Los héroes de la palabra El documental de Oriana Castro y Nicolás Martínez Zemborain, SC, recortes de prensa (2014), es una interesante propuesta que invita al espectador a conocer el trabajo del periodismo durante la última dictadura cívico-militar argentina. Este tema le permite a los directores reivindicar una forma de hacer periodismo, donde el peso de la ideología era más fuerte que la fidelidad a un determinado medio. En el film brindan su testimonio un grupo de periodistas que escribieron en Sin Censura, una publicación hecha en el exilio y que ingresaba a Latinoamérica clandestinamente. Tenía como misión dar a conocer, tanto en el país como en el extranjero, el terror que se vivía en Argentina en aquellos años. A través de las palabras de Oscar Martínez Zemborain, Osvaldo Bayer, Carlos Gabetta, Gino Lofredo, entre otros, se permite entender de qué manera se trabajaba en un clima de censura, haciendo del periodismo un oficio ciertamente heroico. Los directores incluyen imágenes de archivo, en donde, por ejemplo, vemos al escritor argentino Julio Cortázar hablando desde Francia (donde estaba radicado) sobre la situación de sus colegas argentinos. También manifestaciones que se hacían en otros países contra los crímenes y persecuciones cometidos por los militares hacia diferentes grupos. Y, en medio de todo esto, imágenes del presidente de facto Jorge Rafael Videla felicitando a los periodistas en su día, y reivindicando su profesión. Una muy acertada representación de las formas que adoptaba el terror. El documental de los realizadores no pretende destacarse por su búsqueda estética sino principalmente por su valor testimonial e histórico. Con las palabras de los periodistas, Zemborain y Castro, arman una especie de rompecabezas donde la oración que empieza uno está continuada por el otro, casi como si estuvieran en un mismo espacio. Esa articulación conseguida logra un ritmo muy particular que atrapa rápidamente la atención del espectador. Se puede afirmar que SC, recortes de prensa es un documental estéticamente convencional pero con una importante investigación detrás. La recurrencia a las imágenes de los entrevistados en la mayor parte del film determina por momentos un producto más televisivo que cinematográfico. Sin embargo, los directores supieron explotar la elocuencia de las narraciones de cada uno de los periodistas y los materiales de archivo encontrados. Y así lograron un film interesante y de calidad.
La información ante todo. ¿Se pueden imaginar haber vivido el Golpe Cívico Militar de 1976? ¿Pueden por un segundo ponerse en la piel de los ciudadanos argentinos de esa época? Bien, visualicen por un momento que bajo ese contexto y esa época quieren informarse. A comparación de hoy en día sus únicos recursos habrían sido los diarios, la radio y la televisión, más allá del diálogo con sus conocidos. Mucho tiempo después del fin de la dictadura, se develaron los Crímenes de Lesa Humanidad, se develó el accionar de los militares y se dejó al descubierto la complicidad y la desinformación propuesta por la mayoría de los medios de comunicación. Pero hubo gente, que pese a todo, en esa época se dedicaba a informar. Hubo un diario llamado Sin Censura.
Llega el documental argentino S.C. Recortes de prensa de Oriana Castro y Nicolas Martinez Zemborain, un recorrido por testimonios de escritores y periodistas durante la última dicturadura militar. Un grupo de periodistas e intelectuales exiliados durante la última dictadura militar Argentina, entre ellos Julio Cortázar y Osvaldo Soriano, deciden trabajar en la producción de un periódico editado en Francia, con corresponsales en toda Europa e impreso y distribuido desde Estados Unidos, que ingresará clandestinamente en los países latinoamericanos para romper con el cerco informativo que se había creado sobre esos pueblos. El periódico se concretó y se llamó “Sin Censura”. Con un correcta compaginación, y un elaborado proceso de investigación, S.C. Recortes de prensa presenta imágenes de archivo junto a relatos y testimonios de algunos de los exiliados, y su mirada por fuera de los eventos ocurridos durante la dictadura en Argentina. El documental no tiene un tratado estético, pero tampoco es lo buscado; hace uso de la palabra para re-construir el camino del diario Sin Censura, su creación y elaboración en sus primeros momentos y la difícil tarea de impresión y distribución. “La historia es el hombre, y se hace a su imagen y a sus palabras”. Con este fragmento de una charla de Julio Cortazar en un acto de resistencia de Madrid en 1981; S.C. Recortes de prensa cierra y enmarca todo su significado. El deber de darle al habla un significado superior.
Con la espada, con la pluma y la palabra. Casi todos los exiliados coinciden en que lo peor, lo más doloroso e irremediable, es el destierro. La obligación de dejar atrás a los suyos y despegarse de los rituales y hábitos que fundan una identidad se siente como la caída a un vacío sin fondo. Pero para un grupo de periodistas e intelectuales argentinos forzados a emigrar a Europa en los comienzos de la última dictadura militar significó una oportunidad única para trascender las particularidades de su tiempo. Estrenada en una de secciones no competitivas del Festival de Mar del Plata de 2014 y dirigida a cuatro manos S.C. Recortes de prensa desglosa los pormenores de la preparación y la puesta en marcha de Sin censura, publicación elaborada desde París y Washington y que en sus seis números contó con los servicios de las plumas de Gabriel García Márquez, Osvaldo Bayer, Osvaldo Soriano y Eduardo Galeano, entre otras. Los primeros minutos de S.C. Recortes de prensa son confusos debido a una deriva que impide dilucidar con claridad cuál es su objeto de estudio. Hasta que el propio devenir narrativo hila esos retazos sueltos, y el film, ya ordenado, avanza a paso firme hasta arribar a la publicación y su entorno. Los realizadores, que saben que no hay emprendimiento surgido por generación espontánea, dedican una buena porción del relato a poner en contexto el universo del periodismo en las vísperas y la primera etapa de la dictadura. Lo hacen recuperando fragmentos audiovisuales –la inauguración de Papel Prensa (“El papel ahora es argentino”, dice la extasiada cronista), la amable sugerencia de Videla a los periodistas acreditados en la Casa Rosada para que “cumplan con su misión”–, reproduciendo artículos de diarios y revistas pródigos en cuantificar las bajas de “extremistas”, “subversivos” y “terroristas” e incluso sobrevolando las operaciones mediáticas pergeñadas desde la ESMA. Un menú a base de entrevistas y un cuantioso material de archivo no es novedoso en una cinematografía pródiga en documentales expositivos con cabezas parlantes como la argentina. Lo que diferencia a éste, y que brilla por su ausencia en ocho de cada diez films de este tipo, es una bienvenida distancia emocional sobre los acontecimientos. Castro y Martínez Zemborain buscan menos la validación de una hipótesis que la puesta en perspectiva de una aventura mediática y política, bien en línea con el tono y la oratoria segura y analítica de los oradores. Conscientes del carácter testimonial del film, los periodistas e intelectuales recuerdan aquellos años con orgullo y pasión, precisan nombres de los principales promotores –entre ellos, Julio Cortázar–, describen con detalle la enrevesada logística que permitió que un periódico confeccionado en París se imprimiera en Washington y desde ahí se distribuyera clandestinamente alrededor de cinco mil ejemplares en varios países del Cono Sur, teorizan sobre los efectos de la distancia y recuerdan a sus caídos, todo sin que la puesta en marcha de la memoria implique equiparar vocación y valentía con heroísmo.
EL HOMBRE Y LA PALABRA Ejercicio de memoria, investigación histórica y política, militancia por los derechos humanos, la libertad artística y de expresión, son algunos de los ejes que plantea SC. Recortes de prensa, el documental realizado por Oriana Castro y Nicolás Martínez Zemborain. Mezclando los testimonios realizados a importantes periodistas en ejercicio durante la dictadura militar llevada adelante entre los años 1976 y 1983 en Argentina (como Osvaldo Bayer, Catherine Soriano, Carlos Gabetta, Oscar “el Chino” Martínez Zemborain, Miriam Lewin, Fernando Ferreria y Gino Lofredo), imágenes de archivos de discursos del ex presidente de facto Jorge Rafael Videla, así como también postales de los arrestos y razias llevadas a cabo por las fuerzas armadas, el documental intenta en primera instancia reconstruir la atmósfera en que se llevaba a cabo la tarea periodística durante aquellos años negros de nuestra historia, donde la censura, la autocensura y el miedo reinaba por doquier. Desde la palabra de los testimonios directos de los protagonistas del periodismo de denuncia llevado adelante en ese momento, el film nos permite conocer y experimentar desde la primera persona a qué riesgos y obstáculos se enfrentaban los periodistas, cómo habían logrado sindicalizarse años antes a la dictadura y cómo fueron perdiendo derechos con el advenimiento del gobierno de la junta militar. Dentro de esta atmósfera de represión y terror, varios periodistas obligados al exilio en Europa, lejos de desentenderse de la situación, se solidarizan y se comprometen a la denuncia de las masacres perpetradas por parte del Estado argentino. Además, se proponen la inmensa tarea de hacer conocer “la otra historia”, aquella verdad que ocurría en las calles y que los medios hegemónicos cubrían con noticias falsas, esos mismos medios que concebían el sistemático método por parte del Estado de ataque hacia los denominados subversivos, como simples enfrentamientos donde se “abatían” extremistas. Desde Francia y con un total de cuatro números editados (de noviembre de 1979 a julio de 1980), el periódico Sin censura logró marcar un camino definido estética e ideológicamente desde el ámbito gráfico, camino ya establecido desde la protesta social de organismos como Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, de denuncia y explicitación de la situación política y social ocurrida en nuestro país. Se pondera en S.C. Recortes de prensa el predominio de la palabra directa de los protagonistas que vivieron el contexto anteriormente explicitado, dejando de lado la acostumbrada voz en off que se suele utilizar en los documentales. Los distintos espacios desde donde los entrevistados relatan sus historias, son todos diferentes entre sí, lo que permite una identificación entre los mismos y los hablantes. Las imágenes de archivos que van mechando los relatos sirven como soporte visual de lo relatado, al mismo tiempo que afianza lo documental del film, permitiendo llevar adelante lo mismo que pretendía el diario Sin censura: presentar la otra historia, la que en aquellos años se silenciaba.
El estreno de este documental en coincidencia con los recientes episodios que ha vivido la redacción de Tiempo Argentino, sin duda profundiza la reflexión que dispara este breve, aunque comprometido film: ¿cuál es el lugar social de los medios de comunicación? ¿cuáles son las condiciones mínimas para trabajar con un margen de dignidad y objetividad? A través de la articulación de diversos testimonios y discursos, Sin recortes propone por un lado, una lectura respecto de la situación laboral de los periodistas al momento de desatarse el golpe militar de 1976 y, por otro, la manera en que comienza a circular la información una vez que la situación de exilio se encuentra asentada. Esa circulación involucra desde los discursos que gestan los medios de comunicación oficiales -a través de periodistas argentinos que aún persisten trabajando en Argentina, muchos de ellos a favor del gobierno de facto-, pasando por la emisión de información que los mismos periodistas locales enviaban al exilio a través de otros canales de difusión, hasta llegar a la elaboración de información gestada por el propio exiliado. En esta ida y vuelta comunicativa se va construyendo paulatinamente un saber alternativo y contrario al que emiten los medios que desemboca, desde el exilio, en la edificación del periódico “Sin censura”. Este medio, gestado por periodistas e intelectuales radicados en Francia -Julio Cortázar, Osvaldo Bayer, Carlos Gabetta, Gino Lofredo Chino Martínez, Osvaldo Soriano- se proponía emitir no solo información sobre hechos concretos que acontecían en el marco de la dictura sino reflexionar, opinar, gestar discursos desde un marco de libertad. Para ello, y a través de corresponsales en toda Europa, confeccionan este periódico cuya sede de trabajo era Francia pero que ingresaba a Latinoamérica a través de Estados Unidos con el fin de no levantar sospechas. Dada la cantidad de factores que requería dicha empresa, Sin Censura solo editó seis números, pero su mera existencia, como proyecto, hace trascender su propia tirada. Siempre hay un espacio para repensar términos elementales: justicia social, libertad, dignidad, derechos humanos, pueblo y democracia. Y al parecer, nunca es tarde para dimensionar el poder interpretativo de dichos conceptos. S.C. (RECORTES DE PRENSA) S. C. (recortes de prensa, Argentina, 2016. Dirección: Oriana Castro, Nicolás Martínez Zamborain. Guión: Oriana Castro. Producción: Oriana Castro, Nicolás Zamborain. Montaje: Emiliano Serra. Fotografía y cámara: Fernando Marticorena. Duración: 69 minutos.
Historias verdaderas. En S.C Recortes de Prensa (2014) somos testigos de la investigación realizada por Oriana Castro y Nicolás Martínez Zemborain acerca del diario Sin Censura, que comenzó a circular alrededor de los años 80 en Francia, con impresiones en Washington, y que intentó -con bastante éxito y a través de sus conexiones nacionales e internacionales- publicar la realidad de la argentina durante la última dictadura cívico militar. El documental está realizado a través de entrevistas a los periodistas y colaboradores que con su pluma intentaron liberar al país de la ceguera en la que estaban envuelto y de la censura vivida por la mayoría de los medios de comunicación, cuya línea editorial de derecha no permitía descorrer el velo acerca de las desapariciones, la brutalidad y el horror vividos en el período. Entre los colaboradores se encontraban Osvaldo Bayer, Carlos Gabetta, Gino Lofredo, Osvaldo Soriano y un Julio Cortázar que, instalado en París desde hacía varios años, ayudaba a todos los periodistas exiliados a encontrar un trabajo y a protestar por las terribles desapariciones de los empleados de prensa. Si bien el tema principal del documental es la creación de Sin Censura, podemos apreciar en los relatos de los protagonistas lo que fue la vivencia del exilio. Algunos de ellos nunca encontraron un trabajo en Europa y tuvieron que sobrevivir de maneras insólitas. Las entrevistas, de una fotografía vasta en calidad, se mechan con imágenes de la dictadura. También tenemos la voz de un Videla apareciendo en televisión y la paradoja que se vivía fuera del país, donde en la ciudad de París -sobre todo- se organizaban marchas en repudio a la dictadura, en las que se apoyaba a las madres y abuelas y se mostraban las caras de los desaparecidos. En medio de tamaña desinformación y miedo la valentía de la pluma pudo más y Sin Censura es un ejemplo de esto, a la vez que nos convida historias de lo que era ser un periodista en estos tiempos. Tiempos de Olivetti y de un trabajo de imprenta cuidadoso y longevo, tiempos donde no existía Internet y la información iba siendo recopilada de a poco. Con imágenes poéticas, la voz en off a modo de epílogo de Juan Palomino y los extractos de las entrevistas, nos encontramos con un documental que roza con el género televisivo pero que a la vez es directo y efectivo a la hora de contar una historia que nos pertenece a todos. Una luz de esperanza al final del túnel del horror, una voz que grita que no puede callarse ante los crímenes de lesa humanidad y que permite ver el trabajo de estos intelectuales, quienes juntos y con mucho esfuerzo lograron crear un diario donde la verdad no fuera coartada, donde el terror se volvió ingenio, donde el dolor de ver a sus compañeros desaparecidos -tanto en la ESMA como en Bahía Blanca- les permitiese seguir ante todo, ante la penuria y la miseria del exilio para continuar con el oficio del periodista: el de contar historias verdaderas.
Exilios de distinto signo en dos buenos documentales "Todos somos exiliados. Es uno de los efectos de la globalización", dice Raúl Ruiz, mientras un religioso de Sri Lanka cruza la estación de trenes de un pueblo de Picardie, que al hombre tanto le recordaba la estación de su infancia en Quilpué, cerca de Valparaíso. Alejandra Rojo hizo este documental en memoria del querido cineasta, escapado en 1973 y felizmente reconvertido en Raoul Ruiz. Amigos, artistas, un técnico, un productor, un matemático y hasta un astrofísico participan del recuerdo, con variedad de anécdotas entre curiosas y risueñas, igual que sus películas, de las que hay abundantes fragmentos. El exilio tiene otras definiciones, francamente amargas y dolorosas, en "S. C. Recortes de prensa", de Oriana Castro y Nicolás Martínez Zemborain, que recuerda cómo, frente al Gobierno militar, varios periodistas argentinos crearon un periódico que se escribía en Paris, se imprimía en Washington y llegaba a Latinoamérica disimulado en sobres de empresas norteamericanas: "Sin censura". Carlos Gabetta, Martínez Zemborain padre, Osvaldo Bayer, Gino Lofredo e Hipólito Solari Yrigoyen relatan esa aventura informativa, donde también participaron Julio Cortázar y otras plumas de lujo. Desde acá colaboraba Fernando Ferreira. Lástima que esa historia ocupe sólo 16 minutos, de los 69 del total.
Se estrenó S.C. Recortes de prensa, documental que pone el foco en lo que fue hacer periodismo durante la última dictadura militar argentina. Mientras todavía resuenan los golpes y destrozos que una patota ejecutó contra los trabajadores y la redacción del diario Tiempo Argentino llega, con estreno limitado a la sala del Centro Cultural de la Cooperación, este trabajo que a 40 años del último golpe cívico-militar acompaña la resignificación constante que supone dedicarse al oficio de periodista. “Hubo más de cien periodistas perseguidos, presos, torturados, desaparecidos y en el exilio”, afirma Oscar “Chino” Martínez Semborain, exiliado durante el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional y uno de los mentores de la revista clandestina Sin censura, que brilló en aquellos años con información y cojones. La Argentina de fines de los 70s y principios de los 80s era la arena ensangrentada de un circo romano con voceros oficiales como Samuel “Chiche” Gelblung y sus calcomanías de “Los argentinos somos derechos y humanos” regaladas en revista Gente. También José Corzo Gómez, el vocero oficial por excelencia de la época, el tipo que obedecía a la línea ideológica de la Casa Rosada y lo hacía con el placer del pusilánime voluntario. El film cuenta no sólo la realización de un medio clandestino que llegaba a la Argentina y el resto del mundo en sobres de correo común y con gente que estaba en el exilio. Los 69 minutos de cinta de S.C. Recortes de prensa son un testimonio vigente de lo que fue hacer periodismo con la bota militar en la nuca, cuando no con el tiro en la sien. La palabra del mencionado Zemborain junto a la de Miriam Lewin (torturada en la ESMA), el historiador Osvaldo Bayer y otros periodistas, componen un trazo fino que no sólo subraya una acción editorial rebelde, sino que además lanza nueva data sobre cómo se movían los represores. “Escribíamos editoriales dictados por el Tigre Acosta. Nos llamaba la atención que lo que se escribía en un campo de concentración era emitido sin modificación y leído por periodistas prestigiosos. Era escalofriante”, dice Lewin, que le pone más nombres propios al asunto: “Todos los medios de Editorial Atlántida eran fervientes defensores de la dictadura“, dice y puntualiza: “Lo que vivíamos adentro de la ESMA lo vivían afuera compañeros que estaban trabajando en algún medio de comunicación bajo el mando de algún militar o de algún cuadro de la derecha muy cercano a los militares, como podía suceder en La Nación, Clarín, La Prensa, La Razón“. Al grano y con un material de archivo certero (imágenes de movilizaciones en Europa contra el régimen de Videla, fotos de Hebe en esos años, vídeos de Cortázar en París), el documental hace escuela de selección de testimonios y material periodístico. Un buen ejemplo de cine político documental es el de los trabajos pulidos sin sobredeclaraciones o conceptos reiterados. En este punto, el film de Oriana Castro y Nicolás Martínez Zemborain es una celebración del periodismo que pone el cuerpo, pero además un ensayo sobre cómo hablar de la prensa haciendo buen uso del oficio.