La historia de una búsqueda El documental argentino propone en su recorrido, develar esa mágica conexión entre París y Buenos Aires. Siendo el tango la máxima expresión artística que hace posible ese hechizo. Nostálgico y emotivo resulta un sueño agradable no solo para los amantes del tango, sino también para todos aquellos que disfrutan de las historias de artistas y poetas nacionales. Un sueño en PARÍS (2019), descubre cómo renace el tango en el mundo, desde la mítica tanguería “Trottoirs de Buenos Aires”, ubicada en París. El actor Jean Pierre Noher, argentino de origen Francés, se pregunta los motivos de la resonancia del tango en su historia personal. Su búsqueda lo lleva a indagar en la relación del tango con Francia, en la presencia mítica de Gardel y en el descubrimiento de un sueño del mundo intelectual en el exilio en los años 80. Edgardo Cantón músico exitoso junto a 23 amigos artistas y el padrinazgo de Julio Cortázar, decidieron abrir esta tanguería, en el barrio Les Halles, el corazón de París. Sin saber que pasaría luego. Si bien el gran protagonista del documental es la Trottoirs de Buenos Aires, y como éste emblemático lugar le devolvió al tango todo el esplendor que parecía haber perdido. Es la presencia de Jean Pierre Noher de la que el guionista y director, Sergio Cucho Costantino, se vale para contarnos esta historia. Noher con un tono arrabalero reflexiona y se pregunta por esa profunda relación entre Buenos Aires y París. Será en el encuentro con un puñado de artistas argentinos (Jairo, Tomás Barna, Susana Rinaldi y Guillermo Galvé, entre otros) algunos fundadores del mítico lugar, músicos habitué y material de archivo que revive la historia y así conocemos cómo el tango alcanzó magnitud mundial gracias a la Trottoirs de Buenos Aires. "La unión de la música y el tango, se hacen imagen en este documental sencillo que consigue lo que se propone; retratar los sueños y deseos de un par de argentinos con la intención de acercarse a sus raíces y ver como éstos se volvieron realidad."
No es casual que la canción elegida para abrir este documental sea “Ne me quitte pas” de Jacques Brel. Una canción donde hay drama, hay un estilo teatral en juego, donde se habla de la emotividad y del desamor: en síntesis, una canción plagada de melancolía y de fuertes motivos para no olvidar un gran amor. En la voz de Jean Pierre Noher, la letra de Brel hace una síntesis perfecta para encarar la búsqueda que se plantea en “UN SUEÑO EN PARIS”, el documental de Sergio “Cucho” Costantino, que se estrena esta semana dentro del ciclo “Jueves Estreno” en la pantalla de www.cine.ar/play. Lo que comienza como esa construcción de la identidad franco-argentina del propio Noher irá descubriendo como también se han fundido París y Buenos Aires, no solo como dos grandes ciudades en las que uno puede ver una importante cantidad de similitudes –todos afirman que Buenos Aires es la Paris de Sudamérica-, sino también por la pasión compartida por el Tango, así, con mayúsculas. Y allí, dentro del dolor del exilio, un grupo de artistas talentosos –y no sólo dentro del ámbito musical sino que el movimiento se nutrió de otros provenientes de las artes plásticas y las letras, sólo por mencionar algunos ejemplos- e intelectuales, da a luz un espacio mítico en el centro de París, en el barrio de Les Halles, que se transformó en un fragmento de Buenos Aires. Muy cerca del Pompidou, a pocas cuadras el Sena, en pleno centro de la Ciudad Luz, Edgardo Cantón, junto a sus socios -entre los que se encontraban nada menos que Susana Rinaldi, Antonio Seguí o Pérez Celis- y con Julio Cortázar como padrino, comienza a generar un espacio que noche a noche se colma tanto de público como de celebridades para vibrar la música de un buen tango, aun cuando todos coinciden que la mayoría del público no podía entender lo que estaban cantando: claramente el ritmo y cadencia nostálgica del tango los atravesaba desde sus melodías y la teatralidad de sus intérpretes. Un escenario que unió a destacadas figuras, icónicos representantes del tanto como el dúo de Horacio Salgan y Ubaldo de Lío, los cantantes Rubén Juárez y Guillermo Galvé, Raúl Lavié, el Sexteto Mayor (conformado por ex músico que habían acompañado a Osvaldo Pugliese, quienes tuvieron el desafío de inaugurar este espacio), Osvaldo Piro, María Garay, Amelita Baltar y obviamente, la propia Susana Rinaldi en un momento artístico de expansión y crecimiento. Pero también fue importante quienes quisieron estar presentes también bajo ese escenario: Atahualpa Yupanqui, Jairo, Mercedes Sosa o la famosa anécdota de Carolina de Mónaco que casi se queda sin poder entrar porque las localidades estaban completamente agotadas (como sucedía cada noche) y quien controlaba el ingreso cumplía las estrictas órdenes de no poder ingresar sin entrada. Costantino, de la mano de Jean Pierre Noher, mezcla interesantemente material de archivo, testimonios de artistas, músicos, colegas junto al de los propios fundadores como el periodista Tomás Barna que aún hoy sigue sosteniendo con emoción que no era el dinero lo que motivó el proyecto, sino “que se presente lo mejor de lo mejor»: e indudablemente, lo lograron. Como si la historia no fuese de por sí fascinante y exquisita, “UN SUEÑO EN PARIS” se completa con una banda sonora de excelencia, con fragmentos de Tangos en las voces más aclamadas y que espontáneamente surgen en algunas de las entrevistas, como esa canción que se canta desde el alma, sin ensayo y con el sólo recuerdo del “Trottoirs de Buenos Aires” y la evocación de una época dorada vivida a pleno y esa música tan nuestra, atravesando fronteras e instalándose, profundamente y para siempre en una ciudad que ha sabido respirar el ritmo del Tango, como si fuese otra Buenos Aires a la distancia. Noher en su búsqueda, en ese recorrido que va planteando desde su propia identidad franco-argentina, logra encontrar la sensibilidad exacta dentro de cada testimonio donde gane la emocionalidad y no se convierta en una sumatoria de datos enciclopédicos (capítulo aparte merece el fragmento con Jacqueline Pons, viuda de José Pons, anfitriones de toda la colonia artística argentina en su paso por París). Logrando hacerse invisible, atenta, íntima, se presenta la cámara de Costantino que logra retratarlos naturalmente, en ese diálogo que fluye entre evocaciones y recuerdos, entre fotos y canciones, entre anécdotas que viajan del pasado al presente. Otro de los aspectos positivos de “UN SUEÑO EN PARIS” es que no se constituye en esos documentales que sólo pueden disfrutar los conocedores del tema o un público fanático, sino que por el contrario nos abre un hecho quizás no por todos conocido y nos contagia de unas profundas ganas de haber estado ahí, presentes, en ese momento tan particular para nuestra música ciudadana invadiendo las calles de Les Halles, atravesando el Arcos del Triunfo y cruzando los Champs Ellysées tarareando “Naranjo en Flor” o “Los Mareados”. POR QUE SI: «Como si la historia no fuese de por sí fascinante y exquisita, “UN SUEÑO EN PARIS” se completa con una banda sonora de excelencia»
Una decena de argentinos exiliados en París, a finales de los ’70, en tiempos de bohemia decidieron, por nostalgia y amor al tango, abrir una tanguería, sin ningún fin comercial. Intelectuales que deciden emprender este espacio, gracias al apoyo de Julio Cortázar, quien vivía en la ciudad de las luces desde 1951. Fue la piedra fundamental para relanzar el tango en el mundo. Una historia particular, plasmada por Sergio Constantino, un documentalista que indagó en la trayectoria de Virus y Los Abuelos de la Nada (“Buen Día, Día” e “Imágenes Paganas”) llevando a la gran pantalla a íconos de nuestro rock nacional; también es el creador de “El Club de los 50”, contando la historia del ‘lado b’ de algunas figuras alternativas de la escena rock como Willie Crook, Cuino Scornik o Gustavo Bazterrica. La película relata la historia del bar llamado ‘Trottoirs’ (“las veredas de Buenos Aires”), sacado de un poema de Cortázar, luego hecho canción de tango, con música de Edgar Cantón e interpretación de Juan Cedrón. Con emotividad y con algunos puntos en común con la película “Bar el Chino”, de Daniel Burak, nos remonta a este corazón de Buenos Aires en París. Una veintena de argentinos que llevaron a músicos como Rubén Juárez, Susana Rinaldi, Jairo, Raul Lavie y Amelita Baltar, entre otros grandes colaboradores. Durante casi 10 años, hasta que económicamente les fuera insostenible, ese fue el rincón argentino transitado por la aristocracia parisina. Este documental, protagonizado por Jean Pierre Noher (nacido en París), quien descubre el encanto de este mítico bar, el cual cuenta la historia de la propagación del tango en esta metrópoli europea.
“Un sueño en París” una ciudad que cambió la historia del tango. Jean Pierre Noher recorre la ciudad de las luces buscando la conexión que tiene con Buenos Aires Ramiro Cruz Hace 1 semana 0 37 Buenos Aires y París guardan una relación mucho más profunda de lo creído, de la mano del actor franco- argentino comprenderemos como el arte se vio potenciada gracias a esta relación. La capital francesa, una de las capitales culturales a nivel global, suele ser el punto de inflexión, de muchas corrientes, estilos y géneros artísticos y sus autores que buscan catapultarse y conseguir un reconocimiento. El tango no fue una excepción aunque, la idea de un puñado de argentinos viviendo en París, era más bien mantener la tradición de este ritmo musical, ya que estaban tan lejos de la madre patria. ¿Pueden un grupo de argentinos, liderados por Julio Cortázar, resignificar la historia del tango? Esa será la búsqueda a lo largo del documental dirigido por Sergio Cucho Costantino, en la ciudad francesa y como gracias al “Trottoirs de Buenos Aires” el tango, cobró un nuevo valor cultural en París y cuya onda expansiva llegó a Buenos Aires transformando al ritmo musical por excelencia argentino en un fenómeno sin precedentes. Gracias a los relatos de Barna Tomás; Harguinteguy Reynaldo; Cantón Edgardo y Rinaldi Susana – fundadores de la tanguería – comprendemos el deseo y la necesidad por parte de un puñados de argentinos de sentirse menos lejos de su país natal en una ciudad la cual, salvando las distancias, tiene mucho parecido con la capital argentina ya que fue la inspiración para su construcción edilicia y cultural. Lo que nunca hubieran imaginado, es que los parisinos abrazaran al tango con tanta pasión y admiración a canciones cuyas letras no comprendían pero cuyas interpretaciones eran lo suficientemente cristalinas para descifrarlas. La repercusión de “Trottoirs” fue tan grande, que muy pronto todos los artistas argentinos y afines al tango estaban deseosos de presentarse en esta icónica tanguería; la cual en su apertura el 20 de noviembre de 1981 contaron con la presencia del Sexteto Mayor – que siguió con sus presentaciones por tres semanas más – para luego dar paso a artistas como: Susana Rinaldi; Juárez Rubén; Anselmi Reynaldo y Garay María entre otros. De esta manera, el pequeño local dedicado al tango colmaba su capacidad todas las noches, deslumbrando a todos sus espectadores y profundizando el amor por este género musical. Si bien su última función tuvo lugar el 15 de mayo de 1994, el legado de este espacio cultura fue de vital importancia para que la historia del tango cobre un valor sin igual a nivel mundial, facilitando de esta forma el desembarco de múltiples espectáculos y de artistas argentinos en una ciudad que, sin esperarlo, nutrió aún más la historia de este estilo musical. . Edición - 80% Arte - 85% Fotografía - 80%
Con la entonación de los primeros versos de Ne me quitte pas comienza el documental que Sergio Cucho Constantino le dedicó a un capítulo precioso de la historia de nuestro tango. Un sueño en París se titula el largometraje; quien canta es el actor Jean-Pierre Noher y el comienzo de la inconfundible balada compuesta por el belga Jacques Brel insta a olvidarlo todo: el tiempo de los malentendidos y el tiempo perdido. Sin embargo, el film avanza en sentido contrario o, en otras palabras, desanda el camino que argentinos radicados en la capital francesa iniciaron en 1981 cuando inauguraron Trottoirs de Buenos Aires. Julio Cortázar apadrinó esta tanguería que –cuenta la leyenda– rescató a nuestra música ciudadana de cierta condena… al olvido. Si en cambio se quiere ser consecuente con el título de la canción de Brel, podrá pensarse que Un sueño… evita un abandono muy temido, ese Soltar tantas veces pregonado en algunos libros de autoayuda. De hecho, el mismo Noher se convierte en guía de un viaje a París que también supone un viaje a la época en que el tango renació en un rincón del quartier Les Halles: de esta manera se nos invita a asir una porción de pasado que los porteños pocas veces (re)visitamos. Constantino encuentra en la doble nacionalidad del actor (y cantante ocasional) la excusa para señalar la sangre francesa que el corazón del 2×4 bombea desde que el tolosano Carlos Gardel empezó a destacarse en las orillas del Río de la La Plata. La figura del Zorzal Criollo representa la primera escala de un recorrido que vincula una etapa fundacional con el renacimiento ochentoso en suelo galo. Las incursiones de Noher por rincones parisinos y porteños, las entrevistas a Tomás Barna, Susana Rinaldi, Amelita Baltar, Jairo, Guillermo Galvé, Horacio Salas, imágenes de archivo como la que ilustra la presente reseña constituyen las tres patas de este homenaje al vínculo franco-argentino que Enrique Cadícamo describió a principios de los años ’30 en Anclao en París. El bilingüismo de Jean-Pierre, sus observaciones sobre las similitudes arquitectónicas entre nuestra ciudad y la capital francesa, la visita a la Casa Argentina en la Ciudad Internacional Universitaria de París refuerzan la idea de una relación cultural que abarca mucho más que el tango. Un sueño… adquiere cierta dimensión política cuando la Tana Rinaldi expresa su gratitud a una Francia que le salvó la vida «aunque parezca mentira». También a partir de las fotos que muestran los rostros de Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanki, el Tata Cedrón y demás artistas argentinos que partieron de nuestro país para escapar de censores y verdugos al servicio del terrorismo de Estado. A contramano de Brel, Constantino parece decir que, para no abandonar, no soltar, no dejarse, conviene evitar el olvido. En todo caso hay que aprender a andar con el alma herida que el mismo Cadícamo describió en Los mareados. Como Ne me quitte pas, los tangos citados en esta reseña conforman la hermosa banda de sonido de Un sueño en París. Llama la atención la ausencia de Muñeca brava, cuyos primeros versos juegan con un lunfardo afrancesado.
París representa la tierra prometida para un sector importante de la intelectualidad argentina. Fue en el Barrio Latino de la capital francesa donde, a principios de la década de 1980, el músico Edgardo Cantón y otros 23 artistas abrieron la tanguería Trottoirs de Buenos Aires, un espacio que supo albergar no solo a los grandes referentes de la música rioplatense, sino también a aquellos exiliados en busca de un refugio espiritual para soportar el destierro. El actor Jean Pierre Noher (nacido en París pero instalado en la Argentina a los tres años) viajó hasta allí para indagar en la historia del lugar en particular y la relación entre el tango y la ciudad en general, en un documental dirigido por Costantino (el mismo de Buen día día, sobre Miguel Abuelo; e Imágenes paganas, sobre Federico Moura) más interesante en su planteamiento que en su desarrollo. Se trata del típico exponente de cabezas parlantes e imágenes de archivo que cuenta con testimonios de músicos y artistas de renombre como Jairo y Susana Rinaldi, pero que no logra construir un relato sólido con su materia prima. El resultado es una película-paseo, y no mucho más.
Este jueves llega a Cine.Ar Estrenos Un sueño en París, un documental que recorre las vivencias de varios de los fundadores de Trottoirs de Buenos Aires, una tanguería que sirvió como centro de reunión para los argentinos en París. Surgido a principio de los 80, Trottoirs de Buenos Aires se consolidó en París como el lugar por excelencia para el reencuentro de los argentinos, pero también para todos aquellos parisinos y turistas que querían escuchar tango del mejor nivel. El documental acompaña a Jean Pierre Noher mientras visita lugares y entrevista a algunos de los actores que fueron parte de la fundación del mítico lugar. Mezclado con historias de exilio, añoranza y amistad, Un sueño en París recorre el camino del emblemático bar desde su concepción hasta su cierre, incluyendo la influencia que el mismo tuvo en revivir la pasión del tango en nuestro país. Francés de nacimiento pero radicado en la Argentina cuando todavía era muy pequeño, Jean Pierre Noher siente en primera persona la unión que entre ambas ciudades existe. Sin necesidad de proclamarse como un amante del tango, abre el documental entonando uno, con el sentimiento y la pasión que lo da a entender sin necesidad de mediar palabras. Las entrevistas parten desde un apacible bar en un barrio porteño donde la ubicación y el nombre se transforman en los primeros eslabones de esta historia que parece, igualmente, entramada y sencilla al mismo tiempo, la de realizar un emprendimiento titánico, pero hecho por mucha gente con un objetivo en común: crear un lugar de pertenencia en París donde los argentinos puedan reunirse y escuchar la música que nos define ante el mundo, aunque en ese momento no nos representase dentro de nuestro territorio. Hay dos elementos que vuelven a Un sueño en París un documental hermoso de ver. Por un lado, todos los entrevistados están apasionadamente ligados a la historia. Los recuerdos que tienen son revividos con emoción y alegría, y aunque seguramente hubo anécdotas que preferirían no recordar, las mismas no tienen espacio en este film donde la búsqueda está apuntada a rememorar los felices momentos vividos antaño en esa maravillosa ciudad. Por otro lado, la presencia de Jean Pierre Noher como entrevistador le agrega un extra al relato. La cordialidad y naturalidad en el vínculo con los entrevistados hace que uno se olvide que está viendo una película y se sienta como observando una conversación entre amigos, transformando incluso las constantes interrupciones de Noher a sus entrevistados en algo simpático, en lugar de ser algo con carga negativa como podría sentirse en cualquier otro documental. El film tiene algunas poco creíbles reconstrucciones, pero eso no afecta el relato. Donde se podría haber mejorado el producto es en algunos aspectos técnicos que, por lo menos en la copia que pude ver yo, empobrecen el material. Los focos de la cámara en muchos planos están poco precisos y hay varios momentos donde, de manera extremadamente notoria, se produce un desfasaje entre lo que está diciendo el personaje y lo que se ve en cámara. Un sueño en París es un emotivo documental que emociona desde las vivencias de sus personajes, protagonistas de la hermosa historia de Trottoirs de Buenos Aires, que aunó a los argentinos en el exilio, que unió a los que extrañaban su país y que llevó el tango, y a gran parte de sus más notorios artistas, a una ciudad vibrante de cultura que les abrió los brazos, dándoles no sólo un lugar de encuentro, sino también una vereda a turistas de todo el mundo.
CANCIONES DEL MÁS ACÁ Tal vez, las intenciones del documental Un sueño en París sean enunciadas por Susana Rinaldi, una de las tantas voces que se hacen oír. En uno de los tramos finales, la “tana” dice que a las palabras se las lleva el viento y que la película logrará dar cuenta del trabajo de los artistas en el exilio parisino, unidos por la pasión del tango. En pleno centro de la ciudad, Edgardo Cantón y unos cuantos socios (locos), entre los cuales estaba Julio Cortázar en calidad de padrino, sostuvieron por años un espacio de encuentro por el que pasaron diversas figuras (Horacio Salgán, Rubén Juárez, Guillermo Galvé, Osvaldo Pugliese, el Sexto Mayor, Amelita Baltar y la mismísima Susana Rinaldi). Sumados a todos ellos, debajo del escenario y envueltos en jugosas anécdotas, también estuvieron presentes Jairo, Mercedes Sosa, Uña Ramos, Atahualpa Yupanqui y el gran Pierre Richard, que aparece en fotos reiteradas veces con su estampa inolvidable. Hay películas que parecen estar hechas para ser queridas dada la naturaleza del tema. Sergio “Cucho” Constantino despliega una serie de recursos para que esto suceda y el apego a la materia que aborda se nota, principalmente en el exceso de sentimentalismo que emana de varios pasajes de la película. Cuando encuentra el equilibrio emocional, aparecen los mejores momentos. Y en este viaje franco argentino toma una decisión arriesgada. Elige al actor Jean Pierre Noher para oficiar de Virgilio entre las dos patrias. En un ida y vuelta por París y Buenos Aires, viajamos con él, nos encontramos a charlar con gente muy copada y nos tomamos un café o una copita de licor en bares emblemáticos, es decir, nada que no podamos hallar en un documental televisivo. Y si al comienzo todo indica que se tratará de una exposición más sobre la relación de Cortázar con París, afortunadamente se abren otros caminos para que nos focalicemos en el tango y sus intérpretes. La estrategia de incluir a Noher como guía pone en evidencia lo más débil de la película (la omnipresente voz en off que recita/canta), sin embargo, es un nexo lógico y simpático que permite enlazar los relatos y las presencias en pantalla, mientras la cámara de Constantino acompaña de cerca y pareciera que canta con ellos (por allí se escucha un aplauso inclusive). Sí hay que decir que dos de los vicios más frecuentes en esta clase de propuestas son eludidos, la nostalgia empalagosa y la exposición didáctica/enciclopédica. Y eso es porque los viejos jóvenes que hablan, despliegan vitalidad, pasión y continúan sosteniendo los mismos sueños, aquellos que compartieron lejos del país, pero unidos por el tango, la literatura y la noche. Por otro lado, hay que destacar que las mejores intervenciones son femeninas. Ellas le otorgan un plus diferencial al tema y a la perspectiva en el tiempo. Por último, no hay forma de no salir cantando de esta.
La fiesta inolvidable En Un sueño en Paris (2019), una vez más, Sergio "Cucho" Costantino elige la música como punto de partida para hablar de la identidad argentina, y, en esta oportunidad, del recuerdo de un emblemático lugar en Francia que albergó a aquellos que el país expulsaba por ideología o simplemente por estar en listas negras, con el tango como expresión máxima de la nostalgia y de aquel lugar al que no podían regresar. La película desarrolla, a partir del recuerdo de los que fueron parte de la misma, la historia de la tanguería “Trottoirs de Buenos Aires”, un espacio impulsado por figuras como Edgardo Cantón y Susana Rinaldi, y que supo tener como invitados recurrentes figuras de la talla de Julio Cortázar, Pierre Richard, Brigitte Bardot, Carolina de Mónaco y artistas como Raúl Lavié Horacio Salgan, Osvaldo Piro, María Garay y Amelita Baltar, entre otros, en los escenarios. Jean Pierre Noher será el nexo entre ellos y el presente, revelándose como un gran entrevistador y guía, pero también como persona/personaje, expresión máxima de la historia que se relata, y, como no, también de su propia historia, un cuento iniciado del otro lado del océano, pero que nunca supo de finales. Afincado en Argentina desde los tres años, es la primera vez que el multifacético actor se muestra en pantalla como una suerte de narrador omnipresente, desandando los pasos del Trottoirs, pero también los suyos propios, dilucidando, también, su propia historia. Desarmando frases trilladas y expresiones frecuentes como “al mirar para arriba es fácil confundir París con Buenos Aires”, Noher, junto con el director, se pregunta por la íntima conexión existente entre el tango y Francia, sus propios lazos, y cómo la tanguería supo transformar la mirada del público europeo con el ritmo local. Errabundeando por las calles parisinas, ingresando en la intimidad de espacios y rincones, Un sueño en Paris habla de la permanencia de la vocación y los deseos, por encima de cualquier censura y silenciamiento que se quiera imponer para acallar la voz de un movimiento cultural. Porque en Trottoirs, independientemente del ritmo que imperaba en él, se respiraba libertad, y desde ese aire modificador, se entablaban vínculos que siempre terminaban en la nostalgia de un lugar al que no se podía regresar. La cuidada selección de temas musicales, la naturalidad y frescura con la que Noher avanza en su tarea, la que, en paralelo, le permite constituir su propio relato, una narración sobre identidades cruzadas que en definitiva son las que le permitieron establecerse como un intérprete todo terreno y popular, algo que potencia Un sueño en Paris en cada escena en la que dialoga con las figuras convocadas. Por suerte, el desacartonamiento con el que se entrevista, ablanda la rigidez de la estructura dramática del film, un clásico relato de tres momentos en los que por acumulación de datos se develan pasajes de la última dictadura cívico militar, por la cual muchos de los talentos que se nombran en la película, debieron comenzar de nuevo sus carreras alejados del status que ya por ese entonces habían adquirido. Tal vez en aquellos pasajes en los que se percibe cierto armado de escenas y situaciones, como por ejemplo cuando Noher vuelve a encontrarse con una joven que había visto comprando algunas verduras, Un sueño en Paris se debilita, pero no por ello deja de ser un interesante acercamiento al pasado para comprender, en el presente, la herencia que un lugar como el analizado ha dejado marcado a fuego un sentimiento en cada uno de los que fueron parte de él.
Un documental que habla de un lugar que ya no existe, donde el tango renació en París, como cumpliendo el mandato de una leyenda que ayudó a construir Carlos Gardel. Con un anfitrión de lujo, Jean Pierre Noher, conocemos gracias a esta realización de Sergio Cucho Costantino cómo era ese café mítico donde actuaron muchísimos famosos argentinos en su conquista del público europeo. Se trata de Trottoirs de Buenos Aires”, un escenario “anclao” en la capital francesa por donde pasaron El Sexteto Mayor, el dúo Salgán-De Lío, Susana Rinaldi, Amelita Baltar, Roberto Goyeneche, Raul Lavié, Ruben Juarez, Guillermo Galvé, y muchos otros . Ese bar nació de la mano del prestigioso músico Edgardo Cantón junto a 23 amigos artistas y el padrinazgo de Julio Cortázar. Todos ellos, sin saber que pasaría luego, decidieron abrir esta tanguería, en la rué Lomabarde 9 barrio latino en el corazón de París. Y lo que hace Noher es descubrir desde sus sentimientos tangueros, recoger testimonios y re-construir el recuerdo de un punto de encuentro único e irrepetible.