La música tiene diferente significado para distintas personas, son los sentimientos del alma hechos canción, una forma de sentir, existir y expresar, un impulso más que vital que mueve y conmueve, la cantinela nos vincula a todo un mundo emocional. Las calles de Chuquis (La Rioja) hablan de las canciones de Ramón Navarro, pueblo que lo vio vivir más que nacer. Una canción puede inducirnos a un estado melancólico, mientras que otra proporcionarnos unos minutos de felicidad. Así de estrecha es la relación entre la música y las emociones. En 2014, cuando el cantautor cumplió 80 años, Chuquis le ofreció un regalo único: las calles del pueblo llevarían, de ahí en más, los nombres de sus canciones. “Un pueblo hecho canción”, dirigida por Silvia Majul es una película sobre Ramón Navarro, tan hondas sus raíces como larga su trayectoria de escritor, cantor, autor y compositor dentro de nuestro folklore. El documental registra un hecho sin precedentes en la historia universal: las calles de un pueblo son bautizadas con el nombre de las canciones de su hijo más amado, en este caso Ramón Navarro, uno de los imprescindibles del cancionero popular. Mientras se descubren las calles de Chuquis, en La Rioja, y de la mano del propio Navarro y de una nueva camada de músicos que lo homenajean, la película recorre también los sonidos, imágenes y recuerdos de la propia historia musical y personal de Navarro. Sus primeras canciones, sus pasos por Los Cantores De Quilla Huasi, por “Los Caudillos” (obra integral de Ariel Ramírez y Félix Luna), su cruce con poetas como Ariel Ferraro y David Gatica y la vigencia que lo une con los jóvenes del nuevo cancionero como La Bruja Salguero, Raly Barrionuevo y Ramiro González. Como ícono de la música popular argentina, el documental transita por más de 60 años de un gran legado trascendental para los corazones… “Encontrémonos en ‘Chaya de los pobres’ y ‘Patios de la casa vieja’” Un viaje turístico por las memorias de un de los mayores referente del folklore, mediante una serie de entrevistas al propio Navarro y terceros dando testimonios de su vida y el nacimiento de sus obras, un entrecruzamiento mágico con su tierra, historia y herencia de un gran disfrute magistral por nuestras raíces, escoltado por una hermosa fotografía, una estética visual que engalana esta historia musical, un relato biográfico plasmado de forma muy certera tanto para aquel venerador de este artista riojano, como aquel desconocedor del mismo, siendo una invitación exquisita para adentrarse en un recorrido por nuestra música a través del túnel del tiempo de forma muy pintoresca y sentida. No habrá alguien a quien no se le piante un lagrimón. “Sé que tu pueblo será como mi pueblo tal vez sé que también sentirás esa vieja añoranza que te hará volver” – Ramón Navarro En resumen, un pueblo y una estrecha relación con sus canciones, de paisajes coloridos y melodiosos, un viaje reconfortable por nuestra historia, poemas hechos canciones que retratan un pedazo de nuestro corazón como forma de identidad. Donde cualquier persona que tenga un lugar y un pueblo, se sentirá identificado con los gestos en común que tiene Chuquis con cualquier lugar en el mundo y con Ramón, que es un patriarca, un abuelo y un referente. Sin duda alguna tras ver este documental te puedo asegurar querrás visitar el pueblo riojano de Chuquis. “Un pueblo que es retrato de todos los pueblos del mundo”.
Una historia Musical Silvia Majul dirige Un pueblo hecho canción. Una Película sobre Ramón Navarro (2017) y nos trae en forma de documental, una historia que permite conocer un poco más la transcendencia de la música en el interior de la Argentina. La película retrata un hecho sin precedentes: todas las calles del pueblo riojano de Chuquis fueron bautizadas en 2014 con el nombre de las canciones del cantautor Ramón Navarro. La ópera prima de Silvia Majul, agente de prensa y productora de artistas de música popular, logra de buena manera retratar la vida de Navarro con una serie de entrevistas que dan testimonio de su vida y de la creación de sus canciones. Se toma el relato de varios allegados del cantautor a lo largo de su vida, para incluso rememorar su adolescencia. Además la buena fotografía del film, un lente que se pasea por los mejores paisajes que posee la rioja, permite conocer a fondo el pequeño pueblo donde sucede todo. Sin dudas, Un pueblo hecho canción. Una Película sobre Ramón Navarro es un documental exclusivamente para aquel que conozca la vida del artista Ramón Navarro. Así se puede apreciar más en detalle todo lo que se va contando sobre él: el seguidor de sus canciones entenderá el porqué de cada tema que compuso y además le permitirá conocer más sobre su vida. Sin embargo para el neófito de su historia de vida, es una buena oportunidad para conocerlo y descubrir su música, además de empezar a entender por qué cada calle de ese pueblo tan querido para él, lleva los nombres de sus canciones. Un pueblo hecho canción. Una Película sobre Ramón Navarro es un relato biográfico de un gran compositor que ha dado el interior de nuestro país y que merece ser contado.
Un sorprendente y emotivo documental de Silvia Majul que muestra un hecho inédito, un pueblo, Chuquis en La Rioja, decide por unanimidad que todas las calles lleven el nombre de las canciones de su hijo más amado, Ramón Navarro. Un hecho posiblemente inédito en el mundo. Pero la película también recorre la vida de Navarro, sus inicios en Los Quilla Huasi, la elección de Ariel Ramírez y Félix Luna para que sea la voz de “Los caudillos”, su creación “La cantata Riojana con David Gatica y todos sus recuerdos y filosofía de vida. Pero además revela las historias y los personajes detrás de cada una de sus canciones. Y se muestra como esas creaciones traspasan fronteras e integran el repertorio de grandes figuras actuales del folklore como La Bruja Salguero, Raly Barrionuevo y Ramiro González.
Un pueblo hecho canción: una historia con la música en las calles En 2014, el cantautor Ramón Navarro cumplió 80 años. Las autoridades de Chuquis, localidad del norte de La Rioja donde nació idearon entonces un regalo muy especial: las calles del pueblo llevarían, de ahí en más, los nombres de sus canciones. Ese fue el puntapié inicial de este documental, que reúne testimonios que reconstruyen la vasta trayectoria de un artista popular que fue parte de Los cantores de Quilla Huasi, grabó como voz solista la celebrada obra Los caudillos, de Ariel Ramírez y Félix Luna, y hoy es valorado como influencia por figuras del folklore actual. No todo es música en film que incluye alusiones a la convulsionada historia riojana marcada por la huella indeleble de personajes como Facundo Quiroga y el Chacho Peñaloza.
La suerte de epifanía que Silvia Majul tuvo en 1992 (“Comprendí que quería ser un puente” según consta en esta presentación profesional) se cristaliza –todavía más– a partir de la ópera prima que la agente de prensa de autores de música popular argentina empezó a filmar en 2014, y que desembarcó ayer en el cine Gaumont. Un pueblo hecho canción se titula este viaducto al alma de Ramón Navarro, compositor riojano que recibió un hermoso regalo cuando cumplió 80 años: el rebautismo de las calles de su Chuquis natal con el nombre de algunas de sus vidalas y cantatas. Las letras y melodías de Navarro son tan ricas en colores, sonoridades, reverberaciones como los paisajes del noroeste argentino. La novel realizadora consigue reproducir unas y otros para la pantalla grande con sensibilidad estética, musical, poética (dicho sea de paso, conviene ver en sala el film de ochenta minutos para disfrutar mejor de su fotografía y banda sonora). La introducción animada, una suerte de simulación impresionista a cargo de la cooperativa de animación Ganga, adelanta la intención de acordarle a la amalgama riojana de montañas y llanuras un protagonismo digno de su rol de musa inspiradora. Las voces de Mercedes Sosa, León Gieco, Raly Barrionuevo llaman la atención del espectador desprevenido, que quizás desconocía la identidad y la trayectoria del autor de canciones tantas veces entonadas. A partir de dos entrevistas centrales –una realizada en una oficina de SADAIC, otra en la casa familiar que un abuelo de Navarro estructuró como un panales de abejas– Majul invita a repasar y/o descubrir datos biográficos, la historia de canciones tan entrañables como Don Rosa Toledo y Leopoldo Silencio, anécdotas profesionales significativas como el espaldarazo de Atahualpa Yupanki en París o el encuentro en una pequeña peña con la entonces desconocida Negra Sosa. Gracias a la elocuencia de Navarro, Majul ofrece una obra generosa en reflexiones, y por lo tanto irreductible al género biográfico. La relación entre las dimensiones local y universal del arte, el misterio de la creación, el fenómeno de resignificación a través del tiempo y de las variadas interpretaciones de las canciones son algunos de los temas que el entrevistado aborda con conmovedora lucidez y, no es de extrañar, un envidiable dominio de la palabra. Además de las virtudes del documental, algunos espectadores celebramos que este tributo haya sido hecho y estrenado cuando el homenajeado todavía vive. No sucedió lo mismo con la mencionada Mercedes y con otro grande del folklore nacional, el Chango Farías Gómez. Un pueblo hecho canción es el primero de una serie de largometrajes que Majul planea dedicarles a nuestras voces ‘del interior’, dirá más de un porteño. De hecho, ya está en marcha la semblanza cinematográfica del salteño Daniel Toro, que en principio se titulará El nombrador. Por lo visto, sigue extendiéndose el puente anunciado hace más de 25 años. Los cinéfilos que también son amantes de la música popular argentina, encantados.
El otro Ramón Curiosidades de la vida y del cancionero popular, podría decirse que en lo que respecta al folclore argentino, a la expresión musical de lo autóctono, nuestro país le debe mucho a los Ramones. Más allá de la humorada alusiva a ese grupo punk norteamericano -tal vez más conocido por los jóvenes de esta tierra que los propios cantores populares- la referencia tiene por protagonista al músico y compositor Ramón Ayala por un lado y por otro a Ramón Navarro, también creador de una prolífica obra de vidalas, chayas y canciones que han y siguen siendo interpretadas por numerosos artistas y grupos, pero que encuentran su mayor legado en la gente común. Más precisamente en el pueblo de la Rioja que lo viera nacer y a modo de reconocimiento, además de corear sus canciones, decidiese ponerle el nombre de cada una de ellas a las calles. Silvia Majul, difusora y conocedora de la música popular argentina y sus creadores, estructura su ópera prima documental a partir de las canciones de Navarro y ese recorrido se intercala y empapa de anécdotas para dejar un retrato del personaje desde sus vivencias, su manera de entender la música y la humildad de un verdadero artista, quien formara parte del grupo Los Quilla Huasi, y que gracias a Atahualpa Yupanqui en el exilio de Francia pudieran viajar por Europa y Japón para mostrar una música distinta en épocas donde hasta cantar estaba prohibido. La naturaleza del paisaje también opera como complemento en las imágenes que acumulan canciones y la poesía de Ramón Navarro en un lienzo musical donde cada puntada y acorde de guitarra trae la semblanza de las raíces y de la tierra como signo de identidad y parte de una cultura rica en matices y diversa desde lo musical. El recuerdo fugaz trae el enorme trabajo que realizara otro canta autor como León Gieco allá por 1985 con su entrega por volúmenes sintetizada en De Ushuaia a la Quiaca, un invalorable registro musical que permitió reincorporar a la cultura a muchos nombres poco conocidos en la gran metrópolis y que hizo del federalismo y la diversidad un verdadero lema que se extendió a lo largo de la geografía argentina, y que luego de un impasse de casi una década concluyera con un cuarto volumen de canciones inéditas. La propuesta de Silvia Majul es mucho menos ambiciosa que la del creador de Sólo le pido a Dios, pero no por ello deja de ser un documento importante para homenajear o empezar a conocer a un verdadero artista, oriundo de la Rioja, de voz portentosa y presencia escénica que disfrutó de la vidala y de las cosas simples para agradecerle a la vida con cada una de sus canciones.
LA RECONSTRUCCIÓN DEL QUEHACER DE UN POETA DE LA CANCIÓN POPULAR La historia de Ramón Navarro no es de las biografías más popularmente conocidas. Este cantautor tiene una peculiar historia de vida y su pueblo tiene una singular forma de recordarlo. De esta leyenda trata el documental Un pueblo hecho canción, de Silvia Majul. El film narra la historia de cómo el pueblo de Chuquis, en La Rioja, fue rebautizando todas sus calles con los nombres de las canciones de Navarro. Este recorrido es acompañado por relatos de amigos de la infancia de Ramón, vecinos y diferentes artistas que van entonando sus canciones a modo de ejemplificación de la lírica y la impronta del cancionero de este cantautor popular. Al mismo tiempo, la película no sólo narra la huella que ha dejado Navarro en su pueblo, sino que también va reconstruyendo a través de diversos interlocutores (incluido el mismo Navarro) su historia como niño, adolescente y finalmente artista consagrado. Toda esta reconstrucción es imbricada con la entonación de las canciones y tomas de los paisajes de este hermoso pueblo de La Rioja. Un pueblo hecho canción lleva a la pantalla grande una historia de la cultura popular argentina, que por pequeña no deja de generar grandes pasiones.
Para filmar un documental se necesita tener conocimiento de una historia particular, de una persona singular, o, tal vez, de una situación especial o un lugar destacado en la geografía. Pero en este caso se da una combinación de todos esos elementos, que Silvia Majul, en su ópera prima, le interesó como para llevarla a la pantalla grande. La historia llamativa ocurre en el pueblo riojano de Chuquis. Un lugar pequeño, poco conocido de esa provincia, donde lo más célebre es un músico, un folclorista, compositor de varias de las más conocidas melodías del repertorio popular argentino, que, seguramente la mayoría oyó, o incluso pudo haberla tocado con algún instrumento, y, posiblemente, como el mismo homenajeado dice, no saben quien las compuso. Y ese hombre es Ramón Navarro, a quien, en 2014, todo el pueblo, con la iniciativa de la Municipalidad, estuvo de acuerdo en condecorarlo para su cumpleaños cambiando el nombre de todas las calles para renombrarlas con los títulos de sus emblemáticos temas. Efectivamente, la cámara recorre las callecitas, y sobre una pintoresca madera están rotuladas sus canciones. En el film el protagonista es entrevistado y va desgranando anécdotas de cómo las escribió. También lo vemos arriba de distintos escenarios cantando solo o acompañado, y nos damos cuenta de que es una persona muy querida y respetada por sus amigos y vecinos. Algunos músicos aportan su testimonio y realzan aún más la figura de Ramón. Todo el relato es amable, lo que permite descubrir a todo un personaje que supo abrirse camino y hacer una importante carrera. Que cantó en televisión y grabó discos con relevantes artistas nacionales, gracias a tener una sensibilidad especial para percibir lo que había en su pueblo para transformarla en canción. La directora maneja todo con cuidado, los recuerdos, las emociones, que no permite que desborden, los paisajes, el contexto, la noche, el día, todo musicalizado, como no podía ser de otro modo, con sus interpretaciones y las de otros colegas. Una decisión política original motivó la realización de este documental. Porque descubrir o rememorar a ciertos artistas que influenciaron positivamente a nuestra cultura, siempre es necesario, y de alguna manera, agradecidos.
Muchas películas de los últimos años han focalizado en las microhistorias relacionadas con geografías, lugares, personas, comunidades invisibilizadas en las representaciones de las grandes pantallas de la industria. En este sentido, hay una serie que podemos relacionar con el pulso creativo de músicos y artistas realmente populares que fue filmada en la década que ya lamentablemente ha culminado, de florecimiento y circulación local del cine argentino. - Publicidad - Es dentro de esta línea que podemos pensar la película sobre Ramón Navarro, que es en realidad un homenaje al canto popular riojano, y al otro gran protagonista, el idílico pueblo de Chusquis, al norte de la provincia. Con una investigación que recupera algo del material de archivo de la enorme movida musical y cultural de una provincia símbolo del federalismo durante el siglo XIX, con sus oriundos tigres Facundo Quiroga y el Chacho Peñaloza, el documental es como hecho periodístico, correcto. Hubiera sido más preciso para el espectador si hubiera identificado a los que aparecen, si hubiera trazado mediante una mínima gráfica genealogías y redes que orienten a quienes vemos lo que sin dudas y más allá de la falta de nombres es una gran comunidad, con un entrenós y un tejido potente y vital, ese pulso que habla de quedarse entre lo mío. Mi Pueblo Azul, un deshoje de piropos a la tierra, en la canción de los Quilla Huasi, grupo señero del folklor argentino, que Navarro integraba. Tema que León Gieco también versionó de manera especial, donde a través de Chusquis se recupera el paraíso perdido, el idilio del paisaje. Lo mismo con otra composición antológica de Navarro, Chayita del Vidalero, donde también sentimos territorios y partidas, y en esto se vuelve grande el documental, así como en el intento de brindar contextos, aunque quizás la mirada de la investigación (que de todas maneras es muy sólida, a cargo de su directora, Silvia Majul) quede un poco ajena y la imagen de Don Navarro, un tanto solemne. Pero el producto es ameno, y es más, es interesante, deja asomar saberes e historias pequeñas de esas que semillan nuestras culturas. Y se vuelve cada día más acunante, hecho de recuerdos que relampaguean, cuando pareciera que solo nos queda resistir a los grandes tanques de la industria que en nuestro país tiene, desde la gestión oficial y con el cambio imperante, las puertas cada día más abiertas y la instancia del cine de comunidades cada día más restringidas. Otras voces diríamos, para construir otros posibles que son los que en definitiva hablan y hacen silencio a la vez sobre nosotrxs. Muy buen homenaje, además, justo y necesario, que habría que replicar en tantos cantores populares que sostienen, interpelan y sacuden nuestros imaginarios y que por ello son protagonistas principales del acervo que corremos el riesgo de perder. En este tributo, desfilan otros creadores más jóvenes, como Raly Barrionuevo, David Gatica, Roberto Palmer, Bruja Salguero, Ramiro González, Horacio Burgos… En suma, recomiendo verla, antes de que la saquen de pantalla, y que le hagamos la prensa que merece y no tiene: el boca a boca. Las funciones, poquitas, son en el espacio INCAA del Cine Gaumont. Recomiendo verla como recomiendo un viaje, que también de eso procura el cine.
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En su opera prima, la periodista y productora Silvia Majul presenta Un pueblo hecho canción, un documental basado en la vida y obra del cantautor riojano Ramón Navarro, gran exponente del folclore. A 81 kilómetros de La Rioja Capital se ubica Chuquis, un pueblo que se encuentra sobre la falda oriental de la sierra de Velasco. Entre sus 236 habitantes -según el resultado que arrojó el último censo en 2010-, está Ramón Navarro, un cantautor de folclore que supo conquistar el corazón de todos en aquel lugar. En el año 2014, como regalo por sus 80 años de vida, decidieron darle una sorpresa muy particular: bautizaron cada calle del pueblo con el nombre de sus canciones. Un pueblo hecho canción no sólo transita las calles que ahora llevan el nombre de aquel artista, sino que también realiza un recorrido por su vida y obra. El film nos adentra en la historia detrás de sus canciones más exitosas, de los recuerdos de su infancia, de las anécdotas en aquel lugar y de su paso por los Quilla Huasi, uno de los más importantes grupos de la historia de la música folclórica de Argentina. A pesar de que diferentes personas cercanas al músico hacen presencia para aportar datos y acontecimientos vividos con el protagonista, la voz principal en la que se apoya el relato es la del mismísimo Navarro. El hecho de que sea el protagonista quien cuente su vida en primera persona, hace que la historia se vuelva más enriquecedora. La voz de él es la que permite generar una cercanía con aquellas anécdotas que tan lejanas parecen. Navarro deja de ser un simple mito para convertirse en alguien con voz propia. Si bien contar con la voz de Navarro hace a la historia más enriquecedora, por momentos la película parece ser sólo una entrevista mano a mano con el músico. Las diferentes personas que hacen presencia -que ni siquiera se especifica quiénes son- aportan poco y nada. Hacer más hincapié en el relato de aquellos cercanos al protagonista, y no sólo en éste, habría logrado generar un contraste. Además, habría agregado más color y más datos a una historia que se vuelve monótona con el correr de los minutos.
El cine recupera a un gran compositor, artista, y forjador de identidad como Ramón Navarro, quien recibe, además, la noticia que las calles de su pueblo, aquel por el que tanto hizo, recibirán los nombres de canciones de su autoría. Con sencillez y con mucha pasión, Silvia Majul recorre las calles de Chuquis y en el desandar los caminos habla con Navarro, con sus familiares, colegas, músicos, para trazar el mapa conceptual de uno de las figuras más relevantes de La Rioja.