, cada escenografía acompañante de las situaciones surgidas de un guión alocado y ágil, el baile de las aves al inicio, el vuelo sobre las alas deltas por sobre la Bahia de Guanabara, las favelas, o el carnaval con sus escolas do sambas y luces son mucho de lo bueno que posee esta animada aventura que indudablemente entretiene todo el tiempo y sigue sumando los porotos que le aporta hoy día este género al cine todo. Resaltábamos hace unas semanas atrás el maravilloso ejemplo de "Rango", hace un par de meses la exitosa "Enredados" y sobre finales del 2010: "Megamente", todos ejemplos de calibre. En este caso están los protagonistas: Blu y su atractiva Jewell, la pareja protagónica de humanos está, los malos y villanos también, y menos que menos que faltasen los típícos compinches y amigos de turno. Es decir nada falla a la receta. Otro atractivo es la música, cuyo productor es Sergio Mendes, y que reune a Will i Am -de Black Eyed Peas-, Bebel Gilberto, Taio Cruz, Ester Dean, Carlinhos Brown, entre otros.
LA LIBERTAD ANIMAL Película de Carlos Saldanha, el director de la trilogía de "La Era del Hielo", que recrea el ámbito y el fervor festivo propio de Rio de Janeiro en la época de carnavales, con un despliegue visual muy colorido y bello, con una historia sencilla, pero satisfactoria, y con un humor que entretendrá a grandes y chicos. Blu es un guacamayo azul que vive tranquilo en con su dueña en Minnesota, Estados Unidos. Un día, se entera que es el último ave macho de su especie vivo y que tiene que viajar hacia Rio de Janeiro para poder encontrarse con la hembra, para así perpetuar su exótica especie. En el camino se va a encontrar con un gran festín por los carnavales y con otros animales que lo van a ayudar a cumplir con su objetivo. La primera característica que sobresale de "Rio" es el aspecto visual y el muy bien provecho que se hace de las locaciones propias de la gran ciudad. Utilizando colores saturados y vivos, con una calidez ambiental siempre presente y con una detallista recreación de los paisajes y de los plumajes de los animales, cada una de las escenas de esta película es un espectáculo visual muy bien logrado y con una animación perfecta. La introducción, haciendo uso de la tecnología en tres dimensiones con precisión, y los momentos de vuelo, que son varios, son muy suaves y están muy bien logrados, indudablemente lo mejor de esta propuesta. La historia es sencilla, pero está aderezada de personajes secundarios que le aportan mucho divertimento al relato. No hay demasiadas sorpresas ni situaciones que llamen a la emoción, se cuenta una historia de liberación con mensajes bien desarrollados y un espíritu humano, cerca del final, correctamente logrado. El humor está basado en los gags, que son muy divertidos y le aportan lucidez y originalidad a la narración: el perro Luis es el mejor personaje de la historia y justamente el que menos tiempo tiene en pantalla, pero el que cuando aparece tiene algo delirante o absurdo para aportar. Dentro de lo que es la maravillosa animación, el muy bien logrado uso de los colores y la recreación festiva de los carnavales, "Rio" presenta algunas características que ponen en duda algunos de los planteamientos principales de la cinta: Primero que nada el villano no tiene la intensidad como para poner en riesgo o para crear una duda en el espectador sobre lo que está por pasar. El ave "mala" es introducida con un musical muy al estilo Disney, que está muy descolocada en la historia. La película tiene algunas escenas musicales, pero todas, excepto ésta, tienen un fin en común que es entretener y servir de fondo para que los personajes bailen o la pasen bien. En cambio, el momento en el que se presenta a Nigel es el único en el que la música cuenta una historia, por lo que es necesario prestar atención a la letra para entender las actitudes del villano. Un estilo totalmente innecesario y mal impuesto dentro del relato. A su vez, en todo momento y en especial cuando se hacen unos viajes secuenciales por la ciudad, se respira un aire de publicidad, que retratan a esas situaciones como postales turísticas dirigidas al espectador (escuchar la primera y la última canción). Por último, una cuestión superficial y casi sin importancia, el conflicto se resuelve demasiado rápido al final, ocasionando que los villanos humanos no tengan la oportunidad para poder lucirse y mostrar algo más que lo que hicieron hasta dichos momentos. "Rio", pese a los problemas, es una cinta que se disfruta, que entretiene y que tiene un espíritu festivo muy bien logrado. Con música pegadiza, con mensajes que llegan, pero no conmueven y con una animación bella, detallista y colorida. Una propuesta para toda la familia. UNA ESCENA A DESTACAR: carnaval.
¿Río de qué? Imagine que se encuentra con varios de esos animalitos simpáticos que adornan las cajas de cereales. Ahora piense un poco más e intente crear algunos compañeritos para ellos y listo: tiene a Rio, una película que, como su protagonista, jamás logra levantar vuelo. Al menos se ve mucho más linda y prolija que el trabajo anterior del director, La era de hielo 3. Pero sigue con los mismos errores. Saldanha se hizo más popular cuando se encargó de la franquicia de La era de hielo, a partir de la primer secuela. Tambié dirigió Robots, pero los resultados no difieren mucho. Es un director de animación mediocre, con personajes que no logran generar demasiada simpatía o están sólo para dar el nuevo remate. Son los llamados comic relief: aquellos que están ahí para aliviar la tensión, o simplemente para divertir. El problema es que en las películas animadas se dividen en dos tipos: los gags ingeniosos, con juegos de palabras y ayudados por el montaje (la mayoría de las películas de Pixar) y los gags físicos, el tan elaborado slapstick de la escuela keatoniana o chaplinesca, como en la mayoría de las películas de Dreamworks. El problema, que estas películas parecen ignorar, es que el slapstick requiere tanta elaboración y cuidado como elegir las palabras adecuadas para que algo resulte gracioso. Las películas de Buster Keaton son un ejemplo de ello. No basta con ver violencia física contra un personaje para que resulte gracioso (piensen en las películas de Madagascar) ni con que tengan movimientos raros y retorcidos. Sólo los hace más excéntricos y difíciles para conectar emocionalmente. Hay otras cosas que salen mal también. Linda, la dueña de Blu, el guacamayo que debe ir a Brasil para aparearse y dejar que la vida se abra camino, en una misión de rescate termina en un desfile. Ella, con ropa que apenas puede tapar lo mucho que tiene de vergüenza, termina en un carro gigante, ante una multitud que le pide que sacuda el trasero. Debería ser un momento gracioso, pero termina resultando incómodo y no sólo para ella, sino para nosotros también. No sólo no es gracioso, sino que la secuencia carece del ritmo para saber cuando debería terminar el chiste. Hay un montón de personajes, como un bulldog baboso, un cardenal gordito y unos monos que recuerdan bastante a los lemures bailarines de Madagascar. Todos están para propiciar el próximo chiste o número musical (ninguno de ellos demasiado inspirado). Carlos Saldanha es brasileño, pero ni siquiera logra despegarse del recorrido turístico y extranjero de su propia ciudad. Río tiene todos los paisajes que cualquier turista imagina. Incluso hay una secuencia vertiginosa, donde el protagonista huye por las favelas, mientras todo Brasil está pendiente de un partido de fútbol (como no podía ser de otra manera, contra Argentina). Como no escapa a los lugares comunes, sus personajes también son puro cliché. Principalmente los humanos, que si no son pobres con buenas intenciones, son amantes del fútbol o la danza carioca.
DreamWorks vuelve a destacarse en el campo de la animación. Río se estrenó la semana pasada en México, una nueva cinta animada de los estudios que nos trajeron la divertida Era de Hielo cuyo director Carlos Saldanha nuevamente se encuentra al frente de un largometraje animado. La película relata la historia de Blu, un guacamayo azul que por azares del destino termina siendo la mascota de Linda en Minnesota, lejos de su natal Brasil. Pronto se trasladará al país sudamericano para conocer a Jewel otra ave de su especie pero al poco tiempo se encuentran en peligro y deberán buscar la manera de volver a casa. Con esta película los estudios Blue Sky suben un peldaño más en la escalera rumbo al posicionamiento en la mente del espectador y es que se ha mantenido en los primeros lugares de la cartelera no sólo en EUA sino también en México. La verdad es que la historia es entretenida y es ahí su principal atractivo, cuenta con números musicales interesantes a cargo de Jamie Foxx y Will.i.Am y el score está plagado de samba y bossanova. Los personajes son divertidos, entretenidos y es un encanto ver a las aves bailando samba. Tiene algunos diálogos cómicos (no aptos para niños) que hacen de la película diversión también para grandes. La historia incluye el típico tema de vencer los miedos y salir adelante, pero también la relación que puede formarse entre una persona y su macota mismo que sólo entenderán quienes tengan o hayan tenido un compañero de vida que no precisamente era humano. Por otro lado se toca el gran cliché de los brasileños y su relación con el baile, el carnaval y claro está el futbol soccer, supongo que las naciones de Centro y Sudamérica seguiremos siendo vistos con muchos clichés durante otro largo tiempo. Pero la película no es perfecta, al menos no lo es en México, ya que el mayor problema que le he encontrado es el espantoso doblaje que se le ha hecho en este país, cosa que me sorprende tomando en cuenta que en México se hacen muy buenos doblajes de películas infantiles, desafortunadamente cometieron muchos errores empezando por la palabras mal empleadas que creen que aún se utilizan en el lenguaje de hoy que en lugar de escucharse bien se siente falso y llega a ser incómodo. Desafortunadamente esto demerita mucho el trabajo que se realizó y puedo apostar a que verla en inglés es mucho mejor y bueno, como no lo sería si Blu es interpretado por Jesse Eisenberg, Anne Hathaway es Perla y se unen al elenco actores como Jamie Foxx, Jane Lynch y el músico Will.i.Am… no por nada tuvo tanto éxito en la cartelera americana. Definitivamente esta película es una muestra de que no se necesita ser Pixar para realizar una película que le guste a la gente y una prueba de este tipo de estudios de animación ya han despegado y prometen muchas cosas buenas.
VideoComentario (ver link).
HOMENAJE Como lo vienen logrando tantas películas infantiles, que ya no sólo satisfacen al acompañante adulto sino que hacen a los de esta franja etaria querer ir a ver “dibujitos” y reencontrarse melancólicamente con su niñez, Río (2011) es audiovisualmente colorida, políticamente correcta y una infalible acción de convocatoria turística. Uno de los mayores aciertos de esta producción de Fox y Blue Sky Studios (La era de Hielo, Robots), es disolver las divisiones que otros cines supieron crear: no hay categóricamente buenos ni malos, no hay héroes ni antihéroes, no gana la ciencia sobre el instinto ni viceversa; se pone en el mismo plano a los animales y a los animales-humanos, a los machos y las hembras, a los “yanquis” y los latinos. Otro mérito: la indiscutible calidad audiovisual (se vea o no en 3D, se escuche o no doblada) que, junto a una impecable e intensa musicalización con lo mejor de los ritmos brasileros, hacen que el filme de ganas de ser pájaro, carioca, dibujante, bailarín de carnaval, político, ecologista, niño. O, por lo menos, de correr a comprar un pasaje a Río de Janeiro (secretarías de turismo: tomen nota de la estrategia). La historia es simple y algunos elementos son previsibles, pero la trama sorprende y entretiene cada vez que puede y como es una película de dibujos animados, uno puede permitirse la -en otros casos puesta en juicio- emoción ante los pocos golpes bajos y resoluciones a lo Disney. Cada fotograma es absolutamente intenso, lindo, colorido. La música y los musicales dan ganas de bailar hasta al más aburrido de la fiesta, los recursos humorísticos son efectivos, hay un buen guión y una construcción de personajes profunda. Pero lo que resulta el objetivo más perseguido y más precisamente logrado es el de mostrar de la mejor manera los mejores atributos de Río de Janeiro: carnaval, pasión por el fútbol, color, música, flora, fauna, historia, arquitectura, ciencia, favelas pintorescas, playa, gente divertida; lo cual coincide con el hecho de que la película se llame Río: esta ciudad es la verdadera protagonista y la película resulta un gran y oportuno homenaje del director Carlos Saldanha a su ciudad natal (y a la libertad).
Aventura avícola en ritmo de bossa nova Lo primero que hay que saber sobre esta nueva producción de los creadores de "Ice Age" es que, en cierta manera, quisieron innovar. Apoyados en el deseo del director Carlos Saldanha (responsable de la triología) de hacer una película de animación basada en su tierra natal, eligieron una clásica historia de superación personal (del estilo habitual del género) con un toque regional particular. Ambientar la historia en Rio de Janeiro, en vísperas del Carnaval, era una apuesta interesante, quizás arriesgada, aunque original. El resultado, es un film correcto, muy colorido y con una interesante banda de sonido, pero nada que termine destacándolo sobre otros grandes del género. A ver, "Río", se deja ver y tiene ese toque distinto que le da la geografía sudamericana (poco abordada en producciones de los grandes estudios), pero su ritmo y secuencia es previsible y no sorprende de acuerdo a las expectativas. Que quede claro, que a mi las "Ice Age" me parecieron buenas. No sólo desde lo técnico, sino desde la composición de personajes y los conflictos que aquí se juegan. "Río" elige contar una historia simple, familiar y tierna, con la que muchos espectadores se identificarán y pasarán un rato amable, donde lo que prima es la cuidada banda de sonido y las secuencias paisajísticas de la ciudad y del evento central, el carnval, su espíritu, las comparsas y el sambódromo en el cierrre. Y es destacable decir que en 3D se disfruta mucho más. Pero no nos anticipemos. La historia es la de un guacamayo azul que (siendo originario de las tierras tropicales) por esas cosas del destino (es llevado a un zoológico al que nunca llega, sustraído de su hábitat original siendo pequeño), termina en la fría Minnessota, bajo el cuidado de una conservadora y dulce propietaria de una librería. Ella y su mascota tienen una relación única, y Blu (así se llama nuestro plumífero protagonista), está muy cómodo en donde viven. Su dueña, Linda, lo trata de maravillas, lo mima y malcría a más no poder, y él vive su vida, sin casi contacto con el mundo exterior. Lo único que le molesta, es que no sabe volar. Lo lleva en el ADN, pero algo sucede que Blu, no puede hacerlo, lo cual lo transforma en un ave dependiente y temerosa. Cierto día, llega un enviado de un parque zoológico de Brasil, para decirles que nuestro protagonista es el último macho de su especie y que si no se aparea con una hembra que ellos tienen en Río, será el fin de esa clase de guacamayos. Resultado, con mucha desconfianza, los dos amigos (el pájaro y su dueña) partirán para Brasil a cumplir con el mandato de prolongación de la especie. Bueno, como todos podrán anticipar, algo le pasará a Blu a poco de conocer a su Julieta, aquí llamada Perla (serán nuevamente secuestrados para ser vendidos) que revolucionará su medio. De ahí en más, lo que todos conocemos, amigos nuevos, enemigos simpáticos, escenas de musicales, persecusiones, etc etc... Donde Carlos Saldanha se luce, obviamente, es en la reconstrucción digital que hace de Río y sus lugares tradicionales. Nos pasea por las favelas y hasta nos parecen pintorescas!!!! (y lo digo, porque justo ayer ví "Tropa de Elite 2", que aborda el costado violento de la misma ciudad) Su equipo de diseñadores ha trabajado con esmero para que las escenas donde los pájaros sobrevuelan la ciudad, pasean frente al Cristo Redentor del Corvocado o ven iluminada la bahia de noche, nos sorprendan... Y señores, lo logran, lo que no es poco. Pero no todo es animación y arte digital y quizás el punto más flojo de "Río" sea la tibieza de su protagonista, Blu (responsabilidad del guión de Don Rhymer, el de la saga "Big Momma"). Esto hace que a pesar de los denodados esfuerzos del resto de las voces del cast, el apagado espíritu de nuestro plumífero amigo le quite fuerza a las secuencias de acción y que sólo sorprendan las de vuelo, entre la gran variedad que la cinta ofrece. Daría la impresión de que el foco estuvo puesto en la ambientación y en la paleta de colores que se puso en juego, más que en la idea del film... Es importante también advertir que la película tiene muchos altibajos en su relato, donde por momentos la tensión se relaja en extremo y otros, donde la adrenalina fluye a raudales, confundiendo hasta a la misma platea infantil. Creo que es porque "Río" se detiene a explicar el marco del lugar donde se dan los acontecimientos y sus costumbres, lo cual le termina dando un ritmo extraño, contenido, que no explota pero que tampoco aburre. Si hay que celebrar que Sudamérica sea el escenario de una producción de este tipo y que se sepan que hay mucha atmósfera para contar historias infantiles en este lado del mundo. Un producto desparejo, con una encantadora banda de sonido (las canciones de Lionel Ritchie, las versiones nuevas de clásicos de la bossa nova, etc) cuya singularidad está dada por la locación donde transcurre la acción. Si no tienen muchas pretenciones y llevan a sus hijos, es probable que pasen un rato entretenido (eso si, baldes de pochoclo a tope para enfrentar los momentos lentos de la cinta!)...
¡Un carnaval de colores! Carlos Saldanha (director de La Era del Hielo 1, 2 y 3) junto a Blue Sky Studios, vuelven para encantar al público con esta producción animada sobre un guacamayo domesticado llamado Blu, último macho de su especie que será trasladado de vuelta a su tierra natal, la siempre colorida Río de Janeiro, para conocer a Jewel, la última hembra de su especie. Este viaje traerá consigo 96 minutos de diversión para grandes y chicos, que disfrutarán de una pantalla pintada con los colores más espectaculares que se pueden ver en un film. Las voces que dan vida a los personajes en la versión original son de los actores Jesse Eisenberg (Blu), Anne Hathaway (Jewel), George López (Rafael), Leslie Mann (Linda) y Rodrigo Santoro (Tulio) entre otros. Con esto debo hacer una fuerte crítica, pero no a la película, sino a los cines cordobeses, que directamente han dejado de mostrar cintas animadas en su idioma original, y sólo nos brindan la opción de ver un film (para el cual se seleccionaron cuidadosamente los voces de los personajes), en un castellano doblado, que inevitablemente hace que se pierda la personalidad real de los personajes, y que reemplaza el carácter nervioso, que por ejemplo, le imprime Jesse Eisenberg a Blu, por la impronta de "Fulanito" que no tenemos idea quien es... ¡Ojo! sin desmerecer el trabajo de los que doblan voces, pero con todo el respeto, en mi caso y creo que en el de muchos, preferimos la voz original del actor o actriz que fue seleccionado especialmente para la tarea. Volviendo a la película, creo que "Río" sin arriesgarse demasiado (como suele ser costumbre en los films animados) resulta ser de todos modos una aventura que entretiene muchísimo, que engancha a la audiencia y que trae personajes muy ricos y atractivos que crean una explosión de colores en la pantalla. El director, en entrevistas, admitió que este era su trabajo más personal, ya que él es brasileño, algo que se notó mucho en como captó la esencia de Río de Janeiro y los colores espectaculares a los que nos tiene acostumbrado nuestro país vecino. Para resaltar algo que me llamó la atención y que podría haber sido arriesgado, lo que hace que me agrade más, es el pájaro villano de la historia, que realmente mete miedo y por momentos se roba las escenas, es más, hasta diría que es uno de los mejores villanos en lo que va del año. Por último, se nota que el género de las animaciones es el que mejor viene últimamente, entregando producción tras producción, películas de una performance increíble, que se notan están pensadas hasta en los detalles más mínimos. ¡Muy recomendable para todos los públicos!
Ciudad animada Carlos Saldanha, el director de las tres partes de La era de hielo, cambió el frío por el calor de su ciudad natal: Río de Janeiro. A esta super producción 3D se sumaron las voces de los actores Anne Hathaway y Jesse Eisenberg, que antes de la peli jamás habían estado en la ciudad carioca. Ellos le pusieron la voz a dos aves en peligro de extinción. Por un lado Blu, un guacamayo azul hiperconsentido que nació en la ciudad pero no sabe volar, y por el otro la sensual Perla, una guacamaya quien solo está interesada en escapar de unos traficantes de aves exóticas. Linda, es una librera de Minnesota y amante de los animales, quien tiene como mascota a Blu. El ave es buscada, junto a su dueña, por un ornitólogo brasileño (Tulio) quien les ofrece emigrar del frío estadounidense al calor sudamericano para lograr salvar la especie. En la ciudad carioca encontrarán un mundo distinto al que buscan adaptarse. Vistas aéreas, personajes típicos y la presencia de la favela, dejan al espectador con un pantallazo de Río de Janeiro. La aventura entre las aves, la presencia de un tucán (Rafael) como compinche de aventuras y el incipiente romance entre la librera y el ornitólogo son condimentos que desarrollan esta comedia romántica con el sello Disney. Si bien el director es brasileño, las sambas de la peli tienen ciertos tintes pop, cuando los pájaros no están cantando hip hop: en el reparto está el rapero will.i.am prestándole su voz al personaje de Rafael en la versión original.