Una tragedia náutica El realizador inglés James Marsh, responsable de La Teoría del Todo (The Theory of Everything, 2014), la biografía sobre el físico, cosmólogo y divulgador científico Stephen Hawking, regresa con Un Viaje Extraordinario (The Mercy, 2018), un film sobre un episodio muy particular e inusual alrededor de una competición náutica organizada por el periódico británico The Sunday Times en 1968. El empresario inglés Donald Crowhurst, un navegador amateur, decide competir en la regata alrededor del mundo que organiza el popular diario de su país para ganar notoriedad y conseguir sponsors e inversores para construir un barco muy veloz que viene diseñando y que en teoría podría ganar la competición. El guión de Scott Burns, escritor de Contagio (Contagion, 2011), se centra en la psicología del protagonista y en su entorno para construir una semblanza de un hombre que apostó todo y se encontró en una encrucijada imposible de la que no pudo escapar. El film narra cronológicamente la decisión del protagonista de competir, la construcción del barco, los temores y las dudas de Donald sobre la travesía hasta la etapa de navegación, intercalada con flashbacks de los preparativos y de sus días con su familia, a modo de recuerdos de la vida en tierra firme a los cuales aferrarse ante la soledad en el mar. El opus de Marsh se apoya en la exquisita fotografía del francés Eric Gautier, director de fotografía de films como Las Hierbas Salvajes (Les Herbes Folles, 2009) y Hacia Rutas Salvajes (Into de Wild, 2007), y en las buenas actuaciones de un elenco encabezado por Colin Firth, Rachel Weisz y David Trewlis. Tanto la fotografía como las actuaciones buscan resaltar la belleza, ya sea de los paisajes británicos como del mar, a través de la contemplación de los delfines en su danza o de la familia reunida esperando un mensaje del padre y esposo embarcado. Firth logra cautivar con su carisma y versatilidad, ya sea con la esperanza de zarpar o con la experiencia del agotamiento físico y mental y el proceso entre ambos estados de ánimo. Weisz por su parte compone a una esposa circunspecta que debe enfrentar a la prensa, los admiradores y los socios con incomodidad, esperando ansiosamente el retorno de su marido y sufriendo su falta. El título Un Viaje Extraordinario no solo no es preciso sino que busca engañar al espectador, ya que el film hace hincapié en las circunstancias que rodean al viaje y en el controvertido personaje y sus tribulaciones, no en el viaje sí, que además no tiene nada de extraordinario. “La Misericordia”, traducción literal del título original, menos atractivo que “Un Viaje Extraordinario”, funciona como una metáfora de los autores sobre la responsabilidad de la desaparición -posiblemente un suicidio- por parte de una sociedad que lo empujó a ello, las expectativas, la avaricia de los inversores y la cultura de las loas al éxito y las críticas injustas al fracaso, como manifestaciones de un malestar social y de la necesidad de buscar héroes y demonios, ganadores y perdedores. A pesar de una buena construcción narrativa, el film falla en la conclusión de sus ideas, ya que no son claras, pero esto en realidad también expresa la imposibilidad de comprender verdaderamente lo que ocurrió más allá de meras suposiciones y las interpretaciones que circularon alrededor del hecho, a la postre las verdaderas protagonistas de la historia. Así la denuncia social de los autores se pierde un poco en la niebla de los impulsos del protagonista y en el sufrimiento y la pena de la esposa por la pérdida de su ser amado, finalmente únicas emociones extraordinarias de un viaje trágico demasiado previsible.
Lacrimógeno experimento que intenta emular en la transformación de un hombre durante una épica travesía en altamar aquellos relatos de superación y autoayuda que en los últimos años han proliferado en cantidad. A diferencia de “All is lost”, en la que Robert Redford luchaba con el agua, las tormentas y consigo mismo, en esta película la lucha va por el lado de la familia que espera la vuelta. Destaca, como siempre, Rachel Weisz en una película obvia, predecible y sin pasión.
Donald Crowhurst (1938-1969) fue muchas cosas, pero esencialmente fue un loco y un aventurero. El y sus peripecias son la materia prima de la historia que retrata el film “The Mercy”, conocida en Latinoamerica como “Un Viaje Extraordinario”. Dirigida por James Marsh, director de “La Teoría del Todo” y ganador en el 2008 del Oscar al documental largo y mejor película en el 2015, “Un Viaje Extraordinario es una biopic de este veterano de la Real Fuerza Aérea Británica y también navegante de velerismo aficionado, que un día de 1968 decidió embarcarse en un desafío único por aquellos tiempos: Competir en el Sunday Times Golden Globe Race, una carrera de yates que consiste en circunnavegar alrededor del mundo. La película tiene un guion de Scott Z. Burns, que no supo ahondar en las muchas aristas psicológicas de un personaje rico en matices. Sin embargo, la interpretación del actor protagonista, Colin Firth, la metamorfosis física y mental a la que lleva a su papel, se convierte en el mejor acierto de la cinta y también en un poderoso recurso narrativo para relatar la historia y conmover. El film está protagonizado por Colin Firth, Rachel Weisz, David Thewlis y Ken Stott. Por su parte, la música del compositor islandés Jóhann Jóhannsson, acompaña al film acentuando el dramatismo y la cuota de misterio que la circundan. Donald, dueño de una pequeña empresa de venta de productos electrónicos para la navegación, al verse al borde de la bancarrota, en un gesto desesperado, se anota en tremendo desafío a la voz de: “Los sueños son la semilla de la acción”. Con esa fe se larga a la aventura, aunque zarpar era un viaje de ida porque el mar no tiene piedad. Apenas partió vio problemas que le predecían el fracaso seguro y lo anuncia en voz alta: “Si continúo, mis probabilidades de sobrevivir son cincuenta/cincuenta, si regreso, me enfrento a la ruina. No puedo continuar y no puedo regresar a casa”. Y mintió, mintió dando ubicaciones donde él y su embarcación no estaban y ése fue su pasaje a la locura. Sin embargo, el mensaje con sabor a mar se resume en la voz del aventurero: La vida debe vivirse, la pregunta es: ¿Qué podemos hacer para darle un sentido? El misterio que conmovió al mundo está entre las olas y sigue sin descubrirse.
Una película pasatista y nada más. El relato detalla puntualmente lo que fue el viaje de Donald Crowhurst, y nada más que eso. En mi artículo con la sinopsis no aclaré algo con respecto al viaje que si lo lees en...
Navegando alrededor del mundo Un viaje extraordinario (The Mercy, 2018) es una película británica de drama dirigida por James Marsh (Man on Wire, The Theory of Everything) y escrita por Scott Z. Burns. El reparto está compuesto por Colin Firth, Rachel Weisz, David Thewlis (Lupin en la saga Harry Potter), Ken Stott, Eleanor Stagg, Kit Connor, Finn Elliot, entre otros. Está basada en hechos reales. Ambientada en Gran Brataña durante 1968, la historia gira en torno a Donald Crowhurst (Firth), un hombre de familia que vendía artefactos que facilitaban la navegación. Inspirado por Francis Chichester, el único hombre que en su yate pudo dar la vuelta al mundo, Donald decide inscribirse en la “Sunday Times Golden Globe Race”, una competencia de barcos en la que si el viajero recorría el mundo sin detenerse en tierra firme ganaba una gran cantidad de dinero. Según las reglas, Donald podía comenzar la travesía entre el 1 de junio y el 31 de octubre; sin ningún tipo de experiencia y ni siquiera teniendo un bote construido aún, él se pone a trabajar para cumplir su sueño, un deseo que lo obsesionará hasta tal punto que los trastornos mentales no tardarán en llegar. El título que se le decidió ponerle aquí a la película, que nada tiene que ver con la piedad que plantea el original, nos hace creer que veremos un recorrido en barco emocionante, con un protagonista de espíritu aventurero lleno de energía por obtener el premio mayor. Sin embargo, eso es lo que menos vamos a encontrar en esta película. La mayor falla se encuentra en que no hay muchas cosas para contar, haciendo que el relato se vuelva de lo más aburrido ni bien Donald comienza su viaje. Aparte, el personaje toma decisiones que lo que menos consiguen es que nos llegue a caer bien, por lo que la conexión con él resulta nula. Los flashbacks repetitivos que muestran a su familia parecen puestos sólo con la finalidad de rellenar los minutos con material prescindible. Toda la empatía que el director supo transmitir en La teoría del todo (2014), acá brilla por su ausencia. Marsh ni siquiera se anima a explorar en profundidad los sentimientos de Donald, lo que genera que sus problemas internos no estén bien tratados. La inverosimilitud también juega en contra en esta producción, en especial cuando se decide poner a actores hablando inglés en una de las costas de nuestro país. Lo único rescatable se basa en la recreación de época, que cuenta con una bella fotografía a cargo de Éric Gautier. Un viaje extraordinario no produce ningún sentimiento, más bien se convierte en el típico film que en un futuro darán por cable y en el que la mejor opción será saltearlo. Ni Rachel Weisz puede remontar el sopor que genera esta “aventura”.
Un Viaje Extraordinario: Una imposible historia real. El director de La Teoría de Todo y Man On Wire nos ofrece una desgarradora e increíble historia real, protagonizada por un trágico Colin Firth. Aunque el nombre de James Marsh estará siempre asociado al mejor documental de los 00s (Man On Wire), es realmente difícil ver está película sin pensar en el último trabajo de su director: La Teoría del Todo. Obtuvo casi 20 nominaciones entre Oscars, BAFTAs y Globos de Oro, con una lluvia de halagos coronados por un Eddie Redmayne que conquistaría todo premio por haber gracias a una soberbia actuación. Seguramente todos los involucrados en este nuevo proyecto esperen algo similar por todas las similitudes de este nuevo film, empezando por su protagonista ganador del Oscar. Colin Firth protagoniza la increíble historia real de un navegante amateur que se propone competir en la primer carrera en barco alrededor del mundo sin detenerse y con un solo tripulante a bordo. Lo que empieza como un hermoso sueño para probarse a si mismo, dar a conocer su empresa de accesorios de navegación y ser un ejemplo para sus hijos se transformara en una condena que lo obligara a enfrentar un reto imposible, poniendo un peso inconmensurable tanto en sus propios hombros como en los de su familia y esposa, interpretada por Rachel Weisz. Sin entrar en más detalles de la trama para mantener desenlaces desconocidos para aquellos que no estén tan familiarizados con la epopeya que tuvo lugar en la vida real, hay que decir que tal y como el viaje de su protagonista, la misma película se encargara de dar un par de fuertes timonazos inesperados cuando lo que parecía es que iba a mantenerse en el camino de lo normal y aceptable. Aunque en aspectos técnicos como por ejemplo la fotografía se mantenga en la ruta de lo seguro, el guion resulta tan encantador pero indomable como las aguas (y temáticas) que decide explorar, y queda en las manos de su director lograr sobrevivir su tormenta. El guion, junto a la mano más que capaz de Marsh, nos lleva junto al personaje de Firth por una aventura que a pesar de sus comienzos terminara convirtiéndose poco a poco en una pesadilla. Una vez en alta mar, lo fragmentado de la historia finalmente habrá impactado negativamente el ritmo del film pero afortunadamente la calidad de su director se asegurara de que, al menos en la mayoría de sus secuencias individuales, uno pueda disfrutar a pleno de un concepto tan bien realizado y con tremendo talento actoral. Firth en el papel protagónico logra entregar su ya familiar profundidad, dotándole a su personaje tormentas interiores que podrían tranquilamente haberse perdido en manos de un actor de menor calibre. Y aunque el elenco posea otros nombres destacables, es Rachel Weisz quien logra brindarle a su rol de “esposa esperando en el muelle” toda la vitalidad y solides que se asegurara de que un film tan centrado en su protagonista de todas maneras se sienta como la lucha de una familia y el impacto que los sueños condenados pueden tener en las personas. A pesar de todos los galardones, La Teoria de Todo se encontró con muchas críticas apuntando a lo artificialmente idealizado de aquel romance. Pueden verse síntomas de esa condición que termina aquejando a todos los proyectos de su director (y que en el caso de Man on Wire, termino significando su aporte más valioso al proyecto), ya que este film también sufre por varios momentos el ser una historia cómoda que apunta a lo seguro y rentable. Pero en este caso, el director James Marsh entrega un film increíblemente valeroso que demuestra estar a la altura de una historia tan temible y peligrosa como el mar mismo. Los problemas abundan, pero la esencia de la película es tan potente que seguramente alcance para que la mayoría pueda encontrar lo precioso y valioso en este relato.
Que el guión esté basado en un hecho real siempre resulta atractivo. Y esta vez el director James Marsh, responsable de “La Teoría del Todo”, relata un viaje insólito organizado en 1968 por el diario británico “The Sunday Times”, (la “Golden Globe Race”) a bordo de un velero, alrededor del mundo y en solitario, sin escalas. La odisea debería durar 9 meses y Donald Crowhurst (Colin Firth) se anota para competir ante la sorpresa de su mujer Clare (Rachel Weisz). A Donald, mitad empresario, mitad inventor, le gustaba navegar junto a su esposa y sus tres hijos, pero era un aficionado; aún así, cree poder cumplir con el desafío para ganar dinero para sus ideas, sanear su economía y ganar notoriedad. Una de sus ideas es construir un barco veloz. Con guión de Scott Burns la película narra la odisea de la construcción de un velero especial para la competencia, los tiempos que apremian y el dinero que no alcanza, por lo que debe recurrir a un “sponsor”. También muestra la vida en familia, de felicidad plena, mediante flashbacks, hasta el momento de zarpar. Ahí verá a lo que realmente se enfrenta, al mar gigante que no tiene piedad (de ahí su título original y preciso: “The Mercy”) en una film dramático, que se centra en una familia que espera a quien se atrevió a volar muy alto y deberá tomar drásticas decisiones. Buenas actuaciones de sus dos actores protagónicos y muy buena fotografía de Eric Gautier. ---> https://www.youtube.com/watch?v=0XQzRzDS2y8 ORIGINAL: The Mercy ACTORES: Rachel Weisz, Colin Firth, David Thewlis. Mark Gatiss. GENERO: Drama , Biográfica . DIRECCION: James Marsh. ORIGEN: Estados Unidos. DURACION: 112 Minutos CALIFICACION: Apta todo público FECHA DE ESTRENO: 07 de Junio de 2018 FORMATOS: 2D.
El film de James Marsh (La teoría del todo) se desarrolla en 1968, cuando un navegante amateur llamado Donald Crowhurst (Colin Firth) decide competir en una carrera organizada por el periódico The Sunday Times. El objetivo es dificilísimo: partir de un pequeño puerto inglés para navegar en solitario alrededor del mundo, sin amarrar en puertos, hasta llegar, varios meses después, al mismo punto de inicio. Aunque en principio mirado de reojo por su entorno, Donald lentamente empieza a conseguir apoyos para financiar su gran aventura, siempre con su mujer (una desdibujada Rachel Weisz) e hijos como sostenes. Algunas demoras de último momento y ciertos errores menores –pero que en la inmensidad del océano pueden ser mortales- asoman como principales obstáculos. Pero nadie pensó –ni siquiera Donald– en las consecuencias de la soledad. Si Hollywood hubiera tomado la historia de Donald, la película habría sido el vehículo perfecto para una batería de efectos especiales con la construcción de un héroe como eje. Marsh, en cambio, apuesta por un relato sin grandes picos dramáticos y un diseño de imagen académico, de esos que prodigan bellos encuadres y planos a contraluz, para mostrar en paralelo la creciente locura de Donald y la tensa espera de sus familiares y amigos en Inglaterra. El film se queda a mitad de terreno en la exploración psicológica de ese hombre en una situación límite y el relato aventurero. Con demasiados lugares comunes (ay, esas cartas leídas en off…) para lo primero y con poco espíritu aventurero para lo segundo, Un viaje extraordinario es apenas un paseo en velero en las aguas seguras de un lago manso.
A James Marsh le atrae retratar la realidad: dirigió varios documentales (Man on Wire es el más conocido) y su ficción anterior a Un viaje extraordinario era La teoría del todo, la premiada -pero desabrida- biopic de Stephen Hawking. Ahora vuelve a inspirarse en una vida real. Y vuelve a entregar un producto insípido. La historia tiene potencial: se trata de las peripecias de Donald Crowhurst, un inventor -ahora se lo llamaría “emprendedor”- y navegante aficionado que en 1968 se animó a inscribirse en una exigente regata organizada por el diario Sunday Times. La consigna era circunnavegar el planeta en velero, en solitario y sin hacer paradas, en el menor tiempo posible. Toda una aventura, que aquí brilla por su ausencia. Porque es muy difícil filmar una epopeya sin contar con un gran presupuesto. Y aquí se notan los trucos que se ensayaron para suplir la falta de dinero. No hay ninguna emoción en ver a Colin Firth a bordo de un falso barco en un océano falso, ni en las tomas cenitales de barquitos de juguete flotando en piletones. Lo que ocurría en tierra con su familia, la prensa y los sponsors mientras Crowhurst navegaba era el salvavidas al que podía aferrarse la película. Pero esa trama paralela -con Rachel Weisz y el gran David Thewlis desperdiciados- tampoco consigue su objetivo de conmover o indignar, y entonces el naufragio es total.
Una historia verdadera, que en l968 conmovió especialmente a Europa que originó documentales y programas especiales de televisión. La historia de un fabricante de instrumentos de navegación con problemas financieros, un navegante de yates aficionado de fines de semana, que decide embarcarse en una aventura que lo excedía totalmente. Nada menos que participar de una carrera auspiciada por el Sunday Times que consistía en dar la vuelta al mundo sin escalas, en soledad, con terribles consecuencias. Fabrica un barco especialmente, se equipa con un buscador direccional, que supuestamente le traería fortuna y con una obstinación inexplicable, se endeuda, hipoteca su casa, se lanza a una “hazana” para la que ni remotamente esta preparado. Colin Firth entrega su talento, pero no brilla. El film no aprovecho una indagación psicológica mas profunda para aventurar una hipótesis de lo que realmente ocurrió en la cabeza del protagonista. Por eso, la película no llega a la empatía del espectador y por momentos aburre y en otros remonta.
El Sunday Times lanza una competencia en 1968: la primera circunnavegación sin escala y en solitario. Donald Crowhurst era un pequeño empresario de Teignmouth, Inglaterra, aficionado al velerismo que decide participar, convencido de que puede ganar. Nunca había hecho nada parecido, su única experiencia en el océano era navegar cerca de la costa de su pueblo los fines de semana. James Marsh decidió llevar esta historia real al cine de la mano de grandes actores pero, como el viaje de Crowhurst, no llega a ningún puerto.
Después de La Teoría del todo, sobre Stephen Hawking, el director James Marsh se mete con esta historia del hombre que compite en una difícil carrera de navegación. Pero el viaje extraordinario es a la vez la aventura de la soledad en el agua como el paulatino deterioro mental de su protagonista, interpretado por Colin Firth.
Un viaje extraordinario, dirigida por James Marsh, es una película basada en el intento de Donald Crowhurst por completar una regata sin escalas alrededor del mundo. Colin Firth interpreta a este hombre de familia que no está pasando por un buen momento económico pero es un optimista empedernido. Por este motivo, sin dudarlo demasiado, decide inscribirse en la carrera Golden Globe de 1968, la cual premia a la primera persona que complete la ruta de navegación sin paradas y sin ayuda de ningún tipo. Donald no es el hombre más adecuado para esta aventura ya que es apenas un navegador amateur y nunca ha realizado un viaje complejo. Sin embargo, está convencido de su capacidad para lograrlo. Su optimismo es tan contagioso que logra convencer a su mujer de que realmente existe la posibilidad de ser el ganador. En poco tiempo todo el pueblo se encuentra pendiente de su viaje y lo alientan. Claramente Donald no parece ser un hombre que le tema a los desafíos ya que se enfrenta a varios: no solo carece de experiencia marítima, sino que decide construir su propio barco. Para esto, consigue un sponsor y saca varios préstamos poniendo en más riesgo económico a su casa y su familia. Llegado el momento de partir su barco no se encuentra del todo terminado pero, ya tienen tanto en juego, que no le queda otra opción que afrontar su decisión. Y, tal como se preveía, no tardan en aparecer las complicaciones. Solo en el mar En medio del océano, Donald se ve obligado a enfrentar las dificultades de sobrevivir y al mismo tiempo se encuentra solo con sus pensamientos por primera vez. Ésto lo lleva apreciar hasta qué punto arriesgo todo lo que tenía y qué es capaz de hacer una vez que resulta evidente que no podrá ganar la carrera cumpliendo las reglas. Este personaje, que vimos al principio como un soñador aventurero, se revela de pronto como un hombre sumamente necio, inconsciente de la gravedad de sus acciones y sus consecuencias. Colin Firth maneja muy bien esos matices de su personalidad y su interpretación de Donald genera bastante empatía, más de la debida quizás. También es destacable el rol de su mujer, a cargo de Rachel Weisz. Collin Firth en Un viaje extraordinario Por lo general siempre escuchamos las historias del lado de los vencedores, los héroes, aquellos que se enfrentaron a las situaciones más adversas y tuvieron éxito. Por eso, el aspecto más interesante de Un viaje extraordinario es que cuenta la historia de alguien que se dio la cara contra sus limitaciones y fracaso. Donald Crowhurst es alguien que tomó una gran decisión, apostó su vida entera, la de su mujer y la de sus tres hijos. Pero sus sueños no eran compatibles con la realidad y lamentablemente todos salieron perdiendo.
Ritmo lento y sin ningún tipo de vuelta de tuerca. Este film termina siendo un padecimiento de poco menos de dos horas. Colin Firth se encarga de transmitir cada una de las sensaciones que el propio Crowhurst pudo haber tenido. De la mano del director que trajo la vida de Stephen Hawking a la gran pantalla en The Theory of Everything (2014), James Marsh vuelve a ponerse detrás de las cámaras para transmitir una de las historias más famosas de las islas británicas. Bajo el nombre de Un viaje extraordinario (The Mercy, 2017), Marsh cuenta la historia de Donald Crowhurst (Colin Firth), un aficionado a la navegación con cero experiencia náutica real, quien decide embarcarse en la famosa carrera Sunday Times Golden Globe. Esta carrera, consiste en dar la vuelta al mundo, a bordo de una embarcación monocomando, parando la menor cantidad de veces posible en los diferentes muelles del mundo. Al ser un docudrama/biopic, los puntos más flacos de esta película los tiene en los aspectos narrativos. Con un condimento extra que es el desconocimiento de estos sucesos por fuera de los que son amantes de la navegación en aguas abiertas, el director hace todo lo posible para que la historia que quiere transmitir, aburra al espectador. Con un ritmo lento y sin ningún tipo de vuelta de tuerca, el film termina siendo un padecimiento de poco menos de dos horas. Hay muchos recursos como la claustrofobia, la paranoia y la demencia, que podrían haberse explotado de una mejor manera y de alguna manera conmover al público, pero con solo una leve dosis de ellos, no alcanza. Como no todas son malas, a la gran fotografía que la película tiene se le agregan unas locaciones muy buenas mostrando paisajes que no son tan usuales por estas latitudes. Junto con algunas escenas que están hechas para significar la soledad, gracias a ellas, el espectador puede sentirse a la deriva igual que el personaje principal. En contraparte con el director, el elenco cumple a la perfección con sus respectivos roles. Encabezando el reparto, el ganador del Oscar del 2010 por su trabajo en The King’s Speech, Colin Firth se encarga de transmitir cada una de las sensaciones que el propio Crowhurst pudo haber tenido. Con una simple mirada, Firth puede hacer sentir la soledad que un hombre puede sentir solo y a la deriva en el medio de la nada. Completando la nomina de actores que trabajan en esta producción se encuentran: Rachel Weisz (Constantine, 2005), la esposa del navegante amateur; y David Thewlis el querido Remus Lupin en la saga de películas de Harry Potter, interpretando al agente de prensa encargado de transmitir todas las novedades del Sr. Crowhurst al mundo. La peli se sostiene bajos estos tres actores más reconocidos, y lo bueno es que, si bien la cámara se queda en un 80% con Firth, cada uno tiene sus momentos en donde demuestran todo su potencial. Haciendo un balance en general, la película podría haber sido mucho más de lo que termina siendo. A pesar del ritmo lento y desgastador que propone el director, esta historia es cautivante que sirve para conocer historias nuevas con personajes desconocidos.
Después de dirigir "La teoría del todo", la biopic multipremiada sobre Stephen Hawking, el cineasta James Marsh se aventuró una vez más a mostrar la vida de un héroe. En esta oportunidad, cuenta la vida de Donald Crowhurst, interpretado por Colin Firth, un hombre en busca de un sueño tan difícil como atractivo: dar la vuelta al mundo en yate, en lo que se denominó la Golden Globe Race. Este joven, padre de tres hijos, decide dejar a su familia para probarse a sí mismo. ¿Una decisión valiente o egoísta? Este tipo de dilemas dispara este filme, que pasa casi 120 minutos mostrando al náufrago en medio del océano, perdido y desesperado. De pronto, una esperanza cambia el rumbo de este héroe, pero no voy a spoilear el final. Aunque claro, la historia real, conocida por unos pocos, está en internet. Por lo tanto, el que decida ver esta película tiene que esperar un relato elegante, clásico, con la impronta londinense de la época, pero sin ningún sobresalto ni enfoque emotivo. ¿El gran mérito? La interpretación de Firth logra momentos muy interesantes dignos de destacar. Si bien la historia podría haberse explotado de una manera más dramática y apuntar más a la acción, esta producción resulta insípida.
Algunos de los puntos importantes es que cuenta con un gran elenco: Rachel Weisz, David Thewlis, Colin Firth, Ken Stott, Finn Elliot y Sebastian Armesto, entre otros. La película se encuentra basada en hechos reales. El protagonista de espíritu aventuro se larga a la aventura dejando a su familia, entre otras personas, de esta manera los espectadores vivimos esta gran travesía por las que nos lleva este hombre, una vez en alta mar nos encontramos frente a sus logros y dificultades. El relato va y viene a través del flashback para mostrarnos un poco su vida, la actuación de Firth es correcta, se destaca la muy buena interpretación de Rachel Weisz, esa esposa que espera y uno vive su intranquilidad. Cuenta con una buena recreación de época y la estupenda fotografía de Éric Gautier (“Diarios de motocicleta”). La dirección de James Marsh (“La teoría del todo”) aquí no logra impactar, resulta un film previsible y obvio.
Sin duda, este viaje fuera de lo común. En el Reino Unido, la historia de Donald Crowhurst es una enigma que sigue alimentando fantasías a todo nivel. Tanto es así que el hecho que esta cinta presenta es de la década del 60 y en los últimos dos años, hay dos cintas que hablan de este tema: "Crowhurst" (aunque más cruda e indie y menos consecuente) y esta en cuestión, "The Mercy". Hay que decir que Crowhurst (Colin Firth) era un hombre lleno de secretos. Quizás no de los visibles, o naturales, dentro de lo que se podía ver superficialmente. Si, que quizás, para sí, encerraba mucho en su mente y en su corazón y esa vinculación jugó crucial en su historia de vida. Para ponernos en tema hay que decir que este hombre estaba casi en bancarrota. Tenía una familia hermosa (empezando por su mujer en la ficción, Rachel Weisz) pero las deudas lo acosaban. Como era aficionado a la navegación (y tenía una local donde comercializaba algunos elementos), cierto día decidió que arriesgando en una competencia de veleros para dar la vuelta al mundo, organizada por el Sunday Times y cuyo premio podría ayudarlo y darle además, prestigio para hacer conocer su negocio. En un tramo relativamente corto, James Marsh (el director de la brillante "La teoría del todo"), nos pondrá en tarea, preparando el escenario para lo que prometía todo el interés:la epopeya del inexperto hombre, tratando de vencer sus limitaciones materiales (su equipamiento no le iba a permitir mantener el curso en forma exitosa) y luchando por transformar su realidad. El tema es que Crowhust se había convertido en una especie de niño mimado por la prensa y además estrenaba un sistema de gps que él había diseñado para ayudarse en la competencia. La cinta está planteada como un espacio de lucimiento para Colin Firth, en su rol, primero de hombre esperanzado y valiente, listo a sacrificarse por el bienestar de su familia. Pero a medida que avance la travesía, las cosas cambiarán y aquel Crowhust que parecía inocente y tenaz, pasará a transitar senderos de locura y delirio, perdiendo (en todo sentido) el rumbo. "The Mercy" tiene su punto fuerte, en el trabajo de Firth, sin dudas. Raquel Weisz está correcta, pero el resto de los secundarios sólo son tenues dibujos cuasi innecesarios en el marco en que está planteada la cinta. Llama la atención que en la construcción del guión, sepamos tan poco del personal principal. No creo que lo que deviene en él, haya surgido en forma espontánea. Ese germen, no se ve y tal vez con un poco más de profundidad en la investigación, hubiesemos tenido una perspectiva más interesante. Como entretenimiento, es apenas correcto (es un drama hecho y derecho) y no siento que sea una cinta que aporte demasiado a las carreras de los intérpretes principales. De hecho, me costó llevarla adelante, siendo que la pareja protagónica, individualmente, me encanta. Quizás Marsh podría haber elegido otra historia, más inspiradora, para avanzar con su carrera. El sabrá porqué.
En el mar la vida no es más sabrosa El nuevo film del director de La teoría del todo (The Theory of Everything, 2014) promete todo: un viaje acuático, un dúo protagonista estelar y una historia tan real como emocionante. Desde acá nos descalzamos para poner un poco los pies en remojo y navegar al ritmo del acento británico. Paz, abundancia e intimidad. Soledad, desesperación e inseguridad. Sensaciones muy diversas que alguno podría vivir al emprender un camino con el agua como su insistente aliado. Realizar un viaje algunas veces podría conducir a reencontrarse con uno mismo, a darle un vuelco a la vida que hasta ahora se llevó a cabo y repriorizar cuestiones que uno creía olvidadas. Por lo tanto, realizar un recorrido de días, meses, por el agua y en la absoluta soledad, nos remite a cuestiones de tanta complejidad que, sin ningún tipo de duda, nos podría conducir a un relato, mito o un simple texto de ciencia ficción. Un viaje extraordinario (The Mercy, 2018), la cual está basada en hechos reales, nos presenta una historia donde todos estos condimentos no escasean. Donald Crowhurst, interpretado por el siempre correcto Colin Firth (El Discurso del Rey), es un veterano de la Real Fuerza Aérea Británica con una gran pasión: el velerismo. Esta afición llega a tal punto que, sin poder dormir, se empecina en competir en la Sunday Times Golden Globe Race, la travesía más importante de su vida, la cual consiste en una carrera en yates a lo largo del mundo. Su esposa, en la piel de Rachel Weisz (El jardinero fiel), lo vive de manera contradictoria. Sus escenas reflejan el apoyo hacía su marido y el miedo a perderlo. Sin embargo, el sueño de Donald es más importante y, junto a sus tres hijos, la angustia familiar queda disminuida por el anhelo del marinero. El film se aboca en contar el viaje de Donald sin hacer hincapié en su pasado y sus sostenibles razones para encarar un traslado de tal magnitud. La falla al no evidenciar lo que vivió le otorga fragilidad e inverosimilitud a la historia. La película está dirigida por James Marsh, el aclamado director de La teoría del todo, el cual vuelve llevar a la gran pantalla una historia verídica. Con un guion de Scott Z. Burns, aquel prestigioso guionista de las últimas películas de Steven Soderbergh (Contagio), Un viaje extraordinario se sostiene mayormente por el talento de quienes están delante de cámara. Colin Firth desarrolla un desesperado personaje en busca del perdón, y Weisz se arrincona en el llanto y el sufrimiento, sus armas más preciada. A esta dupla se le suma el magnífico David Thewlis (La teoría del todo) que, tal como nos tiene acostumbrado, brinda una interpretación que confirma su excelente talento. La historia fluye por momentos como un barco en el mar pero, sin volver al sustento de origen, sin hacer fuerza en los porqués, alcanza un momento en el que se genera una inundación de sensaciones donde se mezcla la angustia, la desesperación y el logro personal. El colmo se puede apreciar en una escena donde Donald llega a Argentina y, siendo recibido por unos argentinos satirizados como los peores anfitriones de la historia, el británico es devuelto a su yate para continuar con la carrera. No se entiende nada de lo que pasa. No hay sustento. El guion te desorienta en estos puntos y estas escenas quedan expuestas como un barco a la deriva. Reiterando el sostenimiento de la historia por la fortaleza del trio actoral, este film británico abusa de tanta prolijidad en el manejo de la cámara y, absorbiendo la angustia y el viaje personal del protagonista, el cual ingresa en un periplo de delirios al navegar, genera en el espectador la marcada sensación de ahogo e incertidumbre. Se destaca la espera inquieta de sus hijos que, atentos a cada movimiento de Donald, son sus primeros fans, los primeros que transmiten el desasosiego por los meses que pasan y aquellos que generan la empatía inmediata con el público. En un viaje cuyo objetivo es el logro personal y la búsqueda de la misericordia, el sustento se lo termina generando aquel que se dedica a esperar al protagonista y no así las continuas acciones del mismo. La verosimilitud de este viaje es un hecho, pero la manera en la cual se nutre el film da las claras muestras que una base bien definida es la clave para generar solidez y que el agua no te derribe los cimientos.
Ante todo una aclaración. Siendo una historia basada en sucesos reales de personas que vivieron, y viven todavía, tengo la sensación que la gran maquinaria del cine que es Hollywood nunca produciría este filme, al menos por ahora, creo. Presentada como una biopic sobre Donald Crowhurst (Colin Firth), un veterano de la Real Fuerza Aérea Británica y navegante aficionado, quien en 1968 decidió participar en la Golden Globe Race, una competencia náutica que consistía en ir alrededor del mundo sin escalas, de manera solitaria. Todo y sólo para obtener un importante premio en metálico, sanear sus finanzas y obtener reconocimiento. Tanto en la sociedad de referencia como de la familia de pertenencia. El problema inicial de este texto fílmico es la tergiversación que produce la posible lectura del mismo a partir del titulo, una cosa es pensar el filme desde "The mercy" el original en ingles a "Un Viaje extraordinario"- El segundo lleva a centrar la mirada sobre la epopeya de ese hombre, en situación extraordinaria, por elección propia (vale la pena aclararlo), hasta las vicisitudes de ese viaje tanto espacial en relación al recorrido navegado como hacia ese viaje interior del personaje, en soledad plena. El titulo original, cuya traducción literal seria "La Piedad", está más acorde al filme en su totalidad, pues con gran tino el director narra la historia desde los diferentes personajes y espacios en los que se van desarrollando las diferentes acciones con los distintos personajes. Por un lado, la vida de Donald durante la travesía, su necesidad imperiosa de rever, repensar, recordar, su vida en familia y las decisiones que lo llevaron a tomar ese desafío transitando por los monstruos internos. En segundo lugar la vida de su familia, Clare Crowhurst (Rachel Weisz) y sus tres hijos esperan su retorno, la mirada social esta puesta sobre ellos, y la entereza con que debe enfrentar el día a día ante la ausencia de su marido. Mientras tanto, y a partir que las noticias que llegan son netamente favorables, su patrocinador Rodney Hallworth (David Thewlis) da rienda suelta a recoger los beneficios de su apuesta. Nadie da cuenta de un mísero momento de piedad sobre el sufrimiento de esa mujer y sus hijos ante la ausencia e incertidumbre sobre la suerte de Donald. De estructura bastante clásica, esos cortes sobre pensamientos sólo construyen una idea del director para poder instalar cierta empatia con el personaje- Si algo sostiene el filme a lo largo de las casi dos horas de proyección son las excelentes actuaciones, un brillante Colin Firth quien va llevando a su personaje por todos los estados mentales posibles, desplegados por la soledad a la que se ve expuesto, no esta presente el "Wilson" de Chuck Noland en "Naufrago" (2000), ni el "Viernes" de Robison Crusoe, sólo el cuerpo de Donald con sus recuerdos y sus demonios. Pasando por otra soberbia actuación de David Thewlis, y la sobresaliente performance de Rachel Weisz, quien transita y entrecruza sus emociones de manera sutil, afectuosa y estremecedora de manera simultanea. Si necesita saber la razón de mi aclaración inicial, deberá ver la película
RECUPERAR EL DESEO Atrapado. Así se siente Donald Crowhurst, en medio de una encrucijada entre el deber, la palabra y las fantasías. Porque si bien los primeros matices lo muestran como un amante de lo náutico y con cierto espíritu aventurero, el metraje no hace más que desgastar cualquier posible resabio de un hombre que se dispone a cumplir su anhelo más profundo. De hecho, el director James Marsh lo despoja de cualquier rasgo pintoresco o heroico – como probarse a sí mismo y a los demás que un aficionado en solitario puede circunnavegar el mundo sin detenerse en ningún puerto, obtener la gloria, la recompensa y superar el record de Francis Chichester– postulando al desafío como única opción para salvar a la empresa y a la familia de una inminente bancarrota. Pero los inconvenientes se presentan antes de partir con atrasos importantes en la construcción del trimarán, dudas personales, las presiones de la prensa y del hombre que le prestó el dinero y una entrada a último momento. Entonces, Donald ya carece de todo deseo per se; estado que se profundiza con la soledad en alta mar y los logros de los otros competidores frente a sus desalentadores resultados, mientras que cualquier problema climático o de manejo del barco quedan relegados a un segundo plano –incluso aquel que lo obliga a mentir–. La idea de sofoco incrementa a lo largo de Un viaje extraordinario (The Mercy en la versión original) a través de las voces, las especulaciones y los registros en la bitácora en una suerte de pasaje entre la vivencia en un aquí y ahora filmada por él como constancia del recorrido, los telegramas o los llamados a la familia y, luego, una experimentación mental que se aleja del contacto con el otro y se refugia en lo efímero o paralelo. Si bien el director apuesta por centrarse en la turbación psicológica del protagonista, lo somete a cierta monotonía y no termina de aprovechar las reflexiones, los recuerdos, la soledad, las alucinaciones o, incluso, el juego con sombras o ruidos extraños en el barco. Por otra parte, intenta resignificar al protagonista con dos momentos hacia el final de la película ligados directamente con el título. Porque, tal vez, en medio de la turbación y el desaliento, la misericordia se convierte en la última y mejor opción. Por Brenda Caletti @117Brenn