La Peste Hay algunos elementos en la construcción de este film de Lucas Marcheggiano (uno de los tres directores de El ambulante, 2009) que lo vuelven una rareza dentro de su especie y eso recae en la utilización de diferentes géneros como el film noir, el misterio o el terror en el cine documental. Carlos Borghi es un fumigador de plagas que azotan la ciudad. Ante la aparición de ratas, murciélagos, panales de abejas, y todo bicho que sea de temer por el ser humano, estará Carlos para lidiar con él. En síntesis Un enemigo formidable (2014) es la simple historia de un fumigador donde el mérito no cae en la tarea ni el carisma del protagonista sino en la forma que el realizador eligió para contarla. Como si fuera una especie de superhéroe, Un enemigo formidable nos presenta a Carlos, el fumigador, siempre vestido de negro, dispuesto a correr ante el pedido de auxilio de quien requiera de sus servicios sin importar la hora o las inclemencias climáticas. Una joven pareja invadida por ratas o una mujer que teme ante la aparición de abejas serán algunas de los habitantes de la ciudad a las que Carlos deberá socorrer tanto a la luz del día como en altas horas de la noche. Lo que podría ser un documental más, sin ningún atractivo más que el simple retrato del personaje central, toma vuelo por la forma que Marcheggiano eligió narrar esta singular historia. Carlos es presentado como un superhéroe (sin poderes sobrenaturales pero si físicos e intelectuales) al que vemos entrenando en el gimnasio o tomando cursos sobre las plagas, habitante de una Buenos Aires apocalíptica donde las plagas son el enemigo a combatir. Pero también hay algo del cine de terror (sobre todo cuando la historia se desarrolla en el depósito invadido por ratas), de misterio y del clásico film noir de los años 50. Un enemigo formidable es una verdadera rareza que merece tener una oportunidad. Un documentalista que supo darle una vuelta de tuerca al género, brindándole vuelo artístico y narrativo, con escasos recursos pero con muchas buenas ideas.
Un enemigo formidable, segundo documental del director Lucas Marcheggiano. Lo cierto, es que la película de Marcheggiano durante gran parte de su metraje no parece un documental, quizás porque como dice el personaje de Ben Stiller en Mientras somos jóvenes: “Si todos filman todo, ¿qué sigue siendo un documental?”. “Un documental es sobre alguien más. La ficción es sobre mí”, cita de Jean Luc Godard que ese mismo personaje hace en la película, y entonces se pregunta, ¿puede un documental ser personal? En este documental que parece ficción, decidiendo simplemente seguir a su personaje principal, Marcheggiano retrata el día a día de un fumigador, un controlador de plagas, disponible las veinticuatro horas del día para sus clientes o potenciales clientes. No importa que estén en medio de una cena junto a su hija. A Carlos Borghi, el protagonista, se lo presenta de manera particular, porque en realidad él es muy peculiar. Justamente en medio de esa cena suena el teléfono y recibe un llamado que decide atender y luego acudir. Si lo necesitan, allí estará, como si fuera un superhéroe o algo por el estilo. En medio de la noche llega al lugar en cuestión y de a poco descubrimos que sus enemigas son unas ratas. Borghi se toma en serio su trabajo. Es minucioso y cuidadoso. Es contenedor con sus clientes, quienes no están acostumbrados a esas presencias que para él son cosas de todos los días. Y cada día está decidido a seguir aprendiendo sobre su profesión. Un enemigo formidable es una película chiquita que bien podría haber sido la nada misma pero su originalidad en el tono, que vacila entre comedia e intento de film noir brinda un resultado fresco y novedoso
Un muy curioso documental que sigue la vida de un controlador de plagas urbanas, un hombre que es la última barrera para frenar la desesperación ante las ratas especialmente. Un buen trabajo de Lucas Marcheggiano.
El verdugo benefactor Lucas Marcheggiano ya había incursionado en la búsqueda de persona/personaje con El ambulante, documental que acompañaba el derrotero de un aficionado al cine, quien a fuerza de entrega y pasión se dedica a filmar largometrajes junto a los lugareños de los pueblos que recorre para recuperar la experiencia de ver cine y compartir historias identificables y reales. La premisa esta vez se extiende a Carlos Borghi, persona/personaje que el director conoció en una veterinaria cuando buscaba veneno para hormigas y a partir de una charla, donde rápidamente descubrió la pasión de Borghi por su trabajo, vislumbró otra película, que puede dialogar perfectamente con El ambulante desde el lugar del acompañamiento sin interferencia expresa en aquellos recortes de realidad. La profesión de Borghi o el oficio según quién lo observe lidia de manera constante con la vida y la muerte. No es un eufemismo porque el protagonista de Un enemigo formidable trabaja como controlador de plagas, especializado en la caza de roedores, definidos por él como los animales más inteligentes del mundo. La puesta en escena de este singular documental la define la noche, lo nocturno es el escenario en el que el enemigo se adueña de los espacios humanos y asola a las víctimas circunstanciales e ignorantes de sus hábitos y estrategias de supervivencia. Los roedores son un verdadero desafío del que Borghi se hace cargo bajo la impronta de verdugo benefactor; de servidor público para la tranquilidad de quienes convocan su sabiduría y pragmatismo instantáneo porque la mirada ajena ve un problema que debe solucionarse como sea y de la manera más higiénica posible. Pero el arte de la guerra define otras reglas, y Borghi prepara tácticas munido de tecnología (cámaras, trampas, cebos, venenos, jaulas) para desarrollar estrategias inteligentes. Lucas Marcheggiano consigue con la distancia necesaria entre la cámara y el protagonista estructurar un relato dinámico que pide prestado al film noir el código del misterio para avanzar en un oficio o profesión muy ligado a la soledad, pero también a la dependencia de un obstáculo que cambia de manera constante y que permite conocer cómo piensa el hombre y cómo el animal.
Un ratero fuera de lo común El codirector de El ambulante vuelve a encontrar un personaje curioso, en este caso un experto en “control de plagas” que tiene múltiples adversarios, pero un único enemigo formidable, al que le dedica sus mejores esfuerzos: las ratas. Mientras apura un asadito con unos amigos suena el teléfono. “Debe ser una de sus ‘chicas’...”, comenta una invitada, socarrona. El llamado es perentorio, hay que salir urgente. Carlos mete su instrumental en un bolso, se coloca la gorra, el uniforme azabache, las botas, y sale disparado hacia su misión, en el mayor de los silencios. Es tanto el secreto, tanta la seriedad del hombre robustón, tan estricto su apronte, que uno no puede menos que suponerlo un cazafantasmas criollo. En medio de la noche y entre calles vacías, Carlos llega a un depósito. Toca sigilosamente la cortina metálica, le abren en silencio, lo hacen pasar. Todo está a oscuras. Carlos indica, con envarada autoridad de experto, que no debe prenderse la luz. Linterna en mano se dirige a un rincón y busca, entre unas cajas con chocolates, signos de la presencia tan temida, ante la mirada algo estupefacta del sereno de noche. Apunta una camarita hacia allí, la apoya sobre el piso, aprieta Play y avisa que habrá que dejarla toda la noche, para captar cualquier movimiento extraño. ¿Movimientos de espectros? No, qué va. Carlos Borghi trabaja, como él dice, de “ratero”. ¿Es chorro? No, cazador de ratas.Así como los peluqueros pasaron a llamarse estilistas, y los vestuaristas diseñadores, a lo que hace Borghi desde hace un tiempo se le dice “control de plagas”. Pero el control consiste en atrapar vivos a los roedores, en jaulas, y hundirlas dulcemente en un tanque de agua, por ejemplo. “Yo combato toda clase de plagas”, piensa Borghi en off, lanzado hacia su próxima misión en la General Paz. “Atrapo culebras, murciélagos, escorpiones, lo que sea. Pero las que me insumen más tiempo, las que me demandan más, son las ratas. La rata es, sin duda, mi enemigo formidable”. Con esa sola palabra, las exterminaciones de Carlos adquieren un relieve casi mítico. No es que el hombre venda humo, realmente lo vive como una causa. Trabajólico y tecno, su hija psicóloga (“Para mí que eligió esa carrera para ocuparse de vos”, le dice un amigo) le recuerda que cada tanto le vendría bien tomarse vacaciones.“Estoy atendiendo lo tuyo”, le anuncia Carlos a un cliente que llama en medio de la noche, mientras él estudia la actividad de las ratas en una compu. “Ya di con la estrategia a seguir”, avisa al día siguiente, con toda solemnidad, tras descubrir que comer mucho chocolate da sed. Para ello se la pasó comiendo chocolates, un poco porque “trato de ponerme en lugar de ellas, de pensar como ellas” y otro poco porque no le disgusta nada hacerlo. El físico rotundo, el andar pesadón, el rostro macizo, hasta la voz seca y pastosa de Borghi recuerdan a Luis Tasca, veterano del cine argentino de fines de los 50 y 60. A Borghi le gustan las frases resonantes. “Me llevó mucho tiempo que me lleve poco tiempo”, les recuerda, en referencia a sus estudios, a las clientas que protestan por tener que pagar tanto por tan poco trabajo. “Esa frase es buena”, le dice un colega. “Te la doy gratis porque sos un amigo”, remata Borghi, magnánimo.Que al realizador, guionista y productor Lucas Marchegiano le gusta el documental de personajes curiosos ya se advertía en El ambulante (2010), por más que se tratara de un film dirigido de a tres. Como en aquélla, Un enemigo formidable no sólo construye una criatura que parece más de ficción que real (allí era, recuérdese, un veterano proyeccionista de cine ambulante, que viajaba de pueblo en pueblo como artista de la legua) sino que el modo en que lo hace, su fluidez narrativa, la técnica impecable, parecen también más propios del cine “de argumento” que de un documental. Puede ser, eso sí, que si a Borghi se le quita la perspectiva que el adjetivo “formidable” le da, devolviéndolo a su crasa realidad plaguicida, el personaje pierda buena parte de su encanto. Pero bueno, para qué hacerlo.
El profesional Como codirector, Lucas Marcheggiano había logrado en El ambulante construir un relato documental alrededor de un personaje imposible: un hacedor de cine, un tipo que recorre pueblos rodando películas y estrenándolas en tiempo récord, con un aprovechamiento notable de los pocos recursos con los que cuenta. Como allí, pero ahora en solitario, el director logra encontrar ese personaje increíble, en este caso un especialista en control de plagas que vendría a ser como la máxima eminencia en el rubro, al menos así lo aseguran en una especie de congreso de desratizadores. Marcheggiano elabora el acercamiento a esta persona/personaje como si de un policial se tratase, también de un cómic de antihéroes urbanos y nocturnos. Lo que Un enemigo formidable termina siendo es un gran film sobre profesionales, sobre un tipo que hace su laburo con total dedicación, esmero y obsesión. No hay testimonios a cámara en Un enemigo formidable. Por el contrario, hay una puesta que se vale de elementos ficcionales y que trabaja sobre cuestiones reales: invasiones de roedores en casas y fábricas, enjambres de abejas que siembran el pánico. El montaje es preciso y la fotografía es excepcional: Marcheggiano reconoce los paradigmas audiovisuales de los géneros y los pone a jugar con el universo en el que se mueve su personaje. Así, la luz puntual persigue la huida de las ratas entre cajas y paneles. La textura y el abordaje estético de la película permiten edificar esa imagen casi mitológica que se erige sobre la figura de Carlos Borghi, el especialista en plagas. Las dos estructuras, la policíaca y la súper-heroica, le sientan perfectas al documental. Borghi se enfrenta a la invasión de roedores como un detective: sigue pistas, planta cebos esperando que el victimario caiga en la trampa, analiza la escena del crimen, ata cabos, investiga y se capacita para cumplir el objetivo. Y mientras su faceta profesional discurre, el otro costado de Borghi es más mítico: casi no hay tiempos muertos, cuando no está cazando roedores se entrena, incorpora conocimientos, se queda a altas horas de la noche en la computadora, recorre las calles haciendo justicia (baja la tapa de un contenedor de basura para evitar que eso convoque a más ratas), se hace tatuajes con actitud casi tribal, tiene reuniones con amigos que indagan en su vida sin mayor suerte: suena el teléfono y alguien sospecha, “debe ser una de sus amiguitas” arroja. Pero no, es un cliente. Y allí parte Borghi, con su atuendo habitual, casi como Bruce Willis en El protegido. Documental sobre el trabajo y el profesionalismo, Un enemigo formidable permite ver en Marcheggiano a una voz que dentro del documental nacional, ganado por el revisionismo histórico, ofrece nuevos elementos para indagar en historias realmente asombrosas. Parece decir que, como su protagonista, sólo se trata de afinar el ojo y posarlo en lugares insospechados.
Ganadora del último Festival de Cine Inusual en la categoría documental, la ópera prima de Lucas Marcheggiano hace gala, ya desde el título, de un humor y una originalidad que refrescan a la habitualmente previsible cartelera porteña. Sin entrevistas, prácticamente rodada de noche, y protagonizada por un exterminador de ratas que tiene mucho de comediante, la película es casi un film noir, de no ser porque es, en realidad, un documental. Claro que es un documental atípico, y no sólo por su método y producción. Porque, en principio, ¿a quién puede interesarle la vida de un exterminador de ratas? Y sin embargo, desde el asadito nocturno que debe abandonar para atender a un fabricante desesperado en Barracas, Un enemigo formidable envuelve con su ritmo singular, el de un serial killer de plagas, con breves interludios en donde Marcheggiano muestra al protagonista haciendo fierros en el gimnasio, cenando con amigos en un piringundín o eligiendo el mejor veneno en una tienda mayorista. Junto al ritmo y el humor, Marcheggiano muestra una Buenos Aires nocturna de ensoñación, de lluvia y luces saturadas, una estética cuidada y perfecta para envolver al thriller más inesperado.
Enemigos íntimos Un hombre come un asado con amigos cuando suena su teléfono, atiende con tono preocupado, anota unos números y abandona la faena (no sin ser criticado por su compañía). Se lanza a la noche. El hombre, nuestro protagonista, se llama Carlos Borghi, y es un exterminador. Un Enemigo Formidable funciona como ficción y como documental. Existe una construcción en el relato. El círculo comienza con un caso, que se irá develando a medida que pase el metraje, y que finalmente ayudará a entender la capacidad de Borghi para su tarea. Este viaje nos sumerge de manera inteligente en el itinerario de este cazador de alimañas. Presentada a la manera de un policial, Borghi será delineado como un detective. Recorriendo casos junto a él, se nos presentaran detalles, anécdotas, personajes y un espíritu noir que destila una bellísima melancolía. Es que ese gordo protagonista, tan certero como inconmovible, se dibuja como un romántico de su servicio. Él no dice ser el mejor (eso lo dicen otros), él cumple su tarea, piensa y siente una lucha personal contra esos enemigos ocultos. El film que nos entrega Lucas Marcheggiano resulta visual y narrativamente cautivador. El relato, de escasos setenta minutos, es eficaz y fluido. El film que nos entrega Lucas Marcheggiano (director de El Ambulante) resulta visual y narrativamente cautivador. Entiende que sus personajes son la oscuridad y la ciudad viciada. Y obviamente, que esos enemigos tan temidos, están en todas partes. Como en el terror, se utiliza el fuera de campo de manera brillante. Tanta ansia se crea de ver, que uno no despega la mirada de la pantalla. Entonces ante lo urbe derruida, la oscuridad que habita en todos los rincones, nuestro amante de las parrillas será un guerrero (la espada que elige tatuarse es vital para esta idea). Recibirá cariño, una recompensa, una palmada, pero la cruzada será eterna, maldita y solitaria. Porque ese rival que reside en el caos y la noche, es inagotable. Un terror oculto que duerme junto, bajo, detrás de nosotros. Por fortuna Borghi está ahí, esperando la llamada que lo impulse a otra efímera batalla.
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