Ni cine ni teatro Si se tuviera que mencionar un hilo conductor o un sentido que atraviesa a Venimos de muy lejos, La película (2013) es el homenaje: al barrio de La Boca, a los vecinos, al grupo de teatro Catalinas Sur y, por supuesto, a los verdaderos protagonistas: los inmigrantes. La película hace frente a este homenaje desde el mismo espíritu colectivo que llevó a la formación del Grupo teatral. La traslación de ese mundo a un film, aunque transmita ese espíritu, resulta un poco fallida. El film de Ricardo Piterbarg es un documental con partes de ficción. Recrea para la cámara la popular obra de teatro callejero "Venimos de muy lejos", una creación colectiva protagonizada principalmente por vecinos del barrio de La Boca que tematiza la llegada de los inmigrantes al país allá por 1880. Entre esas imágenes Piterbarg incluye partes meramente documentales: testimonios de vecinos, reuniones de las personas afectadas al proyecto. Pero también incluye una parte de ficción protagonizada por un hombre que, al parecer, está vinculado a la realización y cuyo hijo documenta lo que sucede en la película. El encanto de la obra teatral a la que la película intenta documentar es justamente la impronta del teatro callejero: con su gente, sus sonidos, sus olores, sus paisajes. Lo cierto es que, si bien no es el objetivo principal de la película, la esencia de todo esto se pierde en su traslado a la pantalla. Esto genera un cruce extraño entre cine y teatro que no beneficia a ninguno de los dos. Las escenas en las que está recreada la obra con una puesta en escena especial para ser filmada son igualmente las más interesantes: allí reconocemos el crisol de razas de los conventillos, y las representaciones de los vecinos son más que elocuentes a la hora de encarar en tono de comedia cada una de las idiosincrasias de los países de origen. Entre imágenes y testimonios se trata de transmitir al espectador cómo nace el grupo de teatro y cómo influyeron el barrio de La Boca y sus vecinos en su desarrollo. Cuando el director se sale de este camino e intenta armar un relato de ficción que atraviesa la película comienza a tambalear una estructura que, aunque simple, tiene bastante para contar. Esta especie de “relleno” termina por opacar la historia principal, la cual es sin dudas la del grupo teatral y sus vecinos, y nunca queda claro hacia dónde quiere ir con es extraño relato. La fuerza de las escenas se pierde entre tanto material que no termina de articularse armónicamente. La propuesta de Venimos de muy lejos, La película es sin dudas atractiva porque su intención es contar una historia que necesita darse a conocer. Lo que sucede en el barrio con el grupo teatral es algo ciertamente excepcional: generar un emprendimiento cultural y social tan grande y tan importante para el barrio es algo que debe ser documentado. Es una lástima que, a pesar de esto, el film no haya logrado reflejar de mejor manera este importante movimiento colectivo.
Una historia que merecía ser contada (mejor) Nadie duda de lo importancia (artística y social) que el Grupo de Teatro Catalinas Sur ha tenido para el barrio en particular y la ciudad en general. Lo sé de primera mano porque estudié en la escuela primaria Carlos Della Penna que está en el corazón de esa zona humilde, pero orgullosa de su espíritu comunitario. Por eso, a 50 años de la fundación de ese barrio “peatonal” (no hay calles) y a tres décadas de la creación del ya mítico grupo de teatro liderado por el uruguayo Adhemar Bianchi, la versión para cine de Venimos de muy lejos surgía como un doble homenaje ideal. Pero, más allá del ánimo lúdico y celebratorio, no es demasiado lo que se puede rescatar de este film de Ricky Piterbarg. Concebido como un patchwork visual y estilístico, como una mixtura (acumulación) de géneros y elementos, Venimos de muy lejos resulta una experiencia algo caótica y confusa, aunque también encuentra algunos aislados pasajes de sensibilidad y emoción, cuando entre la avalancha de imágenes el director pudo registrar y transmitir lo más genuino y vital del barrio, los artistas y su gente. Entre el documental y la ficción, entre el cine y el teatro, entre el realismo y el artificio, entre el registro urgente y la puesta en escena calculada, entre la tragicomedia casi grotesca y el musical desbocado, entre el ensayo y el making of, Venimos de muy lejos apuesta -al igual que la obra homónima que le dio origen- a recuperar las historias de vida de los primeros inmigrantes (sobre todo italianos) que llegaron a los conventillos de la zona para ahondar luego en las diferencias generacionales (abuelos, padres, hijos) y los inevitables cambios propios del paso del tiempo. Piterbarg propone constantes cambios de estilos y registros (hay hasta inserts editados de forma vertiginosa a manera de clips) y, si la película carece de unidad, cohesión y punto de vista (la idea parece ser la de un retrato coral y colectivo, con el barrio y la compañía como protagonistas), tampoco ayuda la presencia de la voz en off del siempre engolado y solemne Víctor Hugo Morales. Así, aunque a nivel estrictamente cinematográfico la propuesta tiene sus carencias, Venimos de muy lejos queda, al menos, como un registro de un lugar, un tiempo y su gente. Tratándose de una experiencia sociocultural tan valiosa, no se trata de un mérito menor.
A fines del siglo XIX y comienzos del XX, hombres, mujeres y niños que dejaban las penurias y el hambre de España, de Italia y de otros países sumidos en el horror de la guerra y de las persecuciones llegaron a América buscando el futuro feliz negado por su terruño. Muchos de ellos, con sus costumbres, sus idiomas y su esperanza ocuparon conventillos en La Boca, donde volcaron sus disímiles trabajos en una confraternidad que, muchas veces, se llenaba de discusiones, música, añoranzas y deseos de progresar en una tierra que todavía le era ajena. Vecinos de Catalinas Sur decidieron formar un grupo de teatro y presentar esta problemática inmigratoria en la plaza de su barrio, y durante mucho tiempo radiografiaron a sus ancestros a través de cuadros costumbristas de la época. El director Ricky Piterbarg decidió llevar al cine tanto ese esfuerzo barrial como las reminiscencias migratorias. Así nació Venimos de muy lejos, que borra el límite entre el documental y la ficción para dar lugar al encuentro entre el pasado y el presente uniendo al menos tres generaciones marcadas por la migración. Mediante coloridos y nostálgicos cuadros, con escenografías teatrales, van pasando anécdotas, canciones, rencillas y amores observados tanto desde una óptica humorística como dramática, mientras el grupo de cineastas comandados por Piterbarg sigue con su cámara a esos personajes plenos de optimismo.
Un muy interesante documental sobre el ya clásico espectáculo del grupo de teatro Catalinas Sur. Las discusiones sobre cómo hacer el film, con testimonios que se mezclan con la ficción. El resultado es de calidad y emoción.
Buen registro de probada obra del Grupo Catalinas La epopeya de la Gran Inmigración y su crisol de razas, con todos aquellos que bajaron de los barcos, empezaron de cero e hicieron patria, ha inspirado gran cantidad de obras escénicas generalmente celebratorias o evocativas, y a veces también amargas. En 1990, con las heridas de una reciente debacle nacional, el Grupo Catalinas Sur, de esa esquina de la Boca, creó su propio homenaje, entre tierno y admirado, a sus ancestros. "Venimos de muy lejos" es, desde entonces, una pieza mayor de su repertorio de teatro callejero, y como tal se ha dado en diversos rincones y plazas de la ciudad, y de otras ciudades, y se sigue dando todavía en su galpón de calle Pérez Galdós. En el cincuentenario del barrio, los treinta de la compañía, y los ecos del Día del Inmigrante, que fue ayer, se estrena ahora la película. En ella vemos escenas principales de dicha obra, representadas en distintas partes de Catalinas, otras donde los teatristas discuten acerca de lo que debe mostrarse en la película, y unas más con el boceto de una hilación familiar (el abuelo, el hijo que lo banca y el nieto que está filmando). Enriqueciendo de veras el conjunto, aparecen cada tanto fugaces testimonios documentales de inmigrantes de la Segunda Posguerra e inmigrantes actuales, "cabecitas" que recién están empezando a forjar su propia gesta. Sainete y sátira Esto daba para más, pero al menos lo que hay está bastante bien. Hay partes emotivas, como la canción del comienzo ("Venimo a la Aryentina, queremo laborar"), o la otra sobre las cartas a la familia lejana. Y varias de sainete medianamente logradas. O con grandes títeres, satirizando a la empleada pública y "los milicos" a la manera de un circo político. Y una versión facilona y "políticamente correcta" de aquel raro episodio, cuando en 1882 unos genoveses crearon en serio la Repubblica Independente della Boca ("con amore e libertá, pizza e fainá, dice el cántico) y tuvo que intervenir el propio presidente de la Nación, general Roca. Pequeño detalle que no aparece en la obra: habían informado de la secesión al rey de Italia, al que juraban lealtad. Después otros la fundaron de nuevo, ya solo con intención cultural y humorística. También crearon la Orden del Tornillo, un club de fútbol, famosas cantinas, etcétera. Pero ésa es otra historia.
Una suma que resta “El que mucho abarca poco aprieta”, reza el dicho popular. Y en algo similar podría resumirse este, aclaremos, merecido homenaje a los 30 años del Grupo de Teatro Catalinas Sur y el medio siglo del barrio que le da nombre a este colorido ensamble artístico. El director Ricky Piterbarg cruzó realidad y ficción, con una forzada historia embebida en el documental. Orillando entre el cine y el teatro, este choque de géneros atropelló seriamente al guión. No se entiende si se está dentro de una película o una obra de teatro o el making off del filme, o un musical, o un repaso sobre el grupo teatral callejero, o un racconto de entrevistas en plan documental, o qué. Los límites son difusos, sin un enfoque argumentativo claro. Como si se hubiesen ensamblado de apuro varios proyectos cinematográficos. El aspecto de ficción es lo más polémico, centrado en la vida del padre del cineasta de Venimos de muy lejos. Este hombre ve a una fantasmal niña de blanco, su carácter se ve minado por problemas y los berrinches de su padre no suman. ¿Qué tiene que ver eso con los inmigrantes en plan teatral? Quizá que el anciano muestre las pocas imágenes de archivo del filme. Quizás. Se destaca en el fime el coro teatral y la representación de la fundación de la República Popular de La Boca junto a los pintorescos vestuarios de los actores teatrales y sus roles de inmigrantes. También se ven flashes (como si fuese un videoclip), de las escenas del Mundial ‘78, las sirenas que refieren al hundimiento del buque General Belgrano en la guerra de Malvinas, los ataques anárquicos, citas de Roberto Arlt. Si cuesta contarlo, cuesta entenderlo. Valen destacar la locación del conventillo (con gritos y puteadas en italiano incluidas), las imágenes nocturnas de la obra callejera que aportan por el carácter intimista. También, la repercusión del público y las entrevistas finales a los inmigrantes actuales. Pero sin cohesión, ningún homenaje cierra.
Un milagro de acción vecinal Un homenaje a la inmigración de italianos, españoles y de hombres y mujeres de otras nacionalidades, que fueron poblando nuestra ciudad y el país, es lo que logra este documental de Ricky Piterbarg. La idea de la obra surgió del espectáculo "Venimos de muy lejos", que el director Adhemar Bianchi, creó junto con sus vecinos y dio a conocer en 1983, en la plaza Malvinas, que bordea los monoblocks de Catalinas Sur, en el barrio de La Boca. La obra musical en 1990, pasó a representarse en lo que es hoy El Galpón de Catalinas. La experiencia teatral de Bianchi, de origen uruguayo, cuyas hijas en aquel momento, en la década de 1980, iban a un colegio de la zona, fue la que lo llevó a crear el primer grupo de teatro comunitario, hecho por vecinos del barrio de La Boca. Hoy el Grupo de teatro Catalinas, que dirige Bianchi, cumplió treinta años de trayectoria y extendió su modelo de como construir un grupo de "teatro comunitario", a Europa y los Estados Unidos. LOS CONTRASTES El documental de Ricky Piterbarg resulta muy interesante porque se apoya en continuos contrastes, debidos al paso del tiempo. Uno de esos ejemplos, es que cuenta la historia de la inmigración, mediante escenas de la pieza "Venimos de muy lejos", con los actores caracterizados, que en algunos momentos se los puede ver en el escenario de El Galpón de Catalinas y en otros paseando en grupos de a pie, o a bordo de un "trencito", por el actual barrio de La Boca, o por la zona de Puerto Madero, lo que permite apreciar los cambios entre el ayer y el hoy, de una manera tan divertida, como atractiva a la vez. Anécdotas de cuando se mudaron al barrio, madres, hijos y abuelos que hoy no se quieren perder ni un ensayo de la nueva pieza teatral. Escenas en las que se muestran grandes marionetas, que juegan el papel de funcionarios y discuten con los inmigrantes, en las instalaciones del Viejo Hotel de Inmigrantes, son parte de la riqueza visual de este documental, que cuenta la historia viva de un barrio que se apoya en el pasado, para construir el presente.
Si vivis en nuestra ciudad (Buenos Aires), alguna vez habrás escuchado hablar del legendario grupo de Teatro de Catalinas Sur. Este año celebra 30 años junto a su comunidad y unas horas después del día del inmigrante (este jueves 5), tenemos un estreno en fílmico que los homenajea. “Venimos de muy lejos” es un documental que celebra esa permanencia y funciona como declaración de principios, de compromiso con la transmisión de nuestra historia. Ricky Piterbarg (quien trabajara en Pol-ka hace ya un tiempo en ciclos famosos) se pone detrás de las cámaras para estructurar lo que parece ser un mix… Por un lado, construye una mirada a un espectáculo formal y por el otro, propone material de diferente formato (muy colorido, hay que reconocer), pero que además, integra ficción (una pequeña ) de una manera particular…Esto termina por generar un producto donde la disparidad de estímulos, mantiene el interés por el desarrollo de los hechos, aunque no sea redondo ni mucho menos… Piterbarg “vive” el barrio (se nota) y logra valiosos testimonios de sus habitantes, aunque la manera de presentar la historia y su afán (parece ser) por remarcar la importancia estratégica del grupo a veces le juega en contra. Cuando aparece la gente de teatro, la pantalla se ilumina y vibra, ya que la columna vertebral del relato se sostiene sobre ella. Ahí donde los artistas del grupo comienzan la narración de nuestros origenes, la historia cobra fuerza y “Venimos de muy lejos” brilla con más fuerza. Este grupo puede captar y conectar rápidamente con el público, sin problemas. Sin embargo, la multiplicidad de recursos que el director utiliza para movilizar son muchos y eso distrae a veces, modificando el ritmo de la narración en varias oportunidades. Arriesgamos afirmar que el cineasta y su equipo consideraron que la mezcla de géneros y material iba a conformarse naturalmente, pero eso no se percibe desde la butaca. Sí, se destaca el registro logrado y también algunas memorables escenas del grupo de teatro, al que vas a salir con ganas de ver en vivo… Un reconocimiento a una institución cultural necesaria, única y a la que hay que conocer. Desde allí, (y más allá de sus debilidades), “Venimos de muy lejos” ofrece un mix poco convencional al que hay que descubrir, si el tema te despierta curiosidad.
Homenaje a medias tintas Muchas veces para definir el rumbo de un documental se necesita responder una serie de incómodas preguntas: qué, quién y cómo. Superada esta barrera casi conceptual aparecerán otras tantas y cada una de ellas determinará una decisión porque cuando estamos ante un hecho registrado -más allá de la subjetividad en que se inscriba el rol de quien observa- se está ante un fenómeno con muchas aristas por explorar. Ese es el problema que arrastra este necesario y valorable homenaje Venimos de muy lejos, la película, de Ricardo Pitterbarg, protagonizado en conjunto por los integrantes del grupo de teatro Catalinas Sur, que lleva tres décadas de existencia a partir de la iniciativa de un grupo de vecinos que vieron en el teatro esa capacidad transformadora y encontraron en el barrio de La Boca no solamente un espacio para habitar sino para construir cultura, solidaridad y por qué no decir política. En ese sentido, quizá lo más interesante de este documental se concentre precisamente en las discusiones y charlas entre los propios involucrados por definir qué se quiere contar y cómo, lo que sí queda claro es que la obra de teatro Venimos de muy lejos –estrenada en 1990- y la fuerte historia de los inmigrantes dicen presente en una mezcla de puesta en abismo y puesta en escena meticulosa donde lo teatral también ocupa un lugar de privilegio y la representación otro. El escaso material de archivo además supone un conflicto para el repaso histórico, y sobre todo a la hora de los elementos que se buscan para suplantar material de aquel pasado de conventillos y oleadas inmigrantes de otra Argentina y entonces audios en off, inserts de imágenes muy trepidantes se entrecruzan en una de las líneas narrativas donde entra a tallar la idea de alegría o fiesta que se antepone a la muerte o al proceso militar con el devenir de las décadas. A esa línea argumental se le suma también la historia del padre del director en una suerte de racconto y regreso al barrio como hijo de padre inmigrante pero también padre de un nieto de inmigrante como es el caso del director. Ese es quizá el enfoque menos interesante desde el punto de vista ficcional y un lugar para el recuerdo de viejas historias bastante convencional tratándose de un film que pretende mixturar géneros y estilos como si se tratara de un gran collage cinematográfico. Venimos de muy lejos, la película tiene buenas ideas en estado embrionario pero que jamás se terminan de gestar por ese vértigo impuesto y la sensación de falta de rumbo permanente, producto de una nula cohesión narrativa, aunque el objetivo de conocer la labor del grupo de teatro Catalinas Sur, así como su apuesta a la cultura popular para hacer de un barrio un ejemplo de acción política, esté logrado.
La historia de un carnaval Entre el bandoneón y los tambores, entre la nostalgia y la alegría se sitúa este film. Con elementos que el teórico Bajtín denominaría “carnavalescos”, Venimos desde muy lejos, la película nos presenta a un grupo de teatro que realiza una obra sobre la inmigración en la Argentina. La historia se centra en la llegada de nuevas personas al país cuando este recién se estaba conformando, pero también se enfoca en los nuevos inmigrantes. No es la primera vez que se realiza una película sobre los ensayos de una obra pero, a diferencia de otras, lo que vemos no son retazos de un espectáculo sino un nuevo discurso. Uno de los recursos que utiliza el film es el arte dentro del arte. Como dijimos la película está basada en una obra que se expuso varios años en Buenos Aires. Es de esperar algo no muy llamativo por la temática. Pero al ingresar a ese mundo que nos permite el cine, vemos cómo el film rompe con los esquemas convencionales. Encontramos un discurso armonioso y muy lejos de estar forzado. La obra está presentada dentro de la película pero de maneras extravagantes. Los momentos en que determinadas escenas mantendrían, en el teatro, una escenografía específica, son trasladados a los lugares precisos en donde realmente podrían ocurrir. Pero no por eso los actores dejan de estar vestidos como en el teatro. Con un ritmo rioplatense, el film está cargado de musicales. La vida y la muerte conviven en ese mundo de carnaval. Está muy presente el sentimiento de la historia de la cultura argentina, cómo nuestra historia marca la forma de hacer arte. Encontramos, de esta manera, un gran conjunto de ritmos musicales, de suma importancia, ya que la mayor parte de la película es cantada. Acompaña a esto vestimentas y caretas propias de los carnavales, recuperando el sentido antiguo del carnaval. Características tales como la tristeza y la alegría que conviven (la nostalgia por el pasado) y lo hiperbólico (canciones, actuaciones desmesuradas, escenas saturadas de discurso) son muy recurrentes en la película. Por otro lado, podemos decir que se narran dos historias paralelas: 1) la trabajada en la obra y 2) las historias de las personas que hacen posible el espectáculo. Podemos decir que nos encontramos con dos historias, que más allá de cómo son expresadas, se posicionan en un realismo. Se problematiza con este esquema el crecimiento del país y los cambios de costumbres que llevan aparejados el correr de los años. La película se sitúa en el pueblo, en sus alegrías y desgracias, marcando algunos típicos casos de la historia Argentina. Así vemos pasar las ilusiones de hacerse rico en América y la vida que llevaban en los conventillos. Pero a esto se le agrega un toque fantástico, que es una pequeña niña que viene a representar la nostalgia, de lo que estuvo y se ha perdido, de lo que sólo ha quedado un leve aroma.