¿Es Matías Szulanski nuestro Hong Sangsoo? ¿Está sumido en una competencia directa con Raúl Perrone, José Celestino Campusano y Lucía Seles por ser el cineasta más prolífico del cine nacional de los últimos tiempos? Lo cierto es que con 10 largometrajes en 7 años se ha convertido en una auténtica máquina de filmar. Y, luego de haber estrenado Juana Banana en la Competencia Argentina de la última edición del Festival de Mar del Plata, ahora ha recibido un nuevo impulso por parte del BAFICI, que seleccionó a Último recurso como película de apertura. Último Recurso es el nombre de una revista deportiva que subsiste en condiciones más que precarias con el manejo de Enrique (Horacio Marassi) y Rodolfo (Germán Baudino), dos periodistas de la vieja guardia. Pero las verdaderas protagonistas son más jóvenes y mujeres. Por un lado, una integrante de la redacción con experiencia como Laura (María Villar) y Julia (Tamara Leschner), una pasante recién llegada que en verdad se gana la vida con su perfil erótico en Only Fans y es también una virtuosa flautista. De hecho, al ser la única que posee un auto, Julia es “explotada” por su compañera, que le hace sentir el rigor de ser la novata que debe pagar el derecho de piso. Cuando llega a la revista un misterioso paquete que contiene información en principio totalmente absurda (que existió un primer Mundial de fútbol en 1926 en el que Argentina salió campeón y cuyo goleador y hombre récord fue un jugador judío llamado Samuel Finkelstein, y que esos hechos fueron luego borrados de la historia oficial), los jefes les encargan a Laura y Julia que sigan el tema. Se inicia así una intrincada investigación por distintos barrios (Villa Crespo, Microcentro), bibliotecas, archivos, pero también por otros misteriosos ámbitos, como los de una comunidad asiática. Y esa indagación conjunta es la excusa para que se desarrolle y profundice la muchas veces tirante y en otras más íntima relación entre las dos protagonistas (Laura es madre soltera y Julia cuida a su hija mientras atiende a sus clientes de Only Fans) en un film que por momentos tiene el vértigo callejero de, por ejemplo, Castro, de Alejo Moguillansky; y en otros recupera ese espíritu de comedia incómoda y con personajes con un poco de mala onda que es el sello de Szulanski, quien se permite además unos cuantos juegos cinéfilos como las referencias a El centroforward murió al amanecer, de René Mugica, o el personaje del proyectorista en una privada de prensa que interpreta el director Paulo Pécora. Si parte de la premisa es ya de por sí bastante ridícula, más aún lo es el contexto (la historia está ambientada en junio de 2021), que parece más propio de otros tiempos (mejores): que subsista una revista impresa de deportes, que en la redacción todos fumen sin parar y que dos periodistas investiguen de forma exclusiva, a toda hora y durante dos semanas un único tema es lo más inverosímil de todo. Palabra de periodista. Pero nada de eso parece preocuparle a Szulanski, quien regala una película con muchos desniveles pero felizmente desaforada y orgullosamente camaleónica, sostenida sobre todo por dos muy buenas actrices. Palabra de crítico.
Este se podría decir que es un filme a partir de una muy buena idea, pero que su desarrollo y composición no llegan al mismo nivel. Julia (Tamara Leschner) se incorpora como pasante en una revista gráfica deportiva, que tuvo su momento de casi esplendor, pero que ahora es solo un mal sobreviviente. A la oficina llega un misterioso paquete, dentro hay someras pistas de un jugador de fútbol de la década de 1920, a quien lo sugieren como el máximo goleador del mundial de fútbol jugado en Argentina en 1926, pero de lo que no hay registro alguno, su nombre
"Ultimo recurso", humor y nostalgia en una comedia anómala. Es muy probable que Matías Szulanski sea uno de los directores más prolíficos del ala independiente del cine argentino contemporáneo. Con solo enunciar los números de su breve aunque intensa trayectoria profesional, queda claro que tiene armas de sobra para, de mínima, ocupar algún lugar en el podio: nació en 1991 y lleva siete años de actividad durante los que desarrolló diez largometrajes. El anteúltimo, Juana Banana, integró la Competencia Argentina de la última edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Palta; el más reciente, Último recurso, fue el encargado de levantar el telón del reciente Bafici, que desde hace casi un lustro apuesta por inaugurar las proyecciones con comedias anómalas, un tanto ajenas a los modelos más tradicionales y explosivos del género (Pequeña Flor, Claudia). Anomalía es término que cuadra muy bien con las búsquedas de Szulanski, cuya mirada condensa la incomodidad ante personajes no siempre queribles con situaciones en las que anida un humor absurdo que no necesita subrayados para funcionar como tal. En el caso de Último recurso, se suma un hecho coyuntural difícilmente contemplado por el realizador a la hora de iniciar el proceso creativo: el triunfo de la selección nacional en el Mundial de Qatar. ¿Qué tienen que ver Messi y compañía con una comedia indie? Sucede que la premisa central dialoga de manera frontal con el fervor por la Scaloneta, en tanto plantea un escenario que no por irreal deja de ser hermoso: la del último diciembre no fue la tercera estrella en el escudo, sino la cuarta. O así sería si se comprobaba que el casete con la grabación de un audio radial que llega hasta la revista deportiva venida a menos que presta su nombre a la película es auténtico. El material es delegado en la periodista Laura (María Villar) y la flamante pasante Julia (Tamara Leschner), cuyo único mérito es “tener un auto”, según aclara el jefe durante una reunión con el staff. Un jefe que, como todos en la redacción, fuma un cigarrillo tras otro, un gesto propio de otros tiempos acorde a un film que podría transcurrir en otra época. Del pasado proviene la voz engolada de un locutor que cuenta que Guillermo Stábile –delantero estrella del Mundial de Uruguay de 1930– está a un par de goles de superar a un tal Samuel Finkelstein como máximo artillero de la selección nacional. El problema es que la historia oficial no registra a nadie con ese apellido, así como tampoco un torneo realizado en la Argentina en 1926 y en el que el equipo local se habría impuesto a Alemania. Laura y Julia ponen en marcha una investigación cargada de nostalgia durante la que el pasado se materializa a través de los progresivos materiales que continúan recibiendo, un anciano japonés y su nieta, algunas pistas que relacionan la ausencia de la estrella con un jerarca nazi que integra el equipo teutón y hasta con la película El centroforward murió al amanecer, de René Mugica. Un viaje simultáneo al progresivo acercamiento entre dos mujeres cortadas por las tijeras de las buddy movies, esas comedias sobre parejas disparejas obligadas a aunar esfuerzos en pos de una causa en común. Con peripecias de todo tipo, incluyendo robos y vigilancias nocturnas, Último recurso crea, de manera discreta, casi sin levantar la voz, un mundo con reglas propias, de esos que presentan similitudes a la vez que diferencias con el nuestro. Un mundo donde las periodistas pueden darse el gusto de investigar durante semanas sin escribir medio renglón. Un mundo que se fue para no volver.
Fue la película de apertura del último Bafici. Y es una comedia sostenida por dos mujeres, una periodista deportiva experimentada y una pasante que trabaja gratis y aporta su auto, para una investigación delirante y creativa. A una revista deportiva que sobrevive como puede con climas y códigos de otra época, llega un paquete anónimo que desabrocha el recorrido del film. Se afirma en esas supuestas pruebas que el primer mundial de futbol se jugó en la argentina en 1926, que uno de los jugadores fue Menguele (el mismísimo) y que el goleador resultó ser un jugador judío, Sammy Filkenstein, que se mandó siete goles dándole el triunfo a nuestro país. El régimen nazi logro borrar todo los rastros del certamen porque no podían soportar la humillación de un jugador judío a una raza superior. Con esa base las dos periodistas, la profesional y la novata, recorren la ciudad buscando rastros en una película (homenaje a “El centrofoward murió al amanecer), en una obra de teatro de Agustin Cuzzani y en testimonios y deducciones rimbombantes. Mientras tanto la relación de las compañeras, dos grandes actrices que sostienen el relato, pasa por momentos de avasallamiento, tortura y confidencia. Matías Szulanski se luce con esta comedia enrarecida y frenética, muy atractiva. Brillan María Villar y Tamara Leschner.
Habrá que ir juntando pedacitos, armando despacito un sueño pa’ soñar. Las primaveras serán para cualquiera y pobre del que quiera robarnos la ilusión. NECESITO UN GOL La película apertura de este 24º BAFICI es una contradicción en sí misma, una especie de Gato de Schrödinger cinematográfico (¡!), que resulta, a la vez, oportuna y anacrónica al contexto de su estreno. Oportuna, porque en el centro de su narrativa está la posibilidad de que nuestro país resultase tricampeón mundial de fútbol; anacrónica, porque sitúa aquel triunfo en un incierto pasado cuando, en realidad, estaba en el inmediato futuro. Acaso la victoria contra Francia haya venido a desafiar, entre otras cosas, cierto estado de resignación que se adueña del acto final de Último recurso (y de gran parte de las producciones locales actuales). Sin embargo -y para ofrecer una lectura más afín al relato propuesto por la película y menos a los insoslayables hechos posteriores a su realización-, sería justo decir que ese derrotismo tiene más que ver con el agotamiento de los limitados (valga la redundancia) recursos a la hora de investigar el pasado reciente de nuestra historia cultural, que con el devenir futbolístico de nuestra nación. El escenario de Último recurso es, durante la mayor parte de su extensión, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Allí, en las oficinas de la publicación deportiva que da título a la película, trabaja Laura (María Villar), una desganada periodista que, a pesar de su actitud desencantada, todavía guarda un poco de pasión por su tarea. El ingreso de una nueva empleada, Julia (Tamara Leschner) coincide con la aparición de un misterioso sobre en el buzón de la revista, que contiene una grabación antigua. Escuchando el poco inteligible relato futbolístico de la grabación, Laura descubre la puerta a un apasionante misterio: el primer Mundial de Fútbol podría haberse jugado cuatro años antes del de Uruguay en 1930 y Argentina podría haberlo ganado, derrotando ni más ni menos que a Alemania. Laura y Julia ponen en marcha una investigación por la que desfilarán viejos porteños llenos de memorabilia futbolera, un anciano japonés que insiste en comunicarse a través de su hija a pesar de conocer el castellano, siniestros personajes de la Alemania nazi y una película nacional de principios de los años 60′ a la cual se puede acceder -como a la mayor parte de la historia cinematográfica de nuestro país- en calidad precaria a través de YouTube. A lo largo de la búsqueda, la opacidad de las fuentes se vuelve una constante cada vez más difícil de sortear, a la vez que el misterio adquiere escala e implicancias cada vez mayores y se vuelve más apasionante. En este plano, podría pensarse a Último recurso como una suerte de “prima” de Trenque Lauquen, la reciente película de Laura Citarella. Allí también una mujer se obsesiona con una historia oculta en objetos del pasado y emprende una investigación con destino incierto, al punto de convertirse, ella también, en parte del misterio. Las protagonistas de Último recurso se detienen un poco antes, sin poder franquear las esclusas de aquello que está oculto, o con la suficiente cordura como para desistir de ello. Algo del enigma, sin embargo, persiste; la llama de la curiosidad no ha sido del todo apagada. Una curiosidad que nos lleva a indagar en el pasado y que, con algo de optimismo, encienda el interés por su rescate.
El inicio de Último recurso resulta más que sugerente desde su novedad temática. Supuestamente el Mundial de Fútbol de 1930 en Uruguay no fue el primero sino que cuatro años antes hubo otro, lo ganó Argentina y se borró hasta el mínimo detalle del mapa. La noticia llega a la redacción de una revista en bancarrota o algo parecido a eso, cuestión que decidirá una investigación a cargo de una periodista (María Villar) y de una pasante recién llegada al lugar de trabajo (Tamara Leschner). Esos minutos iniciales de la octava película de Matías Szulansky (solo 31 años) presentan un conflicto extraño, un intríngulis a resolver, un enigma que podría disparar hacia zonas, por qué no, lejos del realismo y cercanas a lo sobrenatural. El descreimiento del director de la revista y de los veteranos redactores se contrapone a la curiosidad y energía de las dos mujeres. Mientras tanto, una voz difusa procedente de un viejo cassette amplía las posibilidades del conflicto. De ahí en más Último recurso se abre a dos vertientes temáticas, la citada investigación y, por otro lado, referir a aspectos privados de la dupla protagónica. En un momento, cuando la película empieza a inclinarse por el segundo tópico, surge una gran escena, acaso la mejor de la película, donde se mezcla la Historia con el fútbol, el mundial fantasma con el contexto, todo ello a través de una conversación donde se incluye a un hombre de origen asiático y a su traductora. Esta escena podría haber servido de prólogo a que la citada investigación se sumergiera en claves acordes al género fantástico, entremezclado con el policial y, por qué, hacia algunas grajeas afines al terror. Pero no: de ahí en más la trama profundiza aspectos laterales al centro neurálgico del relato: un paseo en lancha una relación afectiva, conversaciones poco productivas para el crecimiento dramático. Desde este punto, Último recurso pierde interés y potencia hasta el final, desarmando una intriga inicial ya de por sí atractiva, olvidando si existió o no ese mundial y eligiendo una subtrama inesperada que parece proceder de otra historia, otra película, otro discurso cinematográfico antagónico al del comienzo.
Desopilante homenaje al periodismo de Matías Szulanski La película de apertura del 24 BAFICI narra la investigación periodística de dos mujeres con el particular sentido del humor de su realizador. Szulanski logra articular el relato periodístico con la historia de amistad entre dos mujeres sin olvidar jamás las referencias cinematográficas. Último recurso (2023) da nombre a la revista deportiva de mala muerte en la que trabajan un peculiar grupo de individuos. Como si se tratara del opus de Wes Anderson, La crónica francesa (The French Dispatch, 2021), el film comienza con la llegada de la joven Julia (Tamara Leschner), incorporada a la revista “porque tiene auto”, en palabras del director del medio (Germán Baudino). Esta joven aprendiz rápidamente hará equipo con Laura (Maria Villar), quien la guiará en los gajes del oficio con sus virtudes y defectos. “¡Esto es periodismo papá!”, gritarán a los cuatro vientos luego de robar una motocicleta con el fin de alcanzar una fuente. El genuino vínculo de las protagonistas forja una amistad entrañable en una especie de buddy movie en versión femenina. Un dúo es la base de este relato. La investigación periodística gira alrededor del supuesto mundial de 1926 ninguneado por la historia oficial. El paradero del goleador judío clave para ganar el título (en una final entre Argentina y Alemania) lleva a las protagonistas a seguir pistas a una tintorería con ocasionales paradas en un bar de Villa Crespo. El absurdo se presenta con la misma gracia y sin sentido que la realidad. Ese espíritu desprejuiciado es utilizado por Szulanski al igual que en Juana Banana (2022) para incorporar destellos de argentinidad al relato. Personajes con varios rasgos negativos son sumamente queribles de este modo, en un universo periodístico tan imperfecto como admirable. El leiv motiv musical surge del clarinete que la joven periodista toca en sus ratos ociosos, melodía que marca el ritmo de la aventura descabellada para estas intrépidas periodistas. Último recurso funciona por su puesta en valor de dinámicas culturales del pasado. Gracias a los carteles que anuncian día y hora en formato de crónica, sabemos que la historia transcurre en el presente pero bien podríamos pensar que sucede en una época pasada. Los modos de hacer periodismo, de ver cine en sala, de relacionarse con el mundo; marcan el pulso del homenaje a una forma antigua vista con encanto y pasión reivindicativa. Se pone en valor ese espíritu aventurero retro para capturar la noticia cueste lo que cueste.
Último recurso es el nombre de una revista deportiva que ha dejado atrás sus mejores años. Pero la llegada de un paquete a la redacción inicia una insólita investigación. El mensaje anónimo está relacionado con la idea de que el primer Mundial de Fútbol se jugó en 1926, lo ganó Argentina y por algún motivo fue borrado de la historia oficial. La persona que queda a cargo de esta búsqueda es Laura, periodista de la revista, quien recluta a Julia, su nueva asistente, como compañera de aventuras. Si lo que dice este fuente desconocida es verdad, podría cambiar la historia del deporte para siempre. Último recurso es una comedia de Matías Szulanski, un director que hace varias películas busca la realización de títulos que se mueven entre narraciones clásicas y guiones absurdos, buscando un equilibrio que no siempre resulta con saldo a favor. Hay una búsqueda y esta película lo confirma. Laura y Julia podrían ser las protagonistas de una Buddy Movie clase A en Hollywood, con su mezcla de excentricidad, su química basada en las diferencias y la serie de enredos disparatados en los que se meten. La película sorprende en varios momentos y consigue mantener el interés. A veces no está a la altura de su ambición, pero no se parece a la mayoría de las películas locales, lo que marca que su camino es genuino y personal.