Jim Jarmusch y los vampiros Por suerte todavía hay directores que entienden la necesidad de hacer una resignificación de los géneros cinematográficos y no transitarlos una y otra vez hasta el hartazgo. Jim Jarmusch se aventura con los vampiros pero del modo más exquisito que el cine arte puede dar. Adam (Tom Hiddleston) y Eva (Tilda Swinton) son una pareja de vampiros que añoran el paraíso perdido. Sus noches transcurren entre el hospital en donde Adam, apodado Dr. Fausto, consigue suministros sanguineos mientras se dedica a la música en vinilo. Eva busca sangre en un país árabe, con su amigo y maestro Marlowe (John Hurt), dícese el verdadero creador de las obras de William Shakespeare. Entre citas, homenajes y un sutil sentido del humor, la pareja deambula hasta que Ava (Mia Wasikowska), hermana de Eva y desencadenante de la tragedia en el paraíso, se presenta para cambiar el destino de los protagonistas. Jim Jarmusch toma a los vampiros atravesados por dilemas existenciales. Y vaya si los tienen: la eternidad los golpea con signos de Albert Camus y filosofía sartreana. Condenados como personajes de Nietzsche vagan por las noches en busca del dealer que les proporciona alimento sin necesidad de matar. Ante la angustia eterna, (“¿ya comenzó la guerra por el agua? ¿Terminó la del petróleo?” se preguntan) estos personajes adscriben a estéticas de rockers del underground, con actitudes posmodernas, abúlicas y desesperanzadas. Más allá de esta vuelta de tuerca temática a los seres de la noche, Jarmusch utiliza una serie de movimientos de cámara circulares, siguiendo la lógica del disco de vinilo en funcionamiento, denotando el fin de ciclo en el cual están encerrados los personajes. Ese espíritu vintage, refuerza la nostalgia de un pasado siempre mejor, y la angustia del presente. La circularidad planteada desde la forma pero también desde el relato, con el mito del eterno retorno –nunca mejor expresado- acerca del derrotero existencial de Adan y Eva. La extrañeza del mundo vampyr se pliega perfecto al universo Jarmusch. Vampiros nunca denominados como tales (en cambio sí los humanos, llamados zombis) absorven la estética del pasado cercano donde las bases sociales fueron consumadas, la ciudad árabe funciona en ese sentido, con sus múltiples calles circulares que conducen a no lugares. La leyenda bíblica genera un juego de significados: a los protagonistas Adam y Eva se les suma “el maestro” Marlowe, y la hermana Ava, siempre traicionera para desatar la perdición. Jarmusch regresa majestuosamente con uno de sus mejores films en años, controlando la técnica, manteniendo su estilo autoral y con un discurso certero y original sobre temas universales como el amor y la muerte.
Adictos al amor. Adentrarse en el estilismo de Jim Jarmusch supone contemplar un deambular constante de personalidades sobre escenarios que tienden a combinar clasicismo americano con manierismos europeos. Estas figuras están vinculadas a cierta nostalgia anclada dentro del circuito independiente y manifiestan una alternativa que confronta al proceso comercial. Para encuadrar la superficie de Sólo los Amantes Sobreviven, el realizador norteamericano incorpora al presente una pareja de vampiros atemporales que rememora sucesos y comparte opiniones mientras la humanidad parece retroceder en su evolución. Por un lado tenemos a Adam (un depresivo Tom Hiddleston) viviendo en las afueras de Detroit para evitar todo contacto, debido a su descontento con la sociedad. Este sólo se dedica a componer canciones experimentales y recolectar instrumentos antiguos por encargo. Su complemento optimista es Eve (la siempre andrógina Tilda Swinton), quien prefiere invertir su tiempo en lecturas y paseos por los suburbios. Eve regresa de Tanger preocupada por el estado desconsolado de Adam y juntos retoman sus pasatiempos nocturnos, pero la inesperada visita de un pariente conflictivo altera la convivencia entre los enamorados. Para gestionar esta avenencia entre criaturas que deben soportar los pormenores de la actualidad (mantenerse en el anonimato y conseguir sangre decente), Jarmusch transforma ciertos estereotipos del tema (propone adulterar la alimentación para instalar una problemática) y adapta información al trasfondo (relaciona a estos vampiros con personalidades destacadas de la modernidad). Aunque el verdadero propósito de Sólo los Amantes Sobreviven atraviesa cuestiones filosóficas como las diferencias generacionales, el conservadurismo perpetuado y la creatividad estancada. Desde los paisajes desoladores hasta los interiores agobiantes podemos apreciar un romanticismo que engalana al relato y sonidos que envuelven con densidad las brillantes interpretaciones de Swinton y Hiddleston. Lo sugestivo de Sólo los Amantes Sobreviven radica en que Jarmusch decide trabajar con planteos opuestos (desde los matices hasta la dialéctica) para nivelar diferentes cuestionamientos (Eve viene a ser la personalidad iluminada, animando el sentimiento pesimista de Adam) respecto al compromiso persistente, la inspiración legitimada y los artificios glorificados.
Recordarán a Jim Harmusch por Dead Man, en los inicios de Johnny Depp en la actuación, o por la multipremiada Broken Flowers. Ahora, sin traicionar a su espíritu de cineasta independiente, Only Lovers Left Alive cuenta la historia de Adam y Eva, dos vampiros milenarios que, a pesar de que se aman y que no pueden vivir uno sin el otro, pero que han atravesado miles de historias en carne propia. Un día, ante la llegada de Ava, la hermana incómoda de Eve, su mundo será puesto a prueba mientras enfrentan el mundo moderno. Se agradece que, ante la vorágine de vampiros que rompen con el tradicional mito del chupasangre, Sólo Los Amantes Sobreviven lo respeta sin enfocarse en lo grotesco. No hay matanzas innecesarias, no hay transformaciones oscuras. Sólo necesitamos la piel pálida, el ambiente nocturno y gótico y un romance eterno (con muchos chistes históricos). Lleno también de metáforas góticas y referencias musicales, el filme de Jarmusch sirve principalmente para dos cosas: para satisfacer a los fans de Tom Hiddleston (que a últimas décadas han crecido exponencialmente desde su interpretación de Loki en Los Vengadores de Marvel), y para ver un filme diferente no sólo de criaturas oscuras, sino para escapar de los blockbusters veraniegos lleno de destrucción.
La esencia contaminada Only Lovers Left alive tiene uno de los comienzos más bellos del cine de los últimos tiempos; un cielo estrellado que, gracias a los giros de cámara, se convierte en tocadiscos mientras continúan las vueltas que mostrarán a Adam (Tom Hiddleston) y Eve (Tilda Swinton) durmiendo en camas separadas. El vive en Detroit, ella en Tánger pero su amor y matrimonio de siglos no conoce límites geográficos; es por ello que al despertar se buscan y conversan a través de un pseudo sistema similar a Skype. Si, son vampiros modernos o más que modernos, seres que se adaptan al paso del tiempo, mientras su estilo y forma de ver el mundo, permanecen intactos. Adam es un músico ermitaño que comienza a ser mencionado dentro del circuito under de la emergente zona; y su “éxito” justamente se debe al misterio y secretismo a su alrededor, ya que no se lo ve salir al exterior (aunque su música si suene en los bares nocturnos), y nadie lo conoce en persona; tan sólo dos “humanos”: Jeffrey Wright y Anton Yelchin. El primero es médico, y es quien le provee al solitario compositor sangre pura para alimentarse; mientras que el otro es una suerte de asistente personal, seguidor musical, que atiende a los pedidos de Hiddleston, por más extraños que sean. news_photo_49971_1394228126 Por otro lado, Adam está deprimido, cansado, exhausto de la sociedad actual, de los zombies que en ella habitan (seres humanos) y carece de un motor que incentive y encante su vida eterna. Frente a este panorama, Eve acude a su amado y juntos recorrerán las calles desiertas de lo que alguna vez supo ser la cuna de la cultura underground; mientras que reflexionan sobre el malestar social. Malestar que los hace hablar de las guerras del petróleo; y aborrecer la estupidez zombie humana que logró además de contaminar su propia agua, hacer lo mismo con su sangre; por lo que ellos deben procurar conseguir sangre pura y “sana”, exenta de drogas heredadas de la modernidad; y por ello el vínculo hacia el Dealer/Dr. Faust (Wright). Todo parece más calmo con la llegada de Eve, pero la visita de su descuidada hermana, romperá el idilio amoroso e intelectual; quien además consumirá las últimas provisiones puras que la pareja conserva y que los enfrentará a un nuevo desafío de superviviencia. Lejos de cualquier esperado y conocido enfoque sobre el vampirismo, Jarmusch reinventa y re-imagina a los seres de la eternidad; les da más humanidad y conciencia social que cualquier antecesor. Fiel a su estilo de combinar y mixturar estilos, Jarmush nos da momentos cercanos a lo oscuro, pero a la vez con muchos toques de humor, donde el escenario pesimista es también atravesado por el conocimiento histórico de estos seres y por su amor a la contemplación del arte y la estética en todas sus formas. Sólo basta con ver los primeros planos del film para entender que Adam y Eve son los verdaderos y absolutos dandys de la eternidad, con un estilo propio, original y atemporal exquisito. Sin embargo esta presentación snobista no se corre del eje central de la película que funciona como una forma de rechazo a la intoxicación humana; al adormecimiento en vida de los humanos zombies, y que encuentra en el vampiro, en el ser más cercano a la esencia de la vida y que más conoce sobre causas y consecuencias; su máximo detractor. Es justamente eso lo que Adam no sabe como evitar o soportar, ya que él, en tanto vampiro, se intoxica en cada mordida; vive de sangre… Pero este peligro de ser “devorado” por el veneno moderno, de ese encuentro con lo real, es lo que más lo angustia y lo hace añorar tiempos pasados. La modernidad líquida de la que tanto nos habló Zigmunt Bauman llegó hace rato, pero aquí esa liquidez color borgoña, adictiva, hipnótica (casi tanto como la banda sonora del film) y dulce, puede ser también peligrosamente tóxica; y Jarmusch lo sabe bien. Por Marianela Santillán
Amor vampiro con neuronas "Only lovers left alive" es una película independiente del cineasta Jim Jarmusch ("Dead Man", "Broken Flowers") que llega a nuestras salas dos años después de su realización y con una cantidad de pantallas muy limitada. La película aborda la bastardeada temática vampira, pero lo hace con visión, realismo y una vuelta de tuerca que nos permite darnos cuenta que cualquier temática o sub género en el cine puede ser bueno si el tratamiento que tiene es serio y con ideas originales. Dicho esto, resulta inevitable hacer la comparación con lo último que hemos visto sobre amor vampiro en la gran pantalla, "Crepúsculo", saga que parece aún más banal y vacía cuando la ponemos al lado de un trabajo como este. Se podría decir que "Only lovers left alive" es una historia de amor vampiro pero con neuronas. Jarmusch nos cuenta la historia de Adam y Eve, interpretados por Tom Hiddleston y Tilda Swinton, dos amantes vampiros centenarios que sobreviven en estos tiempos revoltosos, en los que parece que la humanidad está más determinada en acabar con su mundo que en mejorarlo. Nos llaman "zombies", para que se den una idea. Los que vagamos por la Tierra destruyéndola. ¿Mensaje ambientalista de fondo? Sí, claro. Ambos tienen personalidades opuestas pero complementarias, se aman pero viven separados, están enfocados en las cosas simples pero importantes de la vida. Son bastante raros para la lógica social, algo que interpreto es consecuencia de haber vivido tantos años y haber pasado por demasiadas experiencias, buenas y malas. En este sentido Jarmusch nos regala varios guiños, como por ejemplo un vampiro llamado Marlowe (John Hurt) que vendría a ser en realidad quien escribió las famosas obras de Shakespeare. La película es un híbrido de drama/comedia existencial, que se centra en el amor que se tienen los protagonistas y cómo este los mantiene vivos a pesar de las adversidades, como por ejemplo la escasez de sangre pura y sana para alimentarse que es muy difícil de conseguir sin tener que dañar a los seres humanos, o la severa depresión que sufre Adam al ver que nosotros, los "zombies", no hemos aprendido mucho y vamos rumbo a nuestra lenta pero segura extinción. Es una peli melancólica, oscura y un tanto lenta, que se toma su tiempo para mostrarnos detalles cinematográficos que hacen al arte de la misma. La secuencia del inicio con los planos cenitales de los protagonistas girando al ritmo de un vinilo es muy buena. La musicalización también es virtuosa, con sonidos de White Hills, Black Rebel Motorcycle Club y Yasmine Hamdan entre otros. Los aspectos cinematográficos son realmente exquisitos, aunque Jarmusch podría haberle puesto un poquito más de ritmo a la trama. Un film independiente que surfea por reflexiones existenciales con el atractivo de ofrecernos como protagonistas vampiros románticos en el siglo XXI, no románticos cursis como los de "Crepúsculo", sino vampiros más realistas, enigmáticos y copados que te van a hacer querer ver más historias de este tipo en el cine.